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Thim

Solía ser un chico común, con gustos normales como los videojuegos y los deportes, con un círculo cerrado en el que sólo estaban mis padres, mi hermana y mi mejor amigo, hasta que ella llegó. 

La conocí en octavo grado, y fue un precioso rayo de luz. 

Era bajita, con el cabello naranja ondulado, solía usar ropa con colores tierra, excelente en todo lo que hacía, amable con todos, el mismísimo cielo se reflejaba en sus ojos oscuros. 

Desde el primer día llamó mi atención, y fue cuestión de tiempo para que comenzara a sentarse conmigo y con Chris, ayudándonos con todo, interviniendo por nosotros, explicándonos temas difíciles, estando en momentos que no eran los mejores, tanto con él como conmigo.

Era simple amistad, pero empezó a gustarme de formas distintas mientras crecíamos, comencé a llamarla por apodos dulces, a llevarle regalos, a sonreír cada que la veía, a organizar salidas para pasar más tiempo juntos, hasta que todo se me derrumbó al saber que mi madre había sido diagnosticada con una cruel enfermedad. 

Heather estaba conmigo por un par de horas al día, pero Christopher no se separaba de mi lado. 

Me invitaba el desayuno y a veces el almuerzo, hacía mis trabajos sin pedir nada a cambio, sabía cuando no había podido dormir por la noche y se encargaba de buscar un lugar donde dormir en clase, si no solo acariciaba mi cabello adormilándome en seguida. 

Chris era ese tipo de amigos que todos necesitamos, el que dejaba de comer para darte su comida, quien se preocupaba por tu salud física y mental, el que te conocía lo suficiente como para saber cuando necesitabas un abrazo reconfortante o un sabio consejo. 

Él y sus ojos oscuros, su cabello despeinado y los bonitos lunares en su rostro, su delicadeza para hacer un montón de cosas, su hermosa voz y su sutil manera de ser era encantadora. 

Y aunque no fue a él a quien acudí cuando mi madre falleció, fue el primero en llegar con los brazos abiertos, con palabras de apoyo, dándome más que su hombro para llorar, siendo la compañía que necesitaba aunque él estuviera mal, pues recién había salido del hospital luego de una operación, pero allí estaba sosteniéndome aunque se estuviera cayendo.

Fueron meses oscuros en los que él se las empeñaba para darme aunque sea un poco de luz, y no me di cuenta de por qué lo hacía hasta mucho tiempo después. Le gustaba, e indudablemente, también sentía algo por él, así que intentaba tratarlo lo mejor posible.

Pero, Heather también estaba, y ella me robaba miradas a cada momento cuando estaba con Chris. 

Pero, ¿por qué Heather me querría? No era bueno para mí, no era bueno para nadie, ¿por qué entonces ambos me miraban con adoración si yo era un desastre?

Hacía feliz a Heather, pero veía sufrir a Chris.

A todas estas, diciembre nos golpeaba con un frío arrasador, pero "era la mejor época del año", bah, basura. Solo salí a comprarle algo a mi hermana y le pedí a mi mejor amigo que me acompañara, y allí estábamos, a media mañana viendo muñecas, aunque él estaba más dormido que despierto, y titiritaba de frío. 

Me dio la sensación de querer protegerlo de todo y todos, porque nadie tenía el derecho de hacer sufrir a alguien tan excepcional como él. 

Irónico, porque era algo que yo hacía.

—¿Tienes frío? —le pregunté, aunque era obvio. Su nariz  y sus mejillas estaban enrojecidas, lo que lo hacía ver realmente dulce— No me mientas —le pedí mientras lo abrazaba. 

Lo sentí estremecerse gracias a mi tacto en su espalda, lo que me hizo sentir culpable pero extrañamente bien, estaba devolviéndole el favor de mantenerlo cálido.

Pero aunque lo necesitara, mantenerlo abrazado no era la mejor opción, así que opté por quitarme el suéter y dárselo, era él quien lo necesitaba.

—Espera un segundo —pedí mientras me separaba de él, hizo un puchero que me hizo reír levemente antes de quitarme el suéter y extendérselo, él me miró con extrañeza—. Póntelo, estás muriéndote de frío, Chris.

Y como deduje, buscó reclamarme por darle mi suéter, pero lo tranquilicé diciéndole que no tenía frío. 

Aunque si lo tenía, valió la pena, porque lucía precioso con mi suéter.

