【 034 】
【 xxxiv. disappointment 】
《omnisciente》
Heaven y Hazel habían estado jugando con Bolita por minutos, ignorando el hecho que sus padres probablemente se encontraban llamándole la atención a su hermano.
Sin embargo, era una simple teoría. En realidad, no tenían ni idea de porqué se retiraron tan rápida e inesperadamente del lugar donde se encontraban.
Heaven bostezó mientras se reclinaba sobre el sofá.
Hazel la miró.—¿Ya tienes sueño?
La rubia asintió suavemente.—Me cansé.—hizo una pequeña pausa.—Pero quiero esperar a Harry para preguntarle que fue lo que sucedió.
—Yo también.—concordó Hazel con una sonrisa juguetona. Sin embargo, su sonrisa fue decayendo.—Harry ha estado actuando raro, ¿verdad?
Heaven alzo la mirada y asintió.—Le pregunté, pero respondió que solo extrañaba a Marietta.—respondió arrugando la nariz. Aún no podía acostumbrarse a que su hermano salía con su mejor amiga.
Hazel miró hacia arriba como si lo dudara. Solía hacer aquella expresión seguido.—Yo creo que esta relacionado con el hecho que esta arriba con papá y mamá.
Heaven la miró con incredulidad.—Eso es bastante obvio.
Hazel la miró con indignación.—No me hables feo.—lloriqueó provocando que Heaven riera. La atención de ambas regresó al pequeño y esponjoso gato en sus brazos.—¿No haz visto a Snowy?
Heaven negó con la cabeza.
Snowy era el pequeño ratón de juguete que Sirius había conseguido para Bolita, lo nombraron de aquella manera en memoria de su antigua mascota: un conejo que llevaba el mismo nombre.
—La ultima vez, lo tenia Harry en su habitación.—murmuró Heaven tallándose los ojos.
—No puedo creer que a Bolita le agrade más Harry que nosotras.—se quejó Hazel mientras acariciaba la cabeza del gato.
Heaven rió y se recostó sobre el sofá, bostezando. Por unos segundos, había caído en un ligero sueño.
El cuál, Hazel interrumpió cuando le pinchó el hombro al verla con los ojos cerrados.—No te duermas.
Heaven resopló mientras se estiraba.—No me iba a dormir.—murmuró acomodándose en su lugar.
Hazel la miró entrecerrando los ojos.—¡Mira!—exclamó ocasionando que la rubia se sobresaltara.
Heaven miró hacia donde su hermana señalaba; el pequeño blanco y esponjoso gato caminaba con delicadeza de un lado a otro, como si intentara localizar algún objeto.
Ambas rieron al verlo. Hazel se levantó de su lugar y volvió a tomarlo entre sus brazos.—Busca su juguete.—comentó mientras volvía a tomar asiento.
Heaven suspiró mientras asentía.—Iré a buscarlo.—dijo mientras se levantaba lentamente de su lugar.
—¿Segura?—preguntó Hazel.
Heaven rió levemente.—Como si fueras a ir tú.
Hazel la miró con cierta indignación pero sabía que era verdad. No movería ni un solo dedo.
Heaven le dirigió una mirada más a su hermana antes de girar sobre sus talones y sin mucho ánimo dirigirse a la segunda planta.
Una vez arriba, no pudo evitar acercarse a la habitación donde Harry se encontraba con Lily y James; se recargó sobre la puerta pero justo como Hazel y ella lo sospecharon, sus padres habían puesto un encantamiento.
Los Potter no solían ocupar el hechizo Muffliato, sino, su variación; donde las palabras ante los demás se oían distorsionadas.
Heaven se alejó y caminó hasta el otro lado del pasillo para poder llegar a la habitación de su hermano.
Abrió la puerta con desdén y encendió la luz.
Heaven arrugó la nariz al notar el desorden que Harry tenía en su habitación. Había ropa tirada por todos lados, la mitad de sus almohadas estaban en el suelo, y había manchas de tinta por todo el suelo.
La rubia comenzó a buscar por toda la habitación el juguete de Bolita, alzó cada almohada y cada pergamino tirado. Al punto de terminar ordenando la habitación del azabache.
Heaven rodó los ojos con irritación; pues arreglar el desorden de su hermano no estaba en sus planes.
