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La primera vez que Taehyung vio a Jungkook sonreír de verdad, pensó que la primavera se estaba adelantando en el gélido día de invierno, estaba seguro que vio los pétalos de los cerezos caer frente a sus ojos, escuchó campanillas y un destello de fuegos artificiales de fin de año reventaron en su estómago.

Ese día lo recordaba perfectamente, porque sabía que sucesos como esos sólo ocurren una vez al año. Y no, no exageraba.

Lo único que quiso hacer esa vez, era tomar su celular, llamar a Jin y burlarse para decirle que él también fue capaz de presenciar la más bonita de las sonrisas nunca antes vista por un ser humano.

Y todo gracias a la bendición de una niña que se había perdido y había topado con el muslo de Jungkook.

Y joder, había pasado una semana desde ese momento y Taehyung se sigue maldiciendo por no haber sido lo suficientemente inteligente y haber sacado el celular para grabar la escena o, aunque sea haber tomado una simple foto, porque ahora el momento sólo existe en su memoria y tiene miedo que cuando viejo le de alzheimer y simplemente se olvide, lo cual era un pensamiento ridículo que solo él y su lado dramático y pasional podían sacar a la luz entre todas sus demás ideas absurdas. Así que no pudo estar tranquilo hasta que se vio obligado a escribirlo en una notita en su móvil. Y cada noche, cuando piensa en esa sonrisa se pregunta si la podría ver si es que usa google maps satelital, pero recuerda que Jimin golpeó su cabeza cuando él le contó de manera muy emocionada la idea, porque las probabilidades de que los tiempos coincidan era una en un millón, además que la maldita aplicación borraba los rostros y no era actualizada como desde el 2001. Taehyung hasta el día de hoy está enojado con Google, porque el rostro de Jungkook no debía ser borrado, debía ser admirado, sólo por él y nadie más que por él.

Así que en sus ratos libres había ideado otro plan, secuestrar a una niña cualquiera y dejarla frente a Jungkook en un parque de la manera más natural posible, pero de nuevo, se había ganado otro golpe de Jimin porque la idea era demasiado cruel y estúpida. El punto es que estaba demasiado obsesionado, porque no sabía qué hacer para volver a ver esa sonrisa tan suave que se plasmó en su rostro cuando se agachó a la altura de la pequeña niña y le preguntó si estaba perdida.

De verdad, necesitaba idear algo con urgencia, porque esa sonrisa hizo revolotear su corazón de mil maneras, había sentido esas jodidas mariposas de las cuales tanto le hablaba Jimin, y la sensación se sintió tan bien que la palabra felicidad se quedaba pequeña al lado de la sonrisa de Jungkook, en serio ¿qué podía hacer? Él por si solo no hacía sonreír a Jungkook, ni por más chistes que le haya enseñado Jin, ni por más cosas que le haya regalado. Se estaba convenciendo realmente de llevarlo a algún jardín infantil o algún evento de caridad donde haya niños multiplicados por mil, porque al parecer era la única forma de sacar el lado más amable y cuidadoso del menor.

—¿Tae me estás escuchando? —Jimin agitó la mano a la altura de su rostro cuando él no hacía más que mantener la vista fija en la mesa del living del departamento de Yoongi.

Taehyung le había ido a visitar, sólo porque tenía la hora libre justo cuando Jimin le llamó para que le acompañase a la hora de almuerzo y porque Jungkook no estaba con él, sino que en su agencia de guardaespaldas haciendo un curso de cómo hacerle una llave a una persona utilizando sólo el dedo meñique. Eso último igual era mentira, Taehyung de nuevo exageraba.

—¿Aló? ¿Tierra llamando a Taehyung?

—¡Jimin! —gritó de la nada cuando otra idea vino a su cabeza, posó ambas manos en la mesa, haciendo que sonaran de lo fuerte que golpeó—. ¿Por qué no hacen un hijo con Yoongi y me lo prestan para mostrárselo a Jungkook?

—¿¡Qué!? ¡los hijos no los hacemos! ¡los adoptamos y- —Jimin se cayó, entre avergonzado por estar explicando tonterías y sorprendido por adivinar hacia donde quería llegar Taehyung. De inmediato su semblante se cambió a uno de seriedad y desaprobación—. ¡Taehyung te dije que dejaras esa idea de lado! ¡no puedes obligar a una persona a sonreír! ¡ni mucho menos utilizar a los demás!

—¡Es que tú no lo viste! —Taehyung llevó las manos a su rostro y se apretó los ojos emocionado, sintiendo cómo de tan sólo pensarlo su corazón parecía fundirse ahí en su pecho—. Fue taaaan lindo, Jimin, se le hacía un hoyuelo en su mejilla izquierda y todo. El bastardo de Yoongi tenía razón, parece un conejito con su sonrisa.

A pesar de no ser correspondido y que la mayoría del tiempo sus sentimientos dolían, era por este tipo de cosas que Taehyung insistía en mantenerlos ahí, sus decisiones iban de un extremo a otro porque era demasiado sensible y dramático ante todo lo que sentía, y por lo mismo, aunque el día podía ser horriblemente malo, si los sentimientos de amor seguían arremolinándose en su pecho y si Jungkook seguía alimentando sin intención todo lo que él sentía, entonces nada importaba más que querer hacer las cosas bien.

Jimin lanzó una ligera risa, dejando su molestia de lado cuando vio a Taehyung comportarse todo tierno e inocente frente a él. —¿Tan enamorado estas que eso es lo que causa Kookie en ti?

—Lo sé, estoy jodido.

—¿No has pensado en declararte? —Taehyung dejó de esconderse detrás de sus manos y a su vez le quedó mirando en silencio. Jimin no pudo evitar desviar la mirada hacia su plato a medio comer—. Es decir... sé que lo has hecho ebrio, pero me refiero a una confesión de verdad...

Decir que nunca se le había pasado por la cabeza sería una mentira, Taehyung muchas veces se preguntó si el mundo colapsaría si él llegase a confesarse hacia su trabajador, no sucedía en la vida real, sucedía en los dramas y era muy cursi todo el asunto, aparte, todos sufrían y él suficiente tenía con ese muro grueso que Jungkook ponía entre ambos, alejándolos.

—No creo estar listo para un rechazo verbal de su parte —respondió, mordiéndose los labios con nerviosismo—, me gusta demasiado...

—Tae... —Jimin con mucho cariño tomó su mano, acariciando la zona dorsal de esta mientras le sonreía—, estoy seguro que Jungkook no te rechazará... él se preocupa muchísimo por ti.

"Ojalá tuvieras razón", pensó Taehyung, estuvo a punto de creer en sus palabras, realmente quería creer en esas palabras porque las decía su mejor amigo, alguien que no le mentiría, sin embargo, mientras guardaba silencio todo su cuerpo pareció retorcerse incómodo, como si todo de él le estuviera diciendo "no le creas."

Y Jimin le miraba tan seguro y tranquilo que no pudo evitar asentir, a pesar de que quería decirle que, aunque pasaran tres apocalipsis por la tierra, no se confesaría nunca estando en sus cinco sentidos.

—Está bien, lo pensaré —El contrario le sonrió en respuesta, asintiendo al igual que él, pero Jimin se removía tan feliz en su sitio que Taehyung ya se sentía todo nervioso por haberle mentido, así que decidido a esfumar toda esa mata de ansiedad fuera de él, se propuso a cambiar de tema—. A propósito ¿dónde está el imbécil de tu novio?

Todo rastro de felicidad se esfumó de la cara del rubiecito apenas escuchó sus palabras. Le miró sin ninguna expresión y dijo: —Se llama Yoongi y no es un imbécil.

