━━━02
«Jungwon»
La ráfaga que sopla es levemente intensa, pero tan considerable que provoca que Hyeju esté abrazada a mí, mientras evita que su cabello largo y teñido de rubio cubra sus ojos.
—Debemos llegar pronto a mi casa—dice ella y asiento sin mirarla.
¿Arki habrá llegado bien a su casa? Él es tan torpe a veces que no me sorprendería si se pierde y termina desorientado. Por algo jamás sale a acampar, su sentido de la orientación es muy malo.
No pude evitar sonreír ante eso. Los momentos más divertidos que he vivido con Arki. Nuestras tonterías infantiles, bromas, travesuras que llevaron regaños de nuestras madres.
—¿Por qué sonríes, Wonnie?—preguntó Hyeju cuando nos detuvimos frente a la casa de ella, mientras me sonreía feliz.
La chica abrió la puerta y me permitió el paso.
—En nada, no pensaba en nada—respondí entrando después de la rubia.
Debía prestarle atención a Hyeju en vez de seguir pensando en Arki. Debería, pero cuando la vi usando mi suéter, solo hice una mueca. A ella le quedaba entallado, mezclándose con su cabello rubio perfecto, sus uñas largas y bonitas, y su piel blanca.
Pero a Arki, a él le quedaba grande, sus manos siendo cubiertas por la tela, su nariz de botón roja por el frío, al igual que sus mejillas, era tan lindo de ver qué daban ganas de abrazarlo y brindarle calor y protección.
Mi mejor amigo y la chica que amo son tan distintos, y no sé cómo es que ambos caotan mi atención. Hyeju es perfecta, habla de forma educada, notas de puntajes completos, niña de papá y mamá, y alguien que llama la atención a donde vaya. Pero Arki, mi pequeño Arki es tan tímido que se sonroja con facilidad; tan creativo, libre, que sigue sus ideas, y divertido cuando entra en confianza.
En eso ambos somos iguales, introvertidos pero juntos somos increíbles, y nos complementamos. O eso creía hasta que conocí a Hyeju, ella tan social hablándome, y no pude evitar enamorarme de ella.
Mientras Hyeju me guiaba al sofá para ver una serie a la cual nunca le prestaba atención, esperaba en mi interior que Arki llegué seguro a su casa. Más cuando la nevada empieza a caer, y es visible por la ventana.
La nevada de este tres de diciembre, en el que por primera vez puse ver los ojitos de Arki, sin ese hermoso brillo que presenta, solo tristeza en su mirada.
Una llamada seria buena, quizás si, no obstante jamás la realicé, no cuando Hyeju me besó haciéndome olvidar mi preocupación por Arki.
«Arki»
Mientras estoy mirando hacia todos lados en la calle sin saber a dónde ir, me maldigo, lo hago por ser tan tonto y dejar mi celular en casa cargando luego de utilizarlo toda la noche.
Mi sentido de la orientación es nulo, y soy malo recordando nombres de calles, ando sin dinero también, porque salí con Jungwon y él dijo que pagaría por todo.
La nieve cae sobre mi, y solo uno un suéter de lana que ahora no impide que sienta frío. Eres tan tonto Arki.
Copos de nieve caen sobre mi cabello, y el frió se cuela por mis huesos. Deseo moverme, pero mi cuerpo casi no acata mis órdenes.
Mire hacia la izquierda tratando de recordar que calle era, pero en eso siento como algo me cubre, y una fragancia masculina llena mis fosas nasales. Alcé mi mirada y me encontré con sus ojos, pronto me sonríe y mis mejillas pálidas se cubren de un suave rubor.
—¿No te han dicho que las nevadas pueden enfermar a las personas?—dijo con su grave voz—. Más a una pequeña persona como tú.
—Hola, Ni-Ki—saludé antes de tratar de quitar la chaqueta pero él me lo impide.
—No lo hagas, usas ropa no muy cálida para cubrirte, ven, te llevaré a tomar chocolate caliente para que entres en calor.
—No es necesario—hablé apenado de causar tantas molestias—. Puedes tomar tu chaqueta, tampoco quiero que te enfermes.
—Si me enfermo, puedes cuidarme. Ahora vamos por ese chocolate caliente, pequeño Hyung, te notas triste, y sé que cuando estás triste prefieres comer cosas dulces—él extendió su mano y dudoso la tomé.
—Solo chocolate caliente e iré a mi casa.
—Es lo que prometí, pequeño Hyung—exclamó él jalándome hacia la acera para seguir caminando—. No iba a preguntar, pero, ¿por qué alguien como tú lloraba? No puedes mentir, las lágrimas secas están cerca de tus ojos.
—Por algo sin importancia.
—Si fuera algo sin importancia no llorarías, pero no insistiré en qué me digas.
—Gracias por comprender.
Él me siguió guiando, hasta que entramos a una cafetería. Al entrar el aroma del café y el chocolate me hizo suspirar.
Ni-Ki me sonrió, antes de acomodar su chaqueta sobre mi, y me sentí tan pequeño, aunque a la vez cálido en este tres de diciembre.
¿Qué les pareció
el capítulo?
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