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【 016 】

xvi. draco's new disease

omnisciente

Draco regresó a su sala común, llevando entre sus manos, la túnica que Heaven había dejado en la Sala de Menesteres.

Mientras arrastraba sus pasos, no podía dejar de pensar en la rubia. Lo irónico que es el hecho de que piense en ella, sabiendo que es una Potter.

Draco recordó todos los -malos- encuentros con San Potter: pero realmente tuvo ningún encuentro negativo con su hermana rubia. Una sonrisa inconsciente se plantó en sus labios al recordar la noche del Yule Ball, donde prácticamente la estaba amenazando en caso de que le hiciera daño a su amigo, Theodore Nott; creyendo que estos dos eran novios.

Que equivocado estaba. Pensó.

También aquella noche fue su primera interacción, la pequeña charla profunda que tuvieron, que para Draco significó mucho durante un tiempo y que probablemente Heaven ya no recordaba.

Nuestros apellidos no nos definen. Fue lo que la Ravenclaw le había dicho.

Cerró los ojos, y recordó las veces durante el verano que deseó no ser un Malfoy. Lo patético que se sintió cuando incluso deseó haber nacido en una familia muggle, ignorantes de todo lo que acontece en el mundo mágico, con tal de no saber de la existencia de Voldemort ni tener que cumplir sucias tareas ocasionadas por un error de su padre, que por cierto, estaba encarcelado en Azkaban.

Y todo esto, por la crueldad del Universo, se relacionaba con una misma familia; los Potter.

Draco maldijo mentalmente a cada integrante de aquella conocida y aparentemente perfecta familia.

Y de pronto recordó que de perfectos no tenían nada. Todo era una bonita mentira.

Recordó que tenía una carta pendiente de Isabella Avery, esperando a ser leída y contestada dentro de un cajón en su escritorio.

Realmente se puso a pensar que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo; asistía a ciertas -y escasas- clases durante el día, en las tardes, se iba a la biblioteca a leer sobre los Armarios Evanescentes y termina una que otra tareas pendiente; en las noches, apuradamente y cenaba, para luego dirigirse a la Sala de Menesteres, donde probaba mil y un hechizos para arreglar el viejo Armario.

Luego sus pensamientos regresaron a Heaven Potter.

Tampoco sabía que demonios era lo que Isabella le había pedido. Siendo honesto, el día que charló con ella, estaba tan decaído y deprimido que ni siquiera le puso la suficiente atención. Aún así, hacía lo que podía.

Acercarse a Heaven había sido más fácil de lo que creyó. Agradeciéndole a Dumbledore que le hubiese mandado aquella tarea en la Sala de Menesteres, donde durante los últimos dos meses, habían interactuado lo suficiente para conocerla un poco más e informarle a Isabella lo necesario.

Dejo salir un profundo suspiro cuando por fin llegó a su habitación, abriendo la puerta sin cautela, listo para dejarse caer sobre su cama. Pero no fue así.

—Llevo esperándote mil años, Draco.—le dijo Eloisse Greengrass mientras se reincorporaba en la cama de Draco.

El rubio arrugó el entrecejo, y luego lo recordó. Debido a sus deberes extracurriculares -por no decir misión suicida encargada por Voldemort- Draco le pidió ayuda a su mejor amiga, para realizar sus deberes pendientes. Sin embargo, se entretuvo tanto con Heaven Potter, sus galletas y su lápiz, que fue lo último en lo que pensó.

—Mierda, lo olvidé por completo.—murmuró rascándose una ceja mientras dejaba la túnica de Heaven en el perchero, esperando podérsela regresar en cuanto antes.

—Me di cuenta. No asistí a Historia de la Magia, y faltar a una clase del Profesor Binns es como si faltaras todo un ciclo escolar.—dijo Eloisse molesta.

Draco sonrió inconscientemente, otra vez. Pues Heaven había dicho exactamente lo mismo.

—¿Por que sonríes, pedazo de basura?—preguntó Eloisse rodando los ojos.—Odio que me dejen plantada.

La sonrisa de rubio se esfumó. No estaba sonriendo ante el recuerdo de Heaven.

—No estoy sonriendo.—dijo frunciendo los labios.—Perdóname, El. Lo olvidé por completo,me entretuve en otras cosas.

Eloisse se encogió de hombros.—No pasa nada. ¿Qué estabas haciendo?

Draco le imitó el gesto, mientras se desabrochaba la túnica para poder quitársela.—Lo mismo de siempre.

Eloisse asintió con la cabeza.—La clase de Pociones estuvo divertida.—mencionó la rubia para cambiar de mientras Draco tomaba su mochila para recostarse en su cama, al lado de Eloisse.—Al idiota de Theo le explotó el caldero.

Draco rió levemente mientras abría su mochila.

—¿No crees que hay algo extraño entre Theo y Blaise?—preguntó la rubia que miraba expectante las acciones de su amigo.

Draco buscaba algo dentro de su mochila, que traía un hechizo expansible, luego de darse cuenta que su amiga le preguntó algo, contestó: —¿Extraño como qué?

—No lo sé...—dijo Eloisse, para luego hacer una pausa.—Extraño como tú. ¿En qué traerás la cabeza, Draco Lucius Malfoy Black?—susurró para ella misma mientras veía a Draco concentrado hurgar en su mochila.—Legeremens.

Justo cuando Draco tomó el lápiz entre sus manos, la vulnerabilidad lo invadió, permitiendo que el hechizo que lanzó Eloisse de Legeremancia funcionara. Sin embargo, lo único que alcanzó a ver fue una imagen de Draco recostado junto a Heaven Potter riendo.

—¿Qué mierda haces, Greengrass?—preguntó horrorizado.

Eloisse no respondió y dirigió su mirada al perchero.—Draco, te voy a preguntar algo y quiero que me respondas honestamente.

Draco sintió una punzada en el estómago.—No vuelvas a hacer eso nunca en tu vida, estás loca. No puedes ir por la vida lanzando Legeremens para hurgar mi vida privada.—dijo finalizando con un gruñido, ignorando las palabras de Eloisse.

Eloisse rodó los ojos.—Son medidas desesperadas, Draco. Ya no me cuentas nada. Somos mejores amigos, ¿lo recuerdas?

Draco asintió no muy convencido.

—Te gusta Heaven Potter.—afirmó Eloisse sonriendo con maldad.

Draco la miró como si estuviera demente.—Definitivamente ser hermana de Daphne y Astoria ha afectado tu diminuto cerebro. No me gusta la Potter rubia.

Eloisse arrugó la nariz.—No te pregunté, te lo afirmé.

—Y yo lo estoy negando.—respondió Draco rodando los ojos.—Ni si quiera me gustan las rubias.—refunfuño.

—Podrás negarlo toda la vida, pero sabes que es verdad.

—No, porque me sentiría igual así como cuando me gustaba Pansy ¿no?—las palabras del rubio habían sonado más como una pregunta que a una afirmación.

—O sea, que si lo haz pensado.

Draco soltó un gruñido.—No se te escapa ninguna, ¿verdad?

—¿Qué nunca aprendes?—respondió Eloisse riendo.—Yo creo que es diferente, cuando a mi me gustaba Pucey me sentía diferente a cuando me gustaba Weasley.

El rubio arrugó la nariz.—No puedo creer que te gustaba la Weasley.—murmuró Draco recordando la ocasión en la que su amiga le confesó tener sentimientos hacía la menor de los Weasley.

—¡Hasta a ti te parece atractiva!—exclamó Eloisse.

—Solo porque juega Quidditch.—confesó Draco sonriendo de lado.

Ambos rieron unos segundos.

—¿Qué sientes cuando estás cerca de Heaven Potter?—preguntó regresando al tema.

Draco rodó los ojos fastidiado.—Es diferente a lo de Pansy.

Eloisse hizo una mueca.—Lo tuyo con Pansy era más hormonal que sentimental.—se burló y observó como Draco sacaba una evoltura azul de su mochila.

—Ya lo sé, por eso te digo que es diferente.—bramó mientras tomaba una galleta de las que Heaven le había regalado.

—¿Acaso son galletas muggles?—preguntó Eloisse alzando las cejas.

Draco infló sus mejillas y asintió derrotado.—Agarra si quieres.—murmuró entregándole el empaque.

Eloisse lanzó una carcajada.—Te tiene hechizado.

—Cállate.—murmuró Draco.—Las galletas son buenas, saben como a...

La rubia negó con la cabeza repetidas veces.—¡No me cambies el tema!

—¡Tú fuiste la que comenzó a hablar de galletas!

—Continúa hablando...

El Slytherin suspiró con frustración.—Es diferente porque...cuando está cerca me da una sensación rara en el estómago, ya lo había notado y creí que era porque estaba enfermo o algo así, pero hoy, cuando sentí su perfume de cerezas me volvió a pasar.—murmuró avergonzado.

—¡Por Salazar! No te gusta, Draco, te tiene encantado.—se burló Eloisse.

Draco hizo una mueca.—No es cierto, ya te dije que ni si quiera me gustan las rubias. Simplemente me agrada, tal vez, seamos buenos amigos.

—Si tú lo dices...

—Mejor cállate. Me confundes más.—murmuró Draco, cubriéndose el rostro con sus manos.

—¡Invitala a Hogsmeade! Es la próxima semana.

Draco gruñó.—No voy a invitar a nadie. Aparte sale con el sangre sucia de Goldstein.

—Uy, estás celoso.—se burló la rubia.

—¡Qué no!—bufó.

—Ay, era una broma, Draco, no te pongas así. Pero admitiste que estás confundido.

—Largo de mi cuarto.—vociferó justo cuando la puerta se abrió, dejando ver a Theodore junto a Blaise.

—Pero recién voy llegando.—dijo Blaise con la voz aguda. Eloisse y Theo rieron mientras el rubio rodó los ojos.

Theodore alzó una ceja burlonamente.—¿Por qué esta tan malhumorado?—preguntó el castaño.

—Yo utilizaría el término sensible.—dijo Blaise riendo.

—Abatido.—corrigió Theo, mientras ambos reían.

—Me siento mal, solo déjenme en paz.—murmuró Draco sobándose el puente de su nariz.

Las expresiones de Theo y Blaise cambiaron instantáneamente. Pasando de miradas burlonas a una preocupadas.

—Oh, pobre bebé.—murmuró Blaise mientras se recostaba junto al rubio quién soltó un gruñido.—¿Qué es lo que tiene así, bebé Malfoy?

—Zabini, juro por Salazar que si...

—¿O más bien, quién?—inquirió Eloisse riendo.

—Oh, entonces es de esa forma.—se burló Theo.—¿Es Parkinson la causante de tu malestar?

—¿En serio, Malfoy? ¿Pansy, otra vez?—preguntó Blaise riéndose.

—No, qué va. La nueva enfermedad de Draco es cierta rubia y...

—¡Cállate!—exclamó Draco mirando a su amiga amenazantemente.—En verdad, váyanse. No quiero seguir escuchando sus feas voces y seguir viendo sus horribles caras.

—Te dije que estaba sensible.—murmuró Blaise mientras se ponía de pie nuevamente.

—Yo sigo pensando que está abatido.—corrigió Theo por segunda vez.

—Voy con ustedes.—dijo Eloisse poniéndose de pie.—No vaya a ser que la enfermedad sea contagiosa.—murmuró riendo y Draco le hizo una cara infantilmente.

Las voces se disminuyeron cuando la puerta se cerró tras la rubia.

Draco se recostó en su cama, boca abajo, recargando su rostro en sus brazos cruzados encontrándose con la envoltura de las galletas.

Sus pensamientos volvieron a la misma Ravenclaw.

No le gustaba Heaven, ¿o sí?

Suspiró frustrado, y se puso de pie, recordando que aún tenía la carta de Isabella Avery pendiente. Con cautela se acercó a su escritorio.

¿En qué jodido momento Heaven Potter se había infiltrado tanto en su vida?

Y por segunda vez en el día, maldijo a toda la familia Potter.

Remus e Isabella caminaban por los jardines de la Mansión Avery.Recién acababan de aparecerse, Isabella suspiró con cansancio y le sonrió con cariño a Remus, quien le devolvió la sonrisa de la misma manera.

Al entrar, a la mansión, Isabella lo guió a la sala de estar, donde se encontraron con su hermano menor, Aaron Avery.

El joven rubio se levantó con energía y se acercó a los recién llegados. —¡Bella haz llegado! —habló con emoción.

Remus quedó sorprendido, la última vez que había visto al joven tenía cerca de 7 años, y ahora le calculaba más o menos, la edad de su amiga Tonks. También estaba anonadado por el increíble parecido que Heaven tenía con la familia Avery.

—Aaron, ¿Cuándo llegaste?—preguntó Isabella con sorpresa, abrazando a su hermano con cariño.

El joven hizo una mueca.—Hace unos días. Anastacia estaba furiosa.—se burló.

—Debiste avisar, aún no es seguro para nosotros andar paseando en toda Inglaterra.—murmuró Isabella aún en el abrazo.

—Lo sé.—dijo separándose.—¡Hola!—saludó a Remus con entusiasmo y le tendió la mano.

—Hola.—contestó Remus con una cordial sonrisa.—Remus Lupin. No creo que me recuerdes.—dijo riendo.

Aaron inflo las mejillas y negó con diversión.—Ni idea, pero mucho gusto.

—El gusto es mío.—respondió Remus.

Aaron le sonrió con diversión a su hermana y se giró sobre sus talones.

—¿Y nuestra madre?—preguntó Isabella con el ceño fruncido.

—Anastasia salió al callejón Diagon. Pero no fue sola, la acompañó Erika Zabini.

Isabella asintió lentamente.—Bien. Gracias.

Aaron asintió.—Oh, y te llegó esto.—dijo señalando un pergamino.—De...—hizo una pausa.—Un tal Draco Malfoy. ¿Que no es el pequeño hijo de los Malfoy? Hablando de ellos, estaba leyendo El Profeta y tremendo escandalo que seguramente fue el de Lucius en Azkaban.

Isabella asintió arrebatándole la carta.—Ya no es tan pequeño, tiene 16. Y si, fue un gran escandalo.

Aaron abrió su boca con sorpresa.—Es de la edad de, uhm, tú sabes...—hizo una pausa.—Heaven.—susurró solo para Isabella.

Isabella rió y miró a Remus quien le sonrió en complicidad.—Él sabe sobre Heaven, no tienes porque susurrar, me das pena.

Aaron parpadeó y luego rodó los ojos.—¡Bueno, pues yo como iba a saber que tu novio conocía a Heaven!

—No es mi novio.—refunfuñó Isabella incómodamente y Remus carraspeó.

—Ah, perdón.—se burló Aaron y se giró hacía Remus.—¿Entonces conoces a Heaven?

Remus asintió con una sonrisa.—Es como una hija para mi.

Los ojos de Aaron brillaron.—Me da mucha curiosidad, es mi sobrina y la vi una vez cuando era sólo una bebé.

—Pues, la verdad tiene los genes Avery muy marcados.—dijo Remus tomando asiento.—Creo que tengo una foto de ella, espera un segundo.—murmuró para luego sacar su vieja billetera, agradeció haber aceptado la foto que Heaven le había regalado.

En la foto salía los tres hermanos Potter, debido a que era una imagen animada pasaban de estar los tres sonrientes a Harry tirando del cabello de ambas, ocasionando que le dieran un golpe en cada lado donde estaban.

Remus sonrió y le entregó la foto a Aaron.

—Es idéntica a Isabella.—murmuró el rubio ojiazul.—¿Quiénes son ellos?—preguntó señalando a los otros dos adolescentes.

—Sus hermanos: Harry y Hazel.

—Mierda, olvide que es hermana del famoso Harry Potter. En estudios Internacionales de la Magia, se habló sobre todo eso.

—¿Estudiaste en Ilvermorny, cierto?

Aaron asintió.—Orgullosamente Horned Serpent.

Remus rió.—Supondré que es como el Slytherin allá.

El rubio se encogió de hombros.—Anastasia dice eso. ¿Hogwarts, cierto?

Remus asinitió.

  —¿Ravenclaw?—preguntó Aaron

—Sorprendentemente no, Gryffindor.

—Oh, he escuchado puras cosas malas de esa casa.—dijo Aaron riendo.

—¿Debería sorprenderme si eres parte de una familia perteneciente a Los Sagrados Veintiocho?

—Pero yo no sigo esas ideas puristas,a veces, a Anastasia se le olvida que Bella y yo somos traidores de la sangre como ella nos dice, pero nos da igual. Es la edad de Anastasia, dicen que cuando uno llega a cierta edad pierde los estribos.

—¿A quién le estas diciendo vieja, niñito?—se escuchó una voz femenina y mayor detrás de ellos.

Anastasia Avery iba entrando junto a Isabella, que ninguno de los varones había notado que se había marchado.

Aaron empalideció, provocando las risas de Remus e Isabella.

—Era broma, madre preciosa.—dijo Aaron con una sonrisa inocente.

Anastasia lo miró no muy convencida y se acercó a Remus.—Cuánto tiempo sin verte, Remus. La última vez creo que tenías unos diecisiete años.

Remus rió.—El tiempo pasó extremadamente rápido.

—Vaya que si.—respondió Anastasia.—¿Se quedan a cenar?—preguntó

—No, bueno, yo solo venía de paso, para asegurarme que Isabella este sana y salva.—dijo Remus con evidente nerviosismo.—Y no quisiera ser una molestía.

—Oh, claro que no lo eres.—aseguró Anastasia.

—Quédate, por favor.—le pidió Isabella tomándolo de la mano. Remus la miró y sonrió.

Aaron miraba expectante al par frente a él, su mirada chocó con la de Isabella y le alzó las cejas juguetonamente. Isabella le dio una mala mirada.

—Está bien. Si insisten tanto.—dijo Remus con una sonrisa y algo apenado.

Cool. Porque quiero seguir escuchando sobre Heaven.—dijo Aaron emocionado.

—Ya estás grande para que sigas diciendo Cool.—le susurró burlona Isabella a su hermano menor, mientras veían como Anastasia arrastraba a Remus por toda la mansión.

—Y tu ya estás muy grande para que te comportes como colegiala enamorada con Remus.—le respondió Aaron con una sonrisa socarrona.

Isabella lo miró con indignación y luego, después de unos segundos, ambos rieron a carcajdas, justo como en los  viejos tiempos.

Por un momento, a Isabella se le atravesó el deseo que algún día, riera así con su hija, Heaven. Y ese día, cada vez estaba más cerca.

Mientras todo salga bien.

***

28/01/21–subido
03/07/21–editado

nota de la autora;

Cada vez esta historia esta recibiendo reconocimiento y me muero de amor.

De hecho, está a punto de llegar a las 20K leidas y voy a chillar mucho.

BTW, AMO A AARON Y ESTOY MUY FELIZ DE HABERLO INTRODUCIDO.

Al rato, subire su info al libro de mis personajes, que si no han ido a leer, DEBERIAN, encontraran muchas curiosidades sobre todos mis personajes.

Remus ya es parte de la familia Avery la vdd.

Y Draco bb anda en plena confusión.

Tambien, amemos a Eloisse.

ALL THE LOVE

FRANCIA <3

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