—Es un bastardo de mierda. Traje mi perfume, tenía pensado rociar todo el departamento hasta acabar el frasco —observó el lugar demasiado minimalista y cuando sus ojos se encontraron nuevamente con los de Jimin, sonrió con malicia—, sé cuánto lo odia.

—¿Sabes lo inmaduro que suenas?

—Tengo 20, no me pidas más.

Cuando Taehyung estuvo a punto de sacar el pequeño frasco, Jimin se estaba poniendo de pie, decidido a detenerle, aunque ciertamente en su interior discutía si debía o no, porque Yoongi enojadito era muy tierno, se quejaba por todo y hacia pucheros de forma inconsciente. Sin embargo, ninguna de las dos cosas sucedió porque apenas Taehyung apretó el perfume para que saliera, el código de la puerta sonó, abriéndose luego y dejando ver por el pasillo a un Yoongi ya enojado.

Jimin chilló por dentro, pensando en que una tarde de mimos, de escuchar sus quejas —lo cual era su parte favorita, porque a él le encantaba escuchar las historias de los demás— y muchos besos para calmarle le esperaba por delante.

Así que saltó de su silla y de inmediato le sonrió. —¡Hyung!

Taehyung por su lado no sonreía, se dedicó a estudiar sus uñas como si ahí estuviera la cura de todos sus problemas, deseando que Yoongi entendiera la indirecta de que ese momento era de él y Jimin y pudiera perderse por la habitación para no salir más, o mínimo hasta que él se vaya.

Sin embargo, cuando Yoongi pasó la vista desde Jimin, relajando sus facciones serias para sonreírle al menor y luego pasó la vista hacia el castaño, tensó todos sus músculos nuevamente, apretando la hoja que sostenía en una de sus manos.

Se acercó hasta quedar en el centro de la sala y con su mano libre apuntó a Taehyung.

—Tú... —le dijo, con tanto enojo que en esa sola palabra se podía sentir cómo el veneno era escupido hacia su dirección, y a Taehyung le importaba la más reverenda mierda. El mayor no hizo más que lanzar el papel, deseando que fuera una piedra y no una ligera hoja que demoró demasiado en caer al suelo. De inmediato se giró hacia Jimin, dispuesto a hacer toda una rabieta—. ¡El imbécil de tu amigo me demandó! ¿¡Puedes creerlo!? ¡Quiere que haga trabajo comunitario cuando ni siquiera tengo tiempo para dormir contigo!

Taehyung ahogó un grito y caminó cerca de Jimin, mirando a Yoongi de pies a cabeza, juzgándole toda esa combinación de negros en su traje de abogado. —¡Y qué sabía yo que estabas registrado en un foro de sasaeng!

Jimin sonrió incómodo, levantando las manos hasta la altura de su pecho y haciendo señales de "stop" entre ambos—. Ya chicos, por favor...

Inconscientemente Yoongi tomó la muñeca de Jimin y lo tiró hasta dejarlo cerca de él. —¡Bueno porque nadie me quería dar tu dirección!

Taehyung tomó la otra muñeca libre de su amigo y lo tiró hacia su dirección, sin despegar la vista de la mirada igual de afilada que le daba el mayor. —¿¡Y para qué querías mi dirección!?

—¡Se te olvidó que hace meses atrás secuestraste a Jimin en tu casa y me enviabas fotos de él durmiendo con Hoseok?

—¿¡Por qué mierda Jimin estaría en la casa de su MEJOR AMIGO secuestrado!?

Yoongi abrió y cerró la boca, dejando ir la muñeca del menor a su lado.

Jaque-mate.

El abogado estuvo a punto de aceptar su derrota, pero Taehyung sonrió con tantos aires de triunfador que eso fue lo suficiente para que Yoongi estuviera decidido a mantener su orgullo y plantearse en su mente la idea de que él había ganado.

—Sabes qué, olvídalo —le dijo, negando con la cabeza y aflojando la corbata, con mucho cuidado porque era una de las que Jimin le había regalado cuando cumplieron un mes de noviazgo—, contigo no se puede hablar, eres un imbécil.

Taehyung bufó molesto. —No, no trates de escapar, maldito. ¡acepta que perdiste! ¡acéptalo! 

El castaño liberó la mano de Jimin y este no tardó en subirlas hasta masajear sus sienes, preguntándose por qué justo él tenía que vivir este tipo de situaciones absurdas. —Taehyung... ya basta ¿sí?

El nombrado de inmediato vio la mirada apenada de su mejor amigo, pero ni eso sirvió para calmar su estado, porque simplemente negó con rabia. —No, Jimin, siempre me dices lo mismo, siempre me haces ver como el malo cuando no lo soy.

Yoongi suspiró. —Espero que quites esa absurda demanda —caminó más cerca de Jimin, envolvió su cintura y le dio un sonoro beso en su mejilla—. Me iré a duchar.

—Sí, sí... vete a duchar mientras Jimin y yo jugamos a hacer match en Tinder, maldito.

Yoongi no le hizo caso, pero de igual formas en su camino al baño comenzó a rapear en su cabeza el ritual de las maldiciones hacia Taehyung. Jimin por otro lado, le tomó de los hombros y lo zarandeó.

—YA BASTA, TAEHYUNG, EN SERIO, ¡DETENTE!

—¡Es que lo odio! ¡me cae horriblemente mal, joder!

Jimin negó, dejando ir sus hombros y tomando distancia. —Tienes que dejar de hacer esto, sabes perfectamente que Yoongi no es malo, lo sabes, me lo dijiste hace tiempo... dijiste que tenía un poco de tu respeto, lo dijiste, Taehyung, no pierdas ese respeto que dijiste tener...

Estuvo a punto de refutar eso, pero la mirada del rubio era tan seria que sintió miedo, así que prefirió guardar silencio hasta que no aguantó que Jimin le mirara de esa forma tan horrible, según él.

—No puedo —dijo con honestidad y un toque de lástima en su voz—, tu sabes que me cuesta, tu sabes que soy extremista... te olvidarás de mí y me harás a un lado.

Jimin sonrió mirándole con mucha nostalgia. —Taehyung-ah —llamó su nombre de tal forma que hasta él pudo sentir esa dulzura—, que quiera a otras personas no significa que te querré menos, mi cariño no se divide en pedacitos pequeños a medida que voy conociendo más gente, sino que se suma.

—Promete que seremos amigos para toda la vida.

—Lo prometo.

Fueron solo esas dos últimas palabras lo que lo dejaron tranquilo, Taehyung sabía que estaba siendo irracional, sabía que tenía que lograr la calma; sabía que tenía problemas y sabía que tenía que tratarse, pero le daba miedo. Cada vez que se encariñaba con alguien sentía tanto que la palabra sobre-protector quedaba muy lejos de todo su significado. No era obsesión lo que sentía por las personas a las cuales se pegaba como una babosa, era miedo por pensar que esa misma persona, a la que fue capaz de entregarle una parte de su corazón, se aleje, le deje solo con todo lo que él tenía para mostrar. Tenía miedo a que ese amigo/pareja se vaya y no regrese más, tal cual como ocurrió con sus padres biológicos cuando él tenía apenas cinco años.

No era algo capaz de controlar, era un trauma que a pesar de esconderlo muy bien, salía a relucirse con esas personas que fueron capaces de aceptarlo con todas sus heridas, así como Jimin.

De a poco se fue calmando, o se obligó a calmarse cuando pensó realmente en todo el show que estaba haciendo, Yoongi no le terminaba de caer bien, sin embargo, sabía que Jimin tenía razón. Tenía que aprender a respetar a Yoongi porque hizo algo que no todos harían, fue capaz de arriesgar su preciada vida, por una persona aún más preciada.

Jimin siguió haciendo cosas que eliminaron su humor de perros que andaba trayendo, como bailar de manera ridícula, hacer caras tontas o usar el dialecto de Busán, su hogar, así que luego de todo eso, volvió a ser el Taehyung alegre y juguetón de siempre.

Y se hubiera quedado más tiempo, pero tenía que volver porque no sabía a qué hora terminaba Jungkook su curso que inició algo así como a las seis de la mañana, y tampoco sabía si el menor se había aprendido el código para entrar al departamento o si ya estaba afuera de este esperándolo.

Así que tomó su chaqueta y caminó hasta la entrada. Cuando ya estuvo fuera del departamento, se volteó hacia Jimin y le hizo un gesto con su mentón.

—Dile al cara de niña que retiraré la demanda, pero si lo veo dejando comentarios negativos en cada artículo hacia mi persona no dudaré en demandarle. —miró por sobre Jimin y colocó una mano alrededor de su boca—. ¡SÉ QUE ERES DTOWN-93, MALDITO! JIN-HYUNG LO CONFIRMÓ POR MI EL OTRO DÍA.

Jimin largó una risa y Taehyung bajó la vista sorprendido, porque se estaba preparando mentalmente para una mirada desaprobatoria seguido de un "Taehyung" dicho de manera muy enojada de su parte. Sin embargo, todo lo contrario sucedía, porque le vio levantar la mano en señal de querer chocar los cinco.

—En eso estoy de acuerdo. Yoongi-hyung debe dejar de ser inmaduro, ni siquiera escribe críticas decentes, te escribe cosas como "sale feo en tal capítulo", "el cabello de ese color no le sienta bien" y así... parece un niño de primaria y-

—¿¡JIMIN ERES MI NOVIO O NO!?

Yoongi apareció por el final del pasillo, su cabello negro estaba húmedo y las pequeñas gotitas caían por su sudadera blanca.

Taehyung se mordió los labios, travieso y le observó burlón. —Será tu novio, pero es mi mejor amigo, así que jo-dis-te. —Levantó el dedo medio, sacando la lengua y retrocediendo mientras deseaba que la vida tuviera música de fondo, porque estaba seguro que ahora mismo sonaría algo así como "move bitch, get out the way, bitch, get out the way".

Su mejor amigo no le reclamó nada, aunque Yoongi detrás, le respondió de la misma forma, mostrándole el dedo medio hasta que al final, Jimin, la única persona al parecer madura de ellos tres, decidió cerrar la puerta y ponerle fin a la estupidez de ambos.

Se sentía orgulloso de haber obtenido un poco de venganza, sonreía solo mientras subía al ascensor, bajaba de este cuando llegó al primer piso y caminaba hacia la salida, sin olvidarse de su gorro y el tapabocas para no ser reconocido.

Como no tenía Jungkook y a él le daba un cansancio tremendo manejar, decidió caminar hacia la parada de autobús y tomar un taxi o subirse a un bus, lo que venga primero, pensó. Sin embargo, detuvo su andar cuando notó a una persona a lo lejos. Y cuando se percató de quién se trataba, o más bien, confirmó sus sospechas, se tensó.

Literal, se paralizó en su sitio mientras su corazón hacía boom boom de forma exagerada y a su estómago llegaban esas típicas cosquillitas.

Jungkook estaba ahí, de pie mirando a la nada, vestía un conjunto deportivo y sostenía un bolso por su hombro.

Se vía tan extremadamente bien que no pudo evitar enamorarse un poquito más. Y fue tanta su admiración que ni siquiera pensó en sacar su celular para tomar todas las fotos posibles de esa gran combinación de ropas del menor, no sabía de donde lo sacaba, pero no había que ser demasiado maestro en la moda para darse cuenta que Jungkook sabía cómo vestirse.

Pero, aparte de eso, otra pregunta llegó a su cabeza. ¿Por qué Jungkook estaba ahí? Su corazón se emocionó tan pronto sus pensamientos divagaron en posibles respuestas, no quería ilusionarse, pero ¡vamos! soñar era gratis y Taehyung no iba a desaprovechar la oportunidad de imaginarse todo un mundo con el menor.

—¿Jungkook?

Apenas dijo su nombre, el menor se giró hacia su voz, inclinándose tan pronto sus ojos se encontraron.

—Señor... —No dijo nada más, tomó la correa de su bolso y se quedó de pie observándole, como si estuviera esperando sus siguientes movimientos.

Otra persona se pondría realmente incómoda y nerviosa ante la fina mirada ajena, sin embargo, Taehyung ya se había acostumbrado.

—Uhm... ¿qué haces aquí?

—Vine a buscarlo —respondió, con su monótono tono de voz y luego agregó de la misma forma—: para ir casa.

Mierda, mierda, mierda, mierda.

Taehyung jadeó, malditamente que jadeo fuerte y claro, esos ojos grandes con las pupilas dilatadas no le miraban con ninguna emoción, pero no le importaba porque se sintió tan feliz de haber escuchado esas palabras, aunque las intenciones de Jungkook no era que él se volviera como una adolescente siendo correspondida por su crush. Pero era inevitable, su corazón y sus sentimientos se mandaban solos, él no tenía voz ni mando sobre ellos, no cuando Jungkook y sus acciones tenían total dominación sobre ellos.

Los sentimientos desbordaban de él y no podía evitarlo.

Y fue tanta su emoción que le tomó más de un minuto percatarse que Jungkook le miraba en silencio, esperando una confirmación, cosa a lo que Taehyung también estaba acostumbrado, porque siempre fue así, siempre fue como si el menor intentara buscar su permiso en todo. Como si necesitara que él le dijera en voz audible y clara que estaba bien cada una de sus decisiones.

Sus mejillas se calentaron y apretó en puños las manos dentro de sus bolsillos.

—Está bien —asintió, colocándose a su lado y sonrió a pesar de que tenía el tapa-bocas cubriendo su dentadura—, vamos a casa entonces...

Jungkook siguió sus pasos y ambos se detuvieron al llegar a la parada de autobús, donde rápidamente tomaron el primer taxi dispuesto a llevarlos.

—¿Cómo te fue en tu entrenamiento? —Preguntó Taehyung, luego de un buen momento mordiéndose los labios ahí, dentro de esa cabina porque no sabía qué cosa preguntarle a parte de todo lo que ya había preguntado antes.

Jungkook quitó la vista de la ventana y le miró. —Bien.

—¿Fue muy duro?

—No.

—Ah... ya veo...

Sabía que Jungkook no era cortante con intención, sino que era su personalidad. No le tomó mucho tiempo darse cuenta que el menor no sabía cómo explayarse y de alguna manera Taehyung lo entendía, aunque igual era difícil asimilarlo sin sentirlo como si Jungkook estuviera diciéndole "no quiero hablar".

El menor no respondió a eso, porque no sabía cómo iniciar conversaciones y porque le costaba hablar cuando no era una pregunta.

Así que Taehyung dejó pasar unos cuantos minutos en silencio, escuchando la canción de Nicki Minaj que tocaban en la radio cuando el conductor le dio más volumen a esta, tarareando la letra de una forma que de seguro a Namjoon —un as para los idiomas— le sangrarían los oídos.

Cuando dejó pasar los cinco minutos de respeto del silencio —y sí, así le llamaba a los cinco minutos que se mantenía sin hablarle a Jungkook sólo para no quedar como un preguntón—, quitó la vista del retrovisor donde veía al conductor hacer caras extrañas mientras cantaba y se dedicó a mirar el perfil de Jungkook concentrado en los transeúntes que pasaban de forma borrosa producto de la velocidad del auto.

—Hey, Jungkook —llamó, y cuando el menor se giró, no pudo evitar levantar su mano y despeinar su cabello, haciendo como si estuviera quitando una suciedad cuando en realidad lo único que buscaba era acariciarle—, ¿Quieres ramen para cenar?

No era el mejor menú, pero sabía que a Jungkook le gustaba.

—Cualquier cosa está bien, señor.

Taehyung sonrió nostálgico, esperaba esa respuesta. Sea cual sea el menú de comida, Jungkook siempre respondía de esa forma, como si buscara no incomodarlo con sus preferencia. ¿Qué cualquier cosa estaba bien? ¿cómo podía decirle eso cuando sabía perfectamente que odiaba las cosas muy picantes o la comida demasiado caliente? ¿Qué prefería los snacks de noche en vez de comidas extrañas y elaboradas en restaurantes caros?

Sabía cada una de las preferencias de Jungkook, sin embargo, se mantenía preguntando siempre, porque deseaba que llegara el día en que el menor le dijera lo que realmente quería comer.

—¿Te gusta el ramen, cierto?

—Sí.

—¿Te gustan los deportes?

—Sí.

—¿Te gusta tu trabajo? 

—Sí. 

—¿Te gusto yo?

—S-s- ¿uh? —Jungkook se detuvo antes de decir "si" de forma automática, cambiando su afirmación por un sonido al de un niño que no entendía lo que acababa de suceder.

Taehyung rio dejando reposar la cabeza en el respaldo y mirándole con ojos enternecidos. —Nunca aprendes ¿cierto? siempre caes, Kookie.

Jungkook no respondió, y al final ambos guardaron silencio hasta que el taxi llegó al edificio donde vivían y Taehyung pagó la tarifa.

Cuando ya estuvieron afuera, el menor salió primero y esperó por él, quien abrió la puerta del otro lado y rodeó el auto.

Cuando estuvo a su lado, su guardaespaldas se dirigió hacia él.

—Es porque a usted le gusta jugar en momento inpensados y me sorprende. 

Si supiera que el más sorprendido resultaba ser él, como ahora, que Taehyung intentó calmar sus facciones porque no se esperaba una respuesta del menor.  Lucía como si Jungkook, todo ese rato en silencio en el auto, estuvo pensando en elaborar esta respuesta.

Taehyung sonrió. —Es porque luces tierno cuando te sorprendes... además, ¿no puedes decirme hyung en vez de usted?

—Es mi jefe, y debo tratarlo con respeto.

—Si te doy la orden de llamarme hyung... ¿lo harás?

Jungkook asintió. —Sí.

Sí, pero Taehyung no quería que saliera como una orden, quería que saliera como algo real, algo que el menor quería y veía. Algo que ocurriese cuando Jungkook le deje de mirar como jefe y le comience a mirar como alguien mayor a él, no en sentidos de status, sino que en la vida real. Sin ver las etiquetas de trabajo de por medio.

Ambos caminaron dentro del edificio, aunque Taehyung fue deteniendo sus pasos, haciendo que Jungkook avanzara primero por la puerta automática de la entrada.

Por un momento, observando su espalda —y un poco su trasero, pero eso trataba de no admitirlo a viva voz para no quedar como un pervertido—, se preguntó que qué pasaría si llegase a confesarse, como dijo Jimin.

—Jungkook... —llamó de manera ahogada cuando el menor ya había subido los pequeños escalones que había en la entrada.

Le miraba desde arriba, levantando sus cejas a modo de duda. —¿Señor?

"Me gustas."

Las palabras estaban ahí, pero al final, abrió y cerró la boca, porque nada salía. Era muy difícil, Jungkook era intimidante sin realmente serlo. Sabía que no lo hacía a propósito, pero de igual formas le intimidaba, porque todo en él gritaba rechazo.

—Nada. —Prefirió decir, suspirando y comenzando a caminar a su lado, aprovechando el momento de estar cerca y pensando en que quizás esto era lo máximo que podría obtener de él.







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