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4. Amnesia

Universo de Saint Seiya.// Headcanon.// What if...?

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Las lágrimas desbordándose de sus ojos sin control alguno, la opresión en su garganta, el dolor en su pecho, todos los sentimientos encontrados golpeando su mente sin control...

¿Qué debía hacer ahora?

Abrir el tercer ojo le había jugado horriblemente en contra, y ahora no podía dejar de arrepentirse por ignorar las advertencias de Buda y aferrarse a lograrlo.

Pudo acceder a recuerdos de sus vidas pasadas a través de sueños, y saber cómo en cada una de ellas nació, vivió y murió de distintas formas. Al inicio, no fue nada demasiado relevante o que consiguiera robarle la paz.

Desde una princesa griega con una vida de Aristoi, hasta un niño feliz, hijo de una familia de clase media... Hasta que una en específico apareció.

Había descubierto que no era la primera vez que luchaba al lado de Athena, ni la primera vez que vestía la armadura de Virgo, ni siquiera la primera vez que tenía la apariencia física que tenía.

Descubrir su anterior identidad, como Asmita de Virgo, fue un golpe demasiado fuerte para procesar, incluso para él con todos sus años de preparación.

Intentó resistirse, pero nada pudo hacer para impedir que todas sus memorias de esa vida volvieran a su mente. Desde su nacimiento, igual que en su vida presente, en la India. Su dura infancia, buscando una razón al sufrimiento del mundo. Hasta su muerte para la creación del rosario de las 108 cuentas.

Sabía todo de su anterior vida. Su ceguera, que ahora explicaba porqué nunca sintió peculiar apego por su sentido de la vista y no le fue difícil desprenderse de él. Su conexión con Buda y con Athena. Sus dudas aún persistentes sobre los ideales de la diosa... Y ese hombre, la verdadera razón de su dolor: Kardia de Escorpio.

Cuando recuperó sus recuerdos, de sus días al lado de ese griego. Cuánto se amaban, todo lo que vivieron juntos, la promesa que se hicieron, cuánto sufrieron al saber el destino que le esperaba al ser necesario su sacrificio...

Quizás no habría pasado de una simple tristeza, si no tuviera tan cerca a la reencarnación de Kardia.

Milo... Lo supo al instante. Tampoco era la primera vez que él portaba la armadura de Escorpio, ni la primera vez que luchaba por Athena, ni la primera vez que tenía esa apariencia física... Era prácticamente idéntico a Kardia.

Él lo recordaba, su alma lo reconoció de inmediato, lo seguía amando a pesar de tantos años, y anhelaba reunirse con él...

Pero Milo no se acordaba de nada, y jamás lo haría. Él no sabía nada de su vida como Kardia, sus memorias habían sido borradas permanentemente de su alma al beber las aguas del río Lete antes de poder volver a la Tierra... No había la más mínima esperanza de que pudiera recuperarlas.

Lo sabía... Pero también sabía que quien estaba enamorado de Kardia era Asmita, no él... Más bien, ¿quién demonios era en realidad?, ¿Shaka, Asmita?... ¿Qué debía hacer?

¿Decirle a Milo la verdad, y que fueran dos con una crisis existencial en vez de uno?, ¿convencerlo de buscar abrir su tercer ojo y que él mismo se diera cuenta?, ¿fingir que nada pasaba?, ¿callarse y tratar de olvidarlo?...

No sabía qué hacer. Ya no estaba seguro de quién eran esas emociones. Si eran de Asmita, pero a la vez, era una parte de él. Si era egoísta de su parte aferrarse a algo que solo le traería paz a él. Si debía permitirle a Asmita reunirse con Kardia una vez más, o dejar el destino en paz...

¿Acaso así era como se sentía cuando la persona a la que más amaste sufre amnesia?, ¿era normal el dolor de saber que esa persona no te recuerda en absoluto, todo lo que vivieron juntos, ni lo importante que solías ser para él?, ¿era egoísta desear que de alguna forma mágica te recordara?, ¿debías luchar por hacerlo recuperar su memoria?, ¿o debías dejarlo en paz y continuar con tu propia vida?

Demasiadas preguntas, y ni una sola respuesta clara. Solo sabía que su alma no podía dejar de llorar al ser consciente de su propia miseria. De cómo sin importar todos sus esfuerzos y sacrificios, jamás podría reunirse de nuevo con quién más amaba. Cómo parecía ser su castigo estar condenado a renacer, verlo de nuevo, saber quién era y amarlo, pero nunca estar juntos de nuevo.

"Athena, mi querida Athena...- Aún podía recordar sus últimas palabras. La única y última plegaria que hizo a su diosa, como Asmita, en sus últimos segundos de vida.- Pero... Solo quisiera pedirte una cosa: Volver a encontrar a mi amado. A cambio de eso, yo con gusto volveré a luchar a tu lado, como tu santo de Virgo, y te entregaré de nuevo mi vida cuando llegue el momento."

Definitivamente, Asmita... Él fue un completo tonto, al hacer semejante súplica sin pensar en las consecuencias y todo lo que implicaba. Y ahora, le tocaba aguantar las calamidades hasta el día de su muerte.

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