—Se ve mucho mejor en ti que en mí —lo halagué,  él se enrojeció mucho más. Deposité un beso en su cabeza y luego rodeé su cintura con mi brazo derecho. Él era frío—. Dios mío, estás demasiado frío. Vamos a comprar chocolate caliente, ¿quieres? —asintió con energía, así que caminamos hacia un puesto para comprarlo. 

Hablamos sobre las festividades, aunque no me emocionaban, algo que sí llamó mi atención fue el bulto de cabello rojizo a unos metros de distancia, por lo que no dudé en llamarla. 

El mundo desapareció para mí cuando la vi, tan hermosa como siempre, excepcional. Abrazó a Chris, pero yo no podía parar de mirarla, y mucho menos parar de hablar con ella sobre los próximos exámenes.

Ella era arte,  era un honor admirarla. 

—¿Qué hora es? —preguntó Chris, Heather contestó que eran las once, y él prácticamente salió corriendo aunque ella se ofreció para llevarlo, hasta me lanzó el suéter.

Y fue extraño, porque según lo que recordaba almorzaría conmigo en mi casa.

—¿Sabes qué le pasa últimamente? —me preguntó ella sentándose a mi lado, negué con la cabeza, últimamente actuaba algo extraño— Creo que le gustas.

En el momento me impacté, ¿gustarle a Chris? Eso era imposible, a él le gustaban los chicos lindos y estables, y yo no era nada de eso. 

—Uhm, no lo creo. En fin, ¿quieres comer algo? —ella asintió— Ve y pide algo, yo pago. 

Y así ella caminó hacia un puesto de comida cercano, suspiré al detallarla, lucía hermosa.

Pasamos juntos el resto del día como una pareja, en medio de besos apasionados y caricias dulces, aunque muchas veces imaginé que fuera Chris quien estaba sentado sobre mí.

—No me dejes nunca, por favor —pidió, yo negué antes de besarla. 

—Lo prometo.

A la hora de acompañarla a casa no hablamos mucho, y la caminata me sirvió para pensar sobre muchos temas, entre ellos, Christopher. 

¿Yo le gustaba? No podría, pero él a mí sí.  Y Heather, ella me gustaba también. 

No sabía quien me gustaba más, tal vez era Heather, tal vez no, pero estaba seguro de que no quería dejarla, se lo había prometido. 

A la mañana siguiente nos encontramos en el colegio, conversamos sobre un par de cosas y me comentó que dejó su suéter en casa de su tía, por lo que no dudé en darle el mío. Al fin y al cabo, era solo poliéster.

Cuando Chris llegó, lo hizo caminando con pesadez y oscuras ojeras bajo sus ojos oscuros, saludó a Heather con un abrazo y a mí de igual forma, aunque logré ver un haz de tristeza al ver como la pelirroja tomaba mi mano.

Almorzamos juntos, charlando sobre cosas sin sentido y comiendo como niños pequeños, vi a mi mejor amigo sonreír con felicidad y eso me alegró. 

Hasta que la rodeé por los hombros, su risa aguda paró y dio un doloroso suspiro antes de esconder su rostro entre sus manos y empezar a soltar leves sollozos que me afectaron en seguida. 

Heather intentó hablar, pero fui más rápido al rodear la mesa  y sentarme a su lado, lo rodeé con mis brazos y no dudó en esconderse en mi pecho para soltar hipidos rotos, besé su cabeza repetidas veces mientras acariciaba su espalda intentando calmarlo. 

Ni siquiera podía hablar,  eso me hacía sentir impotente por no saber la causa de su caída tan repentina. 

Heather veía todo desde el frente, observando todo, ella sabía que yo era mejor calmando a Chris y no podía entrometerse. 

Esperé a que se tranquilizara por un rato, y cuando lo hizo, murmuró algo que no saldrá de mi mente en mucho tiempo. 

—Desearía ser Heather.

(...)

Altas ganas de llorar me dan gracias a esta historia. 

No odien a Thim, si, está pendejo, pero es un adolescente que está roto e involucrado en un triángulo amoroso con dos de las personas más importantes para él. 

Ahora, ¿que piensan de Chris, desde el punto de vista de Thim?

Diganme que les gusta de Thim y qué no,  y como les cae. 

Y me toca preguntar por mi bebé Heather, ¿que piensan de ella? 

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