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Chris

Ese sentimiento de estar quebrándose, sintiéndose como el objeto menos valioso del mundo, como si cayeras poco a poco por alguien que no te ama tanto como tú lo haces.

Nunca quise enamorarme de mi mejor amigo, jamás fue una opción pertinente. 

Pero tenerlo junto a mí todo el tiempo, sonriendo por cualquier tontería, estando atento a cualquier cosa, manteniéndome refugiado en sus brazos con dulces caricias: me hizo caer.

Lo conozco desde que eramos niños, sonriéndonos en medio de las clases y hablando en susurros para no ser cachados. Pasando días enteros en la casa del otro, jugando videojuegos o comiendo pizza. 

Apoyándonos en cada uno de nuestros malos momentos, desde las veces que me llevaban al hospital a media madrugada, hasta cuando vio a su madre decaer poco a poco por una horrible enfermedad.

Aunque en su círculo cercano no solo estaba yo, también estaba ella, Heather; Cabello rizado, rojizo, pecas adornando su delicado rostro, piel perfecta, sonrisa de ángel, notas perfectas. Todo lo que yo no soy, lo que nunca seré.

Allí estábamos, a media mañana en una feria navideña, Thim estaba comprando regalos para su hermana menor  y yo caminaba medio dormido, titiritando por el abrumador frío decembrino que me calaba los huesos sin piedad. Debí haber traído un suéter. 

—¿Tienes frío? —preguntó, negué con la cabeza, no quería que parara de hacer lo que estaba haciendo. Después de todo, sus ojos estaban adquiriendo un poco de brillo luego de un terrible año— No me mientas —susurró rodeándome con sus brazos.

Puedo jurar que mi realidad se pausó en ese instante, él acurrucándome, su olor a menta, la forma en que frotaba mi espalda, podría derretirme en ese momento.

—Espera un segundo —habló mientras se alejaba, hice un puchero involuntario sacándole una pequeña risita. Se quitó su suéter, luego me lo extendió, lo miré extrañado—. Póntelo, estás muriéndote de frío, Chris.

—¿Y tú?

—No importa, no tengo mucho frío.

No dudé en ponérmelo, estaba congelándome. 

Suspiré al sentir su perfume, aquel que no había cambiado desde los primeros años de la secundaria, aquel que yo lo ayudé a elegir. 

—Se ve mucho mejor en ti que en mí —comentó, y eso desató miles de fuegos artificiales estallando en mi cuerpo, como una ola de felicidad pura que se intensificó al sentir como rodeaba mi cintura con su brazo derecho, y posteriormente dejó un beso en mi cabeza—. Dios mío, estás demasiado frío. Vamos a comprar chocolate caliente, ¿quieres? —asentí enérgico, así que caminamos al puesto de bebidas calientes. 

Compramos chocolate en medio de una charla trivial sobre los preparativos decembrinos, aunque era algo que no lo emocionaba mucho por la reciente pérdida de su madre.

—Y bueno, a Thamy no le molestaría tener un... Espera, ¿aquella no es Heather? —habló mientras veía a un grupo de personas, volteé con disimulo y efectivamente, era ella— ¡Heather! —la llamó.

La chica en seguida se dio cuenta de quienes la llamaban, le dijo algo a sus padres y caminó hacia nosotros. 

Oh, la dulce Heather. Y no lo digo de forma sarcástica, realmente era dulce, tenía un gran carisma, era una gran amiga, era la chica perfecta. La que los padres de Thim amaban como la nuera perfecta.

 Y es que lo era.

— ¡Chris, mi cielo! —exclamó abrazándome, le correspondí felizmente, porque para mis amigos yo era una especie de almohada abrazable. 

—Hola —saludé sin mirarla, mi vista estaba fija en Thimotee  la forma en la que la miraba. 

Era como un espectáculo para ese par de ojos verdes adoloridos, ella era  brillante para él, como un hermoso cielo azul. 

Ella lo tiene hipnotizado, y yo me muero al verlo sonreír por sus chistes sin sentido.

—¿Qué hora es? —pregunté interrumpiendo su conversación a la que ni siquiera le estaba prestando atención. 

—Son las once —me contestó ella, abrí los ojos de par en par y rápidamente me quité el suéter de Thim.

—¿Qué ocurre? —preguntó el castaño recibiendo su suéter.

—Debo irme, le dije a mamá que estaría en casa temprano —les dije. 

—Puedo pedirle el auto a mamá y llevarte, Chris —se ofreció la pelirroja, negué con la cabeza. 

—No, está bien ¿Los veo mañana en clases? —ambos asintieron y así salí de la feria lo más rápido que pude. 

Tal vez mentí, pues mamá me dio permiso para almorzar en casa de Thimotee, y tal vez no almorcé cuando llegué a casa, ni comí en todo el día. 

Tal vez pasé todo el día encerrado en mi habitación,  ahogándome en sollozos, siendo un desastre. 

¿Por qué él llegaría tan siquiera a besarme? No soy ni la mitad de lindo. 

Y la mira como yo ruego que lo haga, con tanto amor, con tanto anhelo, con dulzura, con tanto amor. Como nunca me mirará. 

No me di cuenta cuando me dormí, sólo sé que desperté con un incesante dolor de cabeza por solo beber algo el día anterior, las ojeras resaltaban en mi rostro haciéndome ver más patético de lo que ya era. 

Caminé desganado hacia el instituto, observé en la entrada a Thim y Heather conversando, caminé hacia ellos como acostumbraba, siendo masoquista como solía ser.

Él usaba una franela gris y un blue jean, pero ella, ella estaba usando el suéter que yo tenía ayer. 

Y fue como si mil  un cuchillos se clavaran en mi pecho, mientras ella me saludaba con un abrazo y yo saboreaba el perfume de él en ella, en el suéter del chico que me tenía enamorado hasta los tuétanos.

Le dio su suéter, es solo poliéster, claro está, pero un poliéster que fue mío, un poliéster que cubría un cuerpo distinto. Un poliéster que demostraba que a él le gustaba ella, más de lo que en algún momento yo le gustaría.

La mañana pasó con rapidez, nos sentamos al mediodía a almorzar y por un momento me sentí el chico de octavo grado, cuando éramos solo tres amigos riendo en el colegio, comiendo juntos, intentando estudiar en medio de risas  y escándalo.

Pero todo se rompió cuando él la abrazó por los hombros, e inexplicablemente empecé a sentir frío, tanto como el que sentí ayer antes de que Thimotee me diera su suéter. 

Fue como un vuelco en mi estado de ánimo, fue el mundo cayéndose encima de mí, fue uno de mis peores momentos,  y aunque Thimotee fuera el causante, allí estaba. Se sentó a mi lado y me abrazó, sollocé en su pecho mientras le correspondía, escondiéndome en él aunque me estaba quebrando. 

No fui capaz de decir nada por un largo rato,  sólo recuerdo haber mencionado algo en su oído. 

—Desearía ser Heather. 

(...)

Así que les presento a mi Chris. Les juro que sufrí mucho escribiendo esta parte porque Chris me recuerda mucho a Conan (ahr es q son el mismo)  y a Conan solo quiero meterlo en una cajita para que nadie le haga daño, es un bebé, un niño chiquito, lo amo muchísimo.

¿Qué piensan de Chris?

¿Qué piensan de Thim?

¿Y de Heather?

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