Capítulo 21 | ANOTHER LIFE
Porque la ficción del amor es la verdad de nuestras mentiras
Lo que pasó de ser "el último y ya" se había convertido en "otro, uno más, otro más, el último, ésta vez será este y ya". No había parado de tomar un vaso de vodka con sabor a frutas uno detrás de otro mientras reía con algún desconocido y bailaba en la pista con mis amigas. Mis piernas se sentían débiles y a veces me mareaba tanto que terminaba por apoyarme en mis amigas. Sin embargo en algún momento las había perdido de vista y me encontré bailando sola en medio de desconocidos, con las luces de colores molestando mi visión y la música retumbando en mis oídos.
Tenía calor. Mi vestido se sentían más apretado y posiblemente se me había subido hasta más allá de los muslos. Las tiras de mi sostén estaban a cada lado de mis hombros. Pero eso no impidió que siguiera bailando. Sin embargo llegó un momento en el que no pude más y me balanceé hacia atrás. Posiblemente me habría llevado un buen golpe de no ser porqué unas manos sujetaron mi cintura firmemente evitando que cayera.
Un cuerpo se pegó a mi espalda y una boca se acercó a mi oído.
—¿Cuánto más me harás esperar, preciosa?
Reí tontamente y bailé contra el pecho de Isaac, pegando mi trasero a su cuerpo, restregándome.
—Guíame tú.
Entonces tomó mi mano y nos alejamos de toda la gente justo cuando estaban amontonádose para ver algo. Logré identificar a Leila y Jack en medio, por lo que supuse que ya estaban por competir. Y me lo perdería. Por lo que esperaba que valiera la pena.
Isaac me guío hasta subir las escaleras las cuales me ayudó a subir ya que yo veía doble todo. Reí de forma estúpida cuando él pellizcó mi trasero. Nos adentramos a una de las habitaciones e Isaac no tardó en venir por mi boca. Solté un gemido lleno de sorpresa y deseo al sentir su dureza en mi parte íntima. Sus manos viajaron hasta el final de mi vestido y lo subió hasta mi cadera para después estrujar mis muslos con deseo, pegándome más a él.
—Isaac —gemí contra su boca, sin aliento.
—Espero que lo grites fuerte —habló con voz ronca y me cargó entre sus brazos volviendo por mi boca de nuevo. Enredé mis piernas en su cintura y caminó conmigo hasta la enorme cama donde me arrojó y se colocó encima de mí.
Solté un gemido cuando sus labios se dirigieron a mi cuello y sus manos se colaron debajo de mi vestido hasta subirlo y sacarlo por completo. Tomé su rostro entre mis manos y lo besé con lujuria mientras desabotonaba su camisa hasta sacarla y retiraba el cinto de su pantalón. Isaac gimió contra mis labios cuando masajeé su miembro que buscaba atención.
—Muñeca —soltó con voz ronca mientras frotaba mi parte íntima con sus dedos por encima de la ropa interior.
Y entonces a mi mente vino de golpe cierto pelinegro lleno de tatuajes y ojos azules. Paré de hacer lo que hacía aunque a Isaac no pareció importarle y siguió tocándome.
¿Qué estaba haciendo?
¿Por qué no estaba Andrew?
—Te follaré duro, ¿oíste? —Isaac no parecía darse cuenta de que había dejado de sentirme caliente. Por el contrario seguía mordisqueando mi cuello y lamiéndolo mientras estrujaba mis pechos.
Dios. Estaba muy ebria. Todo me daba vueltas. Y tenía calor. Pero no un calor de forma sexual, sino calor de... ¿calor?
—Isaac —murmuré, queriendo colocarme mi ropa de nuevo. Miré la habitación en que me encontraba y me pregunté de nuevo: ¿Qué era lo que estaba haciendo?
¿Y mi hermano? ¿Por qué Daryl me había dejado venir sola con un desconocido a este cuarto?
Isaac retiró mis bragas en un movimiento rápido y comenzó a masturbarse delante de mí mientras me miraba con deseo. Yo, por el contrario, estaba confundida. Tenía ganas de dormirme, pero estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no hacerlo y quedarme sola con Isaac.
Él era un desconocido.
¿Desde cuándo me importaba?
¿Por qué no podía disfrutar de esto como antes solía hacerlo?
Demonios. Tenía calor y estaba mareada.
—Isaac, detente —comencé a lloriquear cuando sentí la punta de su pene en mi entrada para nada lubricada. Él se detuvo y me miró confundido.
—¿Qué?
—¿Dónde está mi hermano? —pregunté, arrastrando las palabras —. ¡Él no me dejaría estar aquí contigo!
Ni siquiera sabía porque estaba diciendo aquello. Lo único que sabía era que estaba confundida y ebria. Mi lengua ya se sentía pesada y mis párpados también.
—¿De qué estás hablando, Heather? —él intentó tocarme de nuevo, pero alejé sus manos de un manotazo tonto —. ¿Qué mierda?
—¡No me toques, imbécil!
—¡¿Qué demonios...?! —se alejó de mí con el ceño fruncido —. ¡¿Me estás jodiendo?! ¿Por qué estás llorando?
—¿Dónde está mi hermano? ¿Dónde está Daryl? ¡Llámalo y dile que venga! —No sabía en qué momento había comenzado a llorar. Pero sin duda aquello no era agradable para el chico de ojos verdes que me observaba con frustración.
—Estás demasiado ebria, Heather —soltó un suspiro—. Ya decía yo que era muy bueno para ser verdad. No podía simplemente follarte y ganar esa apuesta.
Lo miré con sorpresa y dolor—. ¡Eres un cerdo, maldito bastardo!
—¡Y tú una puta loca!
—¡Vete y llama a mi hermano, imbécil! ¡Daryl! ¡Daryl! —comencé a lloriquear mientras me alejaba de Isaac hasta que mi espalda chocó con la cabecera de la cama. ¿Dónde estaba mi hermano? ¡Sí él siempre me acompañaba a cada fiesta! ¡Jamás dejaba que fuera sola!
—¡Tu hermano está muerto, maldita sea! —Y aquello me cayó como un balde con agua fría. Era cierto. Demonios, era cierto.
—¡Llama a Andrew! ¡Dile a mi guardaespaldas que venga entonces! —exigí con dificultad debido al mareo que sentía. Supe que pronto caería dormida. Y honestamente no quería quedarme con este bastardo.
Isaac me observó con enojo y comenzó a vestirse rápidamente, ignorando mis sollozos.
—Creí que sería más fácil follarte si estabas ebria. Pero solo te volviste más depresiva. Aunque, ¿sabes qué? Les diré a todos que me follé a Heather Evans y de todas formas ganaré esa puta apuesta.
—¡Imbécil! ¡Cerdo! ¡Bastardo! —me arrojé hacia él para golpearlo en el pecho con mis puños. Todo mi cuerpo se sentía pesado de pronto y supe que no le estaba haciendo ningún daño.
Isaac me empujó fácilmente y caí de nuevo sobre la cama, con nada más que mi sujetador puesto, las lágrimas corriendo por mis mejillas y mi dignidad por el suelo.
—Estás loca. No puedo creer que has pasado de ser la envidia de muchas a... esto —me miró con burla y salió de la habitación, dejándome completamente sola.
Solo pude escuchar el ruido de la música y algunas personas disfrutar de la fiesta de allá abajo. Aproximé mis piernas mi pecho y me abracé a mí misma buscando un consuelo.
Recordé las palabras de Andrew: «Solo buscas la lástima de los demás para sentirte mejor». Y dolió. Dolió como nunca.
Quise a Daryl conmigo. Quería a mi hermano cuidándome. Quería que... no sé. Algo.
Bajé de la cama y al ponerme de pie mis piernas se sintieron débiles, cosquillas me recorrieron por ellas y casi caí al suelo duro y frío. Pero logré mantenerme en pie y caminé hasta mi ropa, busqué mis bragas y mi vestido y me lo coloqué a duras penas. Solo para después sentarme en la cama y mirar hacia el suelo, llorando en silencio.
No sé cuánto tiempo pasó. Me ví a mí misma llorando sola mientras los demás se divertían allá abajo. Ni siquiera sabía si mis amigas habían notado mi ausencia o si Isaac en verdad hablaría de los demás como si yo fuera una puta. Aunque lo era antes por lo menos.
¿Pero por qué ya no quería que fuera así? Traté de recuperar mi vieja vida con el objetivo de olvidar que habían asesinado a mi hermano, y fallé. Solo me sentí más miserable. Me sentí más sola que nunca.
—Heather.
Pegué un brinco en la cama y giré mi rostro. Las lágrimas se cortaron de pronto y me sentí palidecer: ahí, en una esquina de la habitación oscura, yacía la figura de un hombre en pie. Vestía completamente de negro y noté que poseía un pasamontañas. Rápidamente me paré sintiendo el terror recorrerme de pies a cabeza.
La ventana estaba abierta, por lo mismo que deduje que había entrado por ahí de alguna forma.
—¿Quién eres? —tartamudeé, temerosa y casi tambaleándome por el movimiento brusco de haberme puesto de pie.
El hombre no contestó. No esperé a que lo hiciera en cuanto dio un paso hacia adelante, corrí hacia la puerta pero por obvias razones terminé en el suelo.
—Por favor —supliqué mirándolo desde abajo como se acercaba lentamente hacia mí —. Yo no sé quién eres, pero no me hagas daño.
No dijo nada. Me era imposible ver su rostro. Solo se limitó a acercarse a mí y ponerse de cuclillas, intenté alejarme de él pero mi espalda chocó contra la pared. Estaba acabada.
—Heather —repitió en un tono de voz profundo. Se me hizo familiar, pero debido a mi estado de embriaguez me era difícil concentrarme en su voz y no en lo que me pasaría ahora.
—¿Cómo sabes mi nombre? —pregunté llena de pánico.
—Yo lo sé todo de ti —murmuró, su voz sonando atrapada entre el pasamontañas.
Iba a morir. Fue lo primero que pensé.
—¿Quién eres? —no respondió. Solo acercó su mano a mi rostro y por inercia lo giré para evitar que me hiciera daño. Él acarició mi mejilla lentamente y sus dedos resguardados por unos guantes negros ajustados, rozaron mis labios temblorosos.
—Álejate de él —pronunció con un tono de voz que me envió escalofríos por todo el cuerpo.
—¿Q-Qué?
—¡Álejate de él! —repitió en un grito que me sobresaltó e hizo que derramara un par de lágrimas. El hombre alejó su mano rápidamente de mí y negó con la cabeza varias veces —. No, no, no. No llores. Perdóname, Heather. No quise gritarte, preciosa.
Su tono de voz me recordaba a uno de esos maniáticos manipuladores con problemas de bipolaridad. Tan... escalofriante. Una voz llena de oscuridad disfrazada de dulzura.
—¿Vas a matarme? —pregunté en un murmuro.
Él negó con la cabeza, en silencio.
—¿Quién eres?
—El hombre al que más amarás en un futuro.
Sus palabras fueron shockeantes. Me desconcertaron por completo y entonces me pregunté de que manicomio se había escapado. ¿Y si esto era una broma? ¿Y si todo esto había resultado ser una broma?
—Vi lo que ese chico te hizo —dijo de pronto aquel hombre, aún de rodillas frente a mí —. Vi como hizo llorar a mi chica.
—¿Te refieres a Isaac? —pregunté casi con incredulidad.
—No me gusta que toquen lo que me pertenece, Heather —su voz siempre se mantenía en un tono de voz bajo. Tal vez por el pasamontañas. Pero hablaba casi con una tranquilidad escalofriante.
Tragué saliva con dificultad.
—¿Por qué estás aquí?
—Siempre estoy observándote. Siempre te sigo a todas partes.
—Si esto es una broma no es gracioso —dije con falsa valentía tratando de ponerme de pie. Lo hice y él hizo lo mismo.
—No es una broma.
—¡Estás loco! ¡Déjame en paz! —corrí hacia la puerta y entonces sentí un agarre fuerte en mi brazo que me impidió salir. Él me jaló hacia atrás y volví a caer hacia el suelo de espaldas.
—¡No me obligues a hacerte daño, Heather! ¡No quiero hacerte daño! ¡No quiero! ¡No quiero! —negaba con la cabeza repetidas veces mientras cubría su rostro con sus manos en una acción llena de frustración como si buscara controlarse.
Él estaba loco, demonios.
—¿Tú... —se me ocurrió preguntar algo cuya respuesta temía —... eres el asesino de Daryl?
Rogué en mi mente porque la respuesta fuera negativa. Esperé que aquel hombre se soltara a reír a carcajadas y se quitara el pasamontañas, asegurando que todo se trataba de una broma por parte de mis amigas o, dificilmente, de Isaac. Sin embargo, para mi mala suerte, él asintió en silencio. Y sentí como mi cuerpo se congelaba por completo. El pánico apoderándose de cada parte de mi ser. Solo hizo falta un débil asentimiento con la cabeza para hacer que mis piernas reacionaran por sí solas y me llevasen hasta la puerta. El hombre no alcanzó a agarrarme y salió detrás de mí.
Corrí por el enorme pasillo desolado echando miradas rápidas hacia atrás para verificar si aquel hombre me seguía. Y efectivamente lo hacía, sus pasos piśandome los talones a una velocidad impresionante. Grité y grité por ayuda pero la música se escuchaba por encima de mis gritos desesperados. Mis piernas amenazaban con traicionarme, mi vista se duplicaba y mi cabeza me daba vueltas.
Hasta que finalmente caí sin tener tiempo de apoyar mis manos contra el suelo; mi rostro se llevó la peor parte y no tardé en sentir el sabor metálico en mi paladar. Solté un grito ahogado cuando sentí un jalón hacia atrás en mi tobillo y me giré encontrándome en el asesino cara a cara. Su mano tapó mi boca impidiendo que cualquier grito se escapase y se colocó encima de mí.
—¡No huyas, maldita sea! ¡No me obligues a hacerte daño como a Daryl! —exclamó fuera de sí, molesto, y me tomó de los brazos para evitar que me moviera.
—¡Déjame imbécil! ¡No me toques! ¡Taylor! ¡Leila! —grité en vano cuando aparté su mano de mis labios a la vez que me removía en sus brazos—. ¡Alexa! ¡Sabri! ¡ALGUIEN AYÚDEME!
Y me golpeó. Su mano impactó contra mi mejilla izquierda provocando que girara el rostro por la fuerza. Mis lágrimas cayeron y mi piel ardió.
El asesino se echó hacia atrás con sorpresa y comenzó a negar con la cabeza, arrepentido.
—Lo siento, lo siento, lo siento. Perdóname, muñeca. Por favor, no quise hacerlo.
—¡HEATHER!
Él miró a alguien detrás de mí y yo hice lo mismo.
Alexa nos miraba junto a un chico, el desconcierto y terror estaba plasmado en el rostro de ambos.
—¡Ayúdame, Alex! —supliqué y el chico no tardó en salir disparado de allí mientras gritaba por ayuda a sus amigos.
Pronto llegaron más chicos y amigas, y el asesino emprendió una corrida hacia el lado contrario para escapar siendo perseguido por los chicos. Quise ver por donde se había ido pero mi vista fue impedida por mis cuatro amigas; quiénes me abrazaron y me llenaron de preguntas para asegurarse de que no estaba lastimada. Por mi parte no pude responder a casi nada ya que estaba en una especie de shock por haberme encontrado con alguien así de... raro. Y loco.
Taylor fue la primera en disculparse conmigo por haberme dejado sola y Alexa, Sabrina y Leila también se vieron arrepentidas. Me ayudaron a ponerme de pie y caminé con un poco de dificultad hasta el baño con ayuda de ellas. Los demás invitados murmuraban cosas y algunos estaban atemorizados de que pudiera volver aquel extraño hombre.
—¡Hijo de puta! —exclamó Alexa cuando terminé de contar lo que había sucedido con Isaac. Gracias al agua fría en mi rostro logré despabilarme un poco y ya me sentía mucho más sobria después de aquel susto. Aunque mis piernas se sentían débiles. Yo estaba sentada en el retrete con la tapa cerrada mientras que las chicas estaban a mi alrededor escuchando cada palabra que decía sobre ese cerdo de Isaac.
—Nunca me lo esperé de él —Leila negó con la cabeza, decepcionada y molesta.
—Ya verás que en el instituto nos encargaremos de desmentir cada cosa que diga que sucedió contigo esta noche —aseguró Sabrina en un intento por calmarme.
Lo que ella no sabía es que el tema con aquel chico no era el que me preocupaba en este momento. Sino las palabras del asesino de mi hermano; porque no podía haber mentido, ¿verdad? ¿Por qué lo haría? Además cada actuar suyo y sus palabras me decían que había algo realmente malo en su cabeza; estaba loco.
De pronto quería irme a casa.
—Heather, lamento eso —se disculpó Taylor aunque no fuera su culpa. Su tono de voz expresaba arrepentimiento por lo sucedido, sin embargo noté un ápice de incomodidad y duda en su rostro. Cómo si ella quisiera decir algo más pero no se atrevía.
Las cinco nos quedamos calladas cuando comenzamos a escuchar gritos en la planta baja. Al contrario de hace unas horas atrás, ya no eran gritos llenos de diversión o similar, sino de terror y pánico. Cuando la música dejó de sonar logré escuchar como el caos se desataba de pronto. Me asusté, ¿y si era la policía? ¿Y si el asesino había vuelto?
—Chicas... —murmuró Sabrina, llena de miedo.
Gritamos cuando varios golpes se escucharon al otro lado de la puerta del baño. Nos observamos temerosas y fue Alexa quién se animó a abrirla; Jack nos miraba desde el otro lado, preocupado.
—No pudimos atrapar al chico—informó con nerviosismo—. Se tiró desde la ventana y se fue corriendo. Pero creo que se lastimó una pierna ya que se fue cojeando.
Todas soltamos un suspiro frustrado y me animé a preguntar—: ¿Por qué se escucha tanto alboroto allá abajo?
—Estaba por bajar para ver eso. ¿Vienen? —todas asentimos y su mirada se dirigió a mí.—. ¿Estás bien, Heather? ¿Ese chico te hizo daño?
Negué con la cabeza y le di una sonrisa tranquilizadora para después ponerme de pie. No estaba dispuesta a hablar del tema con ellos ya que me parecía algo muy importante y un tanto delicado. No quería contarles que ese chico había admitido ser el asesino de Daryl y que también me acosaba como todo un psicópata.
Jack fue el primero en dirigirse hacia las escaleras para bajar por ellas de forma apresurada con nosotras siguiéndoles detrás un tanto temerosas y curiosas; las luces se habían apagado por completo y lo único por lo que era alumbrado el enorme salón era la escasa luz de la luna que se colaba por los ventanales que daban hacia la piscina. Las personas gritaban con terror y la mayoría ya estaban tomando sus cosas para marcharse de ese lugar. Era todo un caos. Ya no había música ni diversión, solo miedo y gritos que pedían a la policía.
—¡¿Qué pasa aquí?! —exclamó Jack llegando hasta el medio del salón junto a nosotras. Nadie respondió porque estaban demasiado ocupados escapando.
—¡Miren allá! —exclamó Sabrina, señalando hacia el patio trasero donde muchas personas se veían amontonadas mientras señalaban y miraban con completa perplejidad algo que no fui capaz de ver debido a que impedían mi vista.
—¡Hay que ir! —Taylor corrió hasta la escena tratando de esquivar a las personas entre toda la oscuridad, quiénes empujaban sin intenciones mientras corrían.
Todos fuimos detrás de ella para ver que era lo que tanto señalaban en la piscina, pero solo fui capaz de ver como Sabrina, Alexa, Leila y Jack se alejaban sin notar que me había quedado atrás.
Alguien me había tomado del brazo bruscamente y me jaló hacia atrás hasta que sentí como mi espalda golpeaba contra un cuerpo. De inmediato me sentí palidecer y pensé en el asesino. Incluso estaba por gritar de no ser porque una mano tapó mi boca.
—Tenemos que salir de aquí ahora —ordenó una voz grave que tanto conocía.
Andrew.
Sin dejarme oportunidad alguna para hablar me arrastró entre la multitud fuera de aquella enorme casa echa un caos. Me obligó a caminar hasta su auto, abrió la puerta del copiloto y me dio un empujón brusco en la espalda para que subiera, y sin tener opción obedecí. Me encogí sobre mi cuerpo cuando Andrew rodeó el auto echó una furia; abrió la puerta del piloto y la cerró con tanta brusquedad que temí que se cayera. Y cuando esperé a que comenzara a gritar y reclamarme cosas, solo arrancó el auto con una mueca de disgusto y comenzó a conducir lejos de la casa.
Fruncí el ceño con curiosidad y sorpresa al ver por el espejo retrovisor como comenzaban a llegar autos de la policía a la casa de Jack.
¿Qué diablos había sucedido?
—Andrew...
—Cállate.
Apreté los labios, sin saber qué decir. Se notaba furioso y sus dedos se volvían blancos alrededor del volante debido a la fuerza empleada sobre éste.
¿Dónde había dejado mi bolso?
Solté un suspiro e intenté disculparme de forma sincera con mi guardaespaldas.
—Andy, yo lo sie...
—¡Qué te calles, maldita sea! —su grito me sobresaltó e hizo mi cuerpo temblar levemente—. No puedo creer como mierda se te ocurre escaparte así de la maldita mansión, Heather. ¡Te juro que no logro entenderlo! ¡Siempre tienes que complicar las cosas! ¡Nunca puedes estarte quieta!
Fruncí el ceño.—Deja de gritarme, Andrew. No tienes derecho a...
—¡Oh, vamos! —me interrumpió nuevamente y giró su rostro hacia mí, molesto—. ¡No se te ocurra reclamar nada en este momento, Heather! ¡No estás en posición y el que está enojado aquí soy yo!
—Oye, deberías calmarte y dejarme explicar antes to...
—¡¿Qué mierda me vas a explicar, eh?! —exclamó sin apartar la vista de la carretera—. ¡¿El porqué de que te escapaste de la mansión cuando hoy mismo quisieron asesinarte?!
—En teoría, fue ayer porque ya son más de las cuatro de la mañana...
—¡HEATHER!
—¡Lo siento! —sonreí con culpa y dejé que siguiera regañándome.
—Escucha, Heather —su voz bajó de tono apenas, frustrado—. ¿Entiendes que tu vida está en peligro? Incluso tú misma lo viste. Alguien intentó matarte. Y si te pasa algo malo o mueres, creéme que tu padre se encargará de hacerme sufrir si eso pasa estando bajo mi cuidado. Y hoy lo que hiciste estuvo muy mal.
»Te arriesgaste demasiado. ¿Te diste cuenta de cómo terminó esa fiesta? Probablemente la policía esté atrapando a cada persona que sea menor de edad, o se haya estado drogando o fumando cosas ilegales. Y si por alguna razón te hubieran llevado a la comisaría habrías tenido graves problemas con tu padre.
No fui capaz de negarle algo o siquiera decir un simple "lo siento". Ya que en este momento mis prioridades eran otras y ya no podía contenerlas.
—Andy... —murmuré, haciendo una mueca.
—¿Y tu padre? ¡Él está furioso! ¡No se supone que tenga que ir a buscarte en mi horario de descanso, pero resulta que sí porque soy tu niñero las veinticuatro siete! —siguió en su rabieta sin percatarse de mi estado.
—Andrew...
—¡Tuve que recorrerme toda la puta ciudad para poder encontrarte sana y salva! ¡Pero la muy... estaba de fiesta así sin más!
—¡Oye, imbécil! —grité con desesperación. Él giró su rostro incrédulo ante mí.
—¡¿Qué?! ¿Y cómo me llamaste?
—Voy a vomitar.
—No, no, no. ¡Joder, Heather!—estacionó el auto junto a un parque y me apresuré a abrir la puerta para salir disparada de allí. Vomité todo el alcohol ingerido en la fiesta sobre el pasto mientras me apoyaba en un árbol con una mano y la otra sujetaba mi estómago. Tenía suerte de que a esta hora nadie se encontrara en aquel lugar iluminado por farolas.
Escuché un suspiro detrás de mí y luego sentí como unas manos tomaron mi cabello suavemente, quitándolo de mi rostro y así evitar que se mancharan de vómito. Ciertamente, en otro momento, vomitar tres veces frente a un hombre tan guapo como Andrew me habría causado vergüenza. Pero él no era solo un hombre guapo, sino que también era mi odioso y malhumorado guardaespaldas.
Y eso le restaba muchos puntos.
—No sé que voy a hacer contigo, muñeca —murmuró en un tono frustrado cuando terminé de vaciar mi estómago. Ahora sentía demasiado cansancio. Tenía unas terribles ganas de beber agua fresca.
—No quiero ir a casa, Andy —negué, sintiendo como las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos. Estaba sensible; no sabía si se debía a que aún estaba un poco ebria o porque lo que había sucedido en casa de Jack me había dejado así.
Isaac. El asesino. Y, como siempre, Daryl.
Me giré hacia Andrew y negó con la cabeza, en silencio.
—Debo llevarte o tu padre se enojará...
—Por favor, solo quedémosno un momento aquí o en otro lado. Pero no quiero volver a casa aún —supliqué mirándolo triste.
Andrew lo dudó, pensó unos cuantos segundos y terminó por soltar un suspiro, sacando su celular.
—Ve al auto. Le avisaré a tu padre que ya te encontré y que estás... mediantemente bien. —asentí desganada y opté por subir al auto nuevamente.
Entonces pensé en que debía contarle todo a Andrew. Sobre el asesino y de todas las cosas que él había dicho sobre mí. Estaba segura de que me llevaría un gran regaño y que en cuanto se enterara mi padre todo iría peor. Me encerraría en casa y nunca más me dejaría salir a menos que atraparan a ese psicopáta.
E Isaac... ese maldito imbécil. ¿En qué estaba pensando yo para emborracharme y estar a punto de acostarme con él? Agradezco que no haya llegado a más porque de seguro ahora estaría muy arrepentida y...
Jamás habría dicho esto tiempo atrás. Pero ya no quería volver a salir de fiesta, emborracharme y acostarme con el primer chico que se me cruzara. Y yo creí que esto funcionaría. Creí que podría olvidarme de todo lo malo cómo antes hacía... pero no era así. Incluso me sentía peor.
Minutos después Andrew entró al auto.
—Lo lamento mucho —solté de pronto y un silencio inundó el auto. Sentí un nudo en mi garganta y me armé de valor para seguir hablando—. Lamento causarte problemas, Andrew.
»Sé que soy una molestia para ti y que la mayor parte del tiempo me prefieres lejos. Y-Yo... cometí un error esta noche.
»Sé que podrías no entenderlo pero... todo lo hice porque me sentía sola y devastada. Quería volver a sentirme yo misma... Y creí que el dolor desaparecería, ¿sabes? Pensé en que podía escapar de mis problemas. Pero no es así.
Para ese punto ya estaba llorando, con las manos en mi boca para evitar que se escaparan los sollozos. Pero no podía evitar que todo mi cuerpo temblara de forma descontrolada. Andrew se mantuvo en silencio unos minutos. Y se lo agradecí. No quería que dijera nada o que me mirara con lástima. Me sentía mal conmigo misma; Por lo débil que era. Por no poder enfrentar mis problemas y escapar de ellos como si no supiera que vendrían por mí y que me quemarían viva; acabarían conmigo. Entonces dolió aceptarlo, pero Andrew tenía razón. No podía simplemente llorar y lamentarme.
¿Pero qué otra cosa podía hacer? Mi hermano había sido asesinado injustamente. Su muerte fue ignorada por mi padre. Mi madre parecía perdida y yo... parecía que todo el mundo se había olvidado de mí irónicamente.
El murmuro de Andrew acabó con el silencio.
—Yo también perdí a alguien.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro