25
Los hombres que se llevaron a DaeMi no la iban a dejar ir, de eso se dio cuenta la chica cuando la llevaron hacía un lugar intrincado del bosque y comenzaron a cavar en la tierra. La matarían y luego la enterrarían para que nadie la encontrara nunca.
Sus manos temblaban al igual que todo su cuerpo, estaba asustada. Aterrorizada de que le hicieran daño, sollozó mientras intentaba soltar sus manos de la soga con la que la habían atado, pero era en vano. No podía hacer nada por ella misma, y Jimin también iba a morir por su culpa.
Quizás debió irse cuando éste se lo pidió y así el pelinegro hubiera tenido oportunidad de escapar. Pero el haberse aferrado a él lo había llevado a su fin.
Sintió a alguien caer al suelo y cuando alzó su rostro vio a un chico pelear con los hombres que la tenían prisionera. Lo había visto antes en casa de Jimin, era YoonGi el hermano de JungKook.
— ¡Min YoonGi! — gritó uno de ellos, parado frente a aquel pelinegro molesto. — ¿Has venido a que te maten? Tu madre sólo nos pedía que te golpeáramos, pero creo que no le molestará saber que al fin estás muerto.
El más joven rió burlón. — ¿Y quién dices que me va a matar, tú?
Alzó una ceja y se preparó para atacarlo, YoonGi había deseado por mucho tiempo hacer aquello. Aquel hombre era uno de los más confiables que tenía su madre y al que siempre mandaba a encerrarlo y golpearlo. Quería venganza, y la comenzaría a tomar ahora. Se molestó con Jimin, pero al final lo entendió. Si no hacían algo por ellos mismos nadie lo haría y entonces nunca iban a poder ser libres.
DaeMi observó como aquellas dos personas luchaban, la sangre del mayor corrió cuando el menor empujó su mano hacía su estómago y la hundió arrancándole la vida, el hombre cayó al suelo muerto y YoonGi miró a la chica.
— ¿Estás bien? — preguntó acercandose a ella para desatarla.
— Si... — asintió, aunque ahora estaba a salvo no dejaba de llorar y temblar — Jimin... tienes que ayudar a Jimin, por favor.
— Lo haré.
La ayudó a pararse del suelo y tomó su mano para llevarla hacia la carretera.
— Ve a casa quedate a salvo, yo iré a por Jimin.
Le dijo y volvió a adentrarse al bosque. DaeMi comenzó a correr, estaba lejos de la ciudad, pero no pararía hasta llegar allá. Tenía que encontrar a TaeHyung y JungKook. Quizás si Tae convencía al castaño de que parada todo aquello las cosas se arreglarían.
— ¡Hoseok!
Gritó cuando vio al mejor amigo de TaeHyung, quizás él sabía donde estaba el chico. Se acercó a él jadeando de cansancio.
— Tae... ¿donde está TaeHyung? — preguntó sin fuerzas, estaba al punto de desmayarse pero nada de eso le importaba.
— No lo sé, nadie lo sabe. Su madre me llamó preguntando por él, pero no lo he visto y tiene su celular apagado.
La chica mordió su labio sin saber qué hacer ni dónde buscar. No tenía idea de adónde podría haber llevado JungKook a TaeHyung.
— Podría rastrear su celular si lo tuviera encendido — volvió a hablar Hoseok y la chica lo miró.
— ¿Sabes cómo hacer eso? — él asintió — ¿Cualquier celular?
— Si... supongo. Pero no le digas a mi mamá, me castiga por hacer esas cosas.
— No le diré a nadie, vamos.
Tomó su mano y lo llevó casi corriendo a su casa. El chico no entendía de qué se trataba aquello, pero sí había notado que algo andaba mal. Ni JungKook, ni Jimin, ni ella habían ido a la escuela ese día tampoco. Y estaba seguro de que todos ellos estaban metidos en algún problema, sólo esperaba poder comprender qué pasaba y ayudar a su mejor amigo.
— Necesito que rastrees el celular de JungKook, éste es su número.
Lo apuntó en una hoja y se lo dio. Hoseok lo tomó y encendió su computadora, esperaba que funcionara. No era experto en aquello, sólo lo había hecho algunas veces y ni siquiera era rastrear, sólo ver mensajes privados y cosas así. Por eso su madre lo castigaba, porque al no ser experto la policía siempre lo agarraba.
Pasaron algunas horas, dejó que DaeMi se diera una ducha y se pusiera algo de él. Era delgado así que su ropa no le quedaba del todo mal a ella.
— ¿Algo?
Preguntó al salir del baño, el negó. No lograba activar el GPS del celular de JungKook y si no lo hacía no había manera de poder encontrarlo.
— ¿Me vas a decir que es lo que sucede? — cuestionó, estaba demasiado preocupado ya por su amigo.
— Te lo contaré todo, por favor escucha hasta el final.
La chica comenzó a explicarle desde el inicio. Hoseok dudó en si creerle o no, pero ni siquiera pensó en ello tan a fondo. Lo único que sabia ahora era que Tae estaba en peligro y haría lo que fuera necesario para salvarlo. Volvió a enfocarse en la pantalla frente a él y siguió intentándolo hasta que lo logró.
— ¡Lo tengo! — gritó y suspiró algo más aliviado. — Pero... ¿que hace ahí?
— ¿Que es ese lugar?
— Es una casa de alquiler, para que las parejas tengan relaciones... y eso — apretó sus manos molesto — ¿¡Como se atreve a llevar a TaeHyung allí!?
— Calma, yo iré a buscarlo. ¿Si? Tú quedate aquí.
— ¿Estás loca? — alzó una ceja — Si todo lo que me contaste es real, JungKook te matará en cuanto llegues allí. Iré contigo, y lleváremos armas...
— ¿De donde vamos a sacar armas? Además puede sanar, no creo que un tiro le haga daño.
Se cruzó de brazos y caminó de aquí para allá sin saber que hacer hasta que recordó las flores moradas del jardín de Jimin.
— Acónito...
Susurró y lo miró.
— Tengo un plan...
Ambos salieron hacía la casa de Jimin, tuvieron que saltar la gran valla para poder entrar al jardín. DaeMi arrancó las flores y las puso dentro del recipiente, lo revolvió y probó a ver si funcionaba. El aparato soltó una especie de humo y ella sonrió, si lograban debilitar un poco a JungKook lograrían sacar a Tae de allí.
— ¿De dónde sacaste eso?
— Mi abuelo fue General en el ejército. Tiene um montón de cosas raras. Vamos.
Ambos fueron hasta la dirección que les había proporcionado el GPS del celular de JungKook, no se escuchaba ningún tipo de sonido proveniente de adentro. Cruzaron por el jardín y abrieron la puerta trasera con cuidado de no ser escuchados.
JungKook rió por lo bajo sintiendo dos pequeños corazones palpitar descontrolados por el miedo.
— Ilusos...
Susurró por lo bajo y se levantó saliendo del cuarto donde estaba con TaeHyung y cerró la puerta.
— DaeMi, ¿que te trae por aquí?
La miró con una sonrisa ladina cuando estuvo frente a ella.
— Vinimos a visitarte.
Sonrió ella también y cuando el castaño se dio cuenta de que Hoseok estaba a su lado ya era demasiado tarde, el chico roció el líquido en su cara y éste al respirarlo comenzó a toser cayendo al suelo sin fuerzas.
— ¡Los voy a matar! — gritó furioso.
— Si, lo que digas.
La chica pasó por su lado y corrió a buscar al castaño, abrió la puerta de la habitación y se quedó paralizada cuando lo vio.
— Tae...
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