Se acercó hasta el viejo escritorio de madera que Harry tenía en su habitación. También estaba hecho un desastre.
Había tinteros regados, pergaminos arrugados, y para sorpresa de Heaven, también libros abiertos.
Acomodó —o más bien, escondió— todo dentro de una pequeña caja que Harry conservaba para sus artículos de mantenimiento para su escoba.
Arrojó todo su contenido a un cajón sin cuidado alguno, provocando que varios artículos cayeran debajo del escritorio.
Heaven se quejó en voz baja mientas se agachaba a recoger los objetos que habían caído.
Una de las pociones limpiadoras rodó hasta el fondo, lo que ocasionó que Heaven prácticamente se metiera debajo del escritorio, donde encontró el pequeño ratón de juguete que tanto había buscado.
Tomó ambas cosas y antes de que se levantara, una caja circular le llamó la atención.
Se sentó sobre sus piernas, dejando de lado los otros objetos y sin pensarlo dos veces, jaló la caja hasta ella.
Pasó sus dedos por el listón arruinado y lleno de polvo, abriéndolo con delicadeza.
A su parecer, solo contenía pergaminos que lucían como cartas.
Heaven rió burlonamente; creyendo que se trataban de cartas entre su amiga Marietta y Harry.
Pero no era así.
Tomó una de las cartas al azar y comenzó a leerla.
4 de abril de 1983
Se que de cierta manera, esto no ayuda en nada, así como también se que no responderás esta carta, como ninguna de las que te he enviado; pero pronto será su cumpleaños número tres y no puedo evitar no sentirme la peor persona del mundo por no estar a su lado en un día tan especial como este.
Espero que tenga el mejor de los cumpleaños aunque aún no comprenda lo que sucede a su alrededor.
Oh, mi Heaven merece toda la felicidad y el amor de este mundo.
Y me destroza tanto saber que yo no podré ser partícipe en ello.
Así que te lo pido, te lo ruego y te lo imploro, James.
Haz que sea la niña más feliz y más amada del mundo.
Porque es todo lo que merece.
No tienes ni la mínima idea de cuanto deseo estar allí con ella, de abrazarla, de besarla y decirle cuán agradecida estoy que sea mi hija.
No tienes ni la mínima idea de cuanto quiero que sepa que soy su madre y que nadie la amará tanto como yo.
Quiero creer y mantenerme apegada a la idea que Lily es una madre maravillosa para Heaven, pero jamás ocupará totalmente mi lugar.
El amor de una madre es lo más fuerte qué hay y nadie podrá cambiar eso. Nadie.
La amo, James. Y la extraño cada día más que el anterior.
Cuídala mucho, James. Cuida mucho a nuestra hija.
Con cariño,
Isabella Jeanette Avery.
Heaven tenía sus manos aferradas al pergamino, como si tuviese el miedo que aquel trozo de papel fuera a esfumarse.
Sentía un nudo en la garganta, le dolía tal como si tuviera espinas alrededor de su cuello; ni si quiera notó en que parte de aquella carta había comenzado a llorar.
Las lágrimas salían involuntariamente de sus ojos, nublándole la vista con intensidad.
Intentó ponerse de pie, correr hasta sus padres y exigirles explicaciones. Pero ninguna parte de su cuerpo le respondía.
La puerta se abrió aún más, volteó hacia aquella dirección y alzó la vista.
Harry la observaba con sorpresa, pasó su mirada de los ojos de su hermana al viejo pergamino en sus manos y el verdadero terror se reflejó en sus ojos esmeraldas.
Para Heaven todo parecía una pésima pesadilla, la peor de todas.
Pero a la vez, todo comenzaba a cobrar sentido.
Todo se ajustaba en su cabeza, la cual sentía como si le fuese a estallar en cualquier momento.
La rubia intentó hablar pero nada había salido de su boca. Y comenzó a sentir como le faltaba el aire.
Harry aún asustado, se acercó a ella con la intención de tranquilizarla, pero la rubia se puso de pie inesperadamente y sin saber de donde había salido su repentina fuerza.
—¡Tú sabías!—exclamó Heaven con la voz entrecortada.
—¡No! ¡Sí! Pero...
—¡Lo sabías!—volvió a exclamar interrumpiéndolo, y alzando la voz.
—Heaven, intenta tranquilizarte...—se acercó a ella tomándola de los codos.—Respira, Vee.
Heaven frunció el ceño, comenzando a removerse con fuerza, una vez que se soltó del agarre de su hermano, comenzó a empujarlo y darle golpes en el pecho.
—¿Por qué no me lo dijiste?—le preguntó furiosamente.
Harry no sabía que decir o cómo actuar, nada serviría de cualquier forma.
—Respira, por favor.—pidió el azabache inmute a la reacción de la rubia.
—¡Eres un traidor! ¡Un mentiroso!
Harry sabía a la perfección que esas palabras no iban dirigidas hacia él.
Heaven soltó un sollozo que solo ocasionó que Harry se sintiera el peor hermano del mundo. Intentó abrazarla, pero Heaven se alejó.
—¿Por qué...?
—Heaven yo no sabía nada hasta hace unos días.—exclamó Harry casi gritando.
Heaven sollozó una vez más, aferrándose el pecho de su hermano, aún con el pergamino arrugado en su mano.
Harry comenzó a dar pequeñas palmadas en la espalda de la rubia, pero todo volvió a arruinarse cuando vio de reojo como sus padres habían entrado a la habitación.
—¿Qué sucede?—preguntó James con preocupación.
Mientras que Lily miraba directamente a la caja circular localizada en el suelo. Sintiendo un nudo en el estómago, supo que nada bueno se acercaba.
James comprendió absolutamente todo cuando Heaven giró la mirada hacia él. Observó el pergamino arrugado en su mano y sintió como el alma le cayó a sus pies.
La decepción, la tristeza y el coraje estaban perfectamente plasmados en el rostro de la ojiverde.
A James le dolió el pecho como nunca antes, acababa de romperle el corazón a su hija, así como también rompió con toda la confianza que se tenían.
—Cariño, te puedo explicar todo...—se apresuró a decir pero Heaven comenzó a negar repetidas veces con la cabeza.
La rubia simplemente negó repetidas veces con la cabeza, antes de decidir salir de la habitación; James intentó tomarla por el brazo mientras la seguía por el pasillo, pero Heaven se había soltado bruscamente; al final, lo único que James consiguió fue una puerta cerrada del golpe en sus narices.
James sintió sus ojos llenarse de lágrimas y con un nudo en la garganta regresó a la habitación de Harry, donde Lily se encontraba tomando todas las cartas y guardándolas en la pequeña caja mientras lloraba en silencio.
En cambio, Harry se había sentado al borde de la cama, notándose extremadamente incómodo, él también estaba furioso con sus padres; y en parte, se sentía culpable de que Heaven se había enterado de aquella forma tan inesperada; sin embargo, sabía que no tenía tanta culpa, pues sus padres dejaron pasar muchos años.
Y al final del día, todas las verdades salen a la luz.
Ninguno había visto de aquella forma a Heaven, lucía tan confundida y destrozada al mismo tiempo.
—¿Esas son las cartas?—preguntó James con la voz en un hilo.
Lily asintió, aún con lágrimas deslizándose por sus ojos.
James se talló los ojos con desesperación e hizo una señal para salir de allí y poder tocar aquel tema en privado.
Su acción fue interrumpida cuando Hazel llegó a la habitación luciendo aún más confundida de lo habitual.
—¿Qué sucede? ¿Dónde está Heaven? ¿Por qué están llorando?—preguntó apresuradamente.
Lily se acerco a Hazel, dejando un beso en su frente. Miró a sus hijos de manera nostálgica.—No planeábamos que ninguno de los tres se enterara de tal desastrosa manera; pero supongo que por algo así se dieron las cosas.—suspiró y miró a James antes de continuar.—Hazel, cariño, Heaven no es mi hija biológica.
Hazel sintió una opresión en todo su cuerpo, y por unos segundos pensó que vomitaría debido a la impresión.
—Pero eso no hace alguna diferencia, la amo de la misma forma en la que los amo a ustedes dos.—hizo una pausa de algunos segundos.—Hemos arruinado todo, principalmente yo.—confesó Lily.—Pero Heaven los necesitará más que nunca, ustedes tres siempre deben de permanecer juntos y unidos, sin importar qué. Y yo se que lograremos salir de esta.
Hazel asintió mientras sentía ciertas lágrimas de saliéndose involuntariamente de sus ojos.
—Les prometo que les contaremos todo, pero su padre y yo tenemos mucho de que hablar primero.—concluyó Lily.
Hazel y Harry simplemente asintieron.
Los dos adultos regresaron al despacho, sin embargo, ninguno de los dos murmuraba alguna sola palabra.
Lily cerró la puerta, y se recargó sobre ella.
James la miró para luego cerrar los ojos un par de segundos.
—James...—murmuró Lily con la voz entrecortada.
El hombre alzó la mirada.—No estoy enojado pero no logro entender por qué lo hiciste.
Lily soltó un sollozo.—Nunca lo entenderías.
James miraba el rostro de su esposa.—Sé que siempre ha sido una situación totalmente injusta y difícil para ti. Pero eso no te da ni un solo derecho, Lily, todo pudo haber sido diferente.—exclamó el azabache.—Y ahora Heaven está en su cuarto completamente destrozada.
—¡No intentes culparme de todo! ¡Tú no eres nada inocente!—exclamó Lily.
—¿Y crees que no lo sé? ¿Crees que no me siento como la peor persona del mundo? ¿Qué clase de padre le rompe el corazón a su propia hija? ¿Notaste como me miró? ¡Me siento terrible!—respondió James en una gran ola de emociones.
—¿Y por qué te justificas tanto?
—Sólo quiero saber por qué lo hiciste.—respondió James.
Lily cerró los ojos y comenzó a llorar, nuevamente.—Nunca fue mi intención.
James resopló.
La pelirroja tragó saliva, animándose a seguir hablando.—Isabella y tú siempre tuvieron ese tipo de conexión, que ni si quiera tienes conmigo. Y por mucho tiempo, fue mi mayor inseguridad; el hecho que algún día, Isabella llegara de la nada y no lo sé. James, éramos bastante jóvenes. Actúe de una forma tan infantil y estúpida; el día que llegó la primera carta se me hizo fácil ocultarla, al igual que la segunda, la tercera, la cuarta carta también. Y cuando me di cuenta, habían pasado unos seis años; no podía creer lo insistente que era Isabella, así que, le respondí pretendiendo ser tú, pidiéndole que se detuviera. Nunca pensé en las consecuencias. Sólo no quería ni quiero perderte, mucho menos a Heaven.
James la miró con cierta compresión y rió irónicamente.—No entiendo como después de tanto tiempo sigues dudando sobre cuánto te amo.
Lily sonrió entre el montón de lágrimas que se deslizaban por sus mejillas.—Perdón. Son cosas que simplemente suceden.
James asintió acercándose a ella, abrazándola y besándole la frente.—Tú perdóname a mi, he fallado infinidad de veces al intentar comprenderte. Nada fue fácil para ti. Lamento tanto todo, así como también te agradezco lo maravillosa que has sido todo este tiempo.
Lily se sintió aún peor, pues la culpa comenzó a hacerse presente en cada parte de su cuerpo. Cerró los ojos y tomó un gran suspiro.
—James...—murmuró mientras se apartaba del abrazo.
—¿Crees que sea buena idea darle tiempo a Heaven? ¿O debería ir a con ella?—cuestionó James mirando a su esposa a los ojos.—Íbamos a decirle después de navidad.—dijo con la voz entrecortada.—Lily, debe odiarme en estos momentos...
—James, necesito decirte algo más...—lo interrumpió.
La expresión de James cambió un poco al ver la de Lily. No estaba seguro de que podría ser, pero no era nada bueno.
James la miró atentamente.
Lily abrió la boca pero volvió a cerrarla en cuestión de segundos. No tenía ni idea de como comenzar a decirle lo que había cometido.
—El día del accidente del Departamento de Misterios, Bellatrix Lestrange le contó todo a Heaven.—comenzó a hablar.
James frunció el ceño.—No estoy entendiendo.
—Ese día, Heaven se enteró de todo.—hizo una pausa para mirar el rostro de James, quién lucía extremadamente confundido.
—¿Entonces Heaven ya lo sabía?
Lily ahogó un sollozo.—Ella me confrontó cuando despertó en San Mungo, comenzó a hacerme preguntas y...
—No entiendo, ¿te confrontó después? ¿no se supone que debido al impacto...?
Lily volvió a interrumpirlo.—Heaven no recuerda nada de esa noche, dice que tiene una especie de borrón y lo último que recuerda es cuando escaparon de Hogwarts...
—Lo sé, fue por el golpe que recibió debido a la explosión. Eso te dijeron los medimagos. Y no tiene sentido que te lo haya...
Ambos se quedaron en silencio por algunos largos segundos.
—¿Le lanzaste un Obliviate?—cuestionó James mientras su voz se iba apagando. Con miedo de saber la respuesta, miró con decepción a Lily, directamente a los ojos.
James se consideraba una persona bastante pacífica pero Merlín librara a la persona que se metiera con sus hijos de todo mal.
Y todo era un peor, pues esta vez se trataba de Lily, y más allá del enojo, había decepción. ¿Cómo pudo hacerle semejante acción a su pequeña?
James siempre estuvo consciente que Heaven merecía saber la verdad. Esperaba que el momento se diera con naturaleza, pero justo cuando Isabella reapareció en sus vidas, sabía que lo que menos tenía para hacerlo era tiempo.
Así que había planificado el como decirle toda la verdad.
Sin embargo, todo resultó ser un desastre.
Lily no tuvo que responder para afirmarlo, la pelirroja comenzó a llorar con frustración.
James se dedicó simplemente a mirarla. Y luego de lo que parecieron unos eternos segundos, el azabache salió del despacho.
—James, déjame explicarte...—murmuró Lily tras él, pero el hombre simplemente la había ignorado mientras caminaba hacía la habitación de su hija mayor.
Lily sabía que el hombre está furioso, pues su silencio más que lo demostraba así como también dolía más.
Heaven no estaba muy segura si todo era un sueño o en realidad estaba sucediendo.
Con la sensación que su cabeza estaba a punto por explotar, se sentó en el borde de su cama.
Jamás se había sentido tan traicionada y dolida en toda su vida.
Había dejado de llorar varios minutos atrás, pues más que la abundante tristeza que sentía en su alma, jamás se había sentido tan enojada como lo hacía en esos momentos.
No estaba segura si alguna vez volvería a confiar en sus padres. Especialmente en James, ella jamás espero que él le fuera a dañar de alguna manera.
Era su padre. La persona que siempre le sacaba una sonrisa en sus peores días. Su persona favorita en todo el mundo.
Le había mentido durante toda su vida.
Heaven no quería ni pensar en Lily. Le dolía el corazón de tan solo pensar en aquella pelirroja mujer que amaba tanto.
El pensamiento que ella la amó desde que comenzó a tener uso de razón y que Lily la amó por obligación le terminó de destrozar su corazón a la rubia.
Todo en su mente, de cierta manera, tenía sentido. Pero no le gustaba la sensación que le provocaba aquel pensamiento.
Sabía que Lily la amaba pero ahora entendía porque todo lo percibía de diferente manera.
Intentó respirar con calma, pero nada parecía funcionar.
¿Por qué todo le tiene que pasar a ella? Se preguntó.
Tomó la carta entre sus manos y con la vista borrosa debido a las lágrimas acumuladas, la leyó una vez más. O tal vez dos, cuatro, ocho veces más.
Arrugó el papel y lo lanzó a alguna parte de la habitación.
Se recostó sobre su cama, abrazando a una de sus almohadas, sintiéndose más miserable que nunca.
Lo último que escuchó fueron pequeños golpes en la puerta junto con la voz de su padre rogándole que lo dejara pasar y que tenían que hablar, sin embargo, lo ignoró completamente hasta que cayó en un profundo y necesitado sueño.
***
sin editar
nota de la autora;
¿Les gustó🥺🥺?
Es que tanto que estuve esperando esto y ni si quiera me gustó tanto o bueno ns, pero en fin,,,
¡BIENVENIDXS AL ACTO DOS! ¡QUE EMOCIÓN!
Les cuento que intentaré que este acto no sea tan largo como el anterior, pq la neta que hueva JAJAJJAAJ
Así que, espero que les haya gustado.
Gracias por las casi 115k leídas, sigo en shock.
All the love
Francia 💐
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