— ¿A dónde vamos? — preguntó Tae mientras miraba a los dos chicos frente a él. Había decidido no preguntar ni decir ni una sola palabra acerca de lo que había escuchado la noche anterior.

— Tú a tu casa. — respondió Jimin y le abrió la puerta — Ve.

— ¡No quiero! — pataleó — Quiero ayudarlos.

YoonGi miró al castaño y frunció el ceño. Sabía que algún día Jimin iba a ser descubierto y al parecer le había tocado alguien bastante molesto y caprichoso.

— Hyung. — el más bajo miró al mayor — Dime cómo puedo deshacerme de esta molestia.

— Matalo. — se alzó de hombros.

TaeHyung abrió mucho sus ojos y caminó hacia Jimin asustado.

— Da miedo...

— Mira, debemos resolver algunos problemas, ¿vale? — lo miró — Necesito que vayas a casa y estés a salvo, si pasa algo y puedes ayudarme te llamaré. Pero ahora quedarte aquí solo nos traerá problemas, ¿entiendes?

El castaño asintió con un puchero.

— Vale, me iré. Nos vemos.

Tae se fue y Jimin suspiró aliviado, no entendía como podía ser tan loco como para seguir a su lado después de haberle advertido tantas veces que su vida estaba en peligro.

— Bien, ¿qué fue lo que pasó?

— Tienen planes de atacar Busan, y todas las ciudades hasta llegar a Seúl. — respondió YoonGi — No sé cuando ni cómo comenzará todo, pero de algo estoy seguro. Mi madre no parará hasta acabar con todos.

— ¿Por qué? — preguntó Jimin.

— Codicia. — dijo y sus ojos se cristalizaron — A sido eso desde un principio, no ve más allá de sus propios deseos, Jimin. Y tengo miedo de que le haga algo a JungKook, de que lo intente matar igual que a mi.

El menor bajó la cabeza y apretó sus puños molesto. Desde que había nacido, la codicia, el rencor y el odio habían estado presentes en su vida. Por esos sentimientos había sido separado de su madre y su familia.

— JungKook estará bien, si hay alguien que puede sobrevivir a ese infierno es él. — miró a su amigo antes de seguir — Porque Hyung... él es peor que todos ellos.

(...)

DaeMi bajó las escaleras y se despidió de su madre y de su abuelo antes de salir, había acordado reunirse con sus amigas para pasar el rato. Salió de su casa y vio a Jimin despidiendo a otro chico, se detuvo y su corazón latió con fuerza al recordar sus ojos brillantes.

— Debo hablar con él...

Mordió su labio y caminó hacia el pelinegro, Jimin la vio y se puso algo nervioso como cada vez que la veía, además ahora estaba asustado porque la chica había visto sus ojos brillar.

— Buenos días. — le sonrió y él le devolvió la sonrisa — ¿Crees que podríamos hablar?

— ¿Ahora? — miró hacia todos lados, tenía que encontrar una escusa — La verdad estoy un poco ocupado, ¿viste a mi amigo? Me pidió un favor y tengo que ir corriendo a ayudarlo. Lo siento.

Terminó de decir y se dio la vuelta para entrar a su casa.

— Sé que lo que vi no fue una ilusión. — lo hizo detenerse — Sé lo que vi, Jimin y también sé que fuiste tú quién me salvó aquel día en el que casi muero congelada.

— No sé de lo que hablas. — ni siquiera la miró. No sabía como enfrentarla, no quería que otra persona supiera su secreto.

— Sí sabes. — volvió a hablar — Pero está bien si quieres negarlo, no me interesa. Pero no me trates como una estúpida Park Jimin porque no lo soy. Sé que eres un idiota engreído pero al menos deberías ser capaz de darme la cara. No tienes corazón y te importa una mierda lo que otros sientan, no sé como puedes vivir así, alejado de todos.

— Basta... — logró reunir el valor de voltearse y mirarla a la cara — No sabes lo que estás diciendo, no tienes ni la menor idea de cómo es vivir como lo he echo todo este tiempo así que no intentes herirme con tus palabras vacías.