2. Un verdadero tirano
El chico caminaba por el pasillo siguiendo a el Rey Buhajeruk por el pasillo. Luego de aquella amenaza optó por llevarlo consigo a el campo de tiro. Al ser un lugar nuevo Alexis no sabía nada del reino ni del castillo en si, no sabía ni donde estaban las cosas. Incluso peor, no sabía el nombre del rey, sólo su apellido. En su lista de preguntas quería preguntar su nombre pero sabía de sobra que recibiría una reprimenda por ser tan curioso y grosero, no quería que le abofeteara, ya vió de sobra que su rey tenía una mano pesada.
Una vez llegaron al campo de tiro vió que todo era abierto y habían varias personas presente. Entre los guardias, sirvientas y sirvientes estaba aquel hombre que anteriormente había sido humillado. El rey se encamino hasta su asiente innecesariamente elegante que había allí y se sentó luego de acomodar de acomodar aquella capa que caía por sus hombros, era invierno, claro que no se la quitaría. Alexis se quedó quieto mirando todo, no sabía qué hacer. De repente escuchó un chasqueo de dedos, a voltear vió al rey Buhajeruk chasqueando los dedos para llamar la atención de alguien, en este caso, la de su concubino. "Tu nombre." Le exigió.
"Alexis, mi señor." Respondió alzando un poco la voz para ser escuchado.
"Alexis, siéntate. Me enfermas ahí parado." No entendía como sabía que estaba de pie, en todo el momento miraba hacía adelante. Aún así, no supo donde sentarse.
Miró a su alrededor y fue entonces que un guardia le indicó disimuladamente un asiento a un lado del rey. Rápidamente agradeció en un susurro y fue a sentarse allí, estaba helado. Ahora entendía el porqué sabía que estaba de pie, se supone que estuviera a su lado. El rey hizo una seña y un guardia se acercó, le susurró algo al oído y asintió para alejarse.
Alexis tuvo que ver como colocaban a aquel hombre mayor de rodillas en la nieve entre todo el campo de tiro con una manzana en la cabeza. A un viejo con un parche se le dió un arco y una flecha. Recordó por un momento aquello que había dicho el rey anteriormente. "El inútil este trajo a un arquero retirado que apenas y puede ver." Le explicó. "¿Qué crees que merece? ¿Crees que deba morir?"
"Mi señor." Alexis rápidamente volteó a ver a su rey casi entrando en pánico. "¿Acaso va a..?"
"Así es. Es su castigo por haber traído a ese viejo inútil." Dijo para mirarlo de reojo. "Si es tan bueno como dice, la flecha no lo matará y le dará a la manzana." Le explicó para mirar hacía al frente.
"Pero eso— Podría morir."
"¿Y?" Sí, era realmente un maldito y un desgraciado, se le notó en el rostro al pelinegro lo que pensaba y no pasó desapercibido por el rey. "Oh, te da lástima. Ya.." dijo fingiendo pena en su voz. "Por favor, toma su lugar, de esa manera no morirá." Sugirió con su brazo y su mano extendida señaló al campo refiriéndose al hombre mayor.
"Yo.." sus ojos demostraron el terror al escucharlo.
"¿No? Entonces, cállate. Ya has hablado lo suficiente por hoy." Y se volvió a acomodar mirando hacia al frente.
Alexis tragó fuerte y se mantuvo callado, no quería hacerlo enojar más. "Lo lamento, mi señor." Susurró agachando la mirada.
Con un movimiento de sus dedos el rey indicó que comenzaran. Nada lucía bien. Un hombre de rodillas con una manzana en la cabeza, un hombre sin un hijo con un arco y una flecha y un campo abierto. Alexis no quería mirar así que bajó la cabeza, pero una mano helada con anillos le tomó del mentón obligándolo a alzar su mirada. Ahora no podía evitar mirar todo este juego macabro.
El viejo tomó la flecha y la colocó donde iba. Al alzar la flecha apuntó y con dificultad trató de hacerlo correctamente. Alexis sentía lástima, el hombre no sólo tenía un parche, también temblaba de una forma casi exagerada, tal vez por miedo, tal vez por el frío o tal vez por que simplemente era demasiado mayor. El hombre de rodillas pedía y suplicaba a su rey por el perdón, cosa que este ignoraba con una sonrisa divertida. Una vez la flecha fue lanzada sorprendentemente le dió a la manzana y no al hombre. Fue entonces que el pelinegro soltó ese suspiro que llevaba ocultado en sus pulmones desde hace unos largos minutos.
