4. Lágrimas de diamante
Las puertas se abrieron y de la habitación salió el rey molesto siendo seguido por el concubino. La reunión, según Alexis, trataba de nuevas tácticas de batalla, nuevos métodos, más armas y esas cosas. Parecía ser que estaban siendo amenazados por un reino vecino o algo así, no le terminó de entender.
"Bola de inútiles." Decía entre dientes el rey caminando con pisadas fuertes. Aborrecía de gran forma que no le dieran buenas respuestas de una. "Si pongo cerdos en su lugar me darían las mismas respuestas." Dijo para entrar a la misma habitación de siempre, parecía ser su oficina. "Hasta creo que podrían dar mejores respuestas." Seguía quejándose mientras Alexis dejaba la bandeja de té en la mesa.
El rey chistó molesto y extendió los brazos haciendo un gesto con la cabeza para que el pelinegro se le acercara. El chico se le acercó y dudando un poco de qué tenía que hacer asumió que debía quitarle la capa, y así fue, comenzó a quitar aquella capa que siempre llevaba y al terminar el rey fue al gran sofá de la habitación. Al verlo estar más cómodo dejó la capa de lado en el otro extremo del sofá.
"Es como hablar con gallinas sin cerebro." Dijo una vez más mientras se sentaba en la esquina del sofá para apoyar su brazo de este y tomar su rostro con estrés, podría parecer que por ser rey iba a cruzarse de piernas con elegancia pero no fue así, se quedó de piernas abiertas.
Alexis lo miró desde donde estaba. Preparó otra taza de té y se la acercó. El rey lo miró y negó alzando su mano para mostrarle la palma de esta en una señal de que no quería, fue entonces que bostezó y se frotó el rostro. Alexis paró las orejas ante esto pero lo disimuló dejando la taza donde estaba y lo miró en silencio.
El veneno estaba tardando demasiado en hacer efecto y ya estaba poniéndose ansioso. Pensó en retomar su primer plan y usar la aguja que escondía en su chaleco. Mientras el rey volvía a sostener su propia cabeza cerrando sus ojos Alexis se le acercó pasando discretamente la aguja de su chaleco a la manga de su camisa. El rey Buhajeruk frunció levemente el ceño y abrió los ojos al sentir movimiento sobre él. No esperaba ver a su concubino subiendo a su regazo con una sonrisa en su rostro.
"¿Qué estás haciendo?" Preguntó el joven rey con una voz baja, producto de el sueño que estaba sintiendo.
"Mi señor, se ve muy estresado." Murmuró el pelinegro para acercar sus manos al pecho de su rey. Al colocarlas sobre este pudo sentir la respiración calmada por el movimiento del pecho del contrario.
"Lo estoy." Murmuró igualmente en respuesta. Lentamente las manos del concubino subieron por su pecho hasta sus hombros acariciando con sus pulgares a su paso. "¿Qué crees que estás haciendo?" Preguntó con un suave suspiro de por medio. "No has causado más que problemas hoy." Soltó.
"¿Problemas?" Preguntaba inclinándose un poco a él sin dejar de tomar sus hombros. Ni siquiera estaba fingiendo, sí que tenía dudas al respecto.
"Mis hombres no podían pensar con claridad por tu culpa.." murmuró mirándolo. Lentamente bajó sus ojos por su cuerpo repasando la piel desnuda de su concubino varias veces. "Al vestirte así e ir frente a todos mis hombres en mitad de una reunión no pudieron pensar bien. Por tu culpa no podían pensar bien." Recalcaba una y otra vez. Su voz era tan suave y a la vez ronca por la somnolencia que provocó alguna sensación dentro del pelinegro.
"Pero, mi señor.." Alexis llevó sus manos tras la cabeza del chico teniendo sus propias manos muy cerca una de la otra y sin que el otro supiera tomó la aguja de su manga, misma aguja que anteriormente había empapado en el veneno. "Me vestí así para usted."
"¿Para mí?" Susurró mirándolo.
"Así es.." se inclinó cada vez más. "Usted mismo dijo que yo era de su propiedad, entonces, si me visto así, es para usted."
Al estar cerca de sus labios y la aguja cerca de su piel se detuvo por una sensación fría contra su cuello. Los ojos únicos del rey estaban completamente abiertos mirándolo fijamente, ya no se veía cansado ni somnoliento, se veía totalmente despierto. El pelinegro sin procesarlo bien bajó su mirada lentamente y pudo verlo todo, había una daga contra su cuello amenazando con cortarle en cualquier segundo, para ser más específicos, la punta de la daga. También observó que el brazo del rey estaba empapado en sangre y parte de la hoja de la daga también. Al entender lo que sucedía el terror le invadió.
"Admiro tu dedicación pero, ¿en serio pensaste que pudiste burlar a tu rey?" Preguntó mirándolo directo a los ojos. "A los quince años me volví rey. A los dieciséis tuve una gran victoria contra un ejercito del doble de grande que el mío. A los diecisiete hice mi nombre conocido por estas tierras con todos mis logros y victorias. En mis tres años reinando nadie ha pisado sobre mí y nadie ha logrado vencerme ni estando enfermo. ¿Crees que voy a caer por un concubino con cara linda?" Preguntó una vez más para reír bajo negando. "Estás muy mal, nene."
La aguja cayó al suelo. Las manos de Alexis temblaban y el miedo que sintió fue real. En ninguna parte de su plan pensó que lo haría mal y que le descubriría. ¿Ahora qué? ¿Lo mataría? No estaba listo para morir. No quería morir, apenas tenía dieciocho años.
Hasta recordó las palabras de su rey. "Soy tu rey, el rey Buhajeruk. Tú vives por mí, para mí y gracias a mí. No dudes en obedecerme o voy a hacerme cargo de que la razón por la que vives sea lo último que veas.". Lo dijo el día anterior cuando lo conoció en persona y justo ahora miraba los ojos de este mismo chico.
¿Serían esos ojos lo último que vería?
En un abrir y cerrar los ojos cayó contra el suelo violentamente. Se trató de reincorporar tomándose la mejilla con dolor, acababa de confirmar lo que pensaba sobre que el rey tenía una mano pesada. La bofetada que le había dado fue tan fuerte que sintió ganas de llorar, ya de por si su piel era delicada pero fue peor aún por los anillos, estaba seguro de que tenía la mano marcada en su mejilla.
"Asumo que tu plan fue a la perfección, pero no esperabas que yo no fuera un idiota." Dijo el rey poniéndose de pie para mirar su propio brazo sangrando. Se notaba en su rostro la frustración de que tardaría un poco en curarse. "¿Por qué hiciste algo tan estupido cómo esto?" Preguntó mirando con el ceño fruncido al chico en el suelo, mismo que sollozaba tomando su mejilla adolorido. "¡Respóndeme!" Exigió.
"Yo— yo.."
"Tú, tú." Dijo burlándose de él para acercársele. Sin cuidado pateó la mano con la que se tomaba la mejilla y luego su hombro haciendo que quedara boca arriba contra el suelo, fue entonces que lo miró desde arriba con dominio. "¡Habla ya!" allí fue el momento cuando el chico de cabello largo se rompió en llanto.
"No quiero estar aquí.." Dijo entre sollozos y llanto. "Quiero estar con mis papás. No quiero estar aquí." Decía repetidamente hipando.
"Impresionante." Murmuró el rey mirándolo indiferente. "Hasta llorando tienes una cara bonita, pareciera que lloras mismísimos diamantes." Lo había ignorado totalmente. Con un suspiro se dió la vuelta para tomar una pequeña campana de su escritorio y moverla. Tan pronto se escuchó el tintineo la puerta se abrió y entró un sirviente. "Llama al doctor." Le ordenó y efectivamente se fue a llamar al doctor con urgencia luego de ver la sangre en su brazo.
"¡Por favor, mi señor, por favor, le pido que me perdone la vida!" Lloraba Alexis de rodillas en el suelo.
El rey volteó a verle sin interés y suspiró. "Deja de llorar, me estresan los lloriqueos." Murmuró frotando su rostro. "No te voy a matar." Los ojos del chico en el suelo se abrieron enormemente al escucharlo. "No todavía, por lo menos. Necesito un maestro de arquería y lo único qué hay eres tú." Lo señaló con la daga que seguía en su mano al hablar. Curiosamente, no se veía tan molesto como pensaba que estaría. Lo había visto más furioso por mucho menos.
"Gracias." Dijo sollozando. "Muchas gracias." susurró haciendo una reverencia. Su frente tocaba el suelo y se veía patético, era humillante, pero era necesario si quería vivir. "Usted tiene un corazón muy grande." Dijo alzando su mirada para verlo con sus mejillas empapadas.
"Sí, sí." Dijo sin más rodando los ojos para ver como el doctor entraba corriendo junto a unos sirvientes. "Tú, ven y cúrame." Le ordenó para dejar la daga ensangrentada en la mesa.
Alexis se quedó en el suelo viendo como los sirvientes comenzaban a acomodar su manga para mostrar la herida. Era lo suficiente profunda como para que el veneno fuera saliendo y el efecto se fuera, esta era la razón por la que el rey Buhajeruk se había auto infligido. Para ser tan joven tenía demasiada experiencia con venenos y cosas así. Con sólo un trago saboreó la diferencia en su té e inmediatamente supo que algo andaba mal.
El pelinegro miró en silencio como trataban al rey, hasta le pareció interesante la forma en la que aguantaba el dolor de los alfileres penetrando su piel para coser la herida. El joven rey cerraba los ojos y fruncía el ceño agarrando con fuerza su propio muslo para controlarse. No hacía ni un quejido de dolor.
"Si no me desea y me trata como una molestia.." comenzó a hablar Alexis entre sus sollozos queditos frustrando al rey. Parecía que no sabía mantenerse callado. "¿Por qué me mantiene aquí en vez de tirarme a un lado?" Preguntó. "De todas formas..usted no fue quien me compró."
El rey no le respondió al instante. Pensó que no tenía por qué responderle, pero al final, lo hizo, le respondió. "Exacto." Dijo sin más sin dejar de mirar como curaban su brazo. "Mi padre te compró, gastó demasiado dinero en ti como para simplemente dejar que te vayas cual rata de cloaca. Si vas a vivir, será bajo mi tormento y si vas a morir, será bajo la hoja de mi espada." Escupió con desagrado y disgusto, como si fuera lo peor. "Tú me perteneces, te guste o no. No tienes elección." Lo miró con una mirada profunda, quería dejar muy en claro quien mandaba. "Ahora, cállate y no hables más. Te he permitido hablar demasiado y me estás haciendo enojar otra vez."
Los ojos de Alexis se empaparon de más lágrimas. Quiso decir tantas cosas pero no pudo, no se le permitió.
"¡Guardias!" Hombres entraron a la habitación al escuchar el llamado de su rey. "Llévenselo al jardín y no le quiten el ojo de encima. A ver si así deja de romper las pelotas un rato." Ordenó para cerrar los ojos y recostarse del sofá. "Lo quiero fuera de mi vista."
Entre dos hombres agarraron al concubino de los brazos y se lo llevaron casi a rastras de allí. El rey suspiró y se acomodó para descansar un poco mientras terminaban de curar su brazo. Al final, el veneno había hecho su función.
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Si hay faltas de ortografía o un error,por favor déjenme saber.
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