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9. Infidelidad

Universo Alternativo.// Normal AU.// Modern AU.
Advertencia: Mención de adicción de sustancias, enfermedades mentales y relaciones nocivas. Leer bajo su propia responsabilidad.

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Todo iba de mal en peor. Esa maldita vida lo iba a terminar matando.

A duras penas había logrado esquivar la bala tras un brote psicótico en pleno concierto. Su representante ideó una historia para venderle a los medios: estaba atravesando una profunda depresión y lidiando con estrés postraumático tras un intento de ataque en su propia casa, del que fue salvado a duras penas por su amado novio... Vaya estupidez. Pero todos se lo creyeron.

Lo dejaron fuera de las presentaciones y le quitaron acceso a redes sociales y cualquier medio de comunicación por un par de meses, diciéndole a los fanático que estaba asistiendo a terapia, y tomando un descanso. Todo lo necesario para mantener en pie la farsa.

Porque eso era toda su vida desde que le vendió el alma al diablo que era la industria del entretenimiento. No había estado asistiendo a ningún tipo de terapia, ni tomando medicamentos, ni nada de lo que su representante decía y sus compañeros estaban obligados a secundar. Esos meses los había pasado completamente aislado, en la mansión donde vivía con los demás miembros del grupo.

Tenía prohibido salir y el acceso a internet, su representante no quería correr el riesgo de que durante un descuido, terminara usando su cuenta oficial en vez de la personal, delatando su mentira. Así que le fueron confiscados su teléfono, tableta y demás aparatos electrónicos.

Durante esos meses, su vida se redujo a seguir las estrictas dietas y rutinas de ejercicio para mantener su figura, ir a grabar al estudio dos veces por semana, y ensayar sus rutinas sólo toda la semana, excepto un día en el que practicaba con sus compañeros para su regreso a los escenarios.

Intentó soportarlo, pero ya no podía.

Hace tiempo había aceptado que tenía un problema, pero no se debía a ningún intento de ataque. Al menos no completamente.

Todo era una farsa, su felicidad, su relación, su libertad...

Realmente quería escapar de ahí, volver a su antigua vida ordinaria y olvidar que alguna vez perteneció a ese grupo... Pero sabía que no podía. El contrato que había firmado se lo impedía, si renunciaba, la empresa se quedaría con la mitad de todos sus bienes, y además de todo eso, tendría que pagarles una deuda de por vida por todos los años que le dieron un techo, comida y vestuario.

Tenía las manos atadas tras la espalda. No podía hacer nada por escapar de ese infierno.

Su único escape a esa dolorosa realidad, eran esas sustancias que Aspros le había presentado. Al inicio podía controlar su consumo, solo aspiraba una línea de vez en cuando durante una que otra velada, o usaba una pequeña dosis inyectada para una experiencia más intensa durante el sexo. Pero poco a poco, fue perdiendo el control.

Cuando menos se dió cuenta, no podía estar un solo día sin aspirar al menos un par de líneas de polvo de ángel para lograr salir de la cama por las mañanas. Tomar una píldora, o pincharse la vena para mantenerse activo durante el día. Beber para lograr dormir por las noches. O fumar para calmar la ansiedad.

Sus compañeros sabían sobre su consumo y el de Aspros, su representante también, pero era el elefante rosado en la sala del que todos tenían prohibido hablar. Después de todo, la ropa sucia se lavaba en casa...

Sin embargo, había una persona que siempre se mostró preocupada por él. El único que desafió cualquier orden y que trataba de ayudarlo, pero no sabía cómo: Kardia...

Y ahora, también lo estaba perdiendo a él. Todo por esa reportera.

Sabía que no tenía derecho a reclamarle nada. No después de rechazarlo años atrás por decidir hacer real su relación fingida con Aspros, sino por cómo le había dicho que dejara de meterse en sus asuntos. Sin contar que Aspros seguía estando de por medio.

Lo correcto era mantenerse en su relación y dejar a Kardia ser feliz. Lo sabía, pero no dejaba de dolerle.

Pensaba en todo eso, bebiendo todo lo que hallaba en el bar de la mansión, manteniendo su cabeza recargada en la barra... El alcohol esta vez no estaba haciendo su trabajo.

Afortunadamente, aún le quedaba un poco de polvo de ángel que el idiota de Aspros le había dejado.

No lo pensó demasiado para hacer las líneas en la superficie de madera y comenzar a inhalarlas, deseando que hiciera efecto... Por suerte, no tardó mucho en suceder.

Por unos segundos, todo se hizo más colorido, y cualquier limitación se esfumó de su mente. Todo dejó de importarle, pero sabía que existía algo que quería, y estaba harto de negarlo... No iba a dudar más en ir por eso que tanto anhelaba.

Sabía que a esa hora, Kardia ya estaría durmiendo. Era el momento perfecto para ir con él y decirle toda la verdad. Hace tiempo había dejado de sentir cualquier cosa por Aspros, y quién siempre ocupaba sus pensamientos era esa larga y alocada melena violeta y esos ojos rosáceos, junto a esa sonrisa salvaje...

