chapter fifty. maybe, just maybe
HEAVEN
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⌇ ☾ ❪ chapter fifty ❫ ೋ
۫ ₊˚ maybe, just maybe ˚₊ ۫ ۫
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Mis pasos no frenan, ni cuando creo que es mala idea y empiezo a plantearme de que todos vamos a morir aquí. Da miedo, tiemblo pero me sostengo del brazo de Cho con la varita en la mano.
Y es que jamás he sido una persona realmente valiente, prefiero huir y eso no tiene nada de malo, sin embargo, me siento tan mal cuando veo a los demás luchar por el castillo. Cuando llegamos al pasillo de donde vienen todos esos hechizos, nos cruzamos primero con Cedric e identifico a Hermione, a los gemelos y a un par de pelirrojos más.
La batalla es tan intensa que retrocedemos a escondernos para buscar nuestro momento. Entonces Cedric se gira a nosotros, con la frente llena de sudor, el cabello alborotado y su traje elegante que desconozco.
—¡Hey! ¿Qué hacen aquí?— nos grito, cuando se dio cuenta de quienes eramos.
—Estamos aquí para ayudar— se apresuró a decir Cho.
Ambos me miraron —Yo vine aquí porque me obligaron.
—Tienen que irse, no es seguro.
—¡Pero queremos luchar!
El chico se giró a nosotras un segundo —No es seguro.
—Ya lo oíste, vamonos— estoy apunto de tomar el brazo de mi amiga cuando ella se hace a un lado.
—¡No! Cedric, escucha, Eugene está con ellos por obligación, tenemos que salvarlo.
El alma se me cae al suelo, desgraciadamente no de forma literal pero hubiera deseado que lo fuese porque, la expresión del chico cambia tan rápido que me da miedo y reconozco que Cho ha hecho lo único que Eugene no quería: poner a todos sus amigos en peligro.
Cedric, ella y yo, lo único que quería era protegernos.
Luego de unos segundos no veo nada más en la expresión de Cedric, parece vacía pero no encuentro alguna reacción por su parte así que aclaro en mi cabeza que es inútil seguir buscando.
—¿Saben cómo defenderse?— inquirió, formando una línea sobre sus labios.
Cho asintió por ambas —Sí, nos cuidaremos las espaldas.
¿Soy la única que sigue creyendo que es mala idea?
Cedric se giró a mi para que también respondiera, pero yo me mantengo callada.
—No tienes que estar aquí, Hazel— me dijo —Puedes volver si quieres, pero no serás la única en retroceder y eso está bien.
Sí, lo está, pero tampoco puedo dejar a mis amigos pelear solos y matarse si yo puedo salvarlos. Me lo pienso dos, tres, cuatro y hasta cinco veces cuando finalmente acepto que no tengo opción.
—Sí, esta bien— murmure tan bajo.
Al entrar a la escena es más terrible de lo que me imagino, los demás de la Orden incluyendo a otros fuera ya están luchando contra Mortifagos.
Corrí hasta Neville, con los ojos bien abiertos al atacar al Mortifago con el que pelea.
—Creí que te dije que te quedarás en la sala común— regañe.
—Creí que tu también te quedarías ahí.
Alcé ambas cejas —Me obligaron a venir.
No hay tiempo de hablar, ni de regaños así que me dispongo a lanzar hechizos a uno de los Mortifagos de cabello rubio. Es tan fácil y difícil a la vez, no puedo pensar en otro hechizos cuando él ya ha lanzado tres más.
Sin embargo, cuento con la ayuda de los demás. Como Neville, quien derrumba al Mortífago cuando le lanza un: —¡Petrificus Totalus!— y el Mortífago cae.
—¡Ahí va eso!— gritó la Profesora McGonagall.
Cuando me giré pude ver a dos Mortífagos más correr por el pasillo con sus brazos sobre la cabeza. Me hago a un lado cuando veo que tropieza con el cuerpo de Neville al suelo, lo que le da la oportunidad a la profesora McGonagall de ir tras ellos.
Estoy apunto de ayudar a mi hermano cuando Harry viene corriendo antes que yo.
—Neville, ¿Estás...?
Él asintió —Estoy bien— respondió, lo cual me hizo soltar un quejido de alivio —Harry… Snape y Malfoy… acaban de
pasar corriendo.
—¡Lo sé, ya me ocupo!— dijo Harry enviando una maldición desde el suelo hacia el enorme Mortífago rubio con el que había peleado hace unos minutos y el que estaba causando la mayor parte del desastre.
—Ve, yo cuido de él— le pedí.
—De acuerdo, tengan cuidado— nos dijo a ambos, justo antes de levantarse y correr por el pasillo.
Paralice al hombre Mortífago una vez más para ayudar a Neville, porque si sigue atacando no podremos salir de aquí.
Sin embargo, antes de que pueda pensármelo dos veces hablo: —Neville, ¿a quién más viste correr?
Mi hermano no lo entiende, por supuesto, me mira confuso.
—¿Qué? A nadie, solo a Malfoy y al profesor Snape.
—¿No viste a...?
—¿Eugene?— alzó ambas cejas —Sí, pero supuse que lo sabías.
—¿Por qué no se lo dijiste a Harry?
—Bueno, él es tu amigo, jamás podría.
Recuerdo el plan de Cho de hacer a Eugene huir, quizá, solo quizá pueda convencerlo de huir.
Mis piernas actúan antes que mi cerebro, pues me encuentro corriendo en cuestión de segundos. Entre hechizos, choco contra Hermione en una ocasión y ella me llama pero yo sigo mi camino, cruzó y evito hechizos como personas y Mortífagos.
Estoy llegando a la puerta principal de una sala cuando lo veo correr por el pasillo, entonces lo sigo.
—¡Eugene!— grite —¡Eugene, espera!
El chico se detiene en cuanto me escucha la segunda vez, mira a su alrededor y cuando cree que es seguro, corre hasta mi.
Mi primer impulso es abrazarlo, él está tan alterado como yo así que lo único que se escuchan son nuestras respiraciones agitadas. Cuando nos separamos noto sus lágrimas, lo cual me confunde.
—¿Qué pasa?— inquirí.
—Dumbledore murió.
Es tan tosco, tan deprisa que mi cerebro no procesa las palabras tan rápido como las dice. Mi ceño se aligera y busco algo de broma en esa pero, no lo es, claro ¿Por qué lo sería? No es algo con lo que se deba jugar.
—¿Qué? ¿Cómo pasó?
—Snape lo mato, escucha, Hazel— suspiró —No debería decírtelo, pero mi misión siempre fue matarlo, no pude y Malfoy tampoco así que Snape lo hizo por nosotros.
—¿Dónde está él? ¿Se lo llevan o algo?
—No, cayó de la torre de astronomía.
Fruncí mi ceño —¿Estás seguro de eso? ¿Por qué lo dices?
—Porque lo vi todo, lo vi, vi sus ojos antes de caer.
Eugene jamás ha mentido, al menos no en momentos como esté así que le creo y me obligo a procesarlo rápido.
—Tienes que huir— murmure —Huye con nosotros, Eugene, esto es muy peligroso.
—Creí que ya habíamos acordado en que no valdría la pena.
—¡No, pero tienes que intentarlo!
—¡No puedo, Hazel, entiendelo!— grito, lo cual me dejó helada —¡Entiende que no puedo, no hay escapatoria, no para él!
—¿Cómo lo sabes?
—Porque sí, solo lo sé— respondió —Ya lo intente, durante las vacaciones y no valió la pena.
—No es justo, nadie debería vivir como tú.
Negó —No, pero es lo que está en mi futuro y no puedo cambiarlo, he decidido esto, no tengo opción.
¿Opción?
—Siempre hay opciones.
—Sí, cuando las haya para mi las tomaré.
—¿Entonces vas a irte al matadero así nada más? ¿Sin pensar en tus amigos?
—Ustedes tampoco pueden ser los amigos de un asesino como yo— sentenció —Ya no, se acabó.
Aún recuerdo a ese Eugene que se presento el primer día de clases hace unos años. Con su cabello castaño hasta los hombros, con el uniforme limpio y planchado como de niño rico al que jamás le ha faltado nada... a esto.
Un hombre que está decidido a vivir miserable porque no tiene opciones. La irá me carcome tanto que no me permito hablar por miedo a lo que diré.
—No es justo— murmure —No es justo.
—No, jamás lo será— suspiró —Así que, supongo que te veo en el otro lado, Hazel.
Sus palabras duelen tanto que no puedo dejar que me vea llorar, así que me lanzó a abrazarlo con fuerza, escondo mi rostro entre sus traje oscuro y cierro los ojos.
Las lágrimas salen porque no se si esté sea nuestro último abrazo. Exagero, sí, pero Voldemort es capaz de todo y prefiero despedirme antes de enterarme por otras personas que murió por un error.
—Buscaré una manera de contactarnos— le dije, tratando de sonar cuerda —Lo prometo.
—Sé que lo harás— responde, así como a mi abrazo, así como a mis lágrimas.
Escucho pasos apresurados, risas y se que tiene que irse. Sin embargo, no puedo soltar a mi mejor amigo y me parece que él tampoco a mi ya que se mantiene unos segundos antes de que ambos estemos de acuerdo en que es hora.
—Te quiero— suelto sin pensar, dándole una última mirada —Eres mi mejor amigo.
Sonrió —También eres mi mejor amiga... y ya sabía que me querías, yo también a ti.
No puedo evitar sonreír. Los pasos se hacen mas acelerados y Eugene empieza a correr en dirección a ellos.
AL VOLVER ME CRUCÉ con la sorpresa de que Neville no estaba del todo bien pues, está misma noche tengo que volver a la enfermería corriendo y cruzándome con Emma al mismo tiempo.
—¿Qué pasó? Estaba bien cuando lo perdí de vista, estaba bien— hable alterada.
Emma me tomo de ambos brazos —Él está bien, algo herido pero Madame Pomfrey dijo que estaría bien.
Eso me tranquiliza. Me acerqué hasta mi hermano, quien seguía dormido por la poción para dormir que Pomfrey le dio.
En la enfermería, me quedé junto a él toda la noche, pidiéndole a Emma que fuera a ayudar en el pasillo sin problema. Muy apenas me la pude quitar de encima ya que Cedric insistió en que necesitaban toda la ayuda posible.
Además, según mi revisión Nev estaría bien, quiero creerlo porque si lo pierdo me perderé yo misma. Cuando tomé su brazo escuche algunos pasos que se acercaban hasta mi.
─ ¿Él se encuentra bien? ─preguntó Milan en un murmullo.
Subí la mirada de inmediato hacia ella —Milan, hola sí, él está bien, gracias, ¿tu estás bien?
─ Eso creo, es duro ver así a Bill luego de lo mío…y bueno, Harry y mi papá estan devastados por lo de Dumbledore. ─dijo, agachando la mirada y observando sus botas.
Bill, el hermano mayor de los tantos Weasley estaba sobre la camilla a unos metros de nosotras, con toda su familia a excepción de sus padres y Fleur alrededor.
Asentí haciéndome a un lado para que ella se sentará junto a mi. Me resulta triste que Neville solo me tenga a mi para estar junto a él, quizá, solo quizá si nuestros padres estuvieran bien ellos estarían aquí conmigo, diciéndome que vaya a dormir o algo así, que mañana debe ser un buen día y que mi hermano despertará.
En cambio estoy aquí sola con él.
—Sí, lo escuche, es una terrible noticia lo del director… creí que este año sería más normal— respondí.
─ No creo en los años normales, no más…y lo que nos espera luego de eso. ─suspiró.
—Sí, aunque la vida no es normal— encogí mis hombros —Sabes, tenemos suerte de estar con vida todavía.
─ Literalmente la poción de la suerte ─Milan soltó una risilla ─. Espero Neville se recupere pronto, me aleje un poco de él todo este año, pero seguíamos siendo amigos.
Sonreí —Gracias, Milan, si estuviera despierto seguro nos diría que estamos siendo algo sentimentales sin él. Me alegra que te tenga este último año. Ahora que me iré a la vida de adulto junto a Cedric es muy raro para mi dejarlo solo, él dice que estará bien y que lo cuidara cuando salgan a Hogsmeade.
─ Espera, espera ─repitió Milan, dejando de apreciar su botas para mirarme ─. Yo me volví licántropo y tu te volviste a casar con Cedric, ¿de cuando me perdí?
Reí, sintiendo mis mejillas coloradas —Sí te refieres a que volvimos, no, pero estoy comenzando a considerar esa opción. ¿Crees que… después de lo que pasó sea bueno volver? Ilumíname.
─ Solo sé, que el amor triunfa ─soltó ella ─. Harry y yo vencimos a mi madre…o algo así. Ya estamos bien, solo queda que tu y Cedric hablen como adultos, y se casen, yo seré la madrina.
—Sí me lo propone te aviso— le respondí.
Justo en aquel momento Cedric se adentro a la enfermería solo.
─Invocamos al innombrable.— murmuró Milan.
El castaño frunció el ceño, caminando hasta nosotras —¿Estaban hablando de mi? Milan, espero que sean cosas buenas.
─ Solo habla de la invitación de tu boda con Hazel. Yo las haré. ─dijo Milan.
Lo cual nos dejó callados a ambos. Le tiré un buen zape a Milan en la cabeza, aclarandome la garganta luego.
—En realidad solo nos preguntábamos dónde podrías estar— añadí.
El chico decidió seguirme la corriente —Ah, sí, estaba ayudando a limpiar el pasillo, se rompieron muchas ventanas con la batalla. Me aseguraba de que ninguno de los nuestros haya… ya saben, muerto.
Noto que murmura aquello último y con mucha razón, es terrible lo que pasó y todavía que tuvimos heridos aún más.
─ Afortunadamente no tuvimos bajas…saben a que me refiero ─murmuro Milan, volviendo a sus botas.
Me di cuenta de aquello por lo que mi preocupación llegó a mi cuerpo rápidamente, aunque no sea nada fuera de lo normal para la situación que estamos viviendo.
Traté de conectar mi mirada con la suya para averiguar qué tanto le pasaba por la cabeza, sin embargo, ella la evito a toda costa por lo que tuve que apartar un pedazo de su cabello de su rostro, notando así la causa: cicatrices, desde su rostro hasta sus brazos.
—Creo que yo me he perdido de más— dije —¿Qué más pasó en vacaciones que ustedes dos no me han dicho?
Miré a Cedric y a Milan.
─ Cedric, yo digo que te aparezcas al otro lado del mundo, y llevame contigo. ─soltó la rubia, sin despegar la mirada de Cedric.
Él negó —Uh, no me veas a mi, Hazel me da miedo.
Fruncí mi ceño —No, ninguno va a ningún lado, quiero respuestas, no más secretos o los entierro juntos.
Alcé ambas cejas hacia ambos, esperando a que alguno de los dos tuviese la valentía de hablar, hasta que Cedric lo hizo.
─ Bueno. Yo lo sabía, pero ella me dijo que no le contara a nadie.
Milan miró a Cedric con los ojos bien abiertos ─. Claro, déjame todo a mi. ─ se giró a mi ─. Digamos que la madre de alguien la ofreció como regalo a cierto hombre lobo. Afortunadamente no estaba completamente transformado…pero quedan las secuelas.
Sacudí la cabeza de lo atónita que me dejó. ¿Cómo regalo? ¿Secuelas? Bueno, supongo que sí me había perdido de demasiado.
Cerré mis ojos —Entonces… Espera, tengo muchas preguntas. Entonces ¿eres una clase de mujer lobo ahora? Ugh, eso sonó terrible, ¿qué clase de secuelas?
─ Tu comes carne cocina, yo la como cruda ─explicó ─. Y las noches de luna llena, no me transformo, pero si siento todo al mil, lloro mucho, pero eso es por que me duele el cuerpo. Todo esto sin convertirme como mi padre.
Aquello resolvió más dudas de lo que esperaba, así que quedaba más claro que antes, solo que no sabía cómo reaccionar.
—Lamento que te pasara eso, supongo que es un gran cambio para ti— respondi con sinceridad.
─ Se ve ruda con las cicatrices. Yo la veo y no quiero meterme con ella. ─señaló Cedric, tratando de mejorar el ambiente.
Sonreí por la forma en la que la apoyaba, es realmente dulce de su parte.
─ Si, no es tan malo ─Milan añadió, encogiendose de hombros ─. Entiendo un poco más a papá desde entonces.
—Si ambos lo dicen…— suspiré.
Milan se disculpo y se fue huyendo hasta el círculo que rodeaba a Bill.
—¿Cómo está Emma?— inquirí a Cedric, viéndolo sentarse junto a mi.
—Ella está bien, algo preocupada todavía pero le dije que Neville estaría bien.
Asentí —Gracias por apoyarme cuando le pedí que se fuera a ayudar.
Encogió sus hombros —No tienes nada que agradecerme, Hazel, tenías razón. Además dijo que ya le envió una lechuza a tu abuela y que estaría aquí para el amanecer.
—Eso es buena noticia, supongo.
—Lo es, no lo supongas— negó —Las cosas van a mejorar para ustedes, sé que no han sido de maravilla estos últimos meses.
—No, no lo han sido, creo que lo sabes— sueno brusca, más de lo que quiero y no encuentro como arreglarlo.
Así que recargo mi cabeza sobre su pecho de modo que me abraza para descansar. Dándole así a entender también que no era de forma agresiva, simplemente no tengo muchas ganas de seguir hablando de ello porque con las semanas el tema se ha vuelto bastante tedioso.
Encuentro algo de verdad en las palabras de Milan, quizá si tengamos una oportunidad si yo se la quiero dar. Y quiero dársela, ahora me queda más claro solo que no es él momento y me temo que no habrá uno hasta después de que todo esto pase, hasta que pueda pensar.
Cuando las puertas de la enfermería se vuelven a abrir, los señores Weasley acompañados de Fleur se unen a la escena. Por inercia Cedric corre hasta Fleur para acompañarla en la situación de su prometido, yo no dudo y hago lo mismo
—Molly, Arthur— salto la profesora McGonagall, cuando ambos adultos miraban a su hijo —Lo siento tanto…
Me hice a un lado para dejarlos pasar, en silencio, para que los tres pudiesen procesar la noticia y la imagen.
Me coloqué junto a Fleur para darle todo mi apoyo, junto a Cedric.
—¿Dicen que Greyback lo atacó? – preguntó el señor Weasley a la Profesora McGonagall — ¿Pero no se había transformado? Así que ¿Qué significa eso? ¿Qué le pasara a Bill?
—No sabemos aún— le respondió la profesora.
Coloqué la mirada entre los adultos, quedándome finalmente entre Milan y su padre, Remus. Quizá ellos puedan tener las respuestas que ellos buscan.
—Habrá probablemente una contaminación— le responde Remus.
─ Si Greyback no estaba transformado, terminara como yo ─añadió Milan ─. Créame, señora Weasley, Bill estará bien. Tendrá personas que lo apoyen.
—Gracias— le respondió Molly —A ambos.
Le sonrió a ambos aunque se que no me ven.
—¿Y Dumbledore?— inquirió el señor Weasley —Minerva, ¿Es cierto… está realmente…?
La profesora asintió y de nuevo la punzada del recordatorio. No había necesidad de repetirlo porque la noticia ya se estaba corriendo por el castillo de una forma impresionante.
Tome del hombro de Fleur para distraerme, sin embargo, me asuste cuando mire a la chica muy quieta en su lugar. Bill es su prometido, así que supongo que estaría atónita pero es demasiado su reacción, tanto así que me asusta.
—Fleur, ¿Está todo en orden?— le inquirí, sacudiendola un poco para despertarla.
La rubia asintió, luego de tomar aire decisivo —Sí, está todo en ogden.
—¿Estás segura?— insistí.
—Podemos ir a traer algo de té para ustedes— me apoyo Cedric.
—Sí, creo que sería buena idea— añadió el Señor weasley.
Sin embargo, antes de que alguno de nosotros pudiera moverse para traer lo necesario a la familia, los sollozos de la señora Weasley nos detuvieron.
—Por supuesto— sollozo la señora Weasley, respondiendo algo que su esposo le murmuraba —No importa como se vea, no es r-realmente importante… pero era un muchacho muy guapo… siempre tan guapo… y él iba a casarse.
Fruncí el ceño casi de inmediato. ¿Iba?
—¿Y qué quiegue decig con eso?— atacó Fleur de forma inmediata.
Tan inmediata que me asusta. Salto de mi lugar cuando Milan se escabulle hasta mi y me entrega una porción de chocolate.
─ No preguntes de dónde lo saqué ─murmuró ella ─. Hacen falta palomitas.
—Creo que traigo unas en mi mochila— le susurre de la misma manera.
Me giré junto a ella hacia la pelea que se estaba creando frente a nosotras.
—Bueno… solo que…
—¿Usted piensa que Bill ya no va a quegueg casagse conmigo— le interrumpió Fleur —¿Usted piensa que pog esas mogdidas ya no me amagá?
La señora Weasley negó de inmediato —No, eso no es lo que yo…
—Pogque él lo hagá— dijo ella alzándose en toda su estatura y echando atrás su largo cabello plateado. — Tomagá más que un hombge lobo paga que Bill deje de amagme.
—Bien, sí, estoy segura, pero pienso que quizás dado como-como él...-
—¿Usted piensa que yo no queguia casagme con él? O quizás ¿Usted lo espega?— exclamó Fleur con las fosas nasales dilatadas —¿Qué me impogta como se vea? Yo soy bonita lo suficiente paga nosotgos dos, cgeo. ¡Todas esas magcas muestgan que mi esposo es
bravo! Y yo hague eso.
Gritó por último, dejando la enfermería en total silencio. Literalmente a todos completamente mudos, entonces empujó a la señora Weasley para arrebatarle el ungüento y hacer lo mismo que ella hace unos segundos.
Nadie dijo nada, ni siquiera yo, no podía ya que estaba orgullosa de ella.
—No sabía que Fleur podía asustarme tanto— murmure a Milan.
─ Y yo que la veía como la tierna chica que me trajo un té cuando me enferme.
—Nuestra tía abuela Muriel— añadió la señora Weasley después de una larga pausa, pues nadie más que Harry y Cedric nos habían escuchado —tiene
una muy hermosa tiara, hecha por los duendes, estoy segura que podría persuadirla para que te la preste para la boda. Ella está muy encariñada con Bill, tú sabes, y quedaría encantador con tu pelo.
—Ggacias— dijo Fleur rígidamente —Estoy seguga que segá adogable.
Aclaré mi garganta —Bueno, yo… tengo que avisarle a Emma que Neville estará bien y que puede irse a descansar— me giré a Milan —Gracias por el chocolate, me hizo sentir mejor.
─ Cuando quieras. Ahora tengo una reserva llena de eso. ─sonrió.
Y salí antes de que otra pelea se formará entre el grupo. Me encargue de bajar las escaleras antes de pedirle a Cedric que cuídese de Neville y me avisara cualquier cosa.
Necesitaba hablar con Emma sobre una decisión que había estado pensando desde que me uní al Ejército de Dumbledore el año pasado y es que ahora que tengo suficiente edad creo que es lo más adecuado si quiero protegernos a todos.
—Emma, ¿podemos hablar?— inquirí, cuando mi tía estaba terminando de acomodar un pedazo de pared.
La mujer asintió y se acercó a mí —¿Qué pasa, Hazel? ¿Neville está bien?
Asentí —Sí, sí, no es sobre él que quería hablar en realidad.
Frunció su ceño —¿Entonces qué pasa?
Tome todo el aire que pude —Bueno, ahora que me gradué y estaré libre quisiera... unirme a la causa.
¿unirme a la causa? Creo que pude haberme explicado mejor pero ella parece entenderlo.
—¿Quieres unirte a la Orden?— se preguntó, alzando ambas cejas.
Trague en seco, sin poder adivinar el tono de voz, si era un asustadizo y dispuesto a negar por mi propuesta o era un positivo orgulloso que me diría que sí.
—Sí, creo que es hora de seguir los pasos de mis padres— respondí, tratado de sonar convincente —Quiero ayudar como ellos, ya tengo la mayoría de edad y estoy consciente de muchos hechizos y entrenamientos que podrían quedar y ayudarnos.
Ella se mantiene sería, aparta la mirada de la mía tratando de pensárselo bien. No es una solicitud sencilla, lo sé, tampoco lo fue para mi, pero mi sueño siempre será que mis padres estén orgullosos de mi, aunque no lo hago solo por eso, si no por todo lo que sucede, quiero detenerlo tanto como ella y los demás.
—¿Estás segura?— inquiere.
—Sí, lo estoy, sé que tendría que hablar con Lupin y Kingsley, pero quería decírtelo a ti primero.
Negó —No, está bien, les informaré sobre tu propuesta y me lo pensaré.
Abro los ojos tanto como puedo, a decir verdad esperaba una reacción diferente de ella.
—¿De verdad?— inquirí.
Ella asintió —Sí, ¿no es eso lo que quieres? Tu primera decisión siendo adulta, felicidades.
Sonreí —Gracias, supongo.
—De nada, hablaremos de esto cuando pase la conmoción, aún no es momento— coloco su mano sobre mi hombro —Ve con tu hermano.
Acepté, dándome media vuelta antes de apartar la vista de ella.
CADA LECCIÓN Y EXAMEN fue pospuesto, lo cual significa que me había estresado por nada ya que nos dieron acceso completo a una graduación sin ceremonia debido a los terribles sucesos en el colegio.
Me sentía tan aliviada ahora que me había salvado de los exámenes y de que Neville volvió a casa hace unos días. Emma se encargaba de atenderlo como podía debido a que se la pasaba en reuniones masivas entre la Orden.
Ahora mismo estaba terminando de empacar mis cosas de mi habitación para siempre. Sonaba triste pero me había acostumbrado a la linda habitación que me asignaron desde el primer día, no podía decirle adiós a algo tan preciado como las sábanas de mi cama o las almohadas esponjosas.
Esto era todo, el final.
—¿Tampoco puedes irte?— inquirió la voz de Cho desde la puerta.
Todas mis compañeras habían vaciado sus habitaciones desde antes, incluso algunas se fueron hace días ya que la mitad de los alumnos fueron sacados por sus padres desde la muerte del director Dumbledore.
Negué —Esperaba que el profesor Slughorn reactivará el examen de su materia, al menos— bromee.
La chica rió y se adentro hasta sentarse junto a mi —¿Lo vas a extrañar?— se preguntó, haciendo que la mirara.
—¿Al profesor Slughorn?
Ella negó —A esto, levantarnos temprano, vernos todos los días para desayunar y desvelarnos estudiando.
Pandora se sube a la cama para recostarse en mi regazo.
—No lo sé— respondí en voz baja —Cuando pasen semanas te diré. ¿Y tu?
—Yo sí lo haré— encogió sus hombros —La vida de adulto me asusta.
—Ah, ya lo creo— sonreí —Emma me consiguió un puesto en el Ministerio pero aún no sé si lo tomaré.
Sus ojos se abren de par en par —¿De verdad?
Asentí —Sí, aunque en parte fueron las cartas de sugerencia que Slughorn envió unas cien veces.
—¡Que buena noticia! Es asombroso, Hazel, tienes que aceptarlo.
—Tal vez lo haga, tengo un par de semanas para pensarlo.
—Ya quisiera, pero lo único que conseguí fue un empleo en esa tienda rara que está en Hogsmeade: Hearst Spot.
Fruncí el ceño —¡Oye! Esa no es una tienda rara, a mi me gusto la vez que fui con Luna.
—Bueno, quizá puedas visitarme un par de veces si es que no te olvidas de mi.
Negué, pasando mi brazo sobre su hombro al mismo tiempo en el que ella aceptaba mi abrazo de forma automática.
—¿Como podría olvidarme de ti?— inquirí incrédula —Eres mi mejor amiga.
No puedo verla pero sé que sonríe sobre mi hombro —¿De verdad?— asentí como respuesta —También eres mi mejor amiga, Hazel.
Ella. Solo ella fue la única que me recibió durante semanas en el colegio, la única que se desvelo conmigo, la única que me ayudo a mantener los pies en la tierra cuando quería volar muy lejos de aquí.
Lágrimas vienen a mis mejillas por alguna extraña razón, quizá estemos siendo muy sentimentales pero no lo puedo evitar y sé que ella tampoco.
—Nos vemos ridículas— le dije cuando nos separamos.
Ella rió —No, claro que no.
Tengo que tranquilizarme antes de hablar —Bueno, supongo que es momento de irnos al funeral.
El funeral del director Dumbledore sería hoy por la tarde justo antes de que el tren salga a Londres. Me parece algo tan imposible porque yo no esperaba que mi año terminará así.
Tomo mis maletas y cuando bajamos las escaleras me cruzó con Dalton, quien espera debajo observando fascinado una de las pinturas que adorna la sala común.
—¿Me esperas en el gran comedor?— inquirí a Cho.
Ella asintió y entonces me acerque hasta Dalton, sonriendole mientras sostenía mi maleta con la otra mano.
—Las pinturas de aquí son lindas, ¿no lo crees?— inquiere cuando nota mi presencia.
Encogí mis hombros —No lo sé, a mi siempre me dieron miedo.
Rió —Emma me pidió que viniera por ti y Neville pero siempre he sabido que no se puede entrar a los dormitorios de las niñas.
Negué —Tienes razón, lo dicen cada inicio del año escolar.
Sonrió, extendiendo su mano hasta tomar la maleta que cargaba —Déjame ayudarte.
—¿Irás al funeral?— pregunté, al verlo en traje.
—Sí, Dumbledore siempre fue un gran director y el mejor que ha tenido Hogwarts— suspiro —Es una lástima lo que le pasó.
—Sí, lo sé, es tan terrible, no esperaba que pasará eso.
—Nadie, Hazel— comenzó a caminar —Vamos, seguro Emma debe estarnos esperando.
Comencé a caminar junto a él, tomando a Pandora del sofá y llevándolo en brazos —De acuerdo, pero antes debo ir a la última cena del colegio, nos darán nuestra placa de graduación antes de irnos.
Frunció el ceño —¿No hubo alguna ceremonia?
Negué —No, pero Emma quiere llevarme a cenar a algún lado, supongo que ya es algo.
—Felicidades por graduarte, Hazel— me sonrió.
—Gracias, eres el primero que me lo dice.
Cuando bajamos encontramos ya un grupo de alumnos yendo al gran comedor, vestidos con sus túnicas así como yo. Dalton me informa que nos veremos al terminar el banquete y yo acepto, aunque no tengo demasiada hambre ni ánimos para comer.
Sin más me adentro al comedor y me siento junto a Cho. Es extraño, tan extraño que hace unos años Eugene estaba dándome la bienvenida a Ravenclaw y ahora ya no está, ni siquiera en su propia graduación.
También me percato que la profesora McGonagall ha dejado la silla de en medio de la mesa de los profesores sola, justo donde debería estar Dumbledore dándonos felicitaciones por terminar otro año escolar.
Dejo que Cho hable con nuestro compañeros, que se despida de algunos de ellos y mientras yo me quedo mirando la comida, sin siquiera tocarla. La profesora McGonagall se pone de pie y nos indica que es hora cuando pasan algunos minutos.
Me levanto y dejo que el grupo me dirija porque ni siquiera sé si el profesor Flitwick nos guiará ya que también fue afectado por aquella batalla.
La calidez del sol me despertó por completo, incluido el cálido aire cuando nos dirigimos al lago. Miles de sillas fueron colocadas en filas, con un pasillo por en medio que llegaba hasta una clase de mesa de mármol.
—Hay demasiada gente— mencionó Cho, cuando tomamos lugares junto a los demás Ravenclaws.
Visualice a Emma y Dalton llegar junto a los demás de la orden, que se colocaron en las primeras filas.
Lo que si es que había venido todo el mundo al funeral, desde fantasmas que apenas se veían bajo la luz del sol hasta agentes del Ministerio. Sin embargo, mi rostro solamente se iluminó al ver a Cedric llegar junto a sus padres, me saludó desde la distancia y yo hice lo mismo.
Las personas terminaron de sentarse y entonces escuche un raro ruido que me hizo voltear a todos lados en busca del causante. Lance un codazo hacia Cho para que mirará lo mismo que yo: un par de sirenas cantaban en coro y en un lenguaje muy extraño.
Entonces Hagrid se pasea por el pasillo, sollozando en voz baja mientras da pasos lentos con un envuelto de terciopelo morado con estrellas doradas en sus brazos. Entiendo lo que es o, más bien, quien es: Dumbledore.
La música se detuvo y un hombre en túnica negra, cabello castaño con algo de canas se puso de pie, iba acompañado por otra mujer de cabello corto y negro, y una pareja más al frente.
Fruncí mi ceño —¿Ese es el hombre del que Luna nos habló una vez?
—¿Quién? Espera, creo que me había quedado dormida cuando estaba contando eso.
Y le creo, porque fue una de las tantas veces que hicimos pijamada hasta tarde.
—El Magizoologista— señale al hombre, mejor conocido como Newt.
—No sabía que conocía a Dumbledore— murmuró.
—Ah, bueno, aquí hay mucha gente de todos modos— señalé con la cabeza —Ahí está Dolores Umbridge y nadie la invito.
Aquello la hizo sonreír, aunque no por mucho ya que tuvo que volver la vista al discurso que el señor Scamander estaba dando al público.
—De espíritu noble... contribución intelectual... grandeza de corazón...— fue lo único que pude recuperar de su discurso.
No porque estuviese aburrido, si no que los sollozos interrumpidos de las personas no me dejaban escuchar y la distancia no ayudaba demasiado. Simplemente me límite a guardar silencio en respeto y a esperar.
Cuando el adulto termino con su discurso logró irse a sentar. Esperé a que alguien más se levantará para hablar pero nada, hubo momentos de silencio hasta que escuché gritos.
Las brillantes flamas y blancas iluminaron mis ojos cuando hicieron erupción alrededor del cuerpo del director, la mesa en la que se encontraba: cada vez mas altas se elevaban, oscureciendo el cuerpo. El humo se levantaba en espirales hacia el aire haciendo unas formas extrañas y al segundo siguiente desapareció el fuego.
En su lugar apareció una tumba hecha de mármol, encasillando el cuerpo de Dumbledore y la mesa sobre la que estaba descansando. Entonces la lluvia de flechas se abrió paso al aire, por suerte cayeron lejos y adivine que era una clase de ritual de los centauros, quienes se alejaron junto a las sirenas.
No hubo más espectáculo a partir de ahí, nos dejaron andar solos en la espera del tren, aquí mismo en el campo. Me paralice cuando Emma junto a Dalton, Lupin y Kingsley se acercaron a mi.
—Yo no fui, lo juro— habló sin pensar.
Aquello hizo reír a la mitad de ellos, por otra parte recibí sonrisas de Dalton y Emma.
—No hiciste nada, Hazel, ¿verdad?— inquirió Dalton.
Negué —No... bueno, no que yo esté enterada.
—Venimos porque Emma nos dijo que querías unirte a la causa— añadió Lupin.
—Sí, creo que... bueno— formé una línea en mis labios —Dejaré que hablen ustedes.
—Creemos que es buena idea— apoyo Dalton, tratando de apoyarme —¿Verdad, Kingsley?
El mencionado asintió —Por supuesto, en estos tiempos necesitamos a todos los voluntarios posibles.
—Debes saber que es una tarea bastante arriesgada y no es por asustarte ni nada parecido— habló Lupin —No tiene nada de ciencia pero debes seguir ordenes, reglas y misiones.
Asentí —Lo sé, estoy dispuesta a hacerlo si ustedes me dan esa oportunidad.
Estaba guardándome la emoción para cuando estuviese confirmado, pero lo está. Los cuatro me extienden la mano como una forma de bienvenida, Emma me dice un montón de reglas y que prácticamente estoy dentro como si fuese un club o algo así.
Cuando se van y sé que no pueden verme, una sonrisa ancha se dibuja en mi rostro porque sé lo que hice y no puedo evitar sentirme feliz por ello.
Con la mirada busco a mis amigas, sin embargo, Cho estaba embobada hablando con Finn y Luna con Rolf Scamander, por lo que aquello me dio la oportunidad de escabullirme hasta tomar el brazo de Cedric.
Él sin entender me siguió hasta la vereda de un árbol, donde le sonreí sin saber exactamente lo que diría. En realidad ni yo lo sé, todo lo que ha pasado ha sido tan raro y estuve apunto de morir así que supongo que debo aprovechar mi segunda oportunidad para tomar más riesgos.
—Lo siento, no quería estar de mal tercio con Finn y Cho— le dije, rascando mi frente.
—Lo supuse, ¿qué tal lo llevas? Espera, antes de que digas algo...— busco entre los bolsillos de su túnica negra hasta entregarme una pequeña caja —Felicidades por graduarte, bienvenida a la vida de adulto.
Su gesto me hace sentir aún mejor, de la caja saco un peluche de un gato gris con una toga y birrete de graduación, lo cual me hace reír un poco.
—Es muy lindo, gracias— le di un leve vistazo.
—De nada, me alegro que te guste.
La ola de aire descubre nuestros rostros y sé lo que debo hacer, no por obligación, si no por impulso.
Doy un paso al frente, tomo su mejilla con mi mano libre y él no se lo espera pero junto sus labios con los míos por un instante para ver su reacción, por lo que quedamos separados algunos centímetros en silencio hasta que él se aferra más a mi. Presiona mi cintura contra él y yo me aferro a sus hombros, se nota la desesperación en ambos por esto, por tener un momento como esté.
Tanto tiempo separados nos hizo daño, supongo, solo puedo pensar en él. Cuando podemos separarnos, ambos tenemos las respiraciones bastante agitadas como para hablar hasta después de unos segundos.
—¿Puedo preguntar algo?— inquirió y yo asentí como respuesta —¿Esto significa que...?
Sonreí —Siempre te cuestionas todo, Cedric.
—Lo siento, quiero estar seguro de que también lo piensas.
—Sí, también lo pienso— cerré mis ojos sin borrar aquella sonrisa —Y lo quiero, te quiero a ti.
No lo puedo ver pero se que sonríe tanto como yo.
—Solo quería escucharlo— admitió —También te quiero a ti.
Comienzo a sentir que desperdiciamos tanto tiempo con esas peleas, ahora ya no valen nada, al menos no para mi. Me siento completa en este momento y sé que hago lo correcto.
Sé, profundamente, que mi vida está comenzando bien. Espero.
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