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5. La norma del rey



El césped estaba más frío de lo que esperaba. Desde que los guardias lo trajeron al jardín no había dejado de llorar hasta hace unos minutos atrás. Sus ojos estaban cansados de llorar, le dolía la garganta y quería dejar de existir un rato. Llevaba rato largo acostado en el césped boca abajo y con sus brazos cruzados bajo su cabeza.

Ya había mirado alrededor y aún estaban los dos guardias vigilándole desde no tan lejos luego de que intentó de huir una vez más, esta vez, corriendo a el laberinto del jardín para confundirlos. Obvio no funcionó. Ellos no entendían el por qué seguía en el suelo tirado pero no preguntaban nada al respecto, era mejor que seguirlo por todos lados. Mismos guardias trataban de mantener sus ojos lejos de él, pero uno de ellos fallaba muy seguido mirándole el trasero, era fácil puesto que estaba boca abajo. No que Alexis supiera de esto.

Unos pasos se escucharon cada vez más y más cerca. Hasta el ruido del metal de la armadura de los guardias se escucharon moverse ante el ruido. Al el ruido cesar el concubino no tenía ganas de ni siquiera voltear a ver quien era. Él quería quedarse tirado por más tiempo.

"De saber que te gustaba la tierra me hubiera comprado un cerdo y le ponía joyas." Escuchó a su lado haciendo que rápidamente se levantara colocándose de rodillas.

"Mi señor.." tartamudeaba Alexis agachando la cabeza en forma de reverencia ante la presencia de su rey.

"¿Qué carajos haces en el suelo?" Preguntó con confusión y de mala gana. "¿Qué no ves que eres demasiado costoso como para que te revuelques en la tierra? Levántate." El chico rápidamente se levantó y sacudió su ropa con rapidez. "Mañana al primer canto del gallo te quiero despierto y bien arreglado." Le ordenaba mirándolo con seriedad.

"¿Puedo preguntar para qué?" Nuevamente, esa mala costumbre de hacer preguntas.

"Se va a celebrar una reunión entre distintos reyes y vas a estar allí a mi lado." Decía con una expresión seria. "No me dejes quedar mal o yo personalmente te voy a castigar con mis propias manos." Advirtió mirándole desde arriba. Alexis no se había dado de cuenta de lo alto que era el rey Buhajeruk hasta ahora.

"Sí— Sí, mi señor." Dijo temeroso agachado un poco la cabeza. Al hacerlo, pudo ver como una gota caía al suelo. Con el paso de los segundos se fueron multiplicando hasta caer en cuenta que estaba lloviznando.

"Bien." Un sirviente corrió a socorrer al rey con un paraguas. "Dúchate, tu ropa da asco." Le dijo antes de darse la vuelta con la intención de irse, no lo consiguió.

"Su alteza, ¿porqué yo?" Preguntó el de cabello largo mirando al rey.

"¿Qué?" Volteó a verlo confundido.

"Tiene a Rodrigo y estoy seguro de que es mejor concubino que yo." Dijo con suavidad mirándolo a los ojos. "Entonces, ¿porqué yo?"

El rey lo miró en silencio, chistó y volteó del todo a él. "Porque yo lo decidí." Dijo como si fuera lo más obvio. "Deja de joder y límpiate, te quiero en el campo de tiro en cinco minutos." Y siguió con su camino dejando al chico empapándose bajo la lluvia.

Alexis suspiró y con pereza fue caminando tras él, claro que se hizo cargo de mantener su distancia, no quería hacerlo enojar.

[...]

Instruir al rey no era tan fácil, menos cuando era un hombre como Iván Buhajeruk. Alexis tenía miedo hasta de tocarlo para corregir sus posiciones, no quería hacerlo enojar pero hacerlo era super fácil. Con leves toques sutiles le indicaba si alguna parte de su cuerpo estaba en una posición incorrecta y no recibía ningún grito ni nada de regreso, era un alivio.

El de cabello largo pudo notar que el rey era un muy bien aprendiz. Apenas era la segunda vez en la que lo ayudaba con su técnica y era bueno en puntería, sólo que debía saber manejar el arco al cien por ciento. Alexis se colocó a un lado de él para levantar con cuidado su brazo para que pudiera dar en el punto. Al estar tan cerca el joven rey pudo sentir su respiración contra su cuello. Lentamente volteó su cabeza dejando su cuerpo fijo sin bajar el arco. Una vez estuvo seguro de que su cuerpo estaba en la posición perfecta el concubino lo miró de regreso. No esperaba que le estuviera mirando. No. Lo estaba observando y muy a detalle.

Estaban a escasos centímetros uno del otro. Lo que los evitaba estar exactamente cara a cara era la diferencia de altura pero, aún así, el concubino estaba siendo profundamente observado por el rey. Algo en los ojos del mencionado le decía a Alexis que se lo estaba comiendo con la mirada y no ayudó nada ver que bajaba sus ojos aún más para ver lo que podía de su cuerpo. Con lentitud y tímidamente retrocedió para darle su espacio, no quería interrumpir más.

El rey tragó fuertemente para seguir practicando. Cada vez lo hacía mejor y Alexis se encargaba en hacerle saber que estaba haciéndolo muy bien. No era sarcasmo o algo parecido, era genuino, se sentía algo feliz por verlo mejorar con grandeza y rapidez.

Fueron algunas pocas horas de esto. Alexis le indicaba al joven rey mientras que este le obedecía, no que le gustara que le dieran ordenes pero debía hacerlo si quería mejorar. Llegó un punto de donde era casi perfecto pero que su puntería no era la mejor, según el rey.

"Mi señor, ha mejorado enormemente, es perfecto." Le dijo el concubino mirándolo con preocupación. "No debería empujar sus limites."

"Perfecto no es suficiente." Dijo el rey con el ceño fruncido mientras colocaba otra flecha en su arco. "Debe ser impecable." Y una vez más, lanzó una flecha dando casi al centro.

El pelinegro miró a su rey en silencio y suspirando. No supo de donde sacó las fuerza pero acercó sus manos a el arco del rey para quitar la flecha con cuidado. El joven rey miró al concubino frunciendo el ceño pero no pudo enojarse cuando vió esa carita de cachorro.

"Se lo suplico, mi señor." Le dijo con suavidad mirándolo directo a los ojos. "Debe descansar, no va a progresar más en el estado en el que está." En parte, tenía razón.

Con un suspiro pesado bajó el arco y lo puso contra el pecho del concubino bruscamente. Alexis alzó sus manos y lo tomó, tan pronto vió como su rey sacaba su daga cerró los ojos y se agachó un poco pensando que le iba a hacer daño. Pasaron unos segundos interminables. Cuando volvió a abrir sus ojos la daga ya no estaba en las manos del chico frente a él.

"Debo ser igual de bueno que eso." Dijo señalando a el campo. El de cabello largo miró a donde señalaba y vió la daga en aquel blanco que usaban para las flechas. Estaba en el centro. "Y si no lo llego a ser, tú las vas a pagar." Le advertía para dar media vuelta e irse por su lado.

Bueno, no había duda, seguía siendo un desgraciado.

Luego de un largo día Alexis entraba a sus aposentos con cansancio. Esta vez, Rodrigo no lo saludó cuando le vió. El pelinegro no sabía qué hacía el otro chico mientras se la pasaba como cachorro persiguiendo al rey, asumió que sólo paseaba por allí y ya.

Una vez salió de limpiarse y darse un dulce baño fue a la cama con su bata puesta. No tardó nada en cerrar los ojos, estuvo haciendo tantas cosas durante el día que ni podía darse la oportunidad de leer un libro antes de dormir o algo parecido. Debía verse descansado para cuando llegaran los invitados del reino el día siguiente, no quería que su rey pasara vergüenza por su culpa.

[...]

Cuando abrió los ojos pudo ver a mujeres en su habitación, unas amables sirvientas que estaban, aparentemente, preparando todo lo que usaría. Alexis casi no entendía nada, seguía muy adormilado.

"Buenos días, joven." Dijo una de las mujeres para quitar la cobija ayudándolo a sentarse.

"Buenos días.." murmuraba él somnoliento.

"Su majestad nos ordenó a prepararle." Le decía deshaciendo su bata para comenzar a vestirlo.

Entre tres mujeres lo arreglaban. Una le limpiaba los dientes, otra le arreglaba la ropa y otra le colocaba las calcetas. Se sentía como un niño pequeño. Fue vestido con hermosa tela roja y arreglado por las mujeres que no dejaron ni un detalle fuera, hasta le cepillaron el cabello colocándolo en una trenza preciosa con joyas en esta. Le pusieron más joyas siendo el collar lo mejor de toda la colección. Era un rubí preciosos y que se podía apreciar desde lejos por su tamaño no tan grande ni tan pequeño.

Una vez le trajeron un gran espejo para que se viera él no dudó en mirarse con asombro, se sentía lindo y se veía muy encantador. Su ropa no era precisamente muy masculina. Su camisa tenía una cola que le llegaba a los talones con elegancia, parte de su pecho y algo de sus hombros estaban descubiertos dándole protagonismo a su collar, sus mangas eran algo pomposas y su cintura era presionada por un corset negro. Bajo su camisa habían unos pantalones negros algo ajustados y usaba sus botas con tacón. Algo que le gustaba era que la parte de abajo de sus botas eran rojas mientras que las botas mismas eran de un marrón casi negro. Aparte de su ropa, sus joyas también eran magnificas. Sus rubíes y sus perlas eran realmente algo que le quedaban con gracia. En si, él se veía realmente precioso.

"El collar de rubíes es esencial, el rey en persona ordenó que lo usarás y no te lo quitaras." Dijo la mujer más anciana de las presentes. "El rey ama esa piedra, no te la quites por nada..Aunque se encaje en la ropa, no te la quites."

"Permiso." Llamó Alexis volteando a ver a las mujeres luego de aquello. "¿Qué significa esto?" Preguntó señalando el otro collar en su cuello, este casi no se lograba ver pero resaltaba ser un medallón de oro con un símbolo de un oso.

"Es el escudo de nuestro rey." Le dijo una de las mujeres. "Es el escudo que representa al reino, al ser pertenecía del rey debes usarlo."

"Oh, ya veo, gracias." Le sonrió.

"Su alteza le está esperando, por favor, no le haga esperar." Y sin más, se marcharon.

Con un fuerte suspiro asintió para si mismo y se marchó llevándose la mirada de Rodrigo con él, no que lo supiera. Mientras caminaba pudo escuchar mucho estruendo. Quiso ir a asomarse por la ventana, al no ser tan alto y la ventana ser demasiado alta se tuvo que trepar para poder observar todo, al hacerlo vió demasiadas personas por todo el reino y por la parte de al frente del castillo. Se notaba que el reino estaba de fiesta, habían música, carruajes, luces y por todos lados podía ver personas, cosa que lo hizo sonreír con alegría. Fue entonces que sintió como lo agarraban y era tirado hacía atrás haciendo que soltara un grito.

"¿Qué crees qué haces?" Preguntó el rey Ivan mirándolo con el ceño fruncido. "¿Estás intentando escapar otra vez?" No se veía tan contento.

"No, no, no. Sólo observaba." Dijo el concubino con una sonrisa tímida, no podía ocultar su felicidad. "¿Qué se celebra hoy?"

Con un suspiro el chico negó. "Más te vale." Le advertía. "Es una celebración en nombre de las victorias del reino." Le explicó con pereza pues no le gustaba explicarse. "Los aliados y algunos representantes vendrán y no deben verte trepado en una ventana a punto de matarte." Regañaba agarrándolo para mirarlo de pies a cabeza.

Al ver su ropa notó que se veía muy bien. Pero el rey era muy meticuloso. Le acomodó las joyas, acomodó su cabello y ajustó un poco más su corset. Hasta le tomó del cuello para acercarlo y olerlo, esto mismo hizo que el de cabello largo se sonrojara, no lo hubiera visto venir.

"Mm." Murmuró para soltarlo una vez comprobó lo que quería. "Hueles bien, estás bien vestido, tienes el escudo, tienes joyas y.." le miró directo al pecho. "Tienes el rubí. Bien. Es suficiente." Dijo más para si mismo que para el otro chico. "Vas a venir conmigo y no vas a causar problemas, ¿entendido?"

"Sí, mi señor." Dijo rápidamente. "No me gustaría hacerlo enfadar, menos en este día tan importante para usted." Sonreía tratando inútilmente de ocultar su emoción.

"¿Porqué te emociona tanto? Pareces un cachorro meneando la cola." Dijo el rey bufando un poco con una casi invisible sonrisa.

"Discúlpeme, es que...amo las celebraciones." Dijo rápidamente con una gran sonrisa. "La música, la comida, el ambiente."

"Ya." Dijo para tomarse el cuello frotándolo. "Anda, camina. No tengo tiempo para perder." Sin más, comenzó a caminar.

Recibir a los invitados no fue difícil, Alexis se mantuvo parado detrás de su rey todo el tiempo viéndose bonito con sus manos entrelazadas frente a si mismo. Más de una vez logró ver que le daban miradas curiosas una vez terminaban de saludar al rey Buhajeruk, quiso ignorarlo todo y mantenerse con fuerza.

Por fin todos fueron a el gran comedor del castillo, Alexis nunca vió a tantas personas en un mismo lugar. Estaban desde sirvientes hasta cocineros, obviamente habían guardias.

El carro con todos los alimentos había llegado hace unos largos minutos y Alexis no dejaba de mirar aquella pequeña torre de panecillos. Se veían tan deliciosos que no podía controlarse, además, ya todos tenían sus platos llenos luego de que comenzaran a repartir los platos y las copas. El concubino hizo el trabajo de servir el vino a todos los presentes terminando por su rey. Fue entonces que comenzaron a comer y Alexis vió su oportunidad. Con lentitud y tratando de no interrumpir la cena y la conversación se acercó a aquel carro para tratar de tomar un panecillo con glaseado encima, sus planes se vieron interrumpidos por la voz de uno de los hombres presentes.

"¿Qué haces, muñeco?" Preguntó un hombre grande y fornido volteando a verlo con una sonrisa asquerosa.

"Yo...Iba a tomar un panecillo, señor." Dijo señalando tímidamente lo mencionando. Le ponía los nervios de punta saber que ahora todos los reyes y representantes de la mesa tenían un ojo en él, nuevamente sabían que estaba allí.

"No deberías comer azúcar, ese lindo cuerpecito tuyo debe mantenerse así, delgado." Dijo para traerlo de la cintura. "Ven aquí." No esperaba que el concubino se soltara alejándose, esta acción lo hizo fruncir el ceño. "¿Qué te pasa? Debes servirme y obedecer a lo que te digo." Preguntó con disgusto atrayéndolo una vez más para ver su cuerpo de cerca. Alexis no se podía alejar, lo agarraba demasiado fuerte.

"Suélteme." Repetía agarrándole el brazo, no quería que le tocara ni un pelo.

"Ese rubí que traes.." sonreía con esos asquerosos labios húmedos, no dejaba de relamerse cada que veía su cuerpo. "Te queda tan bien, combina con esa ropa tan ajustada que llevas..Pareciera que tú mismo eres el rubí, podrías ser cualquier rubí, de hecho." Esa risa que hacía era digna de un pervertido como él.

A pesar de intentar alejarlo, no funcionaba. Era demasiado fuerte para él. Ese hombre era un guerrero, un hombre entrenado para matar y Alexis era un pobre sangre pura de piel delicada y sentimientos sensibles. No había forma de alejarlo. Con un sólo brazo tiró de él y lo sentó en sus piernas. Aún así, el de cabello largo no se rendía e intentaba soltarse moviéndose mucho. No quería seguir sentado en su regazo, podía notar incomodes bajo suya, lo que lo hacía peor.

"¡Suélteme ya!" Pidió para golpear su rostro, ahora sí le soltó. No dudó en levantarse y alejarse. "Con todo respeto, yo le debo servir a mi rey, no a usted" Dijo rápidamente con miedo tras su voz que temblaba a pesar de mantenerse firme.

"¡Mierda!" Exclamó el hombre para tomar su nariz. Fue entonces que se levantó furioso. "¡Tu asquerosa zorra me golpeó!" Le dijo al rey Buhajeruk. "¡¿No piensas hacer nada?!"

Cuando el hombre volteó al rey dueño de ese reino no esperaba verlo con una sonrisa riendo por lo que veía. No se perdió nada de lo que sucedía desde que su concubino fue a tomar algo del carro. Fingía que no pero siempre mantuvo un ojo en su concubino desde que llegaron los hombres que ahora estaban en la mesa.

"¿Qué quieres que haga?" Preguntó riendo sobre sus palabras. "Está diciendo la verdad, él debe servirme a mí, no a ti." Dijo señalándose con la misma mano que tomaba su copa de vino, luego, lo señaló a él.

"¡¿Acaso no sabes quien soy?!" Gritó dándole un golpe a la mesa. "¡Yo vengo a representar al mi rey, el rey—"

"¿Y?" Preguntó dejando su copa en la mesa con tranquilidad. No le importaba que le interrumpió en mitad de su...lo que sea que fue aquello.

El rostro de aquel hombre se tornó a sorpresa pura. Pocos segundos después se notó como se fruncía en ira. "¡Yo vengo a representar a mi rey y no permitiré tal falta de respeto!" Mientras hacía su escenita el rey Buhajeruk levantó su tenedor para comer un pedazo de carne con tranquilidad. "¡Si me faltas al respeto a mí, le faltas al respeto a mi rey!" Gritaba aquel hombre volviendo a pegarle a la mesa.

El rey más joven de la mesa tragó para limpiar sus labios con una servilleta de tela antes de levantarse de la mesa. Levantó el mismo cuchillo con el que cortó la carne para tomarlo de la hoja y volteó levemente a aquel hombre. En un abrir y cerrar de ojos el cuchillo se vió enterrado en el hombro de ese viejo asqueroso haciendo que gritara. No era bueno con el arco pero vaya que era bueno tirando dagas y otras armas cortas con filo.

"Déjame decirte algo." Dijo para limpiar sus dedos con la servilleta. "Yo soy el rey Iván Buhajeruk. Dueño de todo este reino y hasta más allá. Héroe de las mejores victorias jamás escuchadas y escritas en los libros." Dijo comenzando a caminar a él con calma. "Hijo del rey Leonidas Buhajeruk." El rostro del viejo de puso pálido al escucharle hablar. "En mi reino me hablas de usted y ese.." señaló a su concubino que retrocedió cuando vió a su rey acercarse. "No es cualquier rubí, como tú dices." Ahora se señalaba con el pulgar estando frente a el hombre. "Es mi rubí." Dijo con sus ojos clavados en los ajenos para alzar su brazo arrancando aquel cuchillo desgarrando la carne vieja, en el proceso le arrancó un grito de dolor. Se lo había ganado.

Alexis miraba todo fascinado. Ese hombre era un tirano posesivo y codicioso, pero si le pertenecía, significaba que sería posesivo y codicioso con él también. La oscura sangre que salía de ese hombre caía sobre la mesa y hasta en la ropa de este mismo. Justo cuando iba a sacar su espada los caballeros del rey le quitaron todas sus armas, desde su espada hasta su daga.

"Déjame decirte un pequeño detalle que has ignorado, representante de mierda." Lo señaló con la hoja del cuchillo viendo su rostro de terror. "Fue una jugada muy, muy estupida venir a gritarme y ofenderme en mis tierras, en mi reino...Y en este reino hay una norma que se debe seguir al pie de la letra." Sin quitar sus ojos de los ajenos preguntó y no precisamente a el pervertido representante. "¿Cuál es esa norma, señores?" Preguntó al aire con firmeza y un tono fuerte.

"¡No mirar a el concubino de nuestro rey!" Gritaron los sirvientes, las sirvientes, los guardias, los caballeros y los pocos cocineros presentes.

"¿Y qué sucederá si lo haces?" Volvió a preguntar mientras le daba vuelta a el cuchillo para tomar el mango con la hoja boca abajo.

"¡Si miras al concubino del rey, su alteza personalmente te sacará los ojos!" Volvían a decir en unísono.

Ni le dejó respirar cuando el rey Buhajeruk ponía al hombre boca arriba contra la mesa. Ni tarde, ni perezoso, el joven rey comenzó a apuñalar repetidamente los ojos del hombre que gritaba pataleando. No contaba con que el rey tuviera la fuerza suficiente para mantenerlo abajo.

Una vez más, Alexis estaba fascinado por lo que sus ojos observaban. Todo aquello con tal de defenderle, era simplemente magnífico para el chico. No le gustaba ver tanta sangre ni tanta violencia, pero el contexto era lo que le quitaba las palabras.

El joven rey utilizó su propia mano para quitar sangre de su rostro, fue entonces que Alexis quitó aquel trapo suave que traía en su ropa y rápidamente se lo llevó para que limpiarla la sangre con más cuidado y efectividad. Él lo tomó y comenzó a limpiarse con una expresión curiosamente calmada en su rostro. Parecía que no había literalmente casi matado a un hombre con un cuchillo de cocina, si no es que ya había muerto.

"Tú." Dijo el rey Iván jadeando suavemente para señalar al concubino, mismo que le miró poniéndose nervioso.

"¿Sí, mi señor?" Respondió rápidamente.

"Toma tu puto panecillo y vete, ya no eres necesitado aquí." Dijo tirándole el trapo de mala gana.

Alexis asintió para tomar el trapo, hizo una reverencia y se alejó rápidamente para dejar todo aquello atrás. Su corazón latía con fuerza por todo lo que sucedió, desde el brutal ataque hasta las palabras de su rey. No sabía que aquello era una norma formal en el reino, recién se enteraba. Tenía entendido de que su rey se enojaba por todo y por nada, pero no sabía que se enojara por que ofendieran a sus concubinos teniendo en cuenta de que él mismo los asesinaba.

Bueno, algo parecía ser real y era que Alexis es el favorito del rey. Todos lo sabían, todos menos él.




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Si hay faltas de ortografía o un error,por favor déjenme saber.
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