En el rostro del rey Buhajeruk se notaba la decepción. Era evidente que quería que le diera al hombre. Un guardia rápidamente se le acercó y agachando la cabeza un segundo le habló con confianza. "Su alteza, ¿porqué no toma este momento para practicar con el arco?"
El rey lo miró y pensó un segundo para mirarlo a él, luego al hombre en el suelo. "Buena idea." Dijo con una sonrisa para levantarse.
"Quítale las capas de más." Le susurró el mismo caballero de antes a Alexis. Se lo dijo tan repentino y al oído que lo espantó un poco. Parecía que estaba ayudándolo luego de que notó que no sabía casi nada de lo que debía hacer y lo agradecía enormemente.
El pelinegro se levantó y con rapidez pero con cuidado. Desabrochó la parte de al frente de aquella capa de tela pesada y no pudo evitar notar que su pecho se veía muy firme, no lo había notado antes por las capas de ropa. Al quitársela un sirviente vino a tomarla, fue entonces que el rey extendió sus manos y Alexis le comenzó a quitar los anillos, asumió que era eso. Al dejárselos a otro sirviente que se le acercó el joven rey le miró en silencio por unos segundos. No dijo nada, hizo un gesto con su rostro que le decía que estaba satisfecho.
Se encaminó al campo frente a ellos y allí se le dió un arco y una flecha. Al ponerse en posición Alexis notó que era pésimo en el arte del tiro con arco. No estaba en la posición correcta, ni sus pies, ni sus manos, ni sus hombros, nada. Cuando tiró la flecha esta no llegó lejos, nada, de hecho. El concubino se llevó su mano a sus labios disimuladamente cubriendo estos, no querían que viera su sonrisa. Era adorable, era como ver a un reno bebé caminando por primera vez, tan inexperto y tonto. Fueron unos cuantos intentos donde las flechas no iban nada lejos, era patético.
"Mi señor, debe pararse con las piernas un poco más separadas y el codo a la altura del hombro." Sugirió Alexis con suavidad recibiéndose miles de miradas sorprendidas. Nadie se atrevía a darle ordenes al rey Buhajeruk, se notaba que era algo casi que prohibido allí.
"¡¿Y a ti qué?!" Le gritó bajando el arco y dándose la vuelta a él con coraje en su rostro. "¡Soy tu rey, no me des ordenes!" Dijo, no, escupió. Hizo que se le erizara la piel al pelinegro, cosa que era casi imposible debido a que hacía frío y su piel estaba erizada por esta misma. "¡Cuando termine aquí, denle su reprimenda!" Ordenó a quien sea que tomara la orden.
Una vez Alexis agachó la mirada sintiéndose nervioso. Ahora por abrir su boca iba a ser muy posiblemente golpeado. El rey volvió a mirar al campo, colocó la flecha y alzó su arco. Por unos segundos dudó y no lanzó la flecha igual de rápido que todos los otros, en cambio, separó las piernas un poco más y alzó el codo a la altura de su hombro. Al igualmente tener muchos otros errores la flecha no fue a donde quería pero igualmente llegó más lejos y con más fuerzas. El rostro del rey cambió a sorpresa total. Lo volvió a intentar y esta vez cayó en el muslo del viejo haciéndolo gritar de dolor y agonía.
"Tú." Llamó el rey volteando a su concubino para señalarle.
"¿Sí, mi señor?" Dijo rápidamente para mirarlo.
"¿En qué eres bueno?" Hace un rato no le importaba, pero ahora parecía que sí.
"Eh, sé cocinar y destaco horneando. Sé escribir y leer a la perfección. Se tejer y coser cosas desde cero y sé usar el arco y la flecha." Le dijo rápidamente con temor de hacerlo enojar.
"Ven aquí." Le exigió. Una vez el chico se le acercó le volvió a ordenar. "¿Cómo debo posicionarme?" Preguntó genuinamente curioso y queriendo saber. Igualmente, no quitaba su expresión molesta.
"Oh, bueno." Carraspeó un poco y le procedió a decir como organizarse. A pesar de esto, tenía varios fallos. "Mi señor, si me lo permite.." Dijo alzando sus manos para acercárselas un poco al brazo. Era como si pidiera permiso para tocarlo.
"Sólo hazlo y ya." Dijo con ese tono hostil que le caracterizaba.
Alexis asintió y rápidamente tomó el brazo del rey para colocarlo y acomodarlo. Ahora que lo sentía bajo sus palmas, no era tan delgado como parecía, sí se mantenía fuerte, no algo exagerado, pero sí que firme. Una vez muy bien acomodado los caballeros agarraron al hombre en el suelo y lo obligaron a volver a colocarse de rodillas. Al dejarlo así se alejaron para dejarle espacio al rey. Una vez más, tiró, esta vez dándole en el hombro al pobre hombre haciéndolo gritar aún más.
"¡Lo hice!" Gritó el rey haciendo que los presentes aplaudieran para él. El concubino hasta sintió bonito por él, se veía tan feliz y emocionando que era tierno. Después de todo, apenas era un niño, se le notaba en el rostro. El pelinegro le aplaudió con suavidad sonriendo un poco, misma expresión que se esfumó cuando escuchó a su rey hablarle. "Serás mi maestro de arquería de ahora en adelante." Le ordenó con fuerza para dejar el arco y encaminarse a que le pusieran sus capas y joyería.
"¿Qué hacemos con el hombre, su majestad?" Preguntó un guardia.
Mientras el rey se colocaba sus anillos miró al hombre y se encogió de hombros. "Mátenlo." Y comenzó a caminar dejando atrás a aquel hombre gritando como loco mientras se escuchaba una espada ser desenfundada. Alexis se quedó aterrado cerrando los ojos con fuerzas por los gritos que poco después cesaron. De seguro que a esto se refería cuando le dijo que le mostraría cómo eran las cosas, mismas que no eran nada de rosa.
[...]
El chico entró a sus aposentos que compartía con los otros dos chicos y cerró la puerta tras él para caminar a su cama, estaba exhausto.
"¿Cómo te fue en tu primer día?" Preguntó Rodrigo desde su cama acostado, tenía un libro entre sus manos y vestía con un largo vestido crema que era su pijama.
"Ahora soy el maestro de arquería del rey." Dijo suspirando mientras se sentaba en su cama.
"¿En serio?" Preguntó Tomás tras aquel panel que usaba para tapar su cuerpo desnudo mientras se vestía. "He visto que es bueno en todo, menos en arquería. Todos lo saben."
"No hay forma de mentir con eso." Murmuró comenzando a quitarse esos zapatos de tacón. "¿Puedo preguntar qué han hecho ustedes hoy?"
"Nada. Literalmente, nada." Dijo el más bajo.
"Yo estuve tomando todas mis cosas." Tomás salió detrás del panel usando ropa pesada para taparse del frío y suspiró. "Este es mi último día aquí, te quedarás con Rodrigo." Añadió.
"Lo lamento." Murmuró Alexis sintiéndose mal por él.
"No tienes porqué." Con un gran suspiro tomó su pequeña maletita antes de irse tras la puerta. No se despidió pero sí que le deseó lo mejor a ambos chicos con el tirano rey.
Alexis se dió un baño largo antes de vestir con una bata y subirse a su cama. Era demasiado cómoda y calientita, más en el frío que hacía. En mitad de la noche el chico miraba el techo con miles de preocupaciones y preguntas en su cabeza. Ladeó la cabeza y logró ver que el otro chico seguía despierto. Una lampara a un lado de su cama y su libro abierto leyendo.
"Rodrigo.." llamó con suavidad volteándose un poco para verle.
"¿Ah?" Murmuró el chico.
"¿Cuanto tiempo llevas en el reino?"
"¿En el reino? Toda mi vida. ¿Con el rey en el castillo? Cuatro años." Explicó con tranquilidad.
"¿Has tenido que satisfacer al rey?" Preguntó con genuina curiosidad.
"¿Satisfacer al rey? Todo el tiempo, sólo debes callar y ser bonito y ya está." Dijo sin apartar su mirada del libro.
"Me refiero—" calló para bajar un poco la voz, igual, no era como si estuviera gritando, siempre hablaba bajo. "Sexualmente."
Fue entonces que Rodrigo alzó la cabeza para mirarlo. "¿Para qué quieres saber?"
"Es nuestro deber satisfacerlo en lo que desee. Tanto sexual como no." Dijo sintiendo sus mejillas algo cálidas. "Si en algún momento debo hacerlo, debo saber cómo hacerlo." Explicó imaginado una situación así. Sólo le daba escalofríos.
"No tienes que preocuparte por eso." Dijo. "Nunca he tenido que hacer nada sexual por él, ninguno de hecho. Con que le traigas su té y estés ahí a su lado es suficiente." Una sonrisa divertida se escapó de sus labios al recordar algo. "Una sola vez escuché cómo utilizaba a una concubina para satisfacer sus deseos." Alexis alzó las orejas prestando atención. "Y déjame decirte, esos gritos se me quedaron en la cabeza por meses." Rió. "Se escuchaba por todo el pasillo."
"Tuvo que ser muy feo para ella." El rostro del pelinegro fue de lástima. "Es triste que tengas que satisfacer a alguien sexualmente aunque no quieras.."
"¿De qué hablas?" Reía una vez más el de ojos claros. "Esa mujer salió más que contenta de los aposentos del rey. Se nota que la que salió satisfecha de allí fue ella." Colocó el separador de su libro y lo cerró para dejarlo de lado. En parte, le daba risa el rostro enrojecido del pelinegro de cabello largo, por eso le decía todo aquello.
"¿Y qué sucedió después? Ustedes me dijeron que él había pedido que aniquilaran a todas las concubinas." Murmuró recordando aquella conversación.
"Pues, eso." Se encogió de hombros sin más mirándolo. "La asesinó."
"Oh.."
Rodrigo miró a los lados y se sentó para mirarlo una vez más. "Escucha, me dijeron que la razón por la que asesinó a todas las concubinas fue por que embarazó a una. Para evitar tener un sucesor la asesinó y también asesinó a todas las demás para que no se repitiera lo mismo." Le dijo recordando todo aquello. "El rey es de malas pulgas y es fácil enojarlo, por eso mismo asesinó a los demás concubinos cuando le estresaban demasiado."
"Es un tirano.." susurró Alexis dejándose caer en su almohada con un poco de enojo ante todo lo que se le dijo.
"Lo es.." afirmó el chico para suspirar y acomodarse luego de apagar el pequeño fuego que tenía para leer. "Pero por lo menos nos tiene bien atendidos."
"Cierto.." murmuró mirando alrededor. Había de todo en aquella enorme y lujosa habitación, desde un baño personal y camas de la tela más costosa y elegante, hasta espejos de oro y hermosos cuadros
Rodrigo sonrió para comenzar a hablar aún más sobre el tema. "El rey, padre de nuestro rey Buhajeruk, años antes de morir les pidió a todo el reino que se trataran a los concubinos y concubinas como parte de la realeza. Algo escuché que era porque la difunta madre de nuestro rey era una concubina en su tiempo antes de ser la reina. Dicen que se enamoraron y como fruto de ese amor prohibido tuvieron a nuestro rey Buhajeruk, fue entonces que ella se hizo parte de la realeza y le pidió a el rey que se tratara a los concubinos igual." Le explicaba a Alexis con pausas dramáticas llamando su atención completamente.
"¿En serio?" Preguntó abriendo sus ojos sorprendido.
"Sí, por eso hay otro trono a un lado de nuestro rey. Es para nosotros. Antes de esto nos debíamos quedar de pie lejos de él." Le dijo. "Sobre todo tú. El rey anterior, padre de nuestro rey, pagó cantidades ridículas por ti." Comentó recordando todo aquello.
"Lo sé.." Esas palabras se le quedaron en la cabeza al chico de cabello largo. Se sentía triste que lo hubieran comprado por satisfacer a alguien, era como si fuera un juguete y nada más. "Trataron de venderme por muchos años pero nadie tenía el dinero suficiente. El hombre que juntó a mis padres decía que mis genes eran demasiados buenos como para tener un precio que no fuera ese." Le dijo recordando aquello.
"Claro, aparte de como te vez con tus virtudes físicas, tienes muchas otras cosas que lo refuerzan." Añadió el chico de ojos claros para señalarlo por unos segundos. "Sabes leer y escribir, casi nadie fuera de la realeza y de la gente con dinero sabe hacerlo."
Esa noche se quedaron despiertos hasta tarde hablando. Rodrigo le contó todo lo que sabía sobre el rey Buhajeruk, fue ahí donde Alexis se enteró que se llamaba Iván Buhajeruk pero que no podían decirle por su nombre o las consecuencias serían muy malas. También se enteró de todas las victorias de este joven rey con el talento de ser un desgraciado con emociones de hierro. De todas las cosas que se rumoreaban del rey era que tenía un apodo, "Spreen", le decían. Nadie sabía la razón pero Alexis pensó le quedaba. Se quedó dormido muy tarde pero fue el mejor sueño que tuvo en años, no por el contexto, fue por la cama y todas esas almohadas. Era lo único que no le molestaba de ese feo lugar que ahora debía llamar su hogar.
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Si hay faltas de ortografía o un error,por favor déjenme saber.
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