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Capítulo 9 MIEDO AL FINAL DE LA LUZ

Paso la yema de los dedos por la piedra de mi tumba. Vengo cada día al cementerio, me siento bien al estar cerca de mi cuerpo. Lo gracioso es, que soy de las pocas personas que viene a menudo. De las tumbas que hay aquí me pregunto cuantos se habrán suicidado y les habrá pasado lo mismo que a mi. Ahora que lo pienso, alguien debió intervenir en mi suicidio pero no tubo éxito, algún demonio o iniciado quién sabe. Después de todo aspiramos a lo mismo. Oigo un ruido que me pone en alerta.
Nota mental: Cambia el chip los humanos no pueden verte. Vi de refilón a una niña mirándome, daba bastante miedo. Estaba sucia y una larga melena oscura cubría la mitad de su rostro. -Comida, comida ... - dijo mostrando unos ojos completamente negros. Antes de que pudiera gritar Nékir apareció detrás de mi. -¿Vas a dejar de escabullirte de casa? - la niña había desaparecido. -Deja de seguirme, necesito mi intimidad! - le grito aliviada. Empiezo a caminar sobre mis vans negras y lo dejo atrás. -Es la hora, vamos a ver a Alaric.- me estira del brazo y me aprieta contra él. Huele a masculinidad, me dan ganas de alborotar su pelo, es blanco como la nieve. -Te hace falta un buen corte de pelo, gracias por venirme a buscar, demonio idiota - Sonrío apartandome mechones claros de la cara. -¿Eres idiota o que? - exclama riéndose. -Alaric nos espera, tonta- le saco la lengua.
Llegamos a la mansión de Alaric, uno de los consejeros del mayor, Satán, diablo, como queráis llamarlo. Huele a humedad o algo extraño, el suelo es de mármol negro. Nos reflejamos en él. Alaric es un hombre de unos cuarenta años aproximadamente, su pelo es aún más blanco que el de Nékir. Lo lleva recogido en una trenza que cae por sus hombros. -He traído a Rashel como acordamos.- dice el demonio mostrando un respeto impecable. Alaric asiente y dirige a la mirada a mi. -¿Como te encuentras, Rashel? ¿Te has ido recuperando desde lo del Edén?- pregunta amablemente, pero hay algo en sus ojos que me da mala espina. -S-si muchas gracias - tartamudeo sonriendo -Me he recuperado del todo. - Sonríe satisfecho, mostrando sus dientes amarillentos. -Perfecto, porque te voy a poner a prueba.- chasquea los dedos y Nékir cae al suelo aullando de dolor. -¡Nékir¡- grito corriendo hacia él, se hace una bola temblando y le abrazo la espalda. -¿¡Que le has echo?! - gruño cabreada y asustada a la vez. Nékir escupe sangre negra y vuelve a gritar. -¡Dejalo por favor, basta!- pero no me hace caso. El demonio esta agonizando y no para de convulsionarse violentamente. Fuera de mis casillas, voy hacia Alaric furiosa y mis caninos se deslizan hacia abajo, grito dispuesta a lanzarme sobre ese maldito y entonces el sufrimiento de Nékir se detiene. Tose un poco más y se incorpora a duras penas, adoptando su faceta fría que siempre tiene. Me giro hacia el superior y me tiende un espejo, ahogo un grito al ver mis facciones, mis ojos son completamente rojos y unas ojeras enfermizas se asoman por debajo. Mis colmillos son mucho mas largos y mis mejillas tienen trazos negros extraños. -Es increíble, llegaste a estos extremos porque creías que tu enlace se estaba muriendo. Esta es de las ultimas fases de un iniciado normal, tu no eres normal. Hace dos meses desde tu muerte y estas demostrando unos poderes magníficos. Por eso los arcángeles te buscan - recitó el hombre. -Eres un bicho raro.- alzo una ceja. -Vaya, gracias supongo - digo alterada. Voy hacia Nékir y enredo mis dedos con los suyos. Todo va bien.> susurro en su mente. Me devuelve el apretón Vale>. -Estaba pensando en que cuando acabes tu iniciación podrías ocupar un puesto en el consejo junto a Nékir y mi hija, Soso. Una diablesa entra en la estancia, es hermosa. Lleva un vestido de tubo granate, que muestra sus generosas curvas y unos tacones negros. -¿Asi que tu eres la hija de Walter? - dice sentándose al lado de su padre. Alzo una ceja -¿Quien? - pregunto. Miro a Nékir que abre mucho los ojos parece atónito. -¿Porque soy la ultima en enterarme de todo? ¡Mi padre murió antes de que yo naciera! - todos me miran. -¿De donde crees que sale todo ese potencial tuyo? Estas aquí porque estabas destinada a ello.- concluye Soso. Alaric asiente - No podría haberlo explicado mejor.- Las piernas me flanquean. -Te ayudaremos a encontrar a tu padre- finaliza la diablesa sonriendo amablemente. -Vamos - dice Nékir con expresión vacía en el rostro, parece saber algo que yo no sé y eso me cabrea. -Volveremos a estar en contacto, tu solo protegela Nékir - y salimos de allí.
-¿Sabes algo de esto no?- susurro. -Solo dejalo - responde seco abriendo la puerta de casa. -No voy a dejarlo- exclamo cogiéndole del brazo. Cuando la puerta se cierra me aplasta contra la pared con su cuerpo, ahogo un grito cuando coloca su pierna en entre mis piernas. -No lo entiendes.... -susurra y parece que le esta doliendo. -No debería hacer esto - tensa la mandíbula y entrecierra sus ojos dorados. -¿El que? - susurro sin aliento. -Esto- en una milésima de segundo tengo sus labios encima de los míos, primero es un simple roze. Éstas mariposas van a reventarme el estómago. Estira sus manos hasta mis mejillas y vuelve a besarme esta vez es más seguido, más ansioso. Me besa y quiere más y yo solo soy capaz de devolverse los mientras respiro con dificultad. Le muerdo el labio cuando me coge un pecho y el gruñe. Nunca había visto esta parte de Nékir. Deslizo su pelo plateado entre mis manos mientras su lengua explora la mía. -No me... cambies de... tema- jadeo en su boca. Esboza una sonrisa traviesa. -Cuando sea el momento- susurra dándome más besos breves. Me tiembla todo. A continuación mis colmillos descienden, le agarro del pelo otra vez y los hundo en la carne tierna de su cuello. Gime. Pongo los ojos en blanco cuando desciende la mano a mi entrepierna -Me encanta como hueles - dice hundiendo la cara en mi pelo. Me tira al sofá y desliza la mano dentro de mi pantalón y roza la tela de mis bragas. Necesito que me toque, ya. Ahora. Lamo la herida que le he dejado y sus labios encuentran los míos. Mi subconsciente me grita que detenga esto, no esta bien. Aun que sea un fiambre tengo mi dignidad. Detengo su mano y me mira con las mejillas encendidas, es tan guapo. -Dios - dice horrorizado. - lo siento me he dejado llevar - sonrío -Ha sido genial, idiota. Esa noche también dormimos juntos, pero no hacemos nada. Nos damos la mano como dos niños pequeños.

e.e se van caldeando las cosas!!!!!!!!!!!!!! Tengo muchas ideas y OS voy a hacer sufrir muajajajjaa \\\

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