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chapter fifty-one. goodbye, Em

HEAVEN
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⌇ ☾ ❪ chapter fifty-one ❫  ೋ
۫ ₊˚ goodbye, Em ˚₊ ۫ ۫

La sensación en mi pecho se quemaba de forma no literal conforme mis labios chocaban con los de Cedric en este momento. Mis manos viajaron a sus mejillas aún sabiendo que no podría detenerlo porque la situación se intensificaba cada vez más.

Entre respiraciones que viajan por el aire, suspiros y demás. No puedo parar y creo que él tampoco. ¿Cómo empezó? Merlín sabrá, paso tan rápido pero me agrada, se siente tan bien tenerlo a mi lado una vez más.

Lo más lejos que hemos llegado es esto, él encima de mi, entre dulces y desesperados besos que no paraban nunca. Pero solo eso.

—Cedric— le llamo, cuando tengo oportunidad. Miro el reloj de manecillas que esta en la pared de mi habitación —Se hace tarde, ya deben estar esperándonos.

—Hmm, ¿Quién?— inquiere confuso.

Sus labios viajan a mi cuello y no puedo evitar reírme. —Los demás, tenemos que irnos, le prometimos a Kingsley que los acompañariamos para dejar a Harry en la casa de los Weasley.

Parece recordarlo ya que retrocede. Mira el reloj y luego a mi, para después decir: —Cinco minutos más.

Niego —No, aún no hemos hecho nuestras maletas.

Tomo sus mejillas y dejo otro lado beso sobre sus labios —Vamos.

Él asiente, se levanta y hago lo mismo, colocandome los zapatos y peinando un poco mi cabello.

—Bajaré yo primero— informa, besándome la mejilla.

Asentí —Dile a Emma que iré pronto.

Acepta y se marcha cerrando la puerta detrás de él. Abajo escucho más voces, así que asomó mi cabeza y más tarde ya estoy terminando de bajar todas las escaleras.

Bill y Fleur se adentran por la casa saludando a Emma y a Dalton. Mi ceño se frunce cuando Cedric camina con algunas mochilas y las deja en el sofá.

—Creí que nos veríamos todos en la casa de Harry— menciono.

Fleur se gira a mi, corre a abrazarme con felicidad. Le devuelvo la sonrisa, aceptando su abrazo con mucho gusto.

—Fleur quería darte una noticia primero— responde Bill —¿Cómo estás, Hazel?

Me separo de Fleur y lo saludo de mano —De maravilla, ¿Ustedes que tal están? Esperen, ¿qué noticia?

Fleur acomoda su dorado cabello y me extiende una tarjeta blanca. —¡La noticia, Hazel! Quegia pedigte que fuegas mi dama de honog.

Mi ceño de aligera, mirando la tarjeta con mi nombre y con un título debajo: dama de honor.

—¿Yo? ¿De verdad? Espera, si es una broma no me gusta para nada.

—No lo es, segia un honog para mi que fuegas mi dama, eres de mis megores amigas— dice Fleur.

Mi corazón se apachurra, así que no puedo evitar sonreir de lado a lado.

—¡Ay, para mi sería un honor ser tu dama, Fleur!— exclame.

Ya estaba hecho, la felicidad inundó mi cuerpo porque nada podía salir mal ahora. Fleur y Bill se casarian pronto, lo que significa que ambos tendrán su final feliz, el cual se merecen luego de tantos tormentos que estamos pasando ahora mismo.

Como no había demasiado tiempo para quedarnos a celebrar, comenzamos a acomodar las cosas para irnos esta misma tarde. Mientras acomodaba a los thestrals junto a Dalton, me di cuenta que no había visto a Neville y a la abuela por ningún lado desde que baje de mi habitación.

—¿Dónde está Neville y mi abuela?— inquirí al adulto.

—Emma los ha enviado de vacaciones, no se a donde— respondió —Para que estén a salvo.

Asentí —Claro, ¿le dijeron a Neville lo que haríamos nosotros aquí?

—No, no queríamos preocuparle o que viajará hasta acá para ayudar, ya sabes como es Neville— respondió.

—Sí, es demasiado necio cuando se lo propone— sonreí —Oye, gracias por acompañarnos, se que no conoces mucho a Harry.

Me observo —Uh, no, yo no iré.

Detengo mis movimientos —¿Qué? ¿Por qué?

Negó —Emma y yo nos peleamos esta mañana, creo que lo mejor es no ir y hacer que todo sea demasiado incómodo.

Mi ceño se aligero, —Lamento escucharlo, bueno, ¿al menos iras a la boda?

—Sí, no puedo desperdiciar el traje nuevo que compre— sonrió.

Reí —Seguro, entonces nos vemos en la boda, ¿de acuerdo?

Asintió, —Tengan mucho cuidado, si necesitas ayuda solo lanza chispas rojas al cielo, iré de inmediato.

Suspiré —Sí, claro.


MÁS TARDE, cuando el cielo y las nubes rodeaban nuestro camino, la casa de Harry apareció frente a mis ojos. Seguí exactamente a Emma y en cuestión de segundos todos llegamos al patio trasero de la pequeña casa.

Al bajar Harry nos abrió la puerta y no pude evitar sonreirle.

—¡Hola, Harry!— le di un leve abrazo.

—Cuanto tiempo sin verte— le saludo Cedric al igual.

Asentí —Sí, ¿soy yo o te ves más alto? ¿Desde cuándo tienes el cabello más largo?

Él río, mientras Cedric lo despeinaba con ligereza. Entonces me hice a un lado para que saludara a los demás, adentrándome a la casa y mirando a todos lados con curiosidad.

Fui directamente a la sala, donde una enorme caja estaba frente a nosotros, con un tipo de cristal rodeándolo por en medio. La golpee levemente.

—Creo que he visto un par de estos— mencionó Cedric —Es un televisor.

Fruncí un poco mi ceño —Es raro, creo que lo vi tirado en una pequeña esquina en la nueva casa.

—¡No esperaba que vinieran tantos!— exclamó Harry, con una sonrisa de lado a lado.

Me volví a los demás, tomando la mano de mi novio y caminando hasta la cocina donde los demás se habían reunido.

—Ha habido un cambio de planes —gruñó Ojoloco, mientras dejaba un par de bolsos en el suelo —. Pongámonos a cubierto y luego te lo explicaremos todo.

Me recargue en el comedor junto a Fleur, escuchando solamente la conversación.

—Creía que estabas protegiendo al primer ministro muggle, Kingsley —comentó Harry y miré al mencionado.

—Puede pasar sin mí por una noche. Tú eres más importante.

—Bueno, bueno, más adelante ya habrá tiempo para cotilleos —intervino Moody —Como supongo que te habrá contado Dedalus, hemos tenido que desechar el
plan A, puesto que Pius Thicknesse se ha pasado al otro bando. Por consiguiente, nos hallamos ante un grave problema. Ha amenazado con encarcelar a cualquiera que conecte esta casa a la Red Flu, ubique un traslador o entre o salga mediante Aparición. Y todo eso lo ha hecho, en teoría, para protegerte e impedir que Quien-tú-sabes venga a buscarte, aunque no tiene sentido, porque el encantamiento de tu madre ya se encarga de esas funciones. Lo que ha hecho en realidad es impedir que salgas de aquí de forma segura. Segundo problema: eres menor de edad, y eso significa que todavía tienes activado el Detector.

—¿El Detector? No…

—Sí, Harry, el Detector— le añadió Emma con rapidez.

El pobre apenas podía seguir la información tan repentina que le estaban dando.

—El encantamiento que percibe las actividades mágicas realizadas en torno a los menores de diecisiete años— le expliqué lo mas complejo que pude —Y, que el ministerio emplea para descubrir las infracciones del Decreto para la moderada limitación de la brujería en los menores de edad.

—Si alguno de nosotros hiciera un hechizo para sacarte de aquí, Thicknesse lo sabría, y también los mortífagos. Pero no podemos esperar a que se desactive el Detector, porque en cuanto cumplas los años perderás toda la protección que te proporcionó tu madre. Resumiendo: Pius Thicknesse cree que te tiene totalmente acorralado. Harry, a su pesar, estaba de acuerdo con lo que creía ese tal Thicknesse.

—¿Y qué vamos a hacer?

—Utilizaremos los únicos medios de transporte que nos quedan, los únicos que el Detector no puede descubrir, porque no necesitamos hacer ningún hechizo para utilizarlos: escobas, thestrals y la motocicleta de Hagrid.

—El encantamiento de tu madre sólo puede romperse si se dan dos circunstancias: que alcances la mayoría de edad, o que ya no llames hogar a esta casa.— le siguió Cedric, cruzándose de brazos a mi lado.

Harry nos miró y asintió un poco, parpadeando un par de veces.

—Tus tíos y tú van a tomar distintos caminos esta noche, conscientes de que nunca volverán a vivir juntos, ¿correcto? — le inquirió Moody y Harry asintió—. De modo que esta vez, cuando te marches, ya no podrás regresar, y el encantamiento se romperá apenas salgas de su radio de alcance. Así pues, hemos decidido romperlo antes de hora, porque la otra opción es esperar a que Quien-tú-sabes venga aquí y te capture el día de tu cumpleaños. Lo único que tenemos a nuestro favor es que Quien-tú-sabes ignora que vamos a trasladarte esta noche, porque hemos dado una pista falsa al ministerio: creen que no te marcharás hasta el día treinta.

Moody le explica el larguísimo plan que tenemos a continuación y la peor parte llega cuando le cuenta sobre vestirnos como él.

—¡No! —gritó, y su voz resonó en la cocina—. ¡Ni hablar!

—Ya les advertí que te lo tomarías así —intervino Hermione.

Bueno, no puedo juzgar a Harry porque  yo hubiera actuado exactamente igual.

—¡Si creen que voy a permitir que siete personas se jueguen la vida…!

—Como si fuera la primera vez que lo hacemos —terció Ron.

—¡Esto es diferente! ¡Hacerse pasar por mí, vaya idea!

—Mira, a nadie le hace mucha gracia, Harry — le dijo Fred con seriedad —Imagínate que algo sale mal y nos quedamos convertidos en unos imbéciles flacuchos y con gafitas para toda la vida.

