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Capítulo 23 | PAPARAZZI

(***)

Cariño, sabes que yo soy tu mayor fan

Te voy a seguir hasta que me ames

—Buenos días, Evans —saludó Marlon tomando asiento en un sofá de cuero negro individual.

—Buenos días, Doctor —respondí sin dejar de mirar el vaso medio vacío que estaba frente a mí, en aquella mesa de centro de vidrio. Aquella mesa separaba al sofá negro individual del que estaba yo, el cual era más grande.

—Lamento la demora. Tuve algunos problemas para llegar a tiempo —se disculpó mientras acomodaba su libreta en su regazo y presionaba la punta del bolígrafo para sacar la parte que usaría para escribir—. Pero ya estoy aquí. Dime, ¿cómo has estado, Heather? Ayer no viniste a tu terapia.

Sé que no estaba obligada a responder el porqué ya que solo fue una afirmación. Lo cual me hizo sentir más segura. No quería recordar nada de lo que había pasado el día de ayer.

—Creo que bien —respondí simplemente sin levantar la mirada.

¿ Será que el vaso está medio lleno o medio vacío?

—¿Hiciste el ejercicio que te dije la última vez? El de escribir tus sentimientos en un cuaderno.

Negué con la cabeza, y murmuré un simple "No".

—Ya veo —se quedó en silencio un momento, anotando algo en su libreta —. ¿Y hay alguna otra forma en que... te expresas? ¿Algo en que ocupes tu tiempo?

Lo pensé un momento recordando ciertas cosas—Sí. Dibujo y pinto.

—¿Y te gusta mucho?

—Me relaja y distrae mucho.

—Eso está bien, Heather —su tono de voz era amable, comprensible. Anotó algo en su libreta —. ¿Qué tal tus pensamientos? ¿Está todo bien entre tu mente y tú? ¿Cómo lo ves?

Mojé mis labios y jugué con mis dedos de forma nerviosa —A veces bien. Y otras no tanto, Doctor.

—¿Quieres contarme un poco sobre eso? —Me quedé en silencio ante su pregunta, sin saber cómo comenzar. Sí quería hablarlo con alguien, pero no sabía cómo explicar lo que sentía. Y tal vez Marlon pareció darse cuenta de eso, así que para ayudarme preguntó —: ¿En tus pensamientos está Daryl todo el tiempo?

—Solo cuando estoy sola y... recuerdo.

—¿Qué recuerdas, Evans? ¿La pérdida? —preguntó sin preocuparse de que eso pudiera afectarme en algo. Marlon Malak era directo a la hora de preguntar. Y al contrario de otras personas, no bajaba la voz y no había cierta duda al preguntar cosas que pudieran lastimarme. Y eso me gustaba; qué no me hablara como sí fuera a romperme.

Me recordaba a Andrew en cierta forma.

—No —respondí luego de un silencio—. No pienso tanto en la pérdida. Sino en como sucedió...

Marlon soltó un suspiro pero me dejó continuar.

—Pienso en cómo murió, que estaba haciendo antes de que alguien lo atacara; si estaría durmiendo o estudiando. Pienso en sí intentó defenderse y luchó para vivir, o sí no tuvo oportunidad alguna... —murmuré perdida en mis pensamientos, inclinada sobre mis piernas hacia adelante, mi vista fija en la mesa de vidrio pero lejos del mundo—. Pienso en sí le dolió mucho.

Marlon se quedó en silencio y prosiguió a anotar algunas cuantas cosas en la libreta.

¿Yo me sentiría medio vacía o medio llena? ¿Qué era lo que estaba sintiendo? Tristeza no era. Depresión menos.

¿Qué sentía entonces? ¿Qué era aquel sentimiento el de, irónicamente, no sentir nada?

—¿Crees que pensar en eso te hará sentir mejor de alguna forma? —preguntó. Cualquier otra persona lo miraría con incredulidad ante la pregunta tonta y diría "claro que no". Pero Marlon lo preguntaba porque en serio quería saber la respuesta; que era lo que pensaba yo.

Negué lentamente—Me siento impotente. Enojada. No tener respuesta para ninguna de esas preguntas me hace sentir... no lo sé. Quiero venganza.

El doctor Malak negó con la cabeza repetidas veces.

—No, Heather. No puedes permitir que ese pensamiento dañino invada tu mente. Sí bien es entendible lo que sientes, no debes dejar que se expanda porque al fin y al cabo, solo te hará sentir peor.

Solté un bufido.

—Ni siquiera me dicen que fue lo que pasó exactamente. Fueron varios investigadores a la mansión. Y nadie me dice nada. Nadie. Y eso me molesta.

»¿Acaso no tengo derecho a saber del tema? ¿De qué le hicieron a mi hermano?

Sentí la mirada de Marlon sobre mí—No en tu estado, Heather. Estás muy sensible a todo.

—¡No lo estoy, maldita sea! ¡Quiero que dejen de tratarme como si fuera una muñeca de porcelana! —exclamé mirándolo por primera vez en toda la terapia. Sentí mis ojos picar, amenazando con soltar estúpidas lágrimas. Por eso mismo no era capaz de mirarlo. Y cuando mis ojos se encontraron con los de Marlon, entendí que él no mentía. Me di cuenta, al levantar la voz y perder los nervios de un momento a otro, que lo que decía era cierto.

—Cuando digo que estás sensible, Heather —empezó él, sin inmutarse ni dejar de mirarme —, no me refiero simplemente al hecho de llorar.

»Tus cambios de humor repentinos son signos de estrés y ansiedad. Dime, ¿te enojas fácilmente? ¿Estás tranquila y luego sientes ganas de llorar? ¿Te sientes irritada de pronto?

Fruncí el ceño y volví a bajar la mirada.

—Tal vez... No soy capaz de reprimir nada de lo que siento ahora. Antes lo hacía pero... han pasado cosas, Doctor. Y siento que hay situaciones que me superan.

Tragué saliva para deshacer el molesto nudo en mi garganta. Me odiaba por llorar tanto. ¿Por qué lloraba tanto?

—Entiendo. ¿Quieres contarme cuáles son esas cosas?

—No —negué sin pensarlo.

No quería. Me aterraba hablar sobre eso. Quería evitar pensar en que alguien había querido matarme dos veces ya.

Me sentía enojada pero también temerosa.

Pensar en que no serían las últimas veces me ponía nerviosa y ansiosa. Incluso un poco paranoica. Recuerdo la forma en que me había mirado Andrew en la mañana cuando me negué a dar un paso fuera de la mansión; completamente aterrada.

¿Y sí volvía aquel hombre, el que aseguraba ser el asesino de Daryl? Él me seguía a todos lados. Al menos eso me había dicho. ¿Y si ahora mismo estaba fuera del edificio?

—Ya veo. ¿Crees que esas situaciones te causan estrés o ansiedad? —preguntó atento a mis expresiones.

Solté un largo suspiro. Me sentía cansada. No sabía si por el hecho de que no había podido dormir nada o se debía a que mis nervios estaban acabando conmigo.

Tragué saliva antes de responder—Pánico. No quiero volver a pasar por eso.

—¿Crees ser capaz de encontrar la solución tu sola?

El Dr. Malak no sabía el nivel de gravedad de aquellas situaciones. Tal vez creía que tenían que ver con mi sentir por la pérdida de Daryl. Porque estaba segura de que no se imaginaba sobre los intentos de homicidio hacia mí. Al menos así lo consideraba yo, porque de no haber sido capaz de escapar de aquel hombre no quería imaginarme que habría pasado.

«El hombre al que más amarás en un futuro»

¿Qué quiso decir con eso? ¿Qué tan loco estaba como para soltar unas palabras así de repente? No era capaz de comprender nada. Tampoco quería hablar sobre eso. Aunque estaba segura de que luego me arrepentiría.

—No lo sé. Solo sé que no quiero hablar de eso porque... tengo miedo —admití con cierta vergüenza —. Pero tal vez sea capaz de enfrentarlo sola. Tal vez.

Marlon se quedó en silencio y anotó algo en su libreta. Pero esta vez se tardó más. Luego de unos segundos en silencio en que creí que las paredes se achicaban, habló:

—Del uno al diez, ¿qué tan bien llevas la pérdida de tu hermano?

Lo pensé un momento.

Su recuerdo aún dolía. Pero por lo menos no me daban ganas de llorar descontroladamente cada vez que lo recordaba. Es decir, incluso cuando pasaba por su cuarto, el cual estaba cerrado con un llave que mi madre poseía, solo me invadía un sentimiento de nostalgia, o melancolía. No estaba segura. Pero no era tristeza en sí.

Es como si hubiera aceptado su muerte de alguna manera. No dolía. Pero me daba rabia. Cada vez que recordaba la manera en que mi padre hablaba de él tan fácilmente, me molestaba. Incluso cuando mi madre solamente se encerraba en su habitación sin decir nada. O las palabras de Isaac...

¿Qué era lo que me molestaba exactamente? ¿La muerte injusta de Daryl? ¿O la forma en que nadie parecía sufrir como yo?

—Cinco, tal vez. —respondí finalmente. Tenía ganas de terminar con aquello de una vez. Quería irme a casa.

—Ese es un gran número. Aunque no lo creas, Heather—sonrió levemente —. ¿Tú qué crees que necesites para poder alcanzar el resto y sentirte bien?

Venganza.

—Tiempo —contesté sin embargo—. Solo necesito tiempo. Y terapia, claro.

Pero ni siquiera yo creía lo que estaba diciendo. No quería tiempo. El tiempo no me traería de nuevo a mi hermano. Tampoco la venganza, pero por lo menos podría traerme un poco de paz encontrar al asesino y hacerlo pagar, ¿verdad?

Y en aquel momento, ahí sentada frente al psicólogo Marlon Malak, me di cuenta de lo que estaba sucediendo a mi alrededor. Fue como estar encerrada en un cuarto oscuro por días, sin poder ver nada. Y de pronto una puerta se abría, demostrando una luz que me permitía ver a través de aquella puerta una escapatoria a mi mente trastornada; una solución.

—Es todo por hoy, Evans —dijo Marlon en un tono de voz suave, cerrando la libreta. Alcé la mirada y lo ví observarme con una sonrisa amable—. Has aceptado que necesitas ayuda cuando en la primer sesión no la querías. Eso es un gran paso.

»Sin embargo te cuesta hablar sobre ciertas cosas, y pienso que eso es algo de lo que necesitas desahogarte. Sí no quieres contarme por ahora, deberías hacerlo con alguien más al que le tengas confianza. Y si no te sientes lista para hablar sobre aquellas situaciones que no puedes controlar porque no puedes explicarlas, te recomiendo escribirlo.

»¿Crees que puedas hacerlo ésta vez? Plasmar tus sentimientos y pensamientos en una hoja.

—Tiene toda la razón, Dr. Malak —asentí mientras me ponía de pie.

—Llámame Marlon, Evans —pidió imitándome. Me regaló una sonrisa—. Ya nos conocemos de hace años.

Sonreí apenas—Está bien.

Él me guió hasta la puerta de su consultorio y la abrió para mí. Los dos salimos de aquel lugar y caminamos por el pasillo hasta llegar a la sala de espera dónde habían varias personas esperando su turno con el psicólogo. Busqué a mi guardaespaldas con la mirada y lo encontré de pie apoyado en una pared, lejos de los demás. Se encontraba de brazos cruzados y su mirada estaba fija en el suelo. Parecía estar pensando en algo o debatiendo con él mismo algo a juzgar por el ceño levemente fruncido. Andy estaba tan metido en su mundo que era totalmente ajeno a las miradas y sonrisitas significativas que algunas chicas y mujeres le dedicaban aprovechando su distracción.

Y entonces yo también me permití observarlo con detenimiento solo por unos pocos segundos; Andrew era un hombre realmente atractivo. Parecía el típico chico badboy con esas ropas y tatuajes, pero estaba segura de que era su vibra masculina lo que atraía miradas; esa forma de caminar entre las personas con una seguridad envidiable, su mirada afilada y su tono de voz tan varonil e intimidante era todo lo que una mujer quería. Y tal vez los hombres también.

Es ahora cuando me daba cuenta de lo mucho que me había acostumbrado a estar con mi guardaespaldas, a que me siguiera a todas partes y me protegiera. Y tal vez también en aquel momento, ahí observándolo, las palabras de Leila en la fiesta resonaron en mi cabeza.

Estaba segura de que la vieja Heather se le habría insinuado sin pudor alguno. Pero ahora no era capaz de sentir atracción sexual por alguien tan guapo como él. Sin embargo, luego de las palabras de Leila, tampoco era capaz de controlar cierta atracción que sentía por él.

Pero jamás podría ver de esa forma a Andrew. Y tal vez solo me sentía confundida por el sentimiento de proyección y seguridad que él me brindaba, siendo la verdad de que ese era su trabajo solamente. Y no había nada más.

—Andy —lo llamé cuando Marlon y yo estuvimos lo suficientemente cerca de él. Entonces aquel chico alto nos observó con desconcierto, aunque rápidamente volvió a recomponerse.

—Buenos días, Andrew. Lamento haberlos hecho esperar —se disculpó Marlon con una sonrisa culpable.

Andrew carraspeó y se alejó de la pared.

—No hay problema, Marlon. Después de todo, ayer no vinimos como lo acordamos.  —luego me miró—. ¿Ya terminaron?

Asentí—Sip. Ya nos podemos ir.

—Antes de eso —intervino el psicólogo—: Tengo entendido que tú eres el guardaespaldas de Heather, ¿no? Bruce me lo dijo.

Andrew se encogió de hombros con indiferencia—Sí lo dijo Bruce debe ser cierto.

Lo miré sorprendida y abochornada por el tono de voz sarcástico que usó. ¿Cuál era su problema? Mas Malak no pareció sorprendido ni disgustado. Tal parecía que ya estaba acostumbrado.

—Solo quiero decirte que me parece necesario hablar con Bruce o Lindsay —dijo Malak de pronto y una curiosidad me invadió —. Sí bien Heather es mayor de edad, creo estaría bien mantenerlos al tanto de la situación.

—¿Tan mal está? —Andrew me echó una mirada curiosa de reojo. Lo miré mal. ¿Qué insinuaba?

Entonces Marlon soltó un suspiro y volteó a ver a ambos lados un momento. Como si no quisiera que los demás escucharan excepto Andrew, y tal vez yo.

—Foster, conozco a los padres de Heather. En especial a Bruce, y yo solo quiero ayudarla a ella —me miró con cierta pena, y luego a Andrew de forma seria—. Creo que tú también conoces a Bruce y sabes lo duro que puede llegar a ser.

»Y esto no lo digo como psicólogo, sino como un hombre que se encariñó con los hermanos Evans y los consideró sus hijos; y me parece que hasta tú sabes que Heather está sensible y su estado podría empeorar si es forzada a ser ciertas cosas. El estrés en está situación no es para nada bueno.

Andrew se quedó en silencio. Yo también. Miré con agradecimiento a aquel hombre por querer ayudarme a sentirme mejor. Pero sabíamos que sí yo seguía en esa casa era poco probable que pudiese curarme mentalmente. Aunque de todas formas le agradecí con una leve sonrisa el intento.

Marlon Malak siempre había demostrado ser cariñoso y comprensivo con Daryl y yo cuando éramos unos niños y nuestros padres creían que era bueno tener un psicólogo familiar. Pues en realidad mi hermano y yo nos sentíamos decaídos por la falta de cariño y atención de nuestros padres. Y cuando Marlon llegó para escucharnos y darnos consuelo y aquello que todo niño quería, rápidamente le tomamos cariño.

Hasta que llegó un día en que papá decidió que no quería que nos volviera a ver.

—Está bien —aceptó Andrew en un murmuro. Clavó su mirada en Marlon—. Le diré los señores Evans que usted los quiere ver.

Marlon asintió con una sonrisa—. Nos vemos el próximo martes, chicos.

Ambos nos despedimos de él y entonces partimos fuera de aquel edificio. Lo curioso de todo es que Andrew ya no usaba su propio auto para transportarnos de un lugar a otro; sino que usaba uno de los autos que le correspondía a los hombres de seguridad provenientes de mi padre. Nunca le pregunté porqué ya que se me hacía irrevelante.

—¿Por qué estás mirando para todos lados como loca? —su pregunta me sacó de mis pensamientos y me obligó a posar mi mirada confundida y nerviosa en él.

—No sé de qué hablas.

—¿Crees que soy tonto? —se detuvo antes de llegar hasta el auto.

Era solamente un metro. Pero deseaba acortar la distancia y meterme en la seguridad del auto cuánto antes.

Paré de caminar y apreté mis labios en una mueca angustiada. Los ojos de Andrew parecían ser un detector de mentiras. La forma en que me miraba esperando una explicación me ponía nerviosa. No quería tener que contarte el porqué. No tan pronto al menos.

Así que fingí demencia.

—Tal vez estés siendo paranoico, Andrew —me encogí de hombros y le resté importancia. Cuando abrí la puerta del copiloto e intenté meterme al auto, el pelinegro me tomó de un brazo deteniéndome.

—Quién está paranoica es alguien más, Heather —aseguró, perdiendo la paciencia—. Deja de intentar engañarme. Incluso cuando te negaste incontables veces a salir de la mansión para venir aquí me di cuenta de que estás actuando como loca.

»No dejas de mirar a todos lados como si tuvieras miedo a que algo o alguien te haga daño.

Tragué saliva y desvié la mirada. Mi silencio fue suficiente para confirmarle a Andrew que lo que decía era cierto. Sin embargo no parecía quedarse satisfecho con eso; estaba dispuesto a obligarme a hablar.

—Heather —me llamó. No lo miré en ningún momento, y eso pareció impacientarlo—. Evans, mírame ahora mismo.

—¿Qué? —inquirí con molestia fingida, mirándolo finalmente.

Andrew se quedó en silencio un momento. Fue incómodo para mí. Con sus ojos parecía leer hasta mi alma, o tal vez era yo la que así lo veía debido a los nervios.

—¿Qué pasó aquella noche? —preguntó de pronto, dando justo en el clavo.

—No pasó nada, Andrew —rodé los ojos e intenté meterme de nuevo al auto. Sin embargo él fue más rápido y cerró la puerta del auto, sobresaltándome—. ¿Pero qué te sucede?

—Cuando llegué por ti a esa casa habían problemas. No creo que se deba a la llegada de la policía ya que no había llegado hasta minutos después —dijo ignorándome. Ante mi silencio soltó un suspiro y volvió a preguntarme—. ¿Qué fue lo que pasó anoche, mientras estabas de fiesta en la casa de alguien más? ¿Por qué desde ese momento estás más callada y te ves más ansiosa?

»No soy estúpido, Heather. No me hace falta pruebas para saber que allá pasó algo malo. Pero lo que no entiendo es porqué no quieres hablar de eso.

Nuevamente no dije nada. No supe qué. Mi mente estaba en constante debate sobre sí decirle o no. Pero la cuestión era, ¿por qué no quería decirle a Andrew lo que había sucedido? ¿Por qué no contarle a mi guardaespaldas sobre el asesino cuando estaba segura de que él me protegería ya que era su trabajo? ¿Se debía a que aún estaba en una especie de shock?

Mi mente era un desastre. Por alguna razón no quería hablar con nadie. Solo quería mi tiempo para pensar en todo eso. Y por algún extraño motivo supe que quería arreglar todas las cosas por mi propia cuenta, ignorando lo mal que podía terminar.

Y por eso mismo, al llegar a la mansión, me dispuse a averiguar ciertas cosas que hasta el momento había ignorado gracias a que estaba demasiado ocupada sufriendo el asesinato injusto de mi hermano, que nunca se me había ocurrido tomar venganza por mano propia.

Después de todo, ¿qué más me quedaba?







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La canción es pa' el asesino misterioso

Quería aclarar que a veces se encontraran con "-" cortitos porque wattpad me los cambia cuando actualizo desde el celular. Pero la mayoría de veces lo hago desde la notebook.

—Blue

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