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【 029 】



xxix. blaming the feelings

omnisciente

Draco entró suspirando a su dormitorio, mientras se desabotonaba la túnica. Después de algunos días, se había decidido a portar su uniforme de manera decente. Y tal vez porque solo quedaba un par de días de clases —a cuáles ni asistía— pero pensó que sería buena idea prestar algo interés.

Sus notas no habían sido del todo malas, le agradecería más tarde a su amiga Eloisse, quien lo había ayudado bastante.

Su mente llegó a donde menos lo deseada, y se replanteó la idea de quedarse en Hogwarts para las vacaciones.

Estaba más asustado de lo que le gustaría aceptar. Severus Snape tenía razón.

¿Pero podría culparse? Solo tenía dieciséis.

Tenía miedo llegar a casa y no regresar a Hogwarts.

Sin embargo, ¿quería regresar a Hogwarts? Se lo preguntó. Si fuera por él, no pisaría el suelo de aquel colegio nunca más.

Se talló el rostro con sus manos. No debía temerle a la mansión. Pero lo hacía. No estaba orgulloso de ello.

Pero una vez más, solo tenía dieciséis.

Debería estar preocupado por otros asuntos y no por tener que cometer el asesinato del año.

Debería estar pensando a que se dedicaría el resto de su vida. Con quién la pasaría.

Inconscientemente sus pensamientos pasaron a Heaven Potter. El fantasma de una sonrisa se asomó por sus labios.

Quién diría que a Draco Malfoy le agradaría la idea de compartir su vida con una Potter.

Sin embargo, comenzaba a sonar más absurdo que nunca. Era una idea demasiado precipitada y estaba seguro que ni si quiera le gustaba tanto.

Solo le agradaba su compañía, su risa, su aroma, su cabellos y sus pequeños, tímidos e inconscientes toques.

Miró sus anillos, y recordó la vez en la que Heaven jugueteó con ellos de manera tan natural e inconsciente que pareció que todo el universo se había puesto de acuerdo para hacer que Draco ocupará los anillos aquel día.

No había visto a la rubia durante el día. Quizás porque estaba escondiéndose de ella.

La noche anterior había sido bastante confusa para ambos.

Draco jamás se había dejado tan evidencia y le resultaba bastante hilarante que la joven Ravenclaw no se diera cuenta. O tal vez, para desgracia de Draco, no quería darse cuenta.

Pero él sabía que aquello era una probabilidad. Al parecer le gustaban solo los chicos de Ravenclaw con cabello oscuro; y la noche anterior lo había confirmado.

Se sintió algo traicionado al verla junto a Roger Davies. Ella le había dicho que no iría con nadie.

Pero en realidad, no era asunto suyo. Ni debería importante tanto.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando la puerta se abrió de manera abrupta y agresiva.

—¡Draco! ¡Draco! ¡Draco!—la chillona voz de Eloisse resonó con eco por toda la habitación.

Draco rodó los ojos y se preguntó en qué momento había decidido ser amigo de aquella ruidosa —pero leal— chica.

—¿Qué quieres?—preguntó de forma más seca de lo que quería.

Eloisse arqueó la ceja y su semblante pasó de uno divertido a uno lleno de indignación.—Claro, como ya no soy tu rubia favorita, ya no me hablas bonito.—se cruzó de brazos.

Draco hizo una mueca.—No fue mi intención...

—Ya lo sé.—rió Eloisse.—Sólo estaba bromeando.

El rubio arrugó la nariz, acercándose a ella y regalándole un rápido abrazo.—Gracias, por todo.

—No pasa nada. Me preocupo por ti —le dejo una caricia en su brazo.—, aunque me trates mal.—le reprochó con diversión.

Draco rodó los ojos y la empujó con cuidado y diversión.

—¿Que querías?—repitió Draco sonando más relajado.

—Blaise y Theo tuvieron una cita.—dijo brincando a la cama.

—Ya lo sabía.—murmuró Draco sentándose junto a ella.

—¿Y por qué yo no?—preguntó indignada.—Me siento muy ofendida.

Draco rió y frunció el ceño al recordar un detalle.—¿Dónde estuviste anoche?

—En la gala de Slughorn.—dijo Eloisse, mirando fijamente sus uñas.

