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05

La mujer lo invitó a sentarse como si de verdad estuviera feliz por la llegada del pelinegro. La verdad era que Jimin estaba vivo porque simplemente no podía matarlo gracias a una deuda que tenía. Si no fuera por eso, Jimin habría muerto desde la primera vez que había puesto sus pies en Daegu cuando tan solo tenía diez años.

El menor se sentó y la observó a los ojos, ¿que haría esa mujer si supiera que él sabía su preciado secreto? ¿Que pasaría si él decidía contárselo a JungKook? Alzó una ceja y miró al castaño quién aún se encontraba parado cerca de la puerta.

— JungKook, ¿puedes dejarnos a solas? Necesito hablar con Jimin.

El chico asintió y volvió a salir de la casa más no se fue lejos. Quería saber qué era lo que iban a hablar, y lo iba a saber todo.

— ¿Para qué me mandó a buscar? Supongo que sea para algo importante, no suele recibir a personas como yo en su casa. — dijo tanjante y sin vacilar. A Jimin le gustaba ser directo — Menos a mi, ¿no?

— ¿Pero de que hablas? — rió por lo bajo — Jimin has estado con nosotros desde pequeño, aunque no lo creas te he tomado aprecio.

El pelinegro la miró neutro dándole a entender que no se creía una mísera palabra que salía de su boca.

— Te llamé para decirte que puedes estar tranquilo — al fin había ido al punto — Ese lobo no era de Seúl, venía desde Busan así que no tiene nada que ver contigo. Nadie sabe que estás aquí, ni siquiera se imaginan que estás vivo.

Jimin suspiró aliviado y se levantó para irse, ella había dicho lo que tenía que decir así que no tenía nada más que hacer allí.

— ¿No me vas a preguntar nada? — preguntó ella en un tono que hizo que el pelinegro la mirara.

— ¿Tiene usted algo que decirme?

Negó, y al mismo tiempo volvió a hablar.

— No es eso, es sólo que antes solías preguntar por ellos.

Apretó sus puños.

— Supongo que he cambiado y ahora no me preocupan cosas que antes podían parecer lo más importante para mi. — dijo y se dio la vuelta para salir de allí.

Tomó aire y sus ojos se llenaron de lágrimas al recordarlo todo, debía olvidarlo y vivir como hasta hora. Pero las cosas aveces no eran tan sencillas como parecían, Jimin tenía un pasado y eso era algo difícil de borrar. Aún si por ello estaba en peligro su vida, aún así lo añoraba y deseaba ser quien en realidad era.

Se despojó de su ropa y tomó su forma animal comenzando a correr lo más rápido y lejos que podía. Solo así podía sentir que era libre al menos por unas cuantas horas.

Corría y corría mientras el viento hacía que su pelaje gris ondeara hermosamente. Jimin era un lobo grande y de ojos azules brillantes. Era tan majestuosamente bello como un diamante en bruto. Un diamante que debía estar oculto.

Se detuvo al instante cuando otro lobo se interpuso en su camino. Era del mismo tamaño que él y sus ojos amarillos brillaban resaltando el color negro de su pelaje.

Min YoonGi, ese era su nombre. Jimin lo conocía muy bien, era el único amigo que tenía allí aunque solo lo veía algunas veces ya que nunca se sabía cuando iba a desaparecer.  

YoonGi dejó de ser un animal para tomar su forma humana y mostrar una sonrisa ladina mirando a Park.

— Supongo que han llegado noticias.

Jimin gruñó, él siempre notaba si estaba bien o había algo mal. Estaba feliz de poder tener alguien con quién contar.

— Fui a visitarte pero no estabas en casa — se acercó a Jimin.

El lobo frunció el ceño. A ese Hyung no le daba vergüenza estar completamente desnudo ante él.

— Por cierto, había una chica llamando a tu puerta. Muy bonita.

En ese momento Jimin reaccionó ¡DaeMi! Ella iba a ir a buscar la flor, ¡lo había olvidado por completo! Corrió de vuelta a buscar su ropa y volvió a su casa, era demasiado tarde. Las luces de la habitación de su amada estaban apagadas.

— Lo siento — susurró.

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