♡parte uno
Domingo por la mañana, la luz entraba con facilidad atravesando la tela liviana de la cortina.
Los rayos del sol pegaron en el rostro de un señor, ya bastante mayor, quien tenía la intención de continuar durmiendo al menos una hora más.
Sin embargo, ni aquella luz mañanera, ni la señora a su lado, se lo permitieron.
SunHee, mujer de avanzada edad, cabellos castaños con pronunciadas canas entre cada mechón, mirada siempre seria y carácter fuerte. Ella llevaba casi seis décadas casada con aquel hombre dormido, Yoongi.
Min, después de haber sido un joven atractivo de cabellos negros en su totalidad, ahora lucía un semblante cansado, con ojeras marcadas, algunos problemas de memoria, y su cabeza se llenaba de hebras blancas cada vez más rápido.
Cualquiera que escuchara la cifra de años que llevaban juntos, juraría que se aman inmensamente, que son la pareja perfecta, como para permanecer cincuenta y cinco años casados.
Pero no, su situación no era ni cercana a eso.
—Ya levántate, hay cosas que hacer.—bufó SunHee, con un tono de voz harto por ser la cuarta vez en que le hablaba a su esposo.
—Nadie llegará hasta después de las doce, y son las ocho.—respondió abriendo los ojos lentamente—Bien puedes dejarme en paz una hora.
—¿Sabes?, has lo que quieras, pero si necesitas ayuda, no te la daré yo.—salió de la habitación, dando un azote a la puerta con clara molestia.
Aunque claro que a Yoongi no le importó esa acción.
¿Ayuda?, como si ella lo ayudara en primer lugar, podría estarse ahogando y su esposa no haría nada.
¿Cosas que hacer?, literalmente había una máquina independiente para cada tarea del hogar, así que no tenía que existir tal apuro.
Y con esas dos sencillas respuestas, Min volvió a cerrar los ojos, y pronto cayó nuevamente dormido por algún tiempo más.
Porque tal como él había dicho, sus visitas comenzarían a llegar hasta medio día, por lo que deseaba aprovechar ese lapso de tiempo para descansar.
Definitivamente, estar casi rozando los ochenta años no era agradable.
Ésta extraña pareja de ancianos tiene una larga, y dolorosa, historia detrás.
No se trata de maltratos entre ellos, ni tampoco de que el amor se acabó hace años. Si no que, todo comenzó cuando Yoongi y SunHee eran apenas un par de adolescentes.
Cuando el pálido tenía tan sólo diecisiete años, la conoció, gracias a su familia.
Los Jung eran personas de mucho dinero, con inversiones en decenas de empresas e innumerables ganancias cada año.
Ellos buscaban a la pareja perfecta para su hija única, Sun, con el afán de tener asegurado su futuro hereditario, y que su riqueza no cayera en manos equivocadas. Cosas de gente millonaria, cuya única prioridad, es cuidar su dinero.
Aquí es donde entraron los Min, reconocidos en el mundo de empresas financieras de mediano nivel.
Sin preguntar ni avisar, postularon a su hijo mayor para aquella vacante millonaria, por el simple hecho de ser avariciosos.
Contactaron al señor Jung, ofreciéndole un trato de negocios respecto a lo que ellos estaban buscando, e igual que los Min, la familia millonaria tampoco dio aviso previo a su hija sobre la situación.
Simplemente, una tarde cualquiera, ambas familias se reunieron en la residencia Jung, en donde juntaron a sus hijos en una cita obligatoria.
Por supuesto, desde ese momento, ambos chicos no se cayeron bien, pues eran personas muy opuestas en bastantes aspectos.
SunHee era una chica rebelde, con gusto por fiestas y alcohol. Tenía notas que apenas alcanzaban el promedio básico estudiantil, y su carácter era fuerte a un extremo desesperante.
Yoongi, por el contrario, se esforzaba lo más que podía en estudiar, buscaba empleos pequeños constantemente, y siempre se había caracterizado por ser un chico tranquilo y poco sociable.
Sin embargo, poco o nada les importaron éstos motivos a sus padres, ya que al ver el potencial que tenían como socios inversionistas, y lo parecidos que eran sus campos de trabajo, acabaron por decidir rápidamente que las familias Jung y Min debían unirse.
En minutos, quedó prácticamente decidida la vida de ambos jóvenes, quienes ni siquiera tenían claro el porqué estaban tomando café juntos.
De éste modo, en cuestión de pocos meses, Yoongi ya estaba obligado a salir con SunHee. En primera instancia, como aparentes amigos, la intención era —según sus padres— que se conocieran a fondo antes de iniciar el resto del plan.
Aunque evidentemente su relación era pésima desde el primer día.
Conforme el tiempo pasaba, los padres de Yoongi controlaban cada vez más sus citas, mensajes y llamadas con la chica, asegurándose en todo momento de que su hijo no fallara.
Mientras que él se sentía usado y vendido, pues básicamente, eso habían hecho con su existencia.
No entendía por completo los motivos de sus progenitores para usarlo como negocio. Ellos tenían dinero, su empresa había empezado a crecer gradualmente, ni siquiera tenían la excusa de "es un hijo malcriado y por eso lo hicimos".
Yoongi no había hecho nada malo, y su familia estaba bien económicamente.
Entonces, ¿porqué?
Esa pregunta, nunca le terminó de ser respondida.
Y a un año de aquel súbito acuerdo, los Min interfirieron nuevamente, ésta vez dándole una orden concreta a su hijo.
Debía ser novio de Sun, le gustase o no.
Él, por supuesto, intentó oponerse, pues pensó que con su mayoría de edad ya cumplida, podría tener derecho a opinar sobre su vida.
Pero, los dieciocho años no le sirvieron de nada, pues al final de tantas discusiones con sus padres, tuvo que obedecer.
Incluso su hermano menor, Gyu, había tratado de ayudarlo a quitarse ese compromiso de encima. Aunque, con tan sólo catorce años, realmente no existía mucho que él pudiera hacer para entrometerse.
Debió ver como su hermano mayor lloraba de impotencia la noche antes de la oficialización del noviazgo con Hee, sin poder hacer más que decirle "todo saldrá bien".
Y así, siendo obligado a decir un ridículo libreto cursi, Yoongi se "declaró" a la chica castaña un 13 de Enero. Estaba planeada desde la fecha, hora y ubicación, hasta la ropa de ambos y el regalo que el chico llevaría para Sun.
Todo era perfecto, como una película.
Ella aceptó, también por control de sus padres.
Empezando un noviazgo por absoluta conveniencia de sus familiares, sin una pizca de amor entre ellos, y llevándose mal en extremo.
Yoongi no quería preguntar aquel "¿aceptarías ser mi novia?".
SunHee no deseaba responder "Sí".
Los chicos no concordaban jamás en nada, no salían juntos a menos que fuera estrictamente necesario, ni siquiera sus amistades más cercanas sabían de su relación —puesto que a ellos no les gustaba para nada contarlo—, peleaban, se gritaban, dejaban de hablarse por días, eran obligados a reconciliarse, en fin.
Eran sólo los títeres de sus padres.
Pero, ¿cómo es que han pasado tantas décadas juntos, sin matarse mutuamente?
Quizá esa es la parte más difícil de explicar.
Yoongi, en realidad, sí se separó de ella en algún momento de su juventud.
Al entrar a la Universidad en Seúl, comenzó a tomar taller de música, con el afán de permanecer más tiempo en la escuela y menos en casa con su familia y Sun.
Y fue allí donde conoció al verdadero amor de su vida, a esa persona que tanto había querido encontrar, al chico que tal vez lo haría ser valiente para escapar de su infierno.
Park Jimin era un joven de cabellos rubios, ojos color chocolate, y mejillas abultadas.
Él estudiaba en la misma institución que Yoongi, y tomaba el taller de baile.
Ambos se habían conocido por casualidades de la vida, siendo más específicos, por un proyecto. Para finalizar el semestre corriente, los profesores decidieron "ayudar" a sus alumnos, por lo que la evaluación de los talleres de baile y música se juntarían; se acordó un evento en donde se presentaría una pieza de melodía clásica, y se montaría una coreografía para lucirla.
Debido a todos los ensayos, Jimin y Yoongi estuvieron conviviendo por un mes entero; hablaban mucho, compartían bastantes horas juntos, e incluso debían reunirse después de clases para perfeccionar el trabajo.
Evidentemente, el evento de evaluación resultó excelente gracias a toda su dedicación, y además, aquella presentación provocó algo más que sólo una boleta digna de admirar.
Al terminar con el proyecto, Yoongi comenzó a sentirse extraño.
Se dio cuenta de que, quizá, había fallado en obedecer a sus padres, había roto la regla de "deberá gustarte sólo ella, no le prestes atención a nadie más".
Supo que cometería una rebeldía grande, el día en que su corazón se aceleró a velocidades sónicas cuando Jimin le invitó a tomar un café. Entendió que no podría seguir acatando las órdenes de sus padres, cuando notó que entre más miraba esos ojos de chocolate, más se enamoraba.
Poco a poco, empezó a posicionar a Park como su prioridad, siendo aún amigos, mientras dejaba de lado a su novia.
Intentaba evitar a Sun, tanto como ella lo evadía también; les mentía a su familia con tal de poder salir unas horas con Jimin; tomaba tiempo extra de su taller de música, con la única intención de quedarse para ver al rubio bailar al ritmo de su práctica de piano.
Estaba mal, era una completa falta de respeto hacia sus padres, y por supuesto que habría consecuencias por su desobediencia. Le preocupaba, lógicamente, y tenía miedo de enfrentar su situación.
Pero, a Yoongi dejó de importarle todo aquello, cuando Park le robó su primer beso.
En cuanto sus labios se encontraron, lo comprendió por completo; estaba perdidamente enamorado de un chico, y quería elegirlo a él por sobre cualquier cosa.
Estaría dispuesto a dejar sus temores y ponerles un alto a las ideas de los Min, si eso significaba cambiar a Sun por Jimin.
Sonaba grosero, pero era la verdad.
Todo fue tan rápido, que aún a Yoongi le cuesta entender como sucedió exactamente.
Tan sólo esa tarde del beso, regresó a casa, y con la mayor decisión implantada en su voz, confrontó a sus padres justo antes de salir a comer con los Jung.
"Estoy realmente enamorado de Park Jimin, un compañero de la Universidad. No quiero seguir con ésta tontería del noviazgo con Hee... Por favor, no me obliguen a seguir con alguien que ni siquiera me gusta".
¿Su respuesta?, un rotundo e incómodo silencio, que duró por algunos minutos.
Les había impresionado la seguridad de su hijo al declarar tal cosa, y por supuesto que estaban molestos con él.
Yoongi estuvo castigado por una semana, sin poder salir de casa y faltando a clases. No se le permitió tener Internet o siquiera su teléfono, y tampoco vio a Sun durante esos siete largos días.
El chico pensaba que todo había sido en vano, y que seguramente lo harían continuar con su relación, e incluso le prohibirían volver a ver a Jimin. Creyó que su valentía sólo había empeorado todo, y a cada día que pasaba enclaustrado, los pensamientos de menor a mayor gravedad crecían en su cabeza.
No fue hasta el domingo por la noche, cuando sus padres lo llamaron para cenar; ambos se veían en extremo serios, y sus voces eran más frías que el hielo. Yoongi se sentó con ellos a la mesa, y en ese momento, pudo jurar que había sido el castigo que más había valido la pena en toda su vida.
"Cancelamos la relación con los Jung, a partir de ahora Sun ya no es tu novia. Puedes hacer lo que quieras, pero no queremos ver a ese tal Park en ésta casa jamás. No deseamos saber ni ver nada de lo que hagas con él, ¿entendido?".
Y el peli negro aceptó sin dudarlo.
Pues prefería mil veces esconder su noviazgo con la persona que amaba, a ser infeliz con alguien que no quería a la vista de todos.
Él jamás se enteró de lo que sus padres habían hecho para deshacer el compromiso con Hee, ni tampoco quiso preguntarles. Tan sólo les agradeció con los ojos brillosos por la emoción, y decidió no hacer más cuestionamientos sobre el tema.
¿Su relación con Jimin?, a partir de ahí fue historia.
Llegó por fin la última parte de ésta trilogía en medio de la saga. Para entender lo que pasa aquí, debieron haber leído "Heather" y "Hold on".
Espero les guste y lloren conmigo, ya que me inspiré mucho en un trend de tiktok. Ya sabrán después porqué.
Los amo❤
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