7. Gotas de sangre
Era tanta la paranoia del rey luego de todo lo sucedido que desde entonces como medida de seguridad mantuvo a su concubino a su lado. Literalmente, lo tenía como cachorro siguiéndolo a todos lados. Alexis no se molestó, se sentía seguro junto a su rey así que no dudaba en estar de perrito faldero. Pero esto no era tan satisfactorio para el joven rey Buhajeruk, debido a la mala costumbre de Alexis con hacer preguntas como si fuera algo que debía hacer para poder vivir.
Los dos se encontraban en la biblioteca del castillo, era enorme y parecía infinita. El rey al ser demasiado joven se esforzaba en estudiar y aprender tanto como pudiera, por ende, muchas veces se quedaba en la biblioteca por horas muertas. Para evitar que el concubino se aburriera le dió la libertad de tomar algún libro, esta elección fue un libro de fantasía. Alexis estaba muy concentrado leyendo cada detalle y miles de preguntas se aparecieron en su cabecita, era obvio que iba a tratar de aclarar todas esas dudas.
"Mi señor, usted ha viajado mucho a miles de lugares, ¿no es así?" Preguntó mirando el gran libro sobre la mesa frente a él.
"Sí." Respondió el rey sin mirarlo pendiente a lo que tenía en sus manos, de vez en cuando hacía apuntes, era como si pudiera estar pendiente a muchas cosas al mismo tiempo.
"Y ha visto miles de cosas, ¿correcto?"
"Sí."
"¿Alguna vez ha visto hadas?" A pesar de ser una pregunta rara y estupida el rey no dejó de mirar sus apuntes y de escribir.
"No existen." Dijo seco.
"Yo las he visto. Cerca de la taberna de mis padres habían muchas." Decía alzando su mirada del libro para verle.
"Se llaman luciérnagas."
"¿Y los horcos?" Preguntó curioso mientras mecía sus piernas.
"No existen." Dijo tomando otro libro para abrirlo y sacar unos papeles de este.
"¿No?" Murmuró curioso llevando una de sus manos a sus propios labios tocando estos con su dedo índice. "Puedo jurar que sí."
"Hay hombres muy horribles, tal vez sea eso." Dijo sin interés para tomar tinta y escribir concentrado.
"¿Me puedo quedar el libro?" Preguntó con una sonrisa emocionado.
"Deja de romperme las bolas." Dijo alzando su cabeza para mirarlo con el ceño fruncido.
"¿Eso es un sí?" Preguntó tímido dejando de sonreír.
"Toma lo que te de la gana y ya." Dijo de mala gana para seguir lo suyo.
Alexis se levantó y fue corriendo a explorar los libros de la gran biblioteca. Le encantaba buscar nuevas cosas para leer, era su forma de entretenerse y le gustaba demasiado. Buscando entre todos los libros que habían vió un poco de todo. Habían desde libros de historias románticas y recetas de cocina, hasta libros de historia general. Entre todos tomó uno al azar y miró la portada, casi al instante lo volvió a poner donde iba. Con sus mejillas coloradas siguió buscando libros de fantasía para ignorar aquel peculiar libro.
Entre todo esto, el joven rey seguía estudiando y pendiente a sus apuntes. Si bien tenía un maestro junto a él hablándole en cosas explicándole, no podía no tener un ojo y una oreja en el chico de cabello largo. Iba de aquí hacía allá como ratoncito. Al ver al concubino acercársele con un libro en brazos y una gran sonrisa en su rostro habló.
"¿Qué?" Preguntó para mirarlo suspirando.
"¿Me puedo llevar este?" Preguntó mostrándole el libro.
"¡Ya te dije que sí!" Dijo cansado de él y sus preguntas. "¡Llévate todo lo que te de la gana y déjame hacer mis cosas!"
Alexis hizo una reverencia con una gran sonrisa para correr al sofá más cercano. Se tiró en este boca abajo y abrió el libro para comenzar a leer feliz de la vida. El rey le miraba, era increíble como la tela parecía ser muy fina en su cuerpo a pesar de ser acolchonada y algo ancha por el frío de esas tierras. Con un pequeño suspiro y negando volvió a lo suyo.
[...]
Alexis entró a sus aposentos con el libro en sus manos. Cada página que leía era un mundo nuevo para él, le encantaba. Ni siquiera hizo su rutina de siempre antes de irse a la cama, directamente dejó el libro en esta y se acostó para seguir leyendo desconociendo que estaba bajo la atenta y profunda mirada de su compañero de habitación.
Rodrigo siempre fue, o él pensaba, el favorito de el rey. Siempre estaba junto a él. Le ayudaba en lo que necesitara, le traía su té, le masajeaba los hombros y siempre estuvo a su lado. Por esos cortos meses se sintió amado y realmente querido por él, todo hasta que murió el rey anterior. El padre de Iván, Leonidas Buhajeruk, falleció por una enfermedad y luego de esto fue que el joven principe dejó de hacerle caso al concubino. Rodrigo se tuvo que callar y no comentar nada al respecto, con el verlo por los pasillos era suficiente para él. Pero llegó el nuevo concubino de sangre pura y todo se fue a la basura.
El rey trataba a Alexis incluso mejor de lo que lo trataba a él. Lo defendía de cualquier cosa y aunque aveces fuera un desgraciado no quitaba que lo celaba como una posesión. Por todo esto Rodrigo odiaba con todo su ser a Alexis. Quería que el rey fuera para él y así sería si no estuviera el chico.
Con lentitud pero firmeza se bajó de su cama. Se acercó a la cama de su compañero y lo vió desde atrás. ¿Qué tenía que seducía tan bien a su rey? ¿Sus hermoso ojos cafés con sus pestañas largas? ¿Su nariz perfecta? ¿Su largo cabello precioso? ¿Ó su delicado y blanco cuerpo virgen? No habría forma que fuera su personalidad. Esa boca que soltaba más preguntas por segundo que cualquier otra cosa era estresante y frustrante, no había forma que fuera su personalidad. Era demasiado infantil, se le notaba por su ignorancia y por esa admiración con el libro de fantasía que estaba leyendo.
El chico de cabello largo jugaba con su collar entre sus dedos. Rodrigo no lo entendía. ¿Porqué él tenía ese hermoso collar rubí? ¿Porqué se esforzaba en hacerlo resaltar cuando ya de por si resaltaba con su rostro? A él no le dió tantas joyas y el escudo del reino. ¿Qué tenía Alexis que no tenía Rodrigo?
Se acercó con toda la intención de hacerle daño y con sus manos arriba iba a agarrarle. No contaba con que el joven concubino lo viera a través del reflejo de aquel collar de oro. "¿Qué está—" Cuando se volteó y Rodrigo se el abalanzó para agarrarlo y en un movimiento rápido Alexis logró empujarlo con una patada.
Esto no logró hacer que se detuviera. El concubino de cabello corto estaba decidido en hacerlo desaparecer. Se volvió a abalanzar sobre Alexis y este trató con todas sus fuerzas de detenerlo. Forcejeaban tanto que parecían dos gatos peleándose.
"¡Para!" Pedía el joven de sangre pura tratando de soltarse.
Pero las manos del contrarío no parecían querer soltarse. Tiraba de él y lo golpeaba tratando de hacerle un daño fuerte. Alexis no supo de donde sacó la fuerza para hacerlo pero lo empujó tan fuerte que logró hacer que retrocediera, tambaleara y se diera contra una mesa de cristal.
Justo en ese momento se escuchó como abrían la puerta, una sirviente de mayor edad y varios guardias se hicieron presentes dándole paso al rey. Todos los presentes vieron a Rodrigo en el suelo entre cristales rotos con una herida en su cabeza y brazos, sangraba y se notaba que era el más herido entre los dos concubinos.
"¿¡Qué está pasando?!" Exigía saber el rey con el ceño fruncido y visiblemente molesto.
El concubino herido se levantó y corrió a los brazos del joven rey para agarrarse de su ropa. "¡Me trató de matar!" Dijo temblando y asustado. "Estaba tranquilo en mi cama cuando trató— cuando trató de—" los ojos de Alexis se abrieron como platos al escucharlo.
"¡Eso no es cierto!" Dijo rápidamente asustado de que su rey le creyera. El terror se apoderó de él cuando el mencionado miró al concubino en sus brazos y luego a él. "Mi señor.." susurró con una voz temblorosa.
"¡Trató de matarme!" Dijo Rodrigo casi llorando contra él.
Buhajeruk miró otra vez a Rodrigo y tomó su mejilla con una de sus manos para verlo. Examinó sus heridas con una expresión calmada atrapando la húmeda y llorosa mirada del chico. Fue entonces que bufó con suavidad. "Eres demasiado estupido." Dijo sin soltar su rostro. En un segundo el rostro del concubino cambió. Sus ojos se abrieron, su boca igual y más lágrimas salieron de sus ojos. Unos instantes después comenzó a escupir sangre y cuando el rey lo soltó cayó seco al suelo tomando su panza.
"¿Por— qué?" Preguntó en un murmullo el ver la daga en la mano del hombre frente a él.
"¿Creíste que me iba a tragar esa mentira?" Preguntó el rey Buhajeruk mirándolo indiferente. "Buscaba una excusa para matarte y me la acabas de dar." Decía tranquilo viendo como se desangraba. Alexis al ver todo esto se llevó sus manos a sus labios cubriendo su boca y retrocediendo sorprendido, no sabía que decir o hacer.
"Yo era tu favorito." Decía con sus última fuerzas. "¡Yo soy tu favorito! ¡No él!" Tosía.
"Nunca fuiste el favorito. Por lo menos, no mío." Dijo tomando la primera tela más cercana para limpiar su daga. "Eras el favorito de mi padre para mí." Aclaró viendo como la luz se iba de los ojos del chico en el suelo.
El de sangre pura al ver que el rey se le acercaba con la misma daga en la mano retrocedió. Temblaba al pensar que podría hacerle algo a él también. Pero no fue así. Iván le miró con ese rostro asustado, miró la arma en su mano y entendió que debía guardarla, así que, eso hizo.
Con su mano y poca delicadeza le tomó del rostro para ver heridas. No vió más que moretones. Con un fuerte suspiro lo soltó y negó. "Realmente sólo atraes los problemas." Dijo con el ceño fruncido.
"Mi..mi señor.."
"No hables." ordenó y volteó a ver a los guardias. "Busquen a alguien que limpie todo." Dijo para tomar a Alexis de la muñeca y así llevárselo de allí. Podía sentir que temblaba pero no había más que hacer al respecto. Era obvio que iba a estar asustado y temblando cuando parecía ser que todo el reino lo quería muerto.
.
.
.
Si hay faltas de ortografía o un error,por favor déjenme saber.
.
.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro