two / halloween's party.
dos / fiesta de Halloween.
En cuanto Evangeline puso un pie dentro de aquella fiesta, supo que había sido un error llegar allí en primer lugar. La música estaba a todo volumen, tanto así que daba la impresión de que las paredes vibraban por el impacto del sonido contra ellas. El mismo piso parecía moverse bajo sus pies calzados con unas converse de color negro, para que no se distinguieran del color de la túnica que cubría su cuerpo.
Sus ojos escudriñaron el lugar, tratando de localizar a sus amistades, pero en el lugar no se percibían más que un montón de universitarios borrachos, bailando en todos los rincones de la casa, y otros se besaban en los sofás, sin pudor alguno por el notable efecto del alcohol. Lo cual era obvio que se esparcía cómo una plaga misma por el olor que había en la sala. Era desagradable la mezcla de aromas entre fluidos corporales, perfumes y el olor a alcohol que la hizo fruncir la nariz. Desagradable para sus sensibles fosas nasales.
Caminó entre la multitud que era bañada por luces moradas, azules y otras tonalidades oscuras, lo cual era lo ideal en fiestas como estas, dónde las hormonas casi se materializaban y se veían revoloteando por todos lados.
Casi cayó al suelo cuando una pareja pasó a su lado, empujándola sin darse cuenta de que iba pasando por allí. Demasiado ocupados besándose con desenfreno como para notar a otro ser humano a la redonda. Le causó un poco de envidia, en realidad. Parecía que tendrían un buen rato en la misma sala si no se apresuraban a subir por las escaleras para llegar a las habitaciones. Sonrío y sacudió la cabeza, pensando en la reacción que hubiera tenido Eric.
—¿Perdida, brujita?
Se sobresaltó al escuchar la repentina voz que provino detrás de ella. Se llevó una mano a la frente y se giró con el alma volviendo al cuerpo. Su corazón quiso escapar de su pecho en ese momento.
Sin embargo, se relajó al ver a Brandon Marlow dándole una de sus sonrisas encantadoras. Alguno de sus mechones rubios oscuros caían sobre su frente, brindándole una apariencia todavía más atractiva de la que ya tenía habitualmente. Sus ojos celestes la miraron de arriba abajo, sin pudor, examinando el atuendo que tenía puesto.
—Me asustaste, idiota —dijo ella en voz alta, para que se escuchen sus palabras a través del ruido de la música. Brandon, el hijo del detective Marlow, se encogió de hombros y se llevó el vaso rojo hacia sus labios, dándole un largo sorbo a su bebida que seguramente contenía alcohol.
Brandon era tres años mayor que ella. Según Tara, la perfección tallada en un ser humano. Ella pensaba que no había una persona más molesta que él.
—No es mi culpa que te quedes admirando a dos personas introducirse la lengua hasta la garganta —se burló, luego se acercó a ella con los ojos entrecerrados y una sonrisa en los labios—. ¿Todavía no te han besado así, huh? —inquirió un poco más bajo, aún así, lo suficientemente fuerte como para que ella pudiera oírlo.
Evangeline rodó los ojos y se dio la media vuelta, con intenciones de huir de sus burlas. No quería partir la noche discutiendo con él, tenía mejores cosas que hacer en una fiesta de fraternidad. Cómo quedarse sentada en el sofá y ver a los demás divertirse. Un clásico. El concepto de entretenimiento para ella. Pero Brandon tenía otros planes, por lo que se apresuró a tomarla del brazo y detener su huida.
Ella le dio un manotazo y se apartó. Él alzó ambas manos en son de paz, sin borrar esa estúpida sonrisa de su rostro.
No eran enemigos, pero su presencia podría ser la causa por la cual se negó tanto a ir a la fiesta. Si no hubiera sido porque Tara le insistió en que fuera, para apoyarla cuando Sam se presentara furiosa al descubrir que salió de casa sola, no estaría allí. Pero las cosas pocas veces se dan a su gusto.
—Ya. Lo siento. No voy a suponer nada más sobre tu historial de besos —inclinó la cabeza hacia un lado. Su ceño se frunció al notar que estaba sola—. ¿Dónde está mi amigo Eric? —Ellos no eran amigos en absoluto. Eric lo detestaba.
—No me importa lo que supongas de mí —dijo en primer lugar, apuntándolo con la varita, luego la guardó al notar lo ridícula que se veía—. Y Eric ya debe estar en camino.
Brandon apretó los labios y asintió lentamente con la cabeza. Luego le hizo una señal con la cabeza para que lo siguiera. Ella dudó, entonces él rodó los ojos.
—Chad está por aquí —le indicó, extendiendo su mano para rodear sus dedos alrededor de su muñeca y mantenerla cerca cuando comenzaron a caminar por la multitud, que cada vez parecía sumar energía en lugar de perderla. Era impresionante la resistencia que el alcohol les brindaba a los jóvenes de hoy en día.
Elevó ambas cejas al ver cómo a unos metros más allá, un tipo estaba bebiendo de dos botellas de cerveza como si el mundo se fuera a acabar al día de mañana. Sus amigos, los cuales estaban a su alrededor, le hacían barra para que el líquido no cayera por las comisuras de sus labios y se bebiera toda la cerveza sin detenerse. Luego fue consciente de la calidez que le causó el contacto de Brandon, y su mirada se dirigió hacia su muñeca.
Tragó saliva y permitió que la dirigiera hacia donde se encontraba su amigo moreno, antes de que Eric llegara y no supiera dónde ubicarla.
Caminaron un par de segundos antes de llegar al lado de la escalera, donde una pared los separaba de ella. Allí estaban Chad, vestido de vaquero y Ethan Landry, que tenía puesto un traje de... ¿Robot de cartón? No estaba muy segura de lo que sea que estaba disfrazado el chico de cabellos rizados color chocolate. Pero se veía adorable con esa cosa puesta sobre su cabeza. Apenas un cuadrado mal hecho permitía que su rostro fuera visible.
Ethan Landry era el compañero de cuarto de Chad. Así fue como se conocieron meses atrás. Era simpático, y a su manera divertido. A pesar de que la mayor parte del tiempo estaba ejerciendo su papel del amigo despistado y algo tímido. Definitivamente prefería pasar una tarde incómoda con él en lugar de Brandon.
Cuando los vieron llegar, Chad la recibió con los brazos abiertos y un pequeño vaso de cristal en una de sus manos. Apestaba a tequila.
—¡Evangeline Prescott! La chica de los sueños de... —Ethan le dio un codazo. Brandon frunció el ceño—. Es un placer tenerte aquí, creí que no vendrías —Evangeline iba a decir algo, pero Chad continúo batiendo la lengua—. Ah, Hermione Granger —observó su disfraz, haciendo un gesto de aprobación con su mano—. Nos encanta. ¿No, Ethan?
El recién nombrado asintió con la cabeza un poco avergonzado y dio un paso torpe hacia ella para saludarla con un beso en la mejilla.
—¿Y Eric? —Inquirió Chad, mirando a todos lados—. Es raro no verte con él en todas partes —acotó con cierta burla en su tono voz. Definitivamente el alcohol estaba trabajando en su sistema a todo motor. Se preguntaba donde podrían estar las chicas, Tara, Mindy y Anika.
—Dijo que vendría más tarde —se rascó la nuca, un poco inquieta al estar allí sola sin ninguna de sus amigas o el mismo Eric cerca.
Brandon elevó su vaso hacia los chicos. La sonrisa maliciosa que se formó en sus labios húmedos que brillaban por el líquido que había estado bebiendo, fue una evidente manera de mostrar que cada una de sus acciones mediante lo largo de la noche, se iban a basar en causarle molestias innecesarias como era de costumbre. Chad, que desconocía las intenciones del mayor, elevó su pequeño vaso de cristal, pensando que se trataba de algún brindis amistoso entre amigos. Por otro lado, Ethan imitó la acción de ambos chicos torpemente, mirando con algo de miedo el contenido de su vaso.
—Por Evangeline y su limitada independencia —se mofó el de ojos celestes, dándole una mirada de reojo mientras llevaba el vaso hacia sus labios. Quería sacarla de quicio, pero ella no caería en sus tonterías. Al menos, hasta que su mejor amigo se presente y pueda refugiarse en él. Un mal hábito.
Los tres varones bebieron de un solo sorbo todo el contenido de sus respectivos vasos, a excepción del despistado de Ethan que parecía no disfrutar del sabor amargo del alcohol, ya que lo devolvió todo a su vaso disimuladamente. O lo intentó. Evangeline bajó la cabeza para ocultar la sonrisa que se quería formar en sus labios luego de ver al pobre muchacho tratar de encajar en la sobrevalorada sociedad.
Chad, luego de un par de tragos más, decidió que era el momento adecuado para molestar a Ethan, así que lo tomó del brazo y lo llevó hacia un grupo de muchachas, acotando que era todo un galán y que debía comenzar a buscar una buena compañera para pasar la noche.
Evangeline sonrió hacia la dirección en la que iban, no muy lejos de ellos. Luego su mirada se posó en el chico alto y musculoso que, por cierto, no tenía ni la menor idea de lo que se supone que estaba disfrazado. Así que le dio un golpe en el brazo para llamar su atención y con un gesto de cabeza le indicó su ropa, que no era más que un desaliñado overol azul oscuro. Él se afirmó en la pared cercana para mirarla con el ceño fruncido.
—¿De qué se supone que estás disfrazado? —inquirió con curiosidad, su mirada vagando por el cuerpo del ojiazul—. ¿Un mecánico en decadencia de clientes? —se burló, cruzándose de brazos. Brandon esbozó una sonrisa y con un pequeño impulso se alejó de la pared para pararse derecho, presumiendo su cuerpo con arrogancia. Alzó ambos brazos y se dió una vuelta para que pudiera admirarlo mejor.
Era un arrogante de mierda. Con sus justas razones, pero aún así un arrogante sin escrúpulos.
—Soy Michael Myers, de Halloween —se encogió de hombros, dando un paso hacia ella para resaltar todavía más la diferencia de altura. Ella no se dejó intimidar y levantó el mentón para mirarlo a los ojos.
Soltó una risa nasal y sacudió la cabeza.
—Qué básico —se burló, cruzándose de brazos.
Brandon asintió con la cabeza y carraspeó, fingiendo desinterés antes de atacar de vuelta, usando ese tono grave y meticuloso suyo. Se acercó lo suficiente como para que ella pudiese notar el aroma a alcohol mezclado con su perfume habitual.
—Lo dice la niña vestida de Hermione Granger —murmuró con sorna. Le dio una mirada a su traje, y elevó una mano para jugar con el primer botón de su tunica negra, inclinando la cabeza hacia un lado—. No te queda mal, ¿sabes? Muestra exactamente quién eres... —hizo una pausa y se inclinó hacia delante para susurrar en su oído—: una perra inteligente con carita de ángel.
Su aliento caliente impactando contra su oreja erizó su piel y provocó que su corazón diera un vuelco de la impresión. Todo su cuerpo se había paralizado por su cercanía peligrosa, la invasión de su espacio personal normalmente la colocaba en estado de defensa, pero Brandon hizo que cualquier pensamiento cuerdo se mandara a cambiar de su cabeza para ser reemplazado por el nerviosismo. Cuando se alejó, pudo ver de nuevo esa sonrisa burlona y sus ojos cargados de maldad.
Era astuto. Un perro de pelea que sabe exactamente como desequilibrar a sus oponentes.
Estaba por contestar a sus palabras, responder con violencia o solo salir de allí para buscar a Tara, pero sus ojos se desviaron a la multitud que de pronto dejó de bailar, como si algun suceso digno de atraer toda su atención se presentara en la salida. Por inercia, apartó a Brandon y caminó en dirección a donde se estaba llevando a cabo la mayor entretención y el motivo por el cuál la gente comenzó a murmurar cosas.
Eric Macher caminaba entre la multitud con una mirada letal que podría atravesar el alma de cualquiera que se interpusiera en su camino, el maquillaje de calavera parecía relucir con las luces que alternaban las tonalidades, dándole un aspecto más gris a su entrada. Pero, tal vez, no era su disfraz lo que llamaba la atención, sino el arma que traía entre sus manos. Una escopeta. Una maldita escopeta que esperaba fuera de mentira, porque de ser así, no sabía cómo explicarían de donde sacaron aquella cosa.
Su mejor amigo siempre fue un aficionado por las películas de terror, le gustaba analizarlas y corregir los errores de estas mismas. Podría llegar a ser un poco extremo, en algunos casos, pero nada que desdibujara el límite de la normalidad. Ahora mismo, estaba simplemente perfeccionando la idea que ella misma le había sugerido de su disfraz.
—A eso le llamo entrar con estilo —opinó Ethan, apareciendo a su lado junto a Chad, que sonreía ampliamente al ver el atuendo de Eric.
Cuando el chico rubio se acercó a ellos, toda su atención recayó en ella.
—¡Demonios, Eric! Te ves como un tipo de los noventa que... —Chad no pudo finalizar su oración, ya que Evangeline se giró a verlo con una sonrisa orgullosa en el rostro.
—Es exactamente lo que es.
Eric apretó los labios y dirigió su mirada hacia Brandon, ambos compartiendo una intensa y poco amistosa competencia de miradas hostiles. Nunca lograron llevarse bien a pesar de estar en el mismo grupo de amigos hace seis meses.
—Entonces, ¿es falsa o no? —inquirió el ojiazul, apuntando la escopeta en manos de Eric. Éste se encogió de hombros y dió un paso hacia delante. La tensión entre ellos se hizo notar por los demás presentes, ya que algunas personas observaban la escena con curiosidad y anticipación, como si esperaran a que en cualquier momento uno de los dos se abalanzara hacia el otro para comenzar una disputa.
Evangeline no apartó la mirada de su mejor amigo.
—No lo sé —contestó con desinterés el sobrino de Stu Macher—. Vamos afuera y hacemos una prueba. —Un silencio le siguió a sus palabras, tenso e incómodo para el resto que observaba. Ambos estaban parados frente al otro como dos leones a punto de disputarse por su territorio.
Después de lo que parecieron horas, pero en realidad fueron miseros segundos, Brandon se giró para ver a Evangeline sobre el hombro y después dejar dos palmadas en el hombro de Eric, abandonando la escena con una sonrisa en los labios.
—Eso fue... intenso —comentó Ethan, con los ojos bien abiertos.
—¿Es real o no, amigo? —insistió Chad, con un tono amistoso para relajar el ambiente.
Eric simplemente sonrió.
Sería una larga noche.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro