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Capítulo 4

— Me gustaría que el cielo fuera el de antes —alzó una mano al cielo, como si así pudiera tocarlo.

— ¿A que te refieres? —preguntó el pelinegro sin apartar la mirada del cielo nocturno.

— Las estrellas, ya no son las mismas. Casi no se ven ya, o no se si tendrá que ver la zona en la que vivimos. Mi mamá dice que antes el cielo estrellado era magnífico pero que la contaminación lo ha jodido todo.

Su novio se rió y entonces apartó los ojos del cielo para ponerlos en él, el puchero en sus labios era adorable, pero sus ojos lo eran más. Sus ojos eran magníficos.

Bachira dirigió su mirada hacia él en notar su mirada en su persona y ladeó la cabeza confundido.

— ¿Qué?

El contrario sonrió cálidamente, se sentía muy enamorado. Sabía que Bachira era uno en un millón, nunca encontraría a nadie como él.

— Pienso que no hacen falta, no cuando tus ojos son el mejor substituto.

Los ojos del castaño brillaron, le dieron ganas de llorar.

— ¿Q-qué dices?

— Tus ojos son como el sol, el sol también es una estrella, ¿no?

Bachira sonrió igual de enamorado que él y se miraron unos segundos, diciéndose te amo con los ojos y luego se rieron, se rieron por pura felicidad.

Era una noche tranquila de junio, su último verano juntos, pero ninguno lo sabía aún.

Rin despertó agitado. Hacía tiempo que no soñaba este tipo de sueños. De todos modos, ese sujeto- o él, lo que sea, tenía razón.

Rin bajó los ojos a un dormido Bachira con el pulgar en la boca y sonrió. Le besó la frente y olió el aroma de miel de su pelo.

Cuando decidía qué hacer para no despertarlo, el mayor despertó de golpe, descolocando al más alto y cuando éste iba a preguntar que pasa, le notó un aire melancólico así que lo abrazó sin pensarlo mucho.

— ¿Una pesadilla?

— No... no exactamente.

— Si me necesitas... estoy aquí —oh, ¿éste era el mismo Itoshi Rin del principio? Ya no se reconocía, se había vuelto un blando. Aunque solo por Bachira Meguru, los demás se podían joder todos.

Suspiró.

— Gracias Rin-chan, ahora mismo me haces mucha falta —se abrazó de su torso escondiendo su cabeza en su pecho una vez más y se quedaron abrazados en silencio hasta que la madre del mayor llamó a la puerta.

— Pasa mami.

Su madre entró e inmediatamente sonrió.

— El desayuno está hecho por si os apetece, me he inspirado y he hecho crepes, el relleno esta a vuestra elección.

Ambos agradecieron y bajaron a comer.

Bachira le puso nutella y fresas a su crepe mientras que Rin optó por comérsela con jamón y queso.

No salieron, solo al jardín, pero eso no cuenta.

Pasaron la mañana procrastinando, almorzaron y por la tarde Bachira le acompañó a ver sus pinturas y Rin se quedó mesmerizado. Sabía que estudiaba en el bachillerato artístico y que quería dedicarse al arte pero honestamente no llegó a pensar en lo bueno que podría ser.

El castaño le enseño obras de su madre también y supo de inmediato que el talento corría por la familia.

Vislumbró un gran cuadro que parecía mas reciente, era un chico, uno que le pareció haber visto antes en algún lugar. Definitivamente lo que más le captaba la atención era la composición de colores y los ojos del chico, de ellos salía como una especie de humo, no sabría decirlo.

— ¿Que representa?

— ¿El qué?

— Lo que sale de sus ojos.

El corazón de Bachira se estrujó, había olvidado que había pintado eso con Summertime Sadness de fondo.

Sonrió.

— Es su aura.

— ¿Su aura?

Asintió.

Quería preguntar más pero entendió que de algún modo ese cuadro tenia algo de lo que él no quería hablar cuando cambió de tema así que no dijo nada más.

Le dio una última ojeada al cuadro, en el fondo derecho estaba la firma de Bachira y ese rostro... ya lo recordaba, lo había visto en su cuarto, en esas fotos que tiene colgadas en la pared.

Rin sintió un malestar en el pecho que decidió ignorar. No era uno físico, era psicológico.

— Rin-chan, algún día quiero que me hagas de musa.

— ¿Porqué?

— Porque yo pinto cosas que amo, que me hacen feliz y me gustan, que quiero o admiro.

Ah, joder. No se acostumbraba a que su corazón retumbase en sus oídos. Se preguntaba si el castaño podría oírlo.

— Claro...

Un momento, ¿cosas que ama? Entonces ese chico del cuadro... ¿Qué es para él? ¿Quién es? El pensamiento empezaba a molestarlo demasiado.

— ¿Hm? ¿Porqué pones esa cara? —la inocente voz de Bachira lo sacó de su malhumor.

— Nada, entrometido.

— ¡Hey, no soy entrometido! Solo me preocupo, hmpf —puchereó y Rin sonrió levemente. Sentía que con él sonreía mucho aunque probablemente para cualquiera de fuera no se viese así, eso era algo que solo alguien cercano a Rin y que se fijara en los detalles podría notar.

Rin se fue por las 18:00 a su casa y entró sintiéndose en paz, como cada vez que estaba con Bachira. El vacío que había cultivado en su interior él lo llenaba.

Subió a su habitación sin percatarse de la mirada de su hermano mayor con quién había hecho las paces y gran parte de gracias se las daba a Bachira por hacerle cambiar de idea y ver diferentes perspectivas.

10 minutos después llamaron a su puerta y no podía ser otro que su hermano así que con un "pasa" le dejó entrar.

Sae caminó hasta él y se sentó en la cama.

— Rin, ¿te gusta alguien? —los Itoshi eran directos, no se cortó un pelo a la hora de preguntar.

— ¿Huh? —un leve sonrojo no tardó en aparecer, odió el hecho de que había pensado en ese chico de estúpida cabellera suave y estúpidos ojos bonitos— ¿Porqué lo haría?

— Es solo que últimamente has estado saliendo mucho y volviendo tarde y cada vez que vuelves te ves... feliz.

— ¿Y no puedo simplemente estar feliz por otra cosa? —el mayor lo miró y Rin se sintió analizado, como si hubiera pasado por sus ojos hasta su corazón.

— Rin, no soy tonto, sé la diferencia.

El susodicho alzó una ceja.

— ¿La sabes? —su tono empleaba burla, Sae frunció el ceño a la defensiva.

— ¿Qué?

El pelinegro rió.

— Shidou. Tanto que hablas pero te encanta que te vaya detrás, te llame y te abrace. Solo te haces el duro.

Fue el turno de Sae de enrojecer.

— Yo no... mocoso, no me cambies el tema, estábamos hablando de ti, además tú eres igual.

Giró los ojos.

— Lo que sea, déjame en paz —le dio la espalda con la intención de dar por finalizada la conversación pero su hermano tenía otros planes.

— ¿De dónde has sacado éste llavero? No pega nada contigo. ¿Porqué lo comprarías? A menos que te recuerde a alguien...

Rin definitivamente maldecía su inteligencia y observación.

Resignado, se giró hacia su hermano mayor nuevamente, quién sostenía las llaves en un dedo con una mirada de suficiencia.

Oh no, Rin no iba a dejar que ganase la guerra. Pero tampoco sabia qué decir, lo había acorralado. La verdad era tan evidente que era inútil pensar en algo.

—No lo sé —por primera vez, se dejó ser honesto consigo mismo. ¿O si lo sabía?

Sae se puso serio y dejó el llavero en la mesita de noche. Era su oportunidad para hacer bien su papel de hermano mayor, realmente quería intentarlo.

— ¿Cómo se llama?

— Bachira Meguru, no lo conoces.

— ¿Cuándo lo conociste?

— Ya hace semanas, unos meses.

Sae dijo lo único en lo que pudo pensar. No lo juzguéis, se le daba fatal este tema. ¿Cómo le iba a ayudar cuándo él estaba igual?

— Llévalo a la feria.

Rin lo miró sin saber qué decir, pero después de pensarlo le pareció buena idea, seguro que al enano le encantaba.

— Gracias nii-chan, no se me había ocurrido.

A Sae le dio un vuelco el corazón de ternura en escuchar esa forma de llamarlo, hacía siglos que no lo escuchaba.

Al parecer Rin también se dio cuenta porqué se apresuró en excusarse.

— Ah, yo-

Sae lo abrazó.

— No digas nada, echaba de menos esa confianza. Que me llames así significa que vuelves a sentirte bien conmigo y que me tienes cariño. Te echaba de menos —le acarició la cabeza como cuando eran niños y Rin se sintió vulnerable.

Le devolvió el abrazo y asintió.

— Te quiero mucho nii-chan.

— Yo también renacuajo.

— Hazlo tú también.

— ¿Huh? —Sae se separó para darle una mirada confusa.

— Shidou, llévalo a la feria, saltará de la alegría.

El mayor se trabó con su lengua.

— No seas ridículo, ¿para qué voy a hacer tal cosa?

Rin bufó.

— Hablas de mi pero tú eres peor.

A Sae no le gustó donde se estaba dirigiendo la conversación, con lo cuál optó por tirar de su mejilla e irse después de decirle que pediría comida italiana para comer.

Rin se pasó la mano por la frente y miró el móvil y el llavero a un lado de su mesita. Cogió el móvil.

Rin se había vuelto un tonto enamoradizo, si tan solo pudiera ver la expresión que ponía cuando hablaba con él...

Se desconectó y puso el móvil en silencio, sonrió. Estaba seguro que Bachira lo tenía algo así como "Rin-chan❤️" o algún emoji estúpido.

En su caso el nombre que le había puesto ya lo decía todo, el castaño era ese tipo de flor, un girasol. ¿Hacía falta más explicación acaso?

Bachira los tenía a los dos de foto de perfil, recuerda esa foto, fue en su inicio cuando se dejó arrastrar por Bachira y su madre a Disneyland. Tenía muchas fotos y videos de ese día.

Cuando el fin de semana llegó, Rin se sintió nervioso. ¿Por qué? ¿Por qué si ya habían salido miles de veces? Esta no era diferente, no era una cita, solo una salida.

Tal vez se sentía así porqué fue su primera vez pidiéndole verse, hasta ahora siempre había sido Bachira.

Joder, calma Itoshi Rin, te has vuelto un blando de mierda.

Puso su mano izquierda dentro de su bolsillo para tranquilizarse o aparentar tranquilidad por lo mínimo y jugó con el llavero que había comprado en esa tienda. Sí, se lo había traído. Su hermano tenía razón, no pegaba con él pero había alguien al que le caía como un guante.

Bingo, Bachira. Pensaba regalárselo, pero sólo porque era eso o tirarlo, sí, no por nada más.

Le dio al timbre y no tardó en escuchar un estruendoso "¡Ya voy!" Inhaló y exhaló.

Al ser primavera, aunque eran las 19:00, el cielo estaba tan claro como si fueran las 15:00 o las 17:00 de la tarde.

La puerta se abrió de golpe y a Rin le maravilló ver al castaño con un pantalón color beige y una camiseta ceñida al cuerpo que se abrazaba deliciosamente a su pequeña cintura, sin mangas de color amarillo pastel.

Bajó inevitablemente los ojos hasta sus piernas y oh, Dios, la forma en la que esos pantalones se apretaban a sus grandes y musculosos muslos le estaba haciendo muy mal. Rin se sentía enloquecer.

— ¿Rin-chan? Si quieres algo, dímelo —el nombrado enrojeció y no tuvo que verlo para saber que estaba sonriendo con satisfacción con ese tono burlón.

— Cállate, si no hubieras aparecido a tiempo te abandonaba —el contrario rió ante su comentario, ya se lo conocía bien y sabía que no haría eso. Y en todo caso, si lo hiciese lo hubiera esperado ahí.

Rin también llevaba pantalones color beige, a la par de una camiseta ceñida al cuerpo sin mangas. La diferencia estaba en que la suya era color turquesa, pastel claramente, o no estarían matching del todo.

Se rehusó a llevar amarillo. Ese color representaba la felicidad y la viveza para él y eso gritaba "Bachira" por todas partes, a él no le quedaba. Así que después de insistirle —imaginad, Itoshi Rin perdiendo su tiempo en algo así porqué en verdad le importa que el estúpido ruidoso esté contento— que porque el color fuera diferente, no significaba que no estuvieran matching, aceptó.

— Rin-chan, ¿cómo me veo?

— ¿Ah? ¿Y por qué me lo preguntas a mí?

— Porqué me importa tu opinión. ¿Entonces? ¿Cómo me veo? —el tono ilusionado en su voz lo hacía lucir aún más adorable.

Se siente bien, saber que eres importante para alguien a quién tu consideras de igual forma.

Mejor olvidad esto.

El ojiazul lo miró de reojo para no demostrar su verdadera reacción, aunque se olvidaba de que ya lo había hecho antes y que Bachira era consciente de ello.

— No te ves estúpido.

El mayor frunció el ceño con un adorable puchero, muy él.

— Esa no es una respuesta.

— Si la es.

— ¡No una buena! —se cogió del brazo del más alto y el tacto de sus dedos acariciándose contra su antebrazo desnudo lo hizo tener un escalofrío.

— Joder, deja de hostigarme, ya sabes la respuesta.

— Pero yo quiero escucharla de tu boca.

Hijo de puta, ni siquiera negaba que ya lo sabía. Con la vergüenza evidente en sus mejillas, Rin desvió la mirada antes de hablar.

— Te ves bien, muy bien.

El silencio le hizo crispar, cuando uno se acostumbraba a Bachira Meguru, se acostumbraba al ruido también.

Lo miró.

Oh, era precioso. Ahora eran las mejillas del bajito las que aparecían tintadas de un color ligeramente carmesí y tenía la cabeza baja, mirando al suelo.

Saber que él había provocado eso le hizo sonreír, o eso creía. Aún no se acostumbraba a sonreír mucho, pero Bachira le hacía eso.

Tal vez esta sería una buena noche, una muy buena noche.

Edit 30/05/2023: estoy publicando este cap ahora pq la semana q viene tengo selectividad (pruebas de acceso a la universidad q se realizan en cataluña) y con los nervios no recordaba ni q tenia q publicar. Espero q alguien se lo lea, ya sabeis q solo me interesan los comentarios ^^

Lo he revisado antes de publicar pero recordad q me gustaria saber cualquier error de cualquier tipo q haya hecho, porfavor.

Y bueno, he perdido el header de los caps anteriores asi q he puesto este LWBDK

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