04
Llegar a la escuela antes de que comenzaran las clases era un gran lío. El tumulto de personas en los pasillos impacientaba a Jimin, el odiaba tener que pedir permiso cada tres segundos, ¿que no veían que él iba pasando? ¿Acaso eran ciegos? Lo peor de todo era que a ellos parecía molestarles moverse un poco y abrir espacio, al pelinegro le daba igual. Ellos eran los que estaban obstruyendo su paso.
Llegó a su salón y se sentó en su lugar comenzando a sacar sus cosas. Mañana esperaría a que todos hubieran entrado para pasar él.
Frunció el ceño y miró hacia delante encontrándose con dos pares de ojos mirándolo. Sus compañeros TaeHyung y Hoseok disimularon mirando hacia otro lugar en cuanto vieron que Jimin los miraba fijo.
¿Qué les pasa ahora? Se preguntó él negando, bastante tenía ya como para que ahora les diera por andar detrás de él.
— Jimin...
Al escuchar esa voz todos sus pensamientos se detuvieron, no podía creer que fuera cierto. DaeMi estaba parada frente a él y le estaba hablando, ¿por qué estaba haciendo eso? No le hablaba a nadie para que nadie le hablara a él. Por eso le decían egocéntrico y otras cosas más que escuchaba en susurros por el pasillo cuando iba pasando. Ilusos, si supieran que el escuchaba todo no hablarían tanta mierda de él.
Alzó su rostro y observó a la chica frente a él, ¿cómo podía ser tan hermosa? Tragó en seco cuando la vio morder su labio inferior levemente y se sorprendió cuando notó que su corazón estaba latiendo fuerte. Todo parecía indicar que la pelicorta se sentía nerviosa ante él.
Eso lo emocionó, tal vez le gustaba y por eso su corazón latía con fuerza.
— Lo siento pero... — se detuvo — No sé como pedirte esto, perdona si te molesto...
— Está bien, puedes decirme que pasa. — le sonrió.
Por primera vez Jimin le sonreía a alguien. DaeMi abrió mucho sus ojos y sus mejillas se sonrojaron, Jimin se veía menos odioso sonriendo de esa manera tan angelical. La verdad ella ni nadie le hablaba porque era un pesado, siempre solo y pretendiendo no necesitar nada de nadie. A ella no le caía muy bien pero gracias a su abuelo había tenido que ir a hablare.
— Es que mi abuelo vio las flores que hay plantadas en tu jardín y le han gustado mucho. — habló al fin — Quería pedirte de favor que si podrías regalarme un tallo para dárselo...
¿Era eso? ¿¡Era solo eso!? Las esperanzas de Jimin desaparecieron al instante y se sintió la criatura más estúpida del mundo entero, eso le pasaba por ilusionarse tan pronto.
— Claro que sí. — asintió amable luego de maldecir internamente unas mil veces. — Puedes ir en la tarde, te abriré el portón.
Su casa estaba justo al lado de la de ella. Le parecía injusto tenerla tan cerca y a la vez tan lejos.
DaeMi sonrió y volvió a su asiento, el pelinegro miró por la ventana y soltó un suspiro.
— Pobre. — escuchó a TaeHyung decir.
Lo miró muy serio y el castaño se giró hacia delante asustado. Park daba miedo.
(...)
Luego de todas las clases Jimin recogió sus cosas y salió de la escuela para ir a casa. DaeMi iría a buscar el tallo para sembrar la flor y él no podía fallarle no estando allí.
Se detuvo en seco cuando alguien se paró frente a él. Alzó una ceja cuando vio a JungKook.
— ¿Qué? — preguntó sin muchas ganas de discutir con él.
— Mi madre te quiere ver, muévete.
Jimin lo miró y apretó sus puños, le daban ganas de partirle la cara ahí mismo.
Los dos caminaron hacia la casa de los Jeon, la madre de JungKook los esperaba en la sala. HyeSuk era el alfa de Daegu ya que su esposo había muerto años atrás.
Jimin entró y la vio, la mujer se levantó y lo recibió con la sonrisa más falsa del mundo, el pelinegro sabía quien era ella y hasta donde podía llegar.
Jimin lo sabía todo pero actuaba como si no.
— Buenas tardes.
Él también sonrió.
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