Capítulo 9 - Look after you
Lo que es mío es para que
lo hagas tuyo
HEATHER.
Esa misma noche, luego de que casi nos descubrieran a Andrew y a mí, les dije a las empleadas que avisaran a mis padres sobre mi salida con Egan. Y sí, avisar solamente. Ya que de ninguna manera permitiría que alguno de los dos pusiera alguna queja al respecto. Por lo mismo que decidí salir sin decirle nada a Andrew, mucho menos dejar que me viera. Así que cuando me aseguré de que todavía no empezaba su turno de noche, salí de la mansión y me dirigí hasta la entrada de ésta, caminando sobre mis tacones negros que hacían juego con mi vestido. Acomodé mi pelo hacia un lado cuando Matthew abrió la reja para mí, dejándome ver a Egan apoyado en su auto. Él ya estaba esperándome.
—¿El Sr. Evans sabe que salió? —preguntó el jefe de seguridad, Matthew.
—Claro que sabe, Matt —respondí, tajante. Ciertamente no me gustaba que pensaran que necesitaba el permiso de mi padre.
Él miró a Egan, asintió en modo de saludo y se marchó hasta su puesto. No sabía si le diría a Andrew sobre esto, pero ya no importaba. Estaba aquí. Y además, ¿por qué le diría que salí con Egan?
Me acerqué a mi mejor amigo con una sonrisa. Lo examiné rápidamente; vestía mayormente de negro: polo negro de cuello redondo, un abrigo especie gabardina de igual color debido al frío típico de las noches de invierno y jeans azules. Sabía que él me había dicho que nuestra salida sería algo tipo informal, aún así yo había optado por un sencillo vestido color negro, zapatos con poca plataforma y un gran abrigo color azul de algodón para cubrirme de la brisa fría. Ahora me arrepentía un poco de haberme atado el cabello en una coleta alta.
—Creí haberte dicho que no hacía falta la formalidad —dijo Egan apenas estuve frente a él, sonriendo tras mirarme de arriba a abajo—. Demonios. Ahora me siento como un vagabundo al lado de la misma Afrodita.
Solté una risa, sosteniendo mi práctico y cómodo bolso de manos.
—No exageres —Aunque en el fondo me sentía muy halagada—. ¿Nos vamos ya?
Él asintió y abrió la puerta del copiloto para mí, a lo que le sonreí en agradecimiento y me abroché el cinturón en lo que él cerraba la puerta y rodeaba el auto para tomar su lugar.
—¿Me dirás a donde vamos? —inquirí con una sonrisa cuando mi mejor amigo se adentró al coche y lo encendía.
Egan hizo una mueca pensativa.
—Creo que no —respondió, jugando con mi curiosidad.
—Ya. ¿Al menos el motivo de esta salida nocturna?
Apenas pregunté aquello, y cuando Egan se proponía a poner en marcha el auto, mi vista se dirigió sin razón alguna al ventanal del balcón de Andrew. Claramente no tenía vista de halcón, pero aún así podría jurar que vi su silueta en el ese lugar, observando hacia nuestra dirección. Luego simplemente se adentró a la habitación.
—Eso también tendrá que esperar —rió ante mi mueca frustrada. Manejó hasta la salida de la residencia y saludó al guardia nocturno con un leve asentimiento de cabeza.
https://youtu.be/AIOAlaACuv4
Egan puso una canción en lo que cruzábamos el enorme portón de la salida de la residencia. La reconocí como Fast Car de Tracy Chapman.
Fue inevitable no pensar en la noche en que alguien entró a la residencia así nada más, escapándose de la seguridad y que luego atacó hacia la mansión. Sin embargo, me obligué a no pensar más en eso ni nada que me agobiara durante la noche. No hoy al menos. Quería pasarlo bien con Egan por una vez en mucho tiempo.
Tienes un auto rápido
Quiero un boleto para cualquier lugar
Tal vez hagamos un trato
Tal vez juntos lleguemos a alguna parte
Observé por la ventana los edificios pasar. El tráfico por la ciudad era realmente agobiante por el día, pero en la noche normalmente era común ver poco tránsito. En ese momento admití que las luces de la ciudad de Los Ángeles era algo encantador ver por las noches, acompañados de un cielo completamente estrellado.
Solté un suspiro. Hace mucho no prestaba atención a esos pequeños detalles. Me sentí realmente tranquila.
Tienes un auto rápido
Tengo un plan para sacarnos de aquí
—¿Pasa algo, linda? —preguntó mi mejor amigo, preocupado. Tal vez por mi suspiro.
Giré a mirarlo, con una sonrisa sincera y relajada dibujándose en mis labios.
—Gracias por sacarme de allí —agradecí, refiriéndome a la mansión.
Él sonrió de vuelta.
Simplemente cruza la frontera y entra a la ciudad
Tú y yo podemos conseguir trabajo
Y finalmente ver lo que significa estar viviendo
—No es nada. Amo tus sonrisas, Heather. Y en serio espero poder ser yo quién cause muchas más.
—Claro que sí, Egan —dije, volviendo mi vista hacia la ventana—. Te aseguro que eres una de las personas más leales, dulces y bueno que conozco.
Él se quedó en silencio un momento. Yo me deleité con la vista de la ciudad y algunas personas caminando por la acera con sus abrigos ya de inviernos. Sonreí inevitablemente al ver a un grupo de adolescentes disfrutando de una cena fuera de algún restaurante. Un poco más lejos, una pareja joven que parecía estar muy enamorada caminando de la mano mientras reían, felices. En un puesto de comida, donde yacía un carrito de hotdogs, una señora comprándole un perrito caliente a su niña pequeña. Cuando el auto paró en un semáforo, vi como un hombre estaba sentado en la acera; sus ropas desgastadas, su aspecto un poco deteriorado y un carrito llenos de flores me hacían pensar que era un hombre buscándose la vida como podía. Aún así, parecía hablar felizmente con otro hombre. Como si no tuviera que preocuparse por un lugar donde dormir.
Todos parecían tan tranquilos y felices. Apuesto a que muchos de ellos tenían una vida sencilla, con familiares y amigos que los querían. Apuesto a que tenían problemas, y que aún así, sonreían. Apuesto a que muchos de ellos habían crecido con padres afectuosos y habían tenido una infancia agradable.
Apuesto a que no tienen padres que ocultan secretos y que te presionan para trabajar en una empresa solo para seguir el legado de una familia falsa, solo por el dinero.
Entonces recuerdo cuando conducíamos, conducíamos en tu auto
Velocidad tan rápida que sentí como si estuviera borracha
Las luces de la ciudad se extienden ante nosotros
Llegamos a nuestro destino y Egan paró el auto.
Y tu brazo se sentía bien envuelto alrededor de mi hombro
Él me guió.
Y tuve la sensación de que pertenecía
Hizo que cerrase los ojos.
Tenía la sensación de que podía ser alguien
Ser alguien
Ser alguien
—No puedo créerlo —musité, asombrada, cuando el chico a mi lado me permitió abrir los ojos.
—Sorpresa —rió Egan, dando unos pasos delante de mí. —. Feliz cumpleaños, Heather. Aunque un poco tarde.
Nos encontrábamos en un puerto, y frente a nosotros yacía un yate moderno completamente decorado con luces, esperando amarrado a las escaleras de madera a que subamos. Simplemente era genial.
—Egan —sonreí grandemente, emocionada—. No sé que decir.
—No digas nada, y solo sígueme —me ofreció su mano, al principio de las escaleras de madera, sonriente.
No lo hice esperar y caminé hasta él, sonriente. Acepté su mano y bajé con cuidado los tres escalones que me llevarían hasta la entrada del yate. Una vez ambos estuvimos dentro, me permití observar con detenimiento a mi alrededor. Aunque sonara extraño era la primera vez que me subía a un yate, y a decir verdad, me encantaba a pesar de que sentí cierto vértigo al principio.
El yate poseía un diseño minimalista, con sus colores mayormente neutros. El suelo estaba hecho de madera natural. En varias partes habían luces en forma de pequeñas bombillas amarillas que colgaban de las orillas del yate o en el techo, iluminando todo. También había una pequeña área de cubierta de bañados donde había un juego de sillones y mesa para disfrutar del sol y la vista al mar. Una pequeña cocina y mini bar con varios cócteles y bebidas encima. Todo eso estaba ubicado al aire libre, bajo las estrellas y con vista al mar. Luego estaban las cabinas, comedor interior, baños y el salón principal en el interior del yate. O eso supuse yo.
—¿Quién manejará el Titanic? —pregunté, bromeando, cuando Egan me hizo seguirlo hasta la cubierta delantera del yate.
—Navegar —corrigió, mirándome sobre el hombro, sonriente—. Y lo haré yo, desde luego.
Fruncí mi ceño, curiosa.
—Así que sabes navegar.
—Bueno, saber es una palabra muy fuerte, ¿no?
—No bromees conmigo o en este instante me tiraré al agua antes de que te introduzcas en pleno mar —advertí. Él soltó una carcajada que me contagió.
—Sé navegar, tranquila.
Ambos llegamos hasta el área de control del yate, donde había un sistema de navegación algo complejo y el timón. Antes de poner en marcha el vehículo acúatico, Egan me iba explicando todo lo que hacía. Primero revisó los sistemas como el combustible, electricidad y demás. Luego posicionó la palanca en neutral. Encendió la batería para que se activase los sistemas eléctricos antes de presionar el botón de arranque, provocando que el motor girara. Luego me explicó que se debía de calentar el motor antes de poner la palanca en marcha, momento donde aproveché a preguntarle en qué momento desató la cuerda que sostenía el yate al puerto.
—Ordené a alguien a que lo hiciera en cuanto subiéramos, así que de seguro ya podemos irnos —me respondió.
Egan finalmente movió la palanca hacia adelante y el yate comenzó a moverse a una velocidad algo rápida. Por instinto me agarré de su brazo debido al leve cosquilleo en mi vientre debido al vértigo. Aunque no me fue difícil acostumbrarme.
Él rió.
—Bien. Supongo que no nos hundiremos cual Titanic —dije al ver lo bien que manejaba el timón.
—Es una zona de aguas abiertas. Es imposible que nos encontremos con algún pedazo de hielo gigante —aseguró, riendo. —. Hagamos algo; sírvete a ti y a mí una bebida del bar en lo que yo guío esta bestia hasta el centro del mar, ¿bien?
—A la orden, capitán.
Me saqué mi abrigo y lo dejé colgado en una de las sillas del comedor, junto a mi bolso. Luego me dirigí al mini bar y observé las bebidas, pensando en lo que sería bueno.
Nunca había sido fan del alcohol realmente. Solo lo tomaba cuando habían eventos importantes y si se presentaba la oportunidad. Pero en ninguna de esas ocasiones había probado un whisky escócese, y esa botella estaba justamente en la barra. La tomé en manos y leí un poco de su contenido antes de buscar un sacacorchos. Expresé a través de mis muecas lo difícil que me estaba resultando aquello.
—¿Necesitas ayuda con... ? —Pum. El corcho salió disparando hacia Egan, quien se echó hacia un lado con unos reflejos impresionantes.
—¡Lo siento! —Me apresuré a disculparme con una sonrisa culpable.
Egan rió.
—No es la primera vez que intentan asesinarme con un corcho.
—¿En serio?
—Claro que no. Trae la botella, vamos.
Miré los vasos, dudosa, pero al final decidí hacerle caso y fui con él. Mientras Egan navegaba el yate como todo un profesional, le di el primer trago a la botella. El alcohol se abrió paso por mi garganta provocando una mueca en mi rostro. Jamás había probado un whisky escocés, pero descubrí que no me era asqueroso. Tenía un sabor agradable.
Le pase la botella a Egan.
—¿Cuánto más piensas adentrarte al mar? —pregunté, viendo como mi mejor amigo se empinaba la botella con una mano, sin dejar de manejar el timón con la otra.
Se notaba que él ya estaba acostumbrado a beber alcohol. Pues no hizo ni una sola mueca.
—De hecho, aquí estamos bien —decidió, devolviéndome la botella. Luego tomó la palanca y la colocó en neutro, provocando que el yate se detuviera y solo quedara flotando sobre las tranquilas aguas. —. Quería que tuvieras una mejor vista de las estrellas y de la luna. Y creo que lo he logrado.
