chapter eleven. dreams and realities
.˚ׅ ❛ capítulo eleven
dreams and realities ❜𓈒˙
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El cielo estaba oscuro, la neblina cubría por completo mis pies que parecían estar descalzos encima del pasto seco, la luna iluminaba unos cuantos metros de arboles que tenía a la lejanía de la noche, la soledad fue lo que más me asombro encontrar en una noche tan peculiar.
—¿Hola?— pregunto en un susurro, aunque no estoy del todo segura de que mi voz realmente se escuche —¡Hola!— insisto, aunque es inútil.
Me paso una mano por el rostro, soltando un suspiro de cansancio al percatarme que es otro de esos sueños, no se han detenido los últimos días y este no es la excepción. Los sueños casi siempre se han estado basando en cosas sin sentido, la primera noche soñé con un árbol de ramas infinitas, de donde salían moscas y me atacaban hasta que desperte, el día siguiente una sombra de una mujer me acechaba desde los arboles, susurrando una y otra vez: Banshee... Banshee... Banshee...
Cuando dejaron de aparecer creí que se detendrían y que solo eran los efectos secundarios de ser un ser sobrenatural poco experimentado, pero cuando las practicas continuaron con mi padre a cargo, solo empeoro, se volvieron mas vividas a tal punto que despertaba lamentando como una Banshee y mi padre sufrió por noches, así que detuvo el entrenamiento.
Estoy apretando mis piernas contra mi pecho sobre el suelo cuando la vuelvo a escuchar, es una voz gruesa y con un deje oscuro.
—Banshee...— escucho, así que miro por todos lados en su búsqueda —Banshee... Banshee.
Un aullido que proviene del cielo me hace mirar entre las ramas y entonces me encuentro con cinco figuras o sombras, pues no se les ve el rostro, pero se que son cuatro hombres y una mujer, sus aullidos se combinan y conforme escucho cada uno giro la cabeza, luego mi cuerpo, todo empieza a dar vueltas y vuelvo a caer al suelo. El miedo me atraviesa cuando las cinco figuras caen al suelo y me miran con los ojos rojos vividos, vienen hacia mi, lo se, lo noto antes de que los tenga lo suficientemente cerca para perderme en lo rojo brilloso de sus ojos y entonces... despierto.
Mi lamento es tan aturdido que puedo ver las paredes moverse a mis lados hasta que el aliento se me va y vuelvo a la realidad. Mi padre entra apenas me recupero.
—¿Estás bien?— pregunta mi padre, entrando a la habitación, bastante adormilado.
Respiro con pesadez, mirando a mi alrededor hasta terminar con las mariposas que cuelgan en el techo. Entonces me dejó caer sobre la almohada una vez mas.
—Estoy bien— le digo —¿Seguro que no tenemos más jarabe para la tos?
El jarabe para la tos ha sido mi única salvación, ya que me provoca tanto sueño que no tengo tiempo para preocuparme por una pesadilla, además de que me deja prácticamente noqueada.
Mi padre se sienta junto a mi, acariciando mi cabello con paternidad y delicadeza.
—Lo lamento— me dice —Pero ya pasarán, ya lo verás, quizá si seguimos con la prácticas se detengan.
Niego —No, no lo hacen, solo empeoran todo— me pasó una mano por el rostro, justo como en mi sueño, lo que me asusta —Creo que prefiero el jarabe.
Mi padre suspira, no está muy de acuerdo en que use ese jarabe como drogas para dormir, como es claro.
—¿Qué te parece si bajas a desayunar conmigo? Te haré unos hotcakes— propone.
La palabra «hotcakes» me hace mirarlo con rapidez, así que asiento de inmediato.
—Bajaré enseguida, primero tengo que enviarle un mensaje a Allison— le digo.
Mi padre se detiene cuando está apunto de salir —¿Ya volvió a Beacon Hills? ¿Su padre también?
Frunzo un poco el ceño —Sí, volvieron anoche, ¿Por qué la pregunta?
Niega —Solo curiosidad— sonríe como si nada —Alistate, hoy te llevaré a la escuela.
Acepto mientras se da la vuelta y se marcha, yo me quedo al teléfono cuando no veo ni un solo mensaje de Isaac, le envié algunos la noche anterior para saber si aún estaba disponible para ese almuerzo con mi padre, pero simplemente desapareció desde ayer por la mañana.
Formo una pequeña mueca, apagando luego el teléfono y levantando mi cuerpo para ir a desayunar.
La mayor parte del camino a la escuela le doy breves vistazos a mi teléfono una y otra vez, esperando alguna llamada de Isaac, lo cual mi padre observa con atención.
—¿Esperas una llamada?— me pregunta cuando entramos al estacionamiento de la escuela.
Suspiro, negando con la cabeza —No es nada.
No lo puedo ver, pero sé que alza una ceja, al saber que estoy mintiendo.
—Tal vez— contradigo mi anterior respuesta —De Isaac, no he sabido nada de él toda la mañana y ayer.
—Tal vez su celular murió— opina el —O él.
Frunzo el ceño, mirándolo fijamente —¿Qué?
—¿Qué? Es una broma, solo bromeaba.
—Y seguro no lo has amenazado, ¿Verdad?— entrecierro mis ojos, cruzándome de brazos.
—Ni siquiera he hablado con él— asegura, estacionandose y saludando a alguien detrás de mi.
Vuelvo la mirada a la ventana solo para mirar a Scott, en su motocicleta nueva, me mira con una sonrisa y al ver a mi padre su sonrisa se vuelve a una de emoción.
—¡Señor Fitz!— saluda entre asombrado y feliz.
—Hola, Scott— le saluda mi padre —¿Cómo está todo? ¿Cómo está tu mamá?
—Mi mamá está bien, gracias, bienvenido otra vez a Beacon Hills— le dice Scott, mientras con una mano forma un ademán amistoso.
Mi padre le sonríe con real felicidad, pues conoce a Scott desde que usaba pañal todavía y no me sorprende que desee que me enamore de él y nos casemos, por la cara que pone, no puedo evitar rodar los ojos, bastante cansada de repetir que sólo somos amigos.
—Me iré caminando con Scott— le anuncio, abriendo la puerta.
Mi padre asiente con esa misma sonrisa —Tengan cuidado los dos, ¿Sí?
Scott asiente —Yo la cuido, señor Fitz.
—No me ayudes— murmuro entre dientes, recibiendo una mirada confusa de Scott para cuando mi padre arranca una vez mas el auto.
—¿Cómo no te ayudaría?— se pregunta confundido, empiezo a avanzar mis pasos con él siguiéndome el paso por el patio escolar.
—Bueno, es que mi padre sigue creyendo que mágicamente nos casaremos algún día— respondo, porque es un tema que ya habíamos hablado y concordado que jamás se tocaría, al menos hasta ahora.
—Ah, pensé que se había rendido.
Niego —Un Fitz jamás se rinde— repito el tono grueso de mi padre con diversión, riéndome en el proceso.
Scott ríe cuando abre la puerta de la escuela y me deja pasar antes que él, estoy apunto de acercarme a mi casillero cuando veo a Lydia y a Allison en ellos, así que me detengo y le sonrió a Scott.
—Creo que aquí nos separamos— le menciono.
Scott tarda unos segundos en reaccionar de su mirada a mi mejor amiga castaña, pero se las arregla para asentir con la cabeza, así que le doy una palmada en el hombro y avanzo hasta las chicas.
—¡Allison!— le llamo, haciendo que la mencionada se giré a mi con una sonrisa.
Me extiende los brazos y de manera automática ya estoy abrazándola. Allison había hecho un largo viaje durante las vacaciones, se había mudado y hasta se cambio el estilo de cabello a uno más lacio y menos rizado.
—¿Cómo estás?— le pregunto —¿Cómo esta tu padre?
Allison hace un gran esfuerzo por sonreír, quizá fui demasiado rápido.
—Mi papá esta bien, gracias— ella dice —Y yo estoy bien.
Intento sonreír, porque sé que no está del todo bien, perder a una madre es el peor dolor que una persona puede sentir.
—Hola— exclama Lydia con un ademan, alargando la ultima letra —Yo también estoy bien, gracias.
Ruedo los ojos con diversión —Lo siento, hola a ti también.
Lydia se ríe un poco, abro el casillero con los alumnos pasando a nuestros lados, los nuevos y los que van de salida, no puedo evitar ver la mirada que Lydia les lanza a cada uno, ahora que Jackson se fue de Beacon Hills ha estado algo... rara.
—Novatos— escucho que murmura al ver a los de nuevo ingreso —Cientos y cientos de novatos.
La miro con una ceja alzada —¿Te refieres a los nuevos?
—Más bien carne fresca— corrige Allison, mirando a nuestra amiga —Lydia, tienen catorce años.
Lydia se encogió de hombros —Hmm, algunos son mas maduros que otros.
—Creo que está bien eso de ser soltera— opinó, sacando mi libro de literatura e inglés que es del doble tamaño que yo —Así te puedes concentrar en ti y cuidar de los que quieres.
Lydia bufa —Mira quien lo dice, ¿Dónde está Isaac?
Ruedo los ojos sin responder a aquello porque, en realidad, ni siquiera yo lo sé.
—Además, no quiero un novio, quiero una distracción— me sonríe con seguridad.
«Claro» susurro por lo bajo.
Lydia desvía la mirada de mi hasta Allison y de Allison al dúo de chicos nuevos que camina por el pasillo con sus chaquetas de cuero y casco de protección.
—¿Hermanos?— se pregunta Allison sin despegar la mirada.
Hago lo mismo, pero es Lydia la que responde: —Gemelos.
—Y nuevos, no de nuevo ingreso, son de intercambio o eso creo— les digo.
—¿Cómo lo sabes?
Encogí mis hombros —Bueno, no les ves granos en la cara, ¿O sí?
—Tiene razón— añade Allison.
—Creo que he visto suficiente— finaliza Lydia, cierro el casillero antes de empezar a avanzar hasta la primera clase del día.
Las tres impartimos camino hasta el salón de clases, en el transcurso no puedo evitar ver mi teléfono otra vez y al parecer no soy tan discreta como me gustaría, pues Allison se coloca a mi lado y alcanza a ver los mensajes que he dejado desde ayer antes de que apague la pantalla.
—¿Todo con Isaac está bien?— me pregunta.
Alzo la vista, buscando una excusa o tal vez decir simplemente que sí, que lo está, pero con lo que ha visto solo seria una mentira.
—No lo sé— confieso —No recibió ninguno de mis mensajes, ni envío alguno, ni siquiera respondió mis llamadas, así que debe estar en una zanja o ya me dejo.
—¿Y si le preguntas a Scott? Quizá el sepa donde esta o puede ir con Derek a investigar.
Relamí mis labios con ansiedad —Lo haré, después de clases— asiento —Gracias, Allison.
Ella me sonríe, adentrándose al salón de clases junto a mi y Lydia, la cual se va directamente hasta una serie de asientos que se ocupan de inmediato, dejando a Allison de pie en el ultimo momento. Miro a la chica, apunto de levantarme de mi lugar para cuando niega con la cabeza y se va hasta el único lugar disponible, que casualmente está frente a Scott.
Me vuelvo a sentar con mis libros en mano cuando una adulta de cabello oscuro y tacones habla en voz alta, al mismo tiempo en el que un mensaje llega a mi teléfono. Lo tomo impaciente esperando ver el nombre de Isaac, pero en lugar de ello, es de un numero desconocido.
—El mar estaba cubierto por una densa faja de nubes negras y la tranquila corriente que llevaba a los últimos confines de la tierra fluía sombríamente bajo el cielo cubierto— lee la mujer, mientras observaba su teléfono el mismo mensaje que había en mi teléfono y en el de todos los demás. —Parecía conducir al corazón... de las inmensas tinieblas. Esta es la ultima linea del primer libro que vamos a leer, también es el último mensaje que leerán en esta clase, apaguen sus teléfonos, todos.
Doy un suspiro, justo antes de presionar el botón de apagado y continuar con la nueva clase.
La clase de literatura resulto más interesante de lo que creí, Scott tuvo que salir unos momentos, así que mi oportunidad de preguntarle sobre Isaac se fue con él. Con el teléfono totalmente apagado tuve que concentrarme en responder las preguntas de la profesora sobre la lectura de los primeros tres capítulos, las cuales terminé hace cinco minutos. Recargue mi mejilla sobre la palma de mi mano, algo somnolienta por el mal horario de dormir que tengo estos días.
Mis ojos se están cerrando con lentitud y el sueño finalmente me vence, así que veo oscuridad y me siento desorientada ante los susurros repentinos que se intensifican en mis oídos a tal punto que despierto de golpe diciendo: ¡Banshee!
Stiles —quien está junto a mi— me observa confundido.
—¿Estás bien?— susurra con preocupación,
Asiento —Sí, solo fue una pesadilla.
Frunce un poco el ceño —Scott no dijo que cada vez que tenías un sueno algo sucedía.
Sus palabras me paralizan, porque es verdad, solo que no logro descifrar por qué alguien que no es Scott, mi padre o Margo me llamarían Banshee.
—No es nada— niego, tratando de lucir segura —Solo... mi madre.
Stiles asiente apenas digo eso, como si cambiara de opinión de inmediato cuando menciono a mi madre. Suspiro una vez más, volviendo la vista a la ventana del tercer piso, el sol ilumina está parte del aula más que el resto y aunque esté a una altura mayor, aun así puedo observar los autos del estacionamiento.
Mirar tanto es mala idea, me sobresalto apenas veo el ave chocar contra la ventana y dejar sangre en el vidrio que no se rompe frente a los ojos. Todos observan aquello, veo sus rostros confundidos y me perturba la idea de seguir dormida.
La profesora avanza hasta la ventana para saber que ha sucedido, veo como su expresión cambia al girarse unos segundos, en los cuales mas cuervos empiezan a chocar sin detenerse en el vidrio. La ventana finalmente se rompe, así que me agacho al suelo, cayendo de rodillas en el frío suelo donde todos hacen nada más que proteger sus cabezas de los cuervos que vuelan sobre nosotros.
Hay sangre por todos lados, los alumnos gritan y yo también, con el corazón latiendo en mis oídos, me cubro la cabeza aturdida hasta que alguien toma mi hombro y el rostro de Allison es lo siguiente que veo. Busco con la mirada a Lydia, quien está cubierta por Stiles, así que me tranquilizo un poco más, si eso es posible.
Pasan minutos o quizá horas, cuando hay un largo silencio que parece ser la señal de que termino. Las aves están en el suelo sin vida, tengo plumas en el cabello y rasguños en el cuello que sangran un poco.
—¿Todo en orden?— le pregunto a Allison y ella asiente, igual de asustada que yo.
—Lydia, ¿Estás bien?— llamo a la pelirroja.
Ella esta ocupada viéndose en el espejo de mano en un intento de arreglar su cabello —Creo que sí, ¿Sigue despeinado?— se pregunta, señalando su cabello.
Alzo ambas cejas con una leve sonrisa —No, ya no lo está.
Después del impacto que sucedió entre todos, la policía llegó a los pocos segundos, así como algunos padres y entre ellos el mío. Mi padre llego al final de todos los demás, así que permanecí con Allison y su padre, pero cuando él llegó, corrí a abrazarlo con fuerza.
—¿Estás bien?— me preguntó con preocupación, tomando mis hombros para revisar qué estuviera herida, al ver los rasguños que tenía en el cuello se mantuvo observando con paciencia —Necesitas que te curen, vamos.
Asiento un poco —Estoy bien, solo son un par de rasguños.
—No me importa lo que sean, no dejaré que te quedes así— sentencia, dándome otro leve abrazo.
Tomo aire, aceptando su petición porque en realidad, cada vez que hago un movimiento brusco me duele.
Un paramédico muy amable empieza a curar los rasguños, así que permanezco quieta hasta que termina, mirando mi reflejo de vez en cuando en mi teléfono, aunque termino encendiendo y apagando una y otra vez el móvil. Finalmente, cuando el paramédico está haciendo los últimos vendajes, Stiles se acerca a mi corriendo.
—Dáire, oye, Scott acaba de llamarme— menciona —Supongo que no sabes dónde está Isaac ahora mismo.
Mis ojos se abren de par en par, negando con la cabeza.
—No, ¿Dónde está? ¿Está bien?— me preguntó de inmediato.
—Creo que es mejor que vengas.
—Stiles...
Niega con rapidez —¡No! Lo siento, no es grave, quiero decir, sí es grave pero no tanto como te lo imaginas, de hecho creo que del uno al diez para ti sería un... tres, sí, definitivamente un tres.
—¿Dónde está?— me preguntó con paciencia.
—Ah, sí, está en casa de Derek, ven conmigo, Scott está con él— propone.
Miro a mi padre y él a mi —¿Quién es Derek?— se pregunta el adulto.
Stiles y yo lo nos miramos el uno al otro y después a mi padre.
—Mi primo— dice Stiles como si nada —De México, Dáire ya lo conoce, son buenos amigos.
Mi padre se cruza de brazos —No lo habías mencionado en tus mensajes.
Alzó ambas cejas, abriendo la boca para buscar una excusa a ello.
—Es que... apenas lo conocí hace unas semanas— respondo con seguridad —es amigo de Scott también, así que lo conocí, ¿Verdad, Stiles?
El mencionado asiente —Por supuesto, sí, salimos mucho y en una de esas Dáire lo conoció, estará bien.
—Te veo para cenar, papá— le sonrió —Ten cuidado.
Él acepta en un asentimiento, dándome un último leve abrazo antes de seguir a Stiles hasta su Jeep, donde subo en el lado del copiloto.
—¿Qué tan serio es?— le pregunto una vez a solas.
—Scott no me dio los detalles, solo que estuvo en el hospital con su mamá— responde Stiles, moviendo las estaciones de radio una tras otra.
Suspiro, recargando mi frente en la palma de mi mano —¿Por qué no respondió ninguno de mis mensajes?— murmuro para mí, pero el chico bien logra escucharme.
—Bueno, con el accidente supongo que no pudo hacerlo, quizá estaba muy dopado— Stiles rió un poco, notando la mirada que le daba —Y... tu no estabas hablando conmigo.
Niego con una sonrisa.
La casa de Derek prácticamente está en medio del bosque y de la nada, pero eso no importa cuando piso las hojas secas y avanzo mis pasos hasta la madera desecha, empujó la puerta color rojo y me adentro a la casa, llevándome miradas de Scott y Derek.
Derek hace un paso hacia atrás de un Isaac apenas consciente, por lo que lo tomó como un permiso y me acerco a él, colocándome de cuclillas.
Sonrió apenas noto que me mira —Hola— saludo, tomo su mano entre las mías, está fría y un poco pálida —Oye, si no querías salir a cenar conmigo y mi padre debiste habérmelo dicho en lugar de desaparecer un día entero.
Noto que abre más los ojos al escuchar mi voz, a lo que ríe un poco. Veo que Derek, Scott y Stiles se juntan en la otra habitación para ponerse al corriente con lo sucedido, por lo que me quedo con Isaac.
—¿Dónde habías estado?— me preguntó —Creí que estabas en una zanja.
Aquello lo hace reír más —Lo lamento, Dáire— apenas susurra —Derek me encargo una misión y... tuve que irme, Boyd y Erica siguen desaparecidos.
Asiento —Y ellos son tus amigos, lo entiendo— sonrió un poco —Al menos te hubieras despedido.
—Sí, lo siento... era súper secreto.
—Bueno, ahora estás aquí— mi sonrisa de amplia —Y con eso tengo, que estés a salvo.
Abre un poco más los ojos —Me gusta tu olor— menciona, riendo un poco.
No puedo evitarlo, pero también me rió junto con él —Es una loción nueva— confieso entre risas.
—Me gusta— admite, mirándome con una sonrisa —Te extrañe.
—Solo te fuiste un día— susurró.
—Y pareció una eternidad.
Ruedo los ojos, despegando la mirada de su rostro para evitar que vea el sonrojo que se aparece en mis mejillas.
—Solo por eso te perdono— acierto —Aunque aún me debes esa cena.
—Está vez no haré nada para evitarla, lo prometo.
Asiento una vez más, escuchando un par de gritos de la otra sala. Me asomo un poco y veo que Stiles toma a Scott de los hombros mientras Derek está frente a él quemando una parte de su brazo.
—¿Qué fue eso?— se pregunta Isaac con el ceño fruncido.
Niego, tratando de cubrir su vista —Cosa de Derek, Stiles y Scott, no mires.
Ríe un poco —No lo haré.
Está vez su susurró es más débil, por lo que a los pocos segundos vuelve a caer dormido. Formo una pequeña mueca, viendo cómo respira tranquilo y sin soltar un solo segundo su mano.
Me acerco para besar su mejilla con delicadeza, escuchando los pasos de los chicos hasta la puerta. Entonces Scott se detiene, pero decido no tomarle mucha importancia y decido preparar mis preguntas para cuando Derek vuelve a ellos.
Cuando veo que Scott está arañando la puerta como loco, sigo los pasos de Derek, observando la marca con tono oscuro sobre la puerta, en confusión, miro a Derek sin entender.
—Las aves en la escuela, el venado de anoche— enumera Scott —Como la noche que me pisotearon los venados, cuando me mordió el alfa— el chico nos mira —¿Cuántos son Derek?
Derek suspira, bajando la mirada como si ya no pudiera ocultarlo más.
—Una manada— él dice y mi ceño se aligera —Una manada de alfas.
Suelto una exalacion —Ay, no... no, no...
—¿Qué pasa?
Miro a Derek —¿Cómo son, cuántos? ¿Cómo es que...?
—Supe que hay una especie de líder, se llama Deucalion.
—¿Cuántos son?
Niega —No lo sé, solo sé que tienen a Boyd y a Erica. Peter, Isaac y yo los hemos buscado por cuatro meses.
Scott avanza —¿Y si los encuentran como van a enfrentarlos?
—Con toda la ayuda posible.
Asiento —Es verdad, yo...— cierro mis ojos un momento, como si aquello me ayudase a recordar mi sueño —Yo he estado soñando con ellos.
Aquello llama la atención de todos los presentes, incluso la de Derek.
—¿A qué te refieres con que soñaste?
—Son como pesadillas, sus ojos son rojos, ¿Verdad? Los de los alfas— los tres asienten —Yo los he visto, son... son todos hombres y una mujer.
—¿Cuántos?— inquiere Scott.
Niego —No lo recuerdo, sólo sé que son... muchos.
Aquello solo aumenta la preocupación entre los tres chicos, cuando Isaac se despierta una vez más, se sienta sobre la mesa y nos mira a los cuatro.
—¿Dónde está la chica?— cuestiona, como si hubiera olvidado todo lo demás.
Stiles me señala —Aquí, mírala.
Isaac niega —No, no Dáire, la chica que me salvo.
Miro sin entender al resto, así como ellos a mi y entonces, todos nosotros a Isaac.
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