chapter six. dragons
𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍
꒰ ۫₊˚ɞ capítulo 6 .˚ׅ🦋 ຊ ҂
❝ dragons ❞
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EN EL LUNES ANTES DE LA primera prueba se podía notar la tensión entre los alumnos, incluso más que en los mismos campeones.
—Recuerden que sus TIMOS se acercan, será mejor que tomen unos libros de aquella esquina, será todo lo que vendrá en el examen, yo misma me di el tiempo de escogerlo para ustedes, muchachos— la profesora Sprout dijo.
Una chica de Slytherin frente a mi paso la siguiente pila de libros para pasarla a Eugene, que estaba detrás de mi.
Sonreí levemente abriendo el libro, nada mejor que un libro nuevo.
—Ya pueden irse— indicó la mayor y todos salimos.
Tomé mi mochila, encaminandonos hasta el castillo nuevamente luego de nuestra clase de Herbología.
Eugene se adelanto, colocando uno de sus brazos sobre mis hombros.
—Hazel, ya que somos amigos tan, tan cercanos...-
—No te pasare las respuestas de los TIMOS de Herbología— interrumpí hojeando el libro.
—¡Ni siquiera me dejaste terminar!
Reí ligeramente —Es porque ya se que me pedirás.
Negó —No, iba a decir que me ayudarás a estudiar.
Tanto Cho como yo le miramos confundidas, —¿Te sientes bien?
La pelinegra tomó su frente para revisar su temperatura pero Eugene manoteo su mano al aire.
Asintio —Si, perfectamente bien.
Miró por el rabillo del ojo pasar a Fleur Delacour con un par de chicas más siguiéndole, se quedó embobado por unos segundos y mientras ambos se sonreían mutuamente.
—Te trae loco— me burle y Cho rió junto conmigo.
Rodó los ojos —Mira quien habla.
—Te ayudaré a estudiar, ¿Vale? Pero me debes una tarea.
—Te besaría pero quiero vivir para ver la primera prueba antes de que Diggory me mate.
Fruncí mi ceño, justo cuando el castaño se acercaba a nosotros, se veía asustado y llevaba sus libros en mano por alguna razón, pues su mochila se encontraba en su hombro, además de llevar tinta sobre sus manos y algunos libros.
—¿Estas bien?— pregunté en cuanto lo vi.
—Hazel, recuerda llegar a Pociones o Snape te mata— indicó Cho antes de irse junto al rubio.
—Dragones— susurró él hacía mi.
—¿Gue?— me detuve al darme cuenta de lo que había salido de mi boca —Perdón, ¿Qué?
—Es lo que enfrentaremos en la primera prueba, el martes— tomó aire.
—Bien, vale, pero... tranquilo, parece que vas a vomitar.
—Harry me lo acaba de decir, en el pasillo— señaló detrás de él.
—¿Y qué le pasó a tu mochila?
Miró el objeto —Se rompió a pesar de que es nueva.
—Creo que puedo coserla, a menos que quieras hacerle un encantamiento— señale viendo la abertura de orilla a orilla.
—Te lo agradecería mucho— limpió su rostro con ambas manos.
—Debo ir a encantamientos y no lo puedo procesar.
Asentí —Ya es lunes pero, creo que lo haras bien, estoy segura de que podrás y además, si puedo iré a verte después de la prueba.
—Desearía que estuvieras en el publico— admitió y sonreí.
—Yo tambien.
Tomó aire —¿Te parece si practicamos después de clases?
—Si, claro, frente al Lago Negro, ¿Vale?
Asintió —¿Es... una cita?
Arquee ambas cejas mientras sonreía intentnado ocultar que mi cara había empezado a hervir, señal de que mis mejillas estaban muy rojas.
—Una cita— acepté, haciéndolo sonreír —Llevaré varita de regaliz.
—Yo llevo los libros de la biblioteca.
Asentí, apuntó de volver hablar cuando una chica rubia y de uniforme Hufflepuff se acercó hasta Cedric.
—¡Vamos, Cedric, deja de coquetear que llegaras tarde a Encantamientos!— tomó del brazo y lo empujó.
—Un segundo, Hannah— pidió él.
Entonces reconocí a la chica, Hannah Abott, Neville había tenido un pequeño crush con ella en primer grado, lo contó en sus cartas, incluyendo su descripción.
—Te veo después de clases— susurró él y asentí.
—Si, suerte en Encantamientos— formé un ademán cuando ella empezó a empujarlo hasta el pasillo.
Entonces avancé cuando los perdí de vista, dándome cuenta que... ¡Snape me mataría!
SALÍ AL CAMPO CON UNA pequeña bolsa de tela sobre mi hombro, me había quitado la túnica y ahora la llevaba en mi brazo libre, mientras intentaba no dejar caer algunos libros.
Sé que cedric había dicho que él los llevaría, pero no había podido evitar rondar unos minutos por la biblioteca en busca de más y luego de mi casi castigo con Snape, lo más que necesitaba era pensar en otra cosa que no sea que él me ha quitado veinte puntos por llegar tarde.
—Hazy, ¿Por qué caminas tan rápido?— Fred dijo, con George siguiéndole muy detrás.
Me detuve tan pronto como pude —Lo siento.
—¿A dónde vas tan apurada?— George se tomó el pecho para intentar tomar aire —Dudo que el calamar del Lago Negro vaya alguna parte.
—Si eso es lo que ibas a ver.
Miré a ambos fingiendo no entender —¿Por qué me siguen?
—Apuestas— señaló George.
Como si de un momento a otro recuperara el aliento.
—Entre los campeones, aunque estoy seguro de que apostaras a Diggory, todo el mundo habla de eso— Fred sonrió.
Mi ceño se aligero —¿Qué dicen?
Ambos se encogieron de hombros —Solo rumores.
—Nada malo, Hazy— aseguró George.
—Solo que las chicas de Hufflepuff están tristes porque ya no pueden competir.
Me crucé de brazos —Yo no compito con nadie.
Fred frunció su ceño —Pero claro que no, ya tienes la corona.
Despeino mi cabello castaño, —Fred tiene razón.
—Fingire que no se de que me hablan— admití.
—La primera fase es la negación— añadió George, levantando la caja que llevaba cargando.
—¿Entras?— Fred pregunto señalando la caja.
Titubee antes pero finalmente asentí, sacando mi bolsillo —Estoy dentro, veinte galeones.
—¡Bum! Ya sabemos a quien, no tienes que decirlo— Fred guiño su ojo mientras le entregaba los galeones.
—Fue un gusto hacer negocios— George tendió su mano y la cerré formando un puño que luego choque contra el mio.
Acomode la bolsa sobre mi hombro para seguir mi camino de vuelta al Lago, ¿Competir? Ese no era un buen término, ni siquiera me había dado cuenta de que competía... bueno, no compito, ¿O si? No, no compito.
No lo se.
—Yo no compito con nadie— repetí patenado la roca que se me atravesó.
—¡Au!— exclamó Cedric, tomándose la mano debido a que la roca le había dado a él.
Le miré —Lo siento, no era para ti.
Me senté junto a él mientras dejaba mis cosas sobre el pasto.
—Entiendo pero, ¿Por qué la agresividad?
—Me acabo de enterar que compito con un montón de chicas por...— me interrumpí —Ti.
Murmure muy bajito lo último. Cosa que pareció sorprenderle un poco, me limite a tomar la mochila de Cedric y revisar desde dónde coseria, bajando la mirada.
Incluso cuando ni siquiera podía concentrarme sabiendo que me seguía observando.
—¿Quién te dijo eso? ¿Ha sido uno de mis compañeros?— se preguntó —Ahora mismo hablo con ellos.
Negué rápidamente —No fue ninguno de ellos, en realidad no importa.
—Si te hace sentir mal si importa, si para mi— admitió —Quién fuera que te dijera eso no es verdad, Hazel...-
Subí la mirada, dándome cuenta que hacia todo lo posible por mantener contacto.
—La única que me interesa eres tú— afirmó.
Trague en seco, no pudiendo ser lo suficiente valiente para seguir mirándolo a los ojos.
—Es obvio que alguien la rompió— señale la mochila —Pero puedo coserla en cinco segundos.
Sonrió levemente —Gracias, aquí están los libros.
Mire los títulos de cada uno, juntando ambos par de libros en uno solo y diviendolos por la mitad.
Abrí el primero que me correspondía, cosiendo al mismo tiempo en el que miraba las letras sobre el libro.
Pasaban horas y horas, seguíamos sin encontrar algun rastro hasta que finalmente tuvimos que regresar a la biblioteca para seguir.
—Aquí dice que los ojos de los dragones son su debilidad— mencionó él.
Asome mi cabeza, afirmando que así lo era —Pero puede guiarse por el ruido.
—Cierto— siguió leyendo.
—Podrías dejar el primer plan— propuse —El de la distracción y el encantamiento.
—¿Crees que funcione?
Asentí —Solo debes tener confianza, podria servir en cualquier caso si el dragon está distraído puedes huir.
Las luces se apagaron de pronto, mire a mi alrededor, percatandome que éramos los únicos en la biblioteca, supongo que nadie se había dado cuenta que seguíamos aquí.
—¡Lumos!— Cedric dijo y su varita iluminó mi cara, haciéndome cerrar los ojos.
Miré el reloj de manecillas, leyendo exactamente la una de la mañana.
—Es la una de la mañana— me levante de la mesa.
Al igual, Cedric tomó sus libros y me siguió fuera de la biblioteca a hurtadillas, mientras él se detenía a medio pasillo.
Le miré confundida —¿Qué pasa?— susurré.
Él guardo silencio, tomando de su nariz, cerró los ojos y luego... ¡Soltó un estornudó!
Mis ojos se abrieron tanto que temía que se me salieran, Cedric me miraba tan asustado mientras cubría su boca y susurraba un lo siento, Hazel.
Pero mi mente no podía pensar en nada más que en que nos descubririan y en lo tierno que se veía incluso en esta situación.
—¡Tienes que estar bromeando!— exclamé bajo.
Filch si o si nos descubriría, no iba a permitir eso así que, tomé del cuello de la túnica al chico y corrí despavorida fuera de la biblioteca.
Pero no contaba en que Cedric era más rápido que yo, se deshizo de mi agarre tomando mi mano y entrelazando sus dedos con los míos para correr juntos lo más cerca de mi sala común.
—¿Estornudar? ¿En serio? ¿No pudiste haber tirado una pluma o un libro?— explote aún con la adrenalina.
—Soy... alérgico al polvo— dijo, recuperándose.
—Ya me di cuenta— sonreí.
—Lo bueno fue que no nos descubrieron.
—Estuvo cerca— aclaré —Estoy segura de que vi la gata de Filch acercarse.
Miró por el pasillo con preocupación —Debería estar durmiendo.
—Y yo, mañana es la primera prueba así que mejor descansa, desayuna proteínas y no te desmayes, ni vomites encima de nadie— pedí señaldnole con mi dedo.
Él asintió —¿Podemos vernos en el desayuno?
Pensé, —Depende de que tan temprano me despierte, ¿Te parece a las doce de la madrugada?
Rió ligeramente —Suena genial, te veo en el desayuno, entonces.
Le asentí girandome hasta el cuadro con el aldaba de bronce en forma de águila, esta se preparo para decir el acertijo.
—Soy alto siendo joven y corto cuando soy viejo. Resplandezco con la vida y el viento es mi mayor enemigo. ¿Qué soy?— pregunto.
Pensé, frunciendo mis labios —¡Una vela!
El cuadro se abrió y festeje internamente mientras me adentraba a la sala común completamente vacía y en silencio.
Pase con cuidado junto a la estatua de Rowena y subí las escaleras hasta la habitación de chicas, cruzándome con Cho, quien leía sobre su cama con una vela encendida junto a su cara adormilada.
—¿Te han espantado?— pregunté dejando mis libros sobre la mesita de noche, junto a Lonnie.
Ella levantó la mirada —No puedo dormir.
Quite mis zapatos y levante las cobijas para acostarme —¿Por qué?
Encogió sus hombros —No lo se, ¿Dónde estabas? No fuiste a cenar y nos preocupamos.
—No le digas a Eugene pero, pase todo el día estudiando en la biblioteca con Cedric.
—¿Le ayudabas para el Torneo?— asentí como respuesta —¡Hazel, sabes que eso esta mal!
—Lo se, lo sé pero...-
—Acabas de salir de un castigo.
—No le ayude, ¿Vale? Al final decidió usar su propia idea.
Ayudar a los campeones del Torneo estaba totalmente prohibido ya que, estaban solos en eso pero no me había puesto a pensar en lo serio que era eso.
—Apuesto a que no es el único al que le han ayudado— añadí acomodando la almohada —Además es divertido pasar tiempo con Cedric.
—¿Acaso te estás...?— se interrumpió a sí misma —Oh, por Merlín.
—Hasta mañana, duérmete que a esta hora sale Peeves a espantar— me cobije completamente.
Tenía un plan, un plan para ir a la primera prueba pero necesitaría ayuda y sabía perfectamente quien sería mi cómplice de tal crimen.
MI PIERNA SUBIA Y BAJABA bajo el pupitre del salón vacío, estaba esperando a por Milan pues el Torneo estaba por empezar.
Escuche el click en la puerta, la cual se abrió rápidamente.
—Uf— Milan dijo al entrar —Tu plan salió mal y tuve que desmayar a unos cuando maestros, pero todo bien.
Abrí los ojos tanto como pude al escuchar la palabra desmayar, de inmediato me levante del pupitre.
—¿Qué? ¿A qué maestro desmayaste? Por favor dime que no fue a Flitwick— pedí.
Ella sonrío al verme tan alterada.
—No tuve que desmayar a nadie, tranquila— aseguró ella entre risitas —Pero valió la pena ver tu cara de pánico.
No lo dije, pero pude sentir un peso quitarse de encima, meterme en más problemas era lo menos que quería.
—Que mala— murmure tratando de no reírme por los nervios.
—Crecí con los gemelos, y con los Weasley en general, esté era mi momento— se encogió de hombros muy animada, para luego suspirar —Intente conseguir la capa invisible de Harry, pero solo Merlín sabe donde la dejo, sin embargo, tengo el mapa del merodeador, con esto podremos salir sin problemas.
Asentí —Vale…— mire por el rabillo del ojo el reloj de manecillas —Faltan quince minutos para que empiece, deberíamos darnos prisa.
—Cierto— coincidió Milan, tomando su varita y apuntando al mapa —Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.
Tomé de su hombro para recargarme y ver el mapa, el cual empezó a revelar el paradero que cada persona, arquee ambas cejas con sorpresa.
—Milan, eres asombrosa— admití.
Ella sonrió —Lo se.
Usamos uno de los pasillos secretos que habían contado los gemelos y saqué mi varita cuando el pasillo se oscureció.
—¡Lumos!— dije y de mi varita se encendió una luz que nos dejaba ver a unos metros más.
Salimos rápidamente del castillo, cruzando los invernaderos, bajando la colina y llegando a la tienda donde estarían los campeones.
—Su parada, señorita— dijo Milan en un tono de burla.
Hice a un lado la cortina de la tienda, sonriendole a Cedric y borrando mi sonrisa en cuanto lo vi en ese estado.
—Wow, estas verde— aclaré.
—Estas más verde que un pepinillo, Cedric— Milan se asomo detrás de mi.
—¿Milan?— Harry dio un paso al frente.
Él parecía menos nervioso que Cedric, pues Harry no estaba de otro color ni temblaba, pero si caminaba como gato con patas chuecas.
Me giré a Cedric una vez más cuando Milan corrió a Harry pata desearle buena suerte.
Fruncí mi ceño con preocupación —¿Te encuentras bien? Se que estas nervioso y así.
Asintió —Mi corazón esta en mis oídos y... creo que voy a vomitar.
Asentí entendiendo —Estas asustado, esta bien estarlo, solo... respira conmigo— pedí inhalando y exhalando despacio.
—Son dragones— trago en seco —Jamás he visto un dragón en mi vida.
Sonreí —Lo se, solo deja que el miedo se desvanezca.
Tomé sus manos sigilosamente mientras me miraba a los ojos y respirabamos con tranquilidad, ambos.
Formó una mueca —Quisiera que estuvieras en el público.
—Tratare de verte desde un lugar donde Dumbledore no me vea, ¿Si? Milan me va a ayudar.
—Gracias— finalmente sonrió y el color de su rostro había desaparecido a su tono natural —Me ha ayudado demasiado.
Le sonreí levemente, atreviéndome a depositar un beso sobre su mejilla rápidamente.
—De la buena suerte— aclaré cuando se quedó paralizado —Lo harás bien, hay magos que cuida en caso de que se ponga loco todo.
—Gracias por venir.
Le asentí girándome.
—Uh, Hazel, hay que irnos— Milan dijo al escuchar lo mismo que yo.
Oh, no, pasos.
Tuve que despedirme tan rápido como pude del castaño en cuanto notaron nuestra presencia los profesores que se acercaban hasta la tienda de los jugadores, Milan intentaba asomarse sobre la cortina sin que ellos la viesen pero, fue muy tarde para cuando intentaron salir.
—¡Merlín nos bendiga!— masculle sabiendo que Milan me había escuchado.
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