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chapter four. catastrophe by the timos

𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍
꒰ ۫₊˚ɞ capítulo 4 .˚ׅ🦋 ຊ ҂
❝ catastrophe by the timos ❞

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CAMINE PISANDO EL PASTO Y CON el ceño fruncido al mirar a mi alrededor, entonces me di cuenta que Cedric corría hasta mi a duras penas mientras respiraba con pesadez.

—Hola... Hazel— saludo en cuanto llego.

Le mire —¿Estas bien?

Negó tratando de tomar aire, colocando ambas manos sobre su cintura y mirando al suelo.

—Ya esta, es que... caminas muy rapido— sonrió sutilmente.

Rei internamente —Lo siento, iba al Lago Negro a estudiar para mis TIMOS.

Asintió —Uh, ¿Puedo acompañarte?— le mire sin decir nada —Solo si quieres.

—Claro— me apresure a contestar de forma amable.

Ambos avanzamos por el pasto, mientras cargaba algunos de mis libros y en compañía de Cedric, admito que, había sido lindo de su parte querer acompañarme.

—¿Qué te gustaría saber de mi que no te he contado?— soltó de pronto.

Le observe pensando —Uh, no lo sé... ¿Cuál es tu color favorito?

—El azul, ¿Y el tuyo?

—El dorado definitivamente— sonreí —¿Y a ti que te gustaría saber de mi que no te he contado?

Titubeo pensando bien en su respuesta, tardo unos segundos en responder.

—¿Te gusta bailar?

Asentí —No se mucho, pero me gusta hacerlo.

—A mi también, quiero decir, solo bailo cuando son fiestas o algo así.

Me senté sobre el pasto al llegar, —La pregunta del millón, ¿Bailar en pareja o solo?

Frunció sus labios —Ambos.

—Buena elección— sonreí abriendo el libro.

De su capa saco una pequeña canasta que ni siquiera me había dado cuenta de cuando había llegado ahí.

Le mire confundida y él a mi de la misma manera —Uh, lo siento es... es algo de comida y mis libros, creí que sería buena idea estudiar también.

—¿Sabias que te dejaría venir?— pregunte entrecerrando los ojos.

Encogió sus hombros con una sonrisa —Igual iba a venir.

Negué —Si traes dulces contigo juro que te invitaré todos los días.

De la canasta saco una caja de Grageas y ranas de Chocolate.

—Mis favoritos son las raíces de regaliz pero te puedo compartir— admitió.

Reí ligeramente —Vale, también te daré grageas de chocolate o dulce, nada de vomito u otra cosa asquerosa.

Luego de eso, el silencio inundó el momento, pues ambos estábamos muy concentrados en la lectura y el estudio, aunque lo de Cedric era más hacer garabatos que sus deberes, reí internamente sabiendo que aunque no estuviese haciendo nada, se quedaba solo para hacerme compañía.

—No logro... entenderle a esto— admití acercando mi libro.

De inmediato se levantó, dejando el pergamino de lado para mirar.

Se quedó unos segundos analizando, mientras asentía e intentaba recordar algo.

—Esa pocion si viene en la prueba- aclaró —Fue en la que casi nadie logró sacar un buen resultado.

Formé una mueca de miedo —No me asustes.

De su túnica sacó lo que parecía ser un montón de tarjetas revueltas y con escritos a pergamino y pluma.

—Haces magia— mencione con obviedad, todos aquí haciamos magia.

—Son mis tarjetas con las que estudie para mis TIMOS el año pasado— señaló riendo.

Las tomé con cuidado —¿Estas seguro?

Asintió —Ya no las voy a usar, además, si es importante para ti entonces para mi también.

—Eres muy amable— admití —Deben ser muy importantes para ti.

Se cruzó de piernas mientras recargaba el resto de su peso sobre sus manos en el pasto.

—Si, lo fueron, pero ahora son tuyas.

Le sonreí tiernamente, releyendo las tarjetas una y otra vez en varias ocasiones hasta que el momento de regresar llego.

—Ire a mi clase de pociones— informó Cedric a lo que le asentí mientras caminábamos de regreso.

—Gracias por acompañarme, te debo una— señale y el negó.

—Está bien, no quiero sonar como un raro pero... pasar tiempo contigo se siente bien de alguna manera.

Le mire rápidamente —Creí que era la única, ahora los dos somos raritos.

—Deberíamos crear un club— opino y reí.

—Si, los únicos miembros seremos nosotros.

Asintió —Me gusta más así, ¿Te puedo ver después?

—Despues— me encamine dentro de los pasillos.

Mientras el se dirigía hacia donde sus compañeros para ir a su clase de pociones.

Al llegar al Gran Comedor, me encamine hasta la mesa de Ravenclaw y me senté como de costumbre, en medio de Cho y Eugene.

—¿Ella está bien?— me pregunte al ver a la primera con todo el cabello aplastado.

Eugene asintió —Está teniendo su tercera crisis existencial por los TIMOS en lo que lleva el día.

Le mire preocupada —Cho, deberías ir a la enfermería o tomar algún té.

Ella no me miró, estaba casi segura que ya se había quedado sorda.

—¿Cho?

—Ya lo intente tres veces, no te hará caso— mencionó mi amigo.

Le mire —¿Y tú por qué estas tan relajado?

—Así me veo pero créeme que en él fondo no lo estoy— dijo al terminar de beber su té.

Sonreí levemente, bajando la mirada a las tarjetas para seguir leyendo.

—¿Qué es eso?

—Nada— conteste rápidamente.

—Hmm...— entrecerro sus ojos, mientras le sonreía de forma inocente —¿Como te fue con Cedric?

—Bien, es... amable— conteste —Esta en clase de pociones.

—Esperaba más detalles— admitió.

Fruncí mi ceño —Te voy a conseguir una novia para que dejes de molestarme.

Rió ligeramente —Si es Fleur Delacour mucho mejor.

Enarque una ceja —¿Estas enamorado de Fleur? ¿Desde cuándo?

—¿No se me nota?

Reí negando —No.

Encogió sus hombros —Ella es linda, inteligente y... una chica increíble.

—Aw, si Cho estuviera fuera de su transe te molestariamos.

Ambos nos quedamos callados cuando la mencionada paso la hoja siguiente del libro, siguiendo con su lectura y sin decir nada.

—Uh, me muero de hambre— Eugene tomó con cuidado su alimento y lo coloco sobre su plato para cuando Cho ya estaba muy distraída.

—Deberíamos llevarla a la enfermería, me estoy preocupando en serio.

Eugene asintió de acuerdo y entre los dos la llevamos tomada de los brazos hasta la puerta.

—¡Espera, espera!— el chico se regreso corriendo hasta la mesa.

Le mire confundida cuando tomó el sandwich de mermelada, se lo metió a la boca y corrió devuelta.

—¿Es en serio?— inquirí.

—La comida es prioridad— se encogió de hombros y con la boca llena.

Nos dirigimos hasta la enfermería donde la sentamos donde Pomfrey nos lo indico, le quite el libro de encima y lo coloque junto a ella.

—¡Se mueve!— informé.

—¡Alejense, alejense!— pidió Pomfrey corriendo hacia ella para hacerla beber algo.

—¿Eso la despertara?— pregunte con curiosidad.

Ella asintió —Si, pero cuando lo haga debe reposar y nada de estudiar o ir a clases, cero estrés.

Ambos asentimos mientras ella se marchaba, recargue mi mejilla sobre mi mano y la mire hacerse bolita sobre el camastro.

—Es increíble como unos exámenes pueden hacernos caer así, ¿Verdad?

Eugene me miró ante mi pregunta impredecible, era real, esos TIMOS eran lo más importante en nuestras vidas ahora.

—Lo es.

—¿NEVILLE?— intenté adelantar a mi hermano y frunci mi ceño al verlo desanimado —¿Esta todo bien?

Asintió levemente —Estoy bien.

—¿No te estarán molestando otra vez o si?

Negó —No, no me han molestado desde que golpeaste a esa chica.

Asentí, no me sentía orgullosa de lo que había hecho.

—Me alegro— admití acercando mi brazo sobre sus hombros para tomarlo en un abrazo —Pudiste haberme dicho que te molestaban en tus cartas.

—No quería que... que pensaras que era débil— recargo su cabeza sobre mi hombro.

—Tu no eres débil, Nev, eres una persona que siente— me separé para sonreirle —Esta bien tener emociones, todos las tenemos.

Me asintió apunto de avanzar por el resto del pasillo hasta que, a nuestro lado escuchamos gritos provenientes del patio.

