9. Un simple concubino
"¡Maldita sea!" Gritaba el rey para patear una pequeña mesa con cosas encima.
"La mesa no tiene la culpa de tu poca lógica humana." dijeron a sus espaldas con calma.
"¡¿Y quien la tiene?!" el joven rey no dudaba en gritar mientras se volteaba a aquella elegante mujer mayor sentada en uno de los sillones mientras tejía un tapiz pequeño, los botones de oro con aquel lobo de diseño descansaba en la tela de su vestido reluciendo con estilo, digno de la familia Buhajeruk. "¡Una puta guerra no es lo que necesito ahora!"
"¿Y que será lo que esperabas?" preguntó la mujer alzando su mirada a él y deteniendo lo que hacía. "No solo asesinaste al representante de otro reino, te hiciste ver mal, ¡quedaste mal y manchaste la reputación del reino!"
"¡Ese hombre me faltó al respeto a mí!" Gritó de regreso señalándose desde donde estaba.
"Nadie te faltó al respeto, vieron en ese chico la función real de su puesto." Le dijo con fuerza frunciendo el ceño. "¿Y todo para qué? ¿Por un simple concubino que apenas llegó hace un mes?"
El joven rey se mordía la lengua de la ira. Pero no dijo nada. Estaba molesto y casi votaba espuma por la boca.
"Tu padre se casó con tu madre pero nunca hizo una escenita de esas." Le regañaba volviendo a tejer su tapiz con el ceño fruncido. "Una concubina y un concubino son lo mismo, solo funcionan para complacer a su rey." le recalcaba con firmeza, mientras, Iván se recargaba de la pared para ver hacia afuera de la ventana esperando poder distraerse. "Y tú te metes en problemas como si pudieras hacerlo. Eres el rey, no deberías seguir los pasos de tu padre y volver a caer en ese... desastre." dijo a veces entre dientes y hasta con odio.
"No, no me vas a decir que hacer y que no debo hacer." Escupió el rey volteando a ella con el ceño fruncido. "¡Soy el rey, yo decido que puedo hacer y que no!" gritó
"¡Estás perdiendo la cabeza por una cara bonita!" gritó ella soltando una vez más el tapiz. "¡Has matado a hombres solo por mirarlo como si no fuera nada!" Dijo con fuerza levantándose de su lugar. "Te estás enamorando de tu concubino como si no fuera la gran cosa. Estás perdiendo tus principios como rey por un cuerpo lascivo." La mirada que le dió el rey de desaprobación le dijo todo lo que debía saber. "No puede ser, ni siquiera lo has tocado. Así de enamorado estás." Afirmó con el ceño fruncido, como si fuera lo peor del mundo.
"Yo nunca toco a mis concubinos." dijo él con el ceño fruncido. "Todos lo saben. Él no es especial."
"Tampoco los celas tanto como lo haces con él." dijo mirándolo a los ojos. "No caigas en el mismo juego que tu padre. Eres el rey, debes buscar a tu reina, debes procrear para tener a el próximo heredero." le recordó casi en un grito.
"Ya lo sé.." murmuró.
"Y si lo sabes, ¿porqué vas detrás de ese niñato? Este no es el gran rey Buhajeruk, hijo de Leonidas Buhajeruk e Iliana Buhajeruk." Le miraba con coraje. "Busca a una mujer llena de riquezas, cásate, hazla tu reina y tengan hijos, tantos como sea necesario." Le ordenaba. "O la línea de sangre Buhajeruk terminara contigo." Y amenazó recalcando sus últimas palabras.
El joven rey caminaba de un lado a otro viéndose pensativo y hasta preocupado, misma preocupación hizo que la expresión de la mujer se relajara. "Es cierto. Tiene razón." Y de repente volteó a ella. "¡Pero es mi puto problema!" le gritó de golpe sorprendiéndola enormemente. "¡Deja de querer aconsejarme y ordenarme como si fueras mi madre, cosa que no!" Dijo con ira y odio. "¡No lo eres!"
La mujer calló ofendida. Con un asentimiento dejó el tapiz y se dió la vuelta para ir a la puerta. "Termina con esto como te dije, Iván... O será tu perdición." Poco después salió por esta sin más. El rey odiaba con todo su ser cuando le daban ordenes, ella no iba a ser la excepción. Desde la muerte de su padre ella parecía querer actuar como si pudiera decirle como manejar su vida. Solo era una señora infeliz que no podia estar conforme con su propia vida. En fin, era su tía, Giovanna Buhajeruk.
El tapiz a la mitad que dejó en la mesa llamó la atención de Iván, quien no dudó en tomarlo y tirarlo por la ventana.
"¡Sebastián!" Llamó a todo pulmón con sus manos en sus caderas.
Segundos pasaron y un chico moreno entró rápidamente. Vestía con ropa elegante, no como los otros sirvientes. "¿Sí, su majestad?"
"Prepara un baño." Ordenó gruñón.
"Sí, su majestad."
Antes de irse se detuvo al ser llamado nuevamente.
"Y.. Sebastián." El moreno le miró. "Llama a Alexis."
"Sí, su majestad, en seguida." Y sin más, se marchó a toda prisa dejando al joven rey atrás.
Esas palabras no salían de su cabeza. Se repetían una y otra vez, estaba exhausto de lo mismo. "Huh." Rió sin gracia. "¿El gran rey Buhajeruk, enamorado? Suena estúpido y ridículo..." negaba continuamente hasta que la sonrisa desapareció de su rostro. "Estúpido y ridículo." Repitió pero más bajo.
[...]
Alexis nunca había entrado a los aposentos de su rey, pero allí estaba. Era incluso más enorme de lo esperaba.
"¿Mi señor?" Llamó el chico tocando la segunda puerta que se encontraba dentro de los aposentos de dorados.
La puerta fue abierta por aquel moreno que más de una vez había visto pero que nunca cruzaron palabras que no fueran necesarias. Solo estaba allí para atender a su rey, después de todo, era su sirviente personal.
"Su alteza le esperaba." Le dijo con tranquilidad haciéndose a un lado.
Tan pronto Alexis entró Sebastián salió cerrando la puerta tras él. El de cabello largo estaba sorprendido con lo enorme que era aquella habitación de baño. La gran tina que había en el centro era lo que más le llamaba la atención, al acercarse notó que había un hombre en esta, era su rey.. Y estaba desnudo, relajado y con los ojos cerrados recostado de la tina con sus brazos a los lados de la tina apoyados en el borde.
"Mi señor, ¿me llamó?" La suave pregunta hizo que abriera los ojos.
"Acércate." Alexis no dudó en acercarse lo suficientemente cerca como para que le viera con mejoría. "Tardaste en llegar."
"Lo lamento, estaba tomando una siesta. No estaba en las condiciones aptas para mostrarme frente a usted." Se explicó rápidamente.
El rey le miró en silencio por unos segundos para hablar. "Ven. Entra." Alexis estaba dudando en qué hacer con exactitud y se le notaba en el rostro. "A la tina, entra. Es una orden." Dijo con seriedad.
El concubino entró en una pequeña crisis. Avanzó unos pasos, retrocedió y luego volvió a avanzar. La mirada insistente del rey lo ponía más nervioso. Al final, se apresuró en deshacerse de su ropa. Cuando estuvo en paños menores no pudo evitar sonrojarse con notoriedad al pensar que su rey le iba a ver desnudo.
"Mi señor, si entro con usted... me verá desnudo." Dijo como si no fuera lo más obvio.
"¿Y?"
"Oh, bueno, nada.." Murmuró para quitarse su rubí y su medallón, luego de atar su cabello fue a acercarse y así entrar a la tina. Una vez sentado se quitó su ropa interior y la dejó afuera, en el suelo.
A diferencia del rey Iván, Alexis estaba sentado con sus rodillas contra su pecho. Sentía algo de vergüenza por la situación pero no parecía ser así para el contrario.
"Hoy tuve una reunión." Le soltó así como así haciendo que el pequeño chico lo mirara. "Me confirmaron de que el rey de Belkyss me declaró la guerra."
"Oh..." fue lo único que dijo el concubino. Era muy notorio la falta de interés en el chico.