Sí, definitivamente haría eso.

Una noche apasionada con alguien que realmente deseaba.

¿Por qué no? Aspros había hecho lo mismo varias veces, ¿por qué él no podría?

Sí... No había nada qué perder, y seguramente Kardia no se negaría.

[...]

El sol lastimaba sus ojos aún cerrados, haciéndolo abrirlos con pesadez. Cuando escuchó una conocida voz a su espalda.

— Buenos días, imbécil.

Esas tres palabras bastaron para despertarlo por completo e incorporarse a toda prisa, notando a Aspros recargado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre su pecho.

— ¿Qué...?

— No llegaste a dormir anoche a la habitación que compartimos desde hace años, ya es de mañana, estás desnudo en la cama de Kardia...- Señaló el peli-azul.- No lo sé. Dímelo tú.

Por dios... ¿De verdad había sido capaz de hacerlo?, ¿qué demonios había pasado?

No recordaba nada más que sus locos pensamientos, pero ni idea de en qué momento llegó a esa cama, ni lo que había pasado en ella...

La angustia de nuevo se apoderó de su ser. La expresión seria y amenazante de Aspros, la situación tan vulnerable en la que se encontraba, y el dolor de cabeza que tenía... Era demasiada información para asimilar. No sabía qué hacer, ni qué decir.

— ¿Qué demonios está pasando aquí?

Al escuchar la voz de Kardia, dirigió su mirada a la puerta, notando la presencia del peli-violeta, encarando a Aspros.

— ¿Tú qué crees, Kardia?- Respondió Aspros, clavando sus ojos en los de Kardia.

Asmita estaba por decir algo, pero entonces, las palabras de Kardia cambiaron todo.

— ¿No crees que ya estás un poco viejo para este tipo de juegos, Aspros?- Cuestionó Kardia, cruzándose de brazos.- Ya suficiente tuve con dejarte dormir en mi cama y pasar toda la noche en vela cuidando de Asmita porque tú no sabes hacer nada más que lloriquear.

Aspros cambió su expresión en un instante, soltando una risa burlesca. ¿Acaso...?

— ¿Y qué?, ¿quieres un premio por tus nobles acciones, Kardia?- Rió el peli-azul.

— ¿Yo? Para nada, Aspros. No hice nada extraordinario, solo hice lo que cualquier persona decente haría: no aprovecharse de alguien claramente drogado.- Replicó el menor.- Es simple sentido común. Pero dudo que alguien como tú lo entienda.

— Pues creo que ahora está bastante lúcido.- Siseó con burla el mayor.- Así que cobra tu noche ahora que puedes.

Kardia gruñó con molestia, mientras Aspros se marchaba campante, hasta perderse de vista por el pasillo.

Asmita no supo qué decir. Estaba demasiado avergonzado.

— Tranquilízate, Asmita. No pasó nada anoche.- Le dijo Kardia, sin voltear a mirarlo.- Entraste a mi habitación, te me subiste encima y trataste de besarme.- Inició a narrar el suceso.- Después de que te apartara para intentar calmarte, empezaste a quitarte la ropa. Entonces fui a llamar a Aspros y a Shion, y a duras penas logramos sujetarte para evitar que salieras de la habitación o te arrojaras del balcón.- Añadió, simplificando lo más posible toda la noche.- Vomitaste encima de Shion, y después te quedaste dormido en mi cama. Después de eso, Shion se fue para cambiarse y tratar de volver a dormir. Aspros se quedó contigo para cuidarte y yo me fui a la sala, pero no pasaron ni diez minutos para que el inútil fuera corriendo a buscarme llorando... Tuviste una convulsión. Afortunadamente no pasó a mayores, pero me quedé toda la noche despierto por si volvías a tener otra.

No recordaba absolutamente nada de eso, pero todo concordaba. Porqué tenía una sensación de ardor en la garganta, porqué todo su cuerpo dolía y se sentía entumecido, porqué había despertado en la cama de Kardia cubierto únicamente por una sábana, y porqué tenía una marca de mordida en el labio. Y también porqué la reacción de Aspros.

— Kardia, yo...

— Descuida. No hace falta que me expliques nada.- Suspiró el peli-violeta.- Solo estabas en mal estado. Entiendo.

Realmente quería decirle la verdad. Que todo lo que le había dicho era cierto, que lo amaba... Pero todas las palabras morían ahogadas en su garganta. Sin el valor que le daba el polvo de ángel, no era capaz de ser sincero.

— Toma una ducha, vístete y baja a desayunar cuando te sientas mejor.- Añadió Kardia ante su silencio.- El representante ya está al tanto y dijo que tienes una revisión médica por la tarde para verificar que todo esté en orden.

Después de eso, Kardia cerró la puerta y se marchó, dejándolo a solas.

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