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chapter thirty-nine. eugene's notes

HEAVEN
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⌇ ☾ ❪ chapter thirty-nine ❫  ೋ
۫ ₊˚ eugene's notes ˚₊ ۫ ۫


El sombrero seleccionador nos dio un largo discurso como el año pasado, sólo que está vez sí que prestamos atención ya que eran tiempos diferentes. Como siempre, eligió a los alumnos en cada casa aunque ahora mismo estaba demasiado sumida en buscar a Eugene con la mirada.

—¡Ahí esta!— señaló Cho con la mano.

A unos, muchos, alumnos estaba mi querido amigo; cabizbaja, se veía más pálido que antes, miraba un punto en específico y no se molestaba en comer como los demás.

—¿Qué le pasó?— susurró la chica a mi lado.

No aparte la mirada de él —No lo se.

—¿Por qué no viene con nosotras?

Negué —No lo se.

La voz del profesor Dumbledore resonó en mis oídos de pronto, haciéndome girar al mencionado.

Aunque Eugene no desaparecio de mi mente mientras escuchaba su discurso.

—Estamos muy complacidos de
recibir a un nuevo miembro en el equipo de maestros, el Profesor Slughorn— Slughorn se puso de pie, mientras yo tomaba de mi jugo de calabaza—Es un colega mío que ha accedido a reasumir su puesto de Maestro en Pociones.

Cometi un error al tragar en ese momento, pues el juego casi se me va a la nariz.

—¿Pociones?— hablamos Cho y yo en unisonido, igual de confusas que todos.

—¿Dijo Pociones?— repitió mi amiga.

Asentí, limpiando mi rostro y parte de mi camiseta con una servilleta. Por poco me ahogo frente a todos.

—El Profesor Snape, mientras tanto— siguió Dumbledore, alzando su voz para
acallar a todos —Tomará el puesto de Maestro de Defensa contra las Artes Oscuras.

Snape, quien estaba sentado a la derecha de Dumbledore, no se paró cuando mencionaron su nombre. Solo agradeció con un ademán a los alumnos de Slytherin que aplaudían y celebraban desde su mesa.

—¡No!— grito Harry, en medio del comedor.

Todos nos volteamos a mirarlo, pero a él no pareció importarle. Pronto noté la mancha de sangre que llevaba sobre su nariz y parte de su mentón.

No pude hablar o decir algo más a Cho, debido al ruido que había generado esa noticia. Así como los demás alumnos de ravenclaw, nos mantuvimos en silencio, solo observando a los demás y esperando a que se callaran para seguir escuchando el discurso de Dumbledore.

Esperó unos segundos y entonces, cuando hubo silencio, volvió a hablar:

—Ahora, como todos en este Salón sabemos, Lord Voldemort y sus seguidores están una vez más ganando fuerzas.

Me volví a Eugene, quería saber como había tomado esa noticia pero él estaba tan quieto como antes.

¿Habría celebrado como los demás Slytherins? ¿O simplemente se habría quedado así? Estoy segura de que el Eugene que conozco no le hubiera dado importancia y sólo hubiera dicho algo como: espero que no se vaya, con eso de que el puesto de esa materia esta maldito.

No obstante, al escuchar el nombre "Voldemort" él se volvió al profesor, saltando del susto sobre su lugar, como si temiera a algo.

No puedo enfatizar lo suficientemente fuerte qué tan peligrosa es la situación
presente, y qué tanto cuidado debemos de tener cada uno de nosotros en Hogwarts para mantenernos a salvo. Las protecciones mágicas del castillo han sido reforzadas durante el verano, estamos protegidos de formas nuevas y más poderosas, pero aún así debemos
cuidar escrupulosamente el descuido por parte de cualquier estudiante o miembro del equipo docente.

¿Realmente estamos a salvo o solo nos dice eso para no entrar en pánico?

—Los instamos por tal motivo, a obedecer cualquier restricción de seguridad que sus maestros les impongan, por más irritante que parezca… en particular, la regla de
que no deben estar fuera a deshoras— el profesor nos miro a todos en aquel silencio —Les ruego, si se percatan de cualquier cosa extraña o sospechosa dentro o fuera del castillo, repórtenlo a un miembro del personal inmediatamente. Confío en que se conducirán siempre de la mejor manera para su seguridad y la de los demás.

Bueno, si lo decía así ahora si estaba por entrar en pánico.

El profesor volvió a sonreír luego de aquel discurso tan serio. —Pero ahora, sus camas los esperan, tan cálidas y
confortables como las podrían desear, y yo sé que su máxima prioridad es el estar bien descansados para sus lecciones de mañana. Entonces, permitámonos decir buenas noches.

Cho se levantó en cuanto escucho aquello, mi mirada volvió a Eugene, quien está vez nos observó a ambas.

Me mantuve callada al mirarlo, parecía querer venir hacía acá para hablar, pero tambien el tan diferente que se veía no me dejo analizarlo ya que se marcho en cuanto pudo.

—¿Vienes?— inquirió Cho, sacándome de mis pensamientos.

Le asentí, mirando como el chico se desaparecía tras la puerta del comedor junto a los demás alumnos.

LA MAÑANA SIGUIENTE de clases me levanté más temprano de lo que quería, lo cual odie y me obligo a mantener mi peor expresión del mundo hacia todos mis compañeros y compañeras.

Me sentía tan cansada que podría dormirme en una camilla de la enfermería y Pomfrey no se daría cuenta.

La avena apenas la digeria en el gran comedor, pues estaba sola debido a que era aún muy temprano para que hubiera tantos alumnos fuera. La verdad me asombro ver a Neville caminar hacia mi con tanta tranquilidad.

—¿Por qué estas feliz?— me pregunté, arrastrando las palabras.

—No tienes idea de lo que me ha dicho la profesora McGonagall.

Lo mire —¿Te ha dado la cura para el insomnio?

Él negó —No...-

—Cuando la encuentres me avisas.

Confundido, sacudió la cabeza un par de veces —¿Recuerdas la vez que la abuela me dijo que no tomara Encantamientos porque creía que era una material muy fácil?

Asentí, no hace mucho, cuando Neville recibió sus TIMOS y ahora le tocaba elegir materias para llegar al EXTASIS, la abuela le prohibió tomar Encantamientos con la excusa de que era una opción fácil e inútil.

—Recuerdo— aseguré.

—Adivina quién reprobó el TIMO de Encantamientos.

Negué, formando una sonrisa de lado a lado—No te creo.

Él asintió con entusiasmo —Ahora no puede decirme nada, he tomado el EXTASIS de Encantamientos.

—Uh, Neville rebelde, me agrada— encogí mis hombros con diversión.

Se levantó —Bueno, eso me alegro el día y ahora iré a clases.

Me despedí con un ademán, mirando esta vez mi horario en el pergamino.

Era lo peor de lo peor, apenas tenía clases libres para estudiar, lo cual lo hacia aun peor. Espere a que Cho llegara junto a mi para comenzar a quejarme, así como ella, en forma de desahogo.

—Dos horas de Pociones los lunes a las primeras horas, ya matame— pedí.

Ella negó —Al menos tu tienes dos horas libres el martes, yo no tengo hasta el jueves.

—Esto es un robo, intercambia horario conmigo— me giré a ella, tirando de su túnica.

—Hazel, ¿Quieres tener dos horas de Historia de la Magia ahora mismo?

La solté —Ni loca, conserva tu horario.

Ella rió, a decir verdad y si lo pensaba bien, mi horario no era tan, tan... tan mal.

—Te veré en el almuerzo que después tengo Herbologia— dijo ella y me despedí con un ademán.

Como extraño las clases de Herbologia.

Cuando llegue a la puerta del salón me di media vuelta sin fijarme, como siempre lo hacía, provocando que chocara con el chico que estaba saliendo de dicha aula.

—¡Lo siento!— el chico me tomó de mis brazos antes de que chocaramos con más fuerza.

—Ay, lo siento— me disculpe al igual.

Me quité de la pasada y lo deje pasar fuera, dandome cuenta que era Allan de quien se trataba.

Él se detuvo a medio camino, —¿Mal día?

Asentí —Insomnio, de hecho, creo que es lo mismo ¿Y tú?

—Sí, me equivoque de aula— señaló el pergamino que seguro debía ser su horario —Se supone que tengo Defensa Contra las Artes Oscuras.

—Buena suerte con Snape— sonreí —Yo tengo dos horas en Pociones.

—Buena suerte con Slughorn— repitió.

—Gracias— retrocedí un poco —Supongo que... eh, adiós, tengo que ir a clase o me regañan.

Allan rió un poco, despidiéndose de mi desde la distancia y dándome la oportunidad de adentrarme al salón.

LA CLASE DURÓ MENOS de lo que esperaba, evite a todo momento los cumplidos del profesor Slughorn cuando preparaba la poción que nos pidió de la página cincuenta. Muy avanzando para nuestra edad.

La habitación pronto se torno con una clase de humo púrpura, lo cual hizo que nos saliéramos antes de la segunda hora.

—No se quién hizo eso pero, gracias— dije, formando una sonrisa.

No estoy hablando sola, si no con Eugene, quien estaba sentado junto a mi recogiendo sus cosas a una increíble velocidad.

—¿Eugene?— llamé al chico, pero no respondió.

Mi ceño se fruncio, un montón de cosas venían a mi cabeza que pude haber hecho para que él se molestara conmigo pero simplemente no había alguna.

Confundida, intenté tomar su hombro pero este solo se hizo a un lado y huyo junto a los demás alumnos fuera del aula antes de que el humo púrpura les hiciera algo.

No pude dejar de pensar en su fría expresión, en que ni siquiera me miró o hablo en toda la clase. Cuando requería algún ingrediente simplemente se lo pedía a alguien más o se levantaba por el, incluso si estaba más lejos de su alcance que del mio.

No lo entiendo.

¿Qué le pasa? ¿Qué pasó en las vacaciones? ¿Qué hice?

—Hazel.

¿Qué pudo haber pasado que haya sido tan grave?

—¿Hazel?

No lo entiendo.

—Hazel, deja de hablar contigo misma en tu cabeza— Cho movió mi brazo con delicadeza.

Entonces desperté.

—Lo siento, ¿Me decías algo?

Ella asintió —Decía que, ¿No has visto a Eugene algo raro?

Justo lo que pensaba. —Sí, no se qué pasa con él, en clase de Pociones no me hablo en las dos horas, le hable cuando salimos por el humo que ocasionaron  esos chicos de Hufflepuff para salirse de la clase pero me ignoro, me dejo como payaso.

—Yo... sólo lo salude en los pasillos cuando lo vi luego de dejarte en clase de Pociones.

—¿Tu le has enviado cartas? ¿O al menos durante vacaciones?— inquirí con curiosidad.

Ella asintió —Lo de siempre, solo que esta vez no las regreso, creo que ni siquiera tiene la misma dirección.

Formé una línea en mis labios —Esto me huele a gato encerrado... hablando de gatos, ¿Dónde está Pandora?

La chica encogió sus hombros, me levante del suelo de la habitación, pues ambas estábamos ahí, no bajamos a cenar.

Como si lo hubiera invocado o algo así, Pandora salió de debajo de las cobijas de mi cama y dio un brinco hasta mi, golpeando mi estómago sin mala intención intención el proceso.

—¡Au! Casi me sacas una tripa, Pandora— rasque debajo de sus orejas, lo que lo hizo ronronear —Pero te perdono, ¿Si? Te perdono por ser el mejor, el mejor gatito, ¿Quién es el gatito de mamá?

—Otra vez le hablas con voz rara— mencionó Cho.

Negué con el ceño fruncido —¿De qué hablas? Es mi voz normal.

—Si tu dices...— se levantó de su cama —Ire a cenar, ¿Vienes?

Negué —No tengo mucha hambre.

—Te traeré algo entonces— dijo, justo antes de desaparecer por la puerta.

No tenía mucha hambre, en eso no mentía. Mirar por la ventana todo el día que estar rodeada de personas me parecía mejor.

NO PUDE DORMIR LUEGO de haberme comido el pedazo de tarta de fresa que Cho me había traído como cena, por lo que decidí bajar las escaleras de los dormitorios de mujeres esa misma noche, envuelta en una cobija y sola.

Pero, antes de que pudiera preguntarme dónde se había metido Pandora, el gato gris corrió hacia mi con algo en su correa, lo cual me hizo agacharme a tomar el pergamino que traía envuelto.

Lo desenvolvi y leí:

Hazel:

Quédate, por lo que más quieras. Fui grosero, lo siento, no quería hacerlo pero sombras me persiguen y si ellas se enteran de ti no me lo perdonaría jamas.

E.

¿E? E... Eu... ¡Eugene! Claro, debía ser eso.

Espero, realmente lo espero.

Sabía que no lograría volver dormir si volvía a la cama así que, con toda la esperanza de que no me saliera ningún fantasma, salí de la sala común y comencé a caminar por los pasillos en medio de la noche.

Al inicio me dio miedo, pero creo que no estaba concentrada ahora mismo en el miedo, si no en Eugene, en averiguar qué le pasa y quizá estaba muy metida en el tema pero es mi mejor amigo.

Si tan solo algo malo llegara a pasarme no me lo perdonaría.

Me detuve en seco en una esquina del pasillo, mirando a ambos lados con el ceño fruncido. ¿Qué esquina era está? ¿Donde me pelee por primera vez por Neville? ¿O donde vi a Milan el día de mi cumpleaños? No lo se, ¿por qué no lo se?

Ay, Merlín, me he perdido.

—No, no, no...— murmulle asustada.

Debía ser una mala broma de mi cerebro.

¿La esquina que tomó para ir al gran comedor? No, el gran comedor debía estar muy, muy lejos de donde yo.

Merlín, que no haya fantasmas o me echaré a llorar y luego a correr.

—Pareces perdida.

Salte como un gato. Literalmente como un gato, creo que Pandora estaría orgulloso de mi.

—¡Ay, Merlín, librame del mal, no hice nada malo en mi vida, fui buena, lo juro!— exclame tan alto que estaba segura que me escuche hasta la sala común.

El chico frente a mi me miró con los ojos bien abiertos, sosteniendo la luz con su mano y la otra un pergamino.

—¿Estás bien?— inquirió él.

Cuando pude tranquilizarme caí al suelo, aún consciente y tomando de mi pecho.

—Creí que... eras... un... un fantasma— hable —¿No te enseñaron a hacer ruido para no asustar a la gente?

—Bueno, jamás he asustado a alguien.

—Era retórica.

Asintió —Sí, y yo lo lamento, me quedé dormido en la biblioteca mientras estudiaba y quería volver.

Finalmente subí la mirada, Allan seguía de pie frente a mi, con una expresión de preocupación.

Solté un quejido —Yo solo tengo insomnio, quería dar un paseo.

—¿Sufres de insomnio también?

—Sí, especialmente pesadillas.

Miró a su alrededor, en los pasillos no había nadie aún a lo que me tendió su mano para ayudarme a incorporarme.

Sacudí mi ropa mientras lograba respirar con más tranquilidad luego de aquel susto.

—¿Quieres ir a un lugar menos tenebroso?— se preguntó, sin soltar mi mano.

—Que no sea el patio, a esta hora el lago me da miedo.

Él negó —Solo confía en mi.

Finalmente acepté, dejándome llevar una vez más por mi intuición. Supuse el lugar a donde me llevaría está ocasión, pues la Torre de Astronomía era muy tranquila por las noches.

La luz de la luna iluminó la torre junto a las estrellas en aquella cálida noche. No sabía cómo describir la paz que me trajo estar aquí apenas llegue junto a Allan, se sentía tan bien dejar que la brisa del aire no frío, pasará por mi piel.

—Esto se siente mejor, ¿No?— inquirió el pelinegro junto a mi.

Asentí —Hace mucho que no siento la paz que estoy sintiendo ahora mismo.

Tomé una gran bocanada de aire, soltandolo con tranquilidad y mis ojos cerrados.

—Mencionaste pesadillas, ¿es sobre... tus padres? Supe lo que les pasó, es terrible.

Abrí mis ojos, recargando mis manos sobre aquella terraza, a pesar de que es una altura gigantesca, no me asusto en lo absoluto.

—Sí— respondí, luego de unos segundos en total silencio —Y sobre lo que pasó en la batalla del ministerio.

—Escuché eso también.

—Esos son solo rumores— respondí de inmediato y con voz más pesada de lo que quería.

La expresión del chico cambio. No es que no estuviera lista para contárselo a alguien que no fuera mi familia, pero los alumnos de aquí creen saber lo que se vivió cuando no es así.

—¿Quieres la versión real?— me pregunté, rompiendo aquel silencio incómodo.

—Solo si quieres contarla — Allan se encogió de hombros.

Quería contarla. —Bueno, tengo pesadillas sobre eso, Bellatrix Lestrange fue quien torturó a mis padres y, los veo, los escucho en una habitación del ministerio gritándome pero jamás puedo hacer algo.

Lo observé y toda la atención que me ponía al hablar.

—Ella intento hacérmelo a mi también en el ministerio— suspiré —Lo hizo, una vez, me... me torturó con la maldición cruciatus, aún... aún puedo sentir el dolor en los huesos.

—Debe ser duro asimilar todo en tan poco tiempo.

—Lo es— aseguré —Pero no fui la única, Neville también sufrió, Harry, Milan, Luna, todos nosotros estábamos ahí por una buena causa que nos terminó afectando y no culpo a Harry porque todos quisimos ir y sabíamos lo que pasaría y lo que arriesgabamos.

—¿Lo harías de nuevo?

Asentí antes de pensar —Sí, si pudiera hacer todo de nuevo con tal de ayudar a Harry lo haría.

—Me gusta esa parte de ti— aseguró —Cómo proteges a los demás, me gusta.

Sonreí —¿Crees que tengo otra opción? Si no hago nada me molesto conmigo misma porque sé que puedo hacer algo más.

—Esa es mi parte favorita, jamás te conformas.

Desvíe la mirada al cielo, —Bueno, ya hablamos mucho de mi, ¿Qué hay de ti? Siento que apenas te conozco.

Encogió sus hombros —No hay mucho que saber sobre mi, soy huérfano, vivo en una biblioteca con mi abuela, me gusta el café en lugar del té, las galletas de fresa que hace mi abuela, no tengo muchos amigos y por muchos digo ninguno, veamos... ¿Qué más? ¡Ah, si! Mi color favorito es el naranja pastel, ¿pastel? Odio el pastel que no sea de chocolate, totalmente de chocolate.

Reí ligeramente, mirándolo ahora sí con el ceño fruncido y sin borrar mi sonrisa.

—Espera, ¿Dijiste galletas de fresa?

—De todas las cosas que dije, ¿Sólo escuchaste galletas de fresa?— alzó ambas cejas.

—Me gustan las galletas de chocolate, ¿Cómo que existen las de fresa?

—Es una receta que mi abuela se robo pero no tengo idea de dónde— dijo —Algún día las probaras, le pediré unas cuantas.

—Espero que lleguen pronto.

Tomé una gran bocanada de aire tranquilo, no sabía qué más decirle al chico o qué otro tema tocar que no fuera nosotros terminando en lágrimas.

Hubo una pausa de algunos segundos cuando él dijo: —Dime, Hazel, ¿Crees en el destino?

Me asombro el tipo de tema, pero lo acepté.

—Absolutamente— encogí mis hombros —¿Quién no lo hace?

—Bueno, creo que todo pasa por algo.

—Así es, las cosas pasan por algo, aunque aveces es raro que esas cosas se desvíen de su camino— me detuve a pensar —Un paso en falso y todo se arruina.

—Creo que estoy por entrar en crisis.

Asentí de acuerdo —Es mejor ir a dormir, mañana tengo clases por la mañana.

—Sí, yo debo dormir bien o no podré levantarme de la cama.

Así pues, ambos caminamos por los pasillos. Gracias a Merlín que no me perdí otra vez y logramos llegar, resolver el acertijo y entrar a la sala común en cuestión de minutos, sin que ningún prefecto o maestro nos viera.

—Fue una buena noche, hasta mañana, Hazel— se despidió el chico.

Me despedí con un ademán —Hasta mañana.

Sin emabrgo, me detuve a media escalera.

—¡Ah, si! Si compartes habitación con Eugene Cowen, ¿Podrías decirle que recibí su recado? Pandora es buen búho mensajero.

El chico se giró y asintió —Seguro, le daré tu mensaje.

Y después de eso lo vi desaparecer tras las escaleras de los dormitorios.

—¿SOMBRAS ME PERSIGUEN?— repitió la voz de Cho, cuando ambas estábamos en el gran comedor al día siguiente.

—Sí, no se cómo interpretarlo.

—¿Podrían ser...? No lo se, quizá que alguien lo vigila.

—Eso tiene sentido.

—Hazel...-

Recargue mi mejilla sobre la palma de mi mano —Tiene sentido...

—Hazel.

—Mucho sentido, pero, ¿Quién crees que este acosando...?

—Hazel, ¿Y si es...— miré a mi amiga, ella esta algo palida ahora que la veo bien —... quien-tu-sabes?

—¿Voldemort? ¿Para qué lo querría? ¿Para hacerle la pedicura?

—¡No es gracioso!— exclamó con tono serio —Sabes de quién hablamos.

—Ya, pero me parece absurdo que él lo quiera para algo, Eugene podría ser todo pero menos un mortífago.

Mortífago, así se hacen llamar los seguidores de Lord Voldemort y lo supe cuando escuche a Emma hablar con la señora Weasley y Fleur Delacour cuando nos llevó pastel de chocolate que había hecho en celebración por el compromiso de Fleur con el hermano mayor de los gemelos: Bill.

¿Eugene mortifago? No lo creo.

—¿Qué harías si lo es?— inquirió la chica —Con lo que le hicieron a tus padres, a ustedes en el ministerio.

—Cho, Eugene no es uno de ellos— recite con voz firme.

No es que estuviera molesta. La idea de que Eugene fuera uno de ellos me hacía sentir peor de lo que creía; asustada y preocupada.

Pero, viéndolo por otra parte, si él llegara a confesarmelo en definitiva lo ayudaría para que estuviera a salvo de las garras de Voldemort y protegerlo con mi vida si se necesitaba. Nuestro vínculo es muy fuerte, supongo.

—¿Hazel Longbottom?— llamó una voz femenina, que no era de Cho.

Entonces subí la mirada a la chica de cabello rubio y uniforme de Slytherin, le asentí con la cabeza cuando noté su mirada de indiferencia hacia mi.

—Esto es para ti, no puedo decirte quien te lo ha enviado, al menos no hasta que sepas al leerlo— me entregó una hoja de pergamino.

—Gracias— le dije con rapidez, pues apenas tome el pergamino ella se fue.

—¿Qué dijo?— Cho se preguntó aún junto a mi.

—Te digo que no lo se, a Eugene se le salio lo Ravenclaw y quiere hablarme con acertijos que apenas entiendo.

Ella frunció su ceño y no la juzgo, ¿como entendería todos sus acertijos si apenas entendía mis materias?

Hazel:

Se que haz leído mi nota y te agradezco por ello. No espero tu respuesta pero si algo claro, no puedo decírtelo ya lo dije antes. Notas es lo único que enviar podré hacer al menos que cumplida sea la misión.

E

Cada vez Eugene parecía rebelar más cosas y le agradecía por ello, pues así podría entender a ayudarlo y entender a como empezar para lograrlo.

No lo se, pero todo esto me daba dolor de cabeza con las clases juntándose cada vez más. Sin embargo, pensaba en ello cuando podía, como en mis horas libres o demás.

Una cosa sí que estaba segura y es que lo ayudaré, sea lo que sea que este pasando. Eugene no merece sufrir.
































━━━━ ⋆ AUTHOR'S NOTE: vengo con una queja pq nadie vota ya en los capítulos 👺

Si el cap llega a 40 votos sigo actualizando ujum, chao.

Btw, si me siguen en ig les doy una galleta (same.izzie)

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