chapter thirty-six. after the rain
𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍
꒰ ۫₊˚ɞ capítulo 36 .˚ׅ🦋 ຊ ҂
❝ after the rain ❞
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HABÍAN PASADO APENAS algunas horas desde que llegamos, Pomfrey me había colocado una clase de venda sobre la cabeza desde que llegué y me había mantenido con un par de Pociones de diferentes colores, pues había recibido un buen golpe en la cabeza y aquel maleficio no ayudaba en nada de forma física ni mental.
He estado teniendo pesadillas al respecto lo sucedido, aún podía escuchar las carcajadas de Bellatrix Lestrange en mis sueños a tal punto que veía a mis padres siendo heridos por ella.
Fue así, que en mi cuarto intento de dormir salté de la camilla en la enfermería, abriendo mucho mis ojos mientras sostenía mi cabeza y me movía de lugar al parpadear con lentitud.
—¿Cómo te sientes?— la voz de Cedric me sorprendió.
Miré a mi alrededor, aún era de noche por lo que encendió la vela en la mesa de noche y solo así pude ver su rostro adormilado.
—¿Por qué no estás en tú habitación?— me pregunté —Si Pomfrey te ve aquí te mata.
Él negó —Le rogué quedarme aquí, dijo que me dolería la espalda pero no me importa...— tomó mi mano —¿Cómo te sientes?
Asentí, dándole una leve sonrisa —Cansada, no he podido dormir más de una hora seguida.
—Lo noté— admitió —Te haz estado despertando, solo que murmullas unas cosas y luego te vuelves a quedar dormida.
—Ced, deberías ir a tu cama para que descanses— insistí, realmente se veía cansado.
Él negó otra vez —Estoy bien, Hazel— sonrió —Ya tengo todo mi tiempo para ti, quiero estar aquí para cuidarte.
—Pero Pomfrey lo hará por ti hasta mañana en la mañana— formé una mueca —No es justo que estés aquí sólo por mi.
—Bueno, eso hacen los novios, ¿No? Se apoyan uno al otro, tu me apoyaste cuando estuve en la enfermería el año pasado, ahora es mi turno.
Suspiré, sentándome un segundo sobre la camilla mientras levantaba las cobijas y me hacia a un lado.
—Entonces, ven acá— tomé su mano.
—Nos vamos a caer.
Negué —Si me tiras te tiro a ti también.
Titubeo unos segundos, mientras me quedaba a la mitad de la camilla esperando a que aceptara y, cuando lo hizo, pasó su brazo sobre mis hombros y se recostó junto a mi.
Cerré mis ojos entonces, acurrucando mi rostro sobre su pecho mientras él hacia lo mismo sobre la almohada.
AL PARECER LA IDEA de que Cedric durmiera en la enfermería pegado a mi como una garrapata no le gusto mucho a Pomfrey, pues en cuanto salió de su oficina por un poco de agua, saltó a gritarle a Cedric sobre que hablaría con nuestros tutores si nos volvía a ver así de juntos, lo cual espanto al pobre chico y lo obligó a irse a su sala común.
Le aseguré que estaría bien, pues eso creí. Pronto me di cuenta que había mentido, pues me desperté a media noche de un salto al tener otra pesadilla y el castillo volvió a mi.
Llevaba la respiración pesada, mientras me sostenía de los bordes de la camilla para no caerme del susto, un extraño sentimiento de miedo inundó mi corazón y parte de mi cuerpo, entonces todo lo que había soñado regreso a mi cabeza: podía escuchar las risas de Bellatrix Lestrange, el dolor en los huesos ante la maldición cruciatus, lágrimas, sangre.
Formé una mueca, con pequeñas lágrimas saliendo de mi rostro cuando me dí cuenta de que yo estaba en el castillo a salvo y no en el suelo gritando de dolor.
—¿Hazel?— Neville me hizo mirarlo, él estaba despierto al igual —¿Todo bien?
Asentí, aclarando mi garganta y levantándome para sentarme.
—Si, solo... una pesadilla— suspiré —¿Y tú? ¿No se supone que debes estar dormido?
Formó una pequeña mueca —Tengo insomnio, creo que es por lo que sucedió hoy, no puedo dejar de pensar.
—Ay, Nev, todo va a estar bien ahora— aseguré, tomando el vaso con agua sobre la mesita de noche —Estamos a salvo.
Asintió —Si, pero... me hubiera gustado hacer más, aún pienso cómo decirle a la abuela sobre mi varita.
Bajé la mirada, la varita de mi padre realmente era un objeto muy preciado para Neville, el más preciado diría yo.
—No... necesitas una varita para saber que tenías un padre, Nev— admití —Él no se ha ido del todo.
—Aveces creo que si, ¿Sabes? Desearía que todo fuera diferente.
—Yo también.
Dejé el vaso sobre su lugar luego de beber un pequeño trago y volver a cubrirme con las cobijas.
—Pero todo pasa por algo, ¿No? No podemos cambiarlo— lo miré —Arrepentirnos y fantasear con qué pasaría si no ayudara.
Asintió de acuerdo, volviendo la cabeza al techo —Buenas noches, Haz.
Sonreí —Buenas noches, Nev.
ESA MISMA TARDE, mientras el sol se colaba por los grandes ventanales del castillo; Eugene se adentró junto a Cho y Cedric, este primero con un gran florero más grande que él.
—¡Hazel, despierta!— gritó Eugene.
Abrí mis ojos desconcertada —Si la profesora Sprout se entera que le robaste flores de su jardín te va a mandar aquí conmigo— dije con una sonrisa.
—Yo le dije que no te gustaría— aseguró Cho —¿Cómo te sientes, Hazel?
Encogí mis hombros, mientras Cedric dejaba un cálido beso sobre mi frente y se aseguraba de que estuviera cómoda.