Las luces del yate dejaron de ser tan cegadoras para pasar a ser suaves. Observé el cielo y contemplé, sonriente, los miles y miles de puntitos brillantes que nos rodeaban. Era una vista hermosa, sumando que en el agua se reflejaba la luz de una gran luna llena.
—Es hermosa, ¿verdad? —murmuré, refiriéndome a la luna.
—Lo es —respondió Egan. Sentí su mirada sobre mí, sin embargo no dejé de observar el cielo. —. Es muy hermosa.
Giré mi rostro hacia él levemente. Noté lo cerca que estábamos, nuestros brazos casi rozándose. Los ojos de mi mejor amigo poseían un brillo especial, o tal vez era la noche que los hacía lucir como tal. Sonreía con los labios cerrados y su mirada estaba fija en la mía. Le sonreí de vuelta y golpeé mi hombro con el suyo de forma amistosa.
—El que se emborracha primero, pierde —propuse, ofreciéndole la botella de whisky.
—Considérate perdedora, Evans —aseguró, dándole un gran trago a la botella.
Reí ante eso. Egan se dirigió hasta el panel del control del yate y apretó unos cuantos botones que desde mi posición no podía ver. Aunque de todas formas no habría sabido para que eran. No obstante, mis dudas se disiparon en cuanto una canción comenzó a sonar.
https://youtu.be/0wZZTII9mag
—No es cierto —musité, sorprendida de buena manera.
Egan sonrió y se dirigió hasta el mini bar. De ahí tomó una botella con una etiqueta blanca y la abrió sin dificultad alguna.
Tú eres mi fuego
Mi único deseo
—Te gustará —Me invitó a dar un trago a su botella.
La tomé con mi mano libre y le di la otra. Esta se diferenciaba por su envase claro y etiqueta de igual color, donde estaba descrita en letras cursivas el nombre de la marca. Era otro whisky escocés.
—Quieres hacerme perder —le reclamé en modo de broma, dándole un trago al líquido.
—Tal vez —rió.
Pero nosotros somos de dos mundos diferentes
No puedo llegar a tu corazón
—Es increíble que recuerdes esa canción —le dije, enternecida.
—Es una de tus favoritas, ¿no? —respondió, haciéndome una seña para que lo siguiera.
Juntos nos acercamos hasta el timón y Egan hizo que avanzara el yate para luego ponerlo en modo automático. Tomó mi mano libre y me guió hasta la proa del yate. Empinó la botella sobre su boca dándole un trago y me invitó a hacer lo mismo. Reí y lo imité.
Egan tenía razón. El sabor del whisky era una mezcla a miel y plátano. Dulce. Me encantaba.
Lo que pasó a continuación no estaba segura de si fue por el alcohol o el éxtasis de la música, pero el chico de cabello marrón se colocó detrás de mí e hizo que elevara los brazos, mientras él tomaba mi cintura.
Lo quiero de esa manera
—¿Yo soy tu fuego? —Comenzó a cantar cerca de mi oído—¿Tu único deseo?
Me animó a seguir la canción, riendo. Rodeé los ojos, divertida.
—Sí, lo sé. Es demasiado tarde.
—Pero lo quiero de esa manera —Cantamos los dos.
—Esta es una pésima imitación de Jack y Rose —grité para que me escuchara por encima de la canción, riendo.
—Una pésima y borracha imitación —secundó, dándole otro trago a su whisky. Hice lo mismo con el mío.
Si no fuera porque el yate poseía una barandilla en la parte delantera, justo donde estábamos, de seguro nos habríamos resbalado torpemente.
Egan me hizo dar una vuelta sobre mis pies sin dejar de cantar y reír. Debido a que el yate estaba navegando en modo automático, parecía que nosotros estuviéramos avanzando hacia la gran luna llena que teníamos en frente.
Ambos seguimos bailando y tomando de la botella del otro, disfrutando el cambio de sabores dulces.
Lo quiero de esa manera
Ahora puedo ver que nos hemos separado
de la manera en que solía ser
Sin importar la distancia
quiero que sepas
que muy dentro de mí
Di otra vuelta y quedé frente a Egan, mi pecho pegado al suyo.
