2
Cuando Chan despierta siente que su cabeza duele, su boca está seca y se incorpora para poder tomar un vaso con agua que siempre deja en su banquito a un lado de su cama que usa solo para eso, pero al girar nota que en su lugar solo hay una pequeña silla que se nota infantil, un poco oxidada. Se recuesta de nuevo y mira el techo, hay una parte un poco carcomida y puede notar la humedad en una de las esquinas, solo entonces el sueño pasa lo suficiente para darse cuenta que no está en su habitación.
Lleva su mano hacia su rostro y frota un poco sus ojos, arden y se siente muy confundido, como si no pudiera moverse pero al mismo tiempo como si su cuerpo ni siquiera estuviera intentándolo.
— Al fin despiertas —escucha de pronto—, pensé que te había dado un infarto.
Y como si fuese una bomba, los recuerdos llegan en cuanto ve al chico castaño frente a él, sonriendo con burla mientras toma asiento al pie de la cama. Chan se tensa mientras toma asiento aunque aún se encuentra mareado, su respiración se agita e intenta controlar el escalofrío que recorrió su cuerpo, el cual no pasó desapercibido para el chico que no dejaba de sonreír.
— Minho —dijo, extendiendo su mano.
Chan no respondió, y cuando pasaron unos segundos que en su mente fueron eternos, al no ser correspondido el castaño llevó su diestra hacia su pecho fingiendo dolor.
— Auch, rechazado por mi alma gemela.
— ¿Dónde estoy?
— En mi casa, claro, no podía dejarte en la escena del crimen.
Los ojos de Chan de pronto de sienten más húmedos, las lágrimas se quedan al borde y Minho hace una mueca, llevando sus manos hacia su rostro mientras se nota molesto, se frota con aparente cansancio antes de apoyar sus manos sobre sus piernas.
— No llores, odio eso.
— ¿Por qué..?
— ¿Por qué... Qué? Hay tantos, ¿Por qué lo mataste? ¿Por qué me trajiste? ¿Por qué haces eso?
— ¿Por qué debías ser tú?
Pregunta Chan y Minho sonríe al notar que la única duda del chico es porqué él tiene que ser su alma gemela, aunque incluso él mismo acepta que es algo irónico. Nunca pensó en encontrarse con su persona destinada, considera que su forma de vivir jamás habría funcionado para dar pie a un encuentro como los que se mencionaban en las noticias cuando el anhelado momento ocurría. Pero lo encontró. Se conocieron y aunque seguía sintiéndose irreal, había sido en una situación demasiado comprometedora que ahora le daba gracia recordar, la expresión de pánico del chico, sus ojos llenos de lágrimas cuando notó que eran destinados más allá del horror del acto en si, el solo recuerdo de su gesto hacía que un cosquilleo recorra su cuerpo hasta su miembro, pero debía controlarse.
— Si te sirve de consuelo, créeme que no esperaba encontrarme contigo en toda mi vida.
— ¿Por qué no me mataste?
— ¿Eres idiota? —pregunta Minho, esta vez con fastidio—. Tu muerte es la mía, aunque quisiera no podría matarte.
Chan se siente alerta ante esas palabras, estaba claro que de no ser porque ahora estaban juntos habría muerto la noche anterior sin poder intentar defenderse porque era tan débil que había cedido al desmayo. Pero estaba vivo. Mira a Minho, que tiene la mirada fija en él acompañado de una sonrisa, como si estuviera intentando leer sus pensamientos. Su boca se mueve intentando hablar pero siente que no puede articular las palabras, unas que ni siquiera piensa en realidad porque no sabe qué decir pero siente que está obligado a decir algo.
— Soy Chan —susurra.
— Minho —se presenta de nuevo antes de ponerse de pie—. Vamos, hice algo de comer.
Pese a sus palabras, se queda quieto mirando a Chan, que permanece sentado en la cama no queriendo levantarse y al mismo tiempo deseando aparecer de forma inmediata en su propia habitación, pero la sonrisa de Minho se va deformando poco a poco en una mueca de molestia que consigue Chan tiemble un poco al ver su ceño fruncido y sus labios curveados hacia abajo.
— He dicho que te levantes, Chan. Estoy siendo amable, pero no soy paciente.
El mencionado se levanta con rapidez ante el cambio de tono en la voz de Minho, que aún con una mueca camina fuera de la habitación siendo seguido por Chan. El lugar era pequeño, de inmediato notó que era un departamento viejo, la sala y el comedor eran una sola habitación, había una pequeña televisión cuadrada luchando por transmitir señal con esa antena pegada con cinta adhesiva, los colores eran blanco y negro pero en medio del ocasional glitch, cumplía su función. El único sillón gastado color bermellón era para tres personas, pero el asiento de la izquierda ya tenía un resorte fuera así que dudaba tuviese un uso. Había papeles encima de la pequeña mesa de centro, también algunos por el suelo junto a unos libros que funcionaban como mueble para la televisión. El comedor de madera era pequeño y cuadrado, tenía solo tres sillas también de madera, pero una ya no tenía la almohadilla de asiento.
—Toma asiento, iré por un plato.
Comentó Minho, dirigiéndose hacia la cocina que era visible desde el comedor, no estaba muy lejos en realidad. Chan tomó asiento en una de las sillas, con lentitud, temiendo que se rompiera con su peso al verse muy frágil pero pronto notó que era resistente. Su mente le pedía correr hacia la puerta, sus piernas no respondían y su corazón le decía que se quede quieto, no sabía si era por miedo.
La cocina era otra cosa, se veía sucia, pero funcional, podía ver un par de platos limpios en el fregadero oxidado, al igual que unos vasos de plástico. El refrigerador era pequeño, pero en su poco metro con veinte centímetros de altura se veía que era lo más nuevo en esa casa. Minho sirvió algo de una olla abollada hacia dos platos, les colocó a cada uno un tenedor y regresó hacia el comedor. Dejó un plato frente a Chan y otro frente a él, tomó asiento, esta vez de nuevo con una sonrisa mientras miraba a Chan, que solo tenía su atención al plato con carne molida, trocitos de zanahoria y papa. Pasó saliva con lentitud, elevando un poco su mirada hacia Minho, quien sonrió de medio lado elevando su ceja izquierda.
— ¿Qué? ¿Piensas que tiene algo malo? No tiene veneno, tampoco es alguna persona o algo así, no estoy tan enfermo.
Dijo, pero al no ver reaccionar a su compañero acabó tomando su tenedor para poder comer un bocado del plato de Chan, quien al ver aquello se dispuso a imitar su acción antes que se enoje con él por no comer. Y como si estuviera satisfecho al respecto, Minho mantuvo su sonrisa mientras empezaba a comer de su propio plato.
Ninguno decía nada, pero no había silencio, la televisión estaba de fondo con comerciales banales mientras comían y Chan solo podía pensar en cómo salir de ese lugar mientras se tomaba el tiempo de llevar con lentitud la comida hacia su boca. A decir verdad, no sabía mal, pero no quería pensar demasiado en si Minho era honesto o no respecto a la procedencia de la carne. Entonces las noticias llamaron la atención de ambos.
"... Respecto al caso, la policía mantiene su investigación del ahora apodado Heartbreaker debido al homicidio que involucró a una pareja de destinados. Tienen pistas muy conscientes para afirmar que es la misma persona de los cadáveres encontrados hace un mes, por lo que solicitan a las personas que cualquier pista nueva sea notificada de inmediato para poder encontrar más rápido al asesino y regresar la seguridad a nuestra cuidad."
Chan dejó de escuchar, mantuvo el tenedor en su boca mientras levantaba la mirada poco a poco, sin mover su rostro, entonces vió a Minho con sus codos apoyados en la mesa y su mentón sobre sus manos, mirándolo con una sonrisa. Sintió que toda su sangre iba hacia sus pies.
— ¿Heartbreaker? Que anticuado, ¿No lo crees? —preguntó, inclinando un poco su cabeza hacia la izquierda— ¿Vas a delatarme, Chan?
El mencionado sintió que, como la noche anterior, su mente daba vueltas, pero se negó a terminar como esa ocasión y se forzó a estar atento, negando con suavidad.
— Eso es bueno, no te conviene en realidad, ¿Sabes lo qué le pasa a las parejas de conectados qué van a prisión?
— No... —respondió, bajando el tenedor hasta dejarlo de forma lenta sobre la mesa.
— Yo investigué por curiosidad hace tiempo, no pensé que encontraría a mi destinado pero siempre hay una pizca de curiosidad, entiendes, ¿No? Hay pequeñas residencias cercanas a la prisión donde viven los conectados de aquellos sentenciados, claro, no pueden meterlos presos también, pero no pueden permanecer muy lejos mucho tiempo, así que es lo más decente que pueden hacer por ellos aunque claro, hacer tu vida es difícil luego de ello, incluso muchos negocios pequeños se niegan a contratarlos. Aunque también están los casos especiales...
Chan sintió un escalofrío ante la última palabra.
— ¿Por qué son especiales..?
Minho miró de reojo la televisión por unos segundos antes de regresar de nuevo su mirada hacia Chan, con una sonrisa tan relajada que parecía estar hablando de cualquier cosa trivial.
— Cuando el prisionero es sentenciado a muerte. Matarlo es torturar a su alma gemela, quien muere después es el que sufre. Entonces... —Minho palmea con fuerza la mesa, manteniendo una sonrisa ante el pequeño salto de Chan en su asiento— matan al conectado, de cualquier forma moriría, pero así garantizan que el sufrimiento sea para el sentenciado, ¿No te parece brutal?
Chan siente que en cualquier momento puede vomitar, sus ojos de humedecen de nuevo y la respiración le es difícil, pero esta vez Minho no se molesta, solo se mantiene atento antes de tomar su tenedor para dirigirlo hacia el cuello del chico, que solloza al sentir las cuatro puntas presionar su piel sin llegar a lastimarlo.
— Entonces no te conviene decir nada, porque cualquiera que sea mi destino también es una condena para ti, ¿Entendiste?
Y se muestra satisfecho cuando Chan asiente con miedo y cuidado al tener aquel objeto presionando su piel. Entonces Minho lo encuentra entretenido, emocionante y se atreve a pensar que extasiante, hay algo en las reacciones tan sinceras y puras de Chan que generan un cosquilleo en su cuerpo, tal vez porque era su alma gemela y podía sentir un poco de aquel pánico, algo que no se permitía sentir en cualquier otro momento, mucho menos propio, el miedo era para la gente que teme de la muerte y Minho estaba familiarizado con ella.
Pero tal vez podría divertirse un poco más.
Minho deja el tenedor en la mesa pero no se aparta de Chan, quien permanece con una expresión de miedo en su rostro mientras las lágrimas caen por sus ojos y aunque quiere detenerse le es imposible no ceder al pánico, sigue confundido, sigue pensando que es una pesadilla de la que pronto podrá despertar. Entonces Minho lleva su diestra hacia la mejilla del chico y lo acaricia, el mayor se queda quieto, temiendo incluso respirar muy fuerte mientras las lágrimas de su mejilla izquierda empiezan a desaparecer bajo el pulgar del chico, que para sorpresa suya, le dedica una sonrisa menos escalofriante.
— Descuida, no podría hacerle daño a mi alma gemela.
Minho dice esas palabras, Chan se sorprende, alma gemela, después de todo eso eran, es por eso que seguía vivo y la razón por la cual estaban hablando ahora. Él no iba a matarlo, porque dentro de todo lo retorcido que podía verse no quería morir, menos si asesinarlo significaba sufrir una agonía de varios días hasta finalmente morir. Entonces se relaja un poco, no sabe si es la caricia o la idea de sentirse a salvo lo que hace que relaje los hombros luego de varios minutos tenso y cierra los ojos dejando salir un suspiro más calmado.
De haberlos tenido abiertos habría notado la sonrisa burlona en el rostro de Minho.
El chico se aparta y toma asiento de nuevo.
— Por favor, continúa con tu comida.
— ¿Puedo... Puedo tener un poco de agua? —pregunta Chan.
— Claro, debes estar sediento.
Minho se levanta de nuevo hacia la cocina. Chan de siente muy cansado pero no quiere ceder a ello, porque sabe que estar a salvo de morir no garantiza que esté seguro. Minho termina de servir agua en uno de sus vasos de plástico y por unos segundos mira de reojo el cuchillo que usa para partir la carne reposando junto a la tabla, sonríe de medio lado pero suspira, otro día será. Entonces regresa con el vaso y lo entrega a Chan, quien agradece tomando un poco antes de dejarlo sobre la mesa, no tiene hambre y menos si se trata de comer algo que le ha dado el chico, pero Minho empezó a comer y sabe que de no hacerlo acabaría haciendo esa expresión de molestia con el gesto distorsionado y no desea ver esa mueca otra vez, así que decide soportar el asco y toma de nuevo su tenedor para proseguir con la comida.
— Te dejaré ir —dice de pronto Minho.
Chan deja lo que hace y lo mira incrédulo, pero después esboza una sonrisa tranquila al ver la expresión relajada del chico.
— ¿En serio?
— Claro, no puedo tenerte atado aquí. Después de todo, estamos conectados, no es como que puedas huir del país.
Chan deja de sonreír pues acaba de caer en cuenta que su vida ahora está atada a Minho. Pero decide no darle mucha importancia ni expresar tanto desagrado para no hacer enfadar al chico. Termina entonces su comida de forma rápida, no dejando que su lengua se adapte al sabor que aunque no era malo, la textura hacía que se sintiera un poco asqueado pues no pensaba lo mejor de aquella comida, todavía tenía sus dudas.
En cuanto terminó, Minho tomó ambos platos para llevarlos hacia la cocina pero al ver el vaso de Chan, se quedó de pie.
— Termina tu agua.
Chan lo mira confundido, pero ante la expresión firme de Minho, decide hacerle caso y toma el vaso para poder beber.
— Aquí no se desperdicia nada, Chan. Tendrás que hacerte a la idea de eso —El mencionado asiente y cuándo deja su vaso vacío, Minho sonríe satisfecho—. Bien, la puerta está allá. Nos veremos pronto.
El chico gira hacia donde ha indicado con la mirada y nota pronto la puerta, teme levantarse y que Minho cambie de opinión pero tampoco desea darle tiempo a qué se arrepienta así que asiente y camina hacia ella. Siente el corazón en la garganta, que la cabeza le da vueltas y como si sus piernas fueran de gelatina, no quiere tropezar, no ahora, no ahí. Entonces abre la puerta y lo recibe el sol del exterior, sonríe aliviado, no era un truco.
Y sale.
Chan sale.
Cierra la puerta tras él y camina de prisa sin saber exactamente dónde está, el lugar luce como un pequeño barrio pobre, camina entre los departamentos sucios con algunas ventanas rotas, unos tienen una cortina por puerta y graffitis en la pared. Entonces nota que el sitio está en su mayoría abandonado, Minho debe vivir prácticamente sólo entre esas residencias. Cuando sale hacia una avenida logra ubicarse y corre hacia otra calle, se siente paranoico, todavía aterrado, pero sigue caminando hasta que siente que sus pies empiezan a arder y nota que lo ha hecho por un buen rato, casi de forma automática, como si su cuerpo reaccionara sin que su mente se lo ordene. Cuando pasa casi cuarenta minutos caminando se encuentra en un local que ubica cercano a casa y el alivio aparece, no siente los pies y de pronto se cuestiona porqué no ha tomado un bus, pero en su defensa, ni siquiera notó que había caminado tanto hasta ahora. Tal vez era el shock, o tal vez solo era tonto.
Sigue su camino hasta reconocer su casa, aquella de fachada blanca con portón negro y una pequeña planta que ha crecido entre una grieta junto a la entrada, se siente más tranquilo, se toma un tiempo para respirar un extraño aire familiar y para poder calmar sus nervios, está sudando y se ve alterado, no quiere tener que dar explicaciones pero pronto abren la puerta. Su mamá sale con una pequeña bolsa de tela en el hombro y cuando lo ve, se ve aliviada mientras se acerca para abrazarlo.
— ¡Bang Chan! ¿Dónde estabas? ¿Sabes lo preocupados que estábamos porque no llegaste a dormir?
Chan no responde, se abraza con fuerza a su madre y esconde su rostro en su cuello luego de inclinarse otro poco, entonces se dedica a inhalar el aroma de la mujer, ese cálido y reconfortante aroma que le hace sentir que todo está bien, luego de haber temido por un momento que no podría olerlo nunca más.
— ¿Estás bien? ¿Por qué sudas tanto?
— Estoy bien, mamá. Siento haberlos preocupado... —responde con una sonrisa mientras se incorpora y deja un beso en la frente de la mujer.
— Bueno, estás castigado, tu padre se fue a trabajar muy angustiado, debes llamarlo pronto para avisar que estás bien.
Chan asiente, hasta ese regaño se siente cálido, entonces abraza de nuevo a su mamá y esta corresponde al abrazo mientras palmea su espalda. Siente que su cuerpo puede relajarse al fin, todo ese estrés, miedo y ansiedad ahora pueden ser liberados. Entonces su madre habla haciendo que su sangre se sienta helada de nuevo.
— Disculpa, ¿Eres su amigo?
Chan no quiere girar, teme marearse de nuevo aunque su mente empieza a hacerlo, siente como si su cabeza palpitara al ritmo de su corazón.
— Sí, disculpe, no quería interrumpir. Aunque es mi culpa y debería confesarlo —escucha esa voz y siente que está acabado—, anoche Chan se quedó en mi casa luego de desmayarse cuando sentimos el contacto.
— ¿El contacto? ¿Te refieres..?
Chan no puede escuchar nada más cuando de pronto siente a su madre abrazarlo con otro poco de fuerza antes de soltarlo.
— ¡Pero Chan! ¿No ibas a decirlo? ¡Encontraste a tu alma gemela! ¡Pero míralo, es tan lindo!
Chan siente un zumbido en sus oídos mientras gira poco a poco, temiendo encontrarse con una escena que para su desgracia, es real. Su madre ahora estrecha la mano de Minho, que le dedica una sonrisa antes de mirarlo y no entiende cómo no se ha vomitado aún.
— Pasa, por favor. Iba a comprar unas cosas pero puede esperar un rato.
— Oh, no, por favor, no cambie su rutina por mí. Puedo esperar adentro con Chan hasta que usted regrese.
La mujer agradece mientras asiente, diciendo que quiere escucharlo todo del momento en que conectaron antes de irse caminando. Chan mira con sorpresa hacia Minho, que al verse solos sonríe de lado.
— ¿No piensas invitarme a pasar? Yo te dejé dormir en mi casa aunque podrías ser peligroso —dice con burla.
— ¿Por qué..?
— ¿Pensaste que iba a dejarte solo así? —pregunta, acercándose a tomar su rostro entre sus manos sin dejar de sonreírle—. Ahora conozco tu bonita casa y a tu bonita madre, así que no hagas una estupidez, ¿Está bien?
Finalmente palmea la mejilla derecha del chico y ríe un poco antes de ingresa al lugar. Chan solo puede escuchar un silbido seguido de un "¡Pero que palacio!" Antes de suspirar, llevando su mano hacia su pecho resignado a ingresar a su hogar.
Entonces entiende que ya no puede deshacerse de Minho, no lo hará en vida, ni siquiera en muerte.
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