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22. Traición

Universo de TLC.// What if...?

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Fuera de aquí, Radamanthys.

Al escuchar esa voz resonar por todo el templo submarino, en plena batalla contra el juez del Inframundo, sintió su sangre volverse hielo. ¿Cómo era posible?

— ¿Qué haces tú aquí?- Gruñó el portador del Wyvern.

Solo se escuchó esa peculiar risilla por un par de segundos, mientras un portal de luz se abría frente a ambos... No...

— ¿A-Asmita?- Tartamudeó su nombre, incapaz de creer lo que veía.

La armadura alguna vez dorada, había perdido toda su luz, siendo reemplazada por una cubierta oscura y sin brillo... Cómo una Sapuri.

— ¿Sorprendido, Escorpio?- Escuchó reír a Radamanthys.- Vaya, pensé que hasta un estúpido como tú vendría venir esto.

— ¡¿Qué hiciste, Asmita?!- Cuestionó al rubio, que permanecía frente a ambos con una tranquila sonrisa.- ¡Después de dar tu vida en Jamir para crear ese rosario, ¿te unes al ejército de Hades?!

Sin pronunciar palabra alguna, y con un simple movimiento con las manos, Asmita fue capaz de lanzarlo contra una estructura, para después acercarse a hablar con Radamanthys.

— Hades me envió para asegurarme de que no hicieran una estupidez.- Mencionó Asmita con la calma que le caracteriza.- Y menos mal que los seguí de cerca, porque ese Santo dorado te estaba dando una buena paliza.- Añadió, abriendo sus ojos, sonriendo al contemplar las heridas y la armadura rota del Wyvern.- Ve a alcanzar a Pandora y evita que destruya el oricalco. Hubo un cambio de planes de última hora.

— ¿Qué?

— Entramos a la boca del lobo. Poseidón tiene un recipiente aquí, esperando a ser usado. Si destruimos el oricalco en este lugar, su poder va a despertar por completo el alma de Poseidón y darle la fuerza suficiente para manifestarse.- Explicó, sorprendiendo a ambos combatientes.- Ve por la mujer y el oricalco y vuelvan al lienzo perdido.- Añadió, pasando al lado de Radamanthys.- Yo me encargo de Escorpio.

Radamanthys gruñó bajo, pero su señora podía estar en problemas lidiando con el Santo de Acuario, y era su deber protegerla.

— Bien.- Accedió a regañadientes.- Solo esta vez seguiré tus órdenes.

— Espera, Wyvern.- Rió Asmita.- Con esas quemaduras y tu cansancio no serás de mucha ayuda.

Asmita colocó una mano sobre su hombro, haciendo emanar de su cuerpo una luz violeta, envolviendo a Radamanthys.

Kardia solo podía observar incrédulo y malherido lo que sucedía... Reconocía esa acción de Asmita, era una forma de brindarle algo de cosmos a alguien para reponer sus energías y curar algunas heridas... Pero, ¿por qué?

— ¿Qué hiciste?

— Curar las heridas que Escorpio te hizo con su cosmos y de paso reponer algo de tu energía.- Explicó brevemente el rubio.- Ahora vete. Ya no queda tiempo.

Radamanthys asintió, mirando por última vez a un moribundo Kardia que intentaba ponerse en pie, aún con lágrimas corriendo por sus mejillas.

— Vaya golpe bajo, ¿no, Escorpio?- Se burló por última vez, antes de irse.

Asmita solo permaneció con una ligera sonrisa, observando a Radamanthys alejarse tan rápido como podía.

— ¡¿Qué diablos estás haciendo, Asmita?!- Cuestionó Kardia con desesperación.- ¡¿Por qué estás ayudando al enemigo?!

— ¿Enemigo?- Replicó Asmita, girando lentamente hacia su antiguo compañero.- Tu enemigo no es el mío, Kardia.

— ¡Eres un santo de Athena, Asmita, no un espectro!

— Quizás lo fuí, antes de mi muerte.- Respondió Asmita.- Pero una vez muerto, nada me ata a ella, ni a ninguno de ustedes.

La expresión de Asmita le dejaba claro que no estaba actuando. Sus ojos... Estaban tan diferentes a los que recordaba. Ya no tenían esa bruma cubriéndolos, pero en cambio, parecían oscurecidos por el rencor.

— ¿Por qué, Asmita?- Cuestionó el Santo de Escorpio, con un delgado hilo de voz.- ¿Por qué nos traicionaste?

— No te lo tomes personal, Kardia. Simplemente cambié de opinión de última hora.

— ¡¿Venderle el alma a Hades como un cobarde es cambiar de opinión?!

— Ay, Kardia...- Rió Asmita, avanzando hacia él.- A diferencia de tí y todos los demás mortales, yo no quedé atado a las leyes del Inframundo tras mi muerte. Era libre de vagar a mi antojo.- Añadió.- Pero... Al contemplar sus acciones, cómo a pesar de estar en una situación límite, los humanos simplemente no cambian ni dejan de pensar solo en sí mismos. Llegué a la conclusión de que Hades tiene la razón. Dí mi vida en vano, porque no vale la pena luchar por seres así de desagradables.

— ¡¿Cómo puedes decir eso?!- Cuestionó el peli-violeta, negándose a creer eso.- ¡Tú no eres así, Asmita!, ¡te conozco. Sé que tú no serías capaz de lastimar a ningún inocente, ni permitirías que los malvados se saliera con la suya!

— Ese Asmita ya murió, Kardia.- Afirmó el blondo, sacando un rosario del brazo de su armadura.

Al prestar mayor atención, Kardia notó que era idéntico al que tenían ellos en su poder para sellar las almas de los espectros. Pero estas cuentas eran negras, como las Sapuris, a excepción de cuatro, que poseían un color dorado.

— Siempre me trataron como un enemigo, me subestimaron todo el tiempo, me señalaron como un traidor...- Añadió Asmita.- Aquí está el traidor que tanto querían ver. Como el guardián de sus almas.

— ¡¿Qué les hiciste?!

— Lo mismo que ustedes con los espectros que mueren a sus manos.

No... Se negaba a creer que Asmita realmente se hubiera levantado de la muerte solo para apoyar a Hades y torturar a sus antiguos camaradas caídos en batalla.

Quería creer que era uno de los locos planes de Asmita, pero no había la menor muestra de ello.

— Si ese Asmita... El Asmita que yo conocía, que tanto amé, y por el que tanto lloré, está realmente muerto.- Murmuró Kardia con las lágrimas cayendo de sus ojos.- ¡Entonces me aseguraré de devolver a este al Inframundo!

Haciendo arder su corazón al máximo, lanzó una aguja escarlata con toda su fuerza, dispuesto a clavarla en el pecho de su ahora enemigo.

— Reconozco tu determinación, Escorpio.- Admitió el antiguo portador de Virgo, apareciendo detrás de su rival, a duras penas con un ligero corte en la mejilla.- Pero no eres rival para mí. Esto se termina aquí y ahora.

— Bajaste la guardia.- Murmuró el peli-violeta, sorprendiendo a Asmita.- No te estaba apuntando a tí.

Al ver las cuentas desparramadas por el suelo, entendió las verdaderas intenciones de Kardia... Bueno, así era él. Ni siquiera estando más muerto que vivo dejaba de luchar por otros.

— Buen intento, Kardia.

Después de esas palabras, le dió el golpe de gracia al octavo custodio, atravesando su pecho con su puño, sintiendo el fuego del corazón envolviéndolo.

En un par de segundos, sintió el cuerpo de Kardia perder fuerza y caer en sus brazos, sosteniéndolo sin demasiada dificultad.

— Lamento que haya tenido que terminar de esta forma, Kardia.- Murmuró, observándolo.

Kardia alzó la mirada con sus últimas fuerzas, solo para dejar un último beso en sus labios y regalarle una última sonrisa.

— A pesar de todo... Te amo, Asmita.- Pronunció con dificultad Kardia, con su último aliento.

Asmita cerró los ojos, abrazando a Kardia contra su pecho por unos segundos, mientras a su costado, una cuenta oscura se tornaba de dorado lentamente.

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