—Ya me han quitado la venda de la cabeza, no iré a San Mungo, lo cual es bueno porque tenía miedo de que así fuera.
—Bueno...— Eugene soltó un gran suspiro mientras terminaba de cargar el florero con flores amarillas —Al menos ya casi te dan de alta, te traje flores, de las de mejor calidad, por supuesto.
Sonreí —Gracias, Eugene, ¿Qué te pasó? Si me hubieras dicho que tenía que casi morir para que me trajeras flores lo habría hecho desde hace mucho.
—Ja, ja, aprecialas o se las daré a otra chica que me quiera.
—¿A Myrtle la llorona?— alcé una ceja.
Tomó el florero con indignación —Si.
Reí ligeramente, mientras Cho lo tomaba del cuello de la camisa antes de que se fuera con el florero.
—Oye, oye, no gastaste mil galeones en esas flores para que las tires al drenaje.
Casi me atragantó con la saliva.
—¿Mil galeones dijiste?— casi grité.
—Si, si, el dinero no importa— el chico negó.
—Aw, gastaste mil galeones en mi— sonreí en burla.
Comenzó a abrir la caja de dulces que estaba junto al florero, comenzando a comérselos uno y otro.
—No importa, dije— balbuceo con la boca llena de chocolates.
—En fin— interrumpió Cedric junto a mi —Tienes que descansar.
Negué —Ya descanse demasiado, si me sacan de aquí les agradecería demasiado.
—Podemos ir a pasear al patio, ¿Qué dices?— propuso Cho y asentí.
Sin embargo, el chico junto a mi negó —No, no, ¿Qué dices? Yo te veo muy malita todavía.
—Estoy bien, solo recibí múltiples golpes en la cabeza, me disloque la nariz y me raspe la rodilla— encogí mis hombros.
Eugene asintió —Créeme, Cedric, Hazel esta acostumbrada, ¿Recuerdas la vez que casi la dejas sin nariz? Ya es su estilo de vida.
—Eso— lo señalé, mirando al castaño después.
Él asintió, alzando ambos brazos rendido y ayudándome a ponerle de pie.
—Con cuidado— pidió en un susurro —No quiero que te caigas.
Me tomé de sus hombros al sentir un pequeño mareo que se borró en cuestión de segundos. Mantuve mis ojos cerrados y tomé una gran cantidad de aire.
—Ya paso— abrí mis ojos nuevamente.
—¿Estas segura?
Asentí, dándole una gran sonrisa que se le contagio antes de plantar un beso sobre mi frente.
—Andando— apresuró Eugene, casi brincando de la desesperación.
Cedric extendió su brazo y sin dudar lo tomé, pues prefería ir pegada a él que caerme en las escaleras y tener que escuchar a Eugene reírse de mi el resto de las semanas de clases que nos quedaban.
Con suerte logramos salir del castillo sin que Pomfrey nos viera, caminando así hasta el Lago Negro.
—¿Qué fue lo que pasó?— soltó Cho de pronto en el camino.
Ella iba junto a mi, por lo que fue fácil escucharla y recordar todo lo que había pasado.
—Dicen muchas cosas en los pasillos, pero solo tu lo sabes, Hazel— añadió.
—Bueno...— formé una mueca.
—No te presiones— se apresiro a decir Cedric —No tienes que contarnos nada si no quieres.
—De hecho si quiero, es... pasaron demasiadas cosas— negué —La oficina de Umbridge, el bosque, el Ministerio.
—Empieza con lo del bosque que yo quiero escuchar cómo le diste su merecido a Rosita Fresita— pidió Eugene y Cedric lo miro mal —Solo si quieres.
Se apresuró a añadir ante la mirada del castaño, sin embargo, acepté a contarles todo, desde el pasillo, mi plan en la oficina y el bosque, descarté demasiadas cosas al contarles sobre el Ministerio, cosas que ni yo era capaz de recordar.
—Tienes suerte de estar viva— finalizó Eugene, llevándose una mala mirada de Cho —¿Qué? Es la verdad.
—Si, pero no le digas eso ahorita.
Reí ligeramente —Está bien, tiene razón, si no hubiera sido por... eso que nos rescató de los centauros, yo no estaría aquí.
Con eso me refería al gigante del que por cierto, Harry me pidió que no le contará a nadie así que me vi en la necesidad de modificar eso también.
—¿Entonces mi teoría de los centauros era real? ¡Vaya! Que bueno que te lo dije, si no...-
—No estaría aquí ¡Ajá! Tu también dijiste algo fuera de lugar— le señaló Eugene con rapidez.
La chica rodo los ojos, mientras yo formaba una leve sonrisa. Realmente extraba esto.
CUANDO POR FIN ME DIERON DE ALTA, Cedric no se había despegado de mi en ningún momento, decía que quería vigilar que no me fuera al Ministerio a pelear con ocho mortifagos y casi morir, por lo que tuve que ahora si huir al patio del colegio para tener un momento de reflexión.
Fue así como salí corriendo directo al Lago Negro y me encontré con Harry, sentando sobre la orilla del lago con la mirada perdida.
Sin dudar me acerqué, sentándome junto a él y sacándolo de su transe.
—¿Puedo sentarme a procesar todo lo que paso contigo?— le inquirí.
El castaño asintió —Si.
Tomé una bocanada de aire, mirando al cielo unos segundos.
—Lamento mucho lo de tu padrino, Harry— solté de pronto y supe que era lo que estaba pensando —Ellos nos han quitado demasiado.
—Lamento... lo de la maldición cruciatus— aseguró de la misma manera.
—Si te lo preguntas me siento mejor— sonreí —Eso creo, no lo sé.
—¿Crees que fue mi culpa?
Negué de inmediato —Nada de lo que pasó fue tu culpa, Harry, solo intentabas evitar que alguien más en tu familia muriera. Es normal sentirse así.
—Sirius era inocente— se apresuro a decir —No lo sabías y aún así me ayudaste.
Encogí mis hombros —No es necesario, sé que él era importante para ti, si alguien de mi familia estuviera en peligro me gustaría que alguien me ayudara a rescatarlo incluso si no lo conoce.
Me observó —Gracias, lamento lo que te hicieron esos mortífagos, nadie de ustedes debió haber...-
—Harry— interrumpí —No es tu culpa, todos decidimos ir ahí, todos sabíamos lo que pasaría y que podríamos morir en el intento pero de eso se trata la ED.
Se mantuvo en silencio unos segundos, en los cuales proceso mis palabras y a decir verdad se veía convencido por lo que había dicho.
La ED se había creado para eso, para apoyarnos mutuamente y hacer hasta lo imposible para salir todos con vida.
—Por cierto— añadí —¿Irás a la fiesta de graduación de Cedric?
Asintió —Si, me ha invitado en el almuerzo.
—Todavía me falta invitar a Milan, Ced ha estado algo ocupado.
—Espero poder ir, me peleare con mis tíos con tal de ir.
DESPUÉS DE AQUELLA CONVERSACIÓN con Harry, me vi obligada a hablar con el profesor Flitwick acerca de mi mala calificación en Pociones.
Temía lo peor, temía que no pudiera recuperar esa materia.
—Y debido a las circunstancias...— añadió luego de un largo sermón sobre la importancia de estudiar —El profesor Snape estuvo de acuerdo en aplicarle otro examen para que recuperé esa materia.
Mi expresión de aligero —¿Qué?
—Entendemos lo que pasó en el ministerio, fue una suerte que salieran con vida y como jefe de la casa Ravenclaw me da mucho orgullo saber que usted y la señorita Lovegood estuvieron presentes— respondió —Eso da a destacar que podemos ser más que solo ñoños.
Reí ligeramente a su término utilizado.
—Así que estudie está vez, el examen será antes de la última cena del año escolar y los resultados se los hará llegar el profesor Snape durante las vacaciones.
Asentí —Muchas gracias, profesor.
Por alguna razón y, creo que es demasiado obvio, el profesor había hablado con Snape para que esto fuera posible.
Jamás he fallado, jamas he faltado a una de mis clases y siempre cumplía con lo pedido, tanto proyectos como trabajos sin importar mi poca estabilidad emocional. Me alegro demasiado saber que al menos alguien había notado mi esfuerzo.
—Ya se puede retirar, señorita Longbottom— señaló el profesor Flitwick.
Asentí, tomando mi túnica y mi mochila para salir de la oficina. Me quedé de pie con la puerta detrás de mi y sonreí de lado a lado, cerrando un momento los ojos en paz cuando finalmente, una vez que estuve lista, avancé hasta el pasillo y accidentalmente empuje a un alumno que pasaba en ese momento.
─ ¡Tengan más cuidado con la invalida! ─chilló lo que parecía ser la voz de Milan.
Apenas la pude sostener —¡Ah, te vas a caer!
─ ¡No me había dado cuenta! ─ exclamó de la misma manera.
Reí ligeramente, —¿Desayunaste payaso, Milan?
─ No desayune nada, es lo peor, ¿sabes la tortura que es bajar las escaleras con esto? ─señalo sus muletas ─. Se supone que me lo quitarían hace días.
Le miré preocupada —¿Por qué no pediste ayuda? ¿Qué hay de Harry? Si me dices que no te quiso ayudar ahora mismo lo dejo en muletas también.
Ella suspiro ─ La situación de Harry es complicada, casi no hablamos. Y Hermione esta con él, y Ron quién sabe dónde se mete. Pero, no sigamos hablando de mi, ¿cómo estas?
—Bien, acabo de hablar con el profesor Flitwick por mi examen que reprobe e intentó recuperar, pero fuera de que quiero llorar de la felicidad ahora mismo todo bien.
Sonreí un poco, señalando la puerta detrás de mi.
─ Uh, eso esta muy bien, seguro todo saldrá como lo esperas, y si no, torturamos a alguien para cambiar tu nota— aseguró.
—¿Puedo hacer una lista?— bromee —Pero gracias, ¡Ah! Antes de que lo olvide, los padres de Cedric le harán una fiesta en su casa por su graduación y realmente quiere que vengas, no te lo ha dicho porque esta muy ocupado asegurándose de dejar todo en orden antes de irse, así que sería grandioso que vinieras.
La menor hizo un mueca de lado ─. Claro que iré, es decir, es Cedric. Solo te pido permiso a mi abuelo, pero prometo que haré todo para estar ahí.
—Está bien, dile que no habrá alcohol y mis suegros estarán ahí— recordé.
─ ¡Tiene que haber alcohol, o mi abuelo no me dejara ir! ─soltó Milan, fingiendo estar indignada.
Sonreí de lado a lado —¿Quieres que me arresten? Pero si no te deja dime y voy por ti.
─ Que Cedric no se ponga celoso, eh.
Negué —No te preocupes, no es celoso, al menos no contigo.
Lupin asintió repetidas veces, ─ ¿Te acuerdas que te dije que no desayune? Pues, tampoco almorcé, pero ahora tengo hambre y ya será la cena, ¿me acompañas?
—Claro, ¿Necesitas ayuda?— señaló sus muletas antes de avanzar —Pero si me tiras primero me río.
─ Puedo avanzar sola, nomas en los escalones cerca del comedor ─ me sonrió ─. Y gracias, por preocuparte por mi.
—No me agradezca.
Ambas avanzamos por el pasillo, dejando que algunos de nuestros compañeros se nos adelantarán para ir a cenar también.
─ Por cierto ─menciono Milan de pronto ─. ¿qué fue eso en la oficina de Umbridge? Lo hiciste muy bien, mujer.
Fruncí mi ceño —¿Qué cosa?— hice una pausa y entonces lo recordé –¡Ah, si! No fue nada, en mi anterior escuela llevaba clases de teatro, tomé todos los cursos posibles, creí que eso podría distraerla mientras ustedes buscaban alguna salida, sacarla del castillo y deshacernos de ella.
─Yo hablaba de como me coqueteaste con guiños, pero está bien. ─comenzó a bromear.
Reí, siguiendole el juego. —Creí que ya teníamos algo serio, Milan, tendré que decirle a Harry y a Ced.
─ Harry seguro me regala con moño y todo, no te preocupes. Por otro lado, quizá debemos mandar al otro lado a Cedric, para tener nuestra relación prohibida.
Entrecerre los ojos —Hmm, me parece interesante tu oferta, la hablaré con mi abogado mágico y te informo.
Ambas reímos en unisonido cuando abrí la puerta del gran comedor para que así milan pasara primero. Sin embargo, Cedric se acercó con el ceño fruncido, dejándonos a ambas en silencio.
—¿Qué me mandaran a dónde?— nos pregunto.
Negué con una línea en mis labios —No es nada, cielito.
─ A mi me decías cielito hace rato. ─refunfuño Milan a mi lado.
Cedric se giro a verla, luego de quedarse con la mirada puesta en mi. ─ ¿Dijiste algo?
─ Si ─confirmó ella ─. Hola, Cedric, ¿cómo estas?
—Estoy bien, yo debería preguntarte eso, ¿Por qué las muletas? Creí que estabas mejor— señaló y mire a milan otra vez.
─ Dile eso a Poppy, que no piensa lo mismo ─respondió ─. Creo que las conservaré, son mi nuevo estilo.
Él asintió —Están a la moda, por cierto, mis padres harán una fiesta por mi graduación, tienes que venir.
─ Que raro ─Milan frunció el ceño ─. Hazel me prohibió ir, dice que me odias.
Le miré indignada, —¡Pero si hasta te dije que podría ir por ti!
─ No me acuerdo. ─ ella miro hacia otro lado.
Alcé ambas cejas, cruzandome de brazos —¿Quieres que te deje otra semana en muletas?
─ A ver, te reto.
Cedric nos miró a ambas asustado por nuestro repentino cambio de humor, se hizo hacía atrás y levantó ambos brazos.
—Sostén mis muletas— le pidió Milan a Cedric.
Levanté las mangas de mi blusa, mientras Cedric le devolvía la muleta a Milan para que no se fuese a caer.
—Ya veras, ya veras— tomé mi cabello en una coleta.
─ N-no estarán hablando en serio, ¿o si? ─preguntó Cedric, viendo como ambas nos preparábamos.
─ Si quieres apuesta con todos aquí sobre quién gana, la invalida, o la loca... digo… Hazel, si, si. ─soltó Milan.
Me quedé quiera en mi lugar, bajando los puños que había posicionado frente a mi.
—No, la verdad ya me dio flojera pelear, mejor hay que comer— propuse.
─ Bueno ─la rubia asintió, sujetandose con fuerza ─. Me gustaría seguir respirando su amor, pero mi novio ya llegó a la mesa de Gryffindor, y pienso molestarlo.
Se giro sobre si misma, comenzando a avanzar lejos de nosotros.
─ ¡Se me cuidan!
Reí un poco, mirando a Cedric, quien se tomaba el pecho y tomaba aire con lentitud.
—¿Estás bien? ¿Estás teniendo otro ataque de pánico, cielito?— me acerqué a él con preocupación.
Negó —No, no es eso, es que creí que realmente se iban a pelear.
Sonreí, mientras él se enderezaba frente a mi.
—No nos íbamos a pelear— aseguré —Solo jugábamos.
—Si, dile eso a la imagen mental de ti y Milan en el suelo con sangre.
—No íbamos a pelear— repetí —¿Quieres ir a sentarte?
Asintió, mientras lo tomaba de su brazo y ambos avanzábamos hasta la mesa de Ravenclaw, donde estaban Eugene y Cho hablando sobre algo que ambos interrumpimos.
—¡Uy! ¿Qué tienes, amigo?— Eugene le miró confuso cuando Cedric se sentó junto a él —Te ves pálido, ¿Hazel, qué le hiciste?
Negué —¿Yo? Nada.
—¡Confiesa! ¿Qué le hiciste a mi muchacho?
—¡Nada!— repetí —Calma, viejo loco.
Eugene me miró indignado —Viejo tu...— se quedó callado al no encontrar qué insultar —¡Tú! Tú eres un viejo.
—Solo no te golpeó porque estamos en el Gran Comedor— le saqué la lengua como una niña pequeña.
—Amanecimos bravas, eh.
Negué, mientras Cho nos miraba a ambos con impaciencia —¿Ya terminaron?— nos inquirió.
—Si— respondimos en unisonido.
—Ya, pero en serio, ¿Qué te paso?— el castaño se dirigió a mi lindo novio.
Quien negó —Nada, creí que Hazel y Milan se pelarían en medio del comedor.
—¡Uy, apuesto a que Hazel le gana!— exclamó el chico, sonriendo de lado a lado —Milan es fuerte, pero Hazel ya tiene experiencia.
Asentí —Uh, si, aprendí sola porque mis compañeras de mi anterior colegio me golpeaban y no tuve de otra.
Los tres se quedaron callados unos segundos, luego Cedric le lanzó un zape a Eugene y así el ambiente volvió.
Mi manía y yo de decir comentarios innecesario en los peores momentos.
