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3. La Masacre


"¡Hay que irnos, su majestad!" Exclamó Rafael para tomarle de la mano antes de comenzar a correr.

"¡Micha! ¡La dejé en mis aposentos!" Exclamó Alexis con preocupación y miedo siendo casi arrastrado por su asistente. "¡Debo ir!"

"¡Su majestad, tengo estrictas ordenes de mantenerle a salvo, no puede ir! ¡Iré por ella tan pronto usted esté a salvo!" Corrieron por todo el pasillo hacia el area donde sabrían que estarían bien, quedaba abajo del castillo en la mazmorra. Alexis casi se tropezó en las escaleras, correr con tacones no era lo mejor cuando ibas bajo las escaleras. "Por aquí, rápido, rápido, volveré tan pronto tenga a Micha." Rafael abrió una puerta y ayudó a su rey a entrar a la habitación, no era lo mejor, pero era seguro, por ahora.

"Por favor, ten cuidado." Le rogó Alexis con una voz temblorosa. Rafael asintió y le dejó al cuidado de los guardias, luego salió en busca de la mascota de su rey.

"Manténgase atrás, su majestad." Dijo uno de los guardias para sujetar su arma con fuerza.

Las piernas de Alexis temblaban, no sabía como actuar y estaba aterrado, escuchaba como arriba había gente gritando, le aterraba todo el escandalo.

"Mierda, han entrado." Masculló uno de los hombres aterrorizando aún más a el rey.

Los hombres se colocaron en formación siendo la vida de Alexis lo único que les preocupaba. Mientras más tiempo pasaba peor era su miedo, no sabía cómo estaba Iván, no sabía si su granja estaba bien, o sus sirvientes... Tenía tanto miedo que su cuerpo temblaba, se abrazaba a si mismo tratando de calmarse, pero no se calmaba, su preocupación y miedo era demasiado, estaba tan tenso que cuando pasaron largos e interminables minutos brincó cuando vió la puerta abrirse.

"Maldita sea, casi le atacamos." Murmuró uno de los guardias al ver a Sebastián entrar con una cobija entre las manos enrollada, el moreno hizo una seña en orden de que se mantuvieran fuera para proteger que no entraran a atacar al rey, ni siquiera dijo nada.

"Sebastián..." Alexis soltó un corto jadeo de sorpresa, fue un enorme alivió ver una cara familiar.

"Tenga." El sirviente se acercó para darle la cobija que tenía en sus manos, al fijarse vió que era Micha la que estaba enrollada en esta, no pudo no soltar una sonrisa. "Está sana y salva."

"¡Gracias!" Exclamó aliviado abrazando a su mascota, era una gran noticia que estuviera bien. "Le dije a Rafael que la buscara y—" No terminó de hablar, la mirada en el rostro de el moreno fue tan oscura, coraje y tristeza dominaron su rostro, poco a poco lo fue entendiendo. "Sebastián... ¿Dónde...? ¿Dónde está Rafael?" Le preguntó con miedo a la respuesta.

"Se le dieron ordenes para que le protegiera a usted, su alteza, esa fue la ultima cosa que le pidieron... Y es lo ultimo que me pidió que hiciera, le juré que no dejaría que le hicieran algo a usted." Dijo con una voz firme, pero se veía al borde de romperse, los ojos de Alexis se abrieron enormemente ante la noticia. "Así que quédese aquí, me encargaré de que ni un alma se acerque." Escupió con ira volteándose para caminar a la puerta, luego salió dejando al chico y su mascota a solas.

"No... Rafael..." Susurró sintiendo sus ojos inundarse con lagrimas, no tuvo de otra más que hacerse bola en una esquina mientras abrazaba a Micha contra su pecho.

A las afueras de la mazmorra y por los pasillos de la entrada al castillo Sebastián agarró una lanza para atacar a los enemigos que se cruzaran por su camino. Su misión era alejar a todos los que se acercaran a su rey, él y otros soldados hacían todo lo que pudieran para alejarlos, aunque era difícil.

A las afueras de el castillo había una masacre en todo el pueblo, guerreros enemigos matando a todos y queriendo reclamar el reino como suyo, aunque la fuerza del reino de los Buhajeruk era mucha, los enemigos parecía que se habían preparado durante mucho tiempo para este momento. Sirvientes, concubinas, soldados, no le perdonaban la vida a nadie, los gritos de gente tratando de huir y salvarse, hombres tratando de defender al reino y sus hogares, los pueblerinos, era algo verdaderamente agobiante.

"¡Ahgg!" Ante los gritos de afuera Alexis dió un salto, esos gritos se escuchaban demasiado cerca como para no tener miedo.

Su corazón latió desesperado al ver sangre escurrir bajo la puerta entrando a aquel lugar donde se encontraba. Estaba aterrado, tan aterrado que no casi no podía respirar. Se estaban acercando peligrosamente hasta donde se encontraba, ¿y luego qué? ¿Le matarían? ¿Le torturarían? Las ideas y las probabilidades eran tantas.

La puerta fue abierta de golpe haciendo que Alexis abrazara a su mascota, odiaría pensar que le hicieran algo, ya había perdido suficiente. "¡Atrás!" Gritó con una voz temblorosa.

"Mm, eres tal y como te describían." Dijo aquel hombre luego de silbar burlonamente. "Cabello negro y largo, lacio, pestañas largas y..." Le miró desde los pies hasta la cabeza. "Un verdadero muñeco, justo lo que nuestro rey quería." Esas palabras confundieron al pelinegro aún más.

"¿Qué?" Titubeó. "No... No, por favor.." El misterioso hombre le tomó del hombro de forma brusca tirando de él, esto hizo que se le cayera la cobija de sus manos y su mascota, que huyó aterrada del lugar. "¡No, suéltame!" Los gritos eran tantos y tan fuertes que desgarraron su garganta haciendo que le doliera.

"No tenemos tiempo para esto." Masculló el armado con fastidio para cargar al rey del hombro, como si fuera un costal de papas.

"¡Su majestad!" Alexis reconocería la voz de Sebastián donde sea. Antes de que el moreno pudiera hacer algo fue atacado por la espalda.

"¡¡No!!" Alexis vió como Sebastián caía al suelo luego de ser atravesado por un puñal, con esto sintió como las lágrimas salieron de sus ojos cayendo por su rostro ahora húmedo. "¡No, no, no, maldición, no!" Lloraba pataleando, trató de soltarse con sus débiles manos, pero era obvio que no sirvió de mucho. "¡Son unos monstruos! ¡Sebastián! ¡Levántate, es una orden!"

El moreno trató de hacer lo pedido, pero solo hizo que le patearan haciendo que se retorciera de dolor. "Déjalo estar, se morirá desangrado. Ya tenemos lo que queríamos, perderemos tiempo si nos quedamos a rematarlo." Dijo uno de los hombres junto al que cargaba al rey.

"No podemos dejar cabos sueltos." Dijo otro insistiendo.

"¡Hay que matarlo!"

"¡Basta!" Gritó el hombre que parecía ser el líder todo este rato, fue difícil hacerse escuchar por encima de el llanto del chico a su hombro. "Hay que marcharnos, el rey nos está esperando." No pudieron contradecirles, así que emprendieron camino para huir.






[...]





La batalla tardó horas en acabar, pero finalmente se logró, ya no habían enemigos que asesinar, solo un montón de cadáveres tirados por doquier. Los hombres tomaban los cuerpos y los tiraban juntos para enterrarlos, mientras algunos pueblerinos trataban de limpiar el desastre de las tiendas rotas y demás.

Iván corrió todo lo que pudo con la herida de su espalda casi sellada, corrió por los pasillos manchados de sangre y le hizo caso omiso a los cuerpos tirados en el suelo, apoyados contra las paredes y algunos hasta apilados, hasta que vió el cuerpo de Sebastián. "Mierda, no, no, puta madre, ¡no!" Rápidamente se acercó para darle la vuelta para ver su rostro, con sus dedos buscó sus signos vitales y soltó un enorme suspiro de alivio. "Desgraciado, casi me das un infarto." Dijo en un murmuro para cargarlo con cuidado.

"¿Su majestad?" El moreno habló con un hilo de voz, estaba pálido y débil, había perdido demasiada sangre.

"Soy yo, todo estará bien, te llevaré con el doctor." Dijo el rey mientras caminaba con dificultado pero lo más rápido que pudo. En todo el camino hacia allá el sirviente murmuraba algo entre su tos y sus quejidos de dolor, lo que Iván creyó que eran balbuceos por el dolor, así que no le hizo caso, pero no fue hasta que le agarró con sus ultimas fuerzas haciendo que le mirara. "Ya casi llegamos, no te preocu—"

"Lo siento, Rafael..." Iván estaba confuso ante esas palabras. "Yo.. Fallé.. Lo siento tanto... Fallé.."

"¿De qué estás hablando?" El más alto de los dos frunció el ceño confundido.

"..Se lo llevaron..." Murmulló Sebastián mirándole con dificultad entre la sangre en su rostro y las lágrimas.

"¿Qué?" No quería pensar que lo que le decía era lo que creía.

"El... rey Alexis..." tosió. "Se lo llevaron."

Iván sintió como si fuera atravesado por todo su cuerpo, como si le cayera un balde de agua fría. No lo pensó dos veces antes dejar a Sebastián con un soldado dándole ordenes de llevarlo con el doctor, luego fue corriendo lo más rápido que pudo hacia donde se suponía que estuviera su esposo. La idea de perderlo le aterraba, corrió hasta llegar a las escaleras, mismas que bajó casi volando, al llegar vió todos los cuerpos tirados, la sangre y... No estaba Alexis.

"¡¡Mierda!!" El cuerpo en el suelo no tenía la culpa, pero de todas formas Iván lo pateó para desquitar su coraje. "¡¡Malditos inútiles!! ¡¡Solo debían protegerlo y cuidarlo!!" ¿Qué le harían a Alexis? Podrían desde venderlo hasta usarlo para cosas horrible. No podía permitirlo, no iba a permitirlo.

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