—¿Es Milan?— Nev pregunto junto a mi.

—Creo que si.

Corrí hasta cruzarme con Cedric, quien, se regresaba igual que asombrado que yo.

—¿Deberíamos interferir?— se preguntó Nev.

—Claro— estuve por avanzar cuando mire a Harry caminar a paso decidido.

Y tomé del brazo a Cedric antes de que avanzara también, sintiendo como se tensaba ante mi tacto sobre él.

Entonces, cuando Harry se llevaba a Mily, Neville les siguió y avance para mirar al Slytherin.

—¿Cuál es su problema?— cuestioné.

Ah, yo y mi afición por meterme en peleas.

—¡Muchachos!— McGonagall apareció con sus libros en sus brazos.

Todos la observamos mientras ella intentaba analizar el escenario.

—No ha sido nuestra culpa, profesora McGonagall— se apresuro a contestar Cedric al apretar mi mano con fuerza.

—¿Entonces quien ha sido, señor Diggory?

Mire al pasillo por el que se había marchado Harry, titubeando el Slytherin contestó:

—Fue Lupin— pronunció su nombre con disgusto —Me ha golpeado, profesora.

—Creo que deberías contarle el contexto— opine.

Sabía que Milan no se metía en problemas solo porque si.

El chico me miró, al igual que la profesora, quien, regreso esa mirada penetrante al chico.

—¿Se puede saber la razón de su alboroto?— insistió.

No le quedó de otra más que admitir todo, por supuesto que la profesora McGonagall después de eso se lo ha llevado a la oficina de Dumbledore, dándome la oportunidad de respirar.

—¿Sabes por qué se ha metido en una pelea?— inquirí a Cedric.

Él negó —Estábamos hablando y... cuando me fui ella ya estaba golpeando al chico.

Frunci mis labios con preocupación —Ire a ver que tal esta, ¿Vale?

Él asintió —Y, mantenme informado, no conozco muy bien a Milan pero quizá podamos ayudarla para que no se meta en tantos problemas con Dumbledore.

—Está bien, te mantendré informado— retrocedí caminando de reversa —Hasta luego.

Sonrió —Hasta luego.

Seguí caminando sin darme cuenta del escalón, tropezando con el cuando me giré y mire avergonzada detrás de mi, agradeciendo que Cedric ya se había dado la vuelta.


CON ESTO SI QUE DEBO pasar los TIMOS— Eugene aclaró tirando la pluma sobre la mesa.

Le miré sonriendo —Los pasaremos.

—No hablen de TIMOS— Cho pidió formando una mueca.

Si apenas logró salir, la enfermera Pomfrey le había pedido que se llenará de proteínas y tomara reposo de los trabajos para que así no tuviese otro colapso nervioso.

—Estas drogada, no te vas a acordar— aclaré.

Ella negó —Si estoy drogada no se siente nada.

—Muy drogada— Eugene añadió —Quisiera estar como tú.

Baje la mirada a mi pergamino cuando sentí a alguien empujarme desde debajo de la mesa, fruncí mi ceño y miré confusa ante la repentina agresividad.

—No me viste aquí— murmuró una Milan desde abajo

—¿Mily?— deje la pluma de lado.

Y así llamando la atención de Cho y Eugene, los tres miraron debajo de la mesa al notar a la chica muy nerviosa.

—¿De quién te escondes?— Cho preguntó al igual de confundida que yo.

—Se que ustedes tres me quieren, si ven a Hermione, diganle que no me vieron... por fis...─ pidio.

Sin embargo, cuando apenas terminaba de explicar lo que pasaba, Granger ya había entrado al Gran Comedor.

Eugene miró hacia Hermione, quien rebuscaba entre tanto estudiante, él sonrió con malicia, llevándose un pellizco de Cho, quien estaba a su lado para que no abriera la boca.

—¡Au!— exclamó él, tomando de su brazo malherido.

No despegue la mirada de la puerta, espere unos segundos hasta que se marchó con humo saliendo de sus orejas, fue entonces cuando miró de nuevo por debajo de la mesa.

—Se ha ido— informé a Milan.

—Merlín, de la que me libre— soltó con alivio, saliendo de su escondite y sentándose junto a mi.

—¿Qué le has hecho para que se pusiera así?— Eugene cuestionó.