POR LA TARDE, camine junto a Cedric luego de haber recogido el Profeta y leerlo juntos, decidimos dar este paseo y muchos más antes de que Cedric oficialmente se graduara.
Fue así como nos encontramos a Milan en medio del pasillo, la saludé con un ademán y levante con cuidado el yeso que ella llevaba, colocandolo sobre mis piernas para sentarme frente a ella.
—¿Cómo te sientes? Antes que nada— le dije.
Cedric se sentó sobre el suelo junto a nosotras, sosteniendo El Profeta sobre sus manos.
─ Bien, creo, no sé, no duele, creo que mi pie desaparecio ─ la chica se encogió de hombros ─. ¿Es El Quisquilloso?
Miré lo que ella, señalaba con la mirada el periódico que Cedric cargaba.
El chico negó —Es El Profeta, ¿Ya lo leíste?
—Regresa El-que no-debe-ser-nombrado— anuncié con voz de comercial.
Tome el plumón con el que Milan dibujaba en su yeso y comencé a dejar un dibujo de una planta en forma de caricatura.
No soy muy buena pero lo intenté.
—Hablan sobre Harry, cosas buenas y nada sobre mi lo que significa que soy libre— Cedric suspiró con alivio.
─ Al menos ahora no pintan a Harry como mentiroso, ¿verdad? ─ Milan nos miró a ambos ─. Aún no leo la nota, trato de distraerme con otras cosas.
─ No, de hecho, ahora es: «El niño que sobrevivió»
Encogí mis hombros —Lo bueno es que aceptaron que ustedes saben volvió, quedaron como unos payasos.
Sin embargo, antes de que alguno pudiera decir otra cosa, nos quedamos en completo silencio cuando el conserje; Filch, se paseo por el pasillo murmurando algo que sólo logré escuchar cuándo se acercó lo suficiente.
—La profesora Umbridge era lo mejor que jamás le había pasado a Hogwarts… eso debería quedar claro…— él dijo.
Los murmullos del conserje se dieron vuelta junto con él, dejándonos a los tres en completo silencio y mirándonos unos a otros con complicidad.
Miradas que, poco después estallaron en risas, tuve que sostenerme del muro para no caerme debido a la risa que soltaba.
—Umbridge ni siquiera está en sus sentidos ahora mismo, ¿Cómo podría ser eso lo mejor?— me pregunté, secando mis lagrimas de la risa —Si ella siguiera siendo la directora todos estaríamos loquitos.
─ Loquitos es poco ─añadio Milan ─. ¿pero saben? Me cayó bien cuando estaba en enfermería, porque cada vez que yo hacía sonidos de pasos de caballos, comenzaba a decir bobadas y ruidos raros, fueron mis mejores días.
Reí un poco mas —Creo que tiene un trauma muy evidente.
Volví a mi dibujo poco antes de que los pasos de Harry nos llamaran la atención creyendo que se trataba de un profesor que viniera a regañarnos por burlarnos de aquello.
─ Espero no les importe si me la robo ─menciono él, tomando a Milan de los hombros.
—Si, si me importa— le interrumpí, cabizbaja para intentar terminar mi dibujo.
─ Hay Milan para todos, no se peleen por mi amor. ─ aseguró Milan, moviendo sus hombros con diversión.
─ Pues hoy solo hay Milan para mi ─recordó Harry, ayudando a su novia a levantarse ─. Prometí llevarte al campo de Quidditch.
Me hice a un lado, señalando a Harry con mi dedo y diciendo: —Pero solo por hoy, te la rento.
—¿Y yo soy invisible?— se preguntó Cedric con indignación al levantarse del suelo.
Me giré un segundo a él —Cielito, ahora no.
─ Si, desde nuestro beso en la fiesta, tú eres el tercero en esta relación, Cedric. ─señaló Milan.
─ ¿Y yo? ─se preguntó Harry.
─ ¿Alguien habló? ─bromeó Milan, haciéndome reír.
Harry tomó del brazo a Milan con delicadeza, comenzando a caminar lejos de nosotros.
—¡La quiero devuelta a las siete, Harry!— le grité cuando se alejaban.
—¿Las siete del próximo año? Lo tengo— bromeo el chico de anteojos, haciéndome negar con la cabeza.
—Insisto, ¿Yo qué soy?— preguntó Cedric una vez más.
Me giré completamente a él —Tú eres todo.
Di un pequeño salto, dejando un beso sobre sus labios que lo hizo sonreír.
—Así si— finalizó.
—¿Si sabes que todo eso es una broma, no?— alcé una ceja.
Cedric dudo unos segundos, colocando su brazo sobre la pared mientras asentía —Si, si.
—¿Entonces por qué estás celoso?
Se acercó cada vez más, obligándome a sentir su respiración sobre la mía.
—¿Quién dijo que soy celoso?
Sonreí, colocando ambas manos sobre el cuello de su camisa —Nadie... pero te estas poniendo raro y... por alguna razón me agrada.
—Bueno...— miró a su alrededor —El pasillo está solo.
—Pero debemos ir a clases y debo estudiar para mi examen, dijiste que me ayudarías— recordé.
Asintió —Tienes razón, vamos.
Se estuvo apuntó de girar para dirigirse hasta la sala común, cuando tome su mano y con mi otro brazo lo rodee para acercarlo hacia mi y plantar un largo beso sobre sus labios una y otra vez.
Respiré con pesadez debido a la adrenalina cuando nos separamos, sonriendole, lo cuál lo obligó a sonreírme también.
—Ahora vayamos a la sala— añadí, antes de tomar su mano y comenzar a caminar por el pasillo.
CUANDO LAS CLASES TERMINARON fue demasiado extraño esta vez, no había medido el tiempo pues ahora íbamos de regreso a nuestras casas.
—Ay, no— dijo Neville de pronto, cuando estábamos por subir al tren.
Lo miré —¿Qué? ¿Olvidaste algo?
Negó —No, de hecho recordé algo, recordé que la abuela me matará apenas ponga un pie en la casa.
—¿Por la varita?— él asintió como respuesta —Mira, te propongo un trato, te invito a la fiesta que Cedric hará si tu no le dices a nadie lo que veas ahí.
Me observó luego de unos segundos, entrecerrando los ojos mientras analizaba su respuesta.
Entonces supe lo que quería escuchar —Si, Nev, si irá Hannah, es la amiga de Ced.
Sonrió —Entonces iré.
Reí ligeramente —Quién te viera de coqueto.
—¡Shh! Tenemos un trato.
Formé un candado imaginario en mis labios, pues el resto del camino a la estación fue en silencio.
En esta ocasión quise pasar tiempo con mi hermano, además de que Cho iría con Finn para aclarar las cosas antes de unas largas vacaciones, el chico se lo había pedido así que ella accedió. Eugene estaba cambiándose a ropa normal para ir con nosotros a la fiesta y Cedric estaba demasiado ocupado esparciendo la noticia a todo el tren.
La fiesta no era específicamente solo porque si, más bien por su graduación, sus padres la habían organizado y ahora se estaba llevando a cabo.
—No invité a muchas personas— dijo Cedric, cuando yo intentaba tomar mi maleta.
Lo miré —Claro, si muchas personas no son medio tren.
—De verdad— sonrió —Es mi despedida del colegio, después de eso tendré que trabajar para llevarnos a París.
Interrumpí mis movimientos de golpe al escucharlo, observándolo con los ojos bien abiertos.
—¿Qué?— solté de golpe.
Cedric me miró totalmente confuso y, después se dio cuenta de lo que había dicho —¡Ay, no debería haberte dicho eso!
—¿Me llevarás a París y no sabía?
—Es una sorpresa o bueno, era una sorpresa para ti ¡Ay, que tonto!— golpeó su frente con la palma de su mano.
—¿Para mi?
Seguía en shock.
—Si, para cuando salieras del colegio, quería que hiciéramos ese viaje tu y yo y vivir un poco.
—¿Vivir un poco?
—Hazel— llamó y salí de mi transe, mientras colocaba sus manos sobre mis mejillas —Si no quieres ir...-
Negué —¿Bromeas? Claro que quiero ir y en especial porque será contigo pero sigo procesando la información, dame cinco segundos más.
Él asintió, espero cinco segundos y... entonces formé una sonrisa de lado a lado sobre mis labios.
—Eso es lo mejor que me haz dicho— hablé —Me encantaría ir a París contigo, pero, ¿Vas a esperar todo un año para ir juntos?
—Esperaría por los siglos de los siglos— se apresuró a decir —No importa, no importa cuántos años sean, quiero tener esos recuerdos contigo.
Sonreí de lado a lado —Eres un romántico, Cedric Diggory.
Asintió, riendo un poco —Lo sé.
CUANDO LLEGUÉ HASTA la casa de Cedric me sentí bastante nerviosa, esta es la primera vez y volvería a ver a sus padres luego de uno año desde la última vez.
Desde entonces no tenía idea de qué había cambiado y qué no.
—¿Estas nerviosa?— se preguntó el castaño cuando estábamos por llegar.
Asentí con obviedad —Sabes que quiero causarles buena impresión, no quisiera que me vieran como la pésima pareja que haz tenido.
Frunció su ceño con delicadeza —Eres la única pareja que he tenido.
—Ay, por favor, no te cree ni tu lengua— rodé los ojos, mientras él reía.
—Les vas a agradar... otra vez.
Cuando nos acercamos hasta la puerta, tocó esta con delicadeza y en cuestión de segundos Amos Diggory apareció frente a mis ojos.
—¡Hijo, que bueno que llegaste!— el adulto sonrió de lado a lado —Justo a tiempo...— me miró —¡Hazel, querida, que bueno verte! Pasen, pasen.
—Buenas tardes, señor Diggory— saludé.
—Puedes llamarnos por nuestros nombres, querida, no te preocupes— añadió la señora Diggory cuando salió de la cocina.
Sonreí —Lo siento, no me acostumbro.
—Sin disculpas, que bueno que ambos llegaron con bien, ¿Qué tal el camino?
Me separé con delicadeza de la señora Diggory cuando termino de besar mi mejilla y abrazarme con delicadeza.
—Estuvo bien— le respondió Cedric a su padre —Muy tranquilo, hola, mamá.
El chico abrazo a su madre en forma de saludo, mientras me hacía a un lado y tomaba la maleta sobre mis dos manos.
—Hazel, ya me he enterado de todo ¡Es un milagro que salieras con vida! Eso fue muy peligro— añadió Amos al cerrar la puerta detrás de él.
Asentí —Si, bueno, fue muy peligroso.
—¿Cómo ocurrió? En la oficina hay muchísimos chism...-
—¡Amos! Te dije que no la aturdieras con tantas preguntas, deja el chisme para después— regaño su esposa, haciéndome reír ligeramente.
—No hay mucho que contar, nos enfrentamos a algunos seguidores de ustedes-saben-quien— respondí con simpleza.
—¡Lo sabia! Fuiste muy valiente, bien merecedor de una Diggory.
Mis ojos se abrieron demasiado al escuchar aquello, sin emabrgo; ninguno de los adultos pareció notarlo puesto a que siguieron una larga charla que se basó en muchas otras cosas.
Miré a Cedric aún sorprendida, pero en chico se limito a sonreírme.
—¿Escuchaste lo que tu padre dijo?— susurré a Cedric.
Ambos nos encontramos sentados sobre la sala, esperando a que los demás invitados comenzarán a llegar.
Él asintió —¿Qué tiene de malo?
—Nada, en realidad nada, pero me tomo de sorpresa— encogí mis hombros —Tienes razón, ellos me aman.
—¿Cómo no hacerlo?— me sonrió.
Arrugue mi nariz con diversión, tomando su mano para entrelazar nuestros dedos cuando los primeros invitados llegaron.
Hannah junto a otros chicos más se abrieron paso luego de que Amos les abriera la puerta, a decir verdad me sorprendió mirar entre esos chicos a Finn.
—¡Me olvide!— recordó Cedric —He invitado a Finn, es mi amigo y... bueno espero que no haya problema con Cho.
Negué —No te preocupes, me la llevaré a mi lado toda la fiesta, si algo pasa te aviso.
—¿Estas segura? No podía desinvitarlo— formó una mueca —Sería descortés.
—Me las arreglaré.
Y así fue, cuando Cho junto a Eugene llegaron a la fiesta Me encargué de quedarme junto a ellos todo el rato y dejar que Cedric se diviertera con sus amigos.
—Si te quieres ir, vamonos— propuso Eugene con una leve mueca —Ya me engente, creí que solo sería un par de invitados.
Asentí —Yo también.
Cho apartó la vista de Finn —No creí que Cedric tuviera tantos amigos.
—No, ni yo— aseguré —Pero se está divirtiendo, eso es lo que importa.
—Necesito alcohol, si no, no podré seguir aquí— mencionó Eugene de pronto.
Sin emabrgo, lo tomé de la camiseta antes de que se fuera para ir a buscar el dicho alcohol.
—Ni se te ocurra, los padres de Cedric están aquí y tú con alcohol son una muy, muy mala combinación.
Él negó —Estaré bien, mira, si caigo como borracho en menos de una hora que me parta un rayo.
—¡Oye! No digas que va a llover porque me planche el cabello— añadió Cho de inmediato.
—¿Cómo que no es liso natural?— el chico se preguntó, haciéndome reír ligeramente.
—El tema es que no vas a llenar tú sistema de alcohol, no hoy— le señale.
—¡Ay! Bueno, lo llenaré de agua entonces— bebió de su vaso de agua hasta casi terminarlo.
LA FIESTA IBA DEMASIADO BIEN, tal como me la había imaginado, me había relajado tanto que me sentía cómoda y más aliviada luego de todo lo que había sucedido hace unos días.
En mi rostro aún tenía un par de rasguños debido a toda esa locura en el bosque, mi nariz había vuelto a la normalidad y casi terminaba de juntar los galeones para comprarle la varita a Neville, tuve que vender un par de cosas preciadas pero al fin podría conseguir los galeones necesarios.
—¿Qué es eso?— la voz de Cedric me hizo guardar mi bolso con dicho dinero.
—¡No me asustes! Pensé que me ibas a asaltar— me quejé.
Él rió, sirviendo sobre su vaso —Lo siento, es que no te vi en toda la tarde.
—Bueno, estoy dejando que te diviertas con tus amigos— señalé.
—Si, pero quiero divertirme contigo ahora— aseguró él —Solo tú y yo, critiquemos a los demás, hablemos de algún chisme o háblame de algún libro que hayas leído recientemente.
Sonreí de inmediato —No he tenido mucho tiempo de leer, ¿Eso es alcohol?
Señalé de inmediato el líquido morado transparente que pasaba de la gran jarra hasta su vaso.
Cedric de inmediato negó —No, es agua... de uva.
—Ah... creo que ya me traume— entrecerre los ojos —No se que me pasa hoy, debería irme.
Su expresión cambió a preocupación de inmediato, lo que lo hizo soltar su vaso y prestar toda su atención en mi.
—¿Quieres que hablemos?— miró a su alrededor —Lejos de aquí, podemos irnos.
Negué —No, hoy es tu día, debes disfrutarlo y no preocuparte por mi.
—Hazel, siempre me voy a preocupar por ti, no importa cuanto fingas— aseguró —Vamos, hay un lago a unos kilómetros de aquí.
—Pero...-
—Ya me canse de convivir, ahora quiero estar sólo contigo.
Me quedé plantada en mi lugar unos segundos, asintiendo después y antes de comenzar a caminar junto a él.
Ambos salimos de la casa que contenía música a un volumen alto, personas en todos lados, riendo y bromeando entre sí. Me alegré demasiado cuando nos alejamos y la paz volvió.
No es que fuese aguafiestas, me gustan las fiestas y mucho, bailar y beber me agrada pero de un momento a otro eso me cansa y lo único que quiero es huir a otro lado y dormir o hablar con alguien que amo, como ahora.
—¿Cómo es que puedes convertir todo lo malo en mi en algo bueno?— me pregunté de pronto.
En aquel silencio donde lo único que se escuchaba era el movimiento del lago y el cantar de los pájaros.
Cedric me observó, sus ojos grises puestos en mi. —¿A qué te refieres?
—Que... yo tengo muchos problemas, traumas y demás pero siempre logras, por alguna razón, hacer que eso se me olvide y se vuelva todo algo... lleno de brillos y unicornios— reí un poco —Es raro, jamás había pasado algo así.
El chico junto a mi frunció su ceño con delicadeza, pero sin borrar su sonrisa en ningún momento.
—¿Te refieres a que soy tu luz en la oscuridad?
—No lo había visto de esa manera— aseguré —Pero si... creo que eso eres.
—Bueno, tu también iluminaste mi vida, Hazel— miró el lago frente a nosotros —Antes de ti no creí que alguien fuera a quererme solo por ser quien soy.
—¿Y... quién eras exactamente?
—Un chico al que todos aman solo por fingir alguien que no es— respondió —Tu viste la mejor versión de mi.
Sonreí —A mi me gustan tus dos versiones, Ced, aunque más la rebelde.
—¿Ah, sí? Bueno, a mi me gusta más tu versión sarcástica.
—Yo no soy sarcástica— contradije de inmediato.
—¿Qué si no? Me gusta cuando le respondes a cualquier persona de forma brusca y luego le das una sonrisa y dices que es broma y que puede contar contigo— relató —Esa es mi versión favorita de ti.
—Bien, bien, tu ganas— negué, rodando los ojos pero manteniendo mi sonrisa.
Entonces me moví un poco, recargando mi mentón sobre su hombro mientras tomaba su mano y entrelazaba nuestros dedos.
Con la vista del lago frente a nosotros y el mundo simplemente olvidado.
LUEGO DEL PASO DE una hora aproximadamente, decidimos que regresar sería una buena idea ya que, pronto notarían nuestra ausencia y lo menos que queríamos era asustar a alguien.
Fue así como nos adentramos nuevamente a la casa, sin embargo, antes de que pudiéramos avanzar más, me quedé plasmada sobre el suelo cuando Cedric apenas terminaba de cerrar la puerta.
—¿Qué pasa?— se preguntó el chico, tratando de mirar lo que yo.
—¿Ya viste?— pregunté.
—¿Mirar... qué?
—¡Es Neville!
Rebusco con la mirada al mencionado —No encuentro nada, ¿Qué tiene de malo tu hermano hablando con Hannah?
—¡Eso es! ¡Está hablando, está hablando con ella!— lo tomé de los hombros zarandeandolo una y otra vez —¡Está hablando, está hablando!
El chico me dio una mirada confusa, —Creo que mejor me gusta esta versión de ti.
—No lo entenderías, Cedric, soy la hermana más orgullosa del mundo ¡Míralo! Mi hermano favorito esta hablando con la chica que le gusta— sonreí de lado a lado.
—¿A Neville le gusta Hann..?— se interrumpió cuando lo hice callar con un buen golpe en las costillas.
—¡No lo grites!— regañe —Nadie puede saberlo, ni siquiera tu así que no escuchaste nada de mi.
Asintió —Soy... un diario de secretos que jamás revelaré.
—Eso— felicite —¡Uy! Mira que tiernos se ven.
Hannah rió un poco frente a mi hermano, quien parecía estar en su color habitual y se tomaba la mejilla de vez en cuando con nerviosismo. Hannah en cambio, llevaba sus mejillas algo rojizas cuando hablaba y parecía estar muy concentrada en lo que hablaban.
No había mejor escena que esto.
MIRABA EL TECHO CON DETENIMIENTO, el silencio que estaba rodeando la casa en este momento realmente me asombro.
Es más silencioso que mi casa, ¿Qué clase de milagro es este?
En un suspiro me sobresalte al escuchar la puerta abrirse, pensando que quizá era un fantasma pero, al contrario de ello, apareció Cedric con el cabello despeinado, en pijama de cuadros y una almohada con él.
—Hola— saludó él.
Sonreí, frunciendo un poco mi ceño en el proceso —Hola, ¿Pasa algo?
Nego —Uh, no, no, solo pasaba a saludar.
—Cedric, literalmente duermes en el sofá de la sala.
—¿Y...?
—Te acabo de decir hasta mañana hace como una hora— recordé.
Formó una mueca, recargandose sobre la madera de la puerta —Es que me da miedo, además extraño mi cama.
—Por eso te dije que yo podía dormir en el sofá, pero no quisiste.
Negó —¿Cómo podría? No sería muy caballeroso de mi parte, además mi madre me apoyo.
—Bueno, tienes razón, tú cama está más cómoda.
—¿De verdad? ¿Puedo dormir aquí también?— se preguntó.
—¿Y si tus padres entran? Seguro me echan de la casa.
—Lo dudo...— comenzó a caminar —Además, les diré que me moría de frío.
—Es temporada de calor— reí un poco.
—Para ellos es frío todo el tiempo, no notarán la diferencia.
En cuanto menos me di cuenta, Cedric ya se había hecho un espacio junto a mi. No podía rechazarlo, mucho menos después de que me quedara cómoda entre las almohadas y sus brazos.
Acomodé mi cabeza sobre uno de sus brazos, sintiéndome bien a su lado, sintiéndome cómoda.
Ese es un don que solo él tiene, el hacerme sentir demasiado cómoda, incluso más que conmigo misma. No había nada que me quitará lo que siento por él, cuando apenas y aparece frente a mi me dan ganas de sonreír y de contarle un montón de cosas sobre todo lo que hice ese día ¿Lo mejor? Es que él siempre me escucha.
Cómo podría separarme por tanto tiempo si ni siquiera podía hacerlo ahora.
—No sé cómo sobreviviré sin ti un año en el colegio— murmuré de pronto.
Sentí como recargo su mentón sobre mi cabello —Lo harás, tu puedes con todo, Hazel.
—Sé que puedo pero no quiero hacerlo— formé una pequeña mueca —Aunque también me alegro por ti.
—El tiempo se va rápido, ya verás, ya verás— repitió una y otra vez, haciéndome sonreír.
—Ya veré— afirmé.
Esté era el final de nuestra historia en aquel colegio donde nos conocimos y decirle adiós me resultaba difícil, incluso cuando era algo que pasaría tarde o temprano.
Pero tenía que aceptarlo.
Tenía que aceptarlo. . .
━━━━ ⋆ AUTHOR'S NOTE: oc, aprecien mis bellísimas 7000 palabras o lloro, donde dejen flop el cap los funo y mato a todos en el fic >:(
Hablando de otros temas, me vi toda la saga de los juegos del hambre en dos días so, no se extrañen si subo un fic de las pelis aaaaaaaaaa
No los aburro más, recuerden votar y comentar plss <3
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