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Epílogo.

— DaeMi.

JungKook llamó a la chica mas esta no se giró, no importaba cuanto tiempo pasara. El castaño nunca cambiaría, seguiría siendo el mismo pesado de siempre.

El chico rió y caminó a su lado mientras la miraba, la chica parecía molesta por alguna razón y él la sabía. Habían pasado meses desde que Jimin se había ido y no había vuelto, sabían que estaba bien por todo lo que había estado pasando, el pelinegro había logrado cambiar las cosas. Ahora las ciudades estaban abiertas para todos los lobos y eran libres de estar con la persona que quisieran fueran quienes fueran.

— Oye, oye que yo no tengo la culpa de que Jimin te haya dejado. — soltó con burla. Le encantaba molestarla con aquello, no sabía la razón del por qué Jimin no había vuelto y tampoco le importaba claramente.

— ¡Ya cállate! — gritó esta y se detuvo mirándolo. — ¿Qué es lo que quieres? Me estás hartando JungKook y ya verás, me importa una mierda que seas una criatura sobrenatural con súper fuerza y colmillos que pueden destrozarme. Te mato y listo, no me jodas.

— Uy. — rió a carcajadas. — Que miedo me has dado.

La pelicorta bufó y volvió a retomar su paso con los ojos cristalizados. Estaba tan enfadada con Jimin, no podía creer que había roto su promesa. Él le había prometido volver y en cambio eligió quedarse allá y olvidar que ella existía.

— ¿Quieres que te convierta? — preguntó y alzó una ceja cuando DaeMi volvió a mirarlo con el ceño fruncido — Así puedes vengarte de ese enano, cuando tengas súper fuerza puedes destrozarlo.

— No quiero, y ya dejame en paz o le diré a TaeHyung.

Amenazó y el castaño hizo una mueca, ¿por qué todos lo amenazaban con su novio? Bueno, desde que Tae había aprendido a controlarse era un lobo muy fuerte y cada vez que JungKook hacía algo malo el chico lo regañaba y aveces hasta le pegaba, pero claro que JungKook nunca le hacía nada, era la persona que más amaba en el mundo y como todos lo habían dicho. Él nunca dañaría a TaeHyung.

— ¡Soy el jefe de esta maldita ciudad DaeMi! No me amenaces.

Gritó y la chica le enseñó el dedo de en medio para que la dejara en paz de una vez. A JungKook le encantaba joderla con lo que había pasado con Jimin.

Llegó a la escuela y vió a Tae y Hoseok sentados en su lugar teniendo una conversación como siempre.

— Buenos días chicos. — se sentó en su lugar y suspiró, quería odiar al pelinegro pero simplemente no podía. ¿Quién era ella para pedirle que dejara todo lo que había logrado simplemente para tenerlo a su lado?

— ¿Por qué hueles así nuevamente? — Tae se sentó a su lado y la observó. El castaño ya conocía ese aroma de la chica, ansiedad y tristeza. — Jimin volverá, estoy seguro.

— A pasado casi un año Tae, y él ni siquiera a llamado una sola vez. ¡Ni una sola vez!

Dijo molesta, si Park Jimin volvía tendría que pedirle disculpas una y otras vez y rogarle para que lo perdonara.

— Seguro está muy ocupado — Tae lo defendió. Siempre defendía a su amigo de quién fuera, Jimin lo había protegido hasta el final. Se aseguró de que no le pasara nada y estaba muy agradecido por eso.

— Olvidemoslo — mordió su labio y miró al castaño — ¿Cómo le fue a YoonGi con JungKook? Ese idiota no deja de portarse mal con su hermano mayor, si yo fuera YoonGi ya le hubiera desbaratado los dientes.

— Te has vuelto un poco violenta...

— Verdad — apareció Hoseok y los miró —  DaeMi no era así, siempre fue una buena niña, tranquila. Ahora siempre quiere matar a alguien, en especial a JungKook.

— Por su culpa Jimin se tuvo que ir.

(...)

Las clases terminaron y la pelinegra caminó de vuelta a casa mientras pensaba en él, no podía dejar de pensar en Jimin. Sabía que debía olvidarlo, que el chico no volvería porque finalmente había logrado lo que tanto quería. Tenía a su familia y era feliz, debía dejarlo ir pero no podía.

— Si tan solo no hubieras prometido volver... — susurró al punto de comenzar a llorar.

— ¿Por qué no volvería?

Escuchó esa voz que tanto esperó, detuvo su andar y mordió su labio. ¿Había sido una alucinación o de verdad había escuchado su voz? Se giró sobre sus talones y lo vió, Jimin estaba parado frente a ella con una sonrisa dibujada en sus labios. Había vuelto después de tanto tiempo al fin el chico estaba allí.

— Jimin...

Corrió hacia él y lo abrazó fuerte hundiendo su rostro en el pecho del chico sintiendo la calidez que este emanaba. Jimin la rodeó con sus brazos y sus ojos se llenaron de lágrimas, la había extrañado tanto, su olor, su rostro y más los latidos de su corazón, esos que ahora sonaban con fuerza dentro de su pecho.

Se separó un poco y observó su rostro dejando un pequeño beso en sus labios.

— ¿Por qué tardaste tanto? — preguntó entre sollozos. Había dicho que no lo perdonaría fácil, pero en el momento que lo vió olvidó todo eso.

— Lo siento... — acarició su mejilla, las cosas habían sido difíciles. Muchos no querían aceptar la nueva realidad, muchos lobos se negaron a abandonar sus antiguas tradiciones y él tuvo que ayudar. Tenía que estar allí y luchar hasta el final y cuando las cosas estuvieron al fin bien pudo pensar en regresar y cumplir su promesa. — Perdón por demorar tanto.

— Está bien... — volvió a abrazarlo, no quería soltarlo nunca más. No lo dejaría ir.

Ambos fueron a la casa de Jimin, tenían muchas cosas de las que hablar. Tanto que contarse.

— ¿Viste a tu mamá?

— Sí — sonrió feliz — Estaba en la casa de mi padre, la mantuvo cerca de él siempre. Cuando su esposa murió ella se encargó de mis hermanos.

— ¿Tienes hermanos?

— Dos, una chica de quince años y un niño de diez. — tomó su celular y se sentó a su lado mostrándole una foto familiar.

DaeMi sonrió y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas, no tenía el derecho de reclamar a Jimin para ella sola cuando este tenía una familia ahora. Personas que lo amaban y lo esperarían de igual forma.

— Tienes que regresar... — dijo y lo miró. — Jimin tienes que estar con tu familia, en tu hogar.

Aquellas palabras la destrozaban, pero no quería verlo sufrir nuevamente por estar lejos de su familia.

— Este es mi hogar — respondió y alzó su mentón para mirarla a los ojos. — DaeMi aquí es donde quiero estar, contigo. Ellos estarán siempre allí y podré ir a verlos y ellos a mi. Pero quiero vivir con la chica que amo, aquí.

Le sonrió y se acercó a sus labios para besarla. Era libre, tenía a su familia de vuelta. Nadie lo llamaría una vergüenza nuevamente. Ahora podía ser feliz con la chica que amaba. Esa que hacía latir su corazón como nadie.

¡Hola!

Llegamos al final de HEARTBEAT, espero les haya gustado la historia. Me gustaría que me dejaran sus comentarios, me haría muy feliz saber lo que piensan.

Gracias a todas por llegar hasta aquí conmigo, gracias por apoyarme tanto con sus votos y sus hermosos comentarios llenos de amor. Las amo 💜

MKimie.

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