Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

chapter fifty-six. a life together

HEAVEN
━━━━ ★ ━━━━
⌇ ☾ ❪ chapter fifty-six ❫  ೋ
۫ ₊˚ a life together ˚₊ ۫ ۫

Agosto le dio paso a Septiembre demasiado rápido, el inicio de clases en Hogwarts me obligó a apresurarme con mi patronus, el hechizo que debía realizar para al menos poder desearle un buen inicio de clases a neville.

Me esforzaba el doble a mediados de Agosto, lo había logrado apenas una semana antes de que el tren partiera a Hogwarts.

—Lo harás bien— aseguró Cedric, dándome un medio abrazo mientras intentaba cocinar waffles para mi.

—Lo sé, una vez que me sale sé que será perfecto la segunda— respondí, leyendo El Profeta desde la mesa —¿Ya habías leído esto?

Cedric se volvió unos momentos hacia mi —¿Qué cosa?

—Intrusos se infiltraron en el ministerio— lo miró y sé que él está pensando lo mismo que yo —¿Crees que fue Harry y los otros?

Él asiente —Tal vez, Lupin me dijo que se estaban quedando en la antigua casa de la Orden, pero que no sabe nada de ellos desde entonces.

—Ah, sí, felicitalo por el embarazo de Tonks, es muy linda la noticia— sonreí.

Cedric niega —No creo que quieras que vuelva con un ojo morado.

Fruncí el ceño —¿De qué hablas? Háblame, recuerda que soy prisionera aquí.

El chico apagó el fuego y empezó a servir unos deliciosos waffles usando su varita. Atrajo un poco de café y lo sirvió en ambas tazas.

—Lupin teme pasarle su licantropia— dijo —Tiene miedo, es obvio.

—Eso... solo hay un cincuenta por ciento de probabilidad— negué —Depende de qué tan fuertes sean los genes, quizá Tonks le gane.

Rió —¿Le gane? ¿Qué son, una pelea de genes?

—Bueno, si lo dices así suena gracioso.

—¿Van a sacar guantes de box o algo?

Le golpee el brazo cuando se sentó junto a mi, mientras él se giraba, tomó mis mejillas y colocó un dulce beso sobre mis labios.

—Espero que nuestros bebés sean como tu— murmuró —Así que gana tu la pelea, si son como yo, serán estúpidos.

Fruncí el ceño —Pero tendrán tu lindo cabello y no serán estúpidos, serán muy, muy inteligentes y además lindos, ¿Quieres que yo gane? Prepárate para decepcionarte.

Bufo —No estoy decepcionado de ti, nadie lo está.

—¿Quieres tener hijos?— me pregunté.

Él asintió —Sí, contigo tendré todos los que quieras. ¿Por qué la pregunta?

Sonreí —Es que jamás me lo pregunté o más bien, no lo pensé demasiado.

—No quiero que te sientas presionada.

—No lo hago, de hecho, sé que sí los quiero— asentí —Pero ahora no, es muy pronto y no me siento lista. El embarazo definitivamente siento que sería lindo.

Cedric deslizó sus manos hasta mi cintura, donde sé que se imagina un enorme vientre creciendo.

—No te emociones demasiado— lo alejé tomándolo de los hombros.

Refunfuño, plantando un último beso en mi mejilla antes de desayunar. Bebí de mi café con desesperación, llevándome una mirada del chico.

—Más lento, ¿qué dijimos del café en exceso?— me regañó.

—Sí no quieres que me pase esto deja de darme café.

—Lo intento, pero tu síndrome de abstinencia no ayuda.

Reí —Bien, bien, tomaré tranquila.

Después de desayunar me dirigo a la sala, una vez ayudo a Ced a dejar toda la cocina en orden. Cuando me senté en el sofá, noté que el espejo seguía con esas mismas letras que hace unos días, fruncí un poco el ceño.

—¡Cedric, el espejo está haciendo eso otra vez!— le grité al chico.

—Borralo, intentaré quitarlo de esa pared— me respondió desde la cocina.

Me levanté de golpe, borrando lo escrito, pero antes de volver a sentarme apareció una vez más. Rendida y más que cansada, respondí a aquello.

¡DEJA DE HACERLO!

Busco una silla para lanzarla a la pared y al espejo, pero las palabras que he escrito se intercambian por una respuesta que me causa escalofríos.

¿HACER QUÉ?

Me quedo quieta en mi lugar por mucho tiempo, hasta que Cedric viene corriendo por el silencio tan repentino.

—¿Estás viendo eso también?— inquirí, señalando el espejo.

El chico avanza algunos pasos y escribe sobre el polvoriento espejo.

¿QUIÉN ES?

Pasan unos segundos y la frase se borra, intercambiando lo mismo, como si alguien se estuviese burlando de nosotros.

—Debe estar embrujado, como sea, lo quitaré de aquí ahora mismo y lo llevaré al sótano con las demás cosas— informó el chico, bastante cansado del espejo.

Negué, tomándolo del hombro antes de que pueda dejar de ver la respuesta que se ha añadido mientras él hablaba.

Sí tu no me dices primero, jamás hablaré— leí —¿Cómo podría estar embrujado, Ced?

Encogió sus hombros —No lo sé, debe ser alguna clase de magia oscura.

Negué —¡No, no! Creo que recuerdo haber leído algo sobre esto, es... son... son espejos que sirven para comunicación ¡Espejos de comunicación! Algo así, aunque no sé qué otra persona puede tener un espejo gemelo.

—Debe ser alguien de la orden, nadie más ha entrado a esta casa más que Bill, Lupin, Kingsley y un par más, pero nadie fuera del grupo.

Me acerqué al espejo dicho eso, escribiendo con mi dedo una respuesta clara.

¿LA ORDEN ESTÁ CONTIGO?

—Espera, en mi cabeza tenía sentido— formé una mueca —Como sea, supongo que así averiguaremos quién es.

NO, SOY LOBITO, ¿COMO SABES DE LA ORDEN?

—¿Lobito? De acuerdo, creo que ambos estamos de acuerdo en que este espejo está totalmente embrujado— Cedric niega.

—¡No!— le detuve —¡Es Milan! ¿No lo ves?

A él le toman unos segundos entender el apodo, luego, confundido, me mira en busca de respuestas.

—Ella es Lobito, yo soy Libritos, es nuestro código para hablar cuando no queremos ser entendidas por nadie— le expliqué —Yo le puse Lobito a Milan y ella me puso Libritos, combina bien.

—Vaya— suspiro —Bueno, entonces lo dejaré ahí.

Asentí —Buena idea.

Extendí mi mano una vez más hasta el espejo, escribiendo:

LIBRITOS AQUI, TIENEN NUESTRO APOYO, ESTAMOS TODOS BIEN.

Y dicho eso, Milan escribió:

NOSOTROS TAMBIEN, ES UN ALIVIO VERTE... LEERTE ¡COMO SEA, HOLA!

Sonreí, no tenía idea de lo mucho que extrañaba a Milan. Desde la boda, no hablamos demasiado debido a lo que había pasado con Emma pero ahora, saber que está bien, es un alivio para mi.

ENTRE ESTOS MESES, el cumpleaños de Cedric estaba cada vez más cerca, por lo que yo estaba cada vez más nerviosa de lo que podía hacer para celebrarlo y olvidarnos por un momento de mi.

Este día me levanto desde muy temprano para tratar de cocinar un pastel, que milagrosamente sale bien al quinto intento. La cocina ha quedado destrozada y yo también, pero al menos logré hacer algo decente para Cedric. Escribí con letra de dulce: feliz cumpleaños, y añadí unas cuantas velas que no encendí hasta estar frente a la puerta de la habitación.

El chico se encontraba con los ojos al techo, confundido hasta que me vio entrar llena de harina, chocolate y despeinada.

—¡Feliz cumpleaños!— sonreí de lado a lado.

Me adentré a paso acelerado y le coloque el pastel de frente para que pudiese verlo.

—Pensé que el pastel era al final— me dice.

Le miré con seriedad —Ay, cállate y pide un deseo.

Ríe, aguardando unos segundos y luego soplando las cuatro velas del pastel.

—Felicidades, Ced— me acerco para besarle unos segundos —Espero que cumplas un millón de años más.

Volvió a reír, lo cual me alegra demasiado, significa que mi plan está funcionando.

—Un millón es mucho, con que llegue a los noventa tengo— bromeó.

—Está bien, pero yo deseo que tengas un millón.

Para el desayuno comemos una gran rebanada de pastel, ya que es mucho y solo somos dos. Sin embargo, guardo una buena porción para Cho, Finn y Neville, cuando pueda darsela o lo vea.

Como le he pedido a Cho que trajera un par de cosas, ya que no podemos salir, me las he apañado para que consiguiera un par de esas películas muggles que a Cedric le gustan tanto. Se alegro demasiado cuando le conté la idea y nos pasamos toda la tarde viéndolas, hasta que escuchamos un par de ruidos a unos kilómetros de distancia de la casa.

—Debe ser un animal salvaje— le tranquilizo al chico —Hay muchos de esos últimamente.

—O Carroñeros.

Mi ceño se frunce —¿Carro-qué?

—Son magos que se ganan la vida capturando hijos de muggles para el ministerio— explica —Son muy peligrosos, Hazel.

Asentí —Entiendo, está bien, pero están los hechizos protectores, no creo que algo o alguien nos encuentre a menos que nosotros queramos.

Una vez más, el ruido nos hace callar a ambos. Ahora sí comienzo a creer que se tratan de esos Carro-comosellamen.

Camino junto al chico, cada vez más cerca del ruido, hasta que una cara y una voz conocida se aparecen en nuestras caras.

—¡Caray! Creo que nos hemos equivocado de playa— exclamó Amos Diggory.

—Te dije que era la que tenía esos árboles con frutos— le responde la señora Diggory.

—Pero Cedric dijo montaña y ahí hay una montaña.

Miré al chico y él a mi, dudosos en sí deberíamos hacer acto de presencia o no. Obviamente ellos no nos miran debido a todos esos hechizos protectores, ¿pero cómo sabemos que son los auténticos padres de Cedric?

—Es verdad lo que dice— afirma Ced —Le dije que era una montaña, cerca de una playa.

—Sí, pero... ¿y si es una trampa?

—Son mis padres, Hazel, se mira que han estado viajando, ellos no son tan tontos para quedarse en Londres y esperar a que Dalton venga por ellos.

Negué —No, lo sé, entonces hazlo.

Él obedece, rompe los hechizos y saluda a sus padres, quienes están saltando de la emoción al verlo y al felicitarlo por su cumpleaños.

—¡Me alegro demasiado haberlos encontrado, creí que nos habíamos perdido! ¿O no querida?— inquiere Amos.

—Sí, pero ya sabes como es tu padre de necio, él no quería irse sin darte un abrazo de cumpleaños...— se vuelve a mi, así que le sonreí —¡Ah, Hazel, cariño, hola!

Abrazo a la señora Diggory en forma de saludo, de modo que ambos entran al círculo de hechizos protectores al mismo tiempo en el que Cedric los cierra detrás de él.

—Hola a ambos, espero que no hayan tenido un viaje tan terrible— mencioné.

Amos negó —Ah, no, nada de eso, ha sido una entretenida búsqueda.

Reí un poco —¿Quieren entrar? Estábamos viendo películas y preparé un pastel.

—Sí, por favor, mis tripas no aguantan más— bromeo Amos, haciéndonos reír.

Los cuatro entramos a la cocina y yo me encargue de traer platos y vasos junto a Cedric ayudándome a servir.

—¿De verdad es la casa de tu madre, Hazel?— inquirió Amos, sin dejar de mirar los cuadros colgados en las paredes.

Asentí, sirviendo el agua caliente para café —Sí, era, me la dejó en su testamento o algo así.

—Es bellísima la casa— halaga la señora Diggory.

—Gracias— respondí con el tono más amable que puedo.

—No solo es bellísima, es una casa muy grande, para muchas personas— añade Amos —Sí pudiera, viviría aquí.

Recibe un codazo de su esposa en las costillas, lo cual me hace reír un poco. No es un secreto que Amos sea muy curioso o muy energético, además, sus comentarios no son para nada ofensivos.

—Bueno, cuando quieran pueden quedarse, los recibiremos los días que quieran. Mi casa es su casa— sonreí.

Cedric asiente de acuerdo —Sí, pero no más de un mes, por favor, papá, ya se que se te va la noción del tiempo.

La señora Diggory y yo reímos un poco, mientras su padre niega con la cabeza.

—Deja de molestar a tu viejo padre, Cedric— le pide Amos.

Los cuatro pasamos una linda velada de cumpleaños, me doy cuenta de que no tenía idea de cuanto extrañaba el hablar con otras personas que no fuesen Cedric o Cho, lo cual aligero mucho la tensión y los pensamiemtos abrumadores que tenía.

Incluso Cedric se la paso de maravilla y como no, son sus padres. Mi parte favorita fue la humillación del chico, cuando la señora Diggory contó todo lo que Cedric pequeño hacía.

—Y siempre llegaba con una rana a la casa— dice la señora Diggory.

Fruncí un poco mi ceño, mirando a Cedric —¿De dónde sacabas ranas?

Él me observa, encogiéndose de hombros —Dónde vivíamos había muchas en el lago o en el lodo, cerca de esos tulipanes.

—¿Por qué tomabas las ranas? Eran asquerosas— se quejó su mamá, haciéndome reír un poco.

—Créeme, mamá, ni siquiera yo lo sé, pero recuerdo que papá me llevaba devuelta al lago para dejarlas ahí.

Todos miramos a Amos —Me canse a la quinta vez, tuve que amarrarle las manos cada vez que salía— bromeo.

—Sí, y te llevábamos a todos esos juegos de quidditch para que no te sintieras mal por las ranas.

Sonreí —Ah, creo que eso sí lo he notado, Cedric es un amante del quidditch.

—Solo un poco.

—¿Solo un poco?— alcé ambas cejas —¡Te vuelves loco!— ambos adultos rieron —No miento, una cosa es que te gusté el quidditch, pero tu padeces algo raro con el deporte.

Y el resto es solo así, aunque el tiempo se va demasiado rápido y la noche nos cae. Yo doy una última mirada a lo que tenemos alrededor antes de ir a dormir, para asegurar los hechizos protectores que nos rodean.

Sin embargo, la señora Diggory decide acompañarme, mientras los dos hombres recogen la cocina. Ambas partimos de la casa hasta el domo que toma parte del mar y la montaña.

—¿Hay personas en esas casas?— inquiere la señora Diggory.

Asentí —Sí, algunos son muggles y otros no, pero no nos pueden ver, solo una casa derrumbada.

—Vaya, es un buen lugar para vivir, ¿Sabes? Nos costó demasiado llegar.

—Sí, está muy alejada de todo y todos.

—¿Piensan quedarse a vivir aquí?

La miré —Cedric y yo no hemos hablado de eso, la casa de mi madre es lo único que tengo ahora así que... de todos modos no podemos ir a ningún lado.

Ella negó —No, lo sé. Cedric me dijo lo que le pasó a tu tía, lo lamento mucho, querida.

Aquello hace que me detenga en seco, me giró a verla y me doy cuenta de que estoy lagrimeando ya.

—Gracias— Intento sonreír un poco.

La señora Diggory nota eso, lo que parece tener un efecto en ella porque me abre ambos brazos.

—Ah, querida, ven aquí— me pide y no protesto.

Le doy un buen abrazo, mientras me doy unos minutos para sentir. Solo unos minutos y entonces vuelvo, me limpio las lágrimas y finjo que estoy bien otra vez.

—Estoy bien, gracias por eso— sorbí mi nariz —Y gracias por visitarnos, su presencia ha sido muy agradable para nosotros.

—Cuando lo necesites, solo envíame una carta y vendré de inmediato— sonrió.

Me giró una vez más al domo, para hacer lo que venía y en unos momentos ya estamos volviendo a la casa otra vez.

Los padres de Cedric no se quedan demasiado tiempo, si mucho solo una semana, ya que tienen que volver a viajar para esconderse en su casa, ya que al parecer algunos mortífagos los han estado acosando en busca mía. Me disculpo por ello una y otra vez, pero Amos insiste en que: —La familia no se disculpa, se une cuando hay problemas—, lo cual hace que me sienta menos culpable por lo que pasa.


PARA HALLOWEEN O ALGUNA otra celebración fuera de las anteriores, no hacemos nada relevante más que permanecer haciendo guardia, hablar y mantenernos informados.

De algún modo Cedric había logrado comunicarse con Kingsley para avisarnos que todo seguía igual, que nos aconsejaba no preocuparnos más porque, de todos modos, nada cambiaría y que deberíamos pensar en nuestras vidas.

—¿Solo lo dijo así?— le inquirí a Cedric, no podía creer lo que acaba de escuchar.

El chico asintió —Sí, así que supongo que estamos atascados aquí.

—Al menos que Dalton nos encuentre— murmuré —Al menos que él logre lo que quiere y me mate.

Aquello lo molesta, puedo verlo en su expresión —Por favor, detente.

—Es la verdad, serías libre.

—No me interesa ser libre si no estas tu conmigo para disfrutar de esa libertad.

—Pero no es justo— negué —No es justo para ti.

Se levanta de su lugar en la cocina, yéndose directamente hasta la habitación, lo sé porque escucho la puerta cerrarse. Tomo mi varita y me voy afuera para seguir la guardia.

No me imagino una vida aquí, escondidos del mundo exterior por miedo a que Dalton venga por mi. No es la vida que me imagine que tendría luego de salir del colegio. Aunque, muy en el fondo sé que algo debería pasar, algo que nos salve a todos.

Como nada viene, solo vigilo unas horas y después vuelvo al espejo para hablar con la única persona que se que podría entenderme y con la única que puedo comunicarme ahora.

LIBRITOS AQUI

Aún no puedo creer que ese sea mi apodo, pero escribo aquello en el espejo con mi dedo y espero. Unos minutos después, Milan responde:

LOBITO AQUI, ¿QUÉ SUCEDE?

Suspiré antes de escribir mi respuesta.

CEDRIC MOLESTO PORQUE CREO QUE ES MI CULPA ESTAR ATRAPADOS, ¿DEBERÍA DISCULPARME?

Es como una página de un libro o algo así, pero mis palabras se borran y se intercambia por algo vacío y lleno de esa humedad. Entonces Milan responde:

ES NORMAL DISCUTIR, PERO YO NO CREO QUE SEA TU CULPA. HABLA CON ÉL. NOSOTROS TAMBIÉN HEMOS TENIDO UN PAR DE PELEAS. RON SE FUE HACE UNOS DÍAS Y TODOS ESTAMOS DEPRIMIDOS.

Aquello me sorprende. Ron se ha ido, ¿los ha dejado para volver a casa? Quizá Cedric debería hacer lo mismo conmigo, lo único que le doy son problemas.

LAMENTO ESCUCHAR ESO, ESPERO LO SOLUCIONEN Y GRACIAS, HABLARÉ CON ÉL AHORA MISMO. CUÍDENSE.

El espejo borra mis palabras y me doy la vuelta cuando Milan escribe una última expresión de una sonrisa.

Subo un par de escalones y me encuentro con Cedric recostado sobre la cama, mirando a la nada y tomándose la cabeza como si le doliera. Calculo mis pasos y avanzó un poco hacia él, me siento de mi lado de la cama, observándolo un poco antes de formular las palabras en mi cabeza.

—No quería decir todo eso— comencé —Sé que no es mi culpa, prometiste estar a mi lado y no debo culparte por ello y mucho menos decir ese... tipo de cosas.

Es la primera vez en la que realmente lo siento así. Aunque en otras ocasiones hemos discutido por cosas mínimas, siento cierto cambio entre ambos.

—Hm-hm.

Mi ceño se frunce —¿Estás pensando en si deberías perdonarme?

—Hm— me responde.

—¿Eso es un... no?

—Hm-hm.

Entiendo el código con el que intenta hablarme, así que sigo con mis preguntas.

—¿Estás enojado conmigo?

—Hm.

Sonreí —Lo lamento, de verdad, no quiero que estar aquí nos arruine.

Él negó —No lo hará.

Me extendió el brazo, por lo que me acerqué de inmediato para abrazarlo, sin antes dejar un delicado beso sobre sus labios.


—¡FELIZ NAVIDAD!— Cho apareció frente a mi puerta —Bueno, noche buena, mañana es navidad pero quería asegurarme de que tuvieran más regalos.

Sonreí —Gracias, Cho.

Ambas nos abrimos paso entre el pasillo de la sala hasta la cocina y finalmente el comedor.

Diciembre llego bastante rápido, así como los días festivos como día de Acción de Gracias y ahora, Noche Buena. Dejé los regalos de Cho sobre la mesa, buscando los míos y entregándoselos.

—¿Son para Neville?— me pregunta ella.

—No, ya mande a Pandora a eso, estos regalos son para ti, de parte mía y de Cedric.

—Hazel, son tres.

—Sí, ¿y? Aceptalos y acepta nuestro cariño hacia ti.

—De acuerdo, pero sospecho de que algo anda mal.

Negué —No hay nada malo, me aburro mucho, así que tejo, escribo o leo, lo que sea. No hay malas noticias.

Cho asiente, dejando los regalos sobre la mesa. Noto algo raro en su expresión y comienzo a sentir que no quiero saber lo que dirá.

—Bueno, yo si tengo una mala noticia.

Mi ceño se aligera —Dila.

—Vamos a sentarnos con un poco de té, ¿te parece?

—Cho, solo dila— pedí —Lo soportare, no soy de cristal, lo sabes.

—Bien— toma todo el aire que puede —Neville y un grupo intentaron robar la espada de Gryffindor de la oficina del director Snape.

Mi ceño se aligera —¿Él está bien?

—Sí, Finn solo pudo averiguar eso y que les dieron un castigo pero nada más, lo lamento.

Niego —No, no, gracias por eso, le enviaré mi patronus una vez más.

—¿Lo lograste?

—Sí, apenas, pero lo recibió y ya es algo.

Ella asiente, acercándose a mi para rodear mi cuerpo con sus brazos. Recargue mi mejilla sobre su hombro, siempre he creído que los abrazos de Cho son como una taza de té: te tranquilizan y te dejan un buen sentimiento en el pecho.

Tristemente tiene que irse porque pasará navidad en casa de sus padres, junto a Finn y su familia. Así que me deseo feliz navidad y ella se va.


APENAS TERMINO DE DECORAR toda la casa para distraerme del hecho que este año solo seremos Cedric y yo, empiezo a estornudar como loca y a sentir más frío del que siento a menudo.

Cansada al doble, me adentro a la casa a duras penas y veo a Cedric intentando leer las instrucciones para colocar el pino de navidad.

—¿Seguro que puedes con eso?— le pregunté, recostando mi cabeza sobre la almohada.

—Sí, sí, es que mi papá solo me enseñó hace unos años cómo ponerlo pero, como casi tiro el techo, decidió que mejor lo pondría él— responde.

—Será mejor que no tires el techo— aclaró mi garganta, duele.

Cedric me mira con el ceño fruncido —¿Estás bien?

Asentí —Sí, me siento algo cansada.

—Estás sudando, ¿tienes calor? Deberías quitarte esa bufanda, aquí adentro está bastante caliente.

Obedezco y me retiro la bufanda, aunque pronto me doy cuenta que es mala idea, ya que una ráfaga de viento me hace sentir escalofríos.

—Merlín, es mala idea— negué, con una mueca en mi rostro —Hace frío.

Eso es suficiente para que él se levante, dejé de hacer lo que sea que estaba haciendo y me revise la temperatura.

—Estás ardiendo en fiebre— asegura.

—No es nada, es que sude mucho decorando allá afuera.

—¿Te duele la garganta? ¿O el cuerpo?

—No, ya te dije que estoy bien— le tome del brazo, antes de que pudiera tocar mi frente una vez más.

Le sonreí y me acerqué para besarle, pero antes de que pudiera, me agarra un ataque de tos que me confirma lo enferma que estoy.

—No puede ser— me quejé —Está mañana estaba bien, maldita sea.

—Debe ser una gripe mauvais.

—En español, por favor— le pido.

—"Gripe mala" los síntomas atacan de un momento a otro y avanzan muy rápido.

Sonreí un poco —Vaya, no sabía que tenía un doctor viviendo conmigo.

—No lo tienes, una vez me enfermé de eso cuando estábamos separados— respondió —Solo quédate aquí, te serviré un té que me ayudó.

Beso mi mejilla y después se marcho directo a la cocina.

Decir que arruine la noche buena sonaría bastante cruel para mi, lo hice totalmente. Ahora, Cedric y yo nos manteníamos sentados frente a la chimenea.

La fiebre se había calmado y ahora solo tenía tos, dolor en mi cuerpo y un poco de congestion nasal. Solo eso.

—Dime, ¿es contagiosa está gripe?— inquirí.

Cedric niega —Solo un poco, no te preocupes por eso.

Suspiré —La cena, debe estarse enfriando.

—La serviré ya— se levantó del suelo.

Con la mirada puesta en las llamas, me mantuve en mi lugar pensando en lo bien que debe estarsela pasando Cho. Amaría estar con ella ahora mismo, bebiendo vino, abriendo regalos y comiendo hasta explotar.

Cedric y yo tendremos muchas navidades, así que no me siento tan mal por arruinar está.

El mencionado llega con dos platos de comida flotando detrás de él y una mesa diminuta en las manos, junto con algunos cubiertos, vino y dos copas. Se sienta junto a mi sobre el suelo y organiza todo con magia, tan bien que empezamos a cenar rápidamente.

—¿Te imaginas... cuando ese árbol de navidad este repleto de regalos para nuestros hijos?— inquiere de pronto.

Lo miré desconcertada —De acuerdo, ¿qué tienes tu con tener hijos?

Ríe —Solo imagino una vida juntos, Hazel, me gusta.

Sonreí —Entiendo, aunque tendrás que esperar algunos años.

—Sin presiones, lo que digo no es para presionarte— insiste —Solo es un "imagina".

—Lo sé, a mi también me gusta— admití —Algún día tendremos eso, Cedric, la paz, hijos, una casa más bonita, libertad... quizá otros diez gatos más.

—¿Diez gatos más? ¿Y qué pasa con Pandora?

—Estará feliz de tener más hermanos— aseguré.

Como si lo hubiésemos invocado, Pandora se sube al sofá y se recuesta detrás de nuestras cabezas, ronroneando al calor que el fuego le da.

Me vuelvo al gato y le acarició la panza, pero como Pandora es muy agresivo, comienza a intentar morderme para jugar.

—¡No me muerdas!— le digo, quitando mi mano de su alcance —¡Ay, mi mano!

Analizo los rasguños que ha dejado en la palma de mi mano.

—Te dije que no jugarás así con él— me regaña Cedric —Es agresivo contigo porque piensa que está jugando.

Sacudo mi mano —A ti no te muerde, no es justo.

—Es que me ama.

Ruedo los ojos, escuchando el reloj sonar sobre la pared al otro lado de la habitación. Son casi las doce, por lo que la hora de los regalos ha llegado.

—Supongo que no tenemos nada más que hacer— dije —Tu primero.

Me estiro para tomar el regalo envuelto para él.

Cedric abre la caja y observa un lindo collar en forma de corazón, que al abrirse en una parte de este muestra una fotografía nuestra de cuando dormíamos en la sala común de Ravenclaw, misma que aún recuerdo Eugene expandió por el castillo. En el otro lado están sus padres de cuando eran jóvenes.

El chico sonríe admirando ambas fotografías.

—Es muy bonito— él dice —Gracias, Hazel.

Se acerca a mi para besar mi mejilla, haciéndome sonreír.

—Sabía que te gustaría, quise hacerlo solo en caso de que desaparezca... como mis padres— reí un poco, aunque suena nada divertido —Lo siento, esto no es sobre mi, como sea, feliz navidad.

—No vas a desaparecer— asegura —No voy a permitirlo, ¿sí? Feliz navidad.

Me recargo sobre su hombro, con la nieve cayendo afuera, los síntomas de la gripe desapareciendo poco a poco de mi sistema y simplemente nosotros.

Nosotros. Solo la compañía del uno al otro, así serán nuestras próximas navidades.


































━━━━ ⋆ AUTHOR'S NOTE: me di cuenta que llevo desaparecida desde el volumen anterior, holaaaaa

¿Qué tal todo? ¿Les está gustando este último volumen? ¡Necesito leer sus teorías!

btw, saben que pueden sugerirme ideas que les gustaría leer en el fic y yo las escribo sin problema 😙

siganme en ig (same.izzie) para más contenido Hazel&Cedric, bai, recuerden votar y comentar <33

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro