
23
Lo primero que hizo Jimin fue llamar a DaeMi y decirle que estaba en peligro, le pidió que saliera de la escuela lo antes posible y fuera hacía donde él le diría.
No podía creer que todo se estuviera derrumbando en segundos ante él. Cuando creyó que todo estaba tomando un buen camino se vio perdido.
No podía dejar que lo encontraran, si eso pasaba las palabras de JungKook se iban a cumplir. Jimin estaría muerto incluso antes de llegar a Seúl, su familia no lo iba a dejar vivir.
— ¿Jimin?
Escuchó la voz de su chica bastante cerca pero la verdad ella estaba algo lejos de donde él se encontraba así que la buscó por su olor hasta que la vio a escasos centímetros de él, mordió su labio. Debía decirle adiós a algo que ni siquiera había podido tener.
— Estoy aquí.
DaeMi se giró y corrió hasta él para abrazarlo, se había asustado mucho cuando Jimin la llamó y le dijo que todo había salido mal. No acaba de entender por qué JungKook era de esa manera, ¿por qué le molestaba tanto la existencia de Jimin?
— ¿Estas bien? — preguntó preocupada, esperaba que el chico tuviera una solución para todo aquello. Pero al notar la tristeza en los ojos de Jimin se dio cuenta de que no era así, o tal vez iba a ser una solución en la que ellos no terminaban juntos.
— Estoy bien — sonrió para tranquilizarla un poco. — DaeMi... creo que tenemos que alejarnos. Si estoy sólo nadie te podrá utilizar ni hacerte daño para llegar a mi. Así estaré más tranquilo, ¿entiendes?
Ella negó, no iba a dejarlo sólo. No en esos momento tan duros para él, Jimin le estaba pidiendo algo imposible. ¿Y si se alejaba y nunca volvía a verlo? No lo haría.
— No Jimin — dijo y volvió a abrazarlo hundiendo su rostro en el pecho del chico. — Pídeme cualquier cosa menos que te deje, no puedo hacerlo. No quiero.
— DaeMi — la separó y la hizo mirarlo. — Estás en peligro, no puedo dejar que te hagan daño. Puedo morir, pero no verte morir.
— ¿Ves? — sus lágrimas salieron — No te voy a dejar porque si estás sólo dejarás de luchar. Porque sé que estás cansado, porque una parte de ti quiere volver y darles la cara. Pelear por lo que mereces y ellos te arrebataron. Pero todo eso será en vano si te dejas matar...
Tomó su mano y la entrelazó con la de ella, no iba a permitir que la persona que la salvó dos veces muriera. No iba a dejar al chico al que quería.
— Tienes que irte...
— No.
Dijo, terminado aquella conversación allí. Nada de lo que dijera el pelinegro la haría irse, porque ella no deseaba hacerlo, quería quedarse y ayudarlo.
Ambos caminaron de vuelta hacía donde Jimin se encontraba antes, era una pequeña casa oculta entre el bosque donde el chico solía pasar la mayoría del tiempo cuando era pequeño, allí JungKook nunca lo encontró y por eso se sentía a salvo.
— ¿Que pasa entre tú y JungKook? — preguntó la pelicorta. Algo más debía haber detrás de aquellos dos que no se soportaban el uno al otro, no podía ser sólo el linaje de su raza.
Jimin suspiró, recordándo el día que llegó a Daegu. Su madre lo había despedido en aquella estación de tren y le había dicho que las cosas iban a estar bien. Que al fin podría parar de esconderse, pero nada de eso fue así.
— JungKook simplemente me odió desde que llegué aquí, incluso siendo un niño de diez años el odio ya estaba en su corazón. Tú no lo entenderías DaeMi, él es un Alfa puro, toda su familia a seguido la tradición como es debido y desde que nacen les enseñan a odiar lo que es diferente. Lo que está mal — terminó de encender el fuego para la chimenea, iba a ser una noche bastante fría. — ¿Y sabes? Yo también lo odié, odié que me golpeara sin haberle hecho nada, odié que fuera perfecto. Que tuviera a su mamá, y odié que tu lo quisieras a él y no a mi.
La chica mordió su labio y bajó la cabeza, lo que sintió por JungKook era sólo atracción. Él era el chico más guapo y codiaciado de allí, con el que todas y todos soñaban sin ser ella la excepción.
Pero ahora sus sentimientos eran diferentes, lo que sentía por Jimin era mucho más fuerte. Incluso hasta su corazón llegaba a doler un poco por él.
— Pero JungKook no es tan perfecto, incluso está a punto de acabar con esa tradición. — habló ella levantándose del viejo sofá — Está enamorado de un humano, un chico. Él no le podrá dar seguimiento a su linaje de puros alfas.
— Supongo que usará a alguna mujer para ello.
— ¿Que? — frunció el ceño.
— Casarse con una alfa y embarazarla, luego seguir con TaeHyung a escondidas.
— ¡De ninguna manera! — gritó furiosa. — No va a hacer eso con Tae, ¿que se cree? ¿El ombligo del mundo? Tenemos que hablar con TaeHyung, decirle que deje a JungKook.
— Tae está con él, ni siquiera sé donde...
Los dos suspiraron sin saber que harían, sólo con el deseo de poder hacer algo para arreglar todo aquello. Querían estar juntos y ser felices, pero eso iba a ser difícil. Al menos ahora lo estaba haciendo.
Pasaron algunas horas, ninguno podía dormir así que la chica sólo se recostó al pecho del chico acostado en el sofá.
— Es linda... ésta pequeña casa. Y está limpia. — sonrió.
— Si, mientras fui creciendo traje cosas para hacerla cómoda y la limpiaba cada vez que venía. — suspiró — Es bueno estar aquí, me siento en paz.
— Yo también... — pensó en algo, tenía curiosidad acerca de ello. — Jimin, ¿pueden convertir a alguien con una mordida?
— JungKook puede, yo no. Sólo mataría a quién mordiera.
La misma naturaleza le estaba haciendo saber que él era un error, incapaz de nada más que de ser un estorbo.
Pero no todos pensaban así, Jimin tenía el mismo derecho de ser feliz que los demás. No importaba quién era ni de donde venía. Él sólo era una persona y merecía vivir.
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