—Tú eres mi fuego —siguió cantando, muy cerca de mis labios—. Mi único deseo.
—Egan —murmuré contra sus labios, sorprendida y algo mareada. Seguro por los efectos del alcohol.
No quiero escucharte decir
que no es nada más que angustia
Egan se alejó de mí y le dio un último trago a su botella antes de terminarla por completo. Él, a diferencia de mí, parecía estar perfectamente sobrio.
—Tanto alcohol con el estómago vacío nos caerá muy mal —dijo, haciéndome una seña para que lo siguiera.
Lo miré confusa antes de seguirlo, preguntándome que demonios había sido ese acercamiento tan... extraño. Y es que Egan jamás me había mirado de aquel modo. Y sin embargo, sea lo que sea que estuvo a punto de hacer, tal parece que lo pensó mejor y decidió alejarse.
Dime, ¿por qué no es nada más que angustia?
Ambos caminamos hasta el timón y Egan colocó el modo neutro para que, una vez más, el yate quedara flotando sobre el agua. Luego me hizo seguirlo hasta las cabinas, lugar donde había un gran comedor decorado con algunas velas y jarrones caros con rosas dentro. Encima de la mesa yacía todo lo necesario para que dos personas tuvieran una tranquila cena. Excepto la comida. Por lo mismo que supuse que nosotros cocinaríamos.
—Nuestra cena dependerá de lo que logres pescar del mar, linda —bromeó Egan, dejando la botella vacía encima de la ísla del yate. Le di un último trago a mi bebida dulce y alcoholizada, y la dejé allí.
—No nos comeremos a Ariel, Egan —Le seguí la broma, mirándolo con desaprobación.
—¿Y a Sebastian? Me gustan los cangrejos.
—No arruines mi infancia —solté una carcajada—. A lo mejor nos encontramos con algún tesoro perdido.
Egan caminó hasta la encimera, donde yacía un recipiente con cubos de hielo que mantenían las dos botellas sumergidas en ellos, frescas. Tomó una y la abrió.
—Bueno —Comenzó a decir, con una pequeña sonrisa—, podríamos bucear otro día si así lo quieres.
—¿En serio? —reí—. Ni siquiera sé nadar.
Egan me dio la botella. En cuanto leí la etiqueta supe que se trataba de una cerveza.
https://youtu.be/hpuWLJKaAsM
Comenzó a sonar una canción más lenta.
—Pero no te puedes perder la oportunidad de verme con un traje ajustado, ¿verdad? —bromeó—. Muchas querrían estar en tu lugar —fingió peinarse hacia atrás, galante.
Solté una carcajada y opté por darle un trago a la cerveza. Y Dios, el sabor dulce del whisky fue terriblemente reemplazado por el amargo y frío sabor de la cerveza. Definitivamente no era una de mis bebidas favoritas. Egan se burló de mi mueca.
Sino digo esto ahora, seguro romperé
Ambos comenzamos a cocinar una especie de pollo al curry entre bromas y carcajadas, picando verduras y el pollo. Egan se encargó de poner el aceite en el sartén y buscar los demás ingredientes que faltaban.
Perdona la urgencia, pero date prisa y espera
Mi corazón ha comenzado a separarse
—Asegúrate que el pollo no quede vivo, Egan —bromeé, observando como mi mejor amigo colocaba los trozos de pollo en el sartén. Anteriormente habíamos agregado cebolla, ajo, jengibre y curry. Entre otras cosas que yo recordaba que se usaba para el platillo.
—Mientras no nos salgan plumas, estará bien —rió.
—Déjalo veinticinco minutos —recomendé, apoyándome en la encimera de brazos cruzados—. ¿Sabes? No recordaba que supieras cocinar.
Oh oh
Se mi bebé
Yo te cuidaré
Egan se limpió las manos con una rejilla, sonriendo.
—No dependo totalmente de Nana, ¿sabes?
—¿Por qué? ¿Ya te peinas solo? —me burlé. Sonreí con nostalgia al recordar a la mujer que Egan consideraba como su mamá. Su verdadero nombre era Mary, y recuerdo que, cuando Daryl y yo éramos pequeños, ella siempre nos cocinaba todo lo que queríamos cuando íbamos a la mansión de Egan.
—Ella te manda saludos, linda. Siempre lo hace de hecho, pero olvido decírtelo —Se acercó a mí—. ¿Otra cerveza?
—Prefiero algo más dulce.
—Linda, yo no estoy en el menú —guiñó un ojo hacia mí.
Cuando pierdo el control, la ciudad da vueltas
Eres la única que lo sabe, lo ralentizas
Solté una carcajada ante eso, negando con la cabeza. Una vez todo estuvo listo, nos limitamos a sentarnos y comenzar a cenar. Ciertamente nos había quedado demasiado delicioso. Y claro que Egan no perdió la oportunidad para sacar a relucir su modestia al decir lo bueno que era para cocinar. Por ende dijo algo sobre ser bueno con las manos, haciéndome reír.
Me sentí tan bien en ese momento. Como si todos mis problemas y angustias hubieran desaparecido. Solamente eran risas confundiéndose con la música, bromas que solo nosotros entendíamos y las más honestas de las sonrisas, tan brillantes como las estrellas en medio de la oscuridad.
Ese momento se sintió como cuando sonríes después de llorar.
Y yo te cuidaré
En medio de las risas, Egan se puso de pie y me hizo señas para que hiciera lo mismo. Lo miré confusa, sin perder la sonrisa. Él me tomó de las manos y me invitó a ponerme de pie. Le hice caso y lo seguí fuera de la cabina, donde la música se escuchaba más fuerte.
No entendí lo que quería lograr hasta que posó una mano en mi cintura, y con la otra tomó la mía. Por ende puse mi mano libre en su hombro, riendo.
—Estoy un poco ebria —dije de pronto, soltando algunas risitas tontas.
—Yo también —Egan me miraba con una sonrisa, bailando conmigo.
—Puedo pisarte —le advertí.
—Es un riesgo que voy a tomar —bromeó en un tono de voz dramático —. Después de todo yo te emborraché.
—No es cierto. Estaba practicando para convertirme en degustadora de vinos.
—Está bien. Pero solo práctica bajo mi protección, ¿bien? —rió.
Egan me hizo dar una vuelta sobre mi lugar. Ambos nos movimos por todo el lugar disponible en el yate.
Yo te cuidaré
Después de ti
—Me estoy mareando —paré de golpe, riendo. Dejamos de bailar.
—Te vas a caer —Egan me sostuvo por la cintura cuando me desestabilicé. Me pegué a él de forma inconsciente, nuestros rostros quedando muy cerca. Ambos sonreíamos.
Oh, oh
Oh, oh
Se mi bebé
Mis manos quedaron en su pecho. No intenté alejarnos. Mis ojos habían encontrado en los suyos un brillo especial. Jamás los había mirado de cerca, ni detenidamente.
Egan poseía un azul oscuro que me recordaba al mar, contrario a los de Andrew, los cuales me recordaban al azul del cielo.
Has empezado a sentirte como en casa, sí
No había pensado en él en toda la noche.
Lo que es mío es tuyo para dejarlo o tomarlo
Lo que es mío es para que lo hagas tuyo
—Heather —murmuró de pronto Egan, borrando de a poco su sonrisa. Tal vez siendo consciente de que nuestras narices casi se rozaban, que solo unos peligrosos centímetros nos separaban.
No sé que fue lo que pasó en ese momento. No estuve segura de sí fue el alcohol que no me permitió pensar con claridad, o que simplemente actué sin pensarlo; pero acorté la distancia entre nosotros dos y tomé sus mejillas suavemente, buscando sus labios con los míos. Él no reaccionó rápido, tal vez lo tomé desprevenido. Sin embargo, cuando tomó mi cintura con firmeza y me pegó más a él, supe que él estaba tan equivocado como yo al besarme. O al menos yo lo sentí así. Pero, ¿por qué se sentía tan bien si se supone que solo éramos mejores amigos?
No fui capaz de separarme. Los labios suaves de Egan se movían lentamente sobre los míos, un ritmo tan cautivador. De pronto se sintió como si aquel beso fuera algo que él estuviera esperando por mucho tiempo. Mientras que yo solo me preguntaba que rayos estaba haciendo, y por qué no me separaba.
Intenté hacer un vago intento por separarme. Pero Egan no lo permitió; buscó mi boca y se adueñó de mis labios, profundizando el beso. No me resistí, pero llevé mis manos a su pecho. Él se separó de mí lentamente, pero aún así nuestros rostros quedaron muy cerca. Pegamos nuestras frentes, recuperando el aliento. Abrí mis ojos, mirando sus labios.
—¿Eso era parte de la sorpresa? —pregunté, solo para decir algo. Me encontraba confusa, sin saber que decir después de aquello.
—Debo decirte algo, Heather —murmuró, rozando su nariz con la mía. Su aliento fresco mezclado con alcohol se mezcló con el mío.
—¿Tiene que ver con el beso, verdad? —dije, temiendo lo que diría. Porque sí. Ahora lo suponía, y no estaba segura de sí quería saberlo.
—Creo que ese beso era lo que tenía que decirte —sonrió apenas. Lo miré, sin saber que decir —. Heather, yo... estoy enamorado de ti. De hace tiempo.
No puedo.
—Egan... —tragué saliva, alejándome un poco.
—Por favor, primero escúchame —rogó al ver que negué con la cabeza —; jamás quise decírtelo porque sabía que no me corresponderías.
»Y no pretendo que lo hagas ahora y en este momento. Pero yo... en serio me gustas. No sé cómo ni cuando pasó, pero te aseguro que desde entonces no he podido dejar de mirarte como algo más que mi mejor amiga.
—Egan, no puedo —negué rápidamente. Él no me dejó seguir hablando.
—Cuando tuve que irme a Canadá para seguir mis estudios ahí, lo vi como una oportunidad para dejar de quererte porque sabía que jamás pasaría nada entre nosotros.
—Y no pasará, Egan —interrumpí, mirándolo a los ojos, angustiada—. Escucha, ese beso fue un error y...
—Para ti lo fue —murmuró, triste —. Yo lo esperé por no sabes cuanto tiempo.
—No te veo de la misma forma —lo miré, nerviosa y apenada—. Sabes que te quiero mucho, Egan. En verdad lo hago y eres tan importante para mí pero...
—No soy suficiente, ¿verdad? —sonrió, sin gracia. Desvió la mirada —. No para ti, al menos.
Dudé en acercarme. De pronto todo se había vuelto tan incómodo. Demonios, ¿por qué lo besé? Me sentía como la peor amiga del mundo. Pues ni siquiera me había dado cuenta de que era yo quién solo veía amistad entre los dos.
—No digas eso...
—Es la verdad —frunció el ceño, aún sin mirarme—. Pero a fin de cuentas no es nada nuevo, ¿no? Parece ser que ni siquiera soy suficiente para mis padres.
»Y ahora tampoco soy suficiente para la chica que amo.
¿Amo?
—Egan —suspiré, buscando las palabras adecuadas. Pero no se me ocurrió nada. Y es que, ¿qué podía decir? De todas formas nada serviría. —, lo lamento.
Ambos nos fundimos en un silencio sepulcral. Solo se escuchaba el sonido sordo de las aguas moverse, pues incluso el yate estaba inmóvil. Habíamos pasado de reír a carcajadas y bailar bajo las estrellas, a ahora no saber qué más decir o cómo actuar. No obstante, cuando creí que ahora solo debíamos volver a la costa e irme yo a mi casa, las palabras de Egan fueron el principio de la fuerte discusión memorable que ambos tendríamos.
—Te gusta él, ¿verdad?
Dejé de mirar el suelo para mirarlo a él, confusa por su repentina pregunta.
—¿Qué?
Los ojos oscuros y sus cejas marcando una clara expresión de disgusto miraron hacia mi dirección.
—Te gusta tu maldito guardaespaldas —Ésta vez fue una afirmación. Una demasiado brusca.
—Egan, no sigas —Negué con la cabeza, abrazándome a mí misma. De pronto hacía mucho frío y yo había olvidado donde había dejado mi abrigo y bolso. Lo bueno es que la brisa fría ayudaba a disipar el mareo por el alcohol.
—¿Por qué? Solo estoy diciendo lo obvio —Dio un paso al frente, sin quitar la mirada de mí, su semblante luciendo cada vez más intimidante —. Sabía que esto pasaría; era imposible que no sucediera nada entre ustedes si pasaban todo el maldito tiempo juntos.
»Sabía que esa forma de actuar, tan sobreprotector, no era solamente porque era su trabajo cuidarte.
»Incluso lo confirmé aquella vez fuera de Solutions Evans.
»¡Yo lo sabía, Heather! Él se aprovecharía de tu vulnerabilidad. De tu depresión. Solo te está utilizando.
Egan jamás dejó de acercarse mientras decía todo aquello. Y ahora solo nos separaba apenas un metro de distancia. Y antes de que terminara de decir la última oración, yo ya había desviado la mirada, incapaz de sosténersela. No sabía la razón. Tal vez porque aún seguía descubriendo lo que sentía por Andrew.
—Si estás diciendo lo obvio, ¿entonces por qué eres tan masoquista al preguntarlo? —pregunté en un murmuro, con voz dura. No me gustaba la forma en que Egan se estaba comportando.
Jamás lo había visto de esa forma.
Está siendo rechazado, ¿no? Es normal.
Lo miré al terminar de formular la pregunta. Entonces la mirada molesta de Egan se desvaneció para dar paso a la tristeza, siendo transmitida por sus ojos.
—Quería escucharlo de tus labios, aunque eso terminara de destrozarme —admitió. Volvió a fruncir el ceño, volviendo a esa expresión de enojo contenido—. Aléjate de ese tipo, Heather.
—¿Qué? —No podía creer que me estaba dando órdenes.
—Elijeme —Pidió esta vez, casi suplicante. Me desconcertó su cambio de actitud. Él estaba haciendo todo para hacerme cambiar de opinión.—. Te prometo que soy el indicado para ti, Heather.
»Aún cuando he intentado reprimir lo que siento, es imposible. Solamente eres tú para mí. Y si me das una oportunidad, haré lo que sea, seré quién tú quieres que sea.
—Egan, basta —Quité mis manos de las suyas en cuanto intentó tomarlas, y retrocedí un paso—. Por favor, escúchate. No debes rogarle a nadie, cariño —suavicé mi voz, tomando su mejilla suavemente. Él estaba actuando de manera alterada, pero en el momento en que sus ojos se cristalizaron, mi corazón dolió. Él era mi mejor amigo después de todo. —. No debes rogar por amor, Egan. Jamás.
—Pero contigo vale la pena —murmuró.
Negué.
—No puedo amarte porque...
—Amas a Andrew —interrumpió, su ceño fruncido apenas, su voz frustrada.
Volví a negar, mirándolo a los ojos.
—Nada de esto tiene que ver con Andrew —aseguré. Sin embargo, pese a que mi voz se escuchó segura de lo que decía, mi mente me traicionaba. Mentirosa.
Egan se alejó de mí, sin querer mirarme. Pasó una mano por su cabello, frustrado. Parecía discutir consigo mismo mentalmente. Negó con la cabeza, mirando al mar. No pude hacer más que mirarlo desde mi lugar, triste. Culpable.
—No puedo —Lo escuché murmurar, negando con la cabeza.
—¿Qué cosa?
—Verte —Aquello volvió a hacer que algo doliera en mi pecho. —. No puedo seguir viéndote.
—Pero prometiste que...
—No puedo cumplirlo en este momento —interrumpió, elevando la voz. Aquello tampoco era fácil para él.
Sentí mis ojos humedecerse. Pero lo aceptaba. ¿Cómo no hacerlo? Lo lastimé. Y me odié mucho por hacerlo. Egan no hacía más que apoyarme en todo. En ayudarme. Él me quería.
Y yo le oculté lo que tenía con Andrew.
Sabía que yo no fui consciente de lo que él sentía por mí, pero aún así sentí que lo estaba traicionando de alguna forma.
Y ahora me tocaría investigar la muerte de mi hermano sola.
****
Espero que les haya gustado las canciones!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro