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20. Expareja

Universo Alternativo.// Omegaverse.// Modern AU.// Normal AU.

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Más de ocho años habían pasado desde que renunció al amor de su vida. Ocho años desde que se embarcó en una relación inestable, y de que su vida no había hecho más que ir cuesta abajo.

— ¡Mamá!

— ¿Podemos ir a ver juguetes?

Las voces enérgicas de sus hijos lo devolvieron al presente, en aquel supermercado donde iba una vez por semana.

— Por supuesto.- Accedió con una pequeña sonrisa.- Pero no se muevan de esa sección hasta que Shaka y yo vayamos por ustedes. ¿De acuerdo?

— ¡Sí!

Los gemelos asintieron, y se alejaron por el pasillo, hasta que los perdió de vista, quedándose únicamente con el bebé de solo un año.

— Bien, Shaka. Somos solo tú y yo.- Suspiró con una sonrisa melancólica, mirando a su pequeño en la cangurera.- Vamos.

Con ganas de marcharse lo más pronto posible, sujetó el carrito de compras, e inició su recorrido por toda la tienda. Sabía de memoria dónde estaban las cosas que necesitaba de su lista, así que terminó bastante rápido, y era hora de ir a buscar a sus hijos mayores.

La sección de juguetes era algo grande, pero sabía que los gemelos estarían en la sección de figuras de acción, o en las bicicletas y montables.

Al no encontrarlos en la primera opción, fue directo a la segunda, donde, tal y como esperaba, vió a sus dos pequeños, pero también a alguien que definitivamente no esperaba encontrar, y su mente se hizo un caos...

— ¿Asmita?

Al verlo ahí, y escucharlo pronunciar su nombre, sintió su sangre congelándose. ¿Qué probabilidad había de que eso ocurriera?

— ¡Mamá!

Para bien o para mal, sus primogénitos, ajenos a la situación, corrieron hacia él para abrazarlo y hablarle emocionados de su nuevo amigo.

— ¡Kardia es muy genial!- Exclamó emocionado Kanon.- ¡Sabe mucho de patinetas y deportes extremos!

— Ya lo creo, Kanon.- Pronunció, intentando sonreír.- Hola, Kardia.

— ¿Ustedes se conocen?- Preguntó curioso Saga.

Kardia mostró una tenue sonrisa, antes de sujetar una carreola y acercarse a saludar.

— Fuimos compañeros de escuela en la preparatoria.- Sonrió el peli-violeta.- No nos veíamos desde hace como nueve años, Asmita. Qué sorpresa encontrarte aquí.

— Lo mismo digo.- Respondió, mucho más tranquilo. No importaba cuánto tiempo pasara, Kardia seguía logrando calmarlo solo con una sonrisa.- ¿Te casaste?- Preguntó al ver a un pequeño bebé de cabellos violetas asomarse por el borde de la carreola.

— ¿Eh?, ¡no, claro que no!- Rió el peli-violeta, sujetando al bebé en brazos.- Es de Sasha. Yo lo estoy cuidando mientras ella hace sus compras.

— Cómo pasa el tiempo...- Suspiró. Aún recordaba a la hermana menor de Kardia, y lo joven que era la última vez que la vió.- La última vez que la ví era prácticamente una niña, y ahora ya es madre.

— La pequeña granuja ya tiene 25 años.- Bromeó el Alpha.- Pero, ¿es verdad que los gemelos cumplieron ocho años el mes pasado?

— Así es.

— En ese caso, ¿me permites comprarles un regalo?

Cómo era esperado en niños de esa edad, los gemelos no tardaron nada en suplicarle por su permiso... Lo pensó por un par de minutos, pero finalmente accedió, con la condición de que no fuera algo demasiado costoso.

Los niños asintieron efusivos, y corrieron directo a dónde estaba lo que deseaban, dejando a los adultos solos por un momento.

— Vaya, por algo sentía que se me hacían conocidas esas facciones.- Bromeó Kardia.- Pero de Defteros claramente no son, así que solo quedaba un candidato en la faz de la Tierra. Son el vivo retrato de Aspros.

— Eso dicen todo el tiempo.- Bromeó el Omega.- No quiero ni imaginar la reacción de Sasha, entiendo lo que es aguantar nueve meses de malestares y horas en labor de parto, para que al final el bebé no se parezca en nada a ti.

— Ni me lo recuerdes, no dejó de reclamarme por dos semanas enteras cuando nació Milo.- Río el peli-violeta.- No quiero ni imaginar si hubieran sido gemelos como los tuyos. Seguro me entierra en una caja de zapatos en el jardín.

Ambos soltaron una pequeña risa. En ese momento, Asmita sintió como si el tiempo jamás hubiera pasado, que de alguna manera había logrado retroceder a los que sin saberlo, eran los mejores años de su vida.

— ¿Qué ha sido de ti estos años?- Preguntó.- Supe que te fuiste de Atenas hace años.

— Bueno... Después de llorarte una semana entera y comer helado hasta reventar, decidí ir en busca de aventura.- Explicó el Alpha.- Calvera y Huesda me ofrecieron llevarme con ellos, y estuve en México por unos años. Ahí logré poner en orden mi vida de nuevo y conseguir un buen trabajo, incluso la naturalización hace un año.- Añadió.- Vine hace un año para conocer a Milo cuando nació, volví a México, y ahora regresé de vacaciones... Y aquí estamos ahora. ¿Y tú?

— Supongo que no me puedo quejar.- Suspiró con una sonrisa forzada.- Terminé con un embarazo no planeado, casándome un año después de que terminaramos. Hace un año nació Shaka... Y aquí estamos. Mucho menos interesante que tu vida.

— Pues entre nos, menos mal que del papá solo sacaron la cara.- Bromeó el peli-violeta, observando a ambos niños volver.- Son encantadores.

Los niños volvieron con una patineta cada uno, y Kardia les propuso una pequeña carrera a la caja. Asmita solo sonrió, observándolos correr por los pasillos, riendo y divirtiéndose con algo tan simple.

Kardia no cambiaba por más que pasaran los años, seguía siendo el Alpha divertido, enérgico y elocuente que recordaba... Y que por estúpido dejó ir.

Kardia cumplió su promesa, y compró los juguetes a los gemelos, y también un pequeño peluche para Shaka y otro para Milo. Asmita pagó lo suyo, y el peli-violeta los acompañó hasta el estacionamiento para ayudar a subir las cosas al auto.

De nuevo, al verlo bromear con sus hijos, alentarlos por pequeños logros como lograr pasar una bolsa del carrito a la cajuela, contándoles anécdotas de su vida en otro país, y todos los viajes, incluso aceptando enseñarles algunos trucos con las patinetas sin importar si alguien lo veía extraño... Su subconsciente lo traicionó.

Definitivamente, Kardia habría sido un magnífico padre, cariñoso, paciente, divertido... Pero no lo era. Y la hora de despedirse llegó.

— Bueno, chicos, fue divertido conocerlos. Pero Milo y yo debemos ir a buscar a mi hermana antes de que mande al ejército a buscarnos, y ustedes deben volver a casa.- Bromeó Kardia, despeinando el cabello de ambos niños.

— ¿Volveremos a vernos algún día?- Preguntó Kanon.

— Ya veremos.- Sonrió el peli-violeta.- Vuelvo a México en una semana, pero si algún día van por allá, busquenme y con gusto les doy un tour.

Los dos niños asintieron, y se despidieron de él y el pequeño Milo con un abrazo, antes de subir al auto con su hermano menor.

— Gracias por todo, Kardia.- Sonrió Asmita.

— No es nada.- Correspondió el Alpha.- Adiós.

Al verlo dar media vuelta, y comenzar a alejarse cada vez más, Asmita sintió el impulso de correr detrás de él y detenerlo.

Vaya ironía de la vida... Hace años fue Kardia quién corrió detrás de él, pidiéndole una explicación entre lágrimas, y ahora él quería hacer lo mismo.

Sin duda alguna, fue una estupidez dejarlo a los 23 años, por "necesitar probar más"... ¿Qué demonios buscaba? Con Kardia lo tenía todo, un compañero fiel, dispuesto a estar a su lado siempre, un amante apasionado, un amigo leal, un apoyo incondicional... Pero al parecer, no le bastó.

Decidió terminar con la relación sin darle ningún tipo de explicación, y dejarlo completamente de lado. Pero su sed de experiencia le terminó pasando factura mucho antes de lo que habría deseado. A los pocos meses descubrió que estaba en cinta, atando así su vida a alguien que realmente no amaba.

No había sabido nada más de Kardia hasta ese día. Ninguno de sus amigos quiso darle razones de él, y no podía culparlos, no después de cómo le destrozó el corazón. Y al parecer, había sido lo mejor, al menos para Kardia.

No se arrepentía de sus hijos, pero no podía evitar preguntarse qué habría sido diferente si no hubiera dejado ir a Kardia de esa forma hace ocho años...

Quizás se habrían casado, quizás habrían tenido hijos juntos, quizás habrían sido felices de por vida... Pero jamás lo sabría. Solo podía imaginar ese futuro idílico y fantasear con él, forzado a vivir en la amarga realidad.

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