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࣪ ⤹ .🌊.˙𝐎𝐎 𖥻 ̨⋆ ── 𝗌𝗅𝖾𝖾𝗉𝗅𝖾𝗌𝗌 𝗇𝗂𝗀𝗁𝗍

𝐎𝐎𝐎.┆*. ⋆ 𝗣𝗥𝗘𝗙𝗔𝗖𝗜𝗢 . . . 🌧 ──
❛﹙𝘯𝘰𝘤𝘩𝘦 𝘥𝘦 𝘪𝘯𝘴𝘰𝘮𝘯𝘪𝘰﹚˚₊ ੭

EL LEVE SISEO DE LA LLUVIA SONABA SOBRE TODO LO DEMÁS, tan bajo como cualquier ruido de fondo, pero al mismo tiempo siendo tan fuerte que lograba hacer imposible no notarlo. El aroma a vainilla que desprendía la vela encendida llenaba la habitación; su leve y temblorosa flama naranja iluminaba una esquina.


Las cálidas cobijas amarillas arropaban el cuerpo que yacía sentado sobre la cama. Un par de mechones marrones caían por su rostro; sus ojos tan brillantes se movían con entusiasmo con cada párrafo que leía.

El ronroneo del felino a su lado era un leve consuelo para su mente caótica. Cuando finalmente terminó de leer el séptimo capítulo del libro que descansaba sobre su regazo, aquellos ojos se despegaron de las páginas y viajaron hasta posarse sobre el reloj en su mesita de noche.

"03:37 a.m." era lo que se podía leer en aquel aparato. Estaba tan metida en su lectura que ni siquiera se dio cuenta del momento en que pasó de la medianoche. Sin más, aparto las sábanas que cubrían su cuerpo y, con el libro entre sus manos, camino con los pies descalzos hasta la pequeña repisa en una esquina, logrando sentir el frío tocar sus talones.

Sin mucho entusiasmo coloco el libro junto a la pequeña colección que tenía, miro la repisa -por lo que podría haber sido mucho tiempo-, pensando en si tal vez era buena idea ordenar un poco. Tal vez pasar un trapo húmedo y organizar los libros por orden alfabético, aunque estaba segura de que si hacía eso terminaría volviendo a ordenarlos desde sus lecturas favoritas hasta las que no lo eran tanto.

Soltando un fuerte suspiro, giró un poco su cabeza, mirando la cama a unos pocos metros; solo tenía que dar siete pasos, meterse entre esas sábanas y volver a dormir, una tarea tan sencilla para cualquiera, pero no para Katherine, al menos no esa noche.

Apartó la vista y posó esta sobre la ventana a su lado, dio un paso hacia ella y movió un poco la cortina de color verde oscuro, a la cual ya se le notaban los años que pasaban sobre ella. Las gotas de lluvia caían contra el vidrio; el cielo, normalmente de un azul muy oscuro —casi negro—, era sustituido por unas nubes de un color morado un poco claro.

El aroma de la humedad de la calle llega incluso hasta su habitación; las hojas de los árboles se movían ante el viento que corría. La vista que su ventana daba hacia el bosque era ciertamente escalofriante; era una imagen digna para una película de terror, una donde en cualquier momento el asesino sale de las sombras con un cuchillo en mano, listo para cometer su crimen.

Ante aquella idea, Katherine negó con la cabeza, tratando de borrar aquella imagen de su mente. Lo último que necesitaba en ese momento era pensar en personas saliendo del bosque con intenciones de lastimarla, por eso mismo giró un poco la cabeza hasta que se topó con una vista más conocida y normal.

Las luces que iluminaban la cuadra dejaban ver las casas al otro lado de la calle, no había nadie afuera, lo único que se podía apreciar eran los charcos que crecían en el asfalto y el brillo que dejaban las gotas de lluvia sobre el césped en los jardines.

El leve chipi chipi que hacía la lluvia al caer se vio opacado por un par de risas provenientes del pasillo. Katherine frunció el ceño; la voz de Charlotte se escuchó arrastrada y sin mucho sentido.

"Está ebria", pensó la joven con cansancio mientras se alejaba de la ventana.

No era la primera vez en aquel mes que sucedía, de hecho, ni siquiera era la primera vez en aquella semana. Charlotte siempre había tenido un gran problema con el alcohol; era más normal encontrarla ebria que sobria, pero a decir verdad y aunque no le gustara admitirlo, Katherine prefería aquellas veces en las que Charlotte estaba inconsciente de tanto alcohol en su sistema que estar viendo cómo su madre se drogaba con cualquier persona.

Camino hacia la puerta de su habitación, deteniéndose justo con la mano sobre la manija en el momento en que una voz masculina siguió las palabras incoherentes de Charlotte. Katherine lo dudó durante unos segundos antes de finalmente abrir la puerta lentamente, dejando tan sólo un pequeño espacio por donde asomó la cabeza.

El hombre era un poco más alto que Charlotte, poseía una barba corta con lados delgados bien recortados y la cual era de un color negro intenso, el mismo que el de su cabello. Tenía unos ojos color verde que, para cualquiera que lo viera de reojo, podrían confundirlos con azules, unos hombros anchos que hacían contraste con su físico levemente delgado.

Estaba vestido con unos pantalones azules algo despintados, una playera negra y sobre esta una camisa de cuadros color verde. Los ojos de Katherine lo examinaron bien, tratando de memorizar cada mínimo detalle, logrando así poder notar una cicatriz en medio de la ceja izquierda y un tatuaje de una estrella de seis picos en la parte derecha de su cuello.

Se mantuvo pegada a la puerta lo que para ella fueron dos minutos, cuando ambos adultos entraron al cuarto de Charlotte, viendo cómo esta era técnicamente empujada por el hombre. Katherine suspiró y, sin más, cerró la puerta.

Una vez que hizo esto, colocó el seguro y comprobó que este no se abriera. Había aprendido por las malas que cada que Charlotte traía a alguien nuevo con quien pasar la noche, al menos, por su propio bien, debía mantener su puerta muy bien cerrada con seguro.

Sus ojos miraron a su alrededor; todo estaba perfectamente ordenado. Se habían mudado hacía exactamente un mes, y en menos de tres semanas había logrado desempacar todo. Diecisiete años de su vida, la gran mayoría de sus pertenencias, empacados en menos de dos días.

Justo en esos momentos de insomnio, se dio cuenta de la gran diferencia que había entre su nueva habitación y la antigua. No eran las paredes perfectamente pintadas de un color salmón, ni tampoco la gran diferencia de tamaño, mucho menos el hecho de que esta estaba perfectamente decorada con todas las cosas que más le gustaban.

De hecho, no era nada de lo que había ahí, sino más bien que, por primera vez en muchos años, Katherine se sentía segura, se sentía bien.

Un leve suspiro salió de sus labios, caminó hacia el escritorio en la esquina de la habitación, inclinó un poco su cuerpo y apagó la pequeña vela con esencia de vainilla. Ahora la habitación estaba solamente iluminada por la pequeña lámpara que estaba sobre su mesita de noche.

Sin ninguna otra opción, volvió a la cama, colocando la cabeza sobre su almohada y con las sábanas cubriendo su cuerpo casi por completo. Sabía que debía dormir, dentro de poco asistiría al Instituto de Forks, la pequeña preparatoria que había en ese pueblo tan monótono, así que no podía seguir manteniendo ese horario de sueño tan irregular si quería tener un buen promedio.

Había dejado Chicago atrás, estaba empezando una nueva vida, lejos de los maltratos físicos de su padre y la vida tan oscura y llena de vicios que este tenía. Pero incluso lejos de todo eso, él aún seguía atormentándola.

Las primeras noches fueron las peores, pues la simple idea de que Donovan llegara a encontrarlas le revolvía el estómago, no quería siquiera imaginarse cómo terminaría si eso llegara a pasar.

Los frecuentes recuerdos que la atormentaban durante la noche le hacían casi imposible conciliar el sueño, pasando horas despierta desde la medianoche hasta que el Sol salía y anunciaba un nuevo día.

Miró la lámpara a su lado; era demasiado sencilla, pero aun así Katherine la miraba con total atención. Su base era de madera pesada, con una pantalla de tela de lino; la luz era cálida, de un tono entre amarillo y naranja. Su brillo era tan reconfortante que la joven no se atrevió a apagarla. Otro suspiró salió de sus labios resecos y, con cansancio, miró al techo.

Tenía diecisiete años, hacía un par de meses que los había cumplido y aún así le seguía temiendo a la oscuridad que llenaba una habitación. No recordaba muy bien cuándo fue exactamente aquella vez que empezó a temerle, pero sí recordaba la razón por la que su miedo creció.

En ese entonces solo era una niña de seis años, cuando Donovan la encerró en el sótano oscuro y sucio de aquella casa situada en el barrio de North Lawndale. Donde lo único con vida que habitaba allí eran las ratas y cucarachas, todo eso, solo por negarse a dormir con la luz apagada. Estuvo llorando por más de cuatro horas hasta que Charlotte se hartó de su llanto y la sacó de ahí. Ese había sido uno de los castigos menos dolorosos que le había tocado, pero sin duda uno de los más aterradores.

Un escalofrío recorrió toda su espalda de tan sólo recordar aquel momento. Aún era difícil olvidarse de esas cosas que por tanto tiempo la habían lastimado, pero justo ahí, sobre las cobijas de su nueva habitación, con el ruido de la lluvia y el felino que descansaba a su lado, se obligó a sí misma a no pensar más en todo lo que había pasado.

Chicago había sido su hogar durante mucho tiempo, pero ya no más, ahora se encontraba en Forks, y nadie sabía quién era. Dentro de poco asistiría a la preparatoria y, si tenía la suficiente suerte, podría hacer algún par de amigos.

Aquella idea la emocionó. En Chicago no tenía ningún amigo. Todos en ese lugar eran igual que sus padres, drogadictos, con problemas de ira, incluso algunos de sus compañeros de clase ya habían estado en la cárcel por algún delito menor. Por eso mismo Katherine siempre se mantuvo apartada de todos en aquella preparatoria.

En ese entonces tenía suficiente el estar conviviendo con sus padres como para siquiera llegar a pensar el estar con alguien con los mismos problemas que ellos tenían.

Pero en Forks era diferente, la mayoría de adolescentes no eran más que jóvenes a los cuales su mayor preocupación era sacar buenas notas en los exámenes, ganar algún partido de béisbol, invitar a salir a la persona que les gustaba o buscar un trabajo y conseguir algo de dinero.

Algo que diferenciaba a los pueblos de las grandes ciudades era que todo el mundo se conocía. Katherine podía ser testigo de cómo las señoras se saludaban entre ellas con un amigable saludo de manos, los hombres platicaban entre ellos sobre sus trabajos, mientras que los más jóvenes charlaban de partidos y moda.

Todos en ese pequeño lugar se conocían. Era de esperarse que los más jóvenes se hayan criado juntos y que los abuelos de estos hubieran aprendido a andar en bicicleta entre ellos. Aquella idea causó un cálido sentimiento dentro de su corazón, tal vez, si tenía un poco de suerte, podría hacer alguna que otra amistad.

Podría salir con ellas los fines de semana a ver alguna película al cine, comprar ropa, comer helado o tal vez hablar sobre chicos. Eso le agradó y fue casi inevitable que una pequeña sonrisa de ilusión se dibujara en sus labios.

Mantenía la esperanza de que así pudiera llegar a ser, después de todo, estaba teniendo una nueva oportunidad lejos de todo lo que ella una vez tuvo. En aquel pueblito nadie la conocía, solo era una chica de la gran ciudad, una desconocida que se había mudado. No era Katherine Cooper, la pobre chica con problemas familiares que siempre se quedaba en la biblioteca a la hora del almuerzo. Ahora era simplemente Katherine, la chica recién llegada, y aquello era algo que ella aprovecharía a su favor.


©𝗯𝘂𝘅𝘆𝗹𝗼𝘃𝗲𝘆

publicada:
31/O7/22

editado:
1O/O6/24

▎❛𝐍𝐎𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐔𝐓𝐎𝐑❜ ▎
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Gracias strangepoeta por haber hecho un gráfico tan hermoso para esta historia que tanto adoro. Vayan a su perfil que hay puro arte. <3

Vaya que ha pasado un siglo desde que publique un capítulo de esta historia y como verán, esté primer capítulo no tiene nada que ver con el anterior. Cumplí con mi palabra, la historia será completamente diferente a la que una vez fue.

Antes que nada quería agradecerles el apoyo recibido. Heartbeat ya llego a las 3K vistas y es algo que jamás pensé posible, lamento mucho no haber actualizado, pero necesitaba un buen desarrollo para este fic al cual tanto cariño le tengo. Tratare de actualizar con más frecuencia, espero que les haya gustado este capítulo.

Por favor, no se resitan a comentar, adoro leerlos además de que me animan mucho a seguir con esta historia. Lamento si tienen algún error ortográfico, quería publicar esto lo más pronto posible, después lo editare más a fondo.

Tambien queria avisar que está historia se da con los sucesos ocurridos, tanto en los libros de Crepúsculo como en las películas aunque no todo se seguirá al pie de la letra.

Me gustaría dedicarle esté capítulo a teverpoet (a la cual tambien pueden encontrar como mytearsrcochet ) por el apoyo que recibí de su parte para esta historia y motivarme a seguir escribiendo. Muchas gracias corazón, te adoro! <3

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