6. Promesa
Universo de TLC.// Headcanon.
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Toda su vida podría parecer un juego cruel de los dioses a ojos de muchos. Nacer con una sentencia de muerte temprana en la mano, en el pecho más bien. Ser abandonado en un hospital por su familia. Escapar y tener una segunda oportunidad por mera suerte. Volverse un guerrero solo para morir...
Pero, a pesar de todo, no se quejaba, renegaba, ni se autocompadecía de su suerte ni su destino. Al contrario.
Al ser consciente de lo efímera y frágil que era la vida, comprendió que eso era lo que la hacía valiosa. No era su culpa que su vida fuera a ser tan corta, pero sí era responsable de lo que haría con ella hasta que su hora de encarar a las moiras llegara.
Por eso decidió tomar el control de su vida, hacer lo que quería en el momento que quería, no callarse nada, no dejar nada para otro día, sabiendo que quizás no contaría con un mañana. Riendo, llorando, disfrutando y sufriendo, pero sin ningún arrepentimiento.
— De verdad que no te entiendo, Escorpio.- Admitió el Santo de Virgo mientras hablaban.- Suenas casi igual que Athena.
— ¿Eso es una ofensa o un halago?- Cuestionó, dándole un mordisco a la manzana en su mano.
— No entiendo cómo pueden disfrutar el sufrimiento, y decir que está bien sentirlo. Cómo pueden ser capaces de abrazarlo.- Repitió Asmita.- Tómalo como quieras.
Kardia soltó una carcajada, logrando extrañar al santo de Virgo frente a él, por tan inesperada reacción.
— No me aferro al dolor, tonto. Eso solo me gusta en situaciones muy específicas.- Aclaró el peli-violeta, una vez que la risa pasó.- Simplemente acepto lo que venga, lo siento mientras puedo, y lo dejo irse. Eso es todo.
— Sigo sin entender tu punto.
Kardia se acercó aún más, rodeándolo con sus brazos por la espalda, pegando su nariz a su cuello, logrando estremecer un poco al inmutable santo de Virgo.
— El dolor es inevitable, Asmita. Pero es parte de la vida.- Susurró en su oído, abrazándose a él, permitiéndole sentir su calor.- Es verdad que me sentí muy triste y estaba muy asustado cuando me dejaron en ese hospital, y peor aún cuando recibí ese pronóstico tan desalentador...- Añadió, haciendo sentir un nudo en la garganta a Asmita. Esa historia le dolía más a él que al propio Kardia.- Pero esas emociones, fueron el empujón que necesitaba para decidirme a buscar vivir como deseaba.
— ¿Querías alargar el sufrimiento, solo para morir después?
Quizás podría sonar cruel, pero era todo lo que Asmita podía ver en la historia de vida de Kardia. ¿De qué había servido que Krest le otorgara sangre de Athena mediante el Misophetamenos, si no podía curar su enfermedad, y solo alargaría su agonía, haciéndolo dependiente de la ayuda de Degel para no morir quemado? Todo, solo para morir durante la guerra santa.
— No.- Rió Kardia, dejando un beso en su mejilla.- Quería vivir al máximo, sentir todo. Experimentar el amor y el dolor, la felicidad y la tristeza, la calma y el miedo... Quería un poco de todo lo que esta vida podía ofrecerme.
— ¿Por qué querrías eso?
— Te lo pondré así de sencillo: Si no hubiera decidido vivir de este modo, jamás me habría atrevido a invitarte a escapar a Nueva España conmigo hace meses.- Añadió.- Mucho menos a decirte cuánto me gustas, cuánto te amo, ni pedido una oportunidad.
Asmita no esperaba esa jugada. Kardia era mucho más inteligente de lo que la mayoría podía pensar a simple vista, no dudaba de eso ahora, pero no dejaba de sorprenderlo. Kardia era de las pocas personas que habían logrado dejarlo sin palabras.
— Y antes de que siquiera lo pienses, sí. Estaba muy nervioso de que rechazaras mi propuesta, pero eso no me detuvo de bajar hasta Virgo, escondiéndome de Sasha, y decirte. Pero gracias a eso, aceptaste, e incluso corrimos juntos hasta el puerto, escapando de Sasha aunque todos nos vieran como bichos raros.
Ante ese recuerdo, Asmita no pudo evitar soltar una tímida risa. Ni siquiera él podía terminar de creer cómo hizo semejante locura.
— Y sí, también estaba nervioso de que me rechazaras, pero eso no me detuvo de serte sincero con mis sentimientos hacia tí.- Siguió Kardia, buscando un beso de sus labios.- Y gracias a eso, supe que te sentías igual, y ahora estamos juntos. Así que valió la pena, ¿no lo crees?
Asmita sonrió suavemente, y no se negó al beso que Kardia buscaba, acariciando la mejilla ajena, recostándose en los brazos del griego.
— Nada se obtiene sin esfuerzo y un poco de sufrimiento.- Le dijo Kardia, acariciando sus mejillas.- Pero eso es lo que le da sabor a la vida. Si tuvieras todo lo que quieres, cuando quieres, como lo quieres y dónde lo quieres, ¿qué sentido tendría tu vida entonces?
— Vaya que eres interesante.- Sonrió Asmita, aceptando su derrota en esa ocasión.- Por ahora no tengo una respuesta para contradecirte. Así que, ganaste, por esta vez.
— Si tuviera una moneda por cada vez que me haz dicho eso...- Bromeó Kardia, contagiando a Asmita.
Un punto tenía. Después de todo, Kardia lograba hacerlo callarse, en más de un sentido.
Eran tan diferentes, pero tan similares a la vez... Ambos conocían y habían experimentado el sufrimiento humano, pero tenían perspectivas tan opuestas...
Eran como el cielo y el mar, la luz y la oscuridad, la paz y la discordia, la frialdad y la pasión... Dos seres distintos, pero que se complementaban. Un conjunto de contradicciones, que al unirse, cobraban sentido. Un eterno dilema.
No estaban seguros de qué los había unido. Lo único que tenían claro, era el amor existente entre ellos, y cuánto deseaban amarse hasta el fin de sus vidas.
Quizás, más pronto de lo que les habría gustado, con la resurrección de Hades y la inminente llegada de la guerra santa.
Tras los primeros ataques, y varias bajas en batalla, pronto la angustia, la desolación y el miedo se adueñaron de las vidas de todos.
La muerte de Albafica, enfrentando a uno de los jueces del Inframundo, les dejó claras varias cosas. No estaban frente a algo sencillo, y enfrentaban una clara desventaja.
Athena hacía lo que podía, implementando la barrera para impedir la resurrección de los espectros, pero esa medida era peligrosa y poco efectiva. De nada servía que el Santuario tuviera esa barrera, cuando fuera de los límites, los malditos no se veían afectados en lo absoluto.
Atraerlos era una medida demasiado arriesgada. Bastaba un mal cálculo para exponer a un riesgo de muerte a cientos de civiles.
Ir a enfrentarlos, y arrastrar los cuerpos dentro de la barrera no era una mejor opción. Corrían riesgo de no llegar a tiempo y verse forzados a seguir luchando en desventaja.
Debían encontrar una solución... Asmita lo sabía, tenía una misión, el propósito para el que su vida serviría, pero...
— Kardia...
— ¿Qué pasa?
— Si supieras que voy a morir mucho antes que tú en la guerra santa... ¿Lo aceptarías?
Permaneció en silencio, asomándose un poco por el ventanal de la casa de Virgo, sintiendo el aire mecer sus largos mechones dorados.
No sabía qué respuesta le daría Kardia. Ni siquiera sabía qué respuesta le gustaría escuchar... Pero quería escucharlo.
— Te amo.- Susurró Kardia en su oído, abrazándolo por la espalda, sorprendiéndolo.- Te amo, y eso es todo lo que sé, Asmita.
Pudo sentir las lágrimas de Kardia mojando su hombro, y el nudo en su garganta, la opresión en su pecho, y el miedo en su ser no hicieron sino aumentar.
Sintió su corazón acelerarse, sus ojos derramar unas lágrimas a pesar de estar cerrados, y sus manos aferrándose a las de Kardia.
— ¿Tienes miedo?- Preguntó Kardia en un susurro, después de hacerlo girar para acariciar su rostro.
Asmita solo pudo asentir con vergüenza, intentando agachar la cabeza.
— Asmita...
— Lo sé, es ridículo.- Intentó sonreír.- Que alguien como yo de pronto esté más asustado por el dolor que por su propia muerte.
— Claro que no.- Negó Kardia, besando su frente.- Asmita... De verdad que no quisiera esto.
— Yo tampoco.- Admitió con un suspiro.- Pero solo así podrán tener al menos una oportunidad.
Kardia derramó varias lágrimas silenciosas, observando a Asmita.
A diferencia de Asmita, él no le temía a la muerte, tampoco al dolor... Pero definitivamente, no estaba listo para ver morir a alguien tan importante y tan amado por él.
La sola idea de perder a Asmita dolía mucho más que la más fuerte de sus crisis... Pero debía ser fuerte por él.
— Si es nuestra última noche juntos, ámame una vez más.- Susurró el peli-violeta, abrazándolo como si su vida dependiera de él. De cierta forma, ya se sentía así.- Quédate conmigo toda la noche, ámame como la primera, déjame sentir tu calor, y perderme en tu aroma... Deja que mi alma memorice la esencia de la tuya, para buscarte en otra vida, y seguir amándonos.
Asmita solo se abrazó a él, y ambos lloraron por unos segundos. Ninguno quería separarse.
Esa noche, siendo la última, cumplieron lo pactado. Ambos se amaron como la primera vez, desnudando y entregando no solo sus cuerpos, sino también sus almas al otro. Fundiéndose en el calor del amor y la pasión, disfrutando el pequeño dolor y el intenso placer... Hasta que el tiempo se acabó.
Al día siguiente, tras un último beso, y verlo marchar a su fin, Kardia no pudo contener las lágrimas, dejándose caer sobre sus rodillas apenas lo perdió de vista por las escaleras que conectaban con la casa de Leo. Sabía que era el fin.
Cuando su garganta se quedó reseca, y sus ojos sin lágrimas para llorar, se incorporó, y recorrió el templo de Virgo por varios minutos, memorando cada recuerdo vivido en ese lugar. Todo, mientras su última promesa, hecha la noche anterior, resonaba en su mente una y otra vez.
"No importa cuánto tiempo pase, te volveré a encontrar. Te buscaré en todas las vidas que sean necesarias. Soportaré cuánto sufrimiento haga falta si eso me permite llegar hasta ti una vez más. No sé quién serás, cómo te encontraré, ni dónde estarás, pero tuya por siempre, mi alma será."
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