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chapter thirty-five. the death that marked

𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍
꒰ ۫₊˚ɞ capítulo 35 .˚ׅ🦋 ຊ ҂
❝ the death that marked ❞

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— ¿DÓNDE ESTÁ Sirius? —pregunto Harry.

Una vez que todos nos dimos cuenta de la presencia de aquellos tipos, los cuales rieron mientras una mujer salió desde aquellas oscuras figuras.

—¡El Señor Tenebroso nunca se equivoca!— sentenció aquella mujer.

—No, nunca —apostilló la rubia —. Y ahora, entrégame la profecía, Potter.

—¡Quiero saber dónde está Sirius!

—«¡Quiero saber dónde está Sirius!» —se burló la mujer que estaba a centímetros de nosotros.

—Sé que lo han capturado —afirmó él.

— El bebé se ha despertado asustado y ha confundido el sueño con la realidad —dijo la mujer imitando la voz de un niño pequeño.

Pero las carcajadas siguieron, mientras Harry nos observaba y susurraba: no hagan nada, aún no.

—¿Lo han oído? ¿Lo han oído? ¡Está dando instrucciones a los otros niños, como si pensara atacarnos!

—¡Ah, tú no conoces a Potter tan bien como yo, Grey! —exclamó aquel hombre de cabello rubio —. Tiene complejo de héroe; el Señor Tenebroso ya lo sabe. Y ahora danos la profecía, Potter.

—Sé que Sirius está aquí —insistió Harry —. ¡Sé que lo han capturado!

Unos cuantos mortífagos volvieron a reír, aunque la llamada Grey fue la que rió más fuerte.

A mi no me parecía nada divertida esta situación, es más, estaba incluso temblando en mi propio lugar.

— Ya va siendo hora de que aprendas a distinguir la vida de los sueños, Potter —dijo ella —. Dame la profecía inmediatamente, o empezaremos a usar las varitas.

— Adelante. —reto Harry, levantando su varita e imite su acción, apuntando a cada uno y pensando en mil hechizos en mi cabeza.

—Entrégame la profecía y nadie sufrirá ningún daño —aseguró Grey fríamente.

Esta vez fue Harry quien soltó una carcajada —¡Sí, claro! Yo le doy esta… profecía, ¿no? Y ustedes nos dejan irnos a casa, ¿verdad?

Apenas Harry termino de hablar, una de las mortifagas gritó con su varita en alto: — ¡Accio prof…!

Sin embargo, Harry lanzó un hechizo protector que sólo ocasionó que aquella esfera se resbalaba un poco de su mano, con suerte la mantuvo junto a él.

— ¡Vaya, el pequeño Potter sabe jugar! —dijo desde detrás de su mascara —. Muy bien, pues entonces..

—¡Te he dicho que no! —le gritó Grey a la mujer—. ¡Si la rompes…!

Aquella mujer se quito la máscara en aquel segundo, haciendo relucir su rostro demacrado entre sus rizos, dejándome ver a nada más y nada menos que Bellatrix Lestrange.

Mi ceño se aligero en aquel segundo, todo fue más lento... aún recordaba mi promesa.

— ¿Vamos a tener que aplicarte nuestros métodos de persuasión? —preguntó, mirando a la mujer junto a ella.

— Bueno, tomen a la rubia de cabello corto, que vean como torturamos a su amiguita, nos divertiremos mucho. —sonrió de lado.

Por puro impulso me coloqué frente a Milan, junto a Harry mientras mantenía agarrada mi varita con fuerza y con mi otro brazo intentaba proteger de Neville.

—Si quiere atacar a alguno de nosotros tendrá que romper esto —le advirtió el chico, yo ni siquiera podía hablar —. No creo que su amo se ponga muy contento si la ve regresar sin ella, ¿no? Por cierto... — miró la esfera —, ¿qué profecía es ésa?

Él quería ganar tiempo, y hablar era lo unico que se le ocurría. Lo supuse por la manera en la que se miraba confiado pero titubeaba al mismo tiempo.

—¿Que qué profecía es ésa? —repitió Bellatrix —. ¿Bromeas, Potter?

Él nego —No, no bromeo ¿Para qué la quiere Voldemort?

Varios mortífagos soltaron débiles bufidos, mirándose unos a otros con complicidad.

—¿Te atreves a pronunciar su nombre? —susurró Bellatrix y sentí un escalofrío pasarse por mis huesos.

Quería atacarla, estaba a segundos de pero algo me decía que no era el momento.

—Sí —contestó Harry en aquella ocasion —Sí, no tengo ningún problema en decir Vol…

—¡Cierra el pico! —le ordenó Bellatrix —¿Cómo te atreves a pronunciar su nombre con tus indignos labios, cómo te atreves a mancillarlo con tu lengua de sangre mestiza, cómo te atreves…?

—¿Sabía usted que él también es un sangre mestiza? —le interrumpió Harry —Me refiero a Voldemort. Sí, su madre era bruja, pero su padre era muggle. ¿Acaso les ha contado que es un sangre limpia?

Entonces retrocedí en aquel momento donde preparaba algún hechizo protector cuando aquella bruja grito: —¡Desma…!

Por suerte fue detenida antes de que terminara de pronunciar aquello, pues una luz roja salió del extremo de la varita de Bellatrix, haciendo que el hechizo de la mujer se fuera contra un estante y, al mismo tiempo, ocasionando que el palmo de la izquierda se cayera, rompiendo varias esferas en el proceso.

Le señalé con la cabeza a Hermione aquellas esferas que estaban cayendo, justo con la misma idea, ella asintió y le dio un pisotón a Harry, indicándole a los demás destruir las estanterias a su señal.

Así que espere, tomando a Neville del brazo con más fuerza que antes mientras los mortifagos seguían hablando hasta que el momento llegó.

Así que esperaron pacientemente mientras los mortifagos seguían hablando, hasta que por fin llego el momento.

— ¡Ya! —gritó Harry en aquel momento.

— ¡Reducto!— grité junto a los demás en dirección a Bellatrix.

Sin embargo, ella sólo logró observarme en el momento en el que escapabamos. Ella parecía no haberme visto en aquel momento y fue como si me reconocerá con tan solo verme.

Miles de esferas cayeron al suelo y se rompieron, dejando humo por todo el pasillo mientras corría con mi hermano agarrado del brazo y lo arrastraba o más bien el a mi.

Se escuchaban gritos de dolor y fuertes estruendos en medio del eco de las profecías liberadas.

—¡Colloportus!— grité detras mío, y la puerta se selló con un extraño ruido.

Dándonos la oportunidad a todos de respirar un segundo.

—¿Dónde… dónde están los otros?— preguntó Harry, buscando por la mirada a su alrededor.

—Deben haberse equivocado de camino— opino Hermione y asentí de acuerdo.

—¡Escuchen!— susurró Neville.

Nos quedamos en silencio, pues el eco de pasos y gritos se escuchaba al otro lado de la puerta que justo acabe de sellar.

—¿Qué hacemos?— Hermione le preguntó, temblando de pies a cabeza.

Entre este pequeño grupo al parecer, Harry y yo somos los únicos cuerdos para pensar en un plan.

—Bueno, para empezar no nos quedaremos aquí esperando que nos encuentren.— le respondió Harry.

Miré a mi alrededor —Podemos salir por esa puerta.

Todos asintieron, pasando en total silencio el brillante frasco donde el huevo se abría y se volvía a cerrar, hasta la salida que daba a la sala circular al final de la habitación.

Estábamos tan cerca de llegar cuando escuché algo grande chocar contra la puerta que había hechizado.

—¡Quítese!— dijo una voz ruda.

Los cuatro nos quedamos quietos en nuestro lugar.

Era ahora o nunca.

Mientras la puerta se abría, logramos escondernos tras unas mesas, observando solamente  las túnicas de dos mortifagos acercarse hasta acá.

—Puede que hayan huido directamente a la entrada— dijo la voz ruda.

—Mira bajo las mesas— dijo otra.

Bueno, eso era genial.

—¡Stupefy!— Harry gritó cuando el mortífago estaba por asomarse sobre la mesa.

Observé como un disparo de luz roja golpeó al mortífago más cercano, que cayó de espaldas. Me moví de mi lugar entonces, apuntando con mi varita.

El segundo mortífago, sin embargo, se apartó a un lado para esquivar el hechizo de Harry y estaba apuntando con su varita hacia mi justo cuando me levante para lanzar un hechizo.

—¡Avada…!

Harry se lanzó por el suelo y se agarró a las rodillas del mortífago, haciendo que tropezara y fallara su disparo.

Juro que mi vida pasó frente a mis ojos unos segundos.

Por suerte Hermione ya estaba por saltar hacia mi para que el hechizo no me matará. Eso me dejó helada unos segundos, procesando lo que había sucedido cuando Neville tiró una mesa patas arriba, y apuntando su varita grito:

—¡Expelliarmus!

Tanto la varita del mortífago como la de Harry volaron hasta la entrada de la Sala de la Profecía.

Cuando me levanté del suelo junto a la castaña, un disparo de luz roja pasó sobre el hombro del mortífago y golpeo un armario que se encontraba lleno
de relojes de arena de diferentes formas.

El armario cayó al suelo y se rompió, cristales volaron por todas partes, pero no había tiempo para mirar aquel armario subir y caer una y otra vez.

Pues aquel mortífago ya había alcanzado su varita que estaba sobre el suelo, listo para volver a atacar.

—¡Stupefy!— grité, al mismo tiempo que apuntaba con mi varita.

La luz roja golpeó al mortífago
en pleno pecho, este quedó congelado, su brazo todavía levantado, su varita cayó al suelo y él se derrumbó de espaldas.

No hizo ruido alguno cuando cayó contra el cristal sólido, en cambio de eso su cabeza se hundió a través del frasco como si fuera una burbuja

—¡Accio varita!— gritó Hermione y la varita de Harry voló hasta su  mano, y ella se la lanzó a Harry.

Respiré con pesadez, limpiando el sudor de mi frente mientras me daba unos segundos para respirar. Realmente creí que moriríamos aquí.

—Ahora... salgamos de…-

—¡Miren!— me interrumpió mi hermano.

Mire lo que él, —Ay, no, otra vez no.

Alcé mi varita, pero ninguno dijo nada. Estaba demasiado ocupada mirando lo que le sucedía a la cabeza del mortífago, ya que se estaba reduciendo... muy rápido.

Fruncí mi ceño —Qué mi...-

—Hazel, sin groserías— me interrumpió Neville.

La cabeza del mortífago se volvió más y más calva, su pelo retrayéndose en su cabeza; sus mejillas volviéndose suaves, su cabeza redonda y cubierta por una pelusilla como la de un melocotón.

O más bien una cabeza de bebé, era algo perturbador verlo así que, en cuanto recuperé la noción del tiempo volví a hablar.

—Oigan, en serio tenemos que irnos, como... ahora.

Miré a mi alrededor, todos los demás estaban muy ocupados admirando la cabeza que se encogía cada vez más y crecía cada vez más.

Justo cuando escuché un grito en otra habitación después de un fuerte sonido que me paralizó.

—¿Milan?— grité —¿Alguien?

Harry, al escuchar el nombre de aquella chica se levantó casi de inmediato.

—Vamonos— indicó y salimos por la puerta que permanecía abierta al otro lado de la habitación, que llevaba al pasillo oscuro.

Sostuve mi varita en todo momento, mirando de un lado a otro en aquel pasillo con tal de no perderme de nada de lo que sucediera a nuestro alrededor.

Estar muy alerta ocasionó que mi cabeza comenzará a doler y el estrés viniera a mi.

Los cuatro nos adentramos hasta una pequeña habitación que formaba una oficina muy desordenada. Entonces me giré y con la varita en alto dije: —Collo…-

Pero en aquel momento escuché la puerta abrirse y dos mortifagos adentrarse al mismo tiempo.

Fue cuestión de un solo hechizo de su parte para hacernos caer sobre el suelo a todos, caí junto a Hermione, donde mi cabeza golpeó la orilla de un estante con libros que más tarde comenzaron a caer sobre mis manos cubriendo mi rostro.

Observé unas pequeñas luces, pero no tenia la menor idea si era mi cabeza apunto de dormirme o realmente estaban esas luces aquí.

—¡Les tenemos!— gritó el mortífago —En una oficina de…

—¡Silencio!— gritó Hermione junto a mi, haciéndolo callar en un hechizo.

Me quedé tirada en el suelo, estaba demasiado mareada para levantarme y también cansada, solo podía admirar el techo con la sangre bajando de mi ceja derecha.

Cuando me recuperé, me levanté poco a poco con ni varita sobre mi mano, pues había caído a unos centímetros de mi.

Su compañero mortífago empujó a un
lado al que entonces intentaba hablar.

—¡Petrificus totalus!— lancé, al segundo mortífago antes de que terminara de levantar su varita.

Cayó de frente, justo ante los pies de Harry, incapaz de moverse. Me tomé de las rodillas mientras tomaba aire.

—¡Bien hecho, Ha…!

Pero el mortífago que Hermione atacó hizo un movimiento tan rápido con su varita que apenas pude verlo.

Una llama morada atravesó el pecho de Hermione, lo cual la hizo caer al suelo en un segundo, dejándola inconsciente.

Entonces, supe que estábamos en graves problemas.

—¡Hermione!— Harry cayó de rodillas junto a ella para ayudarla.

Mientras mi búsqueda por Neville se iba a cada rincón de la habitación, el pobre se arrastraba rápidamente hacía nosotros desde la mesa en la que había caído.

Estuve apunto de avanzar hacia el cuando el mortífago dio una patada hacia la cabeza de Neville tan pronto como salió de la mesa… su pie rompió la varita de Neville e impactó contra su cara.

Mis ojos se abrieron tanto como pudieron, mi hermano soltó un quejido de dolor cubriendo su boca y su nariz.

—¡Neville!— exclamé, corriendo sin dudar hacia el mortifago para quitárselo de encima.

Pero tan solo me acerqué éste tomo de mi cabeza y la impacto sobre el estante de libros, dejándome caer cobre el suelo y una vez más, lanzando mi varita lo más lejos posible.

Mi cabeza palpitaba al ritmo de mi corazón, podía sentir como todo se quería desvanecer y por unos segundos dejé de escuchar. 

Con Hermione inconsciente, Neville intentando detener el sangrado que llegaba hasta su mejilla y conmigo sobre el suelo con todo dándome vueltas, fue fácil para aquel morrifago acercarse al único intacto: Harry.

Realmente intenté ponerme de pie cuando aquel hombre levantó su mano para que Harry le entregara la profecía, pero no pude; dolía todo después de relajarme, mi cabeza, mi rostro e incluso mis piernas después de haber corrido tanto.

Quizá si dormía... un solo segundo el dolor se iría.

—¡Como si no fueras a matarnos a todos en cuanto la suelte!— apenas pude escuchar a Harry.

—No se... la des, Harry— susurre bajito.

El chico me miró unos segundos, yo parpadeaba lento, cada vez más lento.

Entonces un fuerte sonido tras la puerta hizo al mortifago mirar por encima de su hombro, el mago con cabeza de bebé apareció por el pasillo, su cabeza balbuceando y sus enormes puños moviéndose por todas partes.

Una luz entre azul y plateada hizo brillar mis ojos.

—¡Hazel!— Harry sacudió mis hombros cuando perdí el tiempo.

Cuando abrí mis ojos, ambos mortifagos se encontraban ya incapaces de moverse.

—¿Cuánto tiempo dormí?— me pregunté.

Él encogió sus homnros, entonces me levante lentamente mientras me mareaba en el proceso pero sin importarme, tomé a Neville y lo ayudé a ponerse de pie con su nariz aún sangrando y muy hinchada.

—¿Que le ha heffo?— preguntó Neville.

Negué —No tengo idea.

—¿Y fi buffaf fu pulfo?

Fruncí mi ceño, mientras Harry lo miraba igual de confuso.

—¿Su pulso?— repitió el chico y Nev asintió.

Tomé la muñeca de Hermione, buscando el dicho pulso de su corazón y sorprendiéndome cuando aún latía.

—Aún esta viva— confirmé —Sigue con pulso.

Fe fos fije

Hubo una pausa, en la cual nos quedamos en silencio para tratar de escuchar lo que pasaba a nuestro alrededor, pero lo único que podíamos escuchar eran los sonidos qie provocaba en mortifago con cabeza de bebé.

—No estamos lejos de la salida— susurró Harry —Estamos justo al lado de aquella habitación circular… si tan solo pudiéramos llegar a ella y encontrar la puerta correcta antes de que venga algún otro mortífago, estoy seguro de que podrían llevar a Hermione por el pasillo hasta el ascensor… entonces podrían encontrar a alguien… dar la alarma…

Mi ceño se frunció totalmente, observando al chico mientras este seguía susurrando.

—¿Y que haraf tú?— le inquirió Neville, frotando su nariz con la manga y frunciendo el ceño como yo, hacía Harry.

—Tengo que encontrar a los otros.

Asentí —Bien, iremos a buscarlos entonces, contigo.

—Pero Hermione...— miró a su mejor amiga.

—La llevaré conmifo.—  interrumpió mi hermano. —Yo la llevaré… ustedes fon mejores luchando que yo…

Negué —Estas demente si crees que te dejare solo.

Sin embargo e ignorando mi sentencia, se levantó y tomó a Hermione de ambos brazos para echarla sobre sus hombros.

—Nev...— formé una mueca —Déjame ir contigo.

—¿Y fejar a Haffy solo?

Alcé ambas cejas —No te puedo tomar enserió si hablas así, iré contigo.

Harry se acercó hasta nosotros, entregandonos mi varita y la de Hermione.

—Mejor que tomen esto— dijo él.

Neville apartó con su pie los fragmentos de su varita y comenzó a caminar hacia la puerta. Haciéndome formar una pequeña mueca mientras sus ojos se cristalizaban.

—La abuela me matará— dijo Neville a Harry y a mi, muy apenado —Efa era la vieja varita de mi padre.

Tomé su brazo con delicadeza —Te compraré otra si salimos de esto.

—¿Fienes galeones?— alzó ambas cejas, mientras la sangre seguía salpicando desde su nariz.

—Veré de dónde consigo, pero... de que te compro una nueva, la compro.

Los tres nos acercamos hasta la puerta, asomé mi cabeza junto a Harry, notamos que el mortífago con cabeza de bebé estaba gritando y golpeando cosas, tirando relojes de pared y poniendo mesas patas arriba mientras balbuceaba confuso.

—No se dará cuenta de que estamos aquí— susurró Harry.

Asentí de acuerdo —Vamos, hay que mantenernos juntos.

Salimos de la oficina y con mucho cuidado volvimos hasta el pasillo oscuro, el cual ahora parecía desierto. Caminamos unos cuantos pasos más, mis manos tambaleándose mientras sostenía mi varita.

La puerta de la Sala del Tiempo se cerró tras nosotros y las paredes empezaron a girar otra vez. Esto provocó que me mareara un poco, teniendo que cerrar mis ojos hasta que las paredes se detuvieron y por suerte no me vomite.

—¿Tú que puerta dirías?— me giré a Harry, pues las X que Hermione había marcado ya se habían desvanecido.

Pero, antes de que el chico pudiese responder a mi pregunta, la puerta a nuestra derecha se abrió y tres personas salieron de ahí.

Mi alivio llegó cuando me percate que solo se trataba de Luna, Ron y Milan.

— ¡Ron! —exclamó Harry, corriendo hasta ellos —. Milan, ¿Están todos..?

Formé una leve sonrisa, que se desvaneció cuando observé el estado de Ron.

— Harry —dijo él con una risilla, tomando a su amigo de la tunica —, estas aquí. ¡Ji, ji, ji! ¡Qué raro estás, Harry, vas muy despeinado!

El chico estaba muy pálido, y una sustancia oscura goteaba de la comisura de la boca, lo cual me hizo observarlo con más curiosidad.

—¿Qué paso?— pidió saber Harry.

Milan negó con la cabeza, apoyando su espalda sobre la pared mientras se dejaba caer.

— Creo que tiene el tobillo herido, pero no roto, porque yo hubiera escuchado el crujido de sus huesos —susurro Luna, agachandose hasta Milan para ayudarla —Cuatro mortífagos nos han perseguido hasta una habitación oscura llena de planetas; era un sitio muy raro, a veces nos quedábamos flotando en la oscuridad.

—¿Cómo...?— mi frase quedó en el aire cuando Ron me interrumpió.

—¡Hemos visto Urano de cerca, Harry! —exclamó él, aún riendose —. ¿Me has oído, Harry? Hemos visto Urano. ¡Ji, ji, ji!

— Uno de los mortifagos agarro a Milan del tobillo —prosiguió a contar Luna —. Tuve que usar la maldición reductora y le lanze a Pluton en la cara, pero…ya sabes.

Luna señaló a Milan, quien estaba con los ojos cerrados mientras intentaba mover su tobillo.

Creo que las cosas acá habían sido peor.

—¿Y a Ron qué le ha pasado? — Harry señaló.

—Harry —continuó Ron, tirando de Harry hasta atraer su oreja a su boca —, ¿sabes quién es ésta, Harry? Es Lunática, Lunática Lovegood, ¡ji, ji, ji!

— Tenemos que salir aquí como sea —dijo Harry con firmeza y asentí de acuerdo.

— Gracias. —murmuró Milan, aceptando la ayuda de Luna.

—  ¡Estan aquí! —grito una voz que no era de ninguno de nosotros.

Mis pasos se detuvieron en seco junto a mi hermano, busque en la puerta que se encontraba frente a nosotros. Volvo mis pasos junto a Harry para ayudarle a mi hermano a meter a Hermione en la nueva habitación.

—¡Fermaportus! —gritó Harry.

Y escuchamos cómo tres cuerpos chocaban contra la puerta al otro lado.

¡No importa! —exclamó una voz de hombre—. ¡Hay otras entradas! ¡Los tenemos, están aquí!

— ¡Luna, Hazel, Neville, ayudenme! —exclamó Harry.

Me moví con rapidez, deteniendome frente a una puerta en específico para sellarla. Sin embargo, escuche a Luna gritar desde el otro lado de la habitación.

—¡Ferma… aaaaaaah!

La chica salió por los aires mientras cinco mortifagos entraban por la puerta que no había logrado sellar a tiempo. La pobre Luna chocó contra la mesa y cayó al suelo al otro lado inconsciente.

Tal y como Hermione había hecho.

—¡Tomen a Potter! —chilló Bellatrix, y corrió hacia él.

Harry la esquivó y salió disparado en aquel intento.

—¡Eh! —gritó Ron, que se había puesto en pie —. ¡Eh, Harry, ahí hay cerebros, ji, ji, ji! Qué raro, ¿verdad, Harry?

—Quítate de en medio, Ron, agáchate…

—En serio, Harry, son cerebros. Mira, ¡accio cerebro!

Pero Ron apuntaba al tanque con su varita, me di vuelta para observar el tanque, del cual un cerebro salió volando de aquel liquido verde y, por unos segundos, se quedo en el aire.

Supe que algo malo pasaría, cuando creía que las cosas se solucionaban estaba mal, solo empeoraban.

Las cintas de aquel cerebro se enrollaron en si mismo cuando se quedó en el aire.

—¡Ji, ji, ji! Mira, Harry, ven a tocarlo, Harry, seguro que tiene un tacto genial…— dijo él, contemplando cómo el cerebro desparramaba sus tripas por el aire.

— ¡No, Ron!

Aquellos tentaculos se enrollaron en Ron, sin embargo, este parecía no tener en cuenta en el problema que se había metido.

—Harry, mira lo que está pasan… No… no… no me gusta… No… basta… ¡Basta!

Las delgadas cintas se enrollaron alrededor del tórax de Ron, que tiraba de ellas, pero no podia quitarselo de encima.

— ¡Lo esta asfixiando! —chilló Milan con horror.

No había tiempo para ello, dejé que Harry se encargará de Ron mientras entre Neville y yo nos encargabamos de los mortifagos, mi hermano con la varita de Hermione y yo con la mía.

—. ¡Desmaius, desmaius!— gritamos ambos casi en unisonido.

Luego de que Harry y Milan se nos unieran, por ahora solo somos cuatro contra ocho mortifagos, los cuales lanzaban todos los hechizos que podían mientras nosotros intentábamos defendernos.

Solo somos niños.

No deberíamos estar aquí.

Cuando menos me di cuenta, Bellatrix estaba siguiendo a Harry.

—Quédate aqui— dije a mi hermano.

—¿Qué haces?

Ne giré un segundo a él —Siguiendo tu plan, cuida de Milan.

Y sin más, sin que pudiera pensarlo; salí huyendo tras Harry con esos Mortífagos siguiéndolo a él.

Me detuve justo cuando Harry se encontraba acorralado entre diez mortifagos.

—No estás en situación de negociar, Potter —replicó el adulto de cabelmo largo y rubio —. Verás, nosotros somos diez, y tú estás solo… ¿Acaso Dumbledore no te ha enseñado a contar?

Avance sin dudar, ni siquiera yo sabía lo que hacía, pero no podíamos dejar que ellos tomarán la profecía, a eso habíamos venido y que se la llevarán estaría echando todo a la basura.

Yo y mi manía de meterme en problemas.

—No esta solo— dije, cuando terminé de bajar lo que parecian ser unas gradas de aqiella sala.

Harry me observó de inmediato, negando una y otra vez — No, Hazel, no…

Levanté mi varita, lanzando hechizo tras hechizo sin necesidad de pronunciar alguno.

A mi mala suerte estos lograron esquivarlos, son más expertos que yo por lo que les fue fácil verlos venir a todos.

Al siguiente hechizo, un mortifago me tomaba de los brazos por detrás y me obligaba a acercarme, mientras forcejeaba y los demás se reían.

—Está es Longbottom, ¿verdad? —preguntó el rubio con desdén—. Bueno, tu abuela ya está acostumbrada a perder a miembros de la familia a favor de nuestra causa… Tu muerte no la sorprenderá demasiado.

Mi ceño se aligero de inmediato, el miedo me inundó en arrepentimiento al venir hasta acá.

Lo único que me sostuvo aquí fue ver a Bellatrix Lestrange finalmente frente a mi.

—¿Longbottom? —repitió ella, y una sonrisa verdaderamente repugnante se dibujó en su rostro—. Vaya, yo tuve el placer de conocer a tus padres, chica.

—¡Ya lo sé!— hable entre dientes.

Intente forcejear más para tomar mi varita y lanzarle todos los maleficios que se vinieron a mi cabeza.

—¡Que alguien la aturda!— exclamó el mortifago que me sostenía.

—No, no, no —repitió Bellatrix, que estaba extasiada; —. No, vamos a ver cuánto tarda Longbottom en derrumbarse como sus padres…

Mis piernas flaquearon mientras intentaba retroceder y salir corriendo de ahí, fue con tanta fuerza que casi caía al suelo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas tan pronto como terminó de hablar.

Bellatrix se giró a Harry —A menos que Potter quiera entregarnos la profecía.

—¡No se la des, Harry!— pedí de inmediato, dando patadas y retorciendome mientras Bellatrix se me acercaba con la varita en alto—. ¡No se la des!

—¡Crucio!

El dolor fue difícil de describir, pues con rapidez caí al suelo sobre mis rodillas mientras mis huesos ardían como nunca, mi cabeza dolía como si fuera a explotar en cualquier momento, las risas de Bellatrix se combinaban con mis gritos de dolor mientras las lágrimas bajaban hasta mis mejillas y me encogía sobre el suelo.

Como dije; un dolor difícil de explicar.

Todo mi cuerpo, mis huesos dolían, mis oídos se taparon unos segundos que parecieron eternos.

Como si fuera a morir...

Intentaba decir una y otra vez: —No le des la profecía, Harry, no se la des.

Pero ni siquiera sabía si eso estaba saliendo de mi boca o no.

De pronto todo se detuvo, me quedé sobre el suelo, con mis piernas sobre mi pecho.

—¡Eso no ha sido más que un aperitivo! —exclamó Bellatrix al tiempo que levantaba de nuevo la varita.

Cerré mis ojos, formando una leve mueca mientras seguía sollozando sobre el suelo.

Respiré a duras penas, temblando aún como si pudiera sentir mis huesos arder otra vez.

—. Y ahora, Potter, danos la profecía o tendrás que contemplar la lenta muerte de tu amiguita...— escuché.

No quería morir.

—No se... la... des— negué con la cabeza, mientras más lágrimas salían de mis ojos.

Pero hubo un silencio, un silencio en el cual al abrir mis ojos note como Harry estiraba su brazo con la profecía.

Hubo una fuerte luz sobre la parte más alta de la sala, en donde cinco personas se adentraron a la escena y, al ver a Emma ahí hubo una pequeña sonrisa en mi rostro.

Me arrastré por el suelo como un gusanito, poco a poco para alejarme de la escena y no salir más lastimada de lo que ya.

Los mortífagos estaban muy ocupados con aquel grupo de personas que habían llegado, ni siquiera me di cuenta de cuando Milan comenzó a hablarme mientras me ayudaba a ponerme de pie.

—¿Estás bien? —me gritó Harry debido al ruido, mientras un hechizo pasaba rozandonos la cabeza.

Asentí debilmente —Sí.

—¿Y Ron?

— Creo que esta bien, se quedo con Neville, aunque aún seguía peleando con el cerebro. —murmuró la rubia.

El suelo de piedra explotó entre nosotros cuando un hechizo lo alcanzó. En aquel momento, Harry fue tomado del cuello por un mortifago tan alto que sus pies apenas tocaban el suelo.

El color de piel de Harry se volvió morado debido a su agarre y, sin embargo, antes de que Milan o yo pudiéramos hacer algo, Neville apareció de la nada para clavarle la varita que aún llevaba de Hermione sobre los ojos de la máscara.

El hombre liberó a Harry al instante con
un quejido de dolor, mientras él lo mandaba a volar con un hechizo rápido.

Todo pasaba demasiado rápido, la profecía se había roto, Neville había sido hechizado y sus piernas se movían de una forma muy rara por lo que tuve que buscar un contra hechizo antes de que Emma me gritara aquel dichoso hechizo.

—¡Finite!— lo apliqué en cuanto la escuche, dejando a Neville más tranquilo.

—Bueno...— suspiré —Ahora salgamos de aq...-

—¡Dubbledore!— Neville me interrumpió.

Miré lo que señalaba y si, Dumbledore salía de la Sala de los Cerebros.

Ya fue, estamos salvados.

Dumbledore ya estaba al final de la escalera cuando los mortífagos más cercanos se dieron cuenta de su presencia y avisaron a los demás.

Sin embargo, Dumbledore logró alejarlos con facilidad cuando estos intentaron atacarlo.

Fue solo en aquel momento donde una luz verde esmeralda apareció frente a mis ojos.

Entonces el alivio se fue.

Le habían dado al padrino de Harry. Sirius.

Me quedé congelada, la escena se movió más lento sobre mis ojos cuando el cuerpo encorvado del adulto se hundía de espaldas a través de aquel velo roto que colgaba del arco.

A continuación, un grito triunfante de nada más que Grey, quien saltaba de felicidad al ocasionar aquello. Mire a donde Harry por inercia, el pobre estaba junto a Milan observando la escena con lágrimas en sus ojos.

—¡Sirius!— gritó Harry —¡Sirius!

Un hombre de cabello castaño tomó a Harry del pecho, mientras le murmuraba un par de cosas como si quisiera darle consuelo.

—¡No se ha ido!— escuchamos a Harry.

—Ambos, ¿Están bien?— Emma se apresuró a preguntar cuando llego.

Le sangraba una ceja y llevaba algo de tierra sobre su rostro pero aún así se tomó el tiempo de analizarnos.

—Vi que estabas sobre el suelo cuando llegamos, ¿Todo bien, Hazel? ¿Te han herido?

La observé y no pude resistir más, mis ojos lagrimearon de inmediato mientras formaba una mueca y negaba.

—Ahora se lo que ellos sintieron, Emma— solloce —Mis padres, ellos... duele.

No le di tiempo de reaccionar puesto a que ya me había abalanzado a abrazarla con fuerza.

Sollozaba bajito entre los gritos de Harry por su padrino.

Neville se unió al abrazo a los pocos segundos, durando este hasta que finalmente me incorpore y limpie mi rostro.

—¿Dónde están los demás, Neville?— el hombre que reconocí como Lupin, el padre de Milan, se acercó a nosotros junto a la chica y Harry.

—Están todos aguí atrás— explicó Neville, apenas me había dado cuenta que seguía hablando raro —Un cedebro adacó a Ron pero creo que está bien y Herbione está inconsciente, pero se buede sentir su bulso.

Asentí, quedándome en total silencio luego de aquel desastre.


HARRY SE HABÍA IDO detrás de Grey, nadie más que Dumbledore había podido ir tras él, en otros temas, sí que estaba preocupada por Harry, pero Emma insistió en que Dumbledore se encargará del chico.

Ahora estaba siendo escoltada por Lupin junto a Milan, pues mi tía se había ido a ayudar a los demás de la llamada Orden que habían sido lastimados.

—Todo va a estar bien— insistió Emma antes de irse.

Asentí —Entiendo.

—Hazel...— la observé de nuevo, mientras ella me tomaba de los hombros —Neville y tú fueron muy valientes hoy, son todo lo que sus padres querían que fueran, Hazel

Sorbí mi nariz —Es... por fin saber lo que sintieron me pone peor.

Ella asintió —Ellos no merecían lo que les paso, pero son cosas que no podemos controlar.

Limpie mi mejilla con rapidez, aceptando su abrazo mientras cerraba mis ojos y suspiraba.

—Me alegro que todo terminara— admití en el abrazo —Y gracias por venir.

Acaricio mi cabello con delicadeza —Siempre vendré cuando necesiten ayuda, por eso sus padres me pusieron como su tutora.

No había tiempo para más preguntas, pues es momento de volver a Hogwarts y dormir una siesta de tres días.

Luego de encontrarnos con Luna y Hermione aún inconscientes, tomamos el traslador que nos llevó finalmente... a casa.

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