Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

chapter forty-six. tears are gonna fall

HEAVEN
━━━━ ★ ━━━━
⌇ ☾ ❪ chapter forty-six ❫  ೋ
۫ ₊˚ tears are gonna fall ˚₊ ۫ ۫


Mortífagos.

Por todos lados, explotando cosas, muebles, las paredes y las fotografías, las cuales caían y se rompían. Caí al suelo cuando Dalton me tomó del brazo para evitar que una maldición asesina me cayera encima.

Mi mejilla dio contra el duro suelo, lo cual me atareo un instante antes de levantar la mirada en busca de mi hermano.

—¡Neville!— grite, recorriendo mis ojos por todos lados —¡Neville!

Pero nada.

El miedo comenzó a apodarse de mi así que me levanté lo más rápido que pude en busca de él, Dalton, quien seguía a mi lado, estaba igual de confundido que yo. Este era un ataque, por supuesto, Eugene ya me había advertido de ello pero jamás pensé que fuese a cumplirse, mucho menos en navidad.

—¡Neville!— mi voz era cada vez más fuerte.

—¡Tenemos que irnos, Hazel, muévete!— dijo Dalton pero me negué.

—No me iré sin Neville— formé una mueca.

—Hazel...-

Me giré a él, hecha una furia —¡No me iré sin mi hermano!

Formó una línea en sus labios y finalmente aceptó —Bueno, vamos a buscarlo.

No sé si sea buena idea, no sé si deba quedarme a buscarlo, pero sé que si le pasa algo no podré hacer nada, no podre seguir adelante; haría cualquier cosa para protegerlo y no tenerlo a mi lado me hace sentir tan insegura, como si algo me faltara.

Nos pasamos un buen rato tratando de evitar las maldiciones cuando uno de ellos se adentra a la escena, lleva máscara así que apenas escucho cuando dice: —¡Crucio!—, y salgo corriendo a la cocina.

El hechizo le da a Dalton, quien grita y se retuerce en el suelo. En ese momento saco mi varita y apunto: —¡Stupefy!— grito y el causante se queda paralizado.

Como puedo tomo al adulto y lo arrastro dentro de la cocina, donde sello la puerta y me doy unos segundos para respirar.

—Oye, ¿Estás bien?— le pregunté.

Él asintió, levantándose a como pudo y quitándose la chaqueta llena de polvo.

—¿Sabes qué son?— me preguntó.

—Mortífagos, sí, lo sé.

—¿Por qué nos atacarían?— formó una mueca, buscando su varita.

Encogí mis hombros —Por Neville y por mí, supongo, vienen a terminar lo que empezaron hace años.

Él se mantiene callado mientras asomó mi oído a la puerta, tratando de escuchar algo ahora que se ha quedado todo tan silencioso.

—Tus padres— dijo —Merlín, debemos buscar a Emma.

—Creo que ella se sabe defender.

Es verdad, aunque Emma esta más en peligro que nosotros, ella se sabe cuidar sola, es mejor en hechizos que Neville y yo juntos.

Esta apunto de responder cuando escuchamos una explosión al otro lado de la cocina, estoy preparando mi varita cuando veo que Neville se adentra a la cocina tan alterado, lleno de rasguños y bastante magullado.

—¡Neville!— corrí hacia él —¿Estás bien? ¿Dónde está la abuela? ¿Y Emma?

Él intenta respirar antes de responder —La abuela está bien, la vi irse con Emma, supongo que volverán por nosotros.

Asentí —Bien, bien, ¿qué te paso?

—Son muchísimos— tomo aire —Intenté lo que pude.

Tragué en seco —Vamos a estar bien, solo hay que esperar a Emma, ¿si?

Él asintió, entonces me di un respiro y lo abracé, la preocupación se ha ido por un momento y ahora se que él está bien, que si yo lo protejo vivirá.

—Hay que buscar una manera de salir de aquí— dice Dalton, cuando me separo de mi hermano.

—Creo que se han ido— le respondo, caminando hacia la puerta.

—¿Es seguro?

Nadie responde la pregunta de Neville, pues la verdad es que yo no sé qué responder a eso.

—¿Cuándo hemos estado seguros de todos modos?— dije, tomando el pomo de la puerta.

Miro a Dalton unos segundos cuando el asiente, entendiendo mi plan.

—Salimos y corremos lo más que podamos al bosque— planeo y él asiente —Entonces desaparecemos.

—¿Qué hay de la casa?— se pregunta mi hermano —Tenemos cosas aquí.

Negué —No podemos quedarnos a defender la casa, si lo hacemos moriremos.

—¿Y las cosas de nuestros padres?

Solté el pomo de la puerta y me dirigí a paso firme hacia él —Neville, prefiero sacarte de aquí a tener que morir tratando de recuperar los recuerdos, sé que no tiene sentido ahora, pero nada lo tiene aquí, ¿sí? Haz lo que te digo, soy tu hermana mayor y cuando Emma no esta eres mi responsabilidad.

Mis palabras lo dejan con ganas de discutir, sin embargo, aprieto sus hombros para darle a entender que no pienso discutir, no aquí, al menos no ahora.

Él acepta y regreso a la puerta, sin pensármelo dos veces tomo el pomo de la puerta y la abro. Tomo a Neville del brazo porque en cuanto la abrimos nos caen más hechizos.

Uno de ellos le paraliza las piernas a Neville así que me regreso para cargarlo o al menos intentarlo. Dalton me ayuda a levantarlo cuando ella se aparece frente a mis ojos.

Bellatrix nos sonríe e interrumpe nuestro escape, dispuesta a pelear, no con Dalton o Neville, si no conmigo, yo soy su objetivo y creo que siempre lo he sido.

—¿A dónde van? ¡la diversión apenas comienza!— dice, sonriendo de lado a lado —¡Es descortés irse tan temprano de una fiesta como esta!

Me quedo sin aliento cuando apunta con su varita, ninguno se mueve. Neville se obliga a levantarse para atacarla pero ella sube más su varita y yo me coloco frente a mi hermano.

—Dalton, llévate a Neville lo más lejos que puedas— alcancé a murmurar, con el poco aliento que me queda.

—¿Estás se-?

—Hazlo.

Escucho como mi hermano patalea en el suelo y Bellatrix sonríe aún más, yo no le quito la mirada de encima mientras me levanto y aprieto mi mano contra mi varita.

—¡Hazel, no!— grito Neville.

—Hazlo, les compraré tiempo.

No puedo mirarlos pero sé que se han ido cuando escucho la puerta cerrarse detrás de mi. Entonces trago saliva y apunto con mi varita, esperando no morir, esperando no terminar en San Mungo hoy.

—Eso ha ido muy valiente— dijo ella —Aunque no creo que eso de comprarles tiempo te funcione.

Me esfuerzo por no mantener una conversación con ella, pero no puedo evitarlo, las palabras me salen de la boca por si solas y el miedo me hace temblar.

—¿Cómo lo sabes?— le pregunté —No me conoces, no sabes lo que sé.

—Oh, querida, no necesito saberlo— mostró sus amarillentos y maltratados dientes en una sonrisa ancha.

Solo pasaron unos segundos cuando atacó lanzando un hechizo que no pronuncia, pero sé que ha ido la maldición asesina por el color esmeralda que resalta en mis ojos cuando lo evito con un contrahechizo.

Me preparo mentalmente y entonces comienzo, uno tras otro.

¡Petrificus totalus!

¡Stupefy!

¡Desmayius!

No es suficiente, lo sé porque caigo al suelo por tercera vez apunto de ser herida, con las múltiples burlas de Bellatrix.

—¡Crucio!— grité sin pensar, tan fuerte que la garganta me arde un segundo.

Me doy cuenta de lo que he hecho cuando la mujer cae al suelo, pero me recupero cuando veo que se ríe en lugar de llorar de dolor, así como todas esas veces en las que yo he sufrido dicha maldición por su culpa.

Sé que nada la lastimara, sé que no podré hacerle daño o hacerla sufrir como ella a mi porque está perdida, el dolor le parece divertido y eso me hace enojar, me hace sentir impotente.

—¿Por qué estás tan feliz?— le pregunto, cuando intenta recuperarse y lanza un hechizo más.

Sin embargo, estoy tan bien preparada y alerta que logro esquivarlo.

Ella no responde, en cambio de eso vuelve a atacar, noto que esta enojada porque sus palabras suenan más firmes y dispuestas a matarme. Retrocedí varios pasos hasta chocar con la puerta y cuando menos me doy cuenta tengo la varita frente a ella, sin detener el hechizo, los cuales son tan largos que iluminan y hacen volar todo a nuestro alrededor.

Como si aquellos se conectarán, tengo la mente en blanco y dispuesta a seguir el ataque, ella también, por lo que su hechizo avanza para atacarme pero no me doy por vencida. Comienzo a verme débil cuando ella avanza y yo retrocedo más en la pared pero, por alguna razón mis padres vienen a mi cabeza, los imagino.

La felicidad que se les fue arrebatada, la vida que tenían por delante, eso hace que se me apriete el pecho y comience a avanzar esta vez, la varita me pesa pero mi brazo se ha vuelto más fuerte.

Ella lo ve y me alegro tanto de ser quien sonríe esta vez, pues parece que finalmente lo haré, que finalmente ganaré cuando ella rompe el lazo de pelea y se lanza hasta el techo en una forma tan extraña que el humo oscuro me hace toser. Escucho más golpes y veo a mi alrededor.

¿Qué está haciendo?

Comienzo a creer que me quiere enterrar viva, porque el techo comienza a caerse a mis lados, estoy apunto de ser aplastada por una gran pared cuando mi impulso me obliga a correr fuera de la casa. El aire frío inunda mis pulmones y me doy cuenta de que estoy corriendo lejos de la casa y de todo ese humo de diferentes mortífagos que me rodean e intentan atacar.

—¡Crucio!— escucho una voz masculina entre ellos.

Eso me hace caer al duro pasto, mientras me retuerzo debido al dolor en los huesos, la cabeza me da tantas vueltas que la sostengo entre mis manos cuando todo mi cuerpo tiembla hecha ovillo en la oscuridad.

Risas y de nuevo: —¡Crucio!

Me parece que no tengo salvación, que estoy muerta, pues se aproximan una y otra vez, veo chispas rojas y entonces entiendo lo que mis padres sintieron.

La pérdida de identidad, los recuerdos se van como ecos. Tengo la mejilla pegada al pasto, mis manos sobre mi pecho cuando espero perder la memoria... pero no es así. Mis oídos dejan de escuchar y mis pies se empiezan a mover.

Tienes que vivir, pienso, no puedes abandonar a Neville. Eso me impulsa a mover mi cuerpo de ahí, correr hasta el bosque y de alguna manera adentrarme a él con vida. Sin embargo, mis pies apenas dan cuando choco contra el cuerpo de alguien y lo reconozco.

—Hazel, Hazel, ¿Estás herida?— Cedric toma mi rostro entre sus manos.

Todo me da vueltas y apenas puedo mirarlo y asentir, pero he hablado muy rápido, porque mis manos están llenas de sangre, no sé de dónde ha venido pero no es bueno porque noto que un cuchillo se ha clavado en la parte izquierda de mi estómago.

¿Cómo llegó eso ahí? El dolor que debí sentir desde que se clavo me golpea tan fuerte que cargo al suelo. Cedric me sostiene y yo suelto un quejido.

—Espera, no, Hazel— el chico me tomó a duras penas.

—¿D-Donde están...?— trago en seco, sintiendo la sangre en mi boca —¿Dónde están los demás?

—Están bien, Hazel ¡Ayuda! ¡Kingsley, necesito ayuda!— él se gira un momento al bosque.

Intenta presionar la herida pero cada vez más siento como todo se desvanece, el mareo se ha ido y lo ha remplazado la falta de aire.

Aquello me asusta, me obliga a respirar con más y más rapidez con tal de no dejar de hacerlo. Por un momento lo veo, veo que Cedric llora y entonces entiendo, jamás podré estar con él una vez más y eso me hace sentir mal, porque lo último que quisiera hacer en la vida es estar junto a él.

Creo que, muy en el fondo, siempre lo supe.

¿REALMENTE DI PELEA? Me comienzo a cuestionar eso en mi mente, cuando creo que ha sido el final, pero no, por alguna razón cuando abro los ojos me encuentro en una sala con paredes blancas con dos ventanas y las sábanas de mi cama, que son tan suaves que me cuesta un poco darme cuenta que están ahí.

La bata de hospital sí que la reconozco de inmediato y me doy cuenta que estoy en San Mungo. Me alarmó así que miro a todos lados e intento recordar quién soy, dónde estoy y los nombres de todas mis mascotas.

Hazel, me llamo Hazel, tengo un hermano, estudio en mi último año de Hogwarts y tengo un gato llamado Pandora. Emma, ella es mi tía, vivo con ella y mi abuela en casa... casa que ya no existe porque fue lo que me trajo hasta aquí.

—Mírate, ya despertaste— una mujer de cabello blanco me sonrió.

La analicé, su traje de enfermera llevaba un gafete con el nombre Clarke. Ella mira el suero que tengo junto y acomoda las almohadas de forma en la que esté sentada.

—¿Cómo te sientes?

Es buena pregunta, lo único que siento es dolor en mi costado del estomago y algo atareada como para recordar lo que acaba de pasar.

—Bien— respondí, en un hilo de voz ronco.

—Muy bien, eso es una buena noticia, ¿Quieres que les informe a tus familiares?— señala detrás de ella.

Hay una puerta de color café, sillones con ropa y alguna maletas.

—¿Dónde está mi familia?— me pregunte, hay rastro de que estuvieron aquí pero no los veo por ningún lado.

—Tu tía fue con su novio a desayunar, tu abuela esta en casa descansado porque se quedó todos los primeros tres dias, tu hermano, según me informaron, esta durmiendo en el pasillo y tu novio fue por un café, ha estado toda la noche aquí.

Fruncí mi ceño —¿Novio?

La mujer asintió —Sí, el muchacho de ojos grises.

Cedric.

Quiero aclararle que ya no es mi novio pero hacerlo me parte el corazón y lo último que quiero es morir por corazón roto.

—¿cuantos días...?

—Una semana solamente, hoy es año nuevo— responde, antes de que pueda terminar la pregunta.

No digo nada más, me limito a respirar en paz cuando ella sale y más tarde Neville se adentra a la habitación.

—¡Hazel!— corrió hasta mi, abrazándome con cuidado para no lastimarme.

Levanto mi brazo a duras penas y me permito soltar una lagrima, quizá sea por la conmoción o porque verlo me tranquiliza bastante y me da a entender que todo valió la pena.

—No vuelvas más a sacrificarte por mi, ¿de acuerdo?— estoy apunto de responderle cuando prosigue: —Que importa que seas mi hermana, no hagas eso.

Sonreí un poco —Está bien, no lo volveré a hacer.

Él tomó aire —De verdad.

—De verdad, ¿tu estás bien?— tomé su mejilla, donde tenía una cicatriz.

Asintió —Sí, solo algunos rasguños pero nada más.

—¿Y Emma, la abuela, Pandora?

Lo último hizo reír a mi hermano —Emma esta bien, estuvo inconsciente algunas horas pero ya se siente mejor, la abuela salió ilesa, defendió a Emma cuando se desmayo y Pandora también sobrevivió, no nos dejan meter animales aquí así que no podemos traerlo a verte.

Le agradezco en voz baja por la información, mientras él se sienta junto a mi.

—Bueno, Emma no quería que te dijera— mira hacia la puerta unos segundos, esperando a que alguien entrará pero no es así —Pero Allan vino a verte ayer, fue muy incómodo porque Cedric también estuvo aquí, tuve que cambiar mi alojamiento al pasillo.

—¿Qué?

Asintió —Hubieras visto, de puro milagro no se pelearon aquí, creo que es más que nada porque Emma se llevo a Cedric cada vez que Allan venía, para que no se vieran.

Me confunde lo repentino que ha sido su confesión, sin embargo, no quiero pensar en eso pero nada ayuda, solo que Emma asome su cabeza por la puerta para confirmar que sigo viva.

Sonrió —Entonces es verdad, no nos mintieron.

Se lanza a abrazarme al igual, puedo oler el jugo de calabaza de su ropa cuando lo hace así que le sonrio. Dalton se adentra detrás de ella.

—Te dije que no podría ser mentira— responde él —Al menos no otra vez.

Fruncí mi ceño, pero decido no hacer más preguntas.

—¿Cómo te sientes, Hazel?— inquirió él.

—Mucho mejor que hace unos... ¿días?

—Eso es bueno, el doctor dijo que estarías bien, pero la pérdida de sangre afecto mucho— dijo Emma, dejando la sala en completo silencio —Como sea, le enviaré una carta a la abuela.

—¿Qué pasó con nuestra casa?— solté, tomando el brazo de Emma antes de que se fuera.

Ella se detuvo, —Será... mejor que nos tomemos un descanso— mencionó Dalton, tomando de los hombros a Neville.

Entonces supe que algo andaba mal, que no todo estaba mejor del todo, ni siquiera yo, porque comencé a sentir el dolor de nuevo, solo que más intenso.

Me mantuve al margen y no dije nada, Emma se sentó frente a mi en la camilla y tomo mi mano, como si aquello fuese a alivianar la noticia.

—Hazel...— aclaró su garganta —No...-

Se interrumpió a sí misma, la desesperación se apoderó de mi, pues su rostro solo demostraba tristeza y eso no es algo que me empiece a gustar después de lo que paso.

—Solo dilo— le pedí, apretando su mano en el proceso.

—No quedó nada.

Un balde lleno de agua fría, eso fue lo único que sentí. Mi casa, el lugar donde he vivido toda mi niñez, mitad de mi adolescencia, mejores cumpleaños, momentos, risas... y el único recuerdo de mis padres.

Nada de eso existe ahora.

—No es verdad...— negué, los ojos comenzaban a llorarme —Por favor, Emma, dime la verdad.

—Esa es la verdad, Hazel— acaricio mi cabello —Lo siento, sé cuánto significaba todo lo que había ahí para ti.

—¿Y ahora qué?— me pregunté —¿Dónde viviremos?

—Tu abuelo tenía otra residencia antes de casarse con la abuela— murmuró —Nos estamos quedando ahí, será nuestra casa ahora.

El dolor se hace más intenso cada vez, así que me limito a respirar para tratar de apaciguarlo. Intento aceptar y seguir.

—¡CÓMO SE ATREVEN a no dejar meter vino aquí!— grita Emma, antes de meterse a la habitación.

Dejo de jugar al ajedrez con Neville para mirarla con una sonrisa —¿De verdad, Emma? ¿En año nuevo?

—Sí, ¿recuerdas lo que paso el pasado? Casi te caes de las escaleras— añadió Neville.

Reí —Creo que tengo una foto de eso.

Emma alzo ambas cejas —Bueno, esta alianza ya no me esta gustando, todos contra mi, ¿desde cuándo?

Fruncí mi ceño con obviedad —Puff, desde siempre.

Hoy es año nuevo y la única manera de celebrarlo ahora es aquí, pues no me dejaran salir hasta que pueda caminar sola, lo cual seguro tomara días y quizás semanas.

—Las enfermeras dijeron que nos traerán una cena especial— mencionó mi abuela, cuando se adentro junto a Dalton —Dicen que es buena, ya veremos.

Sonreí —Bueno, de algo sirvió que casi me fuera al más allá, ¿no?— reí, sin embargo, nadie más lo hizo por lo que los miré obvia —Es broma, es broma.

—Ah— Neville río junto a mi.

Y fue el único, a Emma y a mi abuela no les agradaba el hecho de que hiciera bromas de mi desgracia, incluso me regañaron un par de veces pero simplemente sigo haciéndolo porque salen naturales, ni siquiera se lo que digo cuando voy a mitad de la frase o chiste.

Cuando la cena llega es mi parte favorita, porque todo se pasa en risas y ambiente mucho más tranquilo que el de navidad.

—¡Yo jamás dije eso!— me defendí, cuando Emma me culpaba de haberle dicho que su comida estaba rancia la primera vez que cocino para Neville y para mi.

—Yo sí me acuerdo— dijo Nev.

Le miré mal —No me ayudes, hermano.

—Desde entonces deje de cocinar para ambos, ustedes jamás aprecian mi comida.

—Es que, si le añadieras un poco de sal sabría muchísimo mejor.

Mi tía me lanza el cojín del sofá donde esta sentada y yo logro evitarlo.

—¡Oye! Más respeto para la enferma, no quieres que se abra la herida, ¿o sí?

—Tan enferma que me puedes insultar, seguro.

Reí —Aprende a usar la sal y luego hablamos.

Neville río junto a mi, así como Dalton, quien lo oculto tosiendo cuando Emma le lanzó una mala mirada.

—Lo siento, es que fue divertido— dijo él.

—Espera, ¿cuánto falta para año nuevo?— inquirió mi hermano.

Miré el reloj —Una hora todavía.

—Como sea, no necesito cocinar, ustedes lo harán por mi cuando esté anciana y no me pueda mover.

Fruncí mi ceño —Sigue soñando.

—¿Qué? ¿No me van a cuidar?

Negué —Neville sí, vivirás con él, ¿no te lo dije?

El mencionado me miró de inmediato —¿No quedamos en que tú la cuidarías?

—No me cuido ni yo, ¿qué voy a hacer con Emma?

—Bueno, pero voy a fingir que no me dolió— intervino Emma, tomando su pecho.

Reí —Solo bromeamos, contrataremos a alguien que te cuide.

Y estoy apunto de reírme junto a los demás cuando la puerta se abre un poco más y el causante me sonríe solo a mi.

Todos lo miran y luego a mi. Allan, su cabello pelinegro esta frente a mi, no parece sorprendido por verme despierta pero tampoco tranquilo.

—Hola, Allan— saludó Emma, mirándome de reojo.

—Creo que... deberíamos, vamos— pidió Dalton y le agradeci en voz baja.

Neville salió con ellos, la abuela también y Emma. Me quedé sola con el chico, sabiendo exactamente lo que sentía.

Estos últimos días y horas me dí el tiempo de repasar lo sucedido con él, el beso, sé lo que quiero... pero no es él. Sin embargo, cuando todos salen, no me da el tiempo de decir algo porque se apresura a caminar hacia mi y tomar mis mejillas antes de plantar un cálido beso sobre mis labios, se siente tan extraño y tan rápido que se aleja de mi cuando ve que me ha tomado desprevenida.

Me mira confuso y yo intento transmitirle todo sin herirlo.

—Allan...— comencé, las palabras apenas quieren salir.

Él negó —Espera, espera, antes de que me rechaces, solo quiero decir... que me gustas, creo que ya lo había dicho pero ahora lo tengo claro, Hazel... te amo.

No digo nada.

No puedo, no puedo hablar, tengo que esforzarme en respirar porque su aliento se combina con el mío y, cuando se aleja unos centímetros de mi es cuando sé que he roto su corazón.

—Hazel— llamó.

Formé una mueca de dolor y él lo entiende —Lo siento, Allan, pero... no siento lo mismo.

—¿Por qué?

—Tu lo dijiste, ¿recuerdas?

—No, digo, ¿por qué tuviste que hacerme quererte?— señaló —¿Por qué?

Eso me deja aún más confundida, no sé quien debería estar más decepcionado. Supongo que él, la forma en la que estoy terminando lo que sea que fuese esto está mal.

—Jamás fue, ni será mi intención lastimarte— dije con sinceridad —Pero ya pensé y sé qué es lo que quiero.

Se mantiene en silencio, asintiendo con la cabeza una y otra vez mientras intenta procesar lo que he dicho y lo que sucede.

—Entiendo— murmuró, luego de unos segundos —Entiendo, gracias, supongo.

Suspire —¿Por qué?

—Por darme la oportunidad de conocerte, Hazel— me miró, tomando su suéter —Buena suerte, espero que... te recuperes pronto.

Se acercó a mi para besar mi frente —Adiós, Allan— alcanzó a murmurar en el proceso.

Él sonríe de la misma manera que siempre lo ha hecho hacia mi; con sinceridad, amor y respeto.

—Adiós, Hazel.

Retrocede y lo veo desaparecer por el pasillo. Aunque muy en el fondo me duele lo que le hice, ya no sé si es eso o el dolor de la herida lo que más me atormenta.

¿REALMENTE MERECÍA todo esto?

El accidente, esté sentimiento de dolor, el sentimiento de que todo se derrumbaba, de que no tenía futuro en ningún lado y, especialmente, que no merecía nada de lo bueno que me pasaba.

Quizá solo merecía lo peor, quizá merecía esto que me paso. ¿Soy una mala persona? Supongo que sí, durante todo este tiempo siento que soy el villano de mi propia historia, soy demasiado estúpida para lograr algo.

Este pensamiento me atormenta mientras intento no ahogarme con mis propias lágrimas, es demasiado, todo se junta y me ataca a la vez. Las manos me tiemblan y siento que el mundo también.

¿Por qué me odian tanto? Merlín, lo único que he intentado hacer es ser una bruja normal, alguien con metas que los Mortífagos no desean que cumpla por un problema que surgió hace años y del cual mis padres no tenían la culpa porque buscaban información que ellos quizá ni siquiera tenían.

Siento que caigo pero un llamado me trae devuelta: Cedric, él se asoma por la puerta y es la primera vez que lo veo estando consciente.

—Hola— le intento sonreír, pero no funciona.

Él trae un lindo ramo de flores silvestres en su mano —No sabía si querías verme.

Sorbi mi nariz, aclarando mi garganta —Está bien, pasa.

Se adentra a la habitación sin dudarlo y hace lo que menos espero; coloca las flores en la mesita de noche y se sienta junto a mi, me arropa y me acurruca entre sus brazos, cosa que no había pasado desde hace meses.

Me siento tan bien que podría quedarme aquí para siempre.

—Sea lo que sea que esté pasando por tu mente... no es verdad— dijo —Eres lo mejor que ha creado este universo, Hazel.

Y me hace sentir bien.

—Odio que sepas todo de mi— respondo y lo escucho reírse.

—Está bien, sabes que conmigo puedes sentir lo que quieras, no te voy a juzgar, ni a decir algo motivacional a menos que quieras.

Negué —No, nada podría animarme ahora.

¿O sí?

—Esto no está bien, Cedric— intento levantarme pero no funciona, el dolor me obliga a regresar.

El chico lo entiende y se levanta —¿Por qué no?

—Porque tienes novia— suelto —Neville me lo dijo, sí, fue un chismoso.

Él se ríe en mi cara aún más, no lo entiendo así que fruncí mi ceño.

—Oye, hablo enserió, además solo yo me puedo reír de mi.

Sonrió, aclarando su garganta y tratando de recuperarse. —Sí, lo siento, es que... no es verdad o bueno, sí, salí con alguien pero no duró demasiado.

Mi ceño de aligera, siento mis mejillas sonrojarse por alguna razón y sé que no debería sentirme mejor al escuchar aquello pero lo hago. Lo extraño, quiero arreglar las cosas y que todo vuelva a lo de antes porque en ese entonces las cosas iban mejor.

—Lo lamento— le dije —Creí que seguías con esa chica.

Negó —No, no en realidad.

—Sí, bueno, es que han pasado muchas cosas.

Miró hacia la puerta, como si alguien fuese a adentrarse por arte de magia.

—¿Allan fue a comer o algo así? Había venido a verte estos días, me alegro... que tengas a alguien contigo.

Relami mis labios —Quizá haya terminado con él también.

Veo como le pasa lo mismo que a mi hace unos segundos, pues sonríe y noto como se pone nervioso.

—No lo sabía.

Negué —Nadie, en realidad.

Él se vuelve a recostar junto a mi y yo acepto, pues no hay nada mejor que tenerlo a mi lado de esta manera. Me hace sentir mejor, aunque aún no puedo evitar sentirme mal por Allan.

Con él me sentía feliz, animada, pero jamás podré sentir lo que siento con Cedric. Eso fue lo que más me confundió y no lo había entendido hasta esa noche, cuando estaba muriendo en sus brazos y lo único que quería era a él.

—Creo que deberíamos darnos tiempo para pensar— propuso, sabiendo exactamente lo que yo.

Asentí —Sí.

—Yo te quiero, Hazel.

—Lo sé— sonreí.

—Pero quiero pensar y procesar lo que ha estado pasando.

—Y de nuevo, sabes lo que pienso— lo miré —También quiero tiempo, quizá si todo se aclara pueda ser lo de antes, ¿no lo crees?

Asintió —Sí, puede serlo.

Tiempo, solo quiero eso y ahora que lo tengo me lo daré.

EN CUANTO LE DAN LA OPORTUNIDAD, Cho viene a visitarme dos días después de año nuevo, ella tan pronto como me mira se lanza a abrazarme y yo le sonrio devuelta.

—¡Creí que no volvería a verte, pensé en todo lo que dije la última vez que nos vimos y aunque no fue nada malo me sentí mal!— hablo tan rápido que apenas pude procesarlo.

—A mi también me da gusto verte— le respondí.

Finn, quien venía con ella, me saludo al igual, dándome un ligero abrazo que recibí con gusto.

—Hola, Hazel, que bueno que estés viva— me dijo, dejando dos pequeños regalos sobre la mesita de noche.

—¿Son para mi?— señalé.

Ambos asintieron, pero fue Cho quien respondió —Como los regalos que te envié jamás llegaron pensé en traerlos hasta aquí.

Sonreí —De haber sabido que muerta me darían más regalos me hubiera tirado de la torre de astronomía desde hace mucho tiempo.

—¡No es gracioso! Le diré a Emma que sigues haciendo chistes sobre eso.

Fruncí mi ceño —¿Les ha contado todo?

—Sí, por cierto, lamento lo que pasó con tu casa— respondió Finn —Le he dado a Emma un par de cosas para que remodelen su nueva casa.

Negué —Uh, Finn, no tenías que hacerlo.

—Bueno, eres mi amiga y la de mi novia— miró a Cho —Claro que tenía que hacerlo.

—Entonces... ustedes dos volvieron, vuelvo a creer en el amor— reí un poco, así como ellos —Me alegro mucho por ustedes.

—Gracias— Finn retrocedió —Les daré unos momentos a solas, ¿Sí?

—Te veo después, Finn— me despedí de él con un ademán.

El chico salió y entonces me giré a Cho, quien se sentó frente a mi.

—¿Y bien?

Ladee mi cabeza —¿Y bien qué?

—Escuché rumores de que hubo un drama con Allan, Cedric y tu volvieron...-

Negué de inmediato —No, no volvimos, aún no, ¿de dónde lo escuchaste?

Ella encogió sus hombros —Sí salieras al pasillo, debes hacerlo, te enteras de todo.

—¿Por qué no me sorprende?

—Bueno, sí no quieres hablar de eso hablemos de otra cosa... ¿volverás a colegio? No puedes quedarte aquí, este año nos graduamos y debemos hacerlo juntas.

Suspiré, en realidad no había pensado en volver a Hogwarts, creo que la principal razón es que me da miedo salir de aquí, de un lugar donde me siento tan segura desde que desperté.

Tenía miedo de volver al exterior, ponerme en riesgo de otro ataque y ahora si morir. Seguía viviendo en pesadillas de ese día, el miedo y el dolor de las maldiciones aún recorrían mis huesos cuando dormía.

—No lo se, Cho— le respondí —Aquí me siento a salvo.

—Pero debes volver— tomó mis manos entre las suyas —En el colegio estarás a salvo y solo serán unos meses.

—¿Crees que sea buena idea volver?

Ella asintió —Me tienes a mi y de una manera rara a Eugene también, te vamos a cuidar.

—No lo sé— negué —No me siento lista.

—Puedes volver cuando lo estés.

Fruncí mis labios —¿Y qué pasa si no lo estoy nunca?

—Te seguiré apoyando, aunque no esté de acuerdo.

Pensar, solo puedo pensar en mi vida si renuncio a mis sueños... a decir verdad no me agrada pero también me asusta volver a ser yo, volver a mi vida y salir adelante.

Estoy apunto de responder lo primero que se me venga a la mente cuando ella vuelve a hablar:

—Te traje galletas— se levantó —De chocolate, tus favoritas.

Sonreí —Eso me hace sentir mejor.

—Sabía que lo haría, tuve que preguntar si ya podías comer cualquier cosa y en cuanto me dijeron que sí me puse a hornear como loca.

Ella sacó una caja con una variedad de galletas de chocolate, algunas hechas completamente de chocolate, otras con solo chispas y otras rellenas de chocolate.

—Creí que era mentira— reí.

—Es que no pude decidirme cual de todas traerte, lo siento.

Negué —No, esta bien, amo las galletas.

—También te traje gomitas, pero esas serán para mañana, hoy puedes atragantarte con esto— señaló.

—Gracias, también por venir, estaba por tirar a Neville de esa ventana— señalé la cortina de mi lado.

—Lo supuse, antes de hornear recordé algo que me dijiste un día.

Le di un buen mordisco a la galleta rellena de chocolate —¿Cuál de todas las tonterías que digo recordaste?

—La de: una buena galleta alegra el día.

—Ni siquiera rima, ¿estaba borracha o algo?

Ella asintió —Si, en la fiesta de Halloween de hace dos años, cuando dieron galletas mágicas en la fiesta de Hufflepuff.

—En mi defensa, no sabía que eran galletas mágicas— me defendí —Lo supe cuando comencé a ver unicornios dentro de la sala.

—Y le enviaste una carta a Emma diciéndole que sus galletas sin drogas eran mejores.

Abrí mis ojos tanto como pude —No recuerdo eso... ahora se por qué me mira diferente.

Ella rió frente a mi —Intenté detenerte, pero nada funcionó.

Cho se queda un buen rato en su visita, la noche llega y ella tiene que ir a casa pero promete visitarme al día siguiente así que intento dormir un poco en aquella noche de lluvia.

El cuerpo se me relaja muy rápido, supongo que por el día tan pesado que ha sido hoy, sin embargo, las pesadillas siguen ahí, atormentandome esta noche. Aun puedo escuchar las risas, los truenos se combinan con las maldiciones cruciatus que penetran mi cuerpo y me hacen brincar de un buen susto a media noche.

La respiración se me agita y tengo que tomarme de la camilla cuando creo que caeré al frío pasto otra vez. Me cuesta unos segundos darme cuenta que estoy a salvo, con Emma en el sillón de enfrente dormida junto a Neville y Dalton a unos centímetros de ellos, observándome asustado y confundido.

—¿Estás bien?— me preguntó.

—¿Dónde está la abuela?

—Fue por un poco de té, intentaba no quedarme dormido... ¿tienes pesadillas?

Asentí, tratando de relajarme en las cómodas almohadas.

—Sí, pero creo que ya me estoy acostumbrando— mentí.

Sonrió con ironía —Hazel, sabes que conmigo no tienes que mentir.

Es verdad, Dalton se ha vuelto tan cercano a mí está última semana desde que nos conocimos que una parte de mi no le ha mentido jamás, ni una sola vez, por alguna razón.

—Lo sé, pero sólo fue una pesadilla, ¿no?

Asintió —Yo también las tengo.

Alcé ambas cejas —¿Ah, sí? ¿Con qué?

—Con mi mejor amigo— respondió —Murió hace unos años... fue un accidente lo que lo provocó pero en parte fue mi culpa.

—¿Qué le pasó?

—Un hechizo mal hecho, esas cosas pasan todo el tiempo pero jamás crees que le pasara a quienes más quieres.

—Tienes razón— asentí —Pero no siempre es nuestra culpa, aunque creamos que si.

—Tu también tienes razón— sonrió.

Me acomode un poco —Nunca te agradecí por hacerme caso al sacar a Neville de la casa.

Negó —No tienes que hacerlo.

—De hecho sí, si hubiera sido alguien más no me habría hecho caso y... quizá ninguno de las dos habría sobrevivido.

Miré a mi hermano, quien roncaba tan pacifico en su lugar.

—Realmente lo aprecias mucho, ¿Verdad?

Asentí —Es mi hermano, aunque no parezca a veces lo quiero.

Rió —De nada entonces, esperemos que no se repita, así que vuelve a dormir, me quedaré aquí para robarme tus pesadillas.

Decido hacerle caso, estoy tan cansada que podría dormir tres días seguidos otra vez. Ha sido una semana tan pesada y dolorosa que apenas me doy el tiempo de descansar de todos esos momentos.

Doy un largo suspiro y espero a que todo eso se vaya.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro