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chapter sixty-one. the great war

HEAVEN
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⌇ ☾ ❪ chapter sixty-one ❫  ೋ
۫ ₊˚ the great war ˚₊ ۫ ۫

«Desee que todos tengamos una vida después de esto, porque nos la merecemos.»

Sí, todos la merecemos.

—¡Allan!— grite sorprendida al entrar a la casa de Aberforth.

El joven pelinegro se volvió a mi, sonriendome de lado a lado. Abrí mis brazos y me lance a abrazarlo, con la mirada de Cedric en ambos.

—¡Claro! Casi lo olvido— me separé de él —Cedric, él es Allan.

El castaño asiente, tomando la mano del chico —Claro, ese Allan.

—Un gusto poder conocernos bien, Cedric— sonríe Allan.

—¿También recibiste el mensaje?— inquirí, observándolo más a detalle.

Se había cortado más el cabello que la última vez, estaba más alto que yo todavía y no vestía elegante, si no una túnica gris oscuro, además de que llevaba unos lentes colgados de su cuello.

El chico asintió —Sí, me parece que Harry Potter está en el castillo, así que vine a ayudar.

Sonrió —¡Ah! Es muy lindo de tu parte, ¿Nos vamos? Muero por ver a Neville.

Cedric abre el cuadro que lleva a un túnel, de modo que me pasó primero y corro por el oscuro túnel dejando a ambos chicos detrás. Mis pasos son rápidos y torpes, así que en cuestión de segundos estoy en el castillo, donde Harry habla con el resto y al vernos, se queda callado.

—¿También los llamaste?— inquiere Harry a Neville.

—Es mi hermana, Harry, obviamente se enojaría mucho conmigo si no la llamo— justifico mi hermano.

Corri hasta el, envolviendo lo en un gran abrazo mientras los demás saludaban a Cedric y Allan. Escondí mi rostro en su hombro, aguardando unos segundos en silencio hasta que el hablo: —¿Cómo estás?

Suspiró —Podria estar peor, ¿Y tú?— me separó de el, deteniendome de golpe al notar algo diferente en su rostro —Ah, vaya, veo que la barba ya salió de tu cara, no esperaba que fuese así.

Neville llevaba algo de barba y bigote, minimo pero resaltaba, por lo que me tomo unos momentos en acostumbrarme por completo a su nueva apariencia.

—De acuerdo— gritó hacia la totalidad de la habitación, de modo que el ruido ceso y los saludos tambien. Mire a Fred y a George al otro lado de la sala, así que los saludé con un ademán —Hay algo que debemos encontrar, algo… algo que nos ayudara a derrocar a Ya-sabes-quien. Está aquí en Hogwarts, pero no sabemos donde. Puede haber pertenecido a Ravenclaw. ¿Alguien ha oído hablar acerca de un objeto como ese? ¿Por ejemplo, alguien ha visto algún objeto que llevara su águila?

Harry me miró a mi pero yo... Yo estaba mirando el suelo, asi que cuando subi la mirada me pareció extraño.

—¿Que?— inquirí, pero no pude resistirme a los ojos de esperanza que Harry me daba —Eh...

Un objeto con un águila, veamos... ¿Dónde en ravenclaw he visto algo así? Bueno, prácticamente toda la casa tiene un águila en todos lados, así que intento buscar algo que se relacione con Voldemort.

—Bueno, está su diadema perdida— menciona Luna —Te hable sobre ello, ¿recuerdas Harry? ¿La diadema perdida de Ravenclaw? La que papá estaba tratando de duplicar.

—Si, pero la diadema perdida, está perdida— dijo Allan junto a mi.

—¿Cuándo se perdió?— preguntó Harry.

Entonces algo hizo click en mi cabeza —Dicen que hace siglos.

Cho, junto a Eugene quienes habían llegado con Luna y Dean, añadió: —Claro, el Profesor Filtwick dice que la diadema se desvaneció junto con la misma Ravenclaw. La gente la ha buscado, pero...

Se quedo callada porque sabia la respuesta y yo también.

—Nadie ha encontrado ni rastro de ella— completo, con tono decepcionado.

—Lo siento pero, ¿Que es una diadema?— preguntó Ron.

—Es una especie de corona— dije —Se supone que la de Ravenclaw tenía algo de propiedades mágicas, acrecentaba la sabiduría del portador.

—¿Y ninguno de ustedes ha visto nunca nada parecido?

Todos negamos, de modo que decepcionamos el plan de Harry.

—Si quieres hacerte una idea de cómo se supone que es la diadema, puedo llevarte a nuestra sala común y mostrártela, Harry. Ravenclaw la lleva puesta en la estatua que tenemos de ella— le propuso Cho.

—Se está moviendo— murmuro. Miró a Cho y luego nos miró a todos otra vez —Escuchen, se que no es una gran pista, pero voy a echarle un vistazo a esa estatua, al menos para saber como es la diadema. Esperen aquí y mantenganse a salvo.

—Hazel guiará a Harry, ¿verdad, Hazel?— atacó Milan, haciendo que todas las miradas se posarán en mi.

Titubee, mirando a Cho y finalmente asintiendo —Si, claro, si es que no me pierdo.

—Yo nos guio en eso— asegura Harry y acepto.

Me separó de Cedric, dejando un cálido beso en su mejilla antes de seguirle el paso a Harry.

Neville nos llevo a ambos hasta la salida, de modo que subimos hacia un pequeño rincón de un armario que se abría hasta una empinada escalera.

Al final llegamos hasta una pared sólida, pero Harry me tomo del brazo antes de que pudiese intentar salir para vigilar el pasillo. Él extendió una clase de capa y se la coloco por detrás.

—Escondete debajo— murmuro, así que me pegue un poco a él y ambos nos escondimos bajo la capa.

—Vaya material— pellizque la capa —¿Es una de esas que te vuelve invisible? Cómo las de las historias y eso.

Harry asiente un poco, pero no responde más porque debemos avanzar y concentrarnos en nuestra misión. Aterricé junto a Harry en el pasillo oscuro del colegio, mirando por detrás y por el frente antes de avanzar nuestros pasos.

—Estamos en el quinto piso— susurró Harry, con un mapa pegado a su cara —Vamos, por aquí.

Le seguí una vez mas el paso. El pecho me palpitaba con un poco de desesperación, pues si bien recorrer los pasillos una vez mas me parecía extraño, temía que nos cruzaramos con alguien del lado contrario y a esto me refiero a mortifagos, incluso a los llamados Carrow que se encargaban del colegio.

Miraba a todos lados, pero más el camino que dejábamos, no puedo evitar sentir que alguien nos persigue. Por más que intento pensar en otra cosa, termino perdida algunos pasillos hasta que recuerdo el cuadro del unicornio en un campo rojo que siempre utilizaba para ubicar la sala común.

—Por aquí, Harry— pedí, golpeando un poco el brazo del chico.

Harry me siguió, subimos algunos escalones y uno que otro pasillo apretujado, pero terminamos frente a la lisa extensión de madera antigua, con el aldaba de bronce en forma de águila.

Saqué un poco mi mano temblorosa con la marca «no debo decir mentiras» y golpee una sola vez. El águila frente a nosotros abrió su pico, y con voz musical y suave dijo: —¿Qué fue primero, el fénix o la llama?

Me quedé quieta en mi lugar —Adoro está parte, ¡Espera! Esa no es mi respuesta, veamos...— mire a todos lados, terminando mi atención en Harry, que miraba la aldaba con curiosidad —¿Que?

—¿Qué? ¿No tienen una contraseña?

Negué —No, debes responder la pregunta que te haga, casi siempre son acertijos fáciles.

—¿Qué pasa si das la respuesta incorrecta?

Suspiré —Bueno, tienes que esperar a que venga alguien que de la respuesta correcta. Eugene siempre se quedaba afuera— rió un poco al recordar —Pero así aprendes.

—Sí… el problema es que no nos podemos permitir el lujo de esperar a nadie más, Hazel.

Mi ceño se aligera —Claro, en eso tienes razón, veamos... ¿El fénix o la llama? Sin el fénix no existe la llama, pero sin la llama tampoco existe el fénix así que supongo que es un ciclo sin comienzo.

—Bien razonado— dijo la voz, y la puerta se abrió.

Suspiré aliviada, entrando a mi antigua sala común una vez mas. La habitación amplia y circular ya estaba vacía a altas horas de la noche.

La estatua estaba al lado de una puerta que llevaba a los dormitorios en el piso superior. Harry y yo caminamos a pasos largos hasta la estatua de mármol que contenía media sonrisa grabada en el rostro y finalmente, sobre su cabeza la linda diadema de ravenclaw.

Harry salió de debajo de la capa y se trepó sobre el zócalo de la estatua para poder leer algo sobre la tiara.

—Sabiduría más allá de toda medida, es el mayor tesoro del hombre— leyó.

—Lo que significa que tú eres bastante pobre, tonto— dijo una voz cascada.

Tanto Harry como yo nos volvimos de inmediato a aquella voz, uno más espantado que el otro. Harry resbaló y cayó al suelo, en otro momento me hubiera reído, pero ahora mismo estaba quitándome la capa para protegerlo y empuñar mi varita.

—Y veamos a quien más tenemos aquí— el Carrow sonrió de lado a lado, de pie frente a nosotros —Le diste muy buena pelea a los Lestrange, Longbottom, pero a mí no.

—¿Cómo estás tan seguro?— le respondi, tenía la mano temblandome por alguna razón.

Estar aquí no está ayudándome, pero ya es demasiado tarde para esconderme bajo la capa. El Carrow tomo su varita, la levanto y presionó la marca tenebrosa en su brazo, lo cual solo me indico más problemas, así que actúe por impulso.

—¡Desmaius!— la luz roja le dio al pecho y cayó en cuestión de segundos.

Harry soltó un quejido, tomándose la frente con una terrible mueca en su cara. Me coloque entonces de cuclillas frente a el.

—¿Estás bien?— inquirí, revisando su cicatriz a la fuerza, ya que Harry intentaba levantarse.

—Si, no me golpee la cabeza, solo la cicatriz.

Le tomo de los brazos, ayudándole a ponerse de pie —Supongo que no es buena señal, así que debemos irnos antes de que llegue.

Sin embargo, el techo tembló en pisadas de los alumnos que corrían para asomarse y ver la causa del golpe tan fuerte.

—¿Dónde está la capa?— cuestionó Harry con desesperación.

Mire a todos lados, pero estaba demasiado oscuro para ver si quiera mis pies. Maldije en voz baja, buscando entre el suelo con mis manos hasta que por fin pude encontrarla y nos envolví a ambos antes de que los primeros alumnos bajarán con sus luces.

—¡Creo que puede estar muerta!— gritó un alumno de primero con deleite.

Sonrió un poco —Parecen felices.

—Bravo... genial...— murmuro harry con ironía, haciéndome reír un poco.

Los alumnos del colegio miraban con curiosidad al Carrow, pero no sé acercaban demasiado, como si en cualquier momento fuese a despertar, saltar les a la cara y asustarlos.

Me quedé viendo esa imagen, hasta que escuche un fuerte golpe que me hizo saltar y volver a la puerta de la sala común, que es de dónde provenía el sonido. No fui la única, pues todos los presentes también se quedaron helados en sus lugares, escuchando sólamente el picaporte de águila con voz musical decir:

—¿Adónde van los objetos desaparecidos?

—¿Y yo que sé? !Cállate!— gruñó una voz masculina.

—¿El otro Carrow?— susurré a Harry y el asintió.

—Debe ser.

Alzó ambas cejas —O no es muy inteligente o está realmente desesperado... Deberíamos correr por la puerta si la abre.

—¿Alecto? ¿Alecto? ¿Estás allí? ¿Le tienes? !Abran la puerta!

Harry y yo miramos a los habitantes de ravenclaw, quienes se miraban el uno al otro ya bastante asustados. Sin embargo, los sonidos y los golpes solo los asustaron mas, incluyéndome.

—¡Alecto! Si viene, y no tenemos a Potter. ¿Quieres seguir el mismo camino que los Malfoy? ¡Contéstame!— bramó el Carrow, sacudiendo la puerta.

—Deberiamos abrir y aturtirlo antes de que se de cuenta— me propuso Harry y asentí.

—¿Lo haces tu o yo?

Él nego —Eres mejor en eso que yo, ya vi.

Avanzo un poco —Bien, tu abre la puerta y yo lo dejaré aturdido.

Pero antes de que Harry pueda aceptar mi propuesta, una segunda voz muy familiar para ambos nos detiene.

—¿Puedo preguntar que está usted haciendo, Profesor Carrow?— cuestionó la profesora McGonagall.

—¡Intento... conseguir... traspasar esta maldita... puerta!— le gritó como respuesta —¡Ve y traéme a Flitwick! ¡Obligueles a abrirla, ahora mismo!

—¿Pero no está su hermana ahí? ¿No, profesor? Flitwick la dejó ahí esta tarde más temprano, ante su urgente petición ¿Quizás ella podría abrirle la puerta? Entonces no necesitaría despertar a medio castillo.

—¡No contesta, vieja escoba! ¡Abrala! !Demonios! !Hágalo ahora!

—Si de verdad lo desea...— masculino  la profesora McGonagall, con coraje.

—¿Adónde van los objetos desaparecidos?— volvió a cuestionar la voz musical.

—A la no existencia, lo que quiere decir, al todo— replicó la profesora McGonagall.

—Muy bien expresado— respondió la aldaba en forma de águila, y la puerta se abrió suavemente.

Los pocos ravenclaw que quedaban corrieron a sus habitaciones cuando el Carrow apareció en el umbral. Tome a Harry del brazo, jalandolo hasta la pared para que el carrow no tropezara con nosotros y se diera cuenta de nuestra presencia antes de tiempo.

—¿Qué han hecho, jovencitos?— grito el Carrow ¡Voy a imponer la Maldición Cruciatus a un buen montón de ellos hasta que me digan quién lo hizo! ¿y qué voy a decirle al Señor Oscuro? ¡No lo tenemos, se han ido y la han matado!

—Sólo está Aturdida— dijo impaciente la profesora McGonagall, como si me leyera los pensamientos —Se pondrá bien.

—¡No lo creo! ¡No después de que el Señor Oscuro acabe con ella! Está acabada y borrada para él, siento arder mi Marca. ¡Y cree que tenemos a Potter!

Retrocedo algunos lados hacia la oscuridad.

—¿Tienen a Potter?— repitió la profesora —¿Qué quiere decir, “tienen a Potter”?

—Él nos dijo que Potter intentaría entrar en la Torre de Ravenclaw, ¡y nos envió aquí para atraparle!

Miro a Harry y el a mi, luego pienso «sabían que vendría, ya lo estaban esperando y puede que a los demás también»

—¿Por qué trataría Harry Potter de entrar en la Torre de Ravenclaw? ¡Potter pertenece a mi Casa!— exclamo la profesora.

—¡Nos informaron de que podría presentarse aquí!— explico Carrow —No se por qué.

La profesora McGonagall se levantó de su lugar, analizó la habitación y temía que nos viera aunque estuviésemos bajo la capa.

—Podemos cargárselo a los chicos— murmuro el Carrow —Bravo, eso es lo que haremos. Le diremos que Alecto fue emboscada por los niños, los niños de arriba y le diremos que ellos la obligaron a tocarse la Marca, y así fue como se produjo la falsa alarma. No puede castigarlos a ellos. Una par de chicos más o menos, ¿Cuál es la diferencia?

Mi ceño se frunce en molestia y estoy apunto de protestar como si yo fuese la de la discusión, cuando la maestra le responde algo mas.

—La única diferencia es la que hay entre la verdad y la mentira, el valor y la cobardía— dijo —Una diferencia, en resumen, que usted y su hermana parecen incapaces de apreciar. Pero déjeme dejarle una cosa muy clara. No va a cargar las culpas de sus numerosas ineptitudes a los estudiantes de Hogwarts. No lo permitiré.

—¿Perdón?

El Carrow se movió de manera alarmante, ofensiva y brusca hacia la profesora, que no bajo la mirada ni un segundo, defendiendo su argumento.

—La cuestion no es que lo permitas, Minerva McGonagall— le respondió, casi escupiendo las palabras —Tu tiempo se acabó. Nosotros estamos al cargo ahora, y me respaldarás o pagarás el precio.

Y le escupió en la cara.

Jamás había visto el rostro tan rojo de Harry hasta ahora, de hecho, ambos estamos tan enojados que no nos damos cuenta de cuando la capa cae al suelo. Ambos, empuñando nuestras varitas hacia el Carrow.

—No deberías haber hecho esto— murmuro Harry y cuando el Carrow justo se giraba, grito: —¡Crucio!

El mortífago se levanto sobre sus pies y se contorsionó en el aire como un ahogado, azotado y aullando de dolor, entonces cayo sobre una librería para después ir a parar en el suelo cuando mi propio hechizo le rebotó en el pecho después del de Harry.

—Ya veo lo que quería decir Bellatrix— dijo Harry, haciéndome mirarlo —Es necesario desearlo realmente.

—Sí, pero no te acostumbres a la sensación o terminarás igual que ella— recuerdo y asiente obvio.

—¡Longbottom! ¡Potter!— susurró la profesora McGonagall, aferrándose al corazón —¡Potter… estás aquí! ¿Qué…? ¿Cómo…? ¡Eso ha sido una locura!

—Le escupió— dijo Harry.

—Potter, yo… eso es muy… galante de tu parte… ¿pero no te das cuenta…?

—Estoy segura de que se da cuenta— respondo —Pero se lo merecía, profesora, ya hizo demasiado daño.

—Profesora McGonagall, Voldemort está en camino.

—Deben escapar— susurró la profesora —¡Ahora Potter, tan rápido
como puedan!

—No puedo— respondió Harry —Hay algo que necesito hacer. Profesora, ¿Sabe dónde está la diadema de Ravenclaw?

Las palabras de Harry dejaron a la profesora en su lugar, tan pálida como antes.

—¿La d-diadema de Ravenclaw? Por supuesto que no… ha estado perdida durante siglos— negó —Potter, es una locura, una completa locura para ti entrar en este castillo.

—Tenía que hacerlo, Profesora, hay algo escondido aquí que se supone que debo encontrar, y podría ser la diadema… si al menos pudiera hablar con el profesor Flitwick.

Entonces la profesora McGonagall agitó su varita otra vez, y una cuerda brillante de plata apareció por arte de
magia y reptó alrededor de los Carrows, atándolos juntos.

—Longbottom, Potter...— empezo la profesora, volviendo de nuevo la cara hacia nosotros —Si El Que No Debe
ser Nombrado se entera de que están aquí…

Tome aire para responder que en realidad esa idea no nos tenía tan preocupados, cuando Harry se tiró al suelo con la mano en la frente y soltando un quejido de dolor. Aquello me confundió al punto de creer que Voldemort lo había atacado, pero en lugar de ello, solo se aferró a mi hombro.

—El tiempo corre, Voldemort se está acercando, profesora— soltó simplemente —Actuo bajo las ordenes de Dumbledore, ¡debo encontrar lo que quería que encontrara! Pero tengo que mantener a los estudiantes fuera mientras registro el castillo. Es a mí a quien Voldemort quiere, pero no le importará matar a unos pocos más o menos, no ahora…— dejo la frase al aire.

—¿Actúas bajo las órdenes de Dumbledore?— repitió ella con una mirada de asombro. Luego se alzó en su altura completa —Debemos asegurar la escuela contra el Que No Debe ser Nombrado mientras buscas ese… ese objeto.

—¿Se puede?— fruncí mi ceño.

—Creo que sí, los profesores somos bastante hábiles con la magia, sabes. Estoy segura que seremos capaces de mantenerle alejado un rato si ponemos todo nuestro empeño en ello. Por supuesto, tendremos que hacer algo con el profesor Snape y si Hogwarts está a punto de entrar en un estado de sitio, con el Señor Oscuro a sus puertas, ciertamente sería aconsejable apartar a cuanta más gente inocente sea posible del camino. Con las comunicaciones Flu bajo su control y la Aparición imposible siquiera en los terrenos…

—Hay un camino— recordó Harry.

Él me miró unos segundos, así que ambos decidimos hablarle sobre los pasadizos a Hogsmeade, así que más tarde estábamos por los pasillos nuevamente. Harry y yo bajo la capa y la profesora McGonagall guiándonos en el camino.

Descendimos algunos pasos más hasta que escuchamos un ruido alarmante, del cual el profesor Snape salió. Harry estuvo apunto de avanzar cuando le tome del brazo.

—¿Dónde están los Carrows?— preguntó con tranquilidad, se veía igual que antes a excepción de la capa de mortifago que vestía y el cabello oscuro que le hacía ver el rostro más pálido.

—Donde quiera que les dijeras que fueran, supongo, Severus— dijo la profesora McGonagall.

Snape se acercó unos pasos alarmantes, y sus ojos revolotearon de la profesora McGonagall al aire a su alrededor, como si supiera que nosotros estábamos allí.

—Me dio la impresión de que Alecto había detenido a un intruso.— respondió.

—¿De verdad? ¿Y que te dio esa impresión?

Snape hizo una leve flexión con su brazo izquierdo, dónde la Marca Oscura estaba grabada en su piel.

—Oh, pero naturalmente ustedes los mortífagos tienen sus formas de comunicarse, lo olvidaba— la profesora se encogió de hombros.

Snape dio unos pasos más y yo obligue a Harry a retroceder pero sin quitar la defensa en caso de un ataque que ambos manteníamos.

—No sabía que era tu turno de patrullar los pasillos Minerva— le menciono el profesor.

—¿Alguna objección?

—Me pregunto qué te ha sacado de la cama a estas horas tardías.

—Creía haber oido un alboroto— confesó la profesora McGonagall

—¿De verdad? Pues todo parece en calma— el profesor la miro a los ojos, como si pudiese leer su mente —¿Ha visto a Harry Potter, Minerva? Porque si lo ha visto. Tengo que insistir…

Se vio interrumpido cuando la profesora hizo una técnica que hasta a mí me tomo tiempo procesar. Creí que el profesor caería inconciente apenas la profesora pronunció el hechizo, pero el hechizo protector no se lo permitió. Harry y yo levantamos nuestras varitas aún estando bajo la capa y estuve apunto de susurrar el hechizo cuando el chico me empujó a la esquina de las escaleras para que mi rostro no se quemara con las llamas que brotaron al pasillo.

El fuego se intercambio por una gigantesca serpiente negra que la profesora había hecho estallar en humo, luego se agrupo una vez mas y se solidificó en cuestión de segundos.

Era una gran batalla a la que se le unieron los profesores Flitwick, Slughorn y Sprout, cuando el primer mencionado grito a nombre de la profesora.

—¡No!— chilló Flitwick, alzando la varita —¡No matarás a nadie más en Hogwarts!

El hechizo de Flitwick golpeó la armadura tras la cual Snape se había escondido y aunque el profesor Snape luchó con todas sus fuerzas, termino huyendo.

—¡Cobarde! ¡Cobarde!— exclamo la profesora McGonagall hacia la ventana por la que había huido.

Quite la capa de mi cuerpo, pues era más que evidente nuestra presencia.

—¿Está muerto?— Harry corrió hacia la ventana, tanto él como yo ignoramos las miradas sorprendidas de los otros profesores.

—No, no está muerto— dijo McGonagall —A diferencia de Dumbledore, todavía llevaba una varita… y parece haber aprendido unos cuantos trucos de su maestro.

Su maestro, claro, Voldemort.

—¡Chicos!— resolló el profesor Slughorn, caminando bajo una capa de color esmeralda —Mis queridos muchachos, qué sorpresa, Minerva, por favor explícate… Severus… ¿qué?

Le sonrió un poco al profesor y lo saludo con un ademán.

—Nuestro director se ha tomado un breve descanso— sentenció la profesora McGonagall, señalando hacia el agujero con la forma de Snape de la ventana.

—Creo que deberíamos seguir con el plan— propuse.

La profesora asintió de acuerdo —Tiene razón, señorita Longbottom. Muy bien. El Que No Debe ser Nombrado está en camino.

Los profesores soltaron un grito ahogado por su crudeza.

—Potter tiene un trabajo que hacer en el castillo bajo las ordenes de Dumbledore— prosiguió —Necesitamos levantar cada protección de la que seamos capaces mientras Potter hace lo que necesita hacer.

—¿Te das cuenta, por supuesto, de que nada de lo que seamos capaces de hacer para mantener fuera a El Que No Debe Ser Nombrado será indefinido?— le inquirio el profesor Flitwick.

—Pero podemos retrasarle— dijo la profesora Sprout.

—Gracias, Pomona— la profesora McGonagall le asintió —Sugiero que establezcamos una protección básica alrededor del lugar, luego congregaremos a los alumnos y nos reuniremos en el Gran Salón. La mayoría deben ser evacuados, sin embargo si cualquiera que sea mayor de edad desea quedarse y luchar, creo que deberíamos darle la oportunidad.

—De acuerdo— aceptó la profesora Sprout —Nos encontraremos en el Gran Salón en veinte minutos con los de mi Casa.

—Yo creo que debería volver— le propongo a Harry, quién asiente, entonces me vuelvo al jefe de mi casa —Cho, Allan y Eugene están aquí, le ayudaremos con los alumnos de primero y a proteger el castillo.

El profesor asintió —Sera un honor tenerlos de nuestro lado, joven Longbottom.

Le sonrió un poco, me vuelvo a Harry y entonces empiezo a trotar hasta la sala de menesteres.

El profesor Flitwick nos reunió a todos los ravenclaw en la sala común, aunque a esto incluyo a Cedric, ya que la profesora Sprout le aseguro que estaba todo bajo control y que la mayoría de los Hufflepuff se quedarían a luchar está noche.

—Los menores de edad se irán de vuelta a Hogsmeade, no tienen que pelear si no quieren— anuncio el director de la casa —Los prefectos los llevarán de vuelta, los guiarán y los cuidarán, así como todo aquel que no quiera participar, recuerden salir en orden, mantener la calma es lo más inteligente ahora.

Todos asienten, yendo a empacar sus cosas de inmediato, mientras los prefectos dirigen a los menores a sus habitaciones para que empaquen sus cosas lo más rápido posible. Me quedo en la sala común, junto a Allan, Cho, Eugene y Cedric.

—¿Hay algo en lo que podamos ayudar, profesor?— inquirio Cho.

El profesor negó —No, con que se queden ya es más que suficiente, por ahora solo necesito que salgan todos lo más rápido posibles, iré a ayudar a los demás maestros con los hechizos protectores, ¿Alguno quiere ir?

Levanté mi mano junto a Allan, asintiendole un poco. El profesor le hizo una seña para que fuese tras el, mientras Eugene y Cho iban a cada escalera de los dormitorios, dejándome junto a Cedric.

—¿Estás segura de que quieres quedarte?— me pregunto el chico.

Asentí sin dudar —Si, voy a quedarme a pelear por mis padres y por Emma, si tú te quieres ir está bien.

Ríe un poco —No, necesito estar seguro de que sobreviviremos a esto.

Le sonrió un poco, tomándole de la mano, la cual tomo entre las suyas y dejo un cálido beso sobre mis nudillos.

—Nos veremos otra vez— murmuro, besándole la mejilla —Lo prometo.

Dicho eso, sigo los pasos del profesor y de Allan, alcanzando a ambos en los pasillos donde alumnos corrían de un lado a otro, los cuadros incluidos, espantados y gritando instrucciones. Saco mi varita una vez que estamos en el patio del colegio, mirando hacia el oscuro cielo lleno de estrellas que nos rodea en el castillo.

Allan me mira antes de ponerse junto a mi y me sonríe un poco, así que le sonrió de vuelta y levanto mi varita para lanzar hechizos protectores que poco a poco van creando una gigantesca capa que envuelve todo el castillo.

—¿Será suficiente?— inquiere Allan junto a mi —¿Tu lo crees?

Encogí mis hombros —Espero que si, pero no te preocupes, no moriremos hoy.

Me sonríe —Siempre tan positiva, veo que Cedric al fin te lo propuso.

Miro mi mano, el anillo reluciente brilla bajo la oscuridad.

—Sí, estoy muy feliz.

—Bueno, ya sabes lo que dicen, si tú eres feliz yo soy feliz— empieza a caminar junto a mi —Felicidades, Hazel.

Noto algo de tristeza en su tono de voz, pero no puedo pensar en nada más que en lo que va a suceder está noche.

—Gracias— le digo simplemente.

Ambos caminamos de vuelta al gran comedor.

—¿No se siente raro volver a entrar?— me pregunté, mirando a todos lados —Digo, es raro.

—No más raro que tú ignorandonos, Hazy— escuché la voz de Fred a nuestro lado.

Mi sonrisa se volvió ancha —¡Fred, George! ¡Que bueno vernos otra vez! Pero no aquí, ¿Que hacen aquí? No deberían estar aquí.

—Lo mismo para ti— George sacudió mi cabello —Aunque sabemos que puedes protegerte, así que tú vas a protegernos está noche.

Niego —Lo lamento, ya tengo que cuidar a Neville.

—Bien, entonces lo protegemos a él— suspira —Solo no me quiero sentir inútil está noche.

Le sonrió —No lo eres, ninguno lo es, con estar aquí ya ayudan demasiado, créanme.

La profesora McGonagall nos pide que nos sentemos a todos para comenzar con las indicaciones de esta noche. Así que bajo el techo encantado, oscuro y lleno de estrellas, me siento junto a Cho y Cedric. Detrás de la profesora McGonagall se encontraban el resto de profesores y los miembros de la Orden del Fénix que habían llegado para luchar.

—… la evacuación será supervisada por el señor Filch y la señora Pomfrey. Prefectos, cuando les avise, organicen a sus casas y lleven a los estudiantes a su cargo de forma ordenada al punto de evacuación— indicó.

No obstante Ernie Macmillan se levantó en la mesa de Hufflepuff y gritó: —¿Y si queremos quedarnos y luchar?

Hubo un par de aplausos, lo cual me pareció extraño.

—Si son mayores de edad, pueden quedarse — respondió la profesora —Ya hemos colocado protección alrededor del castillo, pero es poco probable que aguante durante mucho tiempo si no la reforzamos. Por tanto, debo pedirles que se muevan rápido y
con calma, y que hagan lo que los prefectos les…

Dejo la frase en corto, pues una voz diferente inundó mis oídos a una intensidad inmensa que incluso tuve que cubrirme mis orejas.

Sé que se están preparando para luchar...— susurró aquella voz, que ocasionó gritos de alumnos del miedo —Sus esfuerzos son inútiles. No pueden luchar contra mí. No quiero matarlos. Tengo un gran respeto por los profesores de Hogwarts. No quiero derramar sangre mágica.

Un escalofrío me pasó sobre el cuerpo cuando el silencio inundó la habitación unos segundos, pero sigue siendo una tortura, como si una serpiente me pasará por todo el cuerpo con su fría piel y el sonido de su lengua al arrastrarse.

Entreguenme a Harry Potter y no se les hará daño. Entreguenme a Harry Potter y dejaré la escuela intacta. Entreguenme a Harry Potter y serán recompensados. Tienen hasta medianoche...

Observé como Eugene se tomaba la marca sobre su brazo, apretando mucho los dientes para no gritar aquí mismo. Sin embargo, teníamos un nuevo problema y es que todos miraban a Harry confundidos, asustados y algunos que otro molesto.

Entonces alguien levanto su brazo desde la mesa de slytherin y grito: —¡Pero está allí! Potter está allí. ¡Que alguien lo atrapé!

Todos nos quedamos quietos en nuestros lugares, al menos hasta que toda la mesa de Gryffindor se levantó para rodear a Harry, luego los Hufflepuff y finalmente los Ravenclaw les siguieron, enfrentando a los de Slytherin sin importar qué.

—Gracias, señorita Parkinson —dijo la Profesora McGonagall con voz cortante —. Abandonará el Comedor la primera con el señor Filch. El resto de su Casa puede seguirla.

Hubo quejas y demas, pero no pude prestar demasiada atención cuando los alumnos más pequeños del resto de las casas salían del gran comedor.

—¿Duele mucho?— cuestione a Eugene, tomando su brazo.

Él nego —Nada que no pueda soportar, estaré bien, debemos ayudar por ahora.

—Deberias irte con ellos— propuse —Es muy peligroso, además podrías ayudar con los de primero.

Frunció su ceño —¿Peligroso? Tu también te quedarás, además no soy muy bueno con los niños.

Encogí mis hombros —No lo sé, tengo un raro sentimiento, algo no anda bien.

Me tomo del brazo —Estaremos bien.

Le asentí, dándole una leve sonrisa cuando Kingsley se acercó al resto de los que quedamos en el gran comedor.

—Sólo tenemos media hora hasta la medianoche, así que tenemos que actuar con rapidez— nos dijo —Ya se ha aceptado un plan de batalla entre los profesores de Hogwarts y la Orden del Fénix. Los profesores Flitwick, Sprout y McGonagall van a llevar a grupos de luchadores a la parte de arriba de las tres torres más altas, Ravenclaw, Astronomía y Gryffindor, donde tendrán una buena visión general, excelentes posiciones desde donde lanzar hechizos. Mientras tanto Remus— señaló a Lupin—, Arthur —apuntó hacia el señor Weasley —, y yo, llevaremos grupos a los terrenos.
Necesitaremos a alguien que organice la defensa de las entradas o de los pasadizos hacia el colegio…

—Yo iré contigo a la torre de Ravenclaw— se apuntó Cedric.

—Yo prefiero el campo, así que— añadió Allan.

—Sí, yo me quedo con Hazel— Eugene me señalo.

—Eso de proteger las entradas suena a un trabajo para nosotros— señalo Fred a si mismo y a George, y Kingsley asintió con aprobación.—Muy bien ¡que vengan aquí los líderes y dividiremos las tropas!

—Yo iré con Neville y un par más a proteger el puente— dije —Es un pasadizo no tan secreto pero estoy segura de que lo usarán.

—Pueden usar explosivos, tenemos un par— propone Fred.

Lo observo —¿Trajeron explosivos al colegio?

—A la guerra, Hazel, a la guerra.

Sonrió un poco —Yo estoy de acuerdo.

Kingsley asintió —Yo también, vayan.

Me volví a Cedric, apretando su mano en forma de despedida, antes de irme corriendo por los pasillos.

Me recargue sobre la madera del puente, mientras mi hermano hacia lo mismo junto a mi, una vez que colocamos el resto de los explosivos bajo el puente y sobre el techo, ahora solo quedaba esperar.

—Todo se ve siente tan mal— solté en voz alta.

Neville guardo silencio unos segundos, dándose cuenta que era verdad. El silencio hacía que la situación en la que estábamos se volviera más realista y más aterradora.

—Tenemos que hacer esto, ¿No?— Nev me miró.

Asentí con la cabeza —Si, debemos hacerlo, yo lo haré, no dejaré que más personas que amo mueran o se vayan.

—Emma estaría orgullosa— admitió él.

Una sonrisa se formó en mi rostro —¿Tu crees?

—Bueno, creo que diría que esta mal que yo esté aquí pero a ti te dejaría pelear.

—Si, es algo que ella diría— reí ligeramente.

Sorbi mi nariz en un intenso intento que no intentar llorar y buscando alguna manera de cambiar de tema.

El silencio inundó otra vez el lugar, ese terrible silencio.

—Cedric... me propuso matrimonio— solté de pronto.

El ceño de mi hermano se aligero, mientras se acomodaba en su lugar y me miraba serio.

—¿Lo hizo?

Lo miré de reojo —¡Sorpresa!

—Acabas de graduarte hace un año.

Asentí —Él no... no dijo que nos casaremos ya, la boda será cuando termine todo esto y cuando pase al menos un año de mis pruebas como Auror si me aceptan otra vez, aun falta pero quise que nos comprometieramos ya, ya sabes, por eso que planeamos nuestro futuro o no.

—Uh, bueno, si tu lo dices.

Lo miré —Eres un hermano muy, muy celoso, neville.

—No, no lo soy.

—Claro que s-

Me quede callada cuando escuché gritos.

—¿Escuchas eso?— pregunté.

Él guardo silencio también, dándose cuenta que, en efecto, había gritos eufóricos de carroñeros viniendo hacia nosotros.

Los primeros cuatro se quemaron debido al hechizo protector, dejado a los demás quietos en su lugar.

—¡Ja! ¡¿Ustedes y cuántos más, eh?!— exclamo Neville junto a mi, supongo que de la emoción.

Solté un suspiro de alivio —No van a pasar, eso los retrasa pero hay que estar atentos.

Saque mi varita, formando mi patronus de cisne para informar al resto que los hechizos protectores funcionan y que estamos ganando el tiempo que queríamos.

Se volvió a recargar sobre la madera, mientras vigilabamos a los mortifagos que intentaban entrar sin desintegrarse.

—Volviendo al tema— Neville sonrió —¿Me invitaran?

Rei —Por supuesto, eres mi hermano favorito.

Bufo —Y el único que tienes.

—Exacto, así que quiero que me entregues al altar cuando eso pase— abrace su brazo, recargando mi cabeza sobre él —Quiero que estés conmigo.

—¿De verdad?— se pregunto asombrado.

—Por supuesto, eres mi único y hermano favorito.

Rió —Si, bueno, es que jamás pensé que te casarías, no pensé que llegaríamos tan lejos.

—Ya estamos aquí, Nev— suspiré —Vamos a sobrevivir a esta gran guerra.

Sin embargo, por cosas del destino, escuchamos una clase de explosión que nos paraliza a ambos, pues el domo que protegía el castillo y a nosotros en el se ha roto por completo y ahora los mortifagos nos miraban directamente con sed de sangre y venganza.

Uno de ellos puso su pie con lentitud sobre la hierba, mientras nosotros nos manteníamos paralizados ante aquello, pues no se había hecho polvo, lo que significaba solo una cosa...

—¡Corre!— tomé la mano de neville y lo arrastre por el pasillo.

Ambos corríamos como si nuestra vida dependiera de ello y es que si dependía, había hechizos que eran lanzados hacia nosotros, de los cuales nos protegía a ambos al girarme.

Neville lanzó el hechizo que encendio los explosivos, haciéndome correr más rápido que antes. Solté un grito ahogado cuando brinque hasta el otro lado, girandome al no ver a mi hermano.

—¡Neville!— grite buscándolo.

Pero, una mano se coloco por encima de la mandera, haciéndome retroceder al no saber si se trataba de neville o alguien más.

Sin embargo, cuando mire su cara, una sonrisa ancha se planto en mi rostro, acercándome para ayudarle a subir.

—Salió bien— dijo únicamente.

Le abrace con todas mis fuerzas aun en el suelo, —Uh, hazel, me aplastas.

Asentí retrocediendo —Lo siento, hermano, me asustaste.

—¡Funciono!— festejo, haciéndome reír.

—De acuerdo, volvamos a ayudar— le mandé, empezando a caminar junto a él.

Cuando llegamos al gran comedor, había personas corriendo de un lado a otro, lanzando hechizos a los mortifagos que venían de las entradas de todo el castillo.

Neville y yo nos dirigimos a los pasillos, donde alumnos corrían despavoridos de un lado a otro. Mortifagos caían del techo, así que al tercero grite: —¡Desmaius!— haciendo caer al mortifago que luego sostuve y lance por un ventanal.

Al volverme, Neville había desaparecido entre la multitud, dejándome en mi lugar en busca de el con la mirada.

Un Neville a mitad de pasillo me miró unos segundos —¡Voy a buscar a Hannah!

Sin embargo, antes de que le pudiese responder, ya había desaparecido entre la multitud una vez mas, dejándome sola y asustada por él, pero especialmente por la idea de no volver a verlo, nunca.

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