El rubio sabía que mentía, pues cuando el irrumpió en la fiesta, no vio ni un solo rastro de su amiga.

Sin embargo, no quiso preguntarle. Sabía que ella le contaría por si cuando se sintiera lista. Pero la preocupación no podía dejarlo tranquilo.

—Bueno, ¿sabes que siempre puedes confiar en mi, cierto?—le dijo Draco intentando sonar no tan interesado.

—Lo sé.—le respondió Eloisse aún mirando sus uñas.

Luego de un par de segundos, la rubia fue quien rompió el silencio.

—Te mentí, no fui a la Gala.—murmuró en voz baja.

Draco asintió, indicándole que continuara.

—Conocí a alguien. Se llama Anya, es una Hufflepuff de quinto año.—miró sobre su hombro, esperando la reacción de su mejor amigo.

—Me alegra por ti. Y ya sabes que no tienes porque ocultarme las cosas a mi. Jamás te juzgaría. Ni por tus gustos o preferencias.—le recordó Draco, enderezándose y acercándose a su amiga, para revolverle el cabello con diversión e incluso cariño.

Eloisse suspiró.—Lo sé. Solo que ya sabes, mi familia aún no sabe qué también me gustan las chicas. Y me da mucho miedo que alguna de mis hermanas me vea y le cuente a mis padres.—le confesó mirando sus zapatos.

Draco sin saber exactamente que hacer le tomó la mano con cariño.—Siempre me tendrás a mi.

—Y tú a mi.—le dio un pequeño apretón.—Aunque me cambies por la Potter rubia.—bromeó Eloisse, entrecerrando los ojos.

Draco rodó los ojos con una sonrisa burlona plantada en sus labios.

—Hablando de ella.—Eloisse se giró sobre su torso para encararlo.—Ya casi tiene dos meses desde que te diste cuenta que te gusta.

Draco arrugó la nariz.—¿Y?

—¿De verdad lo dejarás ir? Es decir, ¿dejarás que ese sentimiento desaparezca con el tiempo?

El rubio suspiró y asintió.—Supongo, no sé.—se mordió el interior de su mejilla.—Anoche...—se interrumpió a sí mismo.—Olvídalo, fue algo muy estúpido.

Eloisse le dio un golpe en el pecho.—Dime.—insistió.

—No, solo déjalo.—cerró los ojos.

—Merlín, que complicado eres.

Draco bufó.—¿Crees que debería hacer algo?—murmuró después de unos segundos en silencio.

—Sí.

—¿Por qué?—cuestionó.

—Porque te gusta.—le respondió la joven con obviedad. 

—Tengo otras cosas en las cuáles si me debería enfocar.—le dijo con frustración.

—¿Intentas convencerme a mi o a ti?

Draco rió suavemente.—Está bien. Haré algo y si sale mal, no pasa nada ¿no? Es decir, mañana nos vamos a nuestras casas. Podría no regresar.

Eloisse lanzó una carcajada.—Yo te ayudaría a esconderte.

—Se aprecia.—dijo Draco con una media sonrisa.

Ambos rieron por unos segundos, sin embargo su risa fue disminuyendo, hasta quedar en silencio.

—Eloisse...—la llamó con la voz temblorosa.

—¿Si?

—¿Y si no regreso?—preguntó con la voz entrecortada.

Eloisse frunció los labios.—¿A qué te refieres?

—No he terminado mi misión. Ni si quiera estoy a la mitad...—mencionó Draco con un nudo en la garganta.

El semblante de Eloisse también se puso bastante serio, sin embargo, a los segundos una sonrisa tranquilizadora se asomó en su rostro.—Todo estará bien. Te lo prometo. Cuando seamos mayores, recordaremos todo riendo.

—No deberías hacer promesas, si no estás segura que se cumplirán.—le dijo Draco mirándola de reojo.

Eloisse rió nerviosamente.—No puedo evitarlo.

Draco posó su mano sobre su estómago, podía sentir el nudo que se le había formado.—Eso no ayuda.

—Todo estará bien.—repitió Eloisse por segunda vez, dejando escapar un lento suspiro.

Aún así, sin importar cuantas veces Eloisse Greengrass lo repitiera, Draco no estaba tan seguro de ello.

Heaven observaba el cielo con nostalgia. Recordando su primera clase de Astronomía y cuán estaba emocionada por ella.

Sintió un pesadez en cada uno de sus huesos al darse cuenta que habían pasado ya seis años desde aquella noche.

El ligero viento invernal le pegaba de frente al rostro, ocasionando que varios mechones de cabello se le pegaran a la cara.

Resopló, se había hartado lo suficiente de estar allí. Pero no quería ir a dormir aún. No era tan tarde.

Eran aproximadamente las once de la noche —ya había pasado la hora de irse a los dormitorios— sin embargo, no podía pegar el ojo.

Así que había decidido abrigarse un poco más e ir a explorar por el castillo. Tal como cualquier alumno de primer año fantaseaba hacer.

Estuvo la mayor parte del día evitando a sus hermanos. No quería ver a ninguno de los dos. Aunque sabía muy bien que eso no podía durar para siempre.

Y por alguna extraña razón se sentía nerviosa al saber que el día siguiente regresaba a su hogar por un tiempo. Las vacaciones que tanto esperaba por fin iban a acontecer. Deseaba poder disfrutarlas al máximo.

Pero ella no podía tener aquello bajo control.

Miró sus manos detalladamente y notó que estaban más pálidas de lo común debido al frío. Por un instante decidió irse a su dormitorio.

Sin embargo, unos pasos vagos se escucharon detrás de ella. Cerró los ojos y deseó que fueran Ron y Hermione, quienes eran los prefectos encargados del patrullaje aquella noche.

Se giró sobre sus talones, encontrándose con Draco y su típica sonrisa socarrona.

—Merlín, me asustaste.—murmuró Heaven.

Draco rió.—¿Debería estar sorprendido?

Heaven sonrió de lado.—Supongo que no.—pausó unos segundos.—¿Qué haces aquí?—le preguntó con curiosidad.

—Quería tomar un poco de aire fresco.—dijo recargándose en el barandal.—¿Y tú?

—Lo mismo.—respondió simplemente.

Draco la observó deslizarse contra el muro hasta terminar sentada mirando en dirección a las escaleras, así que decidió imitar su acción.

—¿Te sucede algo?—preguntó Draco con cierta preocupación.

Heaven frunció el ceño. Estaba harta de esa pregunta, así que la evadió completamente.

—Eso debería preguntarte yo a ti.—resopló Heaven.—Tus cambios de humor conmigo me provocan dolores de cabeza y mucha, mucha, mucha confusión.

Draco miró al frente.—No sé de que me estás hablando.—mintió. Draco sabía exactamente a lo que la Ravenclaw se refería.

La rubia rodó los ojos.—Anoche...

—¿Cómo estuvo tu cita con Roger Davies?—interrumpió Draco.

Heaven entrecerró los ojos.—¡Por Rowena! Contrólate.—le respondió al borde de las risas, contagiando a Draco.—Te dije que no iba con nadie y así fue. De todas formas, ¿por qué te importa tanto?—preguntó sin estar muy segura de querer conocer la respuesta.

—No me importa.—le respondió Draco frunciendo los labios.

Heaven lo miró con una ceja alzada.—Dios, eres tan extraño.

Draco sonrió de lado.—¿Te divertiste?

Heaven lo miró, asintiendo ligeramente con la cabeza. Luego soltó un quejido y comenzó a negar.—Todo iba bien hasta que irrumpiste la fiesta...—la rubia notó la cara de Draco llena de pánico así que decidió no preguntar.—Harry te siguió luego de que te saliste con Snape y bueno, escuchó una parte de tu conversación con él, y cree que eres, eh, uh...—Draco la miraba expectante.—Bueno, eso no importa. El punto es que me llamó estúpida.—resopló con la voz quebrada.

Draco sintió un gran alivio al darse cuenta que Heaven no se había atrevido a llamarlo mortífago. Por otro lado, las ganas de golpear a San Potter habían crecido.

—El estúpido es él —aseguró Draco rodando los ojos.—, no le hagas caso.

Heaven lo miró de reojo, sonriendo.—Lo sé, pero siempre me hace sentir mal de alguna forma u otra, y ya me cansé de ello.

—Bueno, si gustas, podríamos tirarlo por las escaleras y hacer que parezca un accidente.—bromeó Draco.

Heaven rió.—Ganas no me faltan.

Draco se giró sobre su torso para mirarla fijamente. Se acercó a retirarle uno de los mechones que debido al viento, tenía pegados al rostro.

—¿Qué le sucedió a tus mechones rosa?—le preguntó con cierta curiosidad reflejada en sus ojos.

Heaven se sentía abrumada bajo el efecto que le estaba provocando tener a Draco tan cerca de ella, e incluso olvidó a qué se refería el chico.

—¿A qué te refieres?—le preguntó mirándolo a los ojos.

—Tú solías tener el cabello de color rosa, bueno, solo una parte.—aclaró Draco y por fin rompiendo el poco contacto físico.

—Cierto...—pausó Heaven para encogerse de hombros.—Me aburrió.

Draco sonrió.—Me lo imaginaba.—dijo para luego soltar un profundo suspiro y mirar de nuevo hacia el frente.

—Draco...—lo llamó Heaven. El rubio la miró una vez más.—¿Qué estás haciendo aquí?—le preguntó con cierta preocupación.

Recién había caído en cuenta que durante el tiempo que llevaba hablando y conviviendo con Draco; el rubio siempre lucía igual de decaído y jamás le había mencionado el por qué.

Draco regresó a su postura anterior, reclinando la cabeza sobre el muro de la parte baja del barandal. Cerró los ojos.

Heaven se asustó al pensar qué tal vez había sido demasiado entrometida.—¿Sabes? No tienes porque contarme...

—Tengo miedo de regresar a mi casa.—murmuró Draco casi inaudiblemente.

Heaven inclinó la cabeza hacía él, mirándolo con preocupación. Había captado completamente a lo que se refería, así como también había entendido que el rubio no continuaría hablando del tema.

—Tengo una idea.—dijo Heaven levantándose de su lugar y Draco la miró con el ceño fruncido. La rubia se giró y le tendió la mano, dispuesta a ayudarlo a levantarse.

Draco la tomó, sabiendo que el mayor peso para levantarse tendría que ser sobre sus piernas para evitar que Heaven se lastimara.

Y así fue, los dos parados frente a frente con las manos aún tomadas.

Draco quiso soltarse, pues no quería incomodarla pero Heaven se rehusó a soltarlo.

—Te voy a llevar al mejor lugar de todo Hogwarts, probablemente no lo conoces.—mencionó Heaven con cierta emoción en su voz.

—Créeme, conozco cada lugar de este viejo castillo.—murmuró Draco. Y en parte era cierto. Debido a su misión, había inspeccionado cada rincón.

Heaven negó de manera divertida.—No sabes lo que dices.

Draco resopló.—Guíame, entonces.—dijo con una sonrisa.

Heaven aún sin soltarle la mano, lo guió por las escaleras de caracol para bajar de la Torre de Astronomía.

Caminaron por algunos minutos, hasta llegar al quinto piso. Draco había comenzado a cansarse pero no dijo nada.

Heaven lucía algo confundida y Draco comenzó a preocuparse.

La rubia se detuvo en seco.

—¿Nos perdimos?—cuestionó Draco con diversión.

Heaven lo miró sobre su hombro.—No.—respondió arrugando la nariz.

—Tienes razón, no nos perdimos, nos perdiste.—bromeó con una sonrisa de lado.

Heaven resopló.—No me dejas concentrarme.—refunfuñó.

Draco.—Estamos en el quinto piso.

Heaven chasqueó la lengua.—Ven.—tiró con fuerza la mano de Draco y camino hacia el oeste.

A Draco comenzaba a reconocer el lugar, sin la mínima idea de saber a donde lo estaba llevando.—¿Heaven?

—¿Qué?—respondió sin dejar de caminar.

—¿Me estás llevando al aula abandonada?—le preguntó riéndose ligeramente.

Heaven volvió a detenerse en seco. Sintió como se sonrojó levemente. Se giró y lo golpeó en el pecho juguetonamente.—¡No!—rió.—Ugh, eso desearías.—rodó los ojos y comenzó a caminar de nuevo.

La sonrisa de Draco creció.—Entonces sí sabes que es el aula abandonada.—ahogó una carcajada.

—Entonces tú sabes en donde queda.—contraatacó Heaven.

Draco con su mano libre, se rascó la ceja.—Mierda, no se te escapa ninguna.—se quejó.

Heaven apretó su mano.—A ti tampoco.

—¿No te preocupan los prefectos? Porque sería muy divertido verte intentar explicar que hacemos cerca del aula abandonada tomados de la mano.

Heaven lo soltó abruptamente. No se había dado cuenta que aún seguían tomados de la mano.

Draco se arrepintió de haberlo dicho. Pues su mano se sintió vacía.

—De hecho, si estoy preocupada porque si no mal recuerdo, los encargados del patrullaje son Ron y Hermione.—bufó.—Sería aún más complicado...

Draco abrió los ojos con exageración.—Pero...

—No importa.—lo interrumpió.—Porque ya llegamos.—dijo señalando el enorme retrato frente a ellos.

Heaven no estaba muy segura sobre quien era el retrato, sin embargo, le recordaba a la Reina de Corazones de Alicia en el País de las Maravillas.

—¿Aquí?—preguntó Draco con cierta decepción.

Heaven se sintió indignada.—Algo así.—dijo antes de sacar su varita.

Draco la observó acercarse aún más al retrato, murmurar un hechizo desconocido para él.

E irónicamente como por arte de magia, el retrato se había separado en dos. Dejando a la vista una vieja puerta marrón de madera. Diferente al resto de las puertas en Hogwarts.

Estaba más sorprendido de lo que le hubiera gustado aceptar. Y en parte, su orgullo se hirió, pues el había jurado que conocía cada rincón del castillo.

Heaven se adelantó y abrió la puerta.

Era una aula, si. Pero era completamente diferente al resto.

Esta tenía enormes y sofisticados ventanales que reemplazaban los muros del frente. El único muro existente era donde se encontraba la puerta. Tenía decenas de alfombras azules con bordes de color oro.

El techo lucía como el del Gran Comedor pero mucho más realista y cerca.

Draco seguía deslumbrado por la belleza del aula y cayó en la realidad cuando Heaven habló.

—¿Te gusta?—preguntó con emoción.

—Me encanta.—murmuró Draco aún mirando hacia el techo como algún niño pequeño.

—Según mi tío Remus, las clases de Astronomía solían darse aquí. Hasta que pensaron que la Torre de Astronomía era más conveniente.—mencionó Heaven acercándose a un escritorio al fondo del aula.

—Tiene sentido.—dijo Draco señalando el techo y los ventanales.

—¿Cómo descubriste este lugar?—le preguntó Draco.

—Mi tío Remus.—repitió Heaven.

—¿El profesor Lupin?

—Sí.

—Él me agradaba.—murmuró Draco.

Heaven alzó una ceja.—Creí que su clase era ridícula.

Draco rió, frotándose la frente.—Debes admitir que ese ha sido de mis mejores chistes.

Heaven negó con diversión.—Si tú lo dices.

—¿Y él como la descubrió?—preguntó Draco con curiosidad luego de unos cortos segundos en silencio.

—No lo sé.—dijo Heaven rebuscando algunas cosas.—Recuerdo que me dijo que solía venir con alguien pero nunca especificó con quién.

Draco asintió.

—Me trajo una vez porque...—rió con ironía.—, aquella vez también estaba peleada con Harry, y creo que también con Hazel. Y bueno, Remus es como un segundo padre para mi. Lo aprecio bastante.—dijo Heaven.

Draco sonrió sin saber que podría decir.

—Tiene mucho tiempo que no venía. La última vez que estuve aquí fue en el cuarto año. Tampoco fue uno de los mejores.

—¿Por qué?—cuestionó Draco observándola desde el otro lado del aula.

—Por todo el asunto del Torneo. A veces si me afectaban los comentarios que lograba escuchar.—dijo con una mueca.

—Siento tanto que lo hayas pasado mal.—le dijo Draco.

Heaven alzó la mirada y sonrió con sinceridad.—Igual, no la pase tan mal. Tuve buenos momentos con Marietta, Theodore y Anthony.

Draco miró sus manos.—¿Disfrutaste el Baile de Navidad?

Heaven frunció la nariz.—No mucho. Fui de las que no consiguió pareja y fui con mi mejor amigo.

—¿Recuerdas lo que hablamos ese día? Creo que fue de las primeras veces que hablamos como personas civilizadas.

Heaven frunció el ceño.—Solo recuerdo que me amenazaste porque creías que estaba saliendo con Theodore.—dijo riendo.

Draco resopló riendo.—En mi defensa, se la pasaban juntos todo el tiempo.

Heaven rió.—Tienes razón...—hizo una pausa.—Es todo lo que recuerdo.

El rubio frunció los labios. Si tan solo Heaven supiera lo mucho que su conversación sobre como los apellidos no definen la persona que eres había marcado a Draco.

Antes de que pudiese decir algo, Heaven lo interrumpió.

—¡Cierra los ojos!—ordenó.

Draco la miró con confusión.—¿Por qué lo haría?

—¡Sólo hazlo!—exigió la rubia. Al ver el rostro no tan convencido de Draco, preguntó: —¿Confías en mi?

—Si no hay otra opción...—bromeó Draco. Para sorpresa de Heaven, el rubio no se quejó otra vez y le obedeció.

Heaven agitó su varita del libro que había encontrado al techo estrellado, repetidas veces hasta que logró su cometido.

Guardó su varita y se acercó a Draco por detrás. Sintió como el rubio se sobresaltó al sentir las palmas de sus manos cubriendo sus ojos.

—Tenía que supervisar que no hicieras trampa.—murmuró Heaven.

Draco rió suavemente.—Yo jamás haría trampa.

—Voy a pretender que no has dicho eso.—bromeó Heaven. Con ayuda de sus manos, inclinó la cabeza de Draco para qué mirara al techo. Soltó un pequeño grito de emoción, ocasionando que Draco riera.—¿Estás listo?

—Eso creo.—murmuró Draco.

Heaven fue retirando sus manos lentamente, y después les colocó en los hombros de Draco, dando pequeñas palmadas.

Draco sonrió y sintió en su interior como su atracción hacía Heaven había incrementado un poco más.

Heaven había hechizado el techo para que se pudiese ver la constelación Draco a detalle.

Ella lo observó por unos instantes. El semblante del rubio se veía más relajado que nunca, y podía apostar todos sus galeones que jamás lo había visto sonreír de esa manera.

Heaven se sintió aliviada al darse cuenta que si le había agradado su pequeña e improvisada sorpresa. No quería forzarlo a hablar de un tema que no fuera de su comodidad pero podía intentarlo hacerlo sentir mejor aunque sea por unos minutos.

Estaba segura que todo el asunto se relacionaba con el hecho de que Lucius Malfoy se encontraba en Azkaban desde el comienzo del junio y el año estaba por terminar. Supuso que de cierta forma, a Draco le afectaba toda la situación. Recordó haber visto en El Profeta imágenes de él y su madre, Narcissa Malfoy, ir y salir del Ministerio numerosas veces. Cada vez luciendo más apagados y sofocados.

Heaven lo miró de reojo.—¿Y bien?

Draco la miró de lado.—Gracias.—le sonrió lo más sincero que pudo.—Es asombroso.—murmuró sentándose en la alfombra, aún mirando hacia arriba.—Solo la había visto un par de veces, en un telescopio en la casa de mi abuelo Abraxas, antes que falleciera.

Heaven asintió e imitó su acción, con la diferencia que se recostó mirado al techo, con toda la confianza. Draco la siguió unos segundos más tarde.

Estuvieron en un silencio bastante cómodo, simplemente mirando al techo hechizado. Parecía tan real que si no estabas consciente que era un hechizo, podría asustarte.

—El nombre hace referencia al dragón Ladon.—Draco rompió el silencio.—Era la criatura encargada de custodiar los jardines de las Hespérides en la mitología griega.—explicó.—Fue catalogada como constelación en el siglo II por el astrónomo griego Ptolomeo.

Heaven abrió la boca para hablar pero Draco la interrumpió.

—No se te ocurra hacer preguntas porque es lo único que se.—se adelantó.

Heaven no pudo evitar reír.—No sabía que te gustaba la Astronomía.

Draco hizo una mueca.—No realmente, pero ser proveniente de una familia con la tradición de nombrar a sus hijos con constelaciones, estrellas e incluso galaxias, te vuelve curioso al respecto.

—A veces olvido que eres un Black.—dijo Heaven mirándolo de reojo.—Suelo convivir tanto con Sirius y Andromeda que de verdad se me olvida qué hay más de ellos... bueno, de ustedes y que son algo diferentes.

—Ya me has hablado de Sirius, así que, tengo curiosidad de saber—hizo una pausa.—¿cómo...—su voz se apagó.— es Andromeda?

—Físicamente se parece mucho a Bellatrix, o eso dicen, creo que jamás he visto a Bellatrix en persona... o bueno, si, cuando sucedió lo del Departamento de Misterios allí estaba ella. Pero me cuesta mucho recordar esa noche. Supongo que fue el golpe que recibí.

Ambos rieron.

—Es una mujer bastante alegre y un gran ejemplo. Me gustan las ideologías que tiene. Y es demasiado agradable. Su esposo, Ted, también es muy agradable, y ni hablar de Nymphadora, aunque le gusta que la llamen Tonks. Ella te agradaría bastante.—le explicó Heaven.

—¿Nymphadora es hija de Andromeda, cierto? ¿Mi prima?—dudó Draco.

Heaven asintió.—Sí.

Draco suspiró.—A veces, a veces si me gustaría conocerlos. Saber que no todos somos ¿malos? No lo sé. Es difícil de explicar.

Heaven comenzó a escucharlo con atención. Ambos se reincorporaron, quedando sentados frente a frente.

—Me parece bastante ridículo el hecho de que a ambos, Sirius y Andromeda, los hayan desterrado de la familia por ser —prácticamente— ser felices. ¿Qué esperanza me deja? ¿Vivir condenado a repetir los pasos de mi padre? Yo no quiero eso.—chasqueó la lengua.—Y todo eso me asusta, Heaven. Me asusta mucho.—murmuró con la voz apagada, mirando al suelo.

Heaven se acercó, tomándolo de la barbilla para que la mirara.—Yo no creo que seas malo, Draco. Y tampoco creo que estés condenado a ser como tu padre. No, si no es lo que quieres. ¿Sabes? Realmente todo depende de ti. Y yo se qué hay veces en las que hay situaciones de las cuales no tienes el control, pero siempre se toma en cuenta la intención y los motivos de las personas. Desconozco por lo que estés pasando, y obvio, no te obligaré a contarme, pero quiero que sepas que estoy bastante agradecida de esta extraña amistad o lo que sea que hayamos formado. Me di cuenta que no eres el niño mimado y sangre pura que se cree superior a los demás que todos creen que eres. Draco, para mi sorpresa resultaste ser bastante agradable, empatico y un buen amigo. Y eso, por si no lo sabías, te hacer ser buena persona. Y bueno, se que antes no eras el mejor, pero todos cometemos errores. Los errores nos hacen humanos. Sentir, nos hace humanos.—terminó de decir, aún con su mano puesta sobre su barbilla, lentamente dirigiéndose a su mejilla y comenzando a acariciarla delicadamente.

Draco reclinó su cabeza contra la mano de Heaven. Suspirando.

No supo en que momento se había soltado, acercándose más a ella. Muchísimo más de lo que debía.

Mucho menos supo en que momento había comenzado a besarla.

Y por supuesto que tampoco tenía ni idea de en qué momento los papeles se habían intercambiado y ahora era Heaven quien estaba sentada a horcajadas sobre él, con uno de sus brazos rodeándolo por el cuello y una de sus manos enredada en su cabello, besándolo con delicadeza.

Lo que sí había notado, es que jamás se había sentido tan completo en su vida. 

Y Heaven, pensaba exactamente lo mismo.

***

nota de la autora;

ola k tal, komo están? JAJAJSJS

Creo, creo, creo que por fin podremos morir en paz.

Les juro que me debatí mucho si el beso sucedería antes o después de navidad, pero ya traían las ganas, nomás faltaba el momento ideal y pues sucedió.

Y por cierto, lo tenía planeado completamente diferente, tanto que hasta tuve que cambiar el título del capítulo.

JAJAJAJAJAJA

En fin,,,,

All the love

Francia 💐

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