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07

XIA LIN NO PODÍA EVITAR NO TOMARSE LA SITUACIÓN EN serio, porque ver a su padre serio mirando a Ximen y a ella en el sofá de terciopelo azul con la música de la radio bajita la había metido en una burbuja de ensueño, esas que vez en las películas de los 90 donde los chicos debían pedir permiso a los padres para salir con las chicas de sus sueños, pero aquello no era una película y Ximen no era su novio ni ella la chica de sus sueños.

—¿Así que él es el Amazon?—alzó una ceja, curioso, ganandose una mirada confundida de Yan— ¿qué te trajo?

—Un reloj—dijo de manera vaga.

—Mientes Xia

—¿Por qué mentiría?, ¿no puedo usar relojes?

—No sabes ver la hora, princesa—respondió, negando con la cabeza— inventa una mejor excusa para la otra

—¿Qué?, no es excusa

—Yo mentí con ser repartidor de pizza cuando conocí a tu madre y ni siquiera llevaba una pizza en mi auto—negó con la cabeza el hombre– ¿así que, quién eres muchacho y qué haces en mi casa a las 10 de la noche?

—Soy Yan Ximen, señor Zhang—dijo, sin antes aclarar su garganta— soy un compañero de universidad y amigo de Xia

—¿Amigo?—alzó una ceja— ¿de Xia?, me da una lástima tremenda que un chico como tú..

—Papá, no hables así de él—le gruñó la castaña.

—Lo decía por ti, realmente eres peor que una patada en el trasero—comentó, levantándose del sofá.

Y Ximen comenzó a reír, mirando como padre e hija comenzaban una pelea absurda, sin dejar de sorprenderse bajo las fachadas de Xia Lin, sin saber que a pesar de la familia rota y una fingida reputación familiar y llena de deudas, aquella chica se estaba ganando su corazón.

—¿Quieres poner música?—él hombre le preguntó al de gafas— allá está la computadora, puedes buscar en youtube y poner, ¿también te quedas a cenar?

—Papá, él vino de paso, de seguro tiene muchas cosas que hacer y..

—Claro que sí—entregó una de sus sonrisas más honestas— ¿qué esta haciendo?

—Pizzas, siempre que vuelvo a casa, Xia y yo nunca pedimos nada ni salimos, solo cocinamos

LA CENA HABÍA SIDO ENTRE RISAS, ANÉCTODAS DE LA NIÑEZ DE XIA o simplemente, Ximen comentándole al mayor de los Zhāng como su hija había decidido defender a Shancai. Aquella atmosfera de cariño y diversión hicieron al de gafas divertirse y sentirse como si perteneciera a una familia de cuento, algo irreal y demasiado dulce... algo de lo cual Ximen había envidado en silencio, nunca había tenido una relación tan cercana con su padre ni recordaba alguna vez en el que su madre antes de dejarlo a él junto a su padre le haya abrazado con tanto amor como lo había echo el padre de Xia.

—Te acompaño afuera—dijo ella, mientras que le sonrió, dejando el último plato en la repisa.

Aquella sonrisa que había adornado los labios de la fémina se había adherido a su memoria como un imán, algún tipo de recuerdo que utilizarás para sonreír o simplemente de confort.

Ambos caminaron fuera de la casa, una caminata silenciosa que unía dos corazones solitarios y desesperados por tener alguna compañía.

Lin abrió la puerta y salió seguida del de gafas, cerrando la puerta tras su espalda para acompañarlo hasta su auto, un Bugatti Veyron de color negro con rojo, un auto demasiado precioso a la luz de la noche que contrastaba deliciosamente con el aspecto de Ximen.

—Gracias por esta noche—agradeció el más alto— realmente la pase muy bien y estuvo muy delicioso

—No te preocupes, no es nada—admitió ella, negando y cruzándose de brazos para mantener calor por el viento fresco de la noche— realmente gracias a ti, creo que nunca vi a mi padre nunca tan entusiasmado con contar vergonzosas cosas de mi pasado

Por primera vez, Ximen no quiso marcharse ni dejar a Xia sola... o más bien, no sentirse solo.

—¿Mañana paso por ti?—preguntó, dando unos pasos para quedar frente a ella y bajar un poco el mentón para contemplar como la luna iluminaba delicadamente el rostro de la más baja.

La castaña soltó una risa tapándose la boca, mirando a todos lados para disipar la vergüenza, sintiéndose una adolescente.

—Yah!—carraspeó, tomando compostura— no es necesario, siempre tomo el bus en la mañana y luego en la tarde

— ¿El bus?—frunció el ceño— ¿no manejas?

La fémina se sintió estúpida, estúpida por sincerarse de aquella manera y mostrar la verdadera realidad familiar.

—Mi padre utiliza el auto y bueno, saqué la licencia pero no estoy muy capacitada para andar al volante—admitió— bueno, creo que se está haciendo tarde

—Tienes razón, nos vemos mañana Xia—agitó su mano, subiéndose a su auto.

—Adiós Ximen—agitó su mano de la misma manera.

Y ahí se quedo de pie, viendo cómo el auto se alejaba de su casa, dejándola luego en la oscuridad de la noche. Entro luego a su casa, yendo a su cuarto para poder volver a ponerse pijama y desmaquillarse, cuestionándose seriamente en las intenciones de Ximen y como ponerle un alto si iba muy lejos.


XIMEN ESTABA REALMENTE HIPERVENTILADO, disfrutando de los recuerdos de la noche, deleitándose con la hermosa sonrisa que había adornado los labios de Xia y sintiéndose único por haberla visto.

—¿Por qué sonríes como un loco?—Si interrumpió.

—Nada, solo pensaba en... ¿qué tal resulto lo de Shancai hoy?—cambió el tema, alzando una ceja.

—Ugh, es una desagradecida—rodó los ojos— dijo que el dinero no compraba la felicidad ni anda, pffff... que ilusa

Pero Ximen soltó una risita bajita, porque Shancai tenía toda la razón del mundo. El dinero podría traerte bienes materiales e incluso, gente interesada si lo deseabas y también negocios prósperos, pero el amor y la felicidad no podían ser comprados y Xia se lo había mostrado hoy.

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