Harry no sonrió —No pueden hacerlo si yo no coopero. Necesitan pelo de mi cabeza.

—¡Vaya! Eso echa por tierra nuestro plan —intervino George—. Es evidente que no hay ninguna posibilidad de que entre todos te arranquemos unos cuantos pelos.

—Sí, claro, trece contra uno que ni siquiera puede emplear la magia. Lo tenemos muy mal, ¿eh? —añadió Fred, mirándome —¿Qué opinas, Hazel? ¿Quieres hacer los honores?

Sonreí —No me molestaría hacerlos, Fred.

Los tres reímos un poco, como si retaramos a Harry, quien se veía colorado del coraje.

—Muy gracioso — espetó Harry—. Me parto de risa.

—Si hemos de hacerlo por la fuerza, lo haremos —concordó Moody —. Todos los que estamos aquí somos mayores de edad, Potter, y estamos dispuestos a correr el riesgo.

Mundungus, un hombre de baja estatura y con aspecto nada confiable se encogió de hombros, formando una mueca y llevándose consigo una mala mirada de Moody.

—Será mejor que no sigamos discutiendo— dice Moody —El tiempo pasa. Arráncate ahora mismo unos pelos, muchacho.

Sin embargo, Harry negó —Esto es una locura. No hay ninguna necesidad de…-

—¿Que no hay ninguna necesidad? ¿Con Quien-tú-sabes campando a sus anchas y con medio ministerio en su bando? Con suerte, Potter, se habrá tragado el cuento y se estará preparando para tenderte una emboscada el día treinta, pero sería estúpido si no ha enviado un par de mortífagos a vigilarte: eso es lo que haría yo. Quizá no consigan tomarte ni entrar aquí mientras funcione el encantamiento de tu madre, pero está a punto de romperse, y ellos conocen más o menos la ubicación de la casa. Lo único que podemos hacer es usar señuelos. Ni siquiera Quien-tú-sabes puede dividirse en siete.

Harry nos miró a todos, en busca de ayuda, pero no la había porque esta era la única manera de ayudarlo y mantenerlo con vida.

Me limite a mantenerme callada y cruzada de brazos en mi lugar.

—Así que… los pelos, Potter, por favor, ¡Ahora mismo! —ordenó Moody, haciéndome saltar por su grito repentino.

Harry se llevó las manos a la cabeza luego de darse cuenta que no tenía otra opción, arrancó un par de cabellos de su cabeza y se los entrego a Moody.

—Muy bien. Que los falsos Potters se pongan en fila aquí —indicó Moody.

Cedric se volvió, acariciando con delicadeza mi mano antes de colocarse junto a Ron, Hermione, Fred, George y Fleur.

No podía evitar formar una expresión de curiosidad y miedo al mismo tiempo. Cedric fue voluntario pero me temía que aún así tenía miedo de que algo saliera mal.

—Falta uno —observó Lupin.

Me volví a donde Hagrid señaló. Me sorprendió bastante lo fácil que levantó a Mundungus por la nuca y lo colocó junto a Fleur, quien se movió luego de forma una mueca y colocarse junto a los gemelos y Cedric.

—Ya se lo dije, prefiero ir de escolta— protestó Mundungus.

—Cállate —ordenó Moody y obedeció como un muñeco títere —. Como ya te he explicado, gusano asqueroso, si nos encontramos a algún mortífago, éste intentará capturar a Potter, pero no matarlo. Dumbledore siempre dijo que Quien-tú-sabes quería acabar con Potter personalmente. Así pues, los que corren mayor riesgo son los escoltas, porque a ellos los mortífagos sí intentarán matarlos.

Y ese era el miedo de Cedric. Lo recuerdo por la forma en la que se gira a mi pero le sonrió para tranquilizarlo, sé que estaré bien.

Me tomó un momento procesar las imágenes que pasaban frente a mis ojos: las muecas, los rostros deformes que poco a poco tomaban la forma de Harry y la estatura cambiaba en algunos.

Siete Harrys aparecieron en aquel círculo.

—¡Vaya! ¡Somos idénticos!— gritaron George y Fred en unisonido.

Aquello me tranquilizo un poco, todo parecía ir normal.

—Sí, pero no sé, creo que aun así yo soy más guapo —alardeó Fred examinando su nuevo rostro.

¡Bah! —dijo Fleur mirándose en la puerta del microondas—. No me migues, Bill. Estoy hogogosa.

—¿Cómo me veo?— inquiere Cedric, girandose a mi.

Tomó todo el aire posible antes de dar mi opinión: —Raro— miro al chico detrás de él —No te ofendas, Harry.

Él negó —Trataré de no hacerlo, gracias.

—Aquí tengo ropa de talla más pequeña para aquellos a los que les haya quedado un poco amplia —dijo Moody señalando el primer saco de ropa—, y viceversa. No se olviden de las gafas: hay siete pares en el bolsillo lateral. Y cuando se hayan vestido, en el otro saco está el equipaje.

Los siete clones empezaron a buscar la ropa y sus lentes. Me estoy sintiendo muy rara ahora mismo, es como si viera doble... o más bien, siete veces más de lo normal.

Uno de ellos se gira a mi —Cielito, ¿Podrías ayudarme?

Frunzo mi ceño, no ubico de quien viene la voz. Debe ser Cedric, ¿Quién más me llamaría así? Además es tan confuso porque recibo la mirada de todos los Harrys que están frente a mi.

—¿Cuál de todos es Cedric?— inquiero, asomando mi cabeza.

Tres Harrys levantan la mano y no sé por qué pero algo me dice que dos de ellos son los gemelos jugandome una broma.

—El Cedric original, Fred y George— añado.

Los dos a mi izquierda se ríen —Lo haces tan fácil, Hazel— dice la voz de Fred.

Niego, acercándome al único Cedric. Le ayudo a extender la ropa y entregarle la camiseta mientra se desviste como si nada, y yo intento mirar a otro lado.

—Creo que Harry estaría algo incomodo— menciono a Cedric solamente —Ten algo de cuidado.

Él entiende así que se coloca la camiseta rápido, mientras lo cubro cuando se cambia los pantalones. A lo lejos puedo ver al Harry auténtico asintiendo hacia nosotros en forma de agradecimiento.

Tenía razón, el pobre está rojo de la vergüenza. Finalmente le pase el segundo saco a Cedric, dejándolo así totalmente listo para irnos.

—Estupendo —murmuró Moody —. Las parejas serán las siguientes: Mundungus viajará conmigo, en escoba…

—¿Por qué tengo que ir yo contigo? —gruñó el Harry de Mundungus.

—Porque eres el único del que no me fío —le espetó Moody, sin despegarle la mirada con su ojo mágico —: Arthur y Fred…

—Yo soy George —aclaró el gemelo al que Moody estaba señalando —¿Tampoco nos distingues cuando nos hacemos pasar por Harry?

Les niego mientras él me sonríe.

—Perdona, George…

¡Ja! Sólo te estaba tomando el pelo. Soy Fred.

—¡Basta de bromas! —gruñó Moody, creo que le acabo de ver una cana verde —. El otro: George, Fred o quienquiera que sea, va con Remus. Señorita Delacour…

—Yo llevaré a Fleur en un thestral —se adelantó Bill—. No le gustan las escobas.

Le sonrío a la pareja de comprometidos. Me pongo feliz por ambos, aunque ver a Fleur vestida de Harry tomando la mano de Bill es cosa de otro mundo.

—La señorita Granger irá con Kingsley, también en thestral— Moody se giró a Cedric y a mi, y temía que me sacara volando de aquí —Cedric ira con...-

—Hazel, lo sé— le aclara él.

—¡Sólo quedamos tú y yo, Ron! —exclamó Tonks, muy animada por su compañero.

Ya estaba todo, el Harry auténtico iría con Hagrid muy seguro. Mientras los guardianes de esta misión alistabamos todo, Emma se acercó a mi de imprevisto, tomándome primero por el hombro.

—Hey, ten cuidado, ¿Si?— pidió.

Frunzo mi ceño —Lo sé.

—Sí, pero es peligroso, habría preferido que tu fueras Harry— sonríe —No es por ser mala con Cedric ni nada.

—Entiendo, pero ya sabes que las pociones multijugos no es lo mío— formé una mueca —Saben a orina de duende, al menos eso dijo Moody.

Ella rió —Y huele a eso.

Reí con ella, por alguna razón se veía algo desanimada.

—¿Estás bien?— le inquiero —¿Estás triste porque Dalton no vendrá esta noche? Escuche que pelearon.

—No, no es por eso, ¿qué mas te dijo?

—Nada más eso, dijo que quizá iría a la boda.

Negó —Últimamente no he podido dejar de pensar en el peligro en el que los puse al entrar a la Orden.

—Emma, aunque no lo hubieras hecho yo habría entrado— respondo con sinceridad —Esto es como el legado de mis padres, quiero seguir sus pasos, ya sabes.

Ella asiente, extendiendo su otra mano hacia mi otro hombro para apachurrarme en un cálido abrazo. En un suspiro acepto, no hay mejor momento que un abrazo de ella.

—Tus padres estarían orgullosos— me dice al oído —De ambos.

Aquello me hace sentir mucho mejor, porque viniendo de Emma sé que dice la verdad, sé que lo dice porque ya le hemos hecho sentir orgullosa a ella también. Neville y yo, somos lo unico que le queda y ella lo único que nos queda a nosotros.

—¡Es hora!— grito Moody a todos.

Cada Harry salió de la casa del Harry original y todos nos formamos en nuestros lugares. Le di una última mirada a Emma antes de que se fuera a su posición y Cedric se colocará junto a mi.

—¿Lista?— me preguntó.

Asentí, tomando sus manos que se colocaron sobre mis mejillas. Dejo un cálido beso sobre mi frente mientras le sonreía.

—Con cuidado.

—Sabes, es raro, mejor esperemos a que vuelvas a la normalidad— le pedí, alejándome de él.

Río, colocando una mano sobre mi cintura —No te preocupes, aún no hemos terminado nada.

Ruedo los ojos, subiéndome al thestral para después extenderle la mano y ayudarle a subir conmigo.

—¡Buena suerte a todos! —dijo Moody—. Nos veremos dentro de una hora en
La Madriguera. ¡Contaré hasta tres! ¡Uno… dos… TRES!

El thestral corrió y voló al mismo tiempo. Mientras me sostengo del mismo y Cedric se aferra a mi cintura, todos los demás pasan a nuestros lados y hay otros siguiéndonos por detrás.

Llegamos a una alta, muy alta velocidad que nos llevo hasta las nubes electrificadas... no, esperen, no están electrificadas.

—¡No creo que eso sea lluvia!— escuché decir a Cedric.

Y no lo es. Ni siquiera puedo desviar el camino cuando nos encontramos rodeados de mortífagos, lanzan hechizos y en cuanto nos ven, nos analizan pero especialmente a Cedric vestido de Harry.

Moody tenía razón, los hechizos caen sobre mi primeramente. Cedric los enfrenta e intenta que yo me encargue solamente de tranquilizar al thestral pero es casi imposible hacerlo y menos con tantos hechizos aturdiendolo para hacerlo caer. Lo cubro a capa y espada con mi varita, a ambos: Cedric y al pobre thestral, que chilla alborotado y me golpea el pecho con su duro cuello a cada aleteo que da.

—No creo que esto sea parte del plan de Moody— hablé.

No, en definitiva no lo es.

Un mortífago encapuchado nos ataca a ambos, se ve tan aferrado a matarnos o al menos a mi, porque utiliza hechizo tras hechizo que me hace retroceder y perder el sendero del camino.

Lanzó un hechizo paralizante que conecta las varitas algunos momentos pero después apunto hacia arriba para desviarlo y volver a atacarlo.

Una luz destellante y esmeralda pasa en mis ojos en cuestión de segundos, escucho un bufido y entonces... apenas veo a Emma mirarme una última vez antes de que caiga por los aires. Quieta, palida, muerta.

—¡No, Emma!— grite, tratando de desviar al thestral que se aferra a avanzar al frente.

Estoy en shock. No puedo llorar, hablar ni reaccionar, mi cuerpo me obliga a gritar pero no puedo hacerlo, es como si mis pulmones se hubiesen paralizado en aquel momento.

Simplemente suelto un quejido cuando la lagrima sale a mi mejilla derecha, pienso en qué hacer. El mortifago que causó aquello está a metros de mi, se quita la máscara y quedo aún más paralizada.

—Dalton.

Susurro tan bajo que apenas me escucho a mí misma.

—¡Hazel, tenemos que irnos!— exclama Cedric detrás de mi.

Por supuesto, me había olvidado que estaba ahí aún, luchando contra todos los mortífagos que nos atacan ahora mismo.

Le doy una última mirada a Dalton, él no sonríe ni nada, está mirándome porque sabe lo que ha hecho y porque sabe lo que ha despertado en mi.

¿Cómo pudo hacerlo? ¿Así tan fácil? Trato de entenderlo pero no puedo y, me temo que jamás lo haré.

El thestral avanza y nosotros con él. No estoy segura de si sigo respirando pero avanzó hasta donde puedo, entonces los mismos mortífagos que nos han estado siguiendo durante nuestro camino comienzan a seguirnos fuera de la nube.

Cedric se encarga de ellos, pero hay un punto en el que escucho silencio, un largo y desconfiable silencio que me paraliza cuando Cedric cae sobre mi hombro inconsciente.

—No, no, no— repito una y otra vez.

Tomo al thestral del cuello y me voy directo hacia abajo, este aterriza y me bajo antes de que pueda tocar el suelo. Saco mi varita y estoy lista para luchar con todas mis fuerzas, lo hago.

¡Crucio!— grito, dándole a uno de los tres que tengo enfrente.

Llevan capuchas así que no les puedo ver el rostro.

¡Avada ked...!

¡Crucio!— le interrumpo.

Voy por el tercero. Este enciende su varita en una llama verde esmeralda pero ya me le he adelantado. Lo he matado, use su hechizo contra él así que cae al suelo y muere al instante antes de escuchar ecos de gritos de dolor.

Los otros dos mortifagos ya se han recuperado y quieren verme morir ahora a mi. Sin embargo, preparo un escudo cuando atacan a la vez, gritando al mismo tiempo: —¡Imperius!

El mortifago a mi izquierda se paraliza, lo controlo así que subo su mano y apunto a su compañero para que le lancé la maldición asesina, antes de obligarlo a apuntarse a si mismo y hacer lo mismo en un solo segundo. Aunque exagero, porque el lapso del tiempo deje de medirlo cuando Cedric cayó sobre mi hombro.

Escucho un ¡puf! Y sé que nuestro traslador se ha ido y ahora tenemos que esperar a que vuelva. No puedo preocuparme por eso ahora, voy directo a Cedric y lo bajo del thestral, quien milagrosamente se ha mantenido sereno después de toda esa batalla.

Sigue inconsciente así que batallo bastante en recostarlo sobre el suelo frente a las ruinas de mi casa anterior. Le palmeo la mejilla para buscar una reacción.

—Cedric, despierta— le pido, moviéndolo de los hombros —Cedric, por favor ¡por favor, despierta!

Las lágrimas bajan por mis mejillas, mi labio tiembla ante la idea de tener que volver sola a la casa de los Weasley.

—Cedric...-

Tener que enfrentar a sus padres yo sola.

—¡Cedric, no me dejes!

Pego mi oreja a su pecho, de modo que escucho su corazón latir aún. Eso me tranquiliza y me da el tiempo de sollozar tranquila, aquí, donde nadie puede escucharme más que yo.

Me dejo caer de senton y permanezco tomada de mis piernas mientras lloro en la oscuridad. Cedric despertará pronto, lo sé, pero no puedo evitar seguir revisando su corazón una y otra vez. En algún punto se transforma en el otra vez, lo cual puede ser buena señal. Escucho el traslador volver y vuelvo la mirada, es ahora o nunca.

Justo en aquel momento Cedric empieza a toser para tomar aire, tiene tierra y sangre en su rostro. Me sobresalto y lo tomo de los hombros.

—¡Cedric!— sollozo —¡Creí que estabas muerto, creí que estabas muerto!

Me lanzó a sus brazos, él sigue confuso pero me acepta mientras sigue tosiendo y recuperando el aire.

—Estoy aquí, estoy aquí— dice —Solo un hechizo aturdidor, es todo.

—¡Creí que se te había parado el corazón, me asuste mucho!— sorbi mi nariz —No sabría que hacer, si morías... no puedo perderte.

No sé de dónde ha venido eso, quizá sea la adrenalina que se va de mi cuerpo poco a poco o quizá ya esté completamente loca.

—El traslador está aquí, debemos irnos antes de que empiecen a buscarnos— le dije.

Cedric miro los cuerpos pero decidió no preguntar y le agradecí por ello. Sorbi mi nariz una vez más, levantándome del sucio suelo cuando el traslador se fue una vez más.

—¡Me lleva toda!— grite, aunque fue más como un sollozo.

Las cosas están empezando a salirme mal y el estrés se me acumula.

—Hazel, vamos, hay que guardar la calma— me dice Cedric —Podemos volver en thestral, me sé el camino.

—¿Y si hay más de esos?— señalé los cuerpos —¿Y si están esperándonos? ¿Qué pasa si nos matan esta vez?

El chico me tomó de los hombros para que dejará de caminar de un lado a otro y me obligó a mirarlo.

—Está bien, está bien, yo manejo el thestral.

—¡No! Estas malherido, no puedes hacerlo.

—Sí, tendrás que confiar en mi esta vez— hablo con voz firme —Vamos, andando que se hace más tarde y ya lo dijiste, empezarán a buscarnos si no volvemos pronto.

A duras penas me logro subir de nuevo al thestral. Esta vez dejo que él me guíe porque no tengo cabeza para pensar en el peligro.

Solo en Emma, sigo viendo su rostro antes de caer. La palidez de su piel y a Dalton quitándose aquella máscara. Es claro que él lo hizo, no me explico su razón, creí que amaba a Emma, creí que quizá él era el indicado para ella.

Dejo escapar leves lágrimas en silencio, con el rostro acurrucado en la espalda de Ced. Mirando las nubes a mi alrededor y preguntándome si algún día yo estaría ahí, rodando por las nubes tal cual espíritu.

¿Dónde está ella? ¿A dónde has ido, Emma?

CUANDO LLEGAMOS A NUESTRO DESTINO por pura suerte, veo que nos espera Lupin, Hermione y Kingsley, también Ginny junto a Harry y un par más.

El thestral aterriza bien, bajo junto a Cedric y a pesar de eso Lupin junto a Kingsley nos apuntan con sus varitas. Es como un reflejo o algo así pero Cedric me toma con una mano para protegerme con su cuerpo en caso de un ataque por parte de ambos adultos.

Me asusto mucho que apenas puedo procesarlo.

—¿Quién acepto... tu solicitud para unirte a la Orden?— le inquirió Lupin.

Lo entiendo, sesión de preguntas personales.

—Fue mi padre, ninguno de los dos quería hacerlo— respondió Cedric y entonces se dirigieron hacia mi.

—¿Quién de los dos conoció primero a Harry?

Alcé ambas cejas —Yo. Neville nos presento el mismo año del torneo.

Tanto Kingsley como Lupin miraron a Harry, quien se los confirmó asintiendo con la cabeza. Pude seguir respirando cuando bajaron las varitas.

—¿Somos los últimos?— inquiere Cedric.

Hermione niega —Aún falta Fleur, Bill, ojoloco con Mundungus y Emma.

El alma se me cae al suelo, sin embargo, Fred se asoma desde la casa y me hace señas.

—¡Hazel, vamos, es George!— dice él.

Corrí sin dudar hacia él, entrando a la casa de los Weasley donde en la sala me encontré con George sobre el sofá, sin una oreja y llamándome.

—¿Hazel, eres tu? Apenas escuche tu voz— dice, sonriendo.

No sé si lo dice en broma pero de igual manera no me causa una pizca de risa. Está ensangrentado cuando me arodillo enfrente de él, analizando la escena.

—¿Qué pasó? ¿Quién te lo hizo?— ataque, aunque sé las respuestas.

—Fue Snape— susurra Fred —Con el hechizo Sectumsempra.

Aquello me toma definitivamente de sorpresa. ¿Snape? ¿Atacando a uno de los nuestros? Bueno, eso sí que no me lo veía venir para nada.

—Merlín— suspiré —Lo bueno es que sigues vivo, George.

Él sonrió —Bueno, medio vivo, ¿Entiendes?

Niego —Deja de hacer chistes o te sacaré la otra oreja.

Fred se ríe junto a George, me permito sonreír un poco para olvidar todo lo sucedido hace unas horas. Es mucho que procesar en un rato.

Escucho unos gritos que se adentran a la casa, otro thestral ha aterrizado del cielo, y esta vez es Bill y Fleur de quien se trata. Avazo mis pasos y abrazo a Fleur.

—Que bueno que han llegado— les digo, sonriéndole a ambos.

La señora Weasley fue hacia ellos, pero Bill sólo la abrazó de pasada. Miró a su
padre y dijo: —Ojoloco ha muerto. Lo hemos visto con nuestros propios ojos, ocurrió justo después de que saliéramos del círculo; Ojoloco y Dung estaban cerca de nosotros y también iban hacia el norte. Voldemort puede volar, ¿saben? y fue derecho hacia ellos. Oí gritar a Dung, que se dejó dominar por el pánico; Ojoloco intentó detenerlo, pero se desapareció. Entonces la maldición de Voldemort le dio a Ojoloco en pleno rostro; cayó hacia atrás y… no pudimos hacer nada, nada. Nos perseguían una docena de mortífagos…

Se le quebró la voz. Una vez más. De regreso a esa cabina del terror y tristeza, tengo que decirlo.

—¿Qué hay de Emma?— inquiere Kingsley —¿Alguien la vio?

Cedric me mira, sé que no dirá nada a menos que se lo pida y la verdad es que, debo ser yo quien lo anuncie.

—Murió— digo —La vi, fue Dalton, creo que él fue quien nos delató, sabía que moveriamos a Harry en la semana.

Nadie dice nada. Todos intentan procesar la noticia, especialmente Tonks y Kingsley, quienes eran más unidos a ella y a Moody.

Estoy apunto de disculparme para esconderme en algún lugar y llorar hasta cansarme cuando Bill va al aparador y saca una botella de whisky de fuego y un par de vasos pequeños.

—Brindemos —propuso, y con una sacudida de la varita hizo volar los vasos llenos por la habitación; tomó el suyo y lo levantó—. ¡Por Ojoloco!— me miró —¡Y Emma!

Aquello me tapa la garganta en un nudo terrible pero tengo la fuerza suficiente para levantar mi vaso con los ojos llorosos y beber.

El whisky pasó mi garganta, quemando aquel nudo y haciéndome soltar un sollozo que cubrí como si me aclarara la garganta.

—Conque Mundungus ha desaparecido, ¿eh? —masculló Lupin, que había
vaciado su vaso de un trago.

Niego —Desgraciado— murmuró, llevándome miradas de todos.

Estoy enojada pero no con Mundungus, no con las personas a mi alrededor, ni con Emma, si no conmigo misma. Debí haberme dado cuenta, debí haberlo visto venir de Dalton pero no, me quedé observando como mataba a mi tía, a la única persona que tenía.

Bill y Lupin hablan sobre cómo es que Voldemort sabía que hoy transportariamos a Harry a un lugar seguro. Hablan sobre Dalton y su traición, decido no participar porque no estoy lista, sigo bebiendo una y otra vez del whisky de fuego que tengo frente a mi hasta olvidar el por qué me siento así. Cedric se sienta a mi lado en algún punto pero no lo escucho, estoy metida en mi bebida como para ponerle atención ahora.

—Tenemos que confiar los unos en los otros— escucho a Harry —Yo confío en todos ustedes y no creo que ninguno fuera capaz de venderme a Voldemort.

Contemple a Harry finalmente.

—Bien dicho, Harry —soltó de pronto Fred, haciéndome sonreír.

—¡Eso! ¿Lo han oído todos? Yo sólo a medias —bromeó George mirando a Fred, que tuvo que contener una sonrisa.

Lo señalé —Ya van dos, la tercera es la vencida, George.

Él río, mientras Fred cubría su risa con uno de las cojines del sofá.

—¿Crees que estoy loco? —le preguntó Harry a Lupin.

—No, lo que creo es que eres igual que James, que habría considerado que desconfiar de sus amigos era la peor deshonra.

Aquello no toma a Harry de sorpresa, hace una expresión de querer decir algo más pero se lo guarda. En cambio de eso, Lupin dejo el vaso sobre la mesa y dice: —Tenemos trabajo. Puedo pedirle a Kingsley que…

—No —lo interrumpió Bill—. Iré yo.

—¿Adónde? —preguntaron Tonks y Fleur a la vez.

—A buscar el cadáver de Ojoloco, debemos recuperarlo— Bill se giró a mi —Buscaremos el de Emma también, si así lo quieres.

Un escalofrío me pasa por los hombros, esto es todo, he llegado a mi punto más bajo. Suelto las lágrimas por si solas y asiento con la cabeza de inmediato.

—Sí, gracias— intento sonreír pero es más una mueca

—Yo iré— dice Cedric.

Bill le niega —No, quédate con ella.

—Está bien, no necesitan pelearse— les digo —No voy a tirarme del último piso, ¿de acuerdo? Ve, estaré bien.

No, no lo estaré.

—Pero ¿eso no puede…? —musitó la señora Weasley mirando suplicante a su
hijo Bill y a Cedric.

—¿Esperar? No, madre, a menos que prefieras que se los lleven los mortífagos.

Nadie dijo nada más. Lupin, Bill y Cedric se marcharon.

—Yo también tengo que marcharme —anunció Harry.

Lo observé de inmediato.

—No digas tonterías, Harry —respondió la señora Weasley—. ¿De qué estás hablando?

Él nego —No puedo quedarme aquí, mientras yo esté aquí, todos corren peligro. No quiero que…

—¡No seas tonto! —saltó la señora Weasley—. El principal objetivo de esta
noche era traerte aquí sano y salvo, y por suerte lo hemos logrado. Y como Fleur ha decidido casarse aquí en vez de en Francia, lo hemos organizado todo para estar juntos y vigilarte…

—Si Voldemort descubre que estoy aquí…

—Pero ¿cómo va a descubrirlo?

—Podrías estar en un montón de sitios, Harry —añadió su marido y tiene razón, dudo que vengan a buscarlo en todas las partes del mundo mágico —. Él no tiene
manera de saber en qué casa protegida te hemos escondido.

—¡No estoy preocupado por mí! —protestó él.

—Ya lo imaginamos —repuso el señor Weasley con calma—, pero, si te marchas, todo el esfuerzo que hemos hecho está noche habrá sido en vano.

—Estas más seguro aquí que en otro lado, Harry— añadí.

—Sí, ¿qué me dices de mi oreja? —intervino George incorporándose un poco.

—Ya sé que…

—A Ojoloco no le habría gustado que…

—¡Ya lo sé! —bramó Harry.

Silencio otra vez. Esta vez me levanté, apunto de caer gracias a un par de cajas apiladas a mi lado que no vi. Fleur me tomó del brazo debido al mareo que casi me hace tropezar.

—Uh, mucho whisky— bromee, riendo por alguna razón —Disculpen.

Todos se acercan para ayudar, pero es Fleur la que dice: —Yo me encago— y con ello me ayuda a llegar hasta la habitación en la que me quedaré con ella.

Subimos muchas escaleras, he perdido la cuenta de cuantas han sido pero cuando escucho la puerta agradezco por ello. Me relajo y en cuestión de segundos estoy tumbada sobre la cómoda cama entre las cobijas, que me arropan o más bien dicho, que Fleur arropa en mi.

—Gracias— murmuró —No habría podido subir todas esas escaleras ni loca.

Ella me sonríe —Hazel, estagé aquí si necesitas hablag con alguien sobre tu tía Emma.

Siento una punzada en todo el cuerpo que me obliga dejar de mirarla. Asentí con la cabeza justo antes de agradecerle otra vez y escucharla marcharse.

Me desea las buenas noches y cierra la puerta aunque yo sé, perfectamente, que esta noche no podré dormir. Mis sueños estarán llenos de pesadillas hoy, así que evito cerrar los ojos cuando empiezo a cabecear y me acomodo de un lado a otro hasta quedar hecha ovillo con la mirada perdida en la madera.

Escucho que la puerta se abre, no veo quién es pero la sombra del chico me da a entender que es Cedric. El silencio aborda el pasillo así que supongo que ya todos se han ido a dormir.

—¿Lo encontraron?— inquiero sin pensar. No, no quiero saber eso.

Cedric se recuesta detrás de mi y acaricia mi brazo. No responde, sabe que no quiero enterarme de eso ahora.

—Hoy... maté a esos mortifagos que nos seguian— murmure —Estaba enojada, asustada y... apenas me doy cuenta de lo que he hecho.

—Fue en defensa propia— dice de inmediato.

—¿Y qué tal si no fue?— frunzo el ceño —¿Qué tal si lo hice porque soy como ellos?

—Hazel, no eres como ellos, jamás podrías serlo— insiste, obligándome a mirarlo —Eres demasiado buena para ser uno de esos monstruos que asesinan sin razón. No eres y jamás serás como ellos.

Habla lento y claro en aquello último, como si quisiera dejarmelo en claro y la verdad es que lo hace.

—Fue Dalton— le respondo —Dalton mato a Emma, Cedric. Emma murió enfrente de mi... ella... ¡Ella!

Comencé a hacer ruidos extraños entre sollozos, entre muecas. Sentí una presión en el pecho que solo podía sacar a lloriqueo.

Por suerte Cedric me tomó y me aferro a su pecho, así que podía gritar y llorar hasta cansarme, hasta que no pude más, hasta que la saliva se acumulaba en mi garganta y me ahogaba en pena.

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