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2. Hospital

Universo Alternativo.// Normal AU.// Modern AU

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No podía estar pasando, no podía ser cierto, no podía, simplemente no podía...

¿Cómo llegaron a esto?, ¿cómo todo se fue al diablo en un parpadeo?, ¿cómo dejaron que todo eso sucediera?, ¿por qué no hicieron algo por evitarlo?, ¿por qué se permitieron llegar a esto?...

Cientos de preguntas llegaban a su mente, haciendo un remolino en sus pensamientos, desgarrando su alma a cada segundo.

— Asmita... ¿Estás bien?

— ¿Te parece que algo está bien ahora, Manigoldo?- Cuestionó con dificultad.- ¡Nada está bien!

Sin poder evitarlo, rompió en llanto, agachando la cabeza, cubriendo su rostro con sus manos.

— Sé que es duro, pero-

— ¡Pero ¿qué?!- Interrumpió, con el rostro lleno de lágrimas.- ¡Kardia está ahí!, ¡a punto de...! De...

No podía, simplemente no podía pronunciar esa maldita palabra. se negaba a siquiera intentarlo.

Su primo suspiró, derramando una silenciosa lágrima, antes de abrazarlo sin decir nada más, dejándolo llorar en su pecho.

— Sé que es duro.- Murmuró el peli-violeta.- Pero tú sabías bien que este día podía llegar en cualquier momento.

¡Claro que lo sabía!, pero eso no hacía que fuera menos doloroso.

¿Quién podría estar tranquilo al ver al amor de su vida, balanceándose entre la vida y la muerte?, ¿quién no lloraría por el miedo de perderlo?, ¿quién se resignaría a simplemente dejarlo ir?

— También es mi amigo, Asmita... También me duele que esto esté pasando.- Lo escuchó hipar levemente.- Y también me da miedo la posibilidad de perderlo... Pero él es fuerte... Siempre lo ha sido.

— Sé que es fuerte, no conozco a nadie tan valiente como él, pero...- Por más que intentaba, era incapaz de controlar su llanto, viéndose forzado a hacer pausas entre frases para recobrar la voz.- Pero esto es tan injusto... ¿Por qué él?, ¿por qué tiene que pasar por esto?... ¡¿Con qué maldito delito nació para merecer este maldito castigo?!

— No lo sé, Asmita...- Murmuró Manigoldo, apretando los labios.

Nuevamente, rompió en llanto, mientras Manigoldo intentaba consolarlo.

Hace unas horas, una llamada del hospital, informando que Kardia había sufrido un ataque al corazón mientras conducía, derivando en un accidente de tráfico, los había conmocionado y hecho movilizarse tan rápido como pudieron.

El pronóstico no era bueno en absoluto. En palabras de los mismos médicos, fue un milagro que Kardia siguiera con vida para cuando los paramédicos llegaron al lugar.

Ahora, su vida pendía de un delgado hilo que podría romperse en cualquier momento.

Era necesaria una cirugía, pero el riesgo de que su corazón no lo soportara, era demasiado alto. Sin embargo, si no realizaban el procedimiento, moriría sin remedio.

Asmita, por ser su cónyuge, se vió en envuelto en ese cruel dilema. Si daba su autorización para la operación, corría riesgo de perderlo, y sino, también lo perdería.

La situación era crítica, ni siquiera los médicos sabían qué era peor. Debido al ataque cardíaco que provocó el accidente en primer lugar, y la demora en la atención, era más que probable que aún de sobrevivir al paso por el quirófano, Kardia quedara con varias secuelas.

Al final, Asmita decidió tomar el riesgo y dar su autorización para la cirugía.

— Por él daría mi vida, si con eso pudiera librarlo de todo ese sufrimiento...

— Pero no es así, Asmita.- Interrumpió, haciéndolo mirarlo a los ojos.

En ese instante, pudo ver la mirada cristalizada de Manigoldo, sus labios apretados, esforzándose por contener las ganas de llorar...

Los dos estaban sufriendo. Uno por su mejor amigo, y otro por su amado. Pero ambos estaban ahí, compartiendo y acompañándose en su dolor, intentando desesperadamente mantener la cordura...

Todo en vano, los dos terminaron llorando una vez más.

— No debí dejarlo ir sólo... No debí, yo...

— No fue tu culpa.- Le intentó calmar Manigoldo.- Aún hay esperanza... Confía en él.

Horas habían pasado desde que ingresó al quirófano, y aún no habían noticias. La tensión, el dolor, la angustia, la tristeza, la culpa y la desesperanza se adueñaban más y más del lugar y de sus mentes con cada minuto que pasaba.

— Familiares del paciente Kardia Areleous...

Al escuchar a una enfermera decir el nombre de Kardia, sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo.

Solo imaginar las palabras que saldrían de los labios de la mujer, le aterraba. Pero no había opción...

Se levantó de la silla como pudo, y caminó tambaleándose ligeramente, tropezando un poco, hasta llegar frente a la mujer, preguntando por su esposo con los ojos llenos de lágrimas.

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