"No te interesa, ya veo.." murmuró mirándole.
"No, no, por favor, continúe." Insistió inútilmente, ya el rey no tenían ganas de hablarle.
"No.." dijo para acomodarse. "Ven, acércate."
Alexis no dudó en acercarse yendo con cuidado entre las burbujas hasta su rey. Al estar con él a su lado Iván lo atrajo agarrando su cintura. Sentir la piel desnuda de su rey le colocaba tan sonrojado que le hacía sentir mariposas en el estómago.
Al estar tan cerca en el se atrevió a pasar sus piernas por encima del muslo de Iván. De esta forma estaba más cómodo y más cerca de él. Con suavidad se permitió descansar su cabeza en el hombro del rey. La mano del rey acariciaba continuamente el costado del chico sin pasar los limites. A pesar de el ambiente cómodo en el que estaba y que nada era escandaloso o algo parecido, el de greñas seguía teniendo una duda, era obvio que iba a preguntar.
"¿Para qué me llamó?" Preguntó Alexis reincorporándose para mirarlo con esos lindos ojos cafés que tenía.
"¿Cómo que porqué?" Le miró con una ceja alzada. "Porque quise. No preguntes." Le regañó con suavidad.
El de cabello largo se levantó un poco para tomar la esponja que estaba a un lado de la tina en una mesa con otras cosas. Al tenerla la hundió en el agua para empaparla de agua y espuma, una vez lo hizo, se le acercó a su rey para pasar dicha esponja por su cuerpo. Iván no dijo nada, se dejó hacer con gusto.
"Entre las cosas de las que se habló.." comenzó a hablar el rey. "Vas a tener que usar otra vestimenta." Sus palabras le llamaron la atención al chico.
"¿Hice algo mal?" Preguntó Alexis con preocupación sin dejar de pasar la esponja por su brazo
"No." Murmuró el mayor. "Pero creo que lo sabes cuando te digo que tu rostro es un problema." El concubino se mordió la lengua con algo de disgusto pero no dijo nada, continuó enjabonando el cuerpo del rey. "Llamas la atención de otras personas solo por verte.." colocó su mano bajo el mentón del menor y acomodando este en el dobles entre su pulgar y su dedo indice lo levantó para ver su rostro a la perfección. "..así."
"Eso no es mi culpa.." murmuró el concubino dejando de enjabonarle. Se le notaba algo molesto por eso
"No dije que lo fuera. Pero hay que cambiarlo." El rostro de Alexis cambió a miedo, no sabría qué podría llegar a hacer su rey con tal de que no le vieran. "No te voy a echar ácido en el rostro ni nada parecido, tranquilo." Dijo con algo de burla viendo como los hombros del chico se relajaban. "Era una opción." Nuevamente, el chico estaba con los pelos de punta una vez más.
"¿Ácido?" Preguntó con miedo.
"Pero no soy tan cruel... No contigo, por lo menos." Se corrigió para seguir hablando.
"¿Y qué es lo que decidió?" Volvía a preguntar para continuar lavándole con la esponja.
"Un velo." Dijo. "Muchas mujeres de la clase alta los usan para ocultar su rostro." Alexis no dijo nada. No iba a contradecir a su rey, él continuó pasando la esponja hasta su pecho con cuidado.
No era que fuera posesivo ni nada por el estilo. Pero entendía que si seguía permitiendo que el rostro de su concubino fuera visto por cualquiera iba a ser un problema aún más grande. Bueno, el simple hecho de ser lindo hizo que todo aquello de la cena sucediera. Era demasiado complicado el tema.
"Alexis." Le llamó con calma haciendo que le mirara.
"¿Sí, mi señor?" Preguntó con suavidad.
Iván no le dijo nada. Tomó el mentón de su concubino y lo acercó para besarlo. Al final iba a continuar con lo que dejaron a mitad. Nadie los iba a interrumpir, esa fue una de las ordenes que le dió a Sebastián, por eso se había ido tan pronto Alexis entró, mismo que no dudó en regresarle el beso.
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Si hay faltas de ortografía o un error,por favor déjenme saber.
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