— ¿Estás bien? — escuchó la voz de YoonGi pero no lo miró. Sabía que estaba parado detrás de él, viéndolo mirar hacía la ventana de DaeMi — Oye, pareces acosador. Ve a casa niño.

Bajó la cabeza y se volteó para mirarlo con ojos tristes.

— En serio no sé como no te han descubierto — dijo y se cruzó de brazos. El otro parpadeó confuso, ¿de que hablaba su Hyung? — Tus ojos Jimin-ah, tus ojos están brillando.

Abrió mucho sus ojos y los cerró moviendo su cabeza a ambos lados. Suspiró y volvió a mirarlo.

— No sé por qué Hyung... pero ella hace que sea yo mismo — sonrió recordando su sonrisa — Cuando la veo los latidos de mi corazón se aceleran.

Asintió comprensivo y pasó su mano por su hombro comenzando a caminar para la casa del menor.

— Eso mi querido Jimin, es amor. Estás puto enamorado de esa niña — rió.

¿¡Cómo podía reír en un momento como ese!? Estaba hablando en serio ¡Ya no podía más! Necesitaba tenerla para él, sus deseos eran demasiado grandes. Ya no podía controlar su ser.

— Oye, ¿no tienes nada de comer?

Preguntó y Jimin lo miró con el ceño fruncido, ¿por qué interrumpía sus pensamientos?

Caminó hasta la cocina y abrió el refri, sacó kimchi que le había regalado la Señora del frente. Es una mujer muy buena y amable, siempre se preocupa por él y le da de comer.

— Aquí tienes — lo dejó sobre la mesa — Voy a ducharme, no desaparezcas. Necesitamos hablar...

Lo escuchó protestar mientras caminaba hacía el baño, rió y entró para tomar una rápida ducha. Le preocupaba que se fuera y de verdad que era importante lo que tenía que preguntarle.

Salió en cuanto terminó de ponerse la ropa y suspiró cuando lo vio sobre el sofá: acostado con las piernas cruzadas y el brazo por debajo de su cabeza.

— ¿Y bien? — le habló, pero no se tomó el trabajo de mirarlo.

Se acercó y se sentó frente a él en el otro sofá.

— Hyung... — tragó en seco — Han encontrado un lobo de Busan aquí y lo han matado. Sé que has estado lejos, pero tal vez tengas información de quién es y qué hacía aquí. Debió ser algo importante para que se atreviera a venir...

Al fin lo miró, no supo descifrar su mirada. Simplemente lo observó neutro por unos segundos y luego se levantó.

— No sé nada de eso Jimin, sabes que ellos ya no confían en mi. No me lo dirían, además de que no me interesa — se alzó de hombros — Pero puedes estar tranquilo, aquí estás a salvo. Sabes que te protegerán hasta el último día, les conviene.

Bajó la cabeza y se quedó pensativo, tal vez debería olvidar lo que pasó. YoonGi tenía razón, allí estaba a salvo porque nadie sabe quién era. En Seúl pensaban que estaba muerto y así debía seguir. 

(...)

La mañana estaba fría porque en la madrugada había llovido un poco. Jimin salió de su casa y observó a DaeMi caminado frente a él.

¿Estaría molesta porque él no apareció ayer?

Suspiró y caminó un poco más rápido hasta llegar a su lado, la chica lo observó y frunció el ceño mientras seguía caminado sin prestarle atención.

— Oye — la llamó y la detuvo — Quiero hablar contigo, ¿no ves?

Si, debía ser que ella no lo notaba. Si no fuera así nunca se hubiera fijado en el idiota de Jeon.

— ¿Eso es lo primero que dices? — la pelicorta bufó molesta — Primero: se dice buenos día Park Jimin. Segundo: deberías venir con una disculpa. Me hiciste esperar en vano, si no querías que fuera a tu casa me lo hubieras dicho — retomó su paso pero al instante se detuvo — Tercero: Si te veo, tu eres el que parece no darse cuenta de que hay personas a tu alrededor.

Lo miró mal y se giró. Jimin observó su espalda mientras se alejaba y suspiró, nada parecía ir bien cuando intentaba acercarse a ella.

DaeMi llegó a su salón y observó una pequeña flor en su escritorio, era igual a las que su abuelo quería y habían en el jardín de Jimin.

Miró la mesa del pelinegro pero éste no estaba allí, sonrió y la tomó.

— Al menos eres bueno disculpandote Park...