Tanto Cho como yo la observamos en busca de una respuesta.

—Yo soy un amor, no haría nada malo...— se encogió de hombros —Pero estuve jugando con Parvati, y me empujo de casualidad, y caí encima de los tejidos de Hermione...y se rompió la cadena, y tuvo que empezar de nuevo.

—¿Por qué Hermione se enojaría por una maquina de coser?— fruncí mi ceño.

Conocía exactamente a lo que se refería, pues mi abuela me había enseñado a tejer desde muy chica, era como otra de mis cosas favoritas y lo que más hacía en mis vacaciones.

—Pues...— titubeó —Hermione creó esta cosa llamada P.E.D.D.O... ¡Eugene no te rías!— chilló mirando al castaño —Bueno, ella está tejiendo diferentes prendas, y pretende dejarlas a los elfos, y así cuando limpien la casa de Gryffindor, ellos se liberen. Yo creo que esta mal, pero es cosa de ella, igual la apoyo.

Suspiré en rendición, mirando con lástima a mi amiga —Bueno, fue un gusto conocerte.

Eugene asintió —Si, tuviste una buena vida.

Cho estuvo de acuerdo —¿Cuál es tu flor favorita?

—¡Uh!— Milan hizo un ruidito con nerviosismo —¡Margaritas amarillas... pero ese no es punto!

Los tres reimos en unisonido, tuve que cubrir mi cara mientras recargaba mi mentón sobre la palma de mi mano.

—Me asegurare de que tu lápida se vea bonita— guiñe mi ojo a la chica mientras le sonreía.

—¡Hey!— me apuntó Milan, frunciendo el ceño —Pues... ¡Le diré a Hermione que ustedes ayudaron a esta prófuga de la justicia!

—Preferimos vivir— los tres dijeron en unisonido.

Asentí —Aparte no quiero irme de Hogwarts por ahora.

—Ya tuvo suficiente con esa pelea— añadió Eugene —Por poquito y se va expulsada de no haber sido por Dumbledore.

—Me sigo preguntando cómo pasó— admití.

—Es que Cedric ha hablado con él— soltó Milan.

Provocando que los tres nos quedaramos paralizados ante su confesión, nadie lo sabía, pues, Cho mantenía esa mirada de sorpresa oculta, Eugene sonreía de lado y en cambio yo era la más asombrada de los tres.

Porque, que Cedric hiciera eso por mi no pasaría ni en mil universos diferentes y si así fuese, ¿Por qué lo haría? Nadie, ni mi amiga misma sabía.

—¿Qué has dicho?— fui la primera en hablar.

Ella asintió obvia —Cedric me dijo— Milan nos miró desconcertada a los tres —¿No lo sabían?

Negamos, —¿Ya lo sabías?— Eugene inquirió.

Llevándose una mirada de Cho y mía —¿Tu ya lo sabías?— Cho preguntó.

—Ese no es el tema— interferi —¿Por qué?

Ella se encogió de hombros —No lo se, tal vez intentaba ayudarte.

Milan tenia razón, las ideas locas de mi cabeza debían quedarse ahí, en mi cabeza o mejor en un manicomio.

De pronto, Milan palideció, viendo como Hermione entraba al Gran Comedor.

Mire lo que ella, mientras Hermione se acercaba a paso decidido hacia acá.

—Recuerdenme, como Milan Lupin, la mejor chica del mundo— murmuró, dejándose arrastrar por Hermione cuando llegó junto a ella

—¡Te recordaremos por siempre!— Euegene le grito.


COLOQUE CON CUIDADO EL trofeo en su lugar, asegurándome de que estuviese bien.

Una puerta fue cerrada, haciéndome saltar y casi tirar el trofeo que tome antes de que tirara todos.

—¡Merlín!— exclamé en un susurro.

Era de noche así que, temía que uno de los fantasmas se les ocurriera asustarme por diversión.

Grite saltando hacía el otro lado como un gato, tomando de mi pecho cuando el chico se coloco junto a mi.

—Lo siento, no quería asustarte— rió levemente —Bueno, si pero no.

Fruncí mi ceño —¿Todo en orden?

Asintió —Hoy hago guardia de prefecto, pero...- tomó el otro trapo que se encontraba sobre la cubeta con forma rara -Te ayudo.

Negué -No, no tienes que hacerlo, no es tu castigo- le detuve.

Me observo unos segundos, los cuales le sonreí con sinceridad.

-Agradezco esto pero... no puedo pedirte que hagas esto por mi, además, te debería muchos favores ya.

-Yo...-

Asentí entendiendo -Lo sé.

Se mantuvo en silencio, sosteniendo el trapo sobre sus manos aún y sin siquiera lograr moverse.

Baje la mirada a los trofeos -Puedes acompañarme si quieres, me vendría bien hablar con alguien.

Sonrió tal como un niño pequeño cuando finalmente le dices que le compraras un regalo.

-Cuéntame lo que quieras- tomé el trapo de entre sus manos y comencé a limpiar.

Y así se mantuvo el resto de mi castigo, mientras ambos reíamos en voz baja para que Filch no viniera y nos callara a ambos o que corriera a Cedric.

Me sorprendió la manera en la que había insistido quedarse conmigo, el era un gran chico.

-Pero casi caía del árbol, fue muy divertido y valió la pena porque mi papá puso la casa del árbol que vio en una revista Muggle- finalizó.

Sonreí sacudiendo mis manos al terminar de limpiar -Debió ser lindo.

Asintió -Aunque solo duro tres días porque se cayó.

Rei -¿Hay una manera de agradecerte quedarte conmigo, pasarme tus notas para mis TIMOS y que hablaras con Dumbledore para que no me expulsara?

-¿Hablar con Dumbledore?- frunció su ceño con fingida demencia.

Le mire obvia -Milan me ha dicho pero no le digas que te dije.

Reímos -Lo prometo.

Suspire -Y, solo quiero decirte gracias, has sido un buen amigo.

Asintió -Claro... amigo.

-¿Quieres que te ayude a practicar para tu primera prueba del torneo?- solté -Tienes que aceptar.

Titubeo -Si, me encantaría tener tu ayuda.

-Bien, empezamos mañana y te advierto que tengo horarios muy estrictos- señale mientras ambos cambiamos por el pasillo.

-Me acostúmbrare, mientras no tengamos que correr en la madrugada para hacer ejercicio, no me gusta el ejercicio.

Le miré -Creí que si.

Negó formando una mueca que lo hizo verse tierno -No en realidad, juego Quidditch y me gusta mucho pero fuera de eso soy malo para los deportes.

-Fuertes declaraciones- fingí una voz gruesa que lo hizo reír.

Me detuve frente al cuarto de lavado donde Filch tenía sus cosas de raras y donde guardaba esta cubeta.

Deje todo en su lugar para no escuchar reclamos de él en mi siguiente día de castigo.

Un sonido fuerte nos hizo saltar del susto a ambos, creímos que era Filch pero cuando no vimos a su gata nos asustamos más.

-Mejor vamonos- pidió Ced, titubeando de miedo.

Le asentí al igual -Si, tienes razón.

Dimos media vuelta cuando un espectro color gris, con ojos saltones y cabello negro brinco a nuestros ojos mientras gritaba de horror para después soltarse en carcajadas cuando ambos gritamos dando un brinco hacia atrás y gritabamos en unisonido.

-¡Peeves!- Filch grito al llegar.

Ambos estábamos hechos bolita, aferrándonos a la orilla con el corazón aún alterado mientras Peeves seguía carcajeandose hasta tomar de su estómago.

-¡Cayeron! ¡Han caído!- gritó señalandonos.

Le mire mal, sosteniendo sin darme cuenta de lo que venía siendo la mano de Cedric, ambos nos aferrabamos el uno al otro.

-Sigue así y llamare al profesor Dumbledore- advirtió Filch -Sabes que por este pasillo no debes pasar, ¡Largo de aquí!

Este salió volando luego de sacarle la lengua a Filch, quien nos dio una mala mirada para después irse con la señora Norris siguiéndole.

-Creí que...-

-Íbamos a morir- completó Ced por mi y asentí.

-Eso fue peor que la broma con los globos de agua- trague en seco.

Él observo nuestras manos aún entrelazadas así que me aleje lentamente.

-¿Te veo mañana?- inquirí ahora nerviosa.

Retrocedió -Uh, si, tengo que... que terminar mi guardia.

-Bien.

Y así retrocedí con el corazón aún en mi mano, metafóricamente, hasta la sala común.
















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