【 020 】
【 xx. bad luck 】
《omnisciente》
Heaven corría para llegar al aula de Transformaciones, consciente que era demasiado tarde.
Al llegar, abrió la puerta abruptamente, llamando la atención de la profesora McGonagall y varios estudiantes.
Entre ellos, Anthony Goldstein, quién al ver a la joven rubia rodó los ojos.
—Es tarde, señorita Potter.—murmuró la profesora.
—Lo lamento, profesora.—se disculpó caminando, terminando sentándose junto a Ron y Harry.
—Te ves como la mierda.—se burló Harry al ver el rostro de su hermana.
Heaven gruñó.—Cállate. Tu siempre te ves así y no te lo echo en cara.
Harry la miró con indignación mientras Ron reía.
—Amanecimos de malas, ¿no es así?—dijo Harry esbozando una sonrisa burlona.
—Te lo juro por Merlín que si no te callas te daré una razón para que pienses eso.
La sonrisa de Harry creció. Molestar a sus hermanas siempre ha sido su hobbie favorito.
Pero su acto fue interrumpido por McGonagall que se encontraba parada frente a ellos, mirándolos acusadoramente.
—Señorita Potter.
—¿Sí?
—Intercambie lugar con el joven Corner.
Heaven sabía que que Michael Corner se encontraría sentado junto a Anthony Goldstein y Olivia Fawley.
—¡No!—exclamó.—Le juro que ya no hablaré ni me dormiré.
Ron no pudo evitar reírse, contagiando a Harry. Heaven los miró mal debido a ello.
—Perdió sus oportunidades, señorita Potter. Corner, venga para acá.
Se removió con incomodidad y con frustración tomó sus cosas, acercándose al lugar que le asignaron.
Se sentó y Olivia le sonrió con entusiasmo.—¡Heaven!
—Hola, Olivia—le devolvió la sonrisa.
—Creo que jamás nos habíamos sentado juntas. Será emocionante.
La rubia asintió sin muchas ganas, se giró para encarar a Anthony, pero él estaba demasiado ocupado ignorándola.
—¡Cállense! No puedo escuchar la clase.—exclamó el pelinegro sin dejar de mirar al frente.
—No tienes que gritarnos ni ser grosero.—dijo Heaven.
Anthony rió amargamente negando con la cabeza.—Cómo tu digas, Potter.
—¿Te das cuenta que estás actuando demasiado inmaduro?
Anthony rodó los ojos, levantando su mano y así llamar la atención de la profesora McGonagall.
—¿Pasa algo, joven Goldstein?—había preguntado la profesora.
—¿Puedo cambiarme de lugar? Mi compañera Potter no me deja escuchar la clase.
McGonagall miró a la rubia con exasperación mientras Heaven parecía querer matar a Anthony con la mirada.
—Aquí hay un lugar disponible, Goldstein.—dijo señalando un asiento disponible junto a dos chicos de Hufflepuff.—Señorita Potter, me espera al terminar la clase.
Heaven frunció los labios y asintió, sin tener otra opción más que acceder.
—McGonagall debe odiarme.—murmuró en dirección de su compañera.
—Probablemente.—rió Olivia.—Mhm, ¿Heaven?
—¿SÍ?
—¿Pasó algo entre Anthony y tú? Él jamás se comportaría de esa manera contigo.
—Yo también pensaba eso.—se encogió de hombros.—Está molesto porque no quise salir formalmente con él.
La castaña abrió la boca con sorpresa y luego suspiró.—Tiene sentido, los chicos pierden la cordura cuando son rechazados, pero claro, ellos pueden ocuparnos como sus marionetas y si reaccionamos mal, somos llamadas unas exageradas.
Heaven hizo una mueca.—Lo sé, por eso es que merecemos más.—le sonrió.
Olivia le devolvió la sonrisa de la misma manera.
La clase terminó, y la Ravenclaw estaba esperando a que todos sus compañeros de clase salieran del aula para recibir el regaño departe de su profesora.
Cuando el último alumno se marchó, McGonagall le hizo una seña para que se acercara, guiándola a su oficina.
—Profesora, yo...
—No te voy a regañar, Heaven.
La rubia asintió.—¿Gracias?
—Pero si te pondré un castigo.
Heaven soltó un ligero quejido.
—De hecho no es un castigo tal cual. Usted bien sabe sus faltas cometidas en clase; desde quedarse dormida, no prestar atención, llegar tarde e incluso ausentarse.
La joven chasqueó la lengua, mirando a su profesora con algo de vergüenza.
—Por ende, usted bien podría reprobar la clase y perder su derecho a presentar la evaluación E.X.T.AS.I.S en la asignatura. Lo cual sería una lástima, pues a pesar de todos sus fallos, sigue siendo una de mis mejores estudiantes.
—¿Qué tengo que hacer?—preguntó de mala manera.
—Para recuperar sus puntos perdidos, te pediré que des asesorías.
Acción que es importante mencionar que Heaven odiaba. El graduarse sin su E.X.T.AS.I.S en Transformaciones parecía bastante tentador.
Sin embargo, suspiró resignada.—¿Cuándo comienzo?
—Hoy mismo. ¿Cuál es tu siguiente periodo libre?
—Después del almuerzo.
—Bueno, pues aquí en mi oficina te estará esperando tu primer asesorado.
—¿Será más de uno?—preguntó horrorizada.
—Y de todos los grados.—aseguró McGonagall.
—Está bien, aquí estaré.
—No llegues tarde.—alzó una ceja su profesora.
—No prometo nada.—sonrió Heaven con diversión y salió del aula.
Caminó hasta el comedor, dudando en que mesa sentarte, aún así, decidió acercarse a la mesa de Gryffindor, sentándose en medio de sus dos hermanos, frente a Ron y Hermione.
Se recostó en el hombro de Harry comiendo un trozo de pan de mala gana.
Ron la miró con burla.—¿Qué te hizo el pobre pan?
—No estoy de humor.
—Claramente.—dijo Hazel riendo.—¿Qué pasó ahora?
—Anthony es un idiota y ahora tengo que dar asesorías para la clase de McGonagall. Quiero llorar.
Ron, Harry y Hazel rieron.
—No nos contaste qué pasó entre Anthony y tú.
—Solo no quise salir con él y se enojó.—respondió encogiéndose de hombros. Aventó el trozo de pan a su plato.—No quiero hablar de ello.
Harry asintió torpemente.—Tendré una cita con Marietta.
Heaven se reincorporó y lo miró.—Está bien. Mientras hagan las cosas bien, no tengo problema.—dijo volviéndose a recostar en su hombro.—Debo hablar con ella, no la puedo evitar para siempre.
—Eso es cierto.—le respondió el azabache.—¿Cuándo comienzan tus asesorías?
La rubia bufó.—Hoy después del almuerzo. En verdad no quiero.—chilló.—Ojalá me caiga un rayo y me manden a San Mungo hasta que a McGonagall se le olvide todas las veces que me dormí, hablé, llegué tarde o no asistí a su clase.
Todos rieron menos ella y Hermione quién se encontraba concentrada haciendo sus deberes.
—Lamentó informarte, hermanita, que eso es muy poco probable que suceda.—le dijo Hazel mientras pasaba una mano por su cabello.
—Pero no es imposible.—dijo Ron apuntándola con su varita.
—Atrévete.—entrecerró los ojos Heaven.
Ron se rió.—Soy un Gryffindor, claro que lo haría, sino fuera porque James me mataría por hacerte daño.
—Y más que es su favorita.—dijo Harry rodando los ojos.
—¡Hey! No es cierto, hijo de mami.—se burló la rubia.
Hazel bufó.—Al cabo que soy la favorita de Sirius.
—Yo tampoco soy el favorito.—dijo Ron encogiéndose de hombros.
—Tú eres mi Weasley favorito.—aseguró Hazel.—Incluso antes que Fred, los mejores amigos son para siempre.
—Tú eres mi Potter favorita.—le sonrió el pelirrojo.
—Uh, te acaban de traicionar, Harold.—dijo Heaven riendo.
—¿De traicionar? Me rompió el corazón.—dijo Harry con indignación con la mano en su pecho.
—Ya vi quién heredó el drama de papá.—se burló Hazel dandole un golpe en la cabeza.
—Cállate, tú heredaste el mal carácter de mamá. Eso es peor.—acusó Harry devolviéndole el golpe.
—¿Y tú? ¿Que mal heredaste?—le preguntó Ron a Heaven sonriendo con diversión.
—Heaven es bien rara, si no fuera porque tiene la marca de nacimiento que tenemos los Potter, estaría seguro de que es adoptada.—dijo Harry con una sonrisa burlona.
—No es chistoso.—se cruzó de brazos la rubia.
—Tienes de ambos, pero no tan intensificados.—habló Hermione por primera vez.
—Pienso lo mismo.—aseguró Ron.
—¿Gracias? Como sea, me tengo que ir. Tengo que prepararme para dar las estúpidas asesorías.
—Señorita Potter.—escuchó a la profesora McGonagall detrás de ella.—La espero en mi oficina en unos minutos.—dijo para luego marcharse.
Los demás se comenzaron a reír y Heaven rodó los ojos.
—Ya sé, heredé la mala suerte de papá.—dijo levantándose de la mesa.—Nos vemos luego, no me extrañen.—les sonrió y partió del Gran Comedor.
Después de tomar sus cosas y caminar a la oficina de la profesora McGonagall, se encontraba parada frente a la puerta, dio unos golpes en ella, esperando a que le abrieran.
McGonagall la recibió con una sonrisa.—Pasa, Heaven.—se hizo a un lado, dejándola entrar.
Heaven de sorprendió al ver a Draco Malfoy sentando en el escritorio, con una descarada mueca en el rostro de odiar estar allí. El rubio golpeteaba la mesa con su pluma mientras movía su pierna izquierda con nerviosismo.
El rostro del Slytherin se suavizó cuando notó a Heaven dentro de la habitación, regalándole una pequeña sonrisa.
Heaven se la devolvió de la misma manera aún así lucía demasiado confundida.
Draco era conocido por ser uno de los mejores estudiantes de su generación, por eso, se sorprendió tanto al verlo allí.
—Hoy comenzarás con el joven Malfoy. Ya está lo suficientemente grande para explicarte porque necesita de tu ayuda.
—No la necesito.—respondió Malfoy frunciendo los labios.—Puedo hacer los ensayos pendientes por mi propia cuenta.
—Y se lo creo, sin embargo, son tantos que tiene pendientes, que necesitas ayuda.
Draco rodó los ojos.
—Lo dejo en sus manos, señorita Potter.
Heaven asintió y tomó asiento junto a él.
Draco la miró con burla.—¿Sabes? Me había mentalizado para soportar a tu hermana o a Granger aquí dándome las asesorías. Me sorprende que te haya puesto a ti. Digo, no es como que seas la estudiante ejemplar si te quedas dormida en casi todas las clases.
—Deberías estar agradecido que soy yo.—le contestó.
—Oh, claro que lo estoy.—sonrió.
—¿Y mi túnica?—le preguntó.
—¿Y mis libros?—contraatacó.
Heaven bufó y se agachó tomando su mochila, de ella sacó tres libros y lo que parecía ser un pequeño diario. Draco miraba con atención cada uno de sus movimientos. La rubia los acomodó y los empujó hacia él.
—Gracias.—le dijo con una sonrisa e inspeccionándolos.—Tu túnica sigue en mi habitación.
—¡Malfoy!—protestó Heaven.
—Se me olvida, perdón.—la miró apenado.
—Dijiste que sería tu prioridad.—acusó Heaven.
—Te lo prometo que mañana te la daré.
La rubia lo miró con recelo.—Ya no te creo.
Draco rió mientras se rascaba su mejilla.—¿Cómo para que querría tu túnica?
—No lo sé. ¿Qué tal si me quieres hechizar o algo así?
—No estoy tan interesado en ti como para perder mi tiempo en ello.—le respondió con una pizca de diversión en su voz.
—¿Tan?—cuestionó Heaven con una ceja alzada.
Draco arrugó la nariz.—No es lo que piensas.
—Lo que tú digas, Malfoy.
—¿Ves? Es tu complejo de Potter creyendo que todo el mundo los ama.
Heaven rió.—Tal vez.
Draco entrecerró los ojos y una sonrisa burlona se plantó en su rostro.—¿Estás coqueteando conmigo, Potter?
La rubia lo miró con indignación.—¿Qué? ¡No! Sólo te estaba molestando.—carraspeó con las mejillas sonrojadas.
—Oh.—tragó saliva. Sintiendo la incomodidad que se había formado.—Lo debí suponer, es decir. ¿Qué diría tu novio Goldstein al respecto?
Heaven lo miró.—No es mi novio y nunca lo fue.
—Pero se veían bastante cariñosos en Hogsmeade.—dijo burlón.
—Tú no fuiste a Hogsmeade.
Draco se dio cuenta de su error y sintió que le faltó el aire. Tenía que ser Ravenclaw, pensó.
—Los chismes se pasan rápido en el Colegio.
Heaven desvió la mirada.—Como sea, el chisme de que ya no somos nada está tardando en esparcirse.
Draco frunció los labios.—¿Lo lamento?
—No lo haces.—se burló Heaven.
Y el rubio sonrió de lado. Claramente, no, no lo lamentaba pero Heaven no sabía exactamente el por qué.
—¿Pero si estás bien?
Heaven asintió.—No entiendo porque ustedes los chicos se ofenden tanto cuando son rechazados.
—Si, bueno, somos unos imbeciles. Siempre arruinamos todo.
—Me alegra que lo admitas.
—¿Para que negarlo? Es bastante obvio.—se mordió el interior de su mejilla.—¿Y quedaron como amigos?
La rubia negó con la cabeza.—No quiere saber nada de mi.
—Es una lástima. Eres demasiado maravillosa.—dijo sin pensarlo dos veces.
Heaven lo miró con duda.—Que raro que me halagues, pero, gracias, supongo.
—La verdad me agradas bastante. Eres tolerable.
—Tú también eres tolerable, Draco.—le sonrió.
El rubio sonrió enormemente al escuchar a la Ravenclaw pronunciar su nombre. Se contuvo todo lo que pudo y desvió la mirada aún sonriendo.
—¿Entonces me vas a ayudar? ¿O seguirás parloteando? ¿Te han dicho alguna vez que hablas mucho?
Heaven rió.—Ya sabía que no podías pasar más de 15 segundos sin insultar.
—Es algo que es parte de mi, Potter.
—Ya lo veo. ¿Qué es lo que tienes qué hacer?—preguntó suspirando.
El resto de la tarde, ambos la pasaron conversando, riendo y ocasionalmente discutiendo sobre sus maneras de hacer trabajos escolares.
Isabella Avery solía pasar la mayoría de las tardes con su amigo Remus Lupin en su hogar, pero no siempre le avisaba con anticipación.
Este día fue uno de ellos, arrepintiéndose de no avisarle cuando notó que tenía compañía.
Se había transportado mediante los Polvos Flu, hecho que tampoco solía hacerlo, pues siempre se Aparecía frente a su casa y tocaba la puerta con educación.
Pero fue como si todo se pusiera en contra de ella.
Salió de la chimenea con toda la confianza, había llevado un ramo de gardenias, para cambiarles las flores al jarrón decorativo que Remus tiene en su comedor.
La semana anterior, había llevado unos bellos tulipanes.
Quitó las flores marchitas y colocó las frescas, escombrando el comedor con un hechizo de limpieza.
Cuando escuchó pasos acercarse a la sala de estar, se giró.
—Remus, esta vez traje gardenias. Dijiste que eran las favoritas de tu madre...
Se interrumpió a sí misma cuando vio que Sirius, James y Remus iban entrando, en ese específico orden.
Remus le sonrió avergonzado.
—¡Bells!—saludó Sirius.—Un momento, por favor, estoy teniendo un déjà vu.—dijo mientras fingía tener un dolor de cabeza.
Isabella rió. James la saludó con una pequeña sonrisa llena de incomodidad, la rubia le respondió de la misma manera.
—Debí avistarte que vendría. Lo mejor será que me retire.—dijo mirando a Remus apenada.
—Oh, no hay problema. Mientras más, mejor. ¿No crees?—se adelantó Sirius a responder.
—No es necesario que te vayas, sería asombroso que te quedaras, estábamos a punto de merendar. ¿Si?
Isabella miró a James de reojo, él estaba demasiado concentrado mirando al suelo, sobresaltandose cuando Sirius le dio un codazo disimulado en las costillas.
—¡No hay problema! Es decir, yo no tengo ningún problema. No se tú.—frunció los labios el azabache.
—Quédate.—pidió Remus murándola a los ojos.
—Está bien.—accedió con una sonrisa.—Pero yo prepararé el almuerzo.
—Eso suena excelente.
Isabella dudó por unos segundos si habría sido buena idea, sacudió la cabeza y comenzó a inspeccionar los gabinetes, buscando e idealizando que podría cocinar.
Los tres varones se sentaron en la barra que dividía el comedor con la cocina. Isabella los miró con una ceja alzada. La nostalgia la invadió, pues múltiples veces estuvieron en esa misma situación.
—¿No piensan ayudarme?
Los tres se levantaron abruptamente y se acercaron a la cocina, Isabella rió sutilmente.
Pudieron haber pasado más de dieciséis años, pero algunas cosas, jamás cambian.
Los cuatro se pusieron en marcha a comenzar a cocinar. Claramente, la ex Slytherin fue quien dio las órdenes. Mientras conversaban y reían recordando anécdotas del pasado.
—¿Y Lily?—preguntó la rubia.
James la miró y parpadeó por unos segundos.—Oh, su hermana enfermó y quiso visitarla. Nunca he sido del completo agrado de su familia, así que, pensamos que era mejor idea que fuera sola.
Isabella asintió.
—Creo que hace falta un buen vino de elfo.—murmuró Sirius.—¿Tienes?—le preguntó a Remus quién estaba concentrado con el pan.
—Creo que en la sala de estar, bajo llave.
—¿Bajo llave?—preguntó Sirius.
—¿Recuerdas mi cumpleaños este año? Los hijos de los Weasley, Fred y George son una mala influencia para los niños.
—¿Niños?—preguntó Isabella
—Ya sabes, Heaven, Hazel, Harry, Ron, Hermione y Ginny, principalmente.
—Ya no son unos niños.—se burló Sirius.
James bufó.—Ni me lo recuerdes. Ayer que fuimos a Hogwarts, Lily y yo, nos quedó muy en claro que ya no son unos niños inocentes.—abrió los ojos exageradamente.—Ni si quiera me dieron tiempo de darles la charla. Merlín sabrá que cosas andarán haciendo por todo el Colegio.
Sirius, Remus e Isabella rieron.
Isabella se giró hacía James.—¿Tienen pareja?
James hizo una mueca.—Bueno, no exactamente. Hazel es la única que si tiene novio, Fred Weasley. Harry solía salir con Ginny Weasley pero terminaron.—murmuró frunciendo los labios.
—¿Y Heaven?—preguntó con interés.
—Ni me lo recuerdes porque me dan ganas de ir volando a Hogwarts y lanzarle una maldición imperdonable a un tal Anthony Goldstein.
—¿Le hizo algo?—preguntó Remus con preocupación.
—No le entendí mucho a Lily, la verdad solo pensaba en defender a mi hija. Pero, creo que Heaven rechazó al muchacho, se enojó y le dijo cosas que la hicieron llorar.
—Uy, así que es una rompecorazones, ¿de quién de los dos habrá sacado eso?—preguntó Sirius con sorna.
Isabella rodó los ojos y sonrió con diversión, golpeándolo con un trapo de cocina.
James rió.—¿Recuerdas cuando arruiné tu cita con O'Connor?
Isabella se recargó contra la barra, frunciendo el ceño como si intentara recordar algo.—Claro que lo recuerdo.
—¿También recuerdas que me comenzaste a lanzar todo lo que tenías a tu paso y cuando ya no había nada más, te quitaste tus zapatos y me los lanzaste?
Remus e Isabella rieron, mientras Sirius los miraba con recelo.
—Yo no recuerdo eso.—dijo Sirius cruzándose de brazos.
—Según mis recuerdos, fue en la Biblioteca, claramente no ibas a estar presente.—Isabella se burló, ocasionando las risas de los demás presentes y la mirada llena de indignación de Sirius.
—Bueno, pues ayer, Heaven estaba tan molesta con Harry, que se tomó el tiempo de quitarse uno de sus zapatos y lanzárselo al rostro.—dijo James entre risas.—A veces, tiene unas maneras de ser que pareciera que la criaste tú.
Isabella sonrió con consternación.—¿De verdad?—preguntó mientras ponía su mano en su pecho.
James asintió repetidas veces.—Te lo aseguro que sí.
El horno sonó, dando a entender que el almuerzo estaba listo.
Minutos más tarde, los cuatro se encontraban comiendo y bebiendo vino mientras charlaban en el comedor.
El tema de la conversación había terminado siendo anécdotas sobre Heaven, Hazel y Harry cuando eran pequeños, sus primeros años en Hogwarts, las dificultades que se habían presenciado -que aún siguen siendo un dolor de cabeza para toda la familia Potter- y uno que otro chiste mal contado y broma de Sirius.
Terminando la cena, James se disculpó y se marchó, aclarando que probablemente, Lily ya se encontraba en casa y no le gustaba que estuviera sola por tanto tiempo. Agradeció a Isabella y Remus, se despidió de Sirius y se esfumó tras la chimenea.
Isabella se había adelantando a ir a la cocina y comenzar a recoger, Remus entró detrás de ella.
La miró fregar los trastes con delicadeza, estaba consciente que la vajilla tenía un significado sentimental para su amigo como para echarlo a perder.
—¿Si recuerdas que eres una bruja y que con un simple hechizo está todo como nuevo?—cuestionó con una sonrisa burlona plantada en su rostro.
—Sí, lo recuerdo, pero no me quita nada hacerlo de esta forma.—le dijo intentando sonreír pero salió más como una mueca.
—¿Estás bien?
Isabella asintió.—Sí, es sólo que...Amo escuchar sobre Heaven, es mi cosa favorita en el mundo. Pero, también lo odio, porque me recuerda que me he perdido demasiados momentos: sus primeros pasos, sus primeras palabras...
—Isabella, no te deberías mortificar de esta manera.—le dijo Remus tomándola de rostro, limpiándole las lágrimas que corrían por sus mejillas.
—A veces siento que es un error querer entrar a su vida a estas alturas, es demasiado tarde y qué tal si no quiera saber nada de mi.
Remus la rodeó con sus brazos, proporcionándole un abrazo lleno de cariño. Isabella acomodó su rostro en el pecho del ex Gryffindor mientras seguía llorando.
—¿Nunca has escuchado el dicho Más vale tarde que nunca?—preguntó y sintió como Isabella asentía contra su pecho.—¿Lo ves? Aparte, ya te he dicho que no creo que te rechace. Heaven es demasiado compresiva, no te mentiré, estará dolida y confundida.
—Quiero conocerla, abrazarla, decirle cuánto la amo y como la he extrañado desde la última vez que estuvo en mis brazos.—murmuró aún recostada en Remus.
—Y cada día estas más cerca. Te lo prometo.
Isabella sonrió, sintiéndose mejor, se separó del abrazo y le dio un beso en la mejilla.—Gracias por todo.
—Sabes que no hay nada que agradecer.—le sonrió acariciandole el rostro.
—Me tengo que ir.
Remus asintió.—Gracias por las gardenias. Ciertamente, mi madre las adoraba.
—Sabes que no hay nada que agradecer.—le copió su frase con una sonrisa.
Isabella se despidió una vez más de Remus y luego de Sirius para luego también desaparecer por la chimenea.
Remus se recargó en la pared, mirando fijamente al jarrón de gardenias.
Sirius lo miraba con burla.—¿Me vas a contar que es lo qué hay entre tú e Isabella, o vamos a pretender que no pasa nada?
—No sé de que estas hablando.—le aseguró frunciendo los labios.
—¡Lunático! ¿En verdad no le vas a contar a tu mejor amigo de toda la vida?
—No hay nada que contarte.
—¿Cómo no? Eso de traer flores para el jarrón, ayudarte a escombrar, llegar de la nada ¡Por la red Flu!, y ¿Crees que no me doy cuenta que ella te ayudó a re decorar la casa? Pareciera que tienen una relación.—acusó con una ceja alzada.
—Pero no la tenemos.—carraspeó Remus.
—¿Y quisieras tenerla?
El castaño tosió.—¡No! ¿Qué cosas andas diciendo? Deberías dejar el vino.
—¡Dime!—insistió Sirius
—Bueno, tal vez, sí.—admitió arrepintiéndose a los pocos segundo al ver la expresión de su amigo.
—¡Lo sabía! Mierda, Remus, te tomaste muy en serio el ser una figura paterna para Heaven.
Ambos rieron de lo irónica que resultaba toda la situación.
***
03/03/21–subido
sin editar
nota de la autora:
díganme que les gusto pq a mi no pero en fin
LES JURO QUE APARTIR DEL PRÓXIMO CAPÍTULO LAS COSAS SE COMIENZAN A PONER FUERTES.
¿Que creen que suceda?
BTW miren lo que hizo la bella madsbellh
VERDAD QUE LE QUEDÓ SÚPER GENIAL.
Gracias por su apoyo, es demasiado loco ver como cada día crece más esta historia y me llena de orgullo y ganas de llorar
Les amo mucho
All the love
Francia💞
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