-¿Que?- jadeo al notar el peso de Nékir encima mío. Sin pensárselo pone la herida que acababa de hacerse en la muñeca en mi boca y presiona. La sangre empieza a brotar a través de mi garganta, mi cuerpo reacciona al instante. No es lo más bueno que he probado pero despierta en mi algo extraño, algo placentero. Algo está dando vida a mi cuerpo y también me está excitando, al abrir los ojos veo que Nékir me observa. Está relajado, no tenso y frío como de costumbre. Aparto el brazo enseguida. - No. quiero más! - digo cogiéndole sus duros músculos del antebrazo. -Yo no soy tu madre sirviendo el estofado. - se burla secamente. -De momento con eso tienes de sobras. - pero yo no le escucho, intento recordar a mi madre si es que tenía es algo doloroso. Pero mi mente es como un folio en blanco. - Por cierto, la excitación al alimentarte una vez muerta es más fuerte y más en vírgenes. - se ríe mostrando su dentadura perfecta. Alzo una ceja indignada - Déjame adivinar, cuando os envían por el correo electrónico del inframundo el documento donde se encuentra el alma al cual os asigna hay un apartado donde pone murió virgen. ¿No es así? - ¿Que es el correo electrónico?- pregunta como si hablara en otro idioma. -Déjalo - resoplo agotada. -Descansa, mañana tenemos cosas que hacer. - dice cerrando la puerta detrás de él. Estoy terriblemente agotada, me meto dentro de las sábanas e inspiro. Huelen a Nékir, mi único enlace con el mundo de los vivos. Antes de caer rendida oigo al demonio maldecir, ha resbalado con el helado de fresa.

Despierto en una caja de cristal, veo dos personas mirándome. Un hombre y una mujer. -Mi pobre Rashel - solloza la mujer apoyándose en el ataúd. El hombre no llora pero su expresión es letal. -Todo esto es por tu culpa ! - grita la mujer pegándole. -Mamá! - grito golpeando el cristal pero no pueden verme. -¡¡Mamá estoy viva!! - me ahogo con mis propias lágrimas. -Shel.. Despierta - la voz de una niña pequeña que se asoma por el otro lado me acaba partiendo - No me abandones, te necesito. - sus enormes ojos azules sevuelvenllorososylloracomonuncahallorado.

Despierto. Me seco las lágrimas que he derramado durmiendo y me levanto.

Nékir me ha llevado a llevado a un parque, es precioso. Hay montones de niños jugando. La imagen de la niña llamándome en el sueño me atormenta otra vez, tengo miedo de recordar. -Enseguida llegaran. - dice sentándose a mi lado. Su pelo plateado brilla, y hace un precioso juego con sus ojos. Lleva una camiseta de tirantes y su piel es tan blanca como su pelo me dan ganas de tocarlo. Nékir también me mira y sonríe. - eres como un cordero. - me estira de las mejillas como lo haría una abuela. -Sueltame - gruño deshaciéndome de sus manos. A lo lejos veo cuatro personas que destacan entre la multitud, se nota que no son de este mundo al menos dos de ellos. Enseguida lo entiendo. -¡Nék!- una de las chicas salta sobre Nékir cariñosamente. Tiene el mismo color de pelo y piel que mi enlace. - Ésta es Erin, mi hermana pequeña.- dice él quitándosela de encima. Erin pasa sus ojos color violeta sobre mi y me abraza también - Mi hermano es algo idiota, pero en el fondo es un trozo de pan. - sonríe ampliamente. - Le aterran las crías de pato. - me susurra al oído. Suelto una carcajada y Nékir pide silencio. Me presenta a las tres personas más -Éste es el iniciado de mi hermana Matt - el chico parece un bonachón. Matt es robusto y bajo. Tiene el pelo corto y castaño y unos ojos verdes que inspiran paz y tranquilidad. -Hola, soy Rashel. Mucho gusto- le doy la mano. -Éste es Bill y su enlace Allie. La piel oscura de Bill contrastaba con el color dorado de Allie, Allie al igual que yo parecía aterrada e insegura. -¡Ahora que ya nos conocemos! Vamos a comenzar vuestro entrenamiento. - exclamó Erin.- Rashel, tu serás la primera. - Miré hacia ambos lados y aterrada me acerqué a Nékir. - ¿ves esa chica?- señalo una mujer que estaba agazapada a lo lejos. -Solo tienes que tocarla, el resto se hace solo. - obedecí temblorosa.

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