11. Abuso
Universo Alternativo.// Normal AU.// Modern AU.
Advertencia: Mención de uso de sustancias y secuelas de abuso. Leer bajo su propia responsabilidad.
•=•=•=•=•=•=•=•=•=•
— Mita, ¿estás seguro?
— Eso creo...- Murmuró con vergüenza, agachando la mirada.
— Sabes que no es necesario hacer esto.- Le recordó, acariciando su mejilla.- Está bien si aún no estás listo. No pasa nada por esperar.
— Pero quiero hacerlo.- Afirmó, sin atreverse a alzar la vista.- Al menos déjame intentar.
Kardia dudó por unos segundos, pero finalmente suspiró y asintió.
— De acuerdo.- Accedió.- Pero si te sientes incómodo y no quieres seguir, dime de inmediato y aquí no pasó nada. ¿Está bien?
Asmita asintió, bastante nervioso y casi temblando.
Kardia tenía un mal presentimiento, pero decidió seguir a Asmita.
Se besaron con suavidad, tomándose de la mano, y todo estuvo relativamente bien. Pero cuando comenzó a tratar de acariciarlo bajo la ropa, comenzaron los problemas.
Asmita tembló y no definitivamente de la forma esperada en esa situación. Incluso de forma involuntaria trató de retroceder un poco.
Kardia lo interpretó como una señal de que se detuviera y así lo hizo. Pero antes de poder decir algo, Asmita lo interrumpió, besándolo y abrazándolo, asegurándole que estaba bien y podía seguir... Quería confiar en él, pero cómo temblaba de temor a cada beso, cómo su corazón se aceleraba sin razón, y sus ojos apretados con fuerza, le gritaban que nada estaba bien.
— No, Mita.- Lo detuvo, dispuesto a confrontarlo, abrazándolo contra su pecho.- No quieres esto, estás temblando de miedo, y yo no voy a forzarte a nada.
El rubio no pudo contenerse más, y rompió en llanto en sus brazos, aferrándose a él con fuerza, sin poder dejar de temblar.
— Perdón...- Murmuró enmedio de su llanto.- Yo...
— Shh... No es necesario que te disculpes.- Le susurró Kardia, acariciando su espalda.- No es tu culpa. Te amo, y siempre voy a estar contigo. No necesitas forzarte a hacer esto por mí, Mita.
Asmita tenía tantas cosas qué decir, pero el nudo en su garganta se lo impedía. No podía hacer más que sollozar, siendo consolado por Kardia.
Realmente quería estar con él, disfrutar juntos un momento íntimo... Pero ese maldito recuerdo simplemente no se lo permitía.
Una mala decisión en su adultez joven al separarse de su grupo durante el festejo por su cumpleaños número dieciocho, jugar a ser adulto y confiar en quien definitivamente no debía, le terminó saliendo demasiado cara.
Si pudiera volver en el tiempo... No habría aceptado esa bebida, más bien, no habría accedido a acompañar a un desconocido a su apartamento, es más, ni siquiera habría aceptado ir a celebrar con sus amigos... Y quizás, ahora no estaría lidiando con las consecuencias de esa noche, siete años después.
Era jóven y estúpido. Por ser considerado legalmente un adulto, se creyó demasiado listo y maduro... Vaya estupidez. No tenía ni idea de nada, ahora se daba cuenta.
Fue con sus amigos a un club nocturno, en algún momento, decidió que era buena idea separarse de ellos para ir a beber algo a la barra por su cuenta. Ahí se topó con un desconocido, un hombre notablemente mayor que él, aunque bastante atractivo, que comenzó a coquetearle. Le invitó un par de copas, y después de besarlo, le propuso ir a su apartamento... Y él, como el mocoso ingenuo que era, aceptó.
Otra terrible decisión, que le terminó costando muy cara.
Salió al lado de ese hombre, sin informarle a sus amigos, y escondiéndose de ellos. ¿Por qué hizo eso?, ¿por qué pensó que era buena idea ocultarle información así a quiénes solo tratarían de protegerlo?, ¿por qué no pensó en los posibles peligros a los que se estaba exponiendo?
Era fecha que se seguía haciendo esas preguntas, reprochándole a su yo del pasado una y otra vez. Sin lograr hallar una respuesta medianamente razonable... En fin.
Por más que quisiera, no era capaz de olvidar esa maldita noche.
Llegaron a un edificio, en una zona de la ciudad que no conocía. Subieron hasta el apartamento del desconocido, y ahí le invitó otra copa.
Cómo niño jugando a ser adulto, aceptó sin dudar, y se distrajo observando cualquier estupidez en la sala de estar, hasta que el dueño del lugar volvió con su bebida en la mano y se la entregó.
¿Por qué se distrajo?, ¿por qué se bebió el contenido de la copa de un solo trago?, ¿por qué no prestó atención a detalles como el hielo, el color o el aroma?... Tampoco tenía una respuesta.
Lo único que supo, fue que en cuestión de minutos, todo comenzó a darle vueltas. Todo era bastante confuso. Tenía vagos recuerdos de que se besaron, pero pronto, su cuerpo dejó de responderle. Cómo sus brazos pesaban cada vez más, y cómo cada vez era más difícil mantener abiertos sus párpados.
Después de eso, todo era como flashes, recuerdos desordenados que aparecían sin secuencia alguna. Hasta que se desmayó o algo así.
Recobró la movilidad y consciencia al otro día por la mañana, notando cómo ese hombre aún dormía a su lado, en la cama del dormitorio.
Estaba tan asustado y tan adolorido, que ni siquiera él supo cómo se incorporó y vistió apurado, para salir corriendo lo más rápido que pudo de ese lugar.
No sabía dónde estaba, ni cómo volver a casa. Pero afortunadamente, una vez lejos del edificio, logró pensar en llamar a su primo para que fuera a buscarlo.
Aún recordaba cómo lloró en plena llamada, en medio de la calle, suplicándole a su primo que fuera a buscarlo. Su pariente, lejos de sonar enfadado con él, se encargó de calmarlo, le dijo que le enviara su ubicación, no se moviera de ahí, y de inmediato iría por él.
Así lo hizo, aún temblando, logró enviar la ubicación, y se quedó ahí a esperar, aún llorando y temblando, siendo observado por varios transeúntes.
Los minutos se le hicieron eternos, pero en cuanto vió el auto de su primo frente a él, no dudó en buscar su consuelo.
Sorprendentemente, Manigoldo no estaba enfadado, sino preocupado, y le preguntó si estaba bien. Él no pudo responder nada. Entonces Manigoldo le preguntó qué había pasado. De nuevo, no pudo responder nada, solo le pidió que lo llevara a casa.
Manigoldo lo ayudó a subir al auto, y arrancaron. Hasta entonces le contó que después de perderlo en el club, y no encontrarlo, sus amigos llamaron a sus padres informándoles de lo ocurrido.
Después, ellos llamaron a su tío y a él para saber si estaba con ellos, y al no ser el caso, todos se movilizaron para tratar de encontrarlo.
Así se enteró de que todos pasaron toda la noche en vela buscándolo por toda la ciudad, incluso que habían reportado su desaparición apenas salió el sol. Y a duras penas tomaron un descanso para beber algo de café y continuar con la búsqueda. Hasta que lo llamó y de inmediato fue por él.
Solo pudo pedirle perdón por todo lo que su imprudencia ocasionó. Manigoldo le dijo que eso no importaba, y le pidió que le contara qué había pasado.
Estaba avergonzado, pero también muy asustado y angustiado... Le confesó a Manigoldo lo que había pasado en la noche. Cómo por idiota terminó yéndose del club, cómo llegó al apartamento de ese desconocido, y cómo después de beber ese líquido, no supo qué fue de él hasta que lo llamó.
Manigoldo terminó estacionando el auto apenas pudo, luciendo completamente aterrado por el relato.
— Soy un idiota...
— ¡Por supuesto que no!- Le interrumpió Manigoldo esa vez, con pequeñas lágrimas en los ojos.- Escúchame bien, Asmita. No fue tu culpa, y... ¡Maldita sea!, ¡ese bastardo va a pagar por esto, eso te lo juro!
Esa ocasión, terminó llorando junto a su primo, abrazados por varios minutos, hasta que lograron calmarse lo suficiente para continuar el viaje hasta su casa, dónde se encontraban toda su familia y amigos, esperando su regreso.
Todos se dieron cuenta de que algo terrible había pasado, su expresión y la de Manigoldo dijeron todo.
Su primo lo escoltó hasta dentro de la casa, y no se separó de él en ningún momento. Les pidió a sus amigos retirarse, al igual que sus hermanos menores, y una vez que solo quedaron sus padres y tíos en la sala, les explicó todo. Desde cómo lo encontró, hasta lo que le contó que había pasado.
Asmita aún recordaba como su tía casi se desmayaba de la impresión, y su madre no pudo contener las lágrimas, al igual que su tío y su padre. Él solo pudo agachar la mirada avergonzado.
Después de que Manigoldo terminara de explicar todo, su madre se acercó a él y lo abrazó sin decir nada, igual que su padre.
Ese mismo día, fueron a un hospital para realizar los exámenes médicos necesarios para buscar evidencia. Igual que presentar una denuncia.
Por desgracia, todos los exámenes médicos arrojaron resultados positivos. Presentaba evidentes señales de abuso sexual, al igual que drogas frecuentemente usadas con ese propósito en su sangre. Pero ni una muestra de ADN para dar con la identidad del culpable.
La policía se escudó con ese argumento, y a pesar de todas las quejas y escándalos que su familia hizo, nunca dieron con el culpable.
A pesar del apoyo de su familia y amigos, y las horas de terapia, era difícil vivir con ese recuerdo. Era algo que seguía afectando su vida aún después de años.
Ahora tenía una buena relación, amaba a Kardia y él también lo amaba. Kardia sabía lo que había pasado, y lejos de juzgarlo, le brindó todo su apoyo.
De verdad quería intimar con él, pero no era capaz ni siquiera de tocarlo o permitirle a él hacerlo, sin terminar temblando y llorando.
Kardia decía que esperaría el tiempo que fuera necesario, pero Asmita temía que él un día simplemente se hartara de sus problemas y decidiera irse.
Realmente amaba a Kardia, no había una sola cosa en él que rechazara, incluso sus defectos eran encantadores... Pero su miedo parecía ser más grande que su amor, y temía jamás ser capaz